domingo, 4 de marzo de 2012

BOI cap 7

—¿Alix? Tenemos un problema. ¿Podrías por favor venir al puente?
Acababa de colgar el vestido que Zarina había comprado para ella, de un precioso color negro que era tan suave que debía ser pecado. Sabía que nunca se lo pondría.
Pero Tempest podría algún día.
A condición de que sobrevivamos a esto.
—Voy, Vik. —Presionó el botón que cerraba el armario y salió. No dudaba que era el “regalo” de Whelms lo que los otros habían encontrado.
Al entrar en el puente, vio a Devyn y Vik sobre un panel, discutiendo una fuga de combustible.
Qué extraño era que Vik estuviera aquí después del lanzamiento.
Pero ese pensamiento se desvaneció mientras apretaba los dientes cuando vio la fuga. Muchas gracias, idiota. Una perdida como esa podría matarles.
Puso una mirada inocente mientras se enfrentaba a los hombres y fingía no saber que le habían hecho a su nave.
—¿Qué está pasando?
Devyn señaló la zona roja en los esquemas de la nave.
—Nos estalló una junta y estamos perdiendo combustible por todas partes.
Tuvo que obligarse a no reaccionar ante la estupidez de Whelms cuando vio su otro regalo.
—Y nuestro sistema hidráulico, también.
Devyn se volvió con el ceño fruncido.
—¿Qué?
Ella apuntó al diagrama.
—Ahora no tienes híper-velocidad, y control del estabilizador limitado. No practicarás ninguno de tus trucos de pilotaje hasta que lo arreglemos. —Y si se cruzaban con algún residuo inesperado en el espacio, tendrían dificultades para evitarlos, lo que podría suponer también la muerte.
Sí, Whelms no tenía unas ideas brillantes.
La frente de Devyn estaba fruncida por el desconcierto.
—¿Cómo se pudo hacer un preliminar de lanzamiento sin contratiempo?
Ella esperaba que no pudiera detectar la mentira.
—Tal vez algo se rompió mientras estábamos en lanzamiento.
Él maldijo.
—¿Puedes arreglarlo?
—Puedo intentarlo.
La mirada de Devyn fue a Omari, que estaba durmiendo en la silla, y ella vio el temor que brilló en los ojos oscuros. Ese instinto protector la conmovió. A diferencia de su padre, Devyn moriría por proteger a su hijo.
—Necesitamos estar plenamente operativos. Inmediatamente.
—Lo haré, capitán. —Se dirigió a la puerta solo para tener a Vik siguiéndola.
Ella frunció el ceño.
—¿Necesitas algo?
—Voy a echarte una mano en caso de que lo necesites.
Genial. Justo lo que necesitaba. Algo más que la pusiera nerviosa.
—¿No deberías estar en tu puesto?
—Lo estaba, pero la fuga estaba interfiriendo con mi enlace, y por eso salí a decirle a Devyn lo que estaba pasando y ver si él podía repararlo.
—Encuentro extraño que sepas tan poco del mantenimiento de la nave.
—¿Porque soy un androide?
Ella asintió.
—No es diferente a que tu no seas un médico. Solo porque seas un ser humano no significa que tengas una habilidad innata par realizar cirugía en los de tu propia raza o incluso tratar una enfermedad leve, ni que decir de algo más serio.
—Cierto, pero tampoco puedo cargar un programa y aprender algo extremadamente complicado en unos pocos minutos.
Él presionó los controles del ascensor.
—Tampoco puedes ser pirateada por esquemas, diagramas y vulnerabilidades del sistema.
Ella se detuvo ante eso.
—¿Qué?
Él entró y presionó el botón del piso inferior.
—No tengo conocimiento autónomo del trabajo de la nave debido a que el padre de Devyn teme que alguien pueda piratear una de mis bases de datos y usarla contra Dev. De hecho, no tengo conocimiento de las debilidades de Devyn, historial médico o nada que pudiera ser usado en su contra. Omari tampoco, para el caso.
Ahora eso la sorprendió.
—¿En serio?
Él asintió.
—Entonces ¿cómo controlas la seguridad de la nave?
—Tengo que estar enchufado a la nave para verlo. Todo va a un caché temporal mientras estoy allí. Una vez separado de mi puesto, los datos se eliminan.
Así que esa era la verdadera razón por la que estaba tan limitado cuando iniciaban el vuelo. Ahora todo tenía sentido.
