domingo, 4 de marzo de 2012

BOI cap 2

Entregue su nave, tripulación y cargamento —demandó una ronca voz a través de las interferencias del canal.
La respuesta de Devyn fue corta y directa al grano.
—Vete a tomar por culo.
La nave disparó una ráfaga de advertencia cruzando la proa.
—Ésta es su última oportunidad. La próxima vez alcanzará la cabina.
Devyn ni siquiera se sobresaltó al tiempo que reía ante la amenaza.
—Lo veremos.
—¿Debería concentrar poder extra en los escudos? —preguntó Vik.
—¡Sí! —gritaron Alix y Sway al unísono.
Devyn sacudió la cabeza como si fueran afeminados.
Sway subió las piernas hasta el pecho, apoyó la cabeza sobre las rodillas, y se la cubrió con los brazos.
—Dev, realmente odio cuando haces esto.
Alix tragó con miedo. Por ahora había aprendido bastante acerca del capitán para darse cuenta de que no se iba a rendir. De hecho, él observaba las naves de los alrededores con una mirada en el rostro que evidenciaba cuánto estaba disfrutando de la amenaza. Aunque para ser honestos, ella no tenía idea cómo iban a salir de eso. Las naves de La Liga tenían su fuente de energía bloqueada, así que no tenían esperanza de huir de ellos.
No podían escapar.
Y estaban seriamente armados.
Pero nada de eso parecía detener a Devyn de intentarlo.
—Alix —dijo Devyn—. Baja la cabeza y toma una respiración profunda.
No la miró, pero por el tono de voz podía imaginarse el brillo de sus ojos. Rápidamente, imitó la postura de Sway.
Las manos de Devyn volaban sobre el panel de control, haciendo ajustes en las programaciones de la nave.
—¿Vik? ¿Estás listo?
Un seco y arrogante tono provino por el intercomunicador de la nave.
—Por tu estupidez es por lo que vivo, capitán. ¿Hago los cálculos habituales?
—Si quieres vivir, sí.
—Hecho. Liberando seguridades en tres… dos… uno.
Devyn tomó el control de la computadora al tiempo que los controles electrónicos y de seguridad fueron quitados y la nave cambió a control completamente manual.
Ah, Dios, vamos a morir…
Nada evitaría que se estrellaran contra algo o inclinarse demasiado fuerte o…
No pienses en ello.
Por un milagro de sus habilidades de pilotaje, la nave descendió en el mismo instante en que La Liga abrió fuego sobre ellos. El estómago de Alix se agitó. El campo de gravedad de la nave se apagó automáticamente, y la inesperada ingravidez la golpeó como un asteroide.
Se aferró las piernas, tenía el cuerpo rígido de expectación.
Combatientes aparecieron para dispararles y eliminarles. Devyn se inclinó al tiempo que dos disparos impactaron en el costado. Un crucero de batalla lanzó su red de tracción. Devyn presionó los calibradores, haciendo que dispararan más allá de su proa, apenas errándoles.
Aparecieron dos naves más.
Devyn pasó justo por debajo de ellos, girando la nave para evitar que las explosiones les dieran.
Luego, justo cuando pensaba que definitivamente vomitaría, detuvieron el descenso. Se deslizaron durante medio latido de corazón antes de que Devyn encendiera los motores traseros. La súbita fuerza la lanzó de espaldas contra el asiento con un impacto que estaba segura de que le dejaría un gran moretón sobre la espina dorsal.
Los disparos danzaban a su alrededor, algunos alcanzando a la nave certeramente. Afortunadamente, los escudos se mantenían y todo lo que causaron fue que se mecieran y giraran.
En un minuto, golpearon una abertura natural del hiperespacio y fueron arrojados fuera del sector.
Alix contuvo el aliento hasta que estuvo segura de que sus perseguidores no los habían seguido. Chequeó a la distancia, que confirmó su alivio. Parecía que estaban a salvo.
—¿Estáis todos bien? —preguntó Devyn al tiempo que volvía a activar la gravedad.
Sway gruñó irritablemente al desenvolverse.
—Creo que acabo de nacer. Maldición. ¿Y yo soy el que suspendió el examen de piloto?
Vik soltó su propio sonido de agitación.
—Si realmente quieres meterle en problemas, atrapa uno de sus trucos y envíaselos a su madre por mail. Le zurrará el culo por ello.
Devyn sacudió la cabeza.
—¿Alguna queja más de la tripulación geriátrica? Qué grupo de ancianas. ¿Debería contratar a otra tripulación femenina para que os cambien los pañales nocturnos mientras estoy ocupado? La próxima vez dejaré que La Liga os atrape. —Encendió el panel de baja luz—. Vik, te delego el control de nuevo.
—Es por lo que vivo. A propósito, las formas de vida orgánica no son las únicas que se han ensuciado. ¿No puedo tener un minuto para atender a mis necesidades, Capitán Idiota?
Devyn soltó un sonido de supremo disgusto.
—Podría esperarse que alguno de vosotros dijera: Gran vuelo, Capitán. Gracias por salvar nuestros culos sin valor.
Las palabras la divirtieron, pero no podía traer una sonrisa a los temblorosos labios. Sin embargo, tenía razón. Ese había sido uno de los mejores vuelos que había visto alguna vez.
Sway se frotó la frente cubierta de sudor con el brazo.
—Un día, alguien va a hacer las marcaciones sobre ésta nave, y entonces vamos a estar absolutamente jodidos.
Devyn se encogió de hombros ante la advertencia.
—Podrían, pero nunca ha nacido un rastreador de La Liga que pudiera ganarle a un Dagan y lo sabéis.
Alix alzó la mirada ante la pronunciación del apellido Dagan. Todos en el negocio de la navegación o del comercio conocían a la infame familia de contrabandistas. Sus hazañas eran legendarias, especialmente Caillen Dagan. Ese hombre había sido un dios entre los contrabandistas y había desaparecido misteriosamente en la cima de su carrera.
