domingo, 4 de marzo de 2012

BOI cap 4

Los siguientes dos días pasaron rápidamente mientras Alix trataba de mantener ignorante a Vik sin alertarle de lo que estaba haciendo.
Maldito sea por ser tan atento. Nada de lo que probaba funcionaba. Era como si el androide estuviera en todas partes.
Y con cada día que pasaba, se acercaba más a Devyn y Sway. La enseñaron como jugar juegos de realidad virtual, algo que su padre nunca les hubiera permitido hacer a bordo de la nave de carga. Mientras que se apiadaban de ella en el combate y en los juegos de carreras, eran despiadados el uno con el otro.
Le encantaba escucharles insultarse en broma y burlarse el uno del otro. Le hizo añorar a su hermana y deseó que ella no tuviera que hacerles daño.
Pero aún mejor que los días eran las noches que pasaba con Devyn. Le enseñó cosas acerca de su cuerpo que nunca había conocido. Su simple toque podía emocionarla como nada y los besos…
Podía pasar la eternidad entre sus brazos.
Ahora estaba sentada en la cama, escuchando el zumbido de los motores mientras Devyn metía La Talia en los muelles de Nera VII. La habían invitado a cenar en uno de los pubs locales y había hecho todo lo posible por declinarla.
Al parecer “no” no estaba en el vocabulario de Devyn. Así que planeaba ir y comer, para después directamente regresar y llevar a cabo la misión.
Mientras esperaba que atracaran, deslizó el lazo de la coleta y dejó el largo, grueso y pesado cabello colgar por la espalda. Lo habría cortado hace mucho tiempo, pero su padre se negaba a gastar dinero en algo que él consideraba una pérdida ridícula de créditos. Así que había sido relegada a lo que su madre pudiera hacer con él, que no era nada más que cortarlo en línea recta.
Pero un día...
Un día iba a tener el dinero para entrar en un salón, ella, Tempest y su madre, y derrochar en cortes y estilos de corte de cabello para las tres.
Por lo menos ése era el plan, pero si su suerte no cambiaba pronto, eso parecía tan probable como ver a Devyn cayendo de rodillas y prometiéndole amor eterno.
Con un hondo suspiro, se pasó la mano por el áspero material del traje pantalón gris oscuro, deseando haber tenido ropa más adecuada. Sólo una vez, le gustaría verse al menos medio atractiva. Pero era inútil. Su padre ni consideraba el pagar a una esclava por hacer su trabajo, y la ropa había sido comprada basándose en una estricta necesidad.
«Nadie estará mirándote, de todos modos, tan fea como eres, y no quiero a ningún hijo bastardo en esta nave. Las ropas masculinas son para gente como tú. En cualquier caso, es todo lo que vales. Tengo otras cosas en que gastar mi dinero que en tu inútil culo».
Cuánto le gustaba pensar en su padre.
Sinceramente, tenía suerte de tener las pocas cosas que tenía. De haber sido su padre menos puritano, probablemente la hubiera mantenido desnuda.
Un golpe sonó en la puerta.
—Adelante.
La puerta se deslizó hacia arriba para mostrar a Devyn, quien estaba vestido todo de negro. Maldición, parecía lo suficientemente bueno para lamerlo por un tiempo. Había un aura de poder y peligro que se aferraba a él y sin embargo era neutralizado por esa malvada sonrisa que tenía.
—Nos dirigimos fuera. ¿Estás lista para salir?
Asintió con la cabeza.
—¿Cuánto tiempo estaremos aquí?
—No demasiado. Tan pronto como comamos y canjeemos el cargamento, nos vamos. No tienes que estar presente en la última parte. Tan pronto como hayas terminado con la comida, puedes regresar.
Bien. Eso debería darle el tiempo suficiente para comenzar el escaneo del diario de a bordo, accidentalmente había encontrado lo que esperaba fuera una puerta trasera en los archivos encriptados de Devyn hacía un par de horas. Mientras Vik estuviera ocupado fuera de la nave, podría tener alguna oportunidad de abrir una brecha. Aunque a ella le pareció extraño que Devyn fuera tan abierto acerca del canje de su cargamento. La mayoría de los transportistas preferían hacerlo en secreto.
