Un año después.
Alix se hizo a un lado mientras Devyn, Paden, Omari, Sway y Vik ayudaban a los rebeldes de Paradice City a descargar los suministros que ellos habían traído para sus esposas e hijos a la vez que su madre ayudaba a repartir ropas.
Nunca en su vida había visto un grupo más feliz, y estaba emocionada de formar parte de él.
Comprendió por qué Devyn hacía esto de forma gratuita. Había cosas en la vida a las que nadie podía ponerles precio, y con cada día que pasaba junto a él, aprendía eso y más.
Tempest se acercó corriendo hacia ella, sosteniendo un comunicador.
—Está vibrando.
—Gracias, renacuajo —se lo colocó en la oreja y contestó mientras Tempest iba a ayudar a repartir los suministros.
—¿Cómo está mi hija?
Ella sonrió ante el sonido de la voz de Shahara en el oído.
—Bien, mamá, ¿Cómo estás tú?
—Preocupada por mis bebés como siempre. ¿Interrumpo?
Sonrió al escuchar las dos cosas que Shahara decía siempre que llamaba.
—Nunca interrumpes, estoy mirando a tus bebés ahora mismo, y están bien.
Devyn se acercó y le dio un beso en la mejilla.
—¿Le contaste la noticia?
—¿Noticia? —preguntó Shahara.
Alix se mordió el labio antes de hablar.
—Vamos a tener un bebé.
El grito de felicidad en el oído casi la deja sorda.
—Muy bien, cuídaos chicos. Tengo que irme a hacer unas llamadas. Si pensasteis que la boda fue grande esperad a ver la fiesta del bebé.
Alix rió mientras colgaba y rodeaba a Devyn con los brazos.
—Gracias.
—¿Por qué?
—Por todo.
Él frotó la nariz contra la suya.
—Confía en mí, soy yo el que está agradecido. Pensé que lo tenía todo hasta que te inmiscuiste donde no te llamaban.
Y ella no había tenido nada hasta el día que le encontró. Ahora… ahora tenía una vida que valoraba y tenía la intención de pasar el resto de ella disfrutándola al máximo.
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