miércoles, 14 de marzo de 2012

INV cap 18

No había mucha gente que recibiera discursos inspiradores de demonios. Nick se consideraba afortunado en ese sentido.
O maldito.
—Vamos, Nick —se dijo a sí mismo—. Concéntrate.
Se suponía que tenía todos estos poderes sin explotar a la espera de ser cuidadosamente desatados. Ya era hora que aprendiera a usarlos.
Hace apenas una hora, otro chico de catorce años, había sido encontrado muerto a sólo tres manzanas al norte del Santuario, el mismo estilo, con el peculiar emblema alrededor de su cuerpo.
Su entrenador planeaba entregarle todas sus almas a su jefe como la cereza en un helado de chocolate casero especial para que Devus pudiera seguir adelante y repetir sus delitos una y otra vez.
Bueno, Nick Gautier no era una cereza y no era tonto.
Honestamente, ya no sabía lo que era, pero no podía mantenerse al margen y dejar que otras personas murieran o se convirtieran en víctimas. No si podía evitarlo. Era el momento de luchar, y la lucha era la única cosa que entendía bien.
—Puedes hacer esto. —Apretó el puño con fuerza alrededor del cordón y pensó tan duro como pudo.
Era inútil. Las lecciones de Grim eran más irritantes que útiles. Frustrado, empezó a bajar la mano, sólo para sentir una presencia cálida a su lado. La habitación estaba bañada con una luz suave y brillante que parecía emanar la sensación de amor y aceptación de una madre. Era tan reconfortante, que quería perderse en ella.
Kody apareció a su lado con los pies plegados bajo ella.
—Puedes hacer esto, Nick.
Ella le sonrió, y le bailaron las entrañas. Dios, era la chica más hermosa que había visto nunca. Siempre se veía tan dulce y acogedora.
—Hola —susurró, con cierto miedo de que estuviera soñando y se desvaneciera.
La sonrisa de ella se ensanchó.
—Hola.
Kody sabía cuál era su trabajo. Mantener a Nick en el camino recto o entregar su cabeza en una bandeja a los poderes que la habían enviado. Pero cada vez que miraba a esos ojos de color azul oscuro, perdía una parte de sí misma en ellos.
Una parte de sí misma en él.
Era un hombre difícil de no amar. Todo ese poder envuelto en el cuerpo de alguien que todavía era inseguro y vulnerable. Alguien que siempre ponía las necesidades de los demás por encima de las suyas. Él no usaría sus poderes para servir a sus propios intereses. Era para proteger a los demás que estaba sentado aquí completamente frustrado.
Cerró las manos alrededor de las de él.
—Estás tratando de forzarlo.
—Lo necesito para que funcione. No tengo tiempo para esta mierda.
Ella le dirigió una mirada en reprimenda. Sus hermanos siempre habían sido como él, también, a ciegas abriéndose paso a la fuerza cada vez que se topaban con una oposición.
Viste lo que obtuvieron por ello.
Se obligó a hacer a un lado el dolor. Esto no era sobre ellos y la estupidez que los había condenado a los dos y arruinó sus vidas. Una estupidez que casi había terminado con todo el planeta.
Se trataba de Nick y su idiotez actual.
—Y si estuvieras construyendo una estantería y al clavarla se te rompe a la mitad, porque no lo controlas, ¿qué tienes?
—Astillas.
Ella sonrió.
—En efecto.
Nick se estremeció mientras ella se inclinaba en su contra y le sostenía las manos entre las suyas. Tenía la piel más suave que había sentido nunca. Como cálido terciopelo.
—Cierra los ojos.
Su aliento le hizo cosquillas en la piel mientras le obedecía.
—Ahora, imagina en tu mente lo que quieres saber y escucha al universo mientras te habla.
Lo intentó, pero en ese momento todo en lo que realmente podía centrarse era en lo bien que ella se sentía contra él. Oh sí, soy retorcido.
—¿Consigues algo?
Um, sí, pero no estaba dispuesto a ir allí.
—Nunca voy a conseguir que funcione.
Ella dejó caer sus manos entrelazadas, a continuación, tomó la hematita en la palma de la mano como si quisiera probar su peso.
—Tal vez el péndulo no es lo tuyo.
—¿Qué quieres decir?
—Todo el mundo es diferente. Lo que funciona para uno no siempre funciona para otro. —Alzó las manos frente a ella y las puso de modo que se formó una bola en su regazo. Susurró en un hermoso lenguaje que él no pudo descifrar. Sin embargo, era uno que podría escuchar todo el día. Especialmente con la cadencia dulce de la musical voz de ella.
Mientras miraba, una extraña luz azul emanaba de sus manos. Pulsaba como electricidad, a continuación, se arremolinó a su alrededor hasta que comenzó a formar una figura. Después de un minuto, la niebla se convirtió en un espejo gris oscuro, casi negro. Pero la superficie no era de cristal. Parecía, más iridiscente y fluida.
Lo sostuvo hacía él.
—Es un espejo de adivinación. Pruébalo.
Aún escéptico, lo agarró con las manos.
—¿Qué hago con él?
—Es una ventana al universo. Vacía tu mente y mira en él. Te mostrará todo lo que necesitas saber y todo lo que buscas.
Con su suerte, lo único que iba a mostrarle era que tenía algo pegado entre los dientes.
O peor. Algo colgándole de la nariz.
Avergonzado ante el mero pensamiento de ese horror, hizo lo que le indicó. En el momento en que lo hizo, de inmediato vio el espejo comenzar a humear. Comenzó a dejarlo caer, pero Kody no se lo permitió.
—Está bien, Nick. Míralo.
Su escepticismo se desvaneció mientras figuras comenzaban a tomar forma y moverse. Al principio, no pudo identificarlas, pero una por una se aclararon hasta que pudo oír voces en la cabeza. Vaya, era como ver la televisión o una cámara de circuito cerrado. Vio a gente que conocía y a algunas que no. Una escena rápidamente se mezclaba para formar otra, cambiando y cambiando tan rápido, que era vertiginoso.
—¿Qué estoy viendo?
—Tu dispositivo. —Ella puso las manos sobre las imágenes—. Este es con el que serás más fuerte. El que te habló en el momento en que le tocaste. Tu don es la adivinación no la clarividencia.
Al fin, había algo que realmente podía hacer. La lecciones de Grim habían comenzado a hacerle sentir deficiente e inadecuado. Pero esto...
Esto lo entendía. Era justo como cuando había mirado a la ventana del coche de Kyrian.
La luz de la habitación se hacía más brillante.
Frunciendo el ceño, se reunió con la mirada de Kody.
—¿Por qué esta viva esta habitación?
—Es mi escudo que está a nuestro alrededor. Puesto que no estás acostumbrado a tus poderes, cada vez que realmente los tocas y fluyen a través de ti, envías una señal buscando a otros de nuestra clase. Es por eso que Caleb te metió en la taquilla. Porque eres tan fuerte, los seres sobrenaturales se sienten atraídos por ti. Pero no tienes los conocimientos necesarios para protegerte y luchar contra ellos todavía. Lo que significa que por ahora eres un regalo sabroso. Si te matan mientras eres débil, pueden absorber esos poderes y usarlos para sí mismos.
¡Qué bien!
—Eso sería malo.
—Extremadamente malo, dependiendo de quién te matara.
Esas palabras le apuñalaron de nuevo mientras sus inseguridades se lo tragaban entero. No estoy listo para esto. Él la miró y reconoció la única cosa que nunca había admitido ante otro ser viviente.
—Tengo miedo, Kody.
—Deberías tenerlo. Pero al mismo tiempo, nos tienes a mí, a Caleb y a Simi, que haremos todo lo posible por ayudarte. No vamos a dejar que te hagan daño.
Si sólo él tuviese la misma fe en sí mismo. Más que eso, no sabía en quien podía confiar realmente. Todo el mundo le decía que confiara en alguien más. Sus entrañas tenían su propia opinión.
Y todo eso le confundía.
—¿Cómo manejas todo esto? —le preguntó, necesitando saber cuánto tiempo le tomaría a él sentirse normal otra vez.
—Nací sabiendo quién y que soy. Eres como un niño que empieza a ser consciente de sí mismo. Mientras hablas y caminas, todavía no sabes que la cocina te dejará una cicatriz o que los cuchillos te cortarán. Tienes que aprender de los peligros de nuestro mundo. Los depredadores y serpientes se encuentran a la espera, esperando la oportunidad de hundirte sus colmillos. —Puso las dos manos sobre el espejo—. Eres más fuerte que nadie que haya conocido, Nick. Y creo en ti.
Cuando ella hablaba así, casi podía creer en sí mismo, también.
Apretándole la mano, tomó el espejo de ella y lo estudió de nuevo. Vio su propio reflejo en un primer momento, y luego las imágenes regresaron. Aparecieron oscuras y ambiguas. Luego, más enfocadas. Con más claridad.
Le tomó un minuto darse cuenta de que estaba viendo el pasado. Como Kody había dicho, era como si estuviera viendo a través de una ventana o a una mosca proverbial en la pared.
Vio a Devus en un viejo traje victoriano sentado en una mesa grande y redonda en lo que parecía ser una oficina de algún tipo con varios hombres que se reían de él.
—El segundo mejor es todo lo que puedes llegar a ser, Walter. Podrías muy bien aceptarlo.
Devus le rastrilló con una mueca.
—Te aseguro, Theodore, ganaremos el juego. Puedes apostar tus millones a eso.
Theodore sacudió la ceniza de su cigarro hacia Devus mientras les lanzaba una mirada burlona a los demás.
—Siempre fuiste un soñador, muchacho. Siempre un soñador. —El anciano se levantó y les indicó a los demás que le siguieran. Cosa que hicieron. Sus acciones le recordaban a un grupo de cachorros siguiendo a su líder.
Devus estaba tan molesto, que parecía estar al borde de las lágrimas. De repente, empezó a tirar cosas y volcar los muebles de la habitación. Arrancó libros encuadernados en cuero de sus estantes y arrancó su propio cabello.
—Voy a ganar —gruñó con los dientes apretados—. Aun si tengo que matar a todos los jugadores en el equipo para hacerlo. Voy a ganar.
Cuando fue a romper el espejo en la pared, se quedó paralizado. Allí mirándole estaba su propio reflejo, pero con una expresión tranquila, no la enloquecida que llevaba en la actualidad.
—¿Realmente querías decir eso que dijiste? —le preguntó.
Dejó el pisapapeles de mármol que tenía la intención de tirar al espejo.
—¿Sobre qué?
—¿Matarías a todos los jugadores para ganar?
Balbuceó durante varios segundos, los ojos realmente con pánico.
—¿Quién eres?
—Soy alguien que puede hacer que suceda. Pero necesito saber si estás hablando realmente en serio. De lo contrario, estoy perdiendo mi tiempo, y eso es algo que nunca haré.
La imagen comenzó a desvanecerse.
—¡No! ¡Espera!
Cuando volvió con una ceja arqueada, Devus se pasó la lengua por los labios.
—Yo‑yo lo dije en serio.
—Entonces pruébalo.
—¿Cómo?
Si lo dijiste en serio, voy a necesitar que me traigas un corazón. Uno recién sacado del cuerpo de un niño de catorce años.
Devus exclamó con horror:
—No. No puedo.
—Es una lástima, entonces. La satisfacción de ganar irá a otro. —La imagen desapareció.
—¡Vuelve!
No lo hizo.
Devus se sentó, moviendo la cabeza, arañando el vidrio para ver si tal vez se lo había imaginado.
—Me he vuelto loco. Lo sé.
Nick podía ver los engranajes trabajando en la mente de Devus mientras debatía qué hacer. No podía creer que el entrenador siquiera lo hubiese considerado. ¿Estaba loco el hombre?
Tenía que estarlo.
El humo de su espejo de adivinación se arremolinó nuevamente, y mostró otras imágenes. Horribles imágenes.
Horrorizado y asqueado, Nick volvió la cabeza mientras el entrenador acechaba a una niña inocente que iba camino a casa después de su trabajo en una fábrica. En un callejón oscuro en el centro de Atlanta, el entrenador la estranguló cruelmente, luego extrajo su corazón.
Por un momento, Nick pensó que vomitaría. ¿Cómo podía alguien ser tan frío? ¿Tan brutal? Cualquier simpatía que pudiera haber tenido por Devus se había ido, y en su lugar había una dura y fría condena.
Devus había quitado su última vida. Esta locura se iba a detener aquí y ahora.
Kody vio como Nick luchaba para no ponerse enfermo. Mientras mantenía la cabeza apartada de las acciones espeluznantes del entrenador. Eso le dio esperanza. No sentía curiosidad o interés en la brutalidad en absoluto. Estaba disgustado, como cualquier persona normal lo estaría.
De hecho, no miró de nuevo hasta que el entrenador había regresado al espejo con el corazón de la niña dentro de una caja de madera. E incluso entonces, Nick se encogió.
Por favor, déjame salvarte, Nick. Por favor. Quédate así para que no tenga que matarte. Ella tenía bastante sangre en sus manos. No quería más.
Kody volvió su atención hacia el entrenador mientras hacía un pacto que nunca debería haber hecho.
Devus abrió la tapa para mostrar a su espejo encantado lo que había hecho. No había perdido el brillo de orgullo en sus ojos. La arrogante esperanza de un hombre que lograría su objetivo a toda costa.
—¿Es esto suficientemente bueno?
La imagen en el espejo sonrió.
—Perfecto. Mejor de lo que esperaba.
—Entonces dime qué hacer para ganar.
—Tendrás que reunir un objeto muy personal de cada uno de los jugadores. —La imagen en el espejo acercó una mano a Devus para entregarle una bolsa de terciopelo rojo—. Pon sus artículos dentro.
Devus la tomó y asintió con la cabeza mientras el brazo se doblaba de vuelta al espejo.
—Y entonces, ¿qué?
—Quemarás ajenjo y arsénico mezclado con albahaca y cedro. Pon las cenizas en la bolsa con los artículos personales de tus jugadores y, luego, a las tres de la mañana del día en que jugarás, las esparcirás sobre el corazón que tomaste como sacrificio. Siempre y cuando mantengas la caja contigo todo el día, serás invencible. Nada podrá hacerte daño, y la mala suerte no te sobrevendrá. Tu equipo jugará como nunca ha jugado antes y saldréis victoriosos.
—¿Me lo juras?
—Sí, pero no estés tan feliz, entrenador. Pues todo esto viene con un precio muy alto.
Devus frunció el ceño con confusión.
Ya he matado a una niña. ¿Qué más hay?
La imagen del espejo le chasqueó la lengua.
—Su corazón es sólo el catalizador para que tus jugadores den lo mejor de sí mismos. Eso no tiene nada que ver con tu pago.
Tragó saliva con temor.
—¿Y ese es?
—Tu vida.
Su rostro quedó completamente blanco.
—¿Qué?
—Tendrás fama, entrenador. Tal como querías. Una brillante victoria sobre tus oponentes. Incluso seré amable y te daré una noche para regodearte con esa victoria. Pero llegado el mediodía del día siguiente, tú y tus jugadores debéis morir juntos. Imagínate la cobertura de noticias entonces. Oh, la tragedia de los campeones muriendo tras su gran éxito. Serás legendario. Una y otra vez.
Devus tragó con fuerza.
—Eso no es lo que quiero. No me alisté para eso.
No había piedad en los ojos del espejo.
—Sí, lo hiciste. Deberías haber preguntado las condiciones antes de realizar el pacto. ¿Nunca te han dicho que debes leer la letra pequeña?
Las manos de Devus temblaban sin control.
—No es justo.
—La vida nunca lo es. Pero no desesperes. A diferencia de tus jugadores, no te quedarás muerto.
—¿Qué quieres decir?
—Ese es tu pacto, Walter. Siempre y cuando reúnas almas para mí, no tomaré la tuya. Sin embargo, si fallas en entregarme al equipo ganador antes del mediodía, sufrirás tormentos inimaginables por el resto de la eternidad. ¿Entiendes?
Él asintió con la cabeza.
—Bien. Ahora, sé un buen chico y no pierdas tu corazón.

Nick se retiró de la escena con un nudo en el estómago y una furia caliente. ¿Cómo se atreve el entrenador a hacer un pacto así. ¿Y para qué? ¿Vanidad?
Nunca lo entendería.
Kody suspiró, llamando su atención sobre ella.
—Bueno, ahora sabemos cómo empezó todo.
Nick abrió la boca para responderle, pero antes de que pudiera, las imágenes empezaron a reproducirse en la cabeza. Llegaron rápidas y furiosas, como habían hecho en el espejo. Y así como en el espejo, él tenía control sobre ellas. Le hicieron marear y sentir náuseas. Oh, el dolor.
Jadeando, se tendió en el suelo y se presionó el talón de la mano sobre los ojos, tratando de aliviar algo el sufrimiento. Sentía como si el cerebro literalmente le estallara.
—¿Nick? —Kody contuvo el aliento agudamente cuando lo vio convulsionar en el suelo. ¿Qué pasaba? ¿Qué debía hacer?
Ella no sintió que él fuera atacado por nada, y sin embargo eso es lo que parecía. ¿Había desatado involuntariamente algo de él? La sola idea le aterraba.
—¿Nick? —lo intentó de nuevo. Una vez más no respondió.
