jueves, 8 de marzo de 2012

BOSH cap 17

Esa gruesa y profundamente acentuada voz fue siniestra y fría. Le envió escalofríos que bajaron por la espina dorsal de Desideria. Volvió la cabeza lentamente para ver a...
Oh, Dios mío. ¡Era enorme! Una cabeza más alto que Caillen, el Andarion les empequeñecía a los dos. Pero no fue sólo su macizo y musculoso tamaño lo que aterraba. Su cabello negro estaba enlazado con vetas blancas y trenzado en rastas que le caía hasta la mitad de la espalda. Una máscara de tela negra con algún tipo de símbolo espeluznante pintado de un rojo sangre que coincidía con el borde de sus iris misteriosos le cubría la parte inferior de la cara dejando ver únicamente esos blancos ojos demoníacos que resplandecían con ira. Se había pintado la frente y sienes de color verde con un punto de negro, siguiendo algún patrón que bajaba por el puente de la nariz para dar una apariencia aún más siniestra.
Y vaya si se la daba.
Hizo que el estómago le cayera a los pies e instintivamente extendió la mano por el arma.
Hasta que él amartilleó su blaster al liberarla, haciéndole saber en silencio que si ella se movía de nuevo, le dispararía.
Vestido todo de negro, recordaba más a un malvado fantasma que a una persona viva. Una imagen que se vio acentuada por las garras afiladas de plata en sus dos manos y las armas que cubrían cada centímetro de su cuerpo y, especialmente, por el gran blaster que le apuntaba al corazón. Cualquier duda sobre su intención fue enterrada por el brillante y anaranjado punto flotando justo entre sus pechos.
Estamos muertos...
Sin mostrarse para nada intimidado, Caillen se movió tan rápido que ni siquiera pudo seguirle hasta que tuvo el blaster del Andarion en la mano y apuntó a la cabeza de la criatura.
El Andarion lo agarró y lo empujó hacia una gran lanzadera con una escotilla abierta antes de desarmar a Caillen.
Con una torsión de gimnasia, Caillen se alzó y barrió el arma de su mano de nuevo. Apuntó al pecho del Andarion.
—Alégrate de que tenga nervios de acero, Fain, o ahora mismo estarías muerto.
 Fain resopló cuando cogió el blaster de la mano de Caillen y lo deslizó con gracia en su funda antes de dar un paso atrás.
—¿Acaso tus hermanas nunca te enseñaron a no meterte con tus superiores, comida?
—Sí, pero aquí no veo ninguno. —Él rastrilló una mirada de suficiencia sobre el cuerpo de Fain.
—Sólo tú, bobo.
Una contracción comenzó en el ojo de Fain por el insulto. Él no respondió al mismo. En su lugar, cruzó los brazos sobre el pecho. Una acción que provocó que las venas en los brazos se abultaran cuando frunció el ceño al mirar el cuerpo de Caillen.
—Por curiosidad, ¿por qué pareces una puta barata Andarion?
—Pasas mucho tiempo entre ellas, ¿verdad?
Fain hizo un gruñido bajo que expresó su molestia.
—Tengo muchos amigos en su comunidad. Son más fieles que la mayoría, así que no continúes por ahí a menos que quieras bronca conmigo. Así que tu vulgar apariencia me ofende. —Sí, Fain definitivamente carecía de tacto y buenos modales.
Caillen dejó a un lado el insulto.
—Trataba de mezclarme.
Él se burló de la respuesta de Caillen.
—Sí... bueno, eso explica muchas cosas acerca de tu situación actual. Para que te enteres, giakon, no te mezclas, hueles a forastero y tienes suerte que los nativos no te hayan comido. Todavía no me puedo creer que fueras lo bastante estúpido como para intentar conseguir un transporte. ¿En qué diablos pensabas? 
—Esperaba que creyeran que yo era tú.
Fain suspiró.
—Justo lo que necesito. Un humano jodiendo mi reputación. Gracias. Te lo agradezco. Igual podría colgarme un cartel al cuello llamándome mariquita. Me cabreas. Toda una vida para construir mi reputación, tres segundos para que la destruyas. —Entrecerró sus ojos en Desideria—. Entonces, ¿quién es tu florero?
Caillen se puso tenso al igual que ella por la palabra despectiva que daba a entender que ella no era más que un adorno en su brazo.
—No estoy muy conforme con ese apelativo, Fain.
Él levantó las manos en señal de rendición.
—Olvidé que tú eres todo estrógeno. No es una ofensa a tu mujer, pero si te ofende, me importa un bledo. No tengo tiempo para ocuparme de algo tan insignificante como las emociones humanas, mientras estoy en combate. Así que voy a asumir que ésta es la princesa que te acusan de intentar matar. 
Caillen hizo la presentación.
—Fain Hauk te presento a la princesa Coñazo.
Desideria se quedó boquiabierta. No se podía creer que la hubiera presentado de esa manera.
Fain se rió de buena gana, y luego la empujó hacia la escotilla de la lanzadera que estaba abierta.
—Sí, bueno, pues tú y la princesa Coñazo tenéis que subir a bordo rápido. 
Caillen vaciló.
—¿Por qué?
Fain sacó el blaster de nuevo y actuó como si los hubiera capturado.
—Moveos. Ahora. —Entonces habló entre dientes—. Sube a bordo de la maldita lanzadera, o te dejo aquí.
Caillen levantó las manos como si se entregara en la forma más sarcástica imaginable. Lo último que quería era alimentar el ego de Fain siendo grabado en una cinta mientras le arrestaba.
—Muérdeme, imbécil.
—Lo haría, pero tu culo grasiento no valdría la pena la indigestión.
Caillen resopló antes de que le llevara hasta la rampa. Fain pagaría por esto, pero estaba claro que el Andarion se preocupaba por si les estaban monitorizando y quería que todo pareciera auténtico. Así que por ahora, le seguiría el juego.
Una vez dentro, Fain los siguió y cerró la escotilla. Sólo entonces se relajó y devolvió el blaster a la funda. Activó el enlace de su oído.
—Los tengo. Tenías razón. Dagan vino directamente hacia nosotros cuando vio la nave de Nyk. —Hizo una pausa para escuchar—. Ya tengo los escáneres funcionando. Nos vemos cuando llegues aquí. 
Caillen se pasó el pulgar por el borde de sus labios ya que el tono paciente de Fain le divertía. Un asesino despiadado que había sido expulsado de la casa de sus padres cuando apenas era un niño y obligado a crecer duramente en las calles, el Andarion tenía poca tolerancia por nadie, excepto por su hermano más joven que protegía como un tesoro.
—Sólo conozco una persona con quien serías amable. ¿Dancer? 
—Sí, y da gracias por ser amigo suyo. No le haría este favor a nadie más, y mucho menos a un humano. —Fain dijo la palabra con desprecio mientras desconectaba el enlace y se puso a manejar la configuración de la nave—. Después de tu éxodo sospechoso de la Arimanda, Darling desplegó a Dancer para buscarte y me llamó tan pronto como descubrió dónde estabas. Tienes suerte que hubiera venido a vivir a esta roca del infierno. 
—¿Desde cuándo? Pensé que vivías en Kirovar.
Fain se mofó cuando retiró la consola y la movió para hacer una comprobación de los sistemas.
—Demasiados humanos se meaban cada vez que caminaba por la calle. Me cansé que las mamás agarraran a sus hijos como si no pudiera controlarme y me fuera a merendar a una de esas criaturas repulsivas. ¿Has visto lo que comen los niños humanos? Arg, la mayoría se comen sus propios mocos. Pequeños parásitos repugnantes. —Temblando, pulsó varios interruptores.
Caillen soltó una carcajada ante el despotricar inusual de Fain, normalmente no hacía más que gruñir cuando estaba cerca de él. Probablemente esta sería la tercera vez que había dicho algo más que un puñado de sílabas.
Y era muy raro que Fain mostrara algún tipo de debilidad. El Andarion no creía en exponer su punto débil de cualquier manera.
—Vaya, ¿eso es todo lo que se necesita para intimidarte, capitán Malaleche? No tenía ni idea que fuera tan fácil acobardarte. Nada de intentar dispararte. Todo lo que hay que hacer es enviarte a un niñito y correrás a esconderte. 
Fain le hizo una mueca amenazadora.
—No sigas. Y mi hábitat y la causa de mi repulsión no es el tema del día. Vosotros sí.
—Sí, lo sé. Un asesino nos sigue. 
Fain bufó en tono de burla.
—Ese es el menor de tus problemas teniendo en cuenta de lo que se te acusa.
Esas palabras le avivaron el genio al recordar a lo que se enfrentaba y le lanzó una mirada irritada a Desideria. Todavía estaba lívido por el truco que su gente había intentado con él. No podía esperar para volver y dejar las cosas claras.
—Una vez más, lo sé. Las Qills me han acusado de intentar matar a la princesa Coñazo. 
Ella le lanzó una mirada furiosa que arrugaría a un hombre inferior.
—¿Dejarás de llamarme así?
 Fain no le hizo caso.
—Eso no es nada.
 Ahora sí llamó la atención de Caillen. Eso y la mirada mortal que emanaba de los ojos de Fain.
—¿Qué quieres decir?
Desideria frunció el ceño cuando tuvo un mal presentimiento. Era evidente que algo había sucedido de lo que no sabían nada.
Fain se bajó la máscara de la parte inferior de la cara para que quedara contra su cuello. Su hermosura realmente la cogió con la guardia baja. Si se lavase el maquillaje del rostro, sería tan devastador como Caillen...
De una clase monstruosa.
Cuando habló, sus colmillos brillaron por la débil luz emitida por el panel de control.
—Tu padre fue asesinado y también la reina Qill. El universo entero está ahora tras vosotros por sus asesinatos. 
Desideria no podía respirar mientras las noticias la desgarraban como una daga. ¿Su madre estaba muerta?
No... No podía ser.
No era posible.
Y sin embargo, sabía por la expresión de Fain que no estaba mintiendo. Su madre había muerto.
Llego demasiado tarde.
Quería llorar, pero las Qillaqs no lloran. No por la muerte.
Ellas se vengan.
Y sintió como el dolor por la pérdida de su madre la recorría por completo. Dolía mucho más de lo que hubiera creído posible. Hasta este momento, no se había dado cuenta de lo mucho que había amado a su antipática madre.
Quería verla de nuevo. Para escuchar el sonido de su voz, incluso si era una crítica.
Soy huérfana.
Era un pensamiento estúpido realmente, sobre todo teniendo en cuenta lo que estaba pasando y lo que había en juego. Ella era una mujer adulta y, sin embargo se sentía abandonada y sola de una forma que no hubiera creído posible.
¿Qué voy a hacer?
Perdería la vida una vez la encontraran.
Una y otra vez, vio las imágenes de su madre jactándose de cómo nadie sería capaz de derrotarla, cómo podría vencer a cualquier asesino que osara desafiarla. Era la más fuerte de las guerreras. Pero debajo de eso estaba el recuerdo de la sonrisa feliz de su madre cuando Desideria se sumó a la guardia. Por un breve momento, su madre se había sentido orgullosa de ella.
Y ella le había fallado de la peor manera.
Su madre estaba muerta.
Esto no puede estar pasando.
Su pueblo sin liderazgo y ella buscada por el asesinato de su propia madre. Sus emociones eran tan confusas. Estaba enfadada, dolida y, sobre todo, había un agujero profundo y oscuro dentro de ella que se sentía como si fuera a tragarla hasta perderse por completo.
Su vida nunca sería la misma.
Si ella vivía...
El horror de todo eso cayó sobre ella en una ola de dolor. No podía respirar mientras el pánico se apoderaba de ella.
¿Qué voy a hacer? ¿Cómo sobreviviría?
Como si comprendiera su pánico creciente, Caillen la atrajo contra él y la abrazó. Normalmente, ella le empujaría por entrometerse en su espacio personal, pero ahora apreciaba el consuelo.
No, ella lo necesitaba. El sonido de su corazón en la mejilla... la sensación de estar aislada por su calidez. Él le dio fuerza, incluso mientras su mundo se salía fuera de control.
Levantando la vista, vio la misma mirada de shock consternado en su cara.
—¿Qué pasó? —le preguntó a Fain.
—Tu padre fue ejecutado en su cabina. Encontraron su cuerpo justo después de que le hubieras dejado, cuando fueron a decirle lo que te había sucedido. No sé qué prueba tienen contra ti, pero la Liga tiene un contrato por vuestras vidas. Y estamos hablando del principal contrato a muerte.
Ella se estremeció ante un término que significaba que la recompensa por sus cabezas era tan fuerte que la mayoría de la gente vendería sus propias partes del cuerpo por ello.
Nunca se había sentido más perdida. ¿Cómo podía demostrar su inocencia? Sin duda, la guardia de su madre la mataría el momento en que la volviera a ver. Sería de esperar.
 Sí, podría exigir un juicio que la pondría en un combate a muerte en contra de su tía o su hermana. Pero ella no tenía duda de los asesinos de su madre la asesinarían antes de que tuviera la oportunidad de limpiar su nombre. Ellos no le darían la oportunidad de demostrar su inocencia.
Y aunque fuera declarada inocente, no cambiaría el resultado. Como miembro de la guardia de servicio en el momento de la muerte de su madre, tendría que rendir cuentas. La única persona que podría perdonarla sería la próxima reina.
Narcissa.
Seguro...
Estoy muerta.
Caillen apretó los brazos a su alrededor mientras hablaba con Fain.
—Cuando hablé con Darling me dijo que mi padre estaba bien.
Fain se recostó contra el asiento.
—Darling no quiso que te entrara el pánico. Según él, tu padre tenía la garganta cortada y la madre de la princesa Coñazo estaba hecha pedazos por toda la cama. 
La bilis subió por su garganta por esas repentinas palabras, frías y brutales. Una vívida imagen de su hermosa madre fue borrada por lo que había descrito.
Era más de lo que podía soportar.
Antes de que pudiera detenerse, corrió al baño justo a tiempo y vomitó el poco contenido que tenía en el estómago. Sus espasmos eran violentos y fuerte mientras todo el cuerpo le temblaba.
De repente, Caillen se movió detrás de ella mientras estaba vomitando. Sin una sola palabra, se quedó con ella hasta que terminó. Luego, silenciosamente tiró de la bomba del inodoro.
Débil y agotada, quería esconderse en un agujero y morir de vergüenza. Ella estaba actuando como una niña, no como la guerrera que había sido entrenada para ser. Peor aún, las lágrimas brillaron en sus ojos mientras hacía todo lo posible para no ceder a las emociones que sabía que no debía tener.
No voy a llorar. No lo haré.
Su madre estaría decepcionada si lo hiciera y lo último que quería era que se avergonzara aún más. Pero Caillen no la miraba como si ella fuera una vergüenza o débil. Había compasión y algo que incluso podría ser respeto. Pero ¿ahora?
Caillen le entregó una toalla fría y húmeda.
—¿Estás bien?
Ella asintió con la cabeza.
—Siento mucho esto.
—No te preocupes. Créeme, tu fuerza me ha impresionado, y eso es muy difícil cuando estoy preocupado. —Él le apartó un mechón de su cabello de la frente. El calor de la mano sobre su piel le envió un escalofrío reconfortante a través de ella.
Su mirada era amable. Su toque suave. Ella quería que este momento durara hasta que desapareciera todo el dolor que sentía.
Por encima de todo, ella lo quería a él.
Ese pensamiento la aterrorizó.
Sin embargo, él había estado con ella a través de todo esto. Fuerte. Protector. Reconfortante. Confiable.
Todo lo que un hombre debería ser. Las cosas que una Qillaq no debería desear. Las cosas que una mujer necesitaba.
Tragó saliva mientras apartaba esos pensamientos.
—Gracias.
Él inclinó la cabeza.
Una luz furiosa chispeó en sus ojos cuando regresó a donde Fain los observaba.
—Eres un asno insensible. No puedes espetarle a alguien que sus padres están muertos y después describírselo. 
Fain no estaba arrepentido en lo más mínimo.
—¿Por qué? Tú no vomitaste. Además, yo mataría para que alguien me diera tan buenas noticias. —Él volvió la vista hacia donde Desidera se ponía en pie—. Por cierto, ¿va a hacer eso mucho tiempo? Si es así, digo que la dejemos y la lancemos por la esclusa una vez despeguemos.
Caillen le arrojó un cuchillo a la cabeza que atrapó sin dudar.
—¿Qué? —Fain estaba verdaderamente desconcertado por la indignación de Caillen y la simpatía por su madre—. No es culpa mía si me olvido lo sensible que son los humanos. Nuestras mujeres no lloran. 
—Oh, confía en mí, Fain. Cualquier hembra viva Andarion que se vea forzada a acostarse contigo se pondrá histérica ante la idea de ese horror. 
Fain le arrojó el cuchillo.
Caillen lo atrapó sin pestañear.
Desideria apenas se había recobrado cuando otro macho Andarion entró en la nave y rápidamente cerró la puerta detrás de él. A éste lo reconoció de las imágenes de Caillen.
Era Dancer.
Dancer frunció el ceño al sentir la tensión entre ellos. Su mirada pasó de su hermano, a ella y después a Caillen que parecía que quería disparar a Fain.
—¿Qué me he perdido?
—Tu hermano es un idiota —gruñó Caillen.
—Sí, lo sé.
Fain se mofó por la tranquila aceptación de Dancer.
—No tienes que estar de acuerdo con él.
—No tienes que ser un idiota tampoco. Pero noto que eso no te detiene. Y como sé que tienes cerebro, sé que no lo eres. —Dancer miró de nuevo a Caillen—. Entonces, ¿qué ha hecho?
Fain gesticuló hacia ellos.
—Sólo les dije que sus padres habían muerto y ella vomitó.
—Ah, krik, Fain... —interrumpió en Andarion y durante varios segundos los dos se enzarzaron en una conversación gesticulando salvajemente.
Caillen silbó para llamar su atención.
—Vosotros dos podéis jugar a otra ronda de insulta-mis-genes más tarde. En este momento, tenemos que centrarnos en conseguir salir de aquí. 
Fain resopló.
—No es tan fácil, hermano. A cualquiera que salga de aquí lo escanean en busca de piratas aéreos. No sé si entiendes que hay una recompensa de diez millones de créditos por cada una de vuestras cabezas. Por esa pasta, tienes suerte que no te entregue yo mismo 
Caillen se quedó sorprendido por una cantidad que usualmente se reservaba para los traidores, pedófilos y asesinos renegados... y ahora dos miembros reales del Consejo.
—¿Diez millones de créditos?
—Cada uno —repitió Fain.
—Mierda. Por eso, estoy tentado a entregarme yo mismo.
Dancer, que normalmente sólo usaba su apellido Hauk, porque la verdad, Dancer apestaba, era una versión más pequeña de su hermano mayor. Pero no menos feroz. Aparte de su diferencia de altura y constitución, sería difícil distinguirlos.
—No te apresures, Cai. Vivo, sólo vales tres. 
Vaya, eso era malo y frío. Pero también le dijo que estaban siendo perseguidos por alguien que quería asegurarse que la verdad nunca se supiera.
—¿Estás bromeando?
 Hauk negó con la cabeza.
 —¿Quién emitió la recompensa? —preguntó Caillen.
 —La Liga —dijo Hauk sarcásticamente—. Están obligando a todos los planetas a depositar el dinero.
Genial. Adiós a la esperanza de que una investigación les ayudara a encontrar la verdad. Debería haber sabido que no sería tan fácil. Todos los de la Liga querrían darle carpetazo y si tenían que matar a dos inocentes, les importaba un bledo.
—¿Alguien nos defendió?
Hauk negó con la cabeza de nuevo.
—Te lanzaron a los lobos. —Él movió un monitor e hizo una búsqueda rápida para mostrar a Caillen la fría y dura verdad. Artículo tras artículo de prensa les condenaban. Todos a los que habían entrevistado decían no sorprenderse por sus acciones.
Incluso las dos hermanas de Desideria.
Tienes a Darling y Maris. Nadie los había entrevistado y no le habían traicionado, pero dada la gravedad del crimen del que le acusaban probablemente eso era lo mejor. De haber hablado para defenderlos, lo más seguro que les hubieran acusado por cómplices.
Lo que significaba que podría haber otros aliados que no conocía. Mantuvo esa creencia firmemente.
Hasta que vio a su tío aparecer en un video hablando a las agencias de noticias de la Arimanda. Si no le conociera bien, juraría que el hombre parecía realmente afligido mientras se dirigía a los buitres que habían ido a sacar tajada de su dolor.
«Con el corazón triste me veo obligado a ocupar un lugar que nunca pensé que ocuparía. Mi hermano era un gran emperador y sé que soy un pobre sustituto. Todavía estoy tratando de recuperarme por las acciones de mi sobrino. No puedo entender cómo alguien podría ser tan cruel e insensible, sobre todo hacia su propio padre que tanto lo amaba. Traté de decirle a Evzen que nadie puede domar a un animal salvaje. Fiel a la generosidad de su espíritu, se negó a creerlo y dejó que el amor a su hijo le guiara al suicidio. No sé qué locura infectó al príncipe, pero puedo asegurarles a todos ustedes que tendrá que rendir cuentas por sus acciones y no descansaré hasta que esté entre rejas dónde pertenece y sea ejecutado por este crimen tan atroz».
Yo también te quiero, bastardo.
Caillen cerró el navegador. Lo último que quería ver eran más acusaciones en su contra.
—¿Por qué creen que lo hice?
Hauk le mostró otro video. Este era de las cámaras de seguridad de la nave. Y allí en la cabina de su padre, sobresaliendo por encima de su cuerpo, había un hombre que se le parecía tanto, que incluso él dudó de su propia inocencia.
Dios santo...
Hauk asintió con la cabeza mientras su expresión reflejaba el mismo horror que sentía Caillen.
—¿Quieres vivir? Tenemos que encontrar a este capullo y mostrarlo como el asesino o a cualquiera que manipulara las imágenes. Nyk, Syn, Shahara y Jayne ya están en ello. 
—¿Qué pasa con mi madre? —Los rasgos de Desidera estaban pálidos por su dolor. Ella seguía siendo hermosa, pero se veía tan cansada que lo único que él quería era hacérselo más fácil.
Si tan sólo pudiera.
—Eso es lo realmente extraño —dijo Fain, dirigiendo su atención hacia el monitor y a un nuevo video que estaba lleno de estática—. No hay imágenes de la cabina de tu madre, princesa. Alguien manipuló la cámara. Sin embargo, dos miembros de su guardia juraron verte salir corriendo de allí justo antes de que el cuerpo fuera descubierto y que te siguieron sólo para encontrarte peleando con Caillen. Al principio, afirman que él estaba atacándote. Entonces, los dos os volvisteis contra ellas para luchar y después, escapasteis juntos, así se dieron cuenta que estabais trabajando juntos para matar a vuestros padres.  
Ella se quedó asombrada por lo absurdo que era.
—Lo siento, pero esa es la historia más tonta jamás concebida. ¿Me estás diciendo que alguien es tan estúpido como para creérsela? 
Hauk se burló.
—En pocas palabras. Burócratas de la Liga. Hace mucho tiempo que dijeron adiós a pensar. 
Él tenía un buen argumento.
—No me lo puedo creer —dijo ella, con ganas de cazar a la guardia de su madre y grabarles sus iniciales en sus cerebros inútil.
Caillen revisó algunos de los datos que Fain seguía mostrando.
Desideria se movió para colocarse tan cerca de él que su aliento cayó contra su piel, haciéndole cosquillas en la carne y deseó poder tener un momento libre para que pudiera hacerlo con todo su cuerpo.
—No pueden creerse esta patraña.
Caillen la miró a los ojos, deseando poder ser tan ingenuo. Pero tenía mejor criterio.
—La codicia vuelve a la gente estúpida. Siempre. Es lógico que en su mundo piensen que mataríamos a nuestros padres para heredar sus posiciones. Acéptalo, es un hecho bastante común. ¿Por qué dudarían? 
Hauk asintió con la cabeza.
—Darling dijo que sospechabas de tu tío.
—Lo hacía.
Fain le dio una mirada de soslayo.
—¿Hacía?
Caillen se hizo cargo de la búsqueda mientras revisaba las noticias sobre la muerte de su padre.
—Hay algo que no tiene sentido. —Era un salto demasiado fácil para su tío.
¿O no?
Había visto a gente hacer cosas peores por mucho menos. No quería creer que el hermano al que su padre había querido y confiado fuera tan frío.
Sin embargo, era tan típico que los hijos mataran a los padres por la herencia. Que lo hiciera su tío tenía sentido.
Fain se burló de sus dudas.
—¿Qué eres? ¿Te has vuelto Trisani? ¿Quieres darme los números ganadores de la lotería mientras te dure ese rollo? 
Pasó por alto el sarcasmo de Fain mientras volvía a pensar en su idea anterior.
—Te digo que algo no está bien. ¿Cómo pudieron morir los dos en una nave con ese tipo de seguridad? ¿Y justo después de dejarles? ¿Casi al mismo tiempo? 
Hauk contestó antes que lo hiciera Fain.
—Es evidente que el asesinato estaba preparado y lo aceleraron cuando escapasteis, para tenderos así una trampa.
No podía creerse la explicación de Hauk. Algo no encajaba. Había algo más. Algo que todavía no sabían.
Para su asombro, Desideria respaldó su opinión.
—Caillen tiene razón. Es demasiado conveniente y las dos bien ejecutadas para llevarse a cabo por dos partes independientes. ¿Por qué ejecutaron los dos al mismo tiempo? Huele a confabulación. 
Caillen mostró el video donde se le notificaba a su tío la muerte de su padre. El hombre estaba destrozado por el peso de la noticia y tuvo que ser sujetado por sus guardias.
¿Podría ser tan buen actor?
Era posible, y sin embargo...
¿Por qué su tío querría matar a la madre de Desideria? Aparte del hecho de que era una zorra, no ganaba nada matándola a ella también.
Pero entonces, ¿quién lo hizo?
Caillen dio un paso atrás.
—Necesito hablar con mi tío.
—¿Estás loco? —La mandíbula de Hauk se aflojó—. Tan pronto te vea te arrestará o ejecutará. El hombre piensa que mataste a su hermano, o más correctamente, sabe que no lo hiciste y no quiere que hables para delatarle. 