Y la relación de Devyn con ellos era algo extremadamente importante que Merjack había olvidado contarle durante su reunión con él. Cualquiera relacionado con esa familia era de hecho alguien a tener en cuenta.
Sway se burló.
—Tu tía y tío estarían orgullosos de ti, sin duda. Pero tu madre pediría tu cabeza si alguna vez te viera hacer lo que haces.
Devyn giró el asiento para así quedar frente a Alix.
—¿Alguna queja que quieras agregar a la de él?
Sobresaltada por la súbita atención sobre ella, enfocó la mirada en sus peligrosos ojos marrones. No estaba acostumbrada a los hombres que bromeaban acerca de la vida y la muerte, y las cosas entre ellas.
Su padre y su tripulación no habían poseído ningún sentido del humor de ninguna clase.
Una extraña oleada de emoción la inundó, pero no podía totalmente nombrar la sensación. Negó con la cabeza.
—Ninguna queja, Capitán, pero tan pronto como mis piernas puedan caminar de nuevo, creo que necesitaré acostarme.
Sway sacudió la cabeza.
—Ves, Dev, ya has lisiado a nuestra nueva ingeniera. Buen trabajo, idiota.
Ignorándole, Devyn se desató del asiento.
—Vamos, te ayudaré a ir a tu habitación.
Alix iba a comenzar a protestar, pero las palabras se le atascaron en la lengua al tiempo que alzaba la mirada hacia él que estaba erguido ante ella. Tal vez era la iluminación, o los temblorosos nervios, o quizás el miedo dejado de lado. No estaba segura de qué le causaba el súbito mutismo, pero mientras le miraba, apenas podía respirar.
Cortés, era sexy y perturbador.
La desató y la ayudó a alzarse de la silla. Una media sonrisa apareció en los labios con un devastador efecto en ella. Ya no estaba segura si sus temblorosas piernas eran resultado del vuelo o del hombre, se desplomó contra el largo y firme cuerpo.
Devyn se pasó el brazo derecho de ella sobre los hombros y la sostuvo por la muñeca con la mano derecha. Envolvió el otro brazo alrededor de su cintura. Ella tragó ante el íntimo contacto.
—Creo que me las puedo arreglar para ir por mí misma.
La mirada de él quemó la de ella, y por un momento temió que pudiera ser capaz de ver a través de sus defensas y detectar la forma en que él la amilanaba.
O peor, ver su engaño.
—Vamos. No es frecuente que represente a un héroe galante para una damisela que afligí. No interfieras con mi buena obra de la década. Te aseguro, éstas son escasas y muy separadas.
Bien, ya que lo expresaba de esa manera…
El calor de su cuerpo la caldeaba al tiempo que él la conducía fuera de la cabina a lo largo del corredor.
Dios, olía delicioso. Era una penetrante y especiada esencia…
Todo hombre y todo bueno.
Tragó al tratar de pensar en algo que pudiera distraerla de sus pensamientos.
—Ese fue un verdadero buen vuelo, Capitán. ¿Cómo supiste que había allí una abertura en el hiperespacio?
Esa malvada sonrisa retornó.
—Heredé los mapas de estrellas de mi tío que detallan cada abertura en las trigalaxias. La mayoría de ellas son desconocidas por todos excepto por mi familia. Las he encontrado inmensamente útil siempre que La Liga piensa que tienen mi fuente de energía bloqueada. —Sus ojos centellearon con la débil luz—. Pueden bloquear nuestra nave, pero no pueden bloquear la galaxia entera.
Alix frunció el ceño.
—¿Tu tío?
—Caillen Dagan.
El estómago se la cayó al suelo. Caillen Dagan era el más malo de los malos. Incluso aunque había desaparecido cuando ella había estado usando pañales, contrabandistas y oficiales de La Liga aún se mojaban siempre que su nombre era mencionado. Su reputación era material de leyendas.
—Oí que estaba muerto.
Él no respondió ni para confirmarlo ni para negarlo.
Estrechó la mirada en él.
—¿Realmente eres un Dagan?
Devyn asintió, las facciones serias.
—Hijo de un Seax Dagan y del igualmente notorio C.I. Syn. Suficiente prueba es que terminé del lado cuestionable de la ley.
Alix se detuvo completamente. C.I. Syn era el más infame ladrón y asesino que alguna vez vivió. De nuevo, su sólo nombre enviaba terror a través de los corazones de cualquiera que lo oyera.
Y allí estaba ella, parada junto a su hijo. ¿Cuánta de la brutalidad de su padre había heredado Devyn?
Él le dedicó una penetrante mirada.
—¿Tienes algún problema con mi historia?
Agradable actitud.
Obviamente estaba a la defensiva en cuanto a sus padres. No era que le culpara. Ella estaría un poco sensible, también, si tuviera un enlace genético a personas como esas.
Negó con la cabeza honestamente.
—No, pero tengo curiosidad en cómo se conocieron tus padres.
La pregunta pareció divertirle.
—Mi madre fue contratada para rastrear a mi padre y arrestarle.
—Supongo que le dejó ir.
—No. Le disparó y le apuñaló la primera vez que se encontraron y, de hecho, lo entregó a las autoridades… dos veces.
Estaba completamente estupefacta por lo que había descripto.
—¿Y él le permitió vivir?
Él se encogió de hombros.
—Mi padre es un hombre que perdona en lo que respecta a mi madre.
Obviamente. Aún así, ¿cómo podía ser alguien tan tolerante? No podía imaginarse jamás perdonando a alguien que le hubiera disparado.
—Y yo que pensé que mis padres tenían una relación jodida.
Devyn arqueó una ceja.
—Sé que tu padre dirige un buque de carga. ¿Y qué hay de tu madre?
Ella detuvo su repentino estallido de pánico antes de delatarse. Nunca debía saber nada acerca de su madre y su hermana. No podía ni siquiera pensar acerca de ello ahora mismo sin que tuviera un vahído y la vista se le enturbiara en un terror mortal.