—¿Tan paranoico es su padre?
—No. Su padre es muy inteligente. Syn comprende a las computadoras y los androides a un nivel aterrador. Hay veces en las que me pregunto si es más androide que yo. Sabe exactamente como violar una red segura y encriptada y saber cosas de la gente que te sorprenderían. Nunca he visto a nadie como él. Puede controlar el universo entero con unas pocas pulsaciones de teclado bien realizadas.
Se le cayó el estomago al suelo al considerarle haciendo una búsqueda en segundo plano sobre ella.
No entres en pánico. No hay manera de que pueda piratear el sistema del gobierno. Merjack había asegurado que habían eliminado todos los rastros de su pasado.
Ahora era un fantasma, y ni siquiera un pirata podría encontrar su historial.


Devyn recogió el comunicador mientras continuaba escaneando la nave en busca de otros problemas. Comprobó el identificador de número y vio el número de sus padres. Poniéndoselo al oído, pulsó la tecla de encendido.
—Hola, mamá.
—Es la otra unidad parental. No tan bonita o feroz como tu madre, pero amorosa no obstante.
Sonrió al oír la profunda voz de su padre en el oído.
—Lo siento, papá. Es esa hora del día. Solo asumí que eras mamá queriendo comerme.
Su padre se echó a reír.
—Sí, y querrá eructarte también, estoy seguro.
—Probablemente. Así que ¿encontraste a nuestro fantasma?
Su padre titubeó antes de responder.
—¿Está por ahí para escuchar algo?
—No.
—Bien, porque definitivamente hay algo raro sobre su situación.
Devyn se miró el cronometro. En menos de dos horas desde que había pedido la búsqueda ya tenía una respuesta… que podría ser un record incluso para su padre.
Y pensar que los “expertos” de Claria no habían encontrado nada después de días de búsqueda.
—Ilumíname.
—Su padre, Tyson Gerran, era el típico carguero, debiendo su culo a media docena de acreedores. Provenía de las filas más bajas del desierto Kronobian y es hijo de una tribu nómada de Boudins. Su padre le vendió al ejército cuanto tenía diecisiete años y fue reclutado para la tripulación del Águila de plata.
—¿Una nave de La Liga?
—No. Militares locales estrictamente. Su historial es pacífico y suave. Nada fuera de lo común, en un sentido u otro. Realizó quince años de servicio y obtuvo su libertad. Luego volvió por su padre y vendió a ese bastardo, junto con su madre y sus hermanos menores, a la esclavitud y utilizó el dinero que hizo para el pago inicial de su propia nave.
Devyn aspiró aire ante una traición tan cruda que apenas podía comprenderla.
—Maldición, es frío. Pero ¿qué tiene que ver con Alix?
—En pocas palabras, es una esclava. Al igual que su madre, Doria, y su hermana de quince años, Tempest. Todos pertenecían a su padre, que marcó a sus hijas en el mismo momento en que nacieron… hasta que hace unas pocas semanas fue ejecutado por contrabandista.
Devyn se iba quedando helado a medida que cada revelación le pegaba como un golpe físico. ¿Solo cuantas mentiras más le había dicho?
¿Alix tenía una hermana viva?
¿Una madre?
Y era una esclava…
—¿Por quién fue ejecutado?
—Los Rits.
El corazón de Devyn dejó de latir ante el tono de su padre. Su padre era un Ritadarion… uno que no era amigo de ese gobierno desde que él y la madre de Devyn habían derribado su casa gobernante varios años antes de que Devyn hubiera nacido.
Esto se estaba poniendo más feo a cada minuto.
—No crees que sea una coincidencia.
Su padre se burló.
—¿Y tú?
—Realmente no. No creo en ellas.
—Sabía que te había criado bien.
Eso hizo, y justo ahora, cada instinto de Devyn estaba en máxima alerta.
—¿Averiguaste algo más?
—Estaba programada para ser subastada, junto con su madre y hermana. El gobierno Rit lo suspendió literalmente justo antes de que fueran arrastradas a la plataforma.
—¿Por qué?
—De eso, no hay registro. Solo se muestra la subasta cancelada.
Devyn dejó escapar un lento suspiro. ¿Eso no era interesante?
—Entonces ¿quién es su dueño?
—El gobierno Rit. Respaldados por las deudas de su padre, ya que les debe el costo de su juicio y ejecución. Tienes que adorar a los Rits y su sentido de la ironía.
