domingo, 11 de marzo de 2012

INF cap 11

El cuervo dejó a Nick y voló hacia el cielo, luego se desvaneció cuando fue convocado fuera de Nueva Orleáns. Al reaparecer, no fue en el barrio donde prefería alimentarse. Fue a kilómetros de distancia, volando cerca de un alambre de espino.
Y debido a que era convocado allí tan a menudo, el ave estaba tan familiarizada con la prisión de Angola como cualquiera de los reclusos.
Zumbó pasando la torre de los guardias, se dirigió al Centro de Recepción, el edificio donde los reclusos condenados a muerte estaban alojados. Aminoró mientras se acercaba a la ventana correcta.
Realmente no quiero hacer esto.
Pero no tenía elección. Cuando era convocado, tenía que obedecer. Esas eran las reglas y cualquier vacilación solo terminaría mal para él.
A un minuto estaba encaramado en el alfeizar, al siguiente una mano apareció de la nada para agarrarle por la garganta y arrastrarlo al interior.
Caleb se manifestó en forma humana mientras miraba a uno de los demonios más poderosos jamás engendrado. Mal puro absoluto, Adarian Malachai era incapaz de cualquier acto de bondad o misericordia.
Sin una palabra, empujó de cabeza a Caleb contra una pared. Luego tiró de él, alzándolo y lo sostuvo por el cabello.
—¿Qué crees que estás haciendo? ―gruñó en el oído izquierdo de Caleb.
Caleb hizo una mueca al saborear la sangre que se derramaba desde su nariz. Sabía que no debía luchar. Solo haría a Adarian más cruel y empeoraría la paliza.
—Entrenar a Nick como ordenaste.
Él apretó su agarre sobre el pelo de Caleb.
—¿Con mortents? ¿Estás loco? ¡Podría haber sido asesinado! ¿Por qué no evitaste que le atacaran?
Esas palabras le sorprendieron a más niveles de los que podía contar. ¿Por qué se preocuparía Adarian por algún mocoso que compraba una plaza en el cementerio?
—No sabía que había corrido hacia ellos, pero como se presentaron, pensé que sería una oportunidad perfecta para que comenzara a aprender a luchar. Estuve allí todo el tiempo, mirando. Nunca estuvo en un peligro real. Además, si muere, tú vives. ¿Qué delito hay en eso?
—Eres tan estúpido —le soltó.
Caleb se volvió y le empujó mientras tomaba su forma verdadera. Sabía que no debía, pero no estaba en él no devolver la pelea. Y al final del día, era un demonio y nunca tragaba la mierda de otros sin vomitar veneno a su vez.
—Retírate, Malachai. No eres tan poderoso como piensas.
Adarian se rió.
—Y soy tu amo. Así que ni siquiera trates de intimidarme. He recogido mis dientes de huesos de demonios más fuertes y mayores que tú.
Probablemente eso fuera cierto. Pero no cambiaba el hecho de que Caleb daría cualquier cosa para tener el poder de destruir a Adarian. Cómo me convertí en esclavo de este… No había una palabra lo suficientemente horrible para describirle.
Desafortunadamente, Caleb sabía exactamente qué le había llevado allí y lo odiaba tanto como odiaba a Adarian.
—He hecho exactamente lo que pediste. He observado a tu lloriqueante desove estos últimos años sin interferir en nada de lo que ha hecho.
—Deberías haberte hecho amigo suyo antes de ahora.
Caleb fue sorprendido por esas palabras.
—Me dijiste que no lo hiciera.
Adarian lo agarró por la garganta. Sus ojos brillaban de un rojo intenso, mortal.
—Y ahora te estoy diciendo que le protejas con tu vida. Hay un nuevo poder allí. Uno que no puedo discernir, pero que le sigue y quiero que le mantengas a salvo. Así que ayúdame, si algo le pasa a mi hijo, iré por ti, y cuando termine, desearás poder arrastrarte de vuelta al agujero de barro donde te encontré.
Caleb sintió que sus dientes se afilaban y crecían en respuesta a esa amenaza.
—Dirijo legiones.
—Y yo te dirijo a ti. Nunca olvides eso.
Si sólo pudiera.
—Un día voy a librarme de ti, Malachai.