No tenía duda de que ese hombre feroz la mataría absolutamente si en algún momento se enterara que estaba allí para traicionarlo a él y a su tripulación.
—Ella… —Alix hizo una pausa mientras trataba de inventar una mentira creíble. Bajó la mirada al suelo, esperando que él no pudiera detectar el engaño—. Ella desapareció cuando era tan solo una niña. Realmente ni la recuerdo.
Asustada debido al giro de la conversación, se alejó de él y corrió el resto del camino hacia su habitación.
Devyn frunció el ceño ante su precipitada partida.
—¿Alix?
Ella ni siquiera se detuvo.
¿Cuán extraño era eso? Pero no hubo ninguna confusión con respecto a la aterrada mirada que había visto en su rostro cuando le había preguntado acerca de su madre. Tentado de ir tras ella, decidió que sería mejor darle tiempo para que se acostumbrara lentamente a todos ellos.
Confiar en extraños no era fácil para la mayoría de las personas. Con total honestidad, envidiaba la sospechosa naturaleza de ella. La confianza ciega le había jodido más veces de las que podía contar.
Está bien, Alix. Guarda tus secretos. Siempre que ellos no amenacen a la tripulación, te dejaré vivir.


Alix se sentó sobre la cama, temiendo lo que iba a tener que hacer, examinar los diarios de vuelo de la nave buscando probar las actividades criminales de Devyn, luego transmitírselas a Merjack. Pero honestamente, temía ser descubierta. ¿Qué le harían a ella?
Matarte.
Muy probablemente. Posiblemente será brutal, también. Podrían incluso alimentar a los perros contigo.
No tiene un perro.
Sí, bueno, podría conseguir uno tan solo para alimentarlo contigo.
Nunca había sido la clase de persona que dejara que algo tan ridículo como la lógica racional interfiriera con el temor. Y mientras se sentaba con indecisión, la reseca garganta suplicaba por algo para beber.
Bueno, no tenía demasiada elección. Tenía que ir a encontrar algo para beber antes de que la deshidratación la enfermara.
Se incorporó y decidió tratar primero en la cabina. Si su suerte se mantuviera, Sway o Vik estarían allí, y Devyn estaría haciendo algo más.
Alcanzando la puerta, presionó la cerradura activable por tacto. El portal se abrió y suspiró de disgusto. ¿Desde cuándo la suerte había estado alguna vez de su lado? Devyn estaba parado a la derecha, inclinado sobre un panel en el que estaba trabajando. Elevó la mirada hasta ella.
—Estoy contento de que estés aquí. Creí que iba a tener que despertarte.
Alix frunció el ceño ante el tono, que se encontraba en algún lugar entre la frustración y el alivio.
—¿Qué anda mal?
—Tengo una fluctuación en el escudo de radiación y creo que los rayos gama están filtrándose. Vik no puede localizarlo.
Los ojos de Alix se abrieron de par en par. No le gustaba cómo sonaba todo eso para nada. Acercándose al panel, siguió los calibradores. Habían salido del hiperespacio y estaban viajando al cincuenta por ciento de la velocidad de la luz. Miró el test de diagnóstico que Devyn estaba rodando y vio la filtración.
—Por curiosidad, ¿A dónde fue Vik? No lo he visto desde que despegamos.
—Está trabajando en la nave. —Devyn elevó la mirada—. Vik, di hola a la dama.
—¿Debo hacerlo cuando estoy tratando de encontrar una filtración? Al contrario de lo que crees, sólo porque soy un androide, no soy inmune a ello. Podría derretir mi instalación eléctrica tan fácil como puede mutarte a ti.
Devyn puso los ojos en blanco.
—Es un bastardo malhumorado. Te acostumbrarás a él.
No estaba tan segura acerca de ello, y si él era parte de la nave, eso hacía su trabajo mucho más difícil. Vik sabría al instante que ella había comenzado a extraer información sobre Devyn.
—Entonces, ¿dónde está la fuente de poder del escudo?
—Te lo mostraré. —Devyn la dirigió de nuevo al corredor.
A mitad de camino en el pasillo, se detuvo y presionó los controles de un elevador hacia la cubierta inferior.
—El aire se vuelve un poco enrarecido. Si comienzas a sentirte mal, házmelo saber.
—Créeme, si comienzo a sentirme mal, serás el primero en saberlo ya que estoy segura de que estará todo por encima de ti.
Sin responder a su sarcasmo, él se dirigió al elevador. Alix lo siguió, pero rápidamente deseó no haberlo hecho. El pequeño compartimento los forzó a estar en una íntima proximidad que encontró horriblemente incómoda. Se mordió el labio y trató de no rozarse contra el firme y musculoso cuerpo. Demasiado bien, recordaba cómo se sentía estar en sus brazos.
—¿Cuándo notaste la filtración? —preguntó, tratando de distraerse de aquellos pensamientos acerca de él.
—Unos minutos atrás. Estaba por llamar a tu habitación para que investigaras esto. —Bajó la mirada hasta ella y sonrió—. Entonces ¿qué te hizo salir?
Ella se lamió los labios resecos.
—Deshidratación.
Un profundo fruncimiento le arrugó la frente.
—¿Por qué no dijiste algo antes de que te trajera aquí abajo?
El enojo en su voz la sobresaltó.
—¿Por qué me estás gruñendo?
—No lo sé. Estoy frustrado, y deberías haberme dicho que estabas sedienta. No es algo con lo que jugar aquí afuera. —En tal razonable respuesta, el tono de su voz oscilaba con violencia.
—Bueno, prefiero morir de sed que de contaminación por irradiación. Me parece que es menos doloroso.
Devyn se relajó un poco.
—Supongo que tienes razón.
Alix le contempló. Nunca en su vida se había sentido tan atraída por un hombre. Quizás el saber que no podría tenerle causaba la fuerte atracción. ¿O era su fiera reputación que la tentaba así? Sabía que él era capaz de matar a cualquiera que se pusiera en su camino…
Especialmente a ella.