Reforzó la protección en la sala, por si acaso. Era tan fuerte ahora, que nada podría hacerle una brecha. Tomó la cabeza de Nick en su regazo y lo abrazó esperando que lo que fuera lo dejara ir.
Nick oyó la voz de la niña en la cabeza. Julianne. Estaba hablándole en un tono que sonaba como el hermanito de Madaug. Agudo y doloroso.
«Libérame», le pidió. «Por favor. No quiero herir a nadie. Quiero ir a descansar y estar sola. ¿Por qué él no se va? Ha sido tanto tiempo, y estoy tan, tan cansada».
Era la niña que Devus había asesinado. Ella...
Algo espeso y caliente le corrió por las venas. No era como las otras veces cuando sus poderes se habían apoderado de él. Esto era diferente. Por una vez, sintió que los tenía bajo control. Como si pudiera canalizarlos y dirigirlos.
Cerró los ojos y trató de concentrarse.
Kody se quedó sin aliento y se apartó al ver un aura de color naranja engullir todo el cuerpo de Nick. Era la esencia de un demonio, e hizo que se le erizara el vello de la nuca.
Cuando él abrió los ojos para mirarla, ya no eran azules. Eran de una lavanda vibrante. Del tipo que no pertenecía a un humano.
—Tienes que enseñarme cómo resucitar a los muertos. —Su voz era grave y profunda, y no sonaba para nada al Nick que conocía.
Ella parpadeó dos veces mientras meditaba sobre su petición.
—Está prohibido.
Su voz se calmó a su cadencia normal, cuando se levantó para afrontarla.
—No, no lo está. Es poco aconsejable. Pero la única manera de parar esto es que la niña se enfrente a su asesino. Ella quiere ser libre, y creo que debemos dejarla.
Kody negó con la cabeza.
—No podemos hacer eso, Nick. Tú no eres lo suficientemente fuerte, y no tiene ni idea de lo que abrirán las puertas. Las puertas no se cierran fácilmente.
«Ella te miente».
Nick gimió cuando una voz desconocida le inundó la cabeza.
—¿Quién eres?
No lo dijo.
Pero él la había sentido y honestamente, estaba hasta las narices de tener la Grand Central Station dentro de la cabeza. Personas, cosas, animales. ¡Largo! La terminal está cerrada al público. Id a refugiaros a otro lugar.
Kody le puso la mano en la frente para comprobar si tenía fiebre.
—Soy Kody. ¿Estás bien?
Él le dio una mirada de ¡ni te lo puedes creer!
—No hablaba contigo. Oigo voces en mi cabeza.
—¿Qué es lo que dicen?
Él se golpeó la oreja, en un esfuerzo para tratar de aclararlo.
—No puedo explicarlo exactamente. Yo... Mis poderes se están despertando. Puedo sentirlos. Ellos… —Sus palabras terminaron con un gruñido feroz cuando las entrañas se le retorcieron hasta que no pudo respirar.
Kody entró en pánico al ver sus ojos cambiar de nuevo. Su piel se estaba veteando y formando remolinos. Tenía que hacer algo rápido o lo perdería.
—¡Mírame, Nick!
Él no le hizo caso.
Tenía que calmarlo y obligar a esos poderes a retroceder. Conseguir que sus pensamientos se centraran en algo aparte de su dolor. Sin pensarlo dos veces, ella lo besó.
Nick se estremeció ante la sensación de la boca de Kody en la suya. Y mientras saboreaba esos labios carnosos, suaves, una calma inexplicable se apoderó de todo su ser. Se sentía como si estuviera flotando. Ahuecando su rostro en las manos, dejó que el calor de su boca lo calmara hasta que pudo pensar con claridad de nuevo.
En un acto, le había curado el dolor de cabeza y anclado de vuelta a esta realidad.
Retrocediendo, él la miró.
—Gracias.
Ella inclinó la cabeza.
—Cuando quieras. Ahora, ¿puedes explicarme lo que has oído?
—No. En realidad no. Al principio fue la chica asesinada, Julianne.
Ella pareció menos que convencida.
—¿Está seguro de que era ella?
—¿Qué quieres decir?
—Es muy simple para un demonio aparecer como una persona muerta. Se necesita muy poca energía, y es una manera fácil de motivar a la gente a hacer cosas. Ver a alguien bajo la apariencia de un ser querido o un niño, provoca que la mayoría haga cualquier cosa que le pidas. Piense en ello como un truco.
A Nick no le importó esa idea, pero al menos entendía lo que quería decir.
—Tienes razón. Podía haber estado mintiendo. Pero no lo creo. Una cosa que he aprendido en mi vida es que nada es fácil. —Y el espejo de Devus incluso le advirtió de que no perdiera el corazón de la niña—. Te lo digo, Kody. La clave para esto es la niña cuya muerte lo empezó.
Podía ver la reticencia en los ojos de ella antes de que desapareciera.
—Tienes razón. Para deshacer algo, por lo general hay que ir al punto de partida. Pero...
—Pero, ¿qué?
—Estás hablando de nigromancia, Nick. Eso no es algo para jugar, y no puedes aprenderlo en un par de horas o días. Los nigromantes son una raza completamente diferente.
—¿Cómo es eso?
—Para hacer lo que hacen, pierden una parte de su alma cada vez. Y hablas de la parte más oscura del mal. No es sólo la reanimación del recipiente que hace moverse el cuerpo otra vez. Tienes que reunir el alma, lo que significa que tendrás que arrancarla de donde quiera que haya ido. Y vuelta a nacer. No creo que nada ni nadie pueda tocarla. Pero, de nuevo, no lo sé. Yo no voy por ahí. Por muy buenas razones.
Él le suplicó con los ojos.
—Pero conoces a alguien que lo hace.
Ella se mantuvo firme en su convicción para evitar esta catástrofe.
—No, no lo se.
—Pero conoces a alguien que conoce a alguien.
Su persistencia era tan molesta como él era juguetón y lindo. ¡Uf! Ella era como el tren descarrilándose, y no había nada que pudiera hacer para detenerlo.
Si sabía algo acerca de Nick, era que él era testarudo. No había nada que ella pudiera hacer para influir en esto.
—Los dos conocemos a ese alguien. Vamos, pilla la chaqueta y vamos a casa de Caleb.

Paseando frente a su gigante vestíbulo de mármol, que era tan elaborado que hizo parecer a Kyrian como un pordiosero, Caleb miró a Nick y luego a Kody.
—¿Es que habéis perdido por completo la cabeza? Juro que no puedo dejaros solos ni tres segundos sin que os descarriléis y os hagáis daños vosotros mismos. —Entornó la mirada sobre Nick—. Esperaba esta estupidez de ti, pero tú… —Se dio la vuelta para mirar entonces a Kody—. Esperaba algo más.
Ella se encogió de hombros sin poder hacer nada.
—Traté de decírselo. No me escuchó. Mierda. Lo sabes.
De cara a Nick, Caleb hizo un gesto señalándola.
—Escúchala, Nick.
Nick no estaba tratando de ser difícil. De verdad. Comprendió su pánico y preocupaciones, y estaba agradecido por ello. Pero él sabía lo que había visto y oído.
—Me escucharéis por una vez. Puede que no esté tan versado en esto como vosotros, pero sé lo que vi. Vosotros y todos los demás me decís que aprenda de mis poderes, arr, aprender de mis poderes. —Imitó a un loro antes de continuar en su tono normal—. Y entonces cuando lo hago, me decís que no sé de lo que estoy hablando. —Levantó las manos en señal de rendición—. Muy bien. Ganáis. Abandono. Tratar vosotros con esto. Me voy a casa. Recogeré todos mis objetos personales, y cuando tú, Caleb, termines muerto porque el entrenador tiene tu suspensorio o cualquier otra cosa que yo no robe, pero alguien más lo haga, no me llames. Ya he terminado y me voy a esconder en un bunker hasta que todo esto pase. —Se encaminó hacia la puerta, pero en el momento en que llegó, se cerró en su cara.
—Te odio, Nick —dijo Caleb arrastrando las palabras.
—El sentimiento es mutuo, demonio.
Con un suspiro de irritación, Caleb se volvió hacia Kody.
—¿De verdad crees que esto es inteligente?
—No, en absoluto. Pero no tengo una idea mejor. ¿Y tú?
—Me siento como si estuviera a punto de entrar en un sketch de los Monty Python —murmuró Caleb mientras sacaba el móvil y empezaba a marcar. Él los fulminó con la mirada mientras sonaba, sonaba y sonaba.
Haciendo una mueca por el retraso, Nick miró hacia Kody.
—¿No tienen los nigromantes buzón de voz?
Ella se encogió de hombros.
—Hey —dijo Caleb finalmente—. Soy Malphas… Sí, ha pasado mucho tiempo y necesito un favor. ¿Estás muy lejos de Nueva Orleáns?
Nick podía oír una voz profunda en el otro extremo, pero no pudo distinguir ninguna palabra suelta.
—Muy bien. Te veré entonces —Caleb colgó el teléfono y siguió con la mueca de disgusto sobre ellos—. Estará aquí en un par de horas.
—¿De dónde viene? —le preguntó Nick.
—No lo ha dicho y sé que es mejor no curiosear. —Se frotó la línea de la ceja—. Vosotros sabréis lo que hacéis.
Kody se volvió entonces hacia Nick.
—Para que conste, Nick. Usar el espejo no debería asustarte. Esto sí.
—Deja de quejarte —dijo Nick—. Lo sé, ¿de acuerdo? O cometo un error garrafal o termino con esto. En lugar de malgastar nuestra energía en tanta negatividad, ¿por qué no hacemos algo positivo?
—¿Cómo qué? ¿Tirar de los brazos de Nick hasta que llore como una niña?
Kody se echó a reír.
Ni que decir que Nick no encontró divertido el sarcasmo de Caleb.
—Gracias por delatarme —le dijo a Kody.
Ella se puso seria.
—Todavía no lo he hecho, pero la noche aún es joven.
Y mañana tenían escuela. Nick miró su reloj.
—Mierda. Tengo que volver a casa.
Caleb le contradijo.
—No creo que eso sea una buena idea. ¿Alguna posibilidad de que tu madre te deje pasar la noche fuera?
—Si le digo que estamos estudiando, lo haría.
Caleb se burló.
—Estamos estudiando. Las maneras de sobrevivir las próximas horas. Es un tema muy importante, también.
Nick no podía estar más de acuerdo. Sacando el teléfono, llamó a su madre, que estaba todavía trabajando en el Santuario.
—Oye, cariño, ¿qué necesitas?
—¿Puedo pasar la noche en casa de Caleb? Estamos trabajando en un proyecto juntos y necesito más tiempo.
—Nick. —Su voz estaba llena de irritación sospechosa—. Sabes que no me gusta que pases fuera una noche cuando hay cole.
—Lo sé, mamá. Y no te lo preguntaría si no fuera de verdad, de verdad, de verdad importante. ¿Por favor?
Ella suspiró.
—Muy bien. No te olvides cepillarte los dientes.
—No lo olvidaré.
—Llámame si me necesitas.
—Lo haré.
—Muy bien. Dime que me quieres, y te dejaré ir.
Su rostro se puso al rojo vivo mientras le daba la espalda a Caleb y Kody.
—Te quiero —susurró.
Ella hizo un sonido de besos antes de colgar.
Nick le pasó una mirada hosca a Caleb.
—Chitón.
—Ni lo sueñes. Y tengo que decir que estoy impresionado.
—¿Por qué?
—Tu madre no nos ha interrogado esta vez.
Nick resopló.
—Eso es porque ella ya lo hizo y aprobaste. Se agradecido.
Kody meció los brazos por delante y por detrás de su cuerpo para palmear las manos juntas.
—¿Entonces qué, caballeros? ¿Qué vamos a hacer las próximas horas?
Nick sonrió como si hubiera tenido una idea brillante.
—Hey, Caleb, ¿alguna posibilidad de que tengas un aparato y algunos juegos por ahí en esta enorme mansión tuya?
—Ya lo sabes. Nómbralos y los consigo.

Nick estaba a punto de humillar a Caleb por milésima vez, cuando de repente sonó el timbre.
Los tres brincaron del susto.
Kody se cubrió el corazón con la mano.
—Supongo que es nuestro amigo.
Caleb usó sus poderes para trazarse abajo y dejarlo entrar.
Nick tomó el camino más humano y cruzó la casa hasta llegar al rellano para mirar abajo. Por la forma en que Caleb y Kody lo habían tratado, él había esperado ver aparecer a un enorme, descomunal montañés con un largo abrigo.
Pero el hombre que entró a grandes pasos era todo lo contrario.
Vestido con un pantalón de bolsillos verde oliva, y una fina camiseta negra, parecía muy normal. Su pelo era un poco largo y al estilo reggae, pero las ondas de color castaño con reflejos rubios todavía estaban de moda. Tenía las manos en los bolsillos, y llevaba colgado un bolso de mensajero marrón oscuro cruzándole el cuerpo.
Mientras Nick bajaba por las escaleras, se dio cuenta de que el tipo también calzaba una par de Birkenstocks gastados. Y una tobillera fina trenzada de hilo verde y negro.
Aunque tenía los músculos bien definidos, era más delgado que fornido. Sin embargo, él era el típico hombre a finales de la veintena principios de la treintena con gafas oscuras de aviador y un aire modesto.
Por lo menos hasta que Nick se acercó. Entonces todo cambió. Se podía sentir el poder que emanaba de él como una batería sobrecargada. Nick incluso juró que podía oír el zumbido de la misma. Y eso no era lo único que podría hacer que un hombre valiente huyera. Estaba cubierto de cicatrices y marcas de quemaduras y tatuajes. Como un veterano de guerra que había sido torturado por sus enemigos.
Nick vaciló.
Caleb se aclaró la garganta antes de presentarle.
—Xenon, te presento a Nick Gautier.
Nick hizo una mueca.
—¿Xenon? ¿Qué clase de nombre es ese?
—El único al que respondo. —Su voz era profunda y ronca, como si no la utilizara con frecuencia. Y cuando Nick acortó la distancia, Xenon se acercó a él con el ceño fruncido. Le rastrilló el cuerpo lentamente de arriba a abajo. No de una manera grosera, pero sí muy minuciosa—. No eres un enigma envuelto en una gruesa capa de contradicciones.
Caleb bufó.
—No te comas la ayuda, X. Lo necesitamos.
—Lástima. —Xenon subió la mano y se quitó las gafas de sol para meterlas dentro del bolso de mensajero. Cuando lo hizo, Nick vio los tatuajes en la mano. Los nudillos de la izquierda deletreaban SUAVE. Los de la derecha DURO.
Nick se rió.
—Unos tatuajes chulos. ¿Tiene algún significado especial?
—Reza para no averiguarlo nunca. —Ignorando a Nick, dirigió su atención a Caleb—. ¿Cuál es la situación?
Nick retrocedió de regreso donde Kody estaba al pie de las escaleras. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, haciéndole saber lo incómoda que estaba. Ella no lo dijo, pero podía oírlo alto y claro por su lenguaje corporal. Él me asusta.
—¿Cuánto tiempo necesitarás para prepararlo? —preguntó Caleb.
—Dos días.
—Tienes uno.
—No me metas prisa, Malphas. Es más un arte que una ciencia. Y si me equivoco en esto… ya conoces las consecuencias.
—Sí. Todavía tengo flashbacks.
—¿Flashbacks? Yo aún sigo con terapia. —El tono de Xenon era lacónico y seco—. ¿Dónde puedo trabajar?
Caleb le llevó al estudio en el lado derecho frente a la puerta principal. Mientras hacían lo que fuera que estaban haciendo, Nick miró a Kody.
—¿Estamos nosotros… Dónde estamos exactamente?
Ella alzó una ceja burlona.
—¿Nosotros, quienes?
—Tú y yo. ¿Qué es exactamente lo que está pasando entre nosotros?
Ella se quedó en silencio durante unos minutos mientras se lo pensaba.
—Honestamente no lo sé. Me gustas. Mucho.
Eso era bueno saberlo.
—¿Pero? —Se temía la respuesta, aunque debía tenerla.
—No deberíamos tener estas confianzas.
—Eres tú la que continúa besándome.
Su rostro llameó en rojo brillante.
—Ya lo sé. Tengo que dejar de tropezar y caer sobre tu boca todo el tiempo.
—Ah... ¿así que eso es lo que era?
Ella arrugó la nariz.
—Por supuesto que lo era.
Él se sintió aplastado por sus palabras.
—Me alegro de que me lo aclares. Ahora lo sé.
Cuando empezó a alejarse, ella tiró de él hasta detenerlo.
—Dejemos pasar un día, ¿vale? A ver dónde nos lleva.
—Soy joven. Soy bueno con eso. —Cayó de rodillas, y fingió gemir y gritar de dolor—. Me voy a morir viejo y solo. Todos los perdedores en la escuela tienen una chica, menos yo. ¿Por qué? ¿Por qué?
—¿Has dejado la medicación?
Nick le guiñó el ojo cuando se puso en pie.
—Debe ser porque he estado alucinando todo el día.
Ella negó con la cabeza y se dirigió hacia él. Sólo había dado un paso cuando algo se estrelló contra la puerta principal.
Intercambiaron un desconcertado ceño fruncido mientras Caleb salía de su estudio para investigar. En el momento que abrió la puerta, un enjambre de demonios irrumpió dentro y atacó.

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