Hijo de puta…
Eso solo dejaba a Devyn con una conclusión sobre todo esto.
—Es una espía.
Su padre hizo un sonido de conformidad.
—Apostaría dinero a que Merjack la está utilizando para obtener información sobre ti para poder usarla y freírte.
—¡Mátala, bebé! No dejes que esa perra te haga daño.
Devyn sonrió ante la orden sedienta de sangre de su madre que le gritaba desde el otro lado de la habitación. Dios amaba a esa mujer, tenía un gatillo en su temperamento que no tenía rival. Él era la única persona que la frenaba.
—Dile a mamá que no se preocupe.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. Ya está preparada y lista para reunirse contigo en la próxima parada para poder matar a Alix ella misma. He tenido que desarmarla tres veces desde que comencé la búsqueda, que es por lo que me tomó tanto tiempo encontrarlo todo. Estas haciendo mi vida un infierno, amigo. No salgas lastimado o nunca lo superaré.
—Estoy en ello.
Su padre le dedicó una risa sarcástica.
—Es en serio, no se a que juego están jugando. Pero sabes cuánto le gustaría a Merjack tener un pedazo de nosotros. Quédate fuera del territorio Rit hagas lo que hagas.
—No te preocupes. Un hombre sabio me enseñó una vez que un enemigo conocido es mejor que uno desconocido, y siempre que sepas con quien y que estás tratando podrás manejarlo.
—Sí, pero lo que yo estoy dispuesto a enfrentar y lo que estoy dispuesto a dejar que mi hijo enfrente son dos cosas completamente diferentes. Ve con precaución en cada paso del camino.
—Así lo haré, papá. Lo prometo. Os amo chicos. Hablaré contigo mas tarde.
—¡Lanza a esa perra en una bolsa de aire antes de que sea demasiado tarde!
Sacudió la cabeza ante el tono enfadado de su madre.
Su padre suspiró.
—Te queremos también. Si necesitas cualquier cosa, llama.
—¿Devyn, bebé? —Su madre debía haber arrebatado el enlace a su padre. Su voz ahora se escuchaba clara en su oído y era alta y letal—. Mátala, ¿me oyes? No arriesgues tu seguridad. Quiero su corazón en mis manos. No te atrevas a dejar que tu compasión te gobierne. Sácala antes de que te haga daño a ti o a Omari.
—¿Ese es tu consejo maternal?
—Absolutamente. Aunque sólo te arranque un pelo de tu cabeza, la destrozaré en tantos pedazos, que rogará para que la mate. Nadie toca a mis bebés.
Devyn tuvo que contener una risa ante la amenaza que sabía que estaba más que dispuesta a cumplir. Como su padre había dicho, su madre era pequeña, pero feroz.
—Está bien, mamá. Ahora tengo que irme. No puedo matarla mientras estoy hablando contigo.
—Esto no es una broma, Devyn —le espetó.
Él echó una mirada a Omari, que ahora estaba roncando mientras Manashe dormía sobre sus botas.
—Créeme, lo sé. Voy a manejarlo. No voy a poner en peligro a Omari más de lo que tú me pondrías a mí en peligro.
—Bien. Te quiero, precioso.
—Yo también te quiero.
—¿Y?
Él se encogió. La única cosa que odiaba de hablar con su madre… La única penosa y detestable cosa en la que ella insistía…
Hizo un sonido de besos.
Ella le devolvió el beso.
—Buenas noches, bebé. Duerme en paz… después de que mates a esa perra.
—Buenas noches, mamá. —Desconectó y se pasó una mano por el pelo mientras debatía sobre lo que debía hacer.
¿Enfrentarlo o esperar?
Si enfrentaba a Alix, solo mentiría de nuevo. En ese punto, había perdido la cuenta de cuantas mentiras habían venido de ella.
Pero si esperaba… podría ser capaz de devolverle la pelota a Merjack. El hombre odiaba a sus padres. Incluso a pesar de que el padre de Merjack casi había matado al de Devyn ‑había arruinado la vida de Syn en la primera mitad de la misma‑ Merjack todavía quería su sangre.
¿Y para qué?
¿Debido a que el abuelo y el padre de Merjack habían cometido asesinato, y que el padre de Devyn había descubierto la evidencia y había sido llevado a la justicia por ello?
Era evidente que la cordura corría poco profunda en su acervo genético.
Pero eso no le importaba en ese momento. Lo hacía el derrocar al traidor que tenían entre ellos.
Y ahora que lo pensaba… jodida misericordia y retorcido engaño. No estaba en su código genético jugar con la cabeza. Devyn Kell podría ser un montón de cosas, pero un cobarde no era una de ellas.
Ya era hora de enfrentar al diablo en su medio y hacerla chillar. Podría haber sido sorprendido por Clotilde.
Pero esta vez, la ventaja estaba con él.


Así que ¿Devyn tiró toda su carrera militar por salvar a Omari?
Asintiendo, Vik la ayudó a reparar el sistema hidráulico, que era de lo único que podía hacerse cargo sin piezas de repuesto. Estaba desviando las bobinas lurine para compensar. Si fueran atacados, les daría el impulso y la estabilidad que necesitaban sin destrozar los motores.
Vik alzó la línea más alta para que ella pudiera llegar a la rosca.
—Ama a ese chico más que a nada.
Ella frunció el ceño ante el susurro.
—¿Pero no encuentras el concepto de amor inusual?
—No, en absoluto. Entiendo el amor completamente. Es el odio el que me intriga. No entiendo como encuentra placer en la crueldad.
Ella se detuvo para mirarle.
—Sabes, Vik, a veces eres increíblemente humano.
—Lo sé. Pero me pregunto si los sentimientos que tengo son reales o solo simulaciones eléctricas en mi córtex que simulan la emoción humana. Me gustaría saber si son reales o imaginarias.
Alix le sonrió.
—Y eso te hace completamente humano, cariño. Todos tenemos esas dudas.
—¿De verdad?
—Cada día. De hecho, mi madre siempre dice que las emociones son lo que los dioses nos dieron para distraernos del dolor de la vida. Son las que hacen la vida llevadera y lo que nos mantiene sin importar lo difícil que se ponga.
—¿Y qué pasó con tu madre?
Ella se dio la vuelta para encontrar a Devyn detrás de ellos. ¿Cuándo había llegado? No comprendía por qué se enfadaba tanto con Zarina cuando era tan silencioso cuando se movía.
Preparándose para el engaño, ella dejó caer la mirada de nuevo sobre su trabajo.
—Murió.
—¿Cuándo?
Vik le frunció el ceño.
—¿Estás bien, Devyn? Siento una elevación en tu ritmo cardiaco.
—Estoy bien. ¿Por qué no te vas a conectar y comprobar las cosas por mí? Quiero ver si hay alguna cosa más que no funcione correctamente.
No había duda sobre la acusación del tono. De alguna manera estaba sobre ella. Lo sabía.
Vik le entregó la llave en la mano y les dejó solos.
Alix tragó mientras un escalofrío helado le recorrió la espalda. Algo no iba bien.
¿Cómo lo sabe? ¿Qué le había dado un indicio de su traición?
Más allá de las sensaciones recogió su hostilidad. Podía verlo en las profundidades de esos ojos oscuros. Verlo en la manera en que tenia apretada la mandíbula.
Definitivamente lo sabe.
—¿Hay algún problema, capitán?
Él se acercó más a ella con el paso de un depredador feroz. El aire a su alrededor se estremecía por la furia contenida, haciéndola sentirse atrapada. Sofocada. Si no estuviera en su nave, habría corrido. Pero no había un lugar para esconderse donde no pudiera encontrarla.
—Tengo curiosidad.
Ella trató de actuar con indiferencia ante la frialdad del tono.
—¿Acerca de qué?
—De ti.
Estás tan cansada.
No entres en pánico. No lo sabes con seguridad. Es tu paranoia nerviosa. No hay manera de que pueda saberlo todo.
Sí, claro. El sudor le perlaba la piel mientras sentía el aire entre ellos espesarse con la furia creciente y el miedo de ella. Era demasiado consciente de lo enorme que era.
Cuan peligroso.
—Háblame de tu madre, Alix. ¿Cómo murió?
Ella se humedeció los labios mientras una gota de sudor le corría por la espalda.
—No me gusta hablar de mi madre.
Devyn quería estrangularla. Tanto como para jugar fríamente. Había tenido buenas intenciones, hasta que la vio hablando tan cómodamente con Vik. Encantando al androide. Tan pronto como se les acercó, su genio se encendió.
Maldita sea, soy como mi madre. Suicida en el momento en que mi temperamento golpea.
Su padre habría mantenido la calma y jugado con ella hasta que confesara. Desafortunadamente, prefería sacarla la verdad sacudiéndola.
Un velo cayó sobre su rostro mientras le enfrentaba.
—Lo sabes, ¿verdad?
Miente. Dale una dosis de lo que ella te dio. Pero no estaba en él jugar a esos juegos. Era un soldado, no un político.
—Sí, lo sé todo sobre tu madre y tu hermana.
Alix quería llorar mientras oía la ira en su voz. El temor la atenazó. Ella amenazaba a su tripulación.
A su hijo.
Eso solo justificaría que él quisiera su sangre.
—Entonces ¿qué vas a hacer conmigo?
—Eso depende.
—¿De?
—De que me ayudes o no.
Sus palabras la pillaron con la guardia baja. ¿Qué podría querer de ella?
—No lo entiendo. ¿Ayudarte a hacer qué?
—Merjack te envió tras de mí, ¿no?
Ella asintió. No tenía sentido protegerle o siquiera mentir. No ahora.
—Entonces quiero que me ayudes a derribarle. Fuertemente.
Ella se burló ante su oferta. Como si…
—No puedo hacer eso. Matarían a… —se mordió los labios para evitar decir nada más.
—¿Tu madre?
Ella hizo una mueca y asintió.
—Y mi hermana. No puedo dejarlas morir o ser violadas, lo que es otra amenaza por lo que no debería cooperar.
Las aletas de la nariz de él llamearon mientras esos ojos oscuros la chamuscaron.
—Deberías habérmelo dicho.
—Ni siquiera te conozco, Devyn. En realidad no. ¿Por qué debería confiar en ti de todos modos?
—Porque hice un juramento de ayudar a la gente. De protegerlos de La Liga y de cualquier gobierno corrupto.
—Sí, y conozco a la gente mejor que eso para creerlo ni siquiera un instante. El altruismo está muerto. La gente te usa y toma hasta que no eres nada excepto un cadáver ensangrentado a sus pies.
Devyn apretó los dientes ante lo que ella describía. Tenía razón, el mundo era duro. Pero no todo el mundo era un animal.
—Afortunadamente para ti, no es así. Si lo fuera, estarías siendo lanzada al espacio ahora mismo.
Él vio la duda en sus ojos.
—¿Realmente no me vas a matar?
Una parte de él se sentía como un canalla por asustarla, pero ella necesitaba ese temor. Porque al final, si todo se redujera a ella u Omari o Sway o Vik, ella perdería. Sin dudas.
—Eso depende de ti.
—Definitivamente voto que no me mates.
Él lo encontraría más divertido si no estuviera tan cabreado.
—Entonces ¿qué le hiciste a mi nave?
Alix alzó las manos. No le digas nada… Pero en ese punto, él lo sabía todo. Toda mentira no haría más que meterla en más problemas.
—Mira, tú hiciste tu juramento y yo también. Desde el día en que nació Tempest, he sido la que la protegía de lo que mi padre y los otros hombres de nuestra dotación le harían. Justo ahora, está sola y en peligro. Ella y mi madre. Júrame sobre la vida de Omari que las ayudaras y te lo diré todo.
—Acabas de decir que no confías en la gente. ¿Qué diferencia habría en mi juramento?
—Amas a tu hijo. Lo sé. —Parpadeó para apartar las lágrimas que le llenaban los ojos—. No tengo a nadie en este mundo, Devyn. Nadie. Soy la única y mi familia depende de mí. Si algo les pasa debido a mí… —Sus palabras se rompieron en un sollozo por todas las semanas de abuso, humillación y terror combinado en su interior.
«¡Alix! ¡No dejes que me lleven, por favor!» La visión de la cara de Tempest mientras se estiraba hacia ella estaba marcada al rojo en el corazón. Los hombres de Merjack las habían separado. Sin embargo, los gritos de su hermana habían resonado y estaban grabados dentro de ella ahora.
Ese recuerdo finalmente tuvo éxito en hacer que las lágrimas corrieran.
Devyn se tensó cuando ella se puso a llorar. Su primera reacción era de rabia por ser manipulado. Era algo que Clotilde siempre había prefijado. Pero su dolor no era fingido. Sus sollozos venían de muy adentro y le atravesaban las entrañas.