Cualquiera que fuera la fuente de la atracción, todo lo que quería era saborear sus labios y sentir sus brazos alrededor de ella una vez más.
Con un suave zumbido, la puerta se abrió. Aliviada, Alix salió primero. Pasando junto a ella, Devyn la condujo hacia la sala de máquinas y presionó una secuencia de claves para abrir la puerta.
—El código para entrar a la sala es ClAria 1-8-4-9-3-. La C y la A del medio en mayúsculas.
Una oleada de decepción la atravesó ante la mención del nombre de una mujer y la nota de obvio afecto en su voz cuando hablaba de ella. ¿Se trataba de la mujer que Merjack había dicho a la que ella se parecía?
—¿Claria?
—La esposa de Sway.
Había sabido por la banda dorada en su brazo que Sway estaba casado, pero aún así la atrapó con la guardia baja.
—¿No es ella parte de la tripulación? —Ya que los contrabandistas podían pasar meses en una misión, no era inusual que un hombre casado tuviera a su esposa a bordo.
—No. Claria es una senadora subalterna del gobierno Hyshian. Como viaja demasiado, y no tienen ningún niño para que él cuide, Sway se queda conmigo.
Alix frunció el ceño.
—Eso suena raro.
Él se encogió de hombros.
—Sólo para la mayoría de los humanos estándar. Los Hyshians son obscenamente matriarcales. Los machos no pueden hacer nada sin el consentimiento femenino. Los hombres inclusive portan el nombre de su esposa.
Encontró su buen humor contagioso, al tiempo que él la miraba con aquellos ojos oscuros. Aún así, el pensamiento de poseer a alguien, incluso por matrimonio, era repugnante para ella. Habiendo sido una esclava durante toda su vida, no podía imaginarse voluntariamente sometiéndose a alguien más.
—¿Cómo lo soporta?
—La ama más que a su propia vida. Pero puede ser difícil para él someterse. Los machos Hyshian son agresivos como cualquier otro. Se ha dicho que algunas esposas drogan a sus esposos para mantenerlos dominados. Algunas incluso los alteran quirúrgicamente.
—¿Y su cultura lo permite?
Él sostuvo las manos en alto en rendición.
—Te informo. Créeme, estoy agradecido a los dioses el no ser uno de ellos. Pero en defensa de su cultura, la madre de Sway nunca fue así. Probablemente porque el padre de ella era humano. Jayne siempre ha sido respetuosa con su marido y sus hijos, y Claria es de la misma forma… la mayor parte del tiempo. Es por eso que le permite a Sway viajar conmigo incluso aunque aguanta un montón de mierda de parte de su familia y otros por no dominarle. Es una buena mujer, así que me mantengo fuera del asunto.
El entró en la sala y comenzó a comprobar la lectura del sistema.
—Dicho eso, debido a sus leyes, para Sway’s soy su carabina legal, es por lo que me da tanta lata con las llamadas de mi madre. Él lo considera justo en compensación a mis burlas.
Alix se cuestionaba las palabras.
—Así que ¿cómo terminaste siendo su carabina?
—Nuestros padres son amigos íntimos y crecimos como hermanos. Cuando se casó, Dana quería mantenerle feliz, así que me pidió que le custodiara. Me sentí algo raro al tener que amparar a alguien mayor que yo, especialmente al principio, pero no quería que se viera obligado a vivir con la madre de Dana, quien lo hubiera vuelto loco con sus reglas de mierda por su comportamiento. —Apartó la mirada del panel—. ¿Qué hay sobre ti? ¿Tienes algún hermano?
Un frío y agitado nudo se le formó en el estómago, y temió por un momento que se pondría enferma.
No pienses en ello.
Porque cuando lo hacía, quería llorar. Su hermana sólo tenía quince, y haría lo que fuera para mantener a Tempest a salvo.
Sin mencionar a su madre.
Pero no podía contarle a Devyn nada sobre ellas. Si lo hiciera, querría saber dónde estaban y por qué ella las había dejado.
Alix bajó la mirada por encima del panel de control buscando la filtración en el escudo.
—Te dije que no tengo ningún lazo familiar.
—Lo siento, lo olvidé.
No había querido ser tan seca al responder. Trató de ignorar la culpa, y su presencia, al tiempo que se concentraba en su tarea, pero no era fácil.
No le tomó mucho el identificar la filtración y corregirla.
—Allí. —Se apartó para mostrarle—. Está todo arreglado.
Devyn revisó los calibradores.
Ella estudió su gesto de preocupación y sonrió.
—¿Cómo es que un piloto con tus habilidades no sabe nada del mantenimiento de una nave?
Él se encogió de hombros.
—Mi padre trató de enseñarme lo mejor que pudo todo acerca de la mecánica durante toda mi niñez, pero me falta ese gen, demasiado parecido a mi madre. Por alguna razón, no puedo aplicar mi mente en nada de la mecánica. Todo lo que sé es revisar cosas, volarlas y dispararlas cuando realmente me cabrean. ¿Qué hay sobre ti? ¿Puedes pilotar?
—Puedo hacer una secuencia de despegue, pero eso es todo. No podría acercarme a los controles de dirección al menos que mi padre se desmaye.
Se mordió el labio, estupefacta, ante el desliz que había cometido, pero parecía no poder evitarlo. Había algo acerca de Devyn que derribaba todas las cuidadosas barreras que había edificado para protegerse. A pesar del hecho de que él era letal, era alguien muy fácil con quien mantener una conversación.
Una pizca de enfado apareció en los ojos de Devyn, pero rápidamente desapareció, y la hizo preguntarse por qué.
—¿Es por lo que te convertiste en ingeniera?
Ella se pasó la mano por la mejilla, rozando la pequeña cicatriz justo debajo del ojo derecho de cuando su padre la había arrojado contra un panel de control unos años atrás después de haber cometido un simple error.
—No. Mi padre no quería pagar el dinero extra para contratar un ingeniero, así que un día me entregó una llave y un manual y me dijo que arreglara el estabilizador lateral o me fuera de la nave.