Hauk tenía razón, pero Caillen se negó a escuchar su razonamiento. ¿Por qué debería empezar ese mal hábito ahora cuando nunca había escuchado antes?
—Hablo en serio, Hau. Supongamos por un momento que mi tío no está detrás de esto... significa que su vida corre peligro también. Cuanto más pienso en esto, más me parece un golpe de Estado. 
Fain frunció el ceño.
—Pero ¿por qué mentirían las Qills?
—¿Quieres dejar de usar ese término? —Le espetó Desideria, interrumpiéndolo. —No me gusta. Somos Qillaqs no Qills.
Caillen admiraba su temeridad, especialmente contra Fain que era conocido por destripar a gente por mirarle de reojo.
Fain pasó sobre ella una mirada de fastidio, pero como era de esperar, se negó a pedir disculpas.
—¿Por qué mentirían?
—No lo sé. —Suspiró Caillen—. ¿Pero por qué golpear a las Qillaqs —subrayó la palabra para que Desideria supiera que no trataba de insultarla— y a los Exeterians? Tiene que haber alguna conexión. 
Hauk se rascó la barbilla.
—¿Tal vez tiene que ver con el hecho de que la reina estaba a punto de iniciar una guerra con sus aliados?
Caillen buscó a través de más datos.
—Estamos pasando por alto algo vital.
Fain suspiró.
—Creo que le das demasiada importancia. Nadie dice que los dos tengan que estar relacionados. La mierda extraña ocurre. Confía en mí. Por lo general soy su víctima favorita. 
Desideria entrecerró los ojos como si todavía estuviera pensando en algo.
—Cuando por casualidad les oí conspirar para matar a mi madre, no te mencionaron a ti ni a tu padre. Tal vez es una coincidencia. 
Caillen negó con la cabeza.
—No creo en las coincidencias.
Hauk intercambió una mirada cautelosa con Fain.
—Dijiste que tu tío fue un completo hijo de puta desde que empezaste a vivir con tu padre. Tal vez él contrató a los secuestradores para que te mataran cuando eras niño y así quitarte del camino para poder heredar. 
Eso era estúpido, pero no iba a decírselo a Hauk y comenzar una pelea.
—¿Por qué esperar para tomar el trono, entonces? —Si su tío lo hubiera hecho, habría matado a su padre hace años y tomado el poder.
No. Algo más estaba ocurriendo aquí. Solo necesitaba saber qué.
—Estamos sobre algo. —murmuró Caillen—. Pero no tengo bastantes piezas para montar el rompecabezas.
Hauk dejó escapar un gruñido, como si se sintiera tan frustrado como Caillen.
—Lo primero es encontrar al bateador y, después preguntarle.
Caillen estuvo de acuerdo.
—Vale, pero no dejes que Nykyrian le interrogue. Necesitamos que el bateador pueda hablar. 
Desideria frunció el ceño al pensar más en ello también.
—¿No sería mejor hablar con la guardia de mi madre? Estaban tratando de matarme y nos la jugaron. ¿No creéis que sabrían algo de todo esto? 
—La princesa Coñazo tiene razón —dijo Fain.
Ella lo fulminó con la mirada.
—Y ¿podrías hacer el favor de dejar de llamarme así? Mi nombre es Desideria.
—Pero princesa Coñazo me gusta. Te va como anillo al dedo. 
Desideria apenas resistió las ganas de estrangularlo. Él era mucho más alto y tendría suerte si podía siquiera llegar a su garganta.
—Ya era bastante malo cuando sólo estaba Caillen. Ahora tengo a sus amigos para irritarme también. Dios me salve.
Las palabras apenas habían salido de su boca antes de que algo golpeara el costado de la nave.
Duro.
De repente, una voz ronca resonó.
—¡Abran! Hemos detectado firmas de calor y peso no autorizado en la nave.
Fain soltó una maldición.
—Toc-toc, niños. Las autoridades están aquí. 

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