Nick deseo arremeter contra él, tan gravemente que podría saborearlo. No voy a morir así. No tirado en una cuneta por la gente que se supone son mis amigos. Chicos que he conocido y con los que he jugado toda mi vida. No lo haré.
Sin embargo, aquí se encontraba.
Desamparado. Débil.
Derrotado.
No sólo tenía las papilas gustativas empapadas de sangre, sentía como se ahogaba en ella. La mente le ardía en deseos de luchar hasta que le pidieran misericordia, quiso levantarse y hacerles tragar los dientes, pero el cuerpo se negó a cooperar. Nada estaba escuchándole. Diablos, ni siquiera podía evitar que le golpearan.
No podía hacer nada en absoluto, miró con odio a Alan y esperó que sólo esa mirada atormentara a la rata para el resto de la eternidad.
Alan reía mientras apretaba el gatillo.
Conteniendo la respiración, Nick esperó el sonido que terminaría con su vida.
Desde la oscuridad, una mancha se adelantó en el mismo instante en que Alan disparaba el arma. En un momento, Tyree, Alan, y Mike estaban riéndose de su dolor mientras le insultaban, al siguiente, volaban por el aire y golpeaban el suelo cerca de él lo suficientemente fuerte como para romperse los huesos.
Nick se congeló mientras trataba de averiguar dónde había recibido el disparo, pero su cuerpo dolía tanto que no podría decirlo.
Tal vez no me alcanzó...
Tendido en la calle, captó un destello de cabello rubio y ropa negra mientras alguien atacaba a sus ex amigos.
Alan dio un grito y la pistola cayó al suelo junto él.
El hombre rubio chasqueó la lengua.
—Qué vergüenza, eres demasiado joven para matar. Pero en dos años, te cojo haciendo esta mierda de nuevo, y no vas a vivir el tiempo suficiente para reconsiderarlo.
Con una mano, lanzó a Alan a la calle como un muñeco de trapo.
Con un remolino de color negro y un destello de plata, el hombre se giró para enfrentarse a Nick. No sabía por qué, pero el tipo le recordaba más a un corredor de bolsa rico, que a alguien capaz de hacer caer a pandilleros callejeros. Y no era del todo viejo. Quizá al final de los veinte.
Quizá.
Nick apenas podía tomar aliento cuando el hombre se acercó con la caminata de un depredador perverso. Estaba todo vestido de negro. Un costoso abrigo de cuero caía sobre un cuerpo que era letal. Pero fue el destello de plata en el par de botas negras lo que le llamó la atención.
Una de ellas tenía un cuchillo que sobresalía de la puntera. Un cuchillo que se retrajo mientras que se acercaba. El hombre se arrodilló, la frente arrugada con un profundo gesto fruncido.
—Hicieron un desastre de ti, chico. ¿Puedes levantarte?
Nick le dio un manotazo cuando el hombre extendió la mano para tocarle. No necesitaba ayuda de nadie. En especial, no de un extraño.
Trató de empujarse con los pies, entonces, todo se volvió negro.
Kyrian Hunter apenas captó al chico flaco vestido con una espantosa camisa Hawaiana naranja antes de tomar la calle. Esa cosa horrible le había salvado su vida. Tan brillante que prácticamente resplandecía, le había atraído cuando había estado caminando por la calle y le había alertado sobre la pelea.
Por lo que había visto, el chico era un pequeño peleador resistente. Le concedería eso. El niño podría recibir una terrible paliza sin pedir clemencia. No había muchos adultos que pudieran haber sufrido lo que él sin llorar.
Eso solamente le hizo respetar al chico.
Miró a los otros gamberros, que estaban corriendo calle abajo lo más rápido que podían. El antiguo guerrero y depredador dentro de él quería cazarles y matarles por lo que habían hecho.
Pero el hombre en él sabía que éste, el que había puesto su vida en medio para salvar a la pareja de ancianos, no viviría si lo hiciera. Los cobardes por desgracia podían esperar para recibir una golpiza en sus culos.
