No todos los días te enteras de que estas destinado a destruir el mundo. Y mientras las palabras se estrellaban contra Nick, sintió un ritmo lento y disperso como las personas que le rodeaban y que apenas se movían en el espacio. Parecía que él iba a cámara lenta, tratando de alcanzarlos.
—¿Qué estás diciendo? —le preguntó a Kody, tratando de controlar ese momento.
—Es verdad, Nick. Es por eso que tantas criaturas están tras de ti en este instante. Si pueden capturarte mientras eres débil, podrán aprovechar tus poderes y utilizarlos para su propio beneficio.
—No voy a dejar que ellos hagan eso.
Ella inclinó la cabeza hacia él.
—Estamos aquí para asegurarnos de eso. Caleb y yo somos tus protectores. Él de tu cuerpo y yo de tu mente.
¿Eh? Aparte del hecho de que estaba loco, no había nada malo en su mente. ¿Por qué necesitaba su propio protector?
—Eso no tiene sentido.
—Por supuesto que sí. Piensa en esto por un segundo. Tu bondad y tu libre albedrío es lo único que te impiden romperte y volverte apático. Debes aférrate a esa parte de ti siempre.
—¿Y si no lo hago?
—Sabes la respuesta.
Mataría a todo el mundo, y toda la gente a su alrededor dejaría de existir. Él negó con la cabeza.
—No creo que me guste esto. No quiero este poder. Tómalos y aléjalos de mí.
—No puedo. Nadie puede. Y ahora, tú tampoco tienes el poder. No eres más que un embrión.
Tal vez había tiempo. Tal vez...
—Entonces no lo voy a aprender.
Si nunca abrazaba sus poderes, no podrían ser utilizados por nadie, ni siquiera por él. Eso debería protegerlos a todos.
Kody no le dio tregua.
—Tienes que hacerlo. Si te niegas, tu mano se verá forzada de un modo u otro, y todos a los que amas pagaran el precio. Tienes que ser lo suficientemente fuerte para protegerte a ti mismo y a quienes te rodean. Es la única esperanza que vosotros tenéis. Es la única esperanza que cualquiera de nosotros tenemos. ¿No lo entiendes, Nick?
—No, no lo entiendo. —Se sentía como si el mundo entero se estuviera derrumbando sobre él. Había un director que se moría por enviarlo a la cárcel. Un entrenador que quería matarlo. Un jefe que era un vampiro asesino inmortal. Sus dos mejores amigos estaban dementes, y su seudo‑novia acababa de decirle que era la bomba final que acabaría con el mundo.
Yo no soy lo suficientemente mayor para hacer frente a esto.
Era sólo un niño.
Sin poder respirar, se reunió con la mirada de Kody.
—Quiero volver a ser normal otra vez. Olvidar todo esto. Quiero pasar las horas jugando irresponsablemente juegos de vídeo y…
—Nick, nunca has sido irresponsable, y lo sabes.
Era cierto. Pero...
Él podía aprender. Estaba dispuesto a hacerlo.
Basta ya. Desde el momento en que había nacido, había tenido que cuidar de su madre. Ver por ella.
Y...
El hechizo de sus compañeros de clase se rompió. En un abrir y cerrar de ojos, todo volvió a la normalidad con una ráfaga fuerte y brava. ¿Ninguno sabía de la batalla que se había librado en medio de ellos mientras corrían por el pasillo, tratando de ir a clase antes del siguiente toque de campana? Ninguno veía los restos que se desvanecían ya en nada más que en un mal recuerdo.
Excepto él.
Nick lo sabía, y él nunca sería normal.
Es mentira. Ella está jugando contigo.
Pero en el fondo, lo sabía bien. Esto no era una mentira. Se percibía como la verdad.
No voy a hacerlo. No lo haré.
Dijiste lo mismo sobre robar y ¿qué estás haciendo?
Teniendo en cuenta el estímulo adecuado, toda persona era capaz de cualquier cosa. Bubba le había machacado con esa idea repetidamente. Incluso la Madre Teresa podía moverse al lado de la violencia si los botones correctos eran pulsados.
Sin embargo, Nick nunca había estado muy seguro de esa analogía.
—Necesito descansar durante un minuto.
Kody se dirigió hacia él.
—¿Quieres que detenga…?
—¡No! —le espetó, aterrado de lo que podría hacer—. No quiero ningún tipo de abracadabra o cualquier otra cosa. Sólo quiero sentarme aquí por un minuto y pensar.
La campana sonó.
Tenía que ir a clase y comenzar su día. Tenía una lista de cosas que robar para su entrenador...
Eso era ridículo, teniendo en cuenta todo lo que estaba sucediendo.
—¿Puedo ser asesinado? —le preguntó, cuestionándose exactamente quién y qué era.
—Oh, sí.
—¿Qué pasa si me muero?
—Honestamente, no estamos completamente seguros. Aparte de que los poderes de tu padre seguirán creciendo hasta que…
—¿Có‑có‑cómo qué? ¿Mi padre?
Ella asintió con la cabeza.
—¿De dónde crees que vino todo esto? Naciste para ser el sustituto de tu padre. Una vez que estés a salvo, el tendrá que claudicar.
—¿Claudicar o morir?
—Si él no da su título de buen agrado, lo matarán.
Bueno, eso explicaba el porqué el hombre le odiaba tanto. Porqué no podía soportar incluso verle. Fuera de todo lo demás que había aprendido, en realidad esto le hacía sentirse un poco mejor. Por primera vez en su vida, comprendió a su padre.
Y…
—Las cosas que mi padre le dijo a la policía acerca de los demonios que lo atacaban…
—Todo eso es cierto, y su fuerza de ahora después será tuya, también.
—Muévete Gautier, vagabundo inútil.
Stone lo empujó con fuerza a su paso.
Nick comenzó a ir tras él, sólo para encontrarse a Kody en el camino.
—Ese es el tipo de reacción que te hará fracasar. Llevará a tus enemigos a tu puerta. ¿Stone realmente vale la pena?
No.
¿Tal vez?
—¿Qué pasa con mi madre?
—Ya conoces la respuesta.
Él era su protector, también. Siempre el hombre de la casa.
—Si yo muero…
—Tu padre tendrá otro hijo. Uno que no poseerá tu humanidad. Tu madre es lo que te hace especial, Nick. La siguiente mujer de Adarian no sería ella. Su hijo no serías tú. Todos nosotros somos la culminación de una parte transcendental de nuestros padres y su pasado. Una parte vital de las circunstancias en las que fuimos criados. Todo lo que nos pasa, bueno o malo, deja una impresión duradera en nuestras almas. Toma una parte de eso, y podrás volver a escribir algo completamente esencial de nosotros. Por lo general, no son las cosas grandes las que nos dan forma. Si no las pequeñas, día a día lo que nos hacen ser quienes somos y quiénes vamos a ser.
La cabeza le latía con fuerza tratando de digerir todo aquello.
—Estoy tan abrumado.
—La mayoría lo estamos, Nick. A pesar de que por fuera aparentemos estar en paz y calma, casi todos nosotros apenas colgamos de las uñas. ¿Sabes por qué Bubba ve Oprah todos los días?
—¿Está loco?
Ella negó con la cabeza lentamente.
—Era el programa favorito de su esposa, y murió mientras lo veía.
Esa noticia le dejó perplejo, casi tanto como la noticia de quien era él en realidad.
—¿Bubba estaba casado?
—Bubba era padre.
Se quedó boquiabierto. ¿Bubba un papá? ¿Cómo era posible que no lo supiera?
—¿Ella lo dejo?
—No de buen agrado. Ella regresó a casa enferma del trabajo, estaba cuidando al bebé cuando alguien irrumpió en su casa y los asesinó. Bubba llegó a casa del trabajo y los encontró, tuvo una crisis nerviosa al poco tiempo. Renunció a su alta tecnología, su altamente remunerado puesto de trabajo y abrió su tienda para poder ofrecer al mundo la seguridad y las armas que necesitaban para proteger a aquellos que amaban. Es por eso que merodea por la noche, en busca de otros depredadores dispuestos a tomar vidas inocentes. Es por eso que no puede dormir y por lo que parece tan obsesionado. Lo está.
Y eso explicaba las clases gratuitas que impartía por la noche sobre la manera de sobrevivir. Las clases de autodefensa en las que reclutaba a tantas mujeres y niños como podía conseguir. La razón por la que mantenía a todo el mundo a distancia a veces.
Todo tenia sentido ahora.
Nick se sintió mal por lo que ella describió.
—Nada de eso era una pequeña decisión. Todo se ve muy importante desde aquí.
—Estás viendo el panorama que está compuesto de pequeños puntitos. Como la pintura de un picnic en la playa. Desde la distancia, parece una imagen bien definida, pero de cerca se pueden ver todos los pequeños retazos que dan la ilusión más grande. La esposa de Bubba decidió salir temprano del trabajo e ir directamente a casa y no al médico. Decidió recoger a su bebé de la niñera y esperar para ir a la tienda de suministros. Ella había pedido a Bubba que volviera a casa temprano, también, pero había decidido que necesitaba trabajar. Si sólo una de esas pequeñas variables cambiara, toda su vida sería completamente diferente.
—¿Lo seria?
Kody arqueó una ceja.
—Si ella hubiera dejado al bebé con su niñera, aún así estaría muerta. ¿Cómo cambiaría algo eso?
—Con un bebé que alimentar, Bubba no se habría dedicado a su tienda. Se habría dedicado al niño, y sería el centro de su mundo.
—¿Cómo sabes eso?
—Mira en tu corazón, y sabrás la respuesta.
Lo hizo, pero no estaba dispuesto a aceptarla todavía.
Kody se inclinó para susurrarle al oído.
—Si no hubieras ido a ver a tu madre la noche en que te dispararon... si te hubieras dirigido a casa después del trabajo como se suponía que harías, no habrías conocido a Kyrian. Tu madre todavía estaría…
—Lo entiendo.
De no haberse enfrentado a Alan, Kyrian no habría salvado su vida tampoco. Kyrian le habría descartado con el resto de la chusma.
Una pequeña decisión.
Una vida alterada por ese evento.
—¿Cómo vamos a saber cuando llegan los momentos importantes?
—Por eso debes aprender tus poderes. Ya has escuchado los refranes, y son absolutamente ciertos. Hombre prevenido vale por dos. El conocimiento es poder. Al entender los matices del mundo que te rodea y cómo sobrevivir a las tentaciones, puedes dominar algo. Incluso a ti mismo.
—El maestro de mi propio destino.
—Precisamente.
—¿El maestro de su destino, señor Gautier? —La señora Richardson se burlaba mientras se acercaba a ellos—. De lo único que será maestro es del castigo. Llega tarde. Los dos. —Les entregó a ambos las notas de atención—. Ahora, vayan a clase antes de que Cenicienta convierta éstas dos en suspensiones.
Nick dejó escapar un suspiro de frustración. Perfecto.
Kody le apretó la mano.
—Vas a estar bien, Nick. Nos tienes a mí y a Caleb aquí. No te abandonaremos.
—Aún no me has dicho lo que eres.
—Soy tu amiga. Eso es lo que importa.
No es el enemigo de afuera el más letal. No sabía por qué ese pensamiento le pasó por la cabeza, pero lo hizo. ¿Era su subconsciente tratando de decirle algo?
¿O era la paranoia?
¿Por qué la vida era tan malditamente dura? ¿Por qué todas las decisiones tenían que ser difíciles? No pudiendo hacer frente a más, se dirigió a su clase mientras trataba de asimilarlo.
Pero al final, volvió a las mismas preguntas. ¿Podría algo que había sido concebido de la oscuridad ser usado alguna vez para el bien? ¿Qué hacia a alguien malvado?
¿Era su nacimiento o su vida?
¿Él controlaba la dirección de su destino o lo hacia algo más?
Un hombre podía perder la cabeza tratando de asimilar todo aquello.
Definitivamente sentía que se estaba volviendo loco. Y mientras tanto, estaba recogiendo los elementos para una causa que él sabía estaba mal. Estoy tomando una mala decisión.
Pero ¿qué otra opción tenia realmente?
No podía ir a la cárcel, y no podía permitir que el entrenador continuara viviendo a costa de las personas. Alguien tenía que detenerlo. Por ahora, le seguiría la corriente, y de alguna manera iba a encontrar la evidencia que necesitaba para poner fin a la corrupción del entrenador.
Luego encontraría una manera de detener la suya.
A las tres de la tarde, Nick se encontraba en la oficina de Devus, sintiéndose incluso peor de lo se había sentido esa mañana. No sabía el porqué, pero era como si estuviera vendiendo a sus hermanos. Ofreciendo a sus compañeros para la masacre.
¿Qué estúpido era eso?
Sin embargo, no podía evitar la sensación.
—¿Qué tienes, Gautier?
—Un caso grave de indigestión, señor —respondió con sarcasmo. Algo que no le congraciaba con el entrenador depredador.
—¿Debo llamar a la directora, entonces?
—No. —Nick vació los bolsillos sobre la mesa. Tenía el cepillo para el cabello, dos muestras de escritura de dos estudiantes de la lista, la bufanda, y… Vaciló con el anillo de la clase que Casey le había dado después del almuerzo, él le había dicho que postergará el ir tras el collar de Kody. Ella no tenía idea de lo que el pequeño desafío podría causarle, y él no quería que Kody la destripara en el pasillo y la convirtiera en otra mancha en la pared.
Nick miró al pesado anillo en la mano que brillaba en la penumbra de la habitación. La piedra brillante en el centro era tan roja como la sangre, rodeada de pequeños diamantes que le hicieron guiños. A diferencia de los otros elementos que su conciencia podría descartar, éste era sin duda un robo, y la culpabilidad lo afligió. Se sentía como su padre, y sobre todo odiaba al entrenador, por haberle causado esa sensación.
No voy a ser ese hombre.
Pero en este momento. En este único instante.
Lo era.
Haciendo una mueca, Nick lo sujetó. Por mucho que Devus quisiera, no le entregaría cosas a él durante el horario escolar.
Devus sonrió mientras lo palmeaba.
—Buen chico. Te has comprado un respiro. Ahora bien, sal y acaba la lista, o yo acabaré contigo.
Obtenía demasiado placer causando dolor. Al igual que mi padre. La comparación realmente le carcomió. Por desgracia, no había nada que pudiera hacer. En quince minutos, estaría fuera de la escuela y él tenía que darse prisa para ir hacia el cementerio de St. Louis para su próxima lección con Grim.
Nick se volvió para irse, pero el entrenador lo detuvo.
—Te diré algo, Gautier. ¿Por qué no te saltas la práctica de hoy y te aseguras de que tendré cuatro artículos más en la mañana?
—¿O qué?
El tono del entrenador había dado a entender que definitivamente había un ultimátum allí.
—Eres un chico listo. Creo que sabes la respuesta.
Voy a la cárcel y muero.
—¿Puedo hacerle una pregunta?
—¿Cuál?
—¿Por qué me eligió para esto?
—Tú eres un desperdicio patético, sin nada que perder. Si murieras mañana, nadie sabría siquiera que te has ido.
Nick apretó los dientes. Eso no era cierto. La vida de su madre estaría destruida. Nunca sería la misma. Mientras que el resto del mundo seguiría, ella no lo haría. Él lo sabía. Y en ese momento, se dio perfecta cuenta de algