miércoles, 14 de marzo de 2012

INV cap 11

Nick sabía que necesitaba presionar al entrenador. El entrenador había dicho anteriormente que él mismo había enseñado en muchas escuelas. Si hubiera hecho un hábito de robar, entonces era lógico que no fuera capaz de permanecer en un lugar mucho tiempo sin que la gente lo atrapara. O uno de sus alumnos lo descubriría y lo delataría. Eso explicaría el porqué estaba tan dispuesto a recoger y trasladarse a mitad de año.
Mientras Nick esperaba que Kyrian bajara y aprobara la orden de un nuevo abrigo, hizo una búsqueda en línea que resultó infructuosa. Sobre todo porque no estaba del todo versados en la búsqueda de personas. Necesitaba a alguien con mucha más experiencia con el ordenador.
Recogiendo el teléfono, llamó a Bubba.
—Usted se ha puesto en contacto con 1‑800‑Compañía Autorizada‑Bubba. Lo siento, no estoy disponible para contestar su llamada. Estoy bien atado atendiendo algún ordenador de pesadilla o estoy fuera librando al mundo de sus depredadores zombis. De cualquier manera, deja un mensaje, y tan pronto como mate lo que me aflige, le contestaré cuanto antes. Gracias por llamar, y tenga un buen día.
Nick negó con la cabeza mientras se reía. Al menos una vez a la semana, Bubba cambiaba su mensaje. El porqué el hombre tenía un próspero negocio dado su locura estaba más allá de la comprensión de Nick. Dicho eso, Bubba era sumamente divertido.
Después de colgar, marcó el número de Mark.
—Fingerman aquí. ¡Ah, estás hablando con mi voz y no conmigo! Por desgracia, me voy con Bubba y no con una mujer porque soy un tonto. No digo lo que hago, pero si se trata de mis padres, os aseguro que no estoy haciendo nada ilegal o inmoral, y no molesto a ningún animal de granja. Sin embargo, por favor, reserven el dinero de la fianza porque saben en las cosas que Bubba me mete, y podría necesitarlo pronto. Todos los demás, dejen un mensaje y tan pronto como regrese a una zona donde tenga cobertura otra vez, devolveré la llamada. Incluso si tengo que hacerlo desde el más allá. Gracias.
¿Animales de granja? Ahora Nick sabía lo que Mark quería decir con volcar vacas, había sido un pasatiempo de Mark en la escuela secundaria ‑uno que suspendió bruscamente cuando una vaca se le cayó encima y le rompió la pierna por tres sitios‑, pero la manera que tenía de expresarlo.
Sí, Marck necesitaba un redactor de correo de voz.
Nick suspiró mientras consideraba sus otras opciones.
Espera. Conocía a otro friki.
Madaug St. James. Si alguien podía apostar dinero en una carrera con Bubba en lo que se trataba de computadoras, ese era Madaug. Su compañero de clase había nacido con un teclado en una mano y un módem en el cerebro.
Además, Madaug se lo debía por salvarle el pellejo de los zombies que el idiota había creado y luego soltado sobre todos ellos.
Se desplazó a través de sus contactos hasta que llegó al número correcto y lo marcó.
—¿Hola?
Nick dejó escapar un suspiro de alivio por haber llegado finalmente hasta una persona activa.
—¿Madaug?
—¿Sí?
—Nick Gautier. Um, tengo un pequeño problema con el cual necesito algo de ayuda.
—¿Tarea?
—De algún tipo.
—¿Qué tipo de tarea?
—¿Conoces al nuevo entrenador?
Madaug gruñó.
—¿El troglodita que dejó a Stone profanar mis pantalones de gimnasia y luego hasta me escribió porque no los usé después? Sí, lo conozco, puede que muera estrangulado en un suspensorio que no es suyo.
Bueno, obviamente Madaug tenía problemas remanentes en Educación Física.
—¿Qué necesitas que haga? ¿Consiste en alguna clase de venganza contra él?
Nick asintió con la cabeza a pesar de que Madaug no podía verle a través del teléfono.
—Si lo que pienso es cierto, eso es un afirmativo. Me preguntaba si podrías hacer una verificación de antecedentes sobre él y averiguar dónde ha enseñado en el pasado y lo que fue de su expediente en las escuelas.
—Eso suena aburrido. ¿Por qué quieres que haga eso?
—Porque creo que está ocultando algo.