Inclinó la cara del niño para poder verle los rasgos. El pelo castaño y corto estaba impregnado de sangre, y un corte amplio que probablemente dejaría una cicatriz sobresalía por encima de la ceja izquierda. La nariz estaba rota y por lo que se veía, la mandíbula podría estarlo también. Si no quebrada, la habían golpeado a base de bien. La sangre salía a borbotones del hombro en el que había recibido el disparo.
Pobre chaval.
Recogiéndole, Kyrian le llevó a su coche de modo que pudiera llevarle al hospital antes de que se desangrara y muriera.
Kyrian paseaba por la sala de espera, donde varias docenas de otras personas se sentaban en diferentes estados de agitación y enfermedad. Hacía casi dos horas desde que había entregado el adolescente al personal y todavía no tenía noticias sobre el muchacho que había encontrado.
¿Estaba aún vivo?
Comprobando su reloj, gruñó. Realmente no tenía tiempo para quedarse aquí, esperando...
Tenía asuntos importantes que atender y, con suerte, más vidas que salvar antes del amanecer.
—¿Qué estás haciendo aquí, General?
Se quedó inmóvil ante la voz grave, y densamente acentuada. Desde que Acheron era un inmortal omnipotente de once mil años de edad, era la última persona que Kyrian había esperado encontrarse en un hospital. No era como si el hombre pudiera romperse un hueso o enfermar.
Se dio la vuelta lentamente para encontrarse a Acheron junto a la entrada. Con los dos metros 7 centímetros , el pelo verde oscuro, vestido con el equipo negro gótico, completado con una claveteada chaqueta de motorista de cuero, era un espectáculo impresionante que provocaba que todos los que le vieran tragaran de miedo. Pero no era sólo su altura, que hacía a las personas detenerse. Era el aura letal de voy-a-patear-tu-trasero-tan-fuerte-que-los-oídos-de-tus-ancestros-sonaran.
Cualquiera que se acercara a él podía sentir el poder sobrenatural que manaba por los poros de este particular...
Ser.
—¿Qué estás haciendo tú aquí? —preguntó Kyrian.
Con los ojos completamente protegidos por un par de oscuras gafas de sol Predator a pesar de que era casi medianoche, Acheron mostró una de las sonrisas de medio lado que le molestaba.
—Yo te pregunté primero.
Si hubiera sido alguien diferente a Acheron quien hubiera hecho ese comentario listillo, Kyrian le mostraría una dosis más alta de carácter. Pero el carácter no trabajaba sobre Acheron. Simplemente le molestaba, lo que nunca era una buena cosa.
—Encontré a un chaval en la calle recibiendo una buena paliza en el culo. No sé quién es, pero no quiero dejarle aquí sin un adulto para vigilarle. Fue gravemente herido en la pelea y no tiene la edad suficiente para quedarse solo.
Acheron inclinó la cabeza como si estuviera escuchando voces que sólo él podía oír. Kyrian odiaba cada vez que hacia eso. Era espeluznante pensar que todo era susurrado al antiguo ser. Más que nada, era espeluznante pensar todo lo que ese hombre sabía sobre él, cosas que Kyrian nunca le había dicho…
—Su nombre es Gautier. Nick Gautier. Es un muchacho de catorce años de edad, estudiante de secundaria de St. Richard's School de Chartres, vive en Lower Ninth Ave Claiborne.
Kyrian estaba impresionado.
—¿Le conoces?
No había ningún indicio de emoción en Acheron.
—Nunca antes le había visto
—¿Sin embargo, sabes su nombre?
Esa sonrisa arrogante volvió a irritar a Kyrian.