Devyn la contemplaba con incredulidad. El indiferente tono de la voz le decía más acerca de ella que las palabras mismas. Su padre había sido un verdadero bastardo. A pesar de eso, no había permitido que él la detuviera. Una oleada de admiración surgió en él.
—Apuesto a que lo reparaste como nuevo.
Ella soltó un indecoroso bufido.
—No. Me fui incluso antes de completar el despegue. Terminé averiando los compartimentos de carga y perdiendo la mitad de nuestro cargamento. No fue uno de mis mejores momentos, eso de seguro.
Devyn estudió su sonrisa sin entusiasmo.
—Lo tendré en mente si alguno de los nuestros alguna vez se estropea.
Le dirigió una mirada mesurada que le hizo arrepentirse de sus palabras. Había tenido la intención de ser gracioso, pero obviamente ella no lo apreció. Así que lo catalogó como un tema para nunca volver a mencionar, ni siquiera en broma.
Mientras ella se encontraba a su lado, él observó sus ojos. Eran de un inusual tono, escrutadores, inteligentes y llenos de dolor. Por alguna razón, quería aliviar la agonía que llameaba en desafío hacia él y al universo entero.
A pesar de sus rudas y espinosas defensas, era una mujer atractiva con una tranquila seguridad en sí misma que encontraba refrescante.
Las mujeres que había conocido eran sutilmente manipuladoras, pero ella no parecía serlo. Era muy directa y profesional. Le gustaba eso.
A diferencia de Clotilde…
Era todo lo que podía hacer para no dar un respingo. Incluso muerta, no estaba lo bastante muerta. Su malignidad vivía en su memoria y le hacía querer desenterrarla para así matarla de nuevo.
Y ahora mismo, sabía que tenía que alejarse de Alix. Era un miembro de su tripulación, y negocios y placer no deberían mezclarse. Pero parecía no poder evitar tocarla la suave mejilla, o rozarla los labios con el pulgar.
Esto es acoso sexual. Vas a hacer que te demanden.
Sin embargo ahora mismo…
Realmente no le importaba.
Alix abrió la boca para hablar, pero ningún sonido salió de ella. La mejilla le ardía bajo el peso de sus dedos. Deseaba su beso, y una pequeña voz dentro de ella le decía que era más que mero deseo. Le necesitaba.
Su experiencia con los hombres había sido severamente contaminada por sus “deberes” con la tripulación de su padre. Ninguno de ellos que la habían besado valía un comino. Pero sospechaba que Devyn Kell no sería torpe en su intento. Ni trataría de hacerle una amigdalotomía.
Apostaría a que su beso sería material de leyendas.
La mano de él se detuvo en su mejilla. Cerró los ojos y reclinó la cabeza contra ella.
—¿Dev? ¿Dónde estás?
Silenciosamente, Alix maldijo la sincronización Hyshian de Sway para la interrupción. Sólo unos segundos más y podría haber llamado sin que ella quisiera estrangularle.
¿Era un único beso decente en su vida mucho pedir?
Devyn parpadeó con confusión, como si estuviera saliendo de un sueño, luego dejó caer las manos de su rostro y retrocedió un paso.
La piel de ella aún ardía, Alix quería desesperadamente volver al estado emocional anterior, pero era demasiado tarde.
Sway lo había destruido.
Suspiró con disgusto. La suerte nunca sería su aliada.
Devyn se movió hacia la pared de intercomunicación.
—¿Qué necesitas?
—Necesito que traigas tu culo aquí arriba y le asegures a Claria que Alix es humana y que no vas a dejarme solo con ella. Le va a dar una apoplejía debido a los estúpidos celos. Juro que debería haberle mentido.
Devyn puso los ojos en blanco con obvia frustración.
Alix rió.
—Estoy en camino.
Ella se alejó de él.
—¿Nunca deseaste que las transmisiones sub-espaciales fueran imposibles?
—Sólo cada vez que mi madre o Claria llaman.
Su sonrisa se amplió.
Permanecieron en silencio todo el trayecto de regreso a la cubierta principal. Devyn salió primero del elevador.
—La galería está al final del corredor hacia la izquierda. Busca en la unidad refrigeradora hasta que halles algo que te agrade.
Alix le observó mientras caminaba hacia la cabina, asombrada de que recordara su sed.
La garganta se le estrechó al tiempo que el anhelo crecía en ella.
No vas a colarte por él.
No, estaba allí para algo siniestro, y la culpa por ello era insoportable.
Quizás podrías confiar en él…
Sí, claro. Las personas eran basura y traicionaban. Lo sabía mejor que nadie. Si le dijera lo que estaba sucediendo, la mataría y dejaría que su madre y hermana ardieran.
Había vivido toda su vida bajo espantosas amenazas y aniquiladoras del alma, y eso había provenido del hombre que la engendró. El hombre que se suponía que debía amarla.
Sólo imaginaba lo que un extraño podría hacerla.
Con un determinante paso, cruzó los brazos sobre el pecho y se dirigió a la galería.
Lo que no daría por tener el tipo de amistad que Devyn y Sway compartían. Alguien con quien pudiera hablar de las cosas, aliviar el oscuro secreto de su alma.
No lo hagas. Mientras mantengas cerrada tu boca, nadie nunca sabrá lo que eres. Estarás libre.
Libre. Era la única cosa que siempre había deseado. Y si fuera la última cosa que hiciera, se emanciparía.
Incluso si eso significara la vida de Devyn.


—¿Qué estás haciendo?
Alix saltó en el escritorio al tiempo que la retumbante voz de Vik la sobresaltó. Venía a través de un altavoz en el techo de encima de su cabeza.
—Nada. —Gah, esperaba que no oyera en su voz el pánico y el miedo que sentía.
—No estás autorizada para ver los diarios de navegación del Capitán o alguno de los archivos a los que estás tratando de acceder. Están estrictamente restringidos.