—¿Cómo qué? —preguntó Madaug.
—No estoy seguro. Basta con decir que creo que tiene algunos esqueletos en el armario que pueden ser interesantes y útiles para los dos.
Madaug hizo una pausa como considerándolo. Después de un minuto, accedió a ser cómplice de Nick.
—Muy bien. Pero va a costar.
—¿Costarme qué? —Nick estaba horrorizado—. Tío, me lo debes. A gran escala. Así que cierra la sesión Doom y ayuda a un hermano.
Madaug farfulló.
—¿Cómo sabías lo que estaba haciendo?
Sencillo. Era lo único que él hacía. Si alguna vez le preguntaban cómo había ido el día, su respuesta era siempre su informe sobre el progreso en Doom como por ejemplo, cuántas criaturas había matado y cuántas zonas había abierto.
—Una conjetura con base.
—Muy bien. Voy a empezar y te llamo si encuentro algo interesante.
—Gracias, M. Te lo agradezco.
—Cuando quieras. —Madaug colgó.
Nick puso el teléfono a un lado cuando oyó pasos que se acercaban al despacho. Acababa de cambiar de regreso al carrito de la compra en línea cuando Kyrian entró.
—Oye, jefe. Tengo el abrigo listo. Sólo necesito un método de pago.
—Cajón superior a la derecha.
Nick lo abrió, esperando ver una de las tarjetas de crédito de Kyrian. Por el contrario, era una con el nombre de Nick.
Totalmente aturdido, no podía respirar mientras miraba fijamente el NICHOLAS A. GAUTIER de la tarjeta Visa. Wow, esa era la mejor cosa que jamás había visto.
Kyrian se acercó y cerró la boca de Nick con el dedo índice.
—Tiene un límite de mil dólares, y es para compras de las empresas solamente. Sí demuestras ser responsable, te voy a conseguir una personal dentro de unos meses con un límite superior. ¿De acuerdo?
—Sí, señor. —Increíblemente emocionado, Nick ingresó los números en los campos y terminó comprando el abrigo de Kyrian—. También hablé con Kell, y dijo que no tendría problema en poner las cuchillas en los Ferragamos si eso es lo que quieres.
—Fantástico. Cuando los zapatos lleguen, asegúrate de que le sean enviados.
—Está bien. —Nick hizo una pausa para ver cómo Kyrian tiraba de la cortina para mirar hacia afuera en el patio oscuro, algo que era muy inusual para él. Por no hablar, que estaba rodeado de un aire de melancolía—. ¿Va algo mal, jefe?
Kyrian dudó antes de responder.
—No estoy seguro. Tengo un… No sé. Mal presentimiento, supongo.
Sus palabras causaron que Nick tuviese uno, también.
—¿Acerca de mí?
Negó con la cabeza.
—Ash citaría la canción, hay una mala Ascensión de la Luna. Tengo la sensación de que invoca algo que se debe dejar solo. —Se encontró con la mirada de Nick—. ¿Por qué no dejas que te lleve a casa ésta noche?
Sí bien, el extraño comportamiento de Kyrian empezaba a asustarle un poco.
—Claro. —Otro temor lo atravesó—. ¿Encontraron al otro niño asesinado?
—No. No es eso. Me sentiría mejor asegurándome de que tú y tu madre estéis seguros. Recoge tus cosas, y te llevo ahora.
No discutiría eso. Nada mejor que volver a casa temprano. Metió los libros de nuevo en la mochila, y luego se la lanzó por encima del hombro.
—¿Se marchó Rosa ya?
—Hace aproximadamente una hora. ¿Te ha preparado la cena?
—Oh, sí. Nunca había disfrutado un pavo Tetrazzini antes. Estaba realmente bueno.
—¿Quieres llevarte algo a casa para tu madre?
La generosidad de Kyrian nunca dejaba de sorprenderle. El hombre siempre estaba pensando en otras personas. Menos mal que no lo estaqué cuando descubrí sus colmillos.
—¿Puedo?
—Por supuesto.
Nick se dirigió a la cocina de Kyrian justo detrás de él. Mientras sacaba el recipiente y contemplaba la existencia poco ortodoxa de su patrón, un pensamiento lo golpeó.
—¿Cómo mantienes el anonimato hoy en día? ¿La gente no sospecha por el hecho de que no envejeces?
—Irónicamente, es más fácil ahora que en el pasado. La gente de hoy no quiere creer en lo paranormal. Antes, tenía un serio problema con bubba[1] y la muchedumbre con sus horcas.
Nick se rió.
—Sé que no te refieres a Bubba Burdette, pero la imagen en mi cabeza. Es muy divertida.
Kyrian sonrió antes de continuar la explicación.
—Es por eso que los Dark‑Hunters tienen Escuderos humanos.
Qué era en lo que Nick se convertiría una vez que tuviese edad suficiente para hacer el juramente ante el consejo. Eran seres humanos que dedicaban su vida a proteger a sus jefes inmortales y al mundo que la humanidad en su conjunto no estaba dispuesta a aceptar.
—Con tu ir y venir durante las horas del día, se reduce la curiosidad de las personas. Nuestra propiedad se encuentra registrada a nombre del Escudero.
—Ah, ya entiendo. Así que nadie sabe que existes.
—Exactamente. Una de las primeras reglas. Se parte del mundo, pero no participes en él.
Nick frunció el ceño.
—¿Primeras reglas?
—Cuando somos creados y Acheron viene a entrenarnos, a todos nos dan un manual de Dark‑Hunter. Tiene una lista de reglas que tenemos que acatar, y esa es de las primeras que Acheron nos enseña.
Dark‑Hunters con un manual. ¿Quién lo supondría? Aunque era lógico que hubiera un código de conducta a cumplir.
Lo cual hizo a Nick preguntarse sobre el pasado de Kyrian y sus experiencias.
—¿El mundo ha cambiado mucho?
Kyrian se encogió de hombros.
—Los juguetes son infinitamente mejores. Pero la gente no ha cambiado en absoluto. Las mismas preocupaciones, mismas obsesiones. Ropa diferente. Siglo diferente.
Lo hacía sonar tan simple, pero Nick tenía la sensación de que era todo lo contrario. No había dicho todos los cambios y las maravillas que Kyrian había vivido. El descubrimiento de la electricidad, volar, la televisión, el papel higiénico.
—Debe ser asombroso vivir tanto tiempo.
—A veces. —Kyrian puso de nuevo la olla en la nevera mientras que Nick aseguraba la tapa del plato para su madre.
—¿Alguna vez tuviste una esposa y niños? —le preguntó Nick.
Kyrian vaciló como si la pregunta le molestara.
—Tenía esposa. Deseaba niños.
Parte de Nick le dijo que se callara, pero quería entender la extraña reacción de Kyrian.
—¿La extrañas?
Sus ojos se oscurecieron con ira.
—Sin ánimo de ofender, no quiero hablar de ella.
Aquello le decía mucho a Nick sobre Kyrian y la relación con su esposa. Se preguntó si ella era quien lo había traicionado y lo hizo convertirse en un Dark‑Hunter. Hombre, lo que había arrastrado a su esposa a traicionarlo, era lo suficientemente malo para negociar su propia alma en busca de venganza.
—Lo siento. No voy a hablar de ella nunca más.
Los rasgos de Kyrian se suavizaron.
—Ten cuidado a quién entregas el corazón, Nick. Asegúrate de que cuando ofrezcas el tuyo, obtengas el suyo a cambio.
—Sí, pero ¿cómo lo sabes? —Obviamente Kyrian había sido engañado.
¿Cómo podría evitarlo Nick cuando alguien tan inteligente y experto como Kyrian había sido aporreado?
Kyrian suspiró.
—Ese es el truco. Las personas engañan y mienten. Cuanto más hay, más planean tomar y más a menudo lo intentan. El mundo es un lugar feo, y la gente, al parecer, en su mayoría piensa que es mejor y más fácil tomar de los demás que ganárselos ellos mismos.
Nick frunció el ceño ante la amargura en la voz de Kyrian.
—Entonces, ¿por qué luchas para protegernos?
Kyrian otorgó una media sonrisa extraña.
—Porque cada vez que pienso que no vale la pena, que la gente merece la miseria de sus vidas, me encuentro con alguien que me hace replantear eso.
—¿Como quién?
Revolvió el pelo de Nick cuando salieron de la cocina y fueron al Lamborghini de Kyrian.
—Un sabihondo Cajun que besa el suelo por el que su madre camina. Uno que estaba dispuesto a dar su vida para proteger a dos extraños de sus mejores amigos, a pesar de que necesitaba el dinero para comer. Una mujer que está dispuesta a rebajarse a sí misma para alimentar a su hijo. Otra que enfrentó a un cártel de drogas con el fin de proteger a su familia y su pequeño pueblo. Esa clase de amor me recuerda al humano que una vez fui. Las personas como tú, tu madre, y Rosa se merecen a alguien que cuide sus espaldas.