Antes de poder detenerse, la cogió entre los brazos.
—Está bien, Alix. Todo está bien.
—No, no lo está. —Se apartó de él—. Estoy tan cansada de esto. Cansada de ser la que tiene que conseguir las soluciones. Y no sé qué hacer ahora. —Le miró y él vio la desesperada sinceridad en sus ojos—. ¿Crees que mentirte ha sido fácil? No es así. No me gusta usar a la gente y odio mentir. Eres un buen hombre. El único que he conocido nunca. Pero no puedo dejarles matar a mi familia más de lo que tú puedes salvarme si eso significa ver a Omari maltratado y asesinado. —Se apartó con enojo las lágrimas—. Quiero la cabeza de Merjack de una forma que no te puedes imaginar. Si me juras que me ayudaras a conseguirlo, entonces confiaré en ti.
Devyn la atrajo de nuevo entre los brazos y besó las mejillas húmedas. Cerrando los ojos, inhaló el aroma de ella y debatió la cordura de confiar en ella. Clotilde le había arrancado el corazón.
¿Cómo podía abrirse a Alix después de eso?
Y sin embargo, comprendía su motivación. Habría hecho lo mismo.
—Déjame contarte una historia, Alix —la apartó para mostrarle los alrededores de la nave—. Esta nave… ¿la Talia? Se llama así por la hermana mayor de mi padre.
Tragó saliva al ver la imagen del infantil rostro de su tía maltratado mirándole desde la única foto que su padre tenía de ella.
—Se suicidó cuando tenía catorce años debido a que no podía soportar seguir viviendo con el horror de su vida otro día. Con su muerte, condenó y liberó a mi padre del monstruo de su padre. Nunca conocí el dolor de la vida de ella o de él. Pero llamé a esta nave como a ella para recordarme a todos los niños por ahí fuera como ella y Omari… niños como tú y tu hermana que permanecen en silencio con su dolor. No tienen voz ni esperanza.
Él le dirigió una dura mirada.
—Pero yo les oigo. Cada vez que pienso en mis padres. Cada vez que veo a Omari, oigo los sollozos contenidos por temor de que hagan sus vidas peor, y no voy a esperar y ver a tu hermana desgarrada por un animal. Ayúdame a derribarle y te lo juro, derribaré a Merjack a tus pies y le mantendré allí mientras te tomas tu venganza.
Alix se mordió el labio al oír las palabras que nunca había pensado oír. ¿Realmente las quería decir?
Tragó saliva.
—Voy a confiar en ti, pero sé que no está en mi naturaleza. Si me traicionas…
—No te traicionaré.
Ella extendió la mano para ahuecarle la áspera mejilla con la mano. Confiar era tan difícil…
Creo en ti, Devyn.
—No hice nada en tu nave. El agente de Merjack, el teniente Whelms, lo hizo. Quiere que yo te tenga aterrizando en la estación Charisis para las reparaciones. Se supone que tendré la evidencia que él pueda usar para poder arrestarte.
—¿Y si no puedes conseguir la evidencia?
—Quería que yo las fabricara.
La mandíbula de él hizo un tic bajo su mano.
—¿Incriminarme?
—De acuerdo con Merjack, llevarte ante la justicia.
Él gruñó bajo en la garganta mientras se apartaba.
—Ese sórdido bastardo. Te das cuenta de que si me arrestan, eso significa que toda la tripulación será derribada, incluida tú.
—Me ofrecieron inmunidad para testificar en tu contra.
—¿Y les creíste?
—No. No soy tan estúpida. Estoy segura que de alguna manera terminaré siendo vendida de nuevo. Es lo que soy, ¿verdad? Propiedad sin valor.
Vio la humillación en sus ojos mientras decía eso, y aunque pudiera estar enfadado por lo que ella había hecho, no quería que ella escuchara esas voces inolvidables.
—No eres una persona sin valor, Alix. Pero en este momento, tengo que decir que no me gustas demasiado como antes de que todo esto saliera a la luz. No me gusta que jugueteen conmigo o ser traicionado.
Alix se abrazó a sí misma cuando esas palabras la golpearon como un martillo. Él había matado a la última mujer que se había atrevido a hacerle eso pero al menos no iba a matarla a ella. Todavía.
―Así que, ¿Qué vamos a hacer?
Sus ojos brillaron con malicia.
―Vamos a poner nuestra propia trampa.

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