Había temido que dijera eso, pero al menos no estaba intentando arrestarla o notificárselo a Devyn.
—Estaba simplemente curioseando acerca de los tipos de misiones que realizamos.
Allí, casi sonaba normal.
—Entonces puedes preguntar lo que quieras saber.
Pero eso no le daría la prueba que necesitaba para entregársela a Merjack. Maldito Vik por estar tan alerta.
—Así que, ¿qué clase de misiones realizamos?
—No a mí, saco de huesos. Tendrás que preguntarle a Devyn.
Sí, pero podría sospechar y entonces, ¿dónde estaría ella? Lanzada al espacio, muy probablemente.
—¿No sería más fácil que tú me lo dijeras?
—No, para mí no lo sería, y no estoy aquí para hacer tu vida más fácil.
Lo que la hacía preguntarse para qué estaba allí él.
—Entonces, ¿cuál es tu programación?
—Proteger a Devyn a toda costa y contra todos los enemigos.
Ese era una perspectiva tenebrosa.
—¿Incluso ante tu propio riesgo?
—Estoy aquí para morir por él de ser necesario. No porque esté en mi programación, sino porque le quiero. Su supervivencia es mucho más importante para mí que la mía propia.
Eso no tenía sentido. Él era un IA[1] y no debería tener verdaderos sentimientos. Sólo los simulados. Sin embargo, no había error en la lealtad que había distinguido en la voz.
Pero eso no era importante.
Tenía que encontrar evidencia para usar contra el Capitán Kell.
—¿Hay algo que puedas enseñarme?
Hizo surgir una imagen en directo de ella sentada ante el escritorio en sus habitaciones.
—No eres exactamente de ayuda, Vik.
—No es verdad. Soy extremadamente de ayuda. Sólo que no para la gente que no conozco. Lo que, en caso de que haya perdido mi sutileza, serías tú. Nadie accede a nuestros registros a menos que pase mi examen de seguridad y Devyn lo autorice.
—¿Y cómo hace uno eso?
—Arriésgate con Devyn y hablaremos.
En otras palabras, el bastardo metálico no iba a confiar en ella para nada.
¿Qué voy a hacer?
—No te agrado demasiado, ¿verdad? —le preguntó.
—No te conozco. Hasta entonces agradar y desagradar son términos inaplicables. De cualquier forma, quiero a Devyn y Sway. Así que creo que me perdonarás el que sea protector con mis custodios. Son todo lo que me importa.
Ella sonrió tristemente. Cómo deseaba tener tal lealtad en su vida por parte de un amigo, inclusive de uno artificial.
—Te perdono, Vik, y te respeto por ello. Eres un buen hombre.
—Quieres decir Androide.
Ella elevó la mirada al intercomunicador por el que él hablaba.
—No, eres más hombre que la mayoría de los que he conocido. Buenas noches, Vik.
Él vaciló antes de hablar.
—Buenas noches, Alix. ¿Ajusto tu ambiente antes de que te retires?
Su oferta la conmovió. Nadie nunca se había preocupado antes si estaba cómoda o no cuando dormía.
—No, gracias. Estoy bien.
Aún así, él descendió las luces para ella.
—No te preocupes. No espiaré en tu habitación mientras estás dormida o te muevas por ella. Soy un paladín, no un pervertido. Sólo tengo los monitores encendidos ahora porque estás actuando sospechosamente.
Ella dejó salir una risa nerviosa.
—Gracias. Lo aprecio.
Retrocediendo la silla, se alzó y luego se congeló en el lugar al tiempo que la realidad de su entorno la golpeaba. Estaba a bordo de una nave que era de primera categoría, con una tripulación de hombres que la trataban como a un ser humano. Hombres que parecían estar cuidándola.
Ni en sus sueños más loco había creído tener incluso un solo día así.
Y les he traicionado a todos.
Era tan injusto. Por otro lado, así era la vida. La injusticia se había deslizado por su garganta desde el momento en que había aprendido a tragar.
De alguna manera tendría que aprender a evitar el sistema de seguridad de Vik y obtener la prueba de las actividades ilegales de Kell.
Quizás cuando aterrizaran en Nera, sería capaz de quedarse a bordo mientras él los seguía a ellos a su reunión. Entonces podría escanear los archivos sin tener a Vik vigilando.
Eso esperaba.


El siguiente día pasó volando al tiempo que ella se familiarizaba con la nave y con sus sutiles matices y peculiaridades. La maquinaria era como las personas, cada una era una única entidad para ser conocida. Pero debía ser dicho que Vik debía ser la más irritante cosa jamás creada. No importaba cuánto había tratado de encontrar evidencia contra Kell, o si estaba escaneando su cargamento o tratando de obtener un manifiesto del vuelo, él estaba allí para preguntarle sobre ello.
Como una araña.
Y debido a que era un androide, no dormía o iba al baño. No se bañaba. Nada.
¡Ugh!
Van a morir y va a ser todo por mi culpa.
No podía soportar la constante presión que tenía sobre los hombros, amenazando con llevarla a la locura.
¿Qué voy a hacer?
Tenía que encontrar o implantar algo incriminatorio, pero cada vez que se acercaba a la computadora para abrir el inventario, Vik metía la nariz en ello.
Incapaz de lograrlo, fue a la sala de recreo, esperando encontrar alguna rutina de ejercicios que le pudiera ayudar a controlar el pánico. Pero al tiempo que ingresaba en la oscurecida habitación, se congeló.
Devyn estaba allí.
Vistiendo un ceñido traje de RV[2] de color negro que estaba adornado con verde y plateado, parecía estar llevando a cabo un ejercicio de entrenamiento. Cautivada, observaba mientras luchaba contra enemigos que sólo él podía ver.
Vaya… su cuerpo entero era una sinfonía de vigor y gracia. Y se movía como un rayo.
Feroz. Fuerte. Fluido. Honestamente, nunca había sabido que un hombre pudiera moverse así. Dudaba que ni siquiera un asesino pudiera igualar su habilidad.