Nick pensó en eso cuando una sensación de calor se precipitó a través de él. Nadie le había dicho nunca nada amable a él, sobre todo, no alguien tan respetable y decente. Kyrian era el tipo de hombre que quería ser.
—¿Qué fuiste cuando eras humano? —le preguntó.
—Un antiguo General griego.
—¿En serio? —Por alguna razón, lo sorprendió.
Kyrian inclinó la cabeza mientras salía del camino de entrada y se dirigía hacia el apartamento de Nick.
—¿Ganaste alguna gran batalla?
—Oh, sí. Era el azote de Roma. Yo y mi amigo y mentor Julian Augusto los contuvimos y luchamos alejándolos como un equipo. Durante nuestra vida humana, nos agasajaron como héroes griegos, y relataron nuestras historias durante siglos después de que habíamos muerto.
Eso era realmente impresionante.
—¿Falleciste en la batalla?
Kyrian dejó escapar una risa amarga.
—Lo dudo. No había ningún hombre vivo que pudiera derrotarme. Ninguno.
De repente, Nick entendió, al recordar lo único que había aprendido de su padre preso.
—Nunca es un enemigo de fuera quien te derriba. Siempre es el enemigo interior.
Él asintió con la cabeza.
—Protege tu espalda, Nick. Es por donde no llegas a verlo venir. En quien confías la traición es más letal. Conocen tu debilidad y saben cómo golpear el punto más bajo. Es cuando les das la espalda y la guardia está baja que se mueven para matar.
Su padre le había dicho lo mismo.
—Lo siento.
Kyrian se encogió de hombros antes de girar a la derecha.
—No lo hagas. Todo el mundo sufre al menos una mala traición en su vida. Es lo que nos une. El truco es no dejar que destruya tu confianza en los demás cuando sucede. No dejes que te arrebaten eso de ti, también.
Nick asintió con la cabeza.
—¿Crees que alguna vez te casarás otra vez?
—No, los Dark‑Hunters no están autorizados hasta el momento ni tienen novias. El matrimonio está absolutamente fuera del cuadro.
—¿Qué pasa con los niños?
—Estoy muerto, Nick. Sin capacidad de procrear.
Nick se encogió y se ahuecó a sus muchachos con horror.
—¿Así que no podéis…?
—No he dicho eso —replicó Kyrian como si estuviese totalmente ofendido—. Podemos dormir con alguien. Simplemente no podemos fecundar.
Ah, bien. Eso tenía sentido.
—¿Se puede contraer alguna enfermedad?
—No.
Nick se quedó en silencio al contemplar lo que sería ser inmune a la enfermedad. Vio la velocidad del tráfico por delante de ellos cuando Kyrian dobló entrando en su barrio. Ruinoso y destartalado con coches averiados y céspedes marrones, era un claro contraste con los terrenos inmaculados que Kyrian pisaba.
Suspirando, Nick vio el lúgubre, deteriorado dúplex que él y su madre llamaban casa.
Kyrian estacionó en el frente.
—Hasta mañana.
—Sí. Ten cuidado.
—Siempre. Llámame si necesitas algo.
Nick asintió con la cabeza mientras abría la puerta y salía. No se movió hasta que Kyrian se había ido, luego se dio la vuelta y se dirigió hasta la acera rota que conducía a su casa.
Menyara salió a su encuentro para darle la bienvenida. Pequeña y hermosa, había sido la partera que lo había traído a este mundo. Por razones que nunca dio, había acogido a su mamá en cuanto estuvo embarazada de él. La tía Mennie había estado con él toda la vida, y era la única familia que él y su madre tenían. Vestida con una falda blanca suelta y la parte superior de color azul claro, tenía su cabello estilo Sisterlocks retirado de la cara con un pañuelo blanco.
—Hola, tía Mennie.
Lo abrazó mientras se acercaba a ella.
—¿Dónde has estado, cariño?
—En el trabajo. ¿Mamá está en casa?
Ella asintió con la cabeza.
—Me dirigía a ver si quería ver la televisión ésta noche.
Como no tenían un sistema propio, a menudo Mennie les dejaba verlo en su casa. También compartía su teléfono con ellos.
Nick abrió la puerta de su pequeño piso, que era básicamente dos habitaciones. El pequeño habitáculo de su madre y luego la "gran" sala que tenía un área para la cocina en la misma. En la pared del fondo estaba su habitación, que consistía en mantas de color azul colgadas en un alambre. Su madre y Mennie lo habían hecho para él una vez que llegó a la pubertad para que pudiera tener algún grado de privacidad.
Su madre estaba sentada en el único taburete del mostrador de desayuno, leyendo el periódico. Levantó la vista y sonrió a su entrada.
Nick dejó caer la mochila en la puerta antes de cruzar la pequeña estancia para abrazarla.
—¿Qué estás haciendo?
Mennie cerró la puerta, luego se movió para unirse a ellos.
—Estaba buscando para ver si puede haber un apartamento en alquiler en el barrio.
No sabía quién era el más sorprendido por las inesperada palabras de su madre. Él o Menyara.
—¿En serio?
Mennie arqueó una ceja, pero ella no dijo nada.
—No tengo nada contra ti, Menyara —se apresuró a decir su madre—, sabes cuánto te quiero y lo agradecida que estoy por todo lo que has hecho.
—Pero quieres estar más cerca del trabajo. —El acento criollo de Mennie era más denso de lo normal.
Su madre asintió con la cabeza.
—Y la escuela de Nick. Siempre tiene que correr para alcanzar el tranvía. Me gustaría que no tuviera que empezar el día con tal ansiedad.
—El diablo está sentado sobre carámbanos, ¿no? —le preguntó Nick.
Ella se echó a reír.
—No, cariño. Es que no creerías lo de las propinas de la gente en el Santuario. Oh mi Dios, no tenía ni idea. Entre mi salario y propinas, estoy haciendo cuatro veces más dinero que antes.
Nick le otorgó una sonrisa de esperanza.
Torció la cara hacia él.
—Muy bien. Tanto tú como Bubba sois perdonados por hacer que me despidieran.
—¿En serio?
—Por supuesto. De hecho, estaba pensando en invitaros a ti y a Mennie a cenar fuera esta noche para celebrarlo.
Eso sonaba muy bien, pero había un pequeño problema.
—Estoy lleno. Rosa hizo pavo Tetrazzini que está increíblemente delicioso. Traje algo a casa para ti, también. Incluso hay suficiente para Mennie. —Regresó a su mochila para sacarlo.
Tan pronto como puso la camiseta en el suelo su madre aspiró bruscamente.
Nick se congeló ante el sonido que por lo general le anunciaba a él metiéndose en problemas.
—¿Algo está mal?
—¿Qué haces con eso? —Señaló la camiseta.
Bajó la mirada hacia ella y se preguntó por qué su presencia había provocado su reacción.
—El entrenador me quiere de vuelta en el equipo.
Su madre se mostró escéptica.
—¿Hablas en serio?
—Sí. Les falta un par de tipos para el equipo, así que.
—No pareces feliz por eso —dijo Menyara.
Ese era el único inconveniente de Mennie. Tenía el don de la clarividencia y sabía muchas cosas que él no contaba.
Les ofreció a ambas una falsa sonrisa. Lo último que necesitaba era que averiguaran lo que el entrenador quería de él. Dios le ayudara si Mennie percibía lo que era.
—Estoy feliz.
—Nicky. Soy tu madre. No me mientas. ¿Qué tiene de malo?
Su entrenador era un psicópata, eso era lo que estaba mal, pero no podía decirle eso. Si lo hiciera, marcharía a la oficina y causaría un escándalo que sería encarcelada con seguridad. Cuando se trataba de él, su madre tendía a perder toda la cordura.
—No es nada. Te lo prometo.
Le dirigió una mirada que decía que no estaba convencida. Por suerte, Mennie la distrajo mientras sacaba las sobras y llevaba el envase a la cocina.
Tan pronto como terminaron de comer, Mennie y su madre se fueron a ver la televisión mientras él se quedaba con el pretexto de hacer los deberes.
No era una mentira completa. Estaba trabajando en algo que involucraba a la escuela.
Una vez que estuvo seguro de que no sería molestado, llamó a Madaug otra vez.
—¿Qué? —Hombre, Madaug ni siquiera se molestó en disimular su irritación por haber sido interrumpido.
—¿Has encontrado algo? —le preguntó Nick.
—No.
—¿Nada?
—Te estás perdiendo mi punto de vista, Nick. No he descubierto nada. Éste tipo es un completo fantasma. No hay antecedentes sobre lo que se pueda encontrar. No hay una escuela en éste país que tenga un entrenador Devus, y con un nombre inusual, debería ser bastante fácil de encontrar. ¿Cierto?
Nick se sentado allí, trataba de digerirlo. Madaug estaba en lo cierto. No debería haber ningún problema para encontrar información sobre un tipo con un nombre así.
—¿Hablas en serio?
—Sí. El único entrenador Devus que puedo encontrar es uno que entrenó en Tech Georgia en, fíjate, 1890.
—¿1890? —Nick boqueó—. Algo así como hace más de cien años, 1890.
—Sí. Fue el entrenador principal en el primer juego de rivalidad entre UGA y Tech para la Copa del Gobernador. Tech derrotó a los Dawgs 28-6. Conseguir eso. Y te puedes creer que al día siguiente, todo el equipo, incluido el entrenador, murieron en un fuego que se inició en el edificio donde estaban celebrando su victoria.
—Eso es una mierda. —Era algo que le pasaría a él. La asquerosa suerte Gautier era toda una leyenda.
—¿Pero no lo es? De todos modos, ese es el único Devus que puedo encontrar.
Eso no tenía ningún sentido en absoluto.
—Me dijo que ha sido entrenador durante años. Ha de tener un historial de entrenamiento en alguna parte.
—No se puede encontrar ni un rastro de eso, y créeme, he mirado. Incluso he pirateado los registros de la escuela. Su currículum no está en línea. Sin eso, estoy atascado. No sé dónde más buscar. Me he golpeado con más muros en éste punto que un ratón ciego en un laberinto de ensayo con paredes cambiadizas.
Sólo Madaug, cuyos padres eran científicos, propondrían eso para un ejemplo.
Nick suspiró cuando la repugnancia lo llenó. Temía lo que iba a venir, pero sabía que significaba una sola cosa.
Había que buscar en la oficina del entrenador y ver si podía encontrar algo sobre su pasado. Mierda. Mierda. Mierda. ¿Cómo conseguía meterse siempre en éstas cosas?
Si todo lo que había hecho en su vida anterior justificaba la miseria de éste, esperaba haber disfrutado cada minuto de ella.
Vamos, Nick. Piensa. Tiene que haber otra manera.
Por desgracia, no la había. Eso era todo. Tendría que entrar y rezar para que no le pillaran.
—Muy bien —dijo Nick—, voy a buscar más información para ti mañana. Gracias por buscar por mí.
—De nada. Y ten cuidado. No sé por qué, pero me asusta.
Teniendo en cuenta el hecho de que Nick estaba bastante seguro de que el entrenador había matado a su compañero de clase, Devus no lo llenaba exactamente de calor y luz del sol.
—Buenas noches, M.
—Adiós.
Nick colgó, entonces llamó a Caleb, que respondió al segundo timbre.
—¿Te estás muriendo? —¿Era una nota de ilusión en el tono de Caleb? ¿O estaba siendo paranoico?
—No —respondió Nick, orando por la paranoia, pero estaba bastante seguro de que Caleb tenía la esperanza de que estuviese al borde de la muerte.
Caleb dejó escapar un profundo suspiro.
—Entonces, ¿por qué llamas?
—Me preguntaba si sabías algo sobre Devus.
—¿Aparte de que es nuestro nuevo entrenador?
—Sí, Caleb. Algo un poco más que eso.
—En realidad no. ¿Por qué?
Nick dudó, decidió entonces que era una criatura en la que él podía confiar con la verdad.
—Me amenazó antes.
Caleb se materializó justo delante de él con el teléfono todavía en la mano.
—¿Qué quieres decir, con que te amenazó? —dijo en el tono de demonio.
Ahora que estaba de servicio. Completamente sorprendido por la repentina aparición, Nick miró el teléfono en la mano de Caleb, a continuación, apartó la vista otra vez. Sí, bien, sabía que Caleb tenía poderes de demonio y tal, pero maldición.
Impresionante.
Colgó el teléfono, ya que, obviamente, no lo necesitaba más tiempo para hablar con Caleb.
—Me dijo que si no robaba algunas cosas para él, tendría que meterme en la cárcel.
Caleb resopló.
—¿Y le creíste algo tan estúpido?
Ofendido en el alma, Nick lo miró.
—Estúpido o no, estoy bastante seguro de que él es el que incriminó a Dave y luego lo mató esa misma noche mientras estaba en la cárcel.
Caleb hizo rodar los ojos, lo que desencadenó su temperamento.
—Nick, ¿verdad? Tu paranoia debe estar registrada en una sala famosa en alguna parte.
—No soy paranoico —gruñó—. Usa tus poderes y mira. Te estoy diciendo la verdad.
Caleb le dedicó una mirada de irritación antes de cerrar los ojos y concentrarse.
Sintiéndose arrogante, Nick se cruzó los brazos sobre el pecho y tamborileó con el pie. Ahora la verdad saldría y sería reivindicado y un demonio feroz le debería una disculpa enorme.
Un Caleb iba a servir un trozo enorme de humildad.
Después de unos minutos, Caleb abrió los ojos.
—No consigo nada
El temor pasó por Nick. Tenía la sensación de que eso no era bueno, y que iba a tener que poner el pastel de humildad de nuevo en el horno.
—¿Qué quieres decir? —preguntó con aprensión.
La mirada fría de Caleb fue directamente a través de él.
—El entrenador es humano. Lo sé muy bien, pero…
La esperanza volvió mientras mentalmente ponía un guante de cocina sobre el pastel de nuevo.
—Pero, ¿qué? —le preguntó Nick.
Caleb se encogió de hombros.
—Es como si fuera un fantasma.
—¿Un fantasma?
—No exactamente. Los espectros son apariciones con la forma de alguien que ha vivido.
Nick estaba tratando de entender.
—¿Cómo una imagen posterior?
—Es la analogía más cercana. Pero a diferencia de una imagen posterior, un fantasma por lo general aparece justo antes de que alguien muera, a la persona que está marcada para la muerte.
Ahora eso era algo que Nick no quería oír.
—Acabas de ponerme la piel de gallina.
—La mía también. —Caleb vaciló antes de hablar otra vez—. He estado alrededor de un montón de fantasmas, y a él no lo siento como uno tampoco, sin embargo. Es una sensación extraña. Como humano envuelto en el mal.
—Oh, genial. Nuestro entrenador es un perrito caliente con piel satánica.
Caleb dejó escapar un sonido de frustración.
—Sabes que no se puede tratar contigo cuando estás en ese ánimo. Permíteme hacer algo de investigación y te informaré.
—Voy a estar aquí a menos que el entrenador me mate.
Caleb parecía menos que divertido por su intento de humor.
—No salgas por la puerta, y si aparece, me llamas.
—Siempre que los dedos funcionen.
Con un ojo aleteando con su molestia, Caleb se desvaneció en una nube de humo rojo.
Solo y preocupado, Nick consideró todo lo que ocurría. Nada de eso era un buen augurio para él. De hecho, sintió las llamas lamiéndole los cuartos traseros. Tenía que quitarse al entrenador de encima. Eso era el primer encargo.
Quería más respuestas, pensó en consultar su libro nuevo, pero lo último que necesitaba era otra migraña.
No, eso era algo que podía averiguar por su cuenta. Estaba seguro de ello. Sentado en la plataforma que componía su cama, sacó la lista de robos del entrenador y echó un vistazo a los artículos otra vez.
Debajo del collar de Kody estaba el anillo de clase de Stone. Sí, así trabajaría. Podía verlo ahora en la mente. Él caminaría hasta Stone, sonriente. Hola, Stone. ¿Te importaría entregarme tu anillo que está hecho del verdadero oro de 24 quilate? Uno que tiene un diamante verdadero en él. Sólo hazte a la idea de que soy tu chica y me lo das.
El hombre lobo le destriparía.
Pero debido a que estaba en la lista, sabía que Stone no formaba parte del “grupo seleccionado” del entrenador. La pregunta era, ¿quién lo había contratado, y por qué habían sido elegidos? ¿Devus sabía sobre su pasado criminal? Nick odiaba esa parte de sí mismo. La desesperación le había motivado a hacer algunas cosas de las que no estaba orgulloso, tal como vigilar a los policías, mientras que sus "amigos" robaban en una tienda. En aquel momento, le habían parecido un delito inofensivo, un crimen sin víctimas e hizo un montón de dinero que había ayudado a su madre con las facturas. Se había convencido de que no hería a una persona real, solamente a alguna corporación inofensiva mundial que no se preocupaba por la gente como él. Se había dicho que algunos grupos del mundo se alimentaban de gente como él y se reían mientras lo hacían. Esa había sido su justificación.