Y hasta que lo hagas, harás exactamente lo que te ordeno. Ahora, protege a mi chico y su madre. No dejes que nada les pase. ¿Comprendes?
—Entiendo. Pero... ¿Cómo voy a entrenarlo si no puedo atacarlo?
Los labios de Adarian se curvaron en una sonrisa sardónica.
—Eres ingenioso. Encuentra una manera. Y recuerda, estoy en la cárcel porque yo lo he elegido. Puedo dejarla e ir por ti en cualquier momento que quiera.
Era cierto. Adarian vivía allí debido a que se alimentaba de la crueldad y maldad de los demás. Esta prisión era como vivir en una fábrica de Energizer[1] en lo que a él concernía. Le mantenía súper fuerte y capaz de desviar cualquier cosa que viniera por él.
Excepto por su hijo. La presencia de Nick le podría debilitar al instante. La pequeña polla no tenía ni idea que, evitando a su padre, estaba permitiendo que los poderes de Adarian permanecieran a plena capacidad, lo que ponía al resto de ellos en una gran desventaja.
Adarian lo atrajo más cerca.
—Mejor no me traiciones, Malphas. No en esto.
Caleb podría acusarle de amar al chico, pero le conocía mejor. Esto no era sobre amor. Era sobre poder. Si Adarian pudiera mantener a Nick vivo y alejado de él, podría reconstruir su ejército a través de éste y no habría ningún poder sobre la tierra o más allá que pudiera detenerlo.
Ninguno.
Además de Nick, el único que era capaz de derribar el ejército Malachai estaba ahora encarcelado y mantenido tan débil como un gatito enfermo. Mientras los poderes de Adarian crecían, los de Jared se deterioraban bajo el cuidado de una viciosa guardiana que no tenía ni idea de lo importante que era su prisionero.
El equilibrio de poder estaba cambiando, al igual que lo había hecho en los días previos a la historia. Entonces, la más sangrienta de todas las batallas había rugido. Uno de los más feroces soldados, Caleb, había sobrevivido a duras penas y el recuerdo le quemaba en su interior. La lucha con el padre de Adarian le había costado todo.
Ahora era el siervo de su hijo.
La vida realmente apestaba.
—Te obedeceré… amo —. Ese título se alojaba profundo en su pecho.
Adarian sonrió.
—Buen chico. Y recuerda, mi hijo debe ser malvado hasta la médula de los huesos. Tienes que volverlo. No importa lo que cueste. ¿Me oyes?
—¿Y si la única manera de volverle es matar a la madre?
Adarian le volvió a coger de la garganta.
—Toca un solo pelo de su cabeza… permite que alguien más lo haga, y te haré pagar en formas que no puedes imaginar en tus más salvajes pesadillas. Cherise es mía y nadie más pondrá nunca una mano sobre ella.
Era una orden que Caleb no podía entender. Una vez más, podría atribuirlo al amor, pero no había manera en que un Malachai pudiera amar a nada excepto a sí mismo y su búsqueda de poder.
Haciendo una profunda reverencia, se alejó de Adarian.
Caleb tuvo que obligarse a no burlarse mientras volvía a retomar su forma de cuervo y volaba a través de la pared. Pero una vez que se perdió de vista, usó sus garras para burlarse del señor demoníaco.
Proteger al chico, mi culo.
Qué ironía, realmente. El destino del mundo entero, de la humanidad y demonkyn, estaba en las manos de un muchacho de catorce años de edad que no tenía ni idea de los poderes sin explotar con los que había nacido.
Un muchacho de catorce años de edad cuyo mayor temor estaba conectado por una madre que ni siquiera sería un bocado decente para Caleb y sus amigos. Que pérdida de poder.
Y yo soy el idiota que tiene que protegerlo.
No sólo de los demonios, sino también de los hombres lobo como Stone, y otros que tenían una inclinación natural a coger a Nick, debido a que podían sentir que no era del todo humano.
Caleb dejó escapar un suspiro cansado. ¿Nunca cesarían sus indignidades?


[1] Marca comercial de pilas y baterías.

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