Nunca quisiera estar en el lado receptor de ello.
Las luces en la habitación resplandecieron antes de que Devyn se detuviera. Con la respiración alterada, se quitó el casco.
Maldición…
El sudor hacía que la bronceada piel brillara, y el cabello negro estaba aplastado contra las perfectas facciones. La visión de él así la puso húmeda instantáneamente al tiempo que él se lamía los labios y se pasaba la mano por los húmedos mechones para retirarse el cabello de los ojos.
Y cuando la vio, la sonrisa que se extendió a lo largo de su rostro hizo las cosas más extrañas a su voluntad.
—No te oí entrar. Lo siento. —Se abrió el cierre del traje de RV y se lo quitó hasta que sólo quedó vistiendo una camiseta sin magas gris y un par de ceñidos shorts negros.
Quería responder, pero tenía la lengua demasiado pesada para cooperar. En todo en lo que se podía focalizar era en cuán increíble era ese firme cuerpo.
Quiero tanto un pedazo de eso.
Alix, céntrate.
Sí, pero el problema era que sólo quería centrarse en él. Oh, querido señor, estaba excelente.
Es un asesino. Un criminal.
Es la cosa más sexy sobre dos piernas.
No había forma de negarlo.
Él recogió una toalla para secarse el cabello.
—¿Has venido a hacer ejercicio?
—Sí. —Verdad, su voz estaba sin aliento, pero al menos esa vez se las arregló para pronunciar una sílaba entera.
—¿Quieres que reinicie la maquina?
No. Quiero cabalgarte hasta que me implores por misericordia.
Aclarándose la garganta, trató de eliminar la imagen de su mente.
—Eso estaría genial. Gracias.
Y quítate el resto de tus ropas mientras lo haces.
Ella rechinó los dientes con frustración por aquellos pensamientos que parecían no poder detener. ¿Por qué estaba su cuerpo haciéndole esto? Nunca había reaccionado de esa forma hacia un hombre.
«Eres una perra frígida. Juro que tienes hielo en las venas».
Se encogió ante el recuerdo de la voz de Irn en la cabeza. Había sido un repugnante bastardo. Coger todo el dinero de su padre había sido el mínimo de sus crímenes. La verdad era que se había sentido aliviada cuando se fue. Su mayor miedo había sido que violara a su hermana mientras dormían. Aún estaba sorprendida de que lograran sobrevivir sin que eso sucediera.
Probablemente sólo debido a que su madre dormía en la habitación con ellas y todos sabían que Alix dormía completamente armada. Nunca voluntariamente sería una víctima para nadie. Su padre podría haberla convertido en la puta de la tripulación, pero se rehusaba a ser violada.
Devyn frunció el ceño ante el continuo silencio de Alix. La miró, sólo para que ella apartara la mirada rápidamente. Una lenta sonrisa apareció en el rostro al percatarse que ella había estado contemplándole el culo. Mientras estaba distraída, él recorrió sus curvas con la mirada. Aunque no era el tipo de mujer delgada que le atraía, sin embargo quitaba el aliento. Era obvio que hacía ejercicio y que tenía la clase de cuerpo que un hombre amaría tener a su alrededor todos sus días.
Y su cabello.
Siempre le había atraído el cabello largo. Sin embargo, por alguna razón, todas las mujeres con las que había salido lo llevaban corto. El de Alix se veía tan suave que la palma le escocía por sentirlo.
Más que eso, deseaba enterrar el rostro en él e inhalar hasta que estuviera borracho con su esencia.
Has pasado demasiado tiempo sin una mujer.
Eso era ciertamente verdadero. Después de la última mujer con la que se había liado, había decidido que estaba cansado del drama que venía con la mayoría de los paquetes bien proporcionados. Le gustaba su vida sin complicaciones y las relaciones honestas.
Y breves.
Sin embargo, por alguna razón, continuaba encontrando mujeres que removían mierda y le mentían acerca de las cosas más básicas. Después de que finalmente logró sacarse de su espalda a la última empalagosa bestia, decidió que prefería encargarse de él mismo que enfrentarse con sus temas.
Aún así, Alix le atraía a un nivel que había olvidado que existía. Sacudiendo la cabeza para aclarar la imagen de ella bajando sobre él, terminó de reiniciar el programa.
—Tenía una secuencia de lucha andando. ¿Quieres algo más mundano?
Ella se retiró el cabello del rostro y se lo sujetó con una banda elástica.
—Sip. Ponlo.
—Desierto, urbanidad, playa, campo…
—Campo.
Él frunció el ceño. No le parecía de la clase rural de mujer.
—¿Seguro?
Ella asintió.
—Me gusta la naturaleza y el follaje. Cuando era pequeña, solía tratar de sembrar plantas en la nave de mi padre.
Eso debió ser difícil. A la mayoría de las cosas vivientes no les agradaba el aire reciclado y la falta de luz natural.
—¿Funcionó?
Negó con la cabeza.
—Nunca pude lograr la hidroponía[3] o la luz correctas.
—Lo siento. —Se alejó de la maquina y recogió su traje—. Si te hace sentir mejor, una vez traté de sembrar un mono.
—¿Un mono?
Él se rió ante el recuerdo.
—¿Conoces el dulce “Monkey Seeds”? —No eran más que pasas cubiertas de chocolate, un dulce asqueroso, realmente, pero era uno de los que su padre más amaba y era algo que la madre de Devyn siempre tenía en gran cantidad para él.
—Sí.
—Creí que si los plantaba, crecerían monos.
Alix rió ante la imagen del feroz capitán probando su habilidad para el cultivo. Y para algo tan ridículo… Debió haber sido adorable.
—¿Qué edad tenías?
—Cinco o seis. Corría todas las mañanas para ver si mis monos habían brotado. Mi madre no tenía el corazón para decirme que estaba perdiendo el tiempo. Así que mi padre creó un cuerpo de mono para Vik y lo enterró en el jardín. Emergió una mañana mientras estaba regando mis semillas.
—No, no lo hizo.
—Sí, lo hizo. Ya que mi padre había también alterado su tono de voz, me llevó una hora entera antes de darme cuenta que el mono era Vik.
—¿Te enfadaste?
—No. Pero Vik, siendo Vik, finalmente me explicó porque era el único mono que alguna vez tendría.
—Y he sido tu mono desde entonces.
Una encantadora mueca cruzó por el rostro de Devyn al tiempo que alzaba la mirada al altavoz.
—Nah. No eres mi mono, Vik. Eres mi perra.
—Por supuesto que lo soy. Y lo recordaré la próxima vez que la puerta de tu ducha esté atascada y quieras que te la abra… Espera. Eso me hace tu perra, ¿cierto? Maldición, estoy muerto.
El humor de Alix desapareció al tiempo que Devyn se acercó y ella vio la horrible cicatriz dentada sobre su brazo izquierdo que giraba justo por encima del codo hasta la muñeca.
—Tiene la apariencia de haber dolido.
Él bajó la mirada y se encogió de hombros.
—Lo hizo.
—¿Qué hiciste para obtenerla?
—Una pelea a cuchillo con un Partini.
Estaba impresionada. Los Partini eran reconocidos por sus habilidades en la lucha.
—¿Y sobreviviste?
—Obviamente.
—¿Qué hay sobre tu oponente?
—No tuvo tanta suerte. No me gusta ser atacado, especialmente cuando no es provocado. Eso nunca resulta bien para el agresor.
—¿Realmente le mataste? —Prácticamente no se había oído que un humano matara un Partini.
Él le dirigió una insondable mirada.
—Era un soldado de la Liga, Alix. He matado a un montón de personas en mi carrera.
Eso era otra cosa que Merjack había olvidado mencionarla.
—¿Por cuánto tiempo rendiste servicio?
Devyn se quedó callado al tiempo que recordaba su trabajo. No podía creer que hubiera sido tan estúpido como para alistarse. Gah, cuán idiota había sido.
—Casi cuatro años. —Los más miserables de su vida.
Él lo esperaba.
—Sin duda puedes luchar muy bien.
Él bufó ante ello.
—Confía en mí, eso no proviene de La Liga. Sabía cómo pelear mucho antes de unirme.
—¿Tu padre?
—Entre otros. Fui criado por La Sentella.
Alix retrocedió involuntariamente. La Sentella era el único grupo que se había contrapuesto satisfactoriamente a La Liga. Creado mucho tiempo antes de que ella naciera, y era dirigido por forajidos y criminales, era legendario.
—No estás bromeando.
—¿Por qué lo haría?
Sí, ¿por qué lo haría? No era como si estuviera tratando de conquistarla o impresionarla.
—No lo sé. Mucha gente hace ese tipo de cosas.
—Yo no. Odio las mentiras.
Y él nunca te perdonará por las mentiras que estás diciendo.
¿Qué importa?
Su hermana y su madre eran las únicas personas que amaba y haría cualquier cosa para mantenerlas a salvo.
Devyn se detuvo a su lado. Dada su sudada condición, esperaba que él apestara. Pero no lo hacía. Su cuerpo tenía una cálida y deliciosa esencia.
Mmm, podría inhalarla durante toda la noche.
Elevó la mirada y encontró el hambre en sus ojos. Era cautivante y la ponía incluso más caliente.
Más húmeda.
Todo lo que deseaba era una única probada de esos hermosos labios.
Devyn se decía a sí mismo que se alejara, sin embargo no podía. Cuando la miraba, recordaba aquellos días que pasó con Clotilde. Ese sentido de asombro y descubrimiento.
El sexo que le había hecho arder.
No es Clotilde.
No, era Alix. Competente y dulce. Nunca había habido nada dulce o ni siquiera tierno en el disfraz de Clotilde. Había sido maligna y letal. A veces no podía recordar por qué había incluso querido casarse con ella, excepto por el hecho de que era increíble en la cama. Esa mujer había tenido un método de utilizar la boca que no tenía rival y había gastado sus sábanas.
Pero al mirar los oscuros ojos azules de Alix, se sentía como si se estuviera ahogando. Y todo lo que quería era saborear sus labios. Sentir sus manos sobre la piel.
Me estoy volviendo loco.
—Devyn… Omari está llamando.
La voz de Vik le sacó de eso y le bajó de nuevo al mundo real donde los capitanes no pasaban el tiempo con sus ingenieros.
—Dile que enseguida voy.
Alix frunció el ceño a Devyn literalmente al salir corriendo de la habitación como si hubiera sido propulsado de un cañón de protón. Preguntándose por sus acciones, alzó la mirada al intercomunicador.
—¿Vik? ¿Quién es Omari?
—El hijo de Devyn.
Las palabras la golpearon como una almádena. ¿Devyn tenía un hijo?
—¿Su hijo vive con su madre?
—No tengo libertad de comentar nada acerca del Amo Omari o su paradero. Tendrás que preguntarle a Devyn sobre él.
—Está bien, pero ¿puedo al menos preguntar si el capitán está casado?
—No.
Eso no era exactamente de ayuda, y tenía el presentimiento de que a Vik le gustaba ser enrevesado.
—¿No, no está casado, o no, no puedo preguntar sobre ello?
Él rió antes de contestar.
—No está casado.
—Gracias, Vik. —Alix fue hacia el reproductor para encenderlo mientras sus pensamientos se mantenían en el hecho de que Devyn era padre.
Cada vez que se giraba había otra sorpresa.
¿Quién era ese hombre que iba a tener que enviar a la cárcel? ¿Cuántos años tenía su hijo? No quería dejar a alguien sin padre. Mientras que el de ella apestaba, al menos había estado allí, y herir a un niño…
Detente. No importa.


[1] IA= Inteligencia Artificial
[2] Realidad Virtual
[3] Hidroponía: método utilizado para cultivar plantas usando soluciones minerales en vez de suelo agrícola.

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