En la última visita para ver a su padre en Angola, había cambiado de manera de pensar mientras escuchaba a algunos de los otros reclusos tratando de justificar sus crímenes. Lo último que quería era ser uno de ellos, sentado en la cárcel, culpando al mundo por sus decisiones equivocadas. Nada merecía la pena su libertad y respeto a sí mismo, sobre todo el dinero, y ciertamente no lastimando a alguien. Si pudiera devolver algo de lo que Alan había robado, lo haría. Por desgracia, había usado el dinero para comprar comida.
Pero un día.
Devolvería a todos los que había robado cada moneda.
No hay manera de que el entrenador supiese de eso. Debido a que la culpa era muy dura para él, Nick rara vez pensaba en ello, y ni una sola vez, se lo contó jamás a una sola alma fuera de Tyree y Alan, que habían estado allí con él. Como no iban a la escuela, el entrenador no podría haber hablado con ellos.
Él no lo sabe.
Sin embargo, de alguna manera, había escogido a Nick de entre la manada para ese terrible plan suyo. Volviendo a mirar la lista, se encogió. El entrenador quería algo de casi todo el mundo de los dos primeros cursos.
Qué extraña variedad, sin embargo. Relojes, anillos, collares, y dos cepillos para el cabello. ¿Por qué cepillos para el cabello? ¿Cómo podría el entrenador obtener dinero con eso?
El teléfono sonó, sorprendiéndolo. Tratando de calmarse, lo contestó.
Era Caleb.
—¿Dónde está Menyara?
—Al lado con mi madre, ¿por qué?
—Hazme un favor y permanece con ellas.
—¿Alguna razón en particular?
—Sí. Acabo de cruzarme con un Guardia Fringe.
Nick frunció el ceño ante un término que no comprendía.
—¿Un qué?
—Guardia Fringe —repitió Caleb—, son cazadores de recompensas que van tras otros seres sobrenaturales. En éste caso, es la búsqueda de un demonio que se esconde en el cuerpo de un chaval.
—¿Qué tiene eso que ver conmigo? Tengo un demonio colgando cerca de mí —“Caleb”—, pero no uno en mí.
La provocación era dura en su tono.
—Estaba buscando a un chico de catorce años de edad, Nick. Creo que ahora sabemos quién mató a los otros adolescentes que tú y Ash visteis.
Un temblor de miedo le bajó por la espina dorsal. ¿Había estado el demonio dentro de ellos, o simplemente había tratado de entrar en ellos?
—Pero no estoy poseído.
Caleb maldijo.
—¿Quieres dejar de discutir conmigo, Nick, y sólo hacerlo? No se trata de la clase de criaturas que quieres conocer por tu cuenta, y donde hay uno, por lo general hay más, y no son reconocidos por su misericordia o humanidad. Así que haz lo que dije y no te quedes solo. Lo último que quiero es ser interrogado por uno.
—¿Por qué?
—Nick, te lo juro, deja de actuar como un niño de tres años a la hora de acostarse y arrastra el culo al lado o iré allí y te arrastro yo mismo, y no disfrutarás de la experiencia.
—Muy bien. Cálmate. Pon tus cuernos de nuevo en la cabeza —colgó el teléfono.
A diferencia de Caleb, no estaba seguro que Mennie fuera lo suficientemente fuerte como para luchar contra algo así. Aunque era una sacerdotisa vudú con algunas habilidades bastante impresionante, no quería ponerla en peligro. Sin embargo, tenía un montón de símbolos de protección en su casa. Por lo menos podía hacer uso de ellos.
Metiendo el brazo devuelta en el cabestrillo, se levantó y se dirigió hacia la puerta.
Salió a la calle, y luego cerró la puerta. Arrugando la nariz, frunció los labios. ¡Ew! ¿Qué era ese espantoso olor? Eran huevos podridos mezclados con fertilizantes y una pizca de vómito. Gah, olía como a Stone teniendo otro accidente en la clase de Química. Se llevó la mano a la nariz y se dirigió hacia Mennie.
Pero en el momento que lo hizo, una sombra cayó sobre él y le agarró por detrás.


[1] El término 'bubba' se refiere a un sureño típico en los EEUU.

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