Definitivamente no era un transportista típico.
—Entonces, ¿dónde iremos a comer?
Devyn no oyó la pregunta al principio. Estaba demasiado ocupado observando la forma en que el traje pantalón se ajustaba en los pechos. No indecentemente, pero lo suficiente como para ser atrayente. Durante días enteros, esta imagen le había causado obsesión. No porque estuviera haciendo nada para atraerle. Ni mucho menos. Si bien habían hecho el amor hasta que estuvo...
Bien, todavía no estaba saciado, pero estaba completamente nerviosa a su alrededor. Sin embargo, no podía apartar los ojos buscándola cada vez que ella apartaba la mirada.
Había algo acerca de ella que le impelía. Era una seductora combinación de ruda inocencia. Y todo lo que quería hacer era enterrar la cara en la curva de su cuello e inspirarla.
Para tenerla recostada contra él cuando le pasara las manos sobre el cuerpo y la hiciera ronronear.
Miró a su alrededor con nerviosismo.
—Um... ¿dónde iremos a comer?
Parpadeó y obligó a sus pensamientos a permanecer en la conversación y no en tener sexo con ella.
—A la Guarida del Transportista.
Alix meneó la cabeza. Ahora comprendía su falta de secretismo. Sin duda todos en ese local serían criminales. Era un lugar donde su tripulación no llamaría la atención.
—¿Por qué no me sorprende?
Devyn no hizo ningún comentario. En cambio, extendió el brazo hacia ella.
—¿Vamos? Tengo suficiente hambre como para comerme las malolientes botas de Sway.
Contra su voluntad, el corazón le latía con fuerza en respuesta a su gesto. Antes de que pudiera detenerse, metió la mano en el hueco del codo, donde podía sentir los flexibles músculos. Tragó saliva por el contacto, el cuerpo estaba caldeándose.
Ajeno a los efectos que le provocaba, Devyn la condujo fuera de la nave y a la bahía de aterrizaje, donde Sway y Vik estaban en un extremo hablando con un grupo de hombres.
Los hombres que no conocía se tensaron visiblemente cuando vieron acercarse a Devyn. Era obvio que estaban mostrando su mejor comportamiento, como si estuvieran aterrorizados por él. A diferencia de Vik y Sway, que nunca parecían tomarlo demasiado en serio.
Devyn se dirigió hacia ellos. El hecho de que no apartara el brazo le sorprendió. Nunca nadie la había reclamado públicamente antes.
Hizo una pausa y se la presentó al grupo de corredores que justamente se iban. Luego se volvió a Sway.
—¿Está Taryn aquí?
—Nos ganaron por casi una hora.
—Figúrate. Pequeño bastardo competitivo —Devyn inclinó la cabeza hacia la salida—. Vamos a buscarle y a encargarnos del negocio.
Apenas habían dado tres pasos cuando una profunda voz resonó.
—¡Papá!
Alix comenzó a ignorarlo hasta que vio el gesto en la cara de Devyn. Una amplia sonrisa apareció antes de que abriera los brazos y alguien casi igual de alto corriera hacia ellos.
Devyn se reía mientras se abrazaban, y un enorme perro llegó corriendo ladrando y rodeándoles.
Sway señaló hacia los dos y le murmuró a ella el nombre de Omari.
Sacudió la cabeza y se rió.
—Me lo imaginé.
El perro corrió hacia ella y mirando hacia arriba, ladró. Tenía una oreja negra y el color negro le cubría los ojos como una máscara, dejando el resto del pelaje blanco como la nieve. También tenía un par de ojos dorados que parecían resplandecer.
Le acarició la cabeza mientras estudiaba a Omari. En su adolescencia, era absolutamente guapo con la piel color café oscuro y un alboroto de rizos que colgaban en un perfecto caos hacia la fuerte mandíbula.
Vestido con un largo abrigo verde oscuro que estaba adornado con pesados bordados, llevaba las mangas retiradas, sobre los codos. Aun así, la mano derecha estaba cubierta con un grueso guante negro que llegaba hasta el extremo de la manga doblada. Sus armas parecían cuchillos y dagas que estaban sujetos a distintas partes de su cuerpo.
Definitivamente no es lo que esperaba como el hijo de Devyn. Aparte de lo obvio, no había una gran diferencia en sus edades.
Devyn le dio una palmada en la espalda y le soltó.
—Me alegro de verte, muchacho. Te he echado de menos.
Omari se enjugó la nariz.
—Sí, lo sé. Te extrañé, también, pero he aprendido un montón de cosas interesantes.
Sway soltó un bufido.
—Tal como nuevas formas para molestarme, estoy seguro.
Omari dejó escapar una malvada risa.
—Tú lo sabes. —Se puso serio al ver a Alix mimando a su perro—. Tú debes ser el nuevo ingeniero. —Le tendió la mano a ella.
—Soy Alix. —Vaciló cuando le tocó la mano enguantada. Era bastante más resistente de lo que había esperado. Más fuerte.
Omari se sonrojó antes de retirarla.
—Lo siento si accidentalmente te hice daño. Tengo un brazo y una pierna cibernéticos. A veces es difícil saber cuánta presión estoy aplicando en algo.
—No me hiciste daño.
El perro corrió hacia Omari.
—Este es Manashe. Manny, saluda a la amable señora.
El perro ladró, y luego levantó una pata.
Impresionada, le cogió la “mano” al perro.
—Encantada de conocerte, Manashe.
Brincó y le lamió la mejilla.
Mientras le acariciaba las orejas, observó a Devyn y Omari, tratando de ver algún parecido. Aunque los dos eran muy guapos, realmente no tenían nada en común.
Omari se frotó el cuello como si le incomodara la atención.
—Soy adoptado.
—Lo que no cambia nada —el tono de Devyn era afilado.
Omari levantó las manos en señal de rendición.
—Estoy de acuerdo, papá. Estaba explicando a la mujer por qué no nos parecemos en nada y por qué tú habrías sido más joven que yo cuando nací. No quiere decir que no te quiera porque sabes que lo hago —luego se quejó en voz baja—. Haz un comentario mocoso estando colérico cuando tienes doce años, atraviesa la pubertad y consigues crecer, y lo pagas por el resto de tu vida. Los padres no tienen ningún sentido del humor.
La mandíbula de Devyn empezó con el tic.
—No acerca de eso, no lo hago. Nunca. —Atrajo de nuevo a Omari en un abrazo que hizo que el adolescente se sonrojara profundamente.
Alix se encontró con la mirada de Vik y se congeló. La forma en que la miraba fijamente... era como si supiera algo.
Omari retrocedió y llamó al perro.
—Déjame recluir a Manny y os veré en el restaurante.
Devyn le dirigió una severa mirada.
—Vik…
—Vigila al cachorro. Lo he entendido.
Omari puso los ojos en blanco.
—No tengo diez años, papá.
—Sí, lo sé. Me sentiría mejor si los tuvieras. Vigílalo, Vik.
Vik se movió rígidamente, como un androide anticuado.
—Vigilar… niño. Vigilar… niño No… com… puta… dora.
—No me obligues a dispararte, imbécil. No me gustaría tener que llamar a mi padre para repararte.
—Sí, y me dolería.
Riendo, Omari se dirigió a La Talia con Vik detrás de él.
Salieron de la bahía y entraron en el largo corredor principal que rodeaba en círculos la estación espacial.
Como en la mayoría de estaciones, las tiendas se alineaban a ambos lados del pasillo. Pasaron junto a un gran número de personas y forasteros, con los brazos llenos de una variada colección de mercancías. Otros se arremolinaban o conversaban por sus comunicadores cuando pasaban de largo.
Devyn se detuvo ante una puerta pintada con un carguero dentro de un círculo, el signo universal de refugio para un transportista o contrabandistas. Alix le soltó el brazo, ya no tan cómoda cerca de él. Por no hablar de la clientela que sería probablemente brutal y si él tenía que pelear, no quería interponerse.
Sway abrió la puerta y los condujo hacia la sala oscura cuando Vik y Omari se les unieron. Las fuertes voces y la música se mezclaban en el aire, haciéndola vibrar los oídos. Nunca le habían importado este tipo de lugares. Demasiados años apartando a su padre borracho fuera de ellos mientras la maldecía, por lo que le había dejado amargos recuerdos que ella deseaba poder borrar.
Desterrando el pensamiento, siguió a Devyn mientras se abrían paso trabajosamente a través de la cantina, hacia una de las mesas en la parte trasera.
Caminó más despacio al ver hacia dónde se dirigían. Había tres de los hombres con el aspecto más mortífero que hubiera visto nunca, reunidos alrededor de una gran mesa redonda.
A primera vista, uno de ellos tenía cara casi de niño. Corpulento y alto, iba vestido de negro y tenía un par de opacas gafas cubriéndole los ojos. Sería fácil para la mayoría de la gente descartarle como el menos dañino del grupo.
Pero eso sería estúpido y muy probablemente fatal. Había un aura inconfundible de sed de sangre rodeándole, y era algo que ella conocía al dedillo.
El hombre junto a él era absolutamente impresionante. Tenía el pelo rubio oscuro y el crecimiento de varios días de incipiente barba en las mejillas. Los plateados ojos no perdían detalle. Vestido de marrón oscuro, mantenía una mano en el blaster a pesar de estar reclinado en la silla, engañosamente aparentando estar a gusto.
Y cuando dirigió la mirada al tercero, se quedó sin respiración. Letal y fiero eran las únicas palabras para describirle. Llevaba el pelo negro azabache corto y tenía un brazo colgando sobre el respaldo de la silla mientras bebía Fuego Tondarion directamente de la botella.
Podía sentir la quemadura del potente whisky, que era tan fuerte, que había sido prohibido en la mayoría de los planetas.
Estaba sentado con una mueca de disgusto mientras escuchaba una historia que el hombre “cara de niño” le estaba contando. Pero cuando vio a Devyn, los rasgos se relajaron y una sonrisa se extendió lentamente por la cara, haciéndole aún más deslumbrante.
—Áridos —le saludó, usando la palabra Ritadarion para hermano—. Qué bueno verte de nuevo. —Se puso de pie y le tendió la mano a Devyn.
Devyn la tomó y se la apretó fuertemente.
—Pareces malhumorado como siempre.
El hombre rubio se burló mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.
Es siempre malhumorado —miró a Sway—. ¿Estás seguro que no puedo sobornarte para intercambies el puesto de trabajo conmigo?
Sway se echó a reír.
—Dices eso sólo porque no vuelas con el Capitán Cabeza Caliente. Si lo hicieses, tendrías mejor criterio. Confía en mí. Está más chiflado que Taryn.
—Sí, claro. Sigues diciendo eso porque no quieres que te reemplace.
Sway dio un paso atrás y, en un gesto arrogante, abrió los brazos.
—Nunca me podrías reemplazar, Sphinx.
—Sí —dijo Devyn, riendo—. Gracias a los dioses que sólo hay un Sway. ¿Te imaginas si hubiera otro más?
Todos se rieron.
Devyn retiró una silla para ella. Sorprendida por el gesto, Alix se sentó enfrente del guapo de aspecto oscuro, quien la miró con curiosidad.
—¿Quién es tu amiga?
Devyn tomó asiento a su derecha y Sway a su izquierda. Omari se sentó entre Sway y Vik.
—Es mi nuevo ingeniero. —Devyn inclinó la cabeza al hombre de pelo oscuro—. Alix, te presento a otro de mis amigos de la infancia, Taryn Quiakides.
Frunció el ceño por el apellido de un hombre tan feroz que había aterrorizado a La Liga hasta la concesión de inmunidad a un asesino, algo que nunca habían hecho ni antes ni después.
Aún más impresionante que eso, el hombre que había soportado ese nombre había pasado a convertirse en el Emperador de Trioson y Andarion. Y nadie se cruzaba con el Emperador asesino, quien era conocido por no tener misericordia ni compasión por cualquier enemigo.
No era un nombre común, y sólo lo había conocido siendo usado para referirse a él.
—¿Relacionado con el Emperador Nykyrian Quiakides?
—Mi padre.
El estómago se le cayó al suelo. Esto se ponía interesante. No era de extrañar que Merjack quisiera una prueba concluyente de las actividades de Devyn. Si Devyn tenía amistad con la familia Quiakides...
Tenía un montón de influencia política.
Colosal influencia política. Del tipo que podría conseguir matarle a uno si no obedecían la letra exacta de la ley. Santa mierda. Ir tras él era cada vez menos prometedor.
Taryn inclinó la cabeza hacia ella.
—Encantado de conocerte, Alix.
—Yo también… —Fue una respuesta poco convincente, pero ¿qué otra cosa podía decir? Ella, una insignificante esclava, estaba sentada frente a un príncipe de la realeza. No tenía experiencia en nada ni remotamente similar a esto.
¿Se suponía que tenía que hacer una reverencia?
—Um, Su Alteza —concluyó débilmente.
Taryn ondeó las manos.
—No seas tan formal. No usamos esa mierda aquí. Si no estamos en la Corte o en una función pública con mis padres, no soy de la realeza. Lanzó una mirada en torno a sus hombres—. Dios sabe que mi tripulación no me besa el culo, no importa lo mucho que yo les patee el suyo.
Sphinx cogió la botella de Taryn y bebió de ella antes de contestar.
—Eso depende en todo caso si estas empuñando un arma en tu mano.
Devyn se echó a reír.
—Sí, Taryn apesta como el resto de nosotros. Más aún, casi todos los días.
—Jódete, Devyn. —Las palabras fueron duras, pero el tono de Taryn fue ligero.
—No eres mi tipo, Tar. Pero puedo…
Taryn le lanzó un cuchillo.
Devyn lo atrapó sin inmutarse y lo puso sobre la mesa, entre ellos.
—Irritable, malhumorado. ¿Qué te tiene de tan mal humor?
Taryn frunció los labios en una mueca de disgusto supremo.
—Reen vuela conmigo. ¿Necesito decir más?
Alix frunció el ceño.
—¿Reen?
Omari dejó escapar una disimulada risita.
—Su hermanita. En realidad, se llevan bien.
—Sí, tiene diecisiete queriendo ser mayor, y está consiguiendo que mis nervios acaben en una apoplejía. Juro que si mis padres no estuvieran tan apegados a ella, la enviaría de cabeza por una esclusa de aire.
Devyn sacudió la cabeza.
—¿Por qué está contigo?
—Ciertamente no quería quedarse allí. La pequeña mocosa ha estado rondando mi cuello como un nudo corredizo. Traté de dejarla en la sede, pero se coló a bordo de mi nave cuando nos dirigíamos aquí para reunirnos contigo. La vendería a un esclavista, pero no quiero enfrentarme a mi padre, nunca se sabe cuándo esos reflejos de asesino erradicarán toda noción de instinto paternal. —Hizo una pausa y miró a Vik—. Hey, Vik, alguna posibilidad de que tú pudieras…
—Olvídalo, saco de huesos. A tu padre no le gustan los androides.
—No se lo tomes como algo personal. Tampoco le gusta la gente. Infiernos, la mayoría de los días apenas me tolera.
Devyn se echó a reír.
—Eso es porque no es verdad.
Vik habló sobre él para responderle a Taryn.
—Pero no te desmontaría. A mí, por otra parte...
Taryn le chasqueó la lengua.
—Eres un cobarde, androide.
—Por supuesto. No sería de otra manera.
Apoyándose más cerca de Alix, Devyn indicó al hombre rubio junto a Taryn.
—Ese es Sphinx, quien, además de mí, es el mejor piloto en el universo.
Taryn arqueó una ceja.
—Eso seriamente me molesta.
Devyn se encogió de hombros.
—Que te moleste lo que quieras, pero es la verdad. —Miró a Alix—. Las habilidades de Taryn son más como las de mi padre. Robar y matar.
Sphinx le tendió la mano a Alix.
—Encantado de conocerte.
—Igualmente.
El otro hombre lanzó su largo cabello rizado sobre el hombro antes de inclinarse hacia delante.
—Soy Mered. Y soy muy bueno en la cama.
Con los ojos muy abiertos por la inesperada introducción, miró a su alrededor a los otros hombres, quienes estaban poniendo los ojos en blanco o burlándose.
Taryn dejó escapar un largo suspiro de resignación.
—La falta de autoestima nunca ha sido un problema para Mered. Obviamente.
Sphinx se rió maliciosamente.
—No, pero la falta de higiene si lo ha sido.
Mered se erizó.
—Apestoso bastardo. ¿No ves que estoy tratando de echar un polvo?
—¿Con la ingeniero de Devyn? Déjalo, amigo. Él te castraría si tuvieras éxito.
Mered miró a Devyn.
—Dev, échale una mano a un hermano.
—No soy tu chulo, muchacho. Será mejor que vuelvas tus desesperados ojos a otro sitio. Lo que Alix haga en su tiempo libre es asunto suyo. Pero estoy seguro que tiene mejor sentido y gusto que perder el tiempo con un apestoso grano como tú.
Mered suspiró cansado.
—Voy a dejar de funcionar mientras estoy en tierra siendo brutalmente pateado por personas que se supone son mis amigos... pero recordaré esto. —Tomó un trago de whisky—. Bastardos.
Sphinx le hizo morritos.
—Pobre niño. ¿Los perversos viejos están fastidiándote de nuevo e hiriendo tus sentimientos? —Extendió la mano con simpatía.
Mered se apartó el brazo del hombro.
—Tú eres el que no está bien de la cabeza, vete a la mierda.
Ignorándoles, Devyn se inclinó hacia delante y llamó la atención de Taryn.
—¿Conseguiste todos los suministros médicos que pedí?
Taryn se cruzó los brazos sobre el pecho.
—Los tengo, pero debes saber que los guardias de La Liga en Paradise City han estado examinando los cargamentos por perillian y antibióticos durante las últimas dos semanas. Alguien les dijo que estaba a punto de llegar un gran cargamento, y que su destino eran los rebeldes apostados fuera de las minas. No saben que eres tú, pero planean poner al que encuentren con ello en la cárcel.
Su corazón dio un vuelco. Lo último que quería era un encuentro con La Liga. Una organización militar de élite, La Liga tenía concesión estatal de todos los principales gobiernos que le otorgaban el derecho de actuar como juez, jurado y verdugo en contra de cualquiera que considerara una amenaza para la paz intergaláctica. Más de un rumor reclamaba que La Liga se servía a sí misma, y supo que cruzarse con La Liga sería el último error que ella o Devyn debían alguna vez cometer, incluso con su influencia política.
Ni siquiera el padre de Taryn podría salvarles.
Devyn entornó los ojos sobre Taryn. Esa fría e implacable mirada hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.
—¿Tienes idea de quién lo filtró?
Taryn negó con la cabeza.
—No, pero yo sería muy cuidadoso. Sabes lo duramente que La Liga ha estado sobre ti, de cualquier manera. Literalmente matarían por echarte esto encima.
—Protegeré mi espalda.
—¡Y yo protegeré el resto de ti!
Taryn soltó una sucia maldición.
Alix se dio la vuelta ante el sonido de una voz sensual de mujer. Su boca se abrió con atónita sorpresa. La mujer más hermosa que había visto en su vida se inclinó ante Devyn y le besó la mejilla.
Pelo negro como el espacio caía en cascada desde la parte superior del casquete de un asesino hasta la diminuta cintura de la mujer. Increíblemente alta y vestida con un escaso traje negro que apenas le cubrían las partes necesarias del cuerpo, la mujer tenía una figura por la que ella mataría. Llevaba un blaster sujeto en la cadera izquierda, y el mango de plata de una daga asomaba por la parte superior de las brillantes botas negras hasta los muslos.
Encontrándose con la amigable mirada de la mujer, se dio cuenta que la desconocida era Andarion, una raza feroz de depredadores que se rumoreaba comían carne humana.
Pero ni siquiera la rareza de los ojos Andarion, iris blancos rodeados por un anillo muy delgado de rojo o sus largos colmillos apocaba la belleza del rostro.
Devyn le devolvió el besó en la mejilla.
—Alguien tiene que atarte una campana. Odio la forma en que furtivamente te acercas a mi espalda.
La mujer se echó a reír antes de abrirse paso alrededor de la mesa para abrazar a Sway, a continuación, a Vik.
—Oh, os he echado de menos chicos. —Hizo hincapié en sus palabras con un fuerte apretón a Vik—. ¿Dónde está Golan?
Devyn se burló.
—Fue detenido y encarcelado. Alix es nuestro nuevo ingeniero.
—Hola. —Tomó asiento entre Sway y Omari—. Soy Zarina, pero puedes llamarme Rina. —Lanzó una mirada hostil a su hermano—. No Reen. Yo realmente odio eso.
—Gah, voy a tatuármelo en la frente. —Taryn miró a Sphinx—. ¿Conoces un buen artista en esta estación?
Sphinx lo golpeó juguetonamente en el brazo.
—Un día te disparará y me reiré hasta morir mientras sangras.
Taryn no parecía preocupado en lo más mínimo cuando volvió la atención a su hermana menor.
—¿Encerraste a Strife en el aseo de señoras otra vez? Te lo juro, Reen, si tengo que sacarle bajo fianza una vez más porque…
—Relájate, odioso moco-pirata. Sólo le pateé —señaló hacia la puerta.
Alix se volvió para ver a un magnífico hombre acercándose. Al igual que Omari, tenía una cabeza llena de alborotados rizos que caían contra los afilados y casi perfectos rasgos, sólo que tenía el pelo castaño oscuro en lugar del marrón oscuro de Omari. Con una pequeña perilla, estaba vestido con un traje de batalla gris oscuro.
Sujetándose la entrepierna, estaba cojeando y mirando con el ceño fruncido a Zarina. El mero hecho de que aún pudiera parecer ardiente haciendo eso…
Se lo decía todo.
—Tú… —gruñó a Taryn—. No. Me. Pagas. Bastante. Quiero un aumento de sueldo ahora mismo o renuncio.
Taryn miró airadamente a su hermana.
—Esto sale de tu fondo fiduciario.
—Oh, eso no es justo.
—Sí, lo es. No puedo reemplazar a Strife. Es el mejor maldito asesino en el universo. Tú, por otra parte... Tengo otra hermana.
Le hizo un grosero ruido.
—Perdona, Señor Yo‑tengo‑un‑Gemelo. Eres menos insustituible que yo y debo decir que Tiernan es el más agradable de vosotros dos.
—Entonces, por favor, ve a quedarte con él. Vendería mi alma para deshacerme de ti. —Miró a Sphinx—. ¿No puedes empujarla hacia la sumisión?
—¿Estás bromeando? ¿Con lo terca que es? Freiría mi cerebro intentándolo.
Alix estaba aún sorprendida por la apariencia de Zarina. No podía creer que su hermano la dejara desfilar alrededor vestida con algo tan escaso para su edad, y el hecho de que estuviera armada...
Asombroso.
Devyn se inclinó y susurró al oído de Alix. Escalofríos le bajaron por los brazos cuando su aliento le hizo cosquillas en la piel.
—¿Puedo pedirte un favor enorme?
Por favor, déjale comenzar con las palabras “Desnúdate en mi habitación”.
—Claro que sí.
Se sacó la tarjeta de crédito y se la entregó.
—¿Podrías llevarte a Rina a otro lugar para comer mientras yo hago negocios?
No estaba tan segura de esto. Zarina no parecía exactamente maleable.
De hecho, la chica ya estaba mirándoles encolerizadamente.
—No me digas. —Sus siguientes palabras fueron pronunciadas en un tono burlón—. Tenemos negocios que discutir. ¿Te importaría darnos unos minutos porque eres una chica y vamos a jugar a ser hombres?
Taryn inclinó la botella hacia su hermana en un saludo fingido.
—Puesto que sabías nuestras intenciones, ¿por qué nos molestas?
Le perforó con una malévola mirada.
—Sorbe una baya de asteroides, moco-pirata. —Echó una mirada a los hombres a su alrededor, todos los cuales estaban tratando de sofocar la risa ante sus palabras.
Al darse cuenta de que no iban a interferir en su nombre, inhaló con disimulado dolor.
—Bien. —Alzó la barbilla desafiante—. Holgazanear asnos desconsiderados… y te preguntas por qué ninguno de vosotros estáis casados.
Sway se aclaró la garganta de manera significativa.
Zarina se burló de él.
—Oh, cállate. Tú no cuentas. Tuviste un matrimonio concertado. Estos perdedores no pueden mantener una chica durante más de tres minutos y la mitad de ellos los usan para avergonzarse a sí mismos con sus débiles manoseos que siempre decepcionan.
Fue el turno de Vik para aclararse la garganta.
—En nombre de la población robótica, nosotros no sufrimos de ciertas debilidades biológicas que afectan a las formas de vida orgánicas.
—Gracias, Vik —dijo Taryn con sarcasmo—. Qué forma de defendernos, colega.
—Bueno, he dicho…
—Uh‑uh‑uh —Taryn cortó a Vik—. Ya has hecho bastante daño, androide. Sólo quédate ahí sentado y en silencio antes de que nosotros los orgánicos busquemos venganza.
Zarina se puso de pie.
—Ya sabes, Alix, hombres mamones. En serio. Son de lo peor. Ven conmigo. Necesito una solución de estrógeno antes de que los defectos cromosómicos me contaminen más.
Aún un poco confundida, Alix siguió a Zarina fuera del pub.
No sabía qué pensar de esto. Una parte de ella le decía que debía quedarse y espiar lo que los hombres estuvieran haciendo, pero no era una prueba el testimonio de oídas. Necesitaba la documentación fehaciente de las actividades de Devyn, y no daban la impresión de ser tan estúpidos como para llevarlo encima en un foro público.
Ni siquiera en este lugar, donde las actividades ilegales sucedían por todas partes.
Zarina se detuvo en el pasillo, se volvió, y miró enfadada hacia la puerta. Los ojos le brillaban maliciosamente mientras se apoyaba contra la pared exterior, se cruzó de brazos sobre el pecho, y se dio unos golpecitos con los dedos contra el antebrazo superior.
—¿Cómo se puede amar y odiar tanto a alguien?
Alix no tenía ni idea. Nunca había tenido emociones tan conflictivas. Las suyas eran básicas. Amaba a su madre y hermana, y odiaba a su padre. Aunque, su vida siempre había sido un modo de supervivencia simplista.
Sueños, esperanzas, planes futuros... eran cosas que pertenecían a ciudadanos libres. Así que ante la insistencia de su madre, había desterrado ese tipo de pensamientos a una edad temprana. Sólo ahora, cuando tenía una esperanza de ser libre para hacer su propia vida, comenzaba a pensar en el mañana como algo mejor.
Zarina entornó los ojos antes de reanudar su acalorada perorata.
—Juro que un día le mataré —resopló—. ¿Tienes hermanos?
—No.
—Qué suerte. Yo tengo cuatro. ¿Quieres uno?
Alix se echó a reír.
—Si todos te dan ganas de matarles, entonces paso. Creo que estoy bien sin ninguno.
—Sabia mujer. Aunque para ser honestos, no todos son capullos totales. Jayce y yo nos llevamos bien, y solía ser la mejor amiga de Adron...
Frunció el ceño ante el tono de Zarina.
—¿Solías ser?
Sus ojos se oscurecieron.
—Mi hermano mayor era un asesino de La Liga y tuvo un mal encuentro con un animal psicópata que le dejó lisiado. Nunca será el mismo de nuevo, me temo. A pesar de que sobrevivió, una parte de él murió esa noche, y echo de menos al hermano que solía tener. Dicho esto, estoy agradecida a Dios por tenerle todavía, incluso con lo arisco que es. Así que no me quejaré de él en absoluto. Los gemelos, sin embargo…
—¿Te vuelven loca?
—Eso es. —Dejando escapar un largo suspiro, tomó el brazo de Alix y tiró de ella hacia un restaurante muy acogedor—. Pero no vamos a hablar de mis hermanos. Tengo algo mucho más interesante que discutir contigo.
—¿Y eso es?
—El hecho de que tenemos que meter a Devyn en tu cama lo antes posible.
¿De dónde había salido eso? Este era un tema con el que definitivamente no se sentía cómoda hablando con alguien tan joven.

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