—Se muchas cosas, General. —Acheron alzó la mano y una pieza de papel apareció de la nada entre los dedos. Él lo sujetó—. Su madre es una bailarina exótica llamada Cherise Gautier. Puedes contactar con ella aquí. Pero ten mucho cuidado. Ella tiene una lengua afilada cuando se trata de su hijo y si piensa que le has lastimado o hecho que se haga daño... vendrá por sangre.
Kyrian tomó el papel de su mano.
—Me gustaría preguntarte sobre esos trucos mentales Jedi tuyos, pero sé que no vas a contestar.
Acheron se metió las manos en los bolsillos de la gastada chaqueta que tenía dos cadenas envueltas alrededor del hombro.
—Sin comentarios, pero voy a decirte esto. —Hizo una pausa antes de hablar otra vez—. Nick no es Jason. Es una época y lugar diferentes, General. No dejes que el pasado arruine tu futuro.
—¿Qué quieres decir, oh gran Yoda?
Acheron no dio más detalles.
—Cuida del chico. Haré tu ronda esta noche. Podría usar las prácticas de tiro.
—Gracias por la comprensión.
Después de todo, Acheron era su jefe y podría fácilmente haberle escariado por no cumplir con sus deberes.
Acheron inclinó la cabeza hacia él y se abrió paso fuera de la habitación por las puertas dobles que conducían al estacionamiento. Y con él se fue la sensación de gran poder en el aire.
Sí, Acheron era un temible hijo de puta. Pero Kyrian no estaba exactamente incómodo con eso. Acheron le había entrenado y había sido alumno de un maestro, sobre todo cuando se trataba de matar cosas que no deberían estar viviendo en primer lugar.
Echando un vistazo al número que tenía en la mano, sacó el teléfono y llamó a la madre de Nick.
Nick gimió mientras parpadeaba para abrir el...
Ojo.
Uh, gah, ¿qué ocurría?
Tenía la cabeza palpitante y tenía algo sobre el ojo que le impedía abrirlo.
Por favor, no me digas que he perdido un ojo. Su mamá giraría a su alrededor. Era su mayor temor.
No juegues con ese “espacio en blanco”, Nick. Podrías perder un ojo. Era su perorata favorita sin importar que objeto tocara, y ella le mataría si ahora era un cíclope.
Dios, nunca voy a conseguir una novia. Las mujeres no salían con freaks.
—Cuidado chico.
Nick se detuvo al darse cuenta de que estaba en una habitación de hospital. Intentó incorporarse, pero alguien le detuvo. Su angustia aumentó al reconocer al hombre rubio de la pelea.
—¿Dónde estoy?
—Hospital.
—¿En serio? ¿Bromeas? Y yo que pensaba que estaba en McDonald's. —Nick se deslumbró ante la estúpida respuesta—. No puedo estar aquí; No podemos permitírnoslo.
El hombre ignoró su desenfrenado sarcasmo, manteniendo los rasgos completamente impasibles.
—No te preocupes por el precio. Yo me encargo.
Sí, claro.
—No aceptamos caridad.
Nick hizo una mueca cuando el dolor le atravesó el cráneo y se dio cuenta que tenía el brazo en cabestrillo.
No te atrevas a romperte un hueso, Nicky. No puedo permitirme ningún médico ni nada por el estilo. Hagas lo que hagas, no te lastimes.
Nick se sintió mal por todo lo que había sucedido.
—Mi mamá me va a matar.
—Lo dudo.
Si el desconocido supiera...
—Sí, bueno, yo no. Sucede que conozco a esa mujer desde el día que nací y me va a golpear hasta sangrar.
Levantó la vista hacia el extraño que le había salvado la vida.
Era enorme. Probablemente alrededor de uno noventa y cinco, con el pelo rubio y corto, iba vestido todo de negro. Negro costoso. Pantalones nice, botas Ferragamo y, a menos que Nick errara en su conjetura, la camisa abotonada era de seda con puños y cuello de piel, no esas cosas falsas que vendían en las tiendas donde él y su madre compraban la ropa. En cuanto a su abrigo, el cuero era tan suave, que ni siquiera hacia aquel sonido crujiente del cuero.
Este tipo estaba definitivamente forrado.
—¿Por qué no puedo mover el brazo? —Nick estaba empezando a sentir pánico.
—Recibiste un disparo.
—¿Dónde?
—En el hombro.
Antes de que Nick pudiera decir otra palabra, escuchó el grito angustiado de su madre. Desde el lado donde tenía la vista bloqueada, ella apareció y envolvió sus brazos alrededor de él.
—Oh, Dios mío, bebé. ¿Estás bien? —Gritó cuando vio las vendas en la cabeza y sobre el ojo—. ¿Qué te hicieron? ¿Por qué no estabas en casa, como te dije? Maldita sea, Nicky, ¿por qué nunca me escuchas? ¡Sólo por una vez en tu vida!
—No fue culpa suya.
Su madre le soltó al instante. Se volvió hacia el desconocido, que aún estaba en la esquina de la habitación.
—¿Quiénes es usted y por qué está aquí?
Él tendió la mano.
—Kyrian Hunter. Yo soy el que llamó.
Ella le estrechó la mano. Hubo un marcado contraste entre su deshilachado abrigo de lana de segunda, botas baratas de vinilo blanco, y la falda roja de poliéster con lentejuelas, Nick sabía que pertenecían a uno de sus trajes de baile. Su pequeña madre era una hermosa mujer, pero el fuerte y exagerado maquillaje le hacía aparentar mucho más de sus veintiocho años y odiaba cuando ella se cardaba el pelo rubio para los shows. La hacía parecer barata y su mamá era todo lo contrario.
—Gracias por eso, señor Hunter. ¿De nuevo, dónde le encontró?
Nick entro en pánico. Si Kyrian le decía dónde estaba cuando había recibido el disparo, ella le dispararía otra vez solo por si acaso.
—Él estaba en el barrio, tratando de proteger a una pareja de ancianos de ser asaltados. Ellos escaparon y las escorias que les habían seguido estaban golpeándole, cuando los vi, les detuve.
Las lágrimas brillaron en sus ojos.
—¿Tú salvaste a mi bebé?
Kyrian asintió con la cabeza. Ella sollozó aún más fuerte.
Nick se sentía como una mierda total. Era una buena cosa que su padre no estuviera aquí. Le hubiera cortado la garganta por inquietarla de ese modo.
—No llores, Mamá. Lamento que me dispararan, debería haber hecho lo que me dijiste e irme a casa... lo siento mucho.
Se secó las mejillas, donde el maquillaje estaba ahora surcado por las lágrimas.
—Tú no has hecho nada malo, bebé. Eres un héroe. Un héroe maravilloso y no podría estar más orgullosa de ti.
Nick hizo una mueca ante la mentira. No era un héroe. Soy un matón... igual que la escoria apestosa de mi padre.
Encontró la mirada fija de Kyrian y algo en sus ojos le hizo creer que en realidad Kyrian podría saber la verdad. Si lo hacía, el no le descubriría, lo que sólo hacía sentir peor a Nick.
Su madre dejo escapar un suspiro.
—El doctor me dijo que tendrías que quedarte aquí por unos días, quizás una semana o más. No sé cómo vamos a pagarlo.
—No se preocupe por eso. Yo me ocupo de la cuenta.
Ella entrecerró los ojos sobre Kyrian.
—No puedo dejar que haga eso.
—Está bien. Es lo menos que puedo hacer por él. No hay muchos chavales de su edad que recibirían una bala por mantener a un extraño a salvo.
De todos modos parecía dudosa.
Kyrian le ofreció una sonrisa amable y muy reservada.
—Tengo dinero, señora Gautier. —Wow, a diferencia de Peters, no se burlaba de su título. En realidad lo dijo como si la respetara—. Y nadie lo gasta. Confíe en mí. Usted no está tomando un centavo que mi familia o yo vayamos a extrañar.
Ella se mordió el labio.
—Eso es muy amable de su parte. Sobre todo después de todo lo que ya ha hecho trayéndole aquí. —Tomó la mano sana de Nick en la suya y la apretó—. No puedo agradecerle lo suficiente por salvar a mi bebé, señor Hunter. Nicky es todo lo que tengo en este mundo. Me moriría si algo le pasara.
Algo oscuro paso fugazmente a través de los ojos de Kyrian, lo que recordó a Nick un fantasma atormentando. Las palabras de su madre habían conjurado algún dolor pasado. Kyrian sacó su cartera y la abrió.
—Este es mi número. —Dio a su madre una pequeña tarjeta—. Si necesita cualquier cosa, no dude en llamarme, a cualquier hora, de día o de noche. No duermo mucho, así que no se preocupe por molestarme.
Ella trató de devolvérsela, pero Kyrian no lo permitió.
—Mire —dijo con firmeza—. Sé que no me conoce o confía en mí en absoluto. No le culpo. Pero hay gente en el mundo que puede dar sin pedir nada a cambio. Yo soy uno de ellos.
Ella negó con la cabeza.
—Yo sé cuánto cuestan cosas así. No puedo tomar esa cantidad de dinero de usted ni de nadie. Nunca.
La mirada marrón oscura de Kyrian fue hacia Nick.
—Entonces déjele trabajar para mí.
Nick farfulló indignado.
—¿Disculpe?
Ellos no le prestaron atención.
—No sea ridículo —dijo su mamá—. Tendría que trabajar para siempre para lograr devolverle ese dinero.
Uh, sí... Lo último que Nick quería era ser contratado como aprendiz para saldar la cuenta del doctor.
Kyrian devolvió la billetera a su bolsillo.
—¿Entonces qué es lo que quiere hacer? ¿Que el hospital le arroje a la calle antes de que haya sanado por completo? Con heridas así, podría adquirir gangrena y perder una extremidad o morir.
La desesperanza brillaba en sus ojos azules y esa visión pateó a Nick directamente en el estómago.
—Señora Gautier... —Un tic apareció en la mandíbula de Kyrian—. Yo sé que no podría decirlo mirándome, pero he tenido una vida difícil. He perdido todos los que alguna vez fueron importantes para mí y sé lo que es a ser pateado fuertemente cuando estás abajo. Tiene un gran chico ahí. Se merece una oportunidad. Que trabaje para mí, medio tiempo, después de la escuela durante un año, y diremos que estamos en paz.
Ella miró a Nick, que no se había vendido a esa idea.
—¿Haciendo qué?
—Lavando mi coche. Haciendo recados.
Su madre frunció el ceño.
—¿Qué tipo de recados?
—Sí —intervino Nick—. No soy niñera o paseador de perros.
Kyrian rodó los ojos.
—No tengo hijos o perro —se volvió a mirar a la madre de Nick—. Tendría que recoger víveres, hacer un poco de limpieza. Puede trabajar con mi jardinero podando setos o ayudar a mi ama de llaves a limpiar el exterior de las ventanas. Nada peligroso o ilegal.
Eso no sonaba tan mal, pero Nick ya tenía un trabajo que le gustaba la mayoría de los días.
—¿Qué pasa con la señora Liza, mamá? ¿Quién le ayudara en su tienda?
Kyrian frunció el ceño.
—¿Liza Dunnigan?
—¿La conoces? —preguntó Nick sorprendido.
Otra abierta sonrisa muy reservada irrumpió en su rostro.
—Sí. Nos conocemos hace mucho, y creo que lo entendería si trabajas para mí durante un tiempo.
La mano de su mamá se tensó sobre la suya.
—No sé... ¿qué piensas, Nicky?
Nick se miró el brazo en cabestrillo. En realidad no había forma de que pudieran pagar esa factura. Y si Kyrian pagaba, su mamá no tendría que sufrir...
—Mientras que no sea un pervertido y a Liza no le importe, supongo que puedo trabajar para él.
Kyrian se echó a reír.
—No soy un pervertido.
—Mejor que no, porque me iré si lo eres.
Kyrian asintió con la cabeza.
—Entonces, ¿está arreglado?
La indecisión se produjo en la mirada de su madre antes de que ella afirmara con la cabeza.
—Gracias.
—No hay problema. Ahora bien, si no les molesta, tengo una cita que me aguarda.
Nick frunció el ceño.
—¿Tan tarde? —preguntó su mamá con recelo.
Kyrian asintió con la cabeza.
—Tengo muchos negocios internacionales que me obligan a trabajar hasta tarde por la noche. Como he dicho, yo no duermo mucho. —Y con eso, se fue.
Ahora que estaban solos, su mamá le dedicó plena atención.
—¿Qué es lo que realmente piensas?
—Creo que estoy realmente feliz de no estar muerto, que no me estés matando por conseguir que me dispararan y terminar en el hospital, acumulando facturas que no podemos permitirnos.
Sus labios temblaban.
—Bebé, ¿cómo iba a estar enojada contigo por algo como esto? Sólo desearía conseguir el dinero suficiente como para que no tuvieras que trabajar también. Si hubieras estado en casa…
—No, mamá, por favor.
La culpa le estaba matando.
Ella le levantó la mano hasta sus labios y le besó los nudillos con moretones.
—Muy bien, cariño. Necesitas descansar. No te preocupes o pienses en nada más que en mejorar.
Se sacó del bolsillo una goma negra para el pelo y se peinó el cabello en una cómoda cola de caballo. Nick sonrió, sabiendo que ella lo hacía por él, para que no se avergonzara de su pelo largo cardado. Luego se dirigió al lavabo para poder limpiarse el maquillaje y quitarse el brillo falso de las pestañas. Era mucho más guapa sin todo ese pegote en la cara, él no entendía por qué se lo hacían llevar.
Una vez que ella se veía de nuevo como su mamá, se deslizó en la cama junto a él y le abrazó. Normalmente, estaría rechazándola porque sentiría como si le estuviera ahogando. Pero esta noche, mientras dolía y dolía, se alegró de tenerla cerca abrazándole.
Siempre habían sido solo ellos dos en el mundo. Un Equipo Fabuloso. Así era como ella los había llamado desde que podía recordar. Juntos podrían pasar a través de cualquier cosa.
Le apartó el pelo de la sien y le dio un ligero beso allí.
—Tú eres mi hombrecito, Nickyboo[1]. Y estoy tan agradecida de tenerte. Tú eres la única cosa correcta que he hecho en toda mi vida y si algo te pasara, tendrían que cavar dos tumbas, no podría vivir un solo día sin mi bebé a mi lado.
Sus palabras casi consiguieron hacer que los ojos le lagrimearan, pero era demasiado duro para eso. Nada podía hacerle llorar. Nada.
—Te amo, mamá.
—Te amo demasiado, bebé Ahora a dormir. Necesitas ponerte mejor así puedo golpearte por haberte lastimado.
Sonriendo por su amenaza vacía, Nick cerró los ojos, pero no podía dormir. Su mente no dejaba de repasar la mirada en el rostro de Alan cuando había apretado el gatillo. El canalla había tratado de matarle...
Y aunque fuera lo último que hiciera iba a vengarse. Como su papá diría: Nuestra sangre no corre. A veces queremos hacerlo. A veces debemos. Pero nosotros nunca corremos de nada ni de nadie.
La próxima vez que se encontrara con Alan y su “equipo” iban a sentir la ira de Nick Gautier…
[1] Boo es un término que se deriva de la palabra francesa "Beau", que significa bello. En Inglaterra, siglo 18 significaba un admirador, generalmente de sexo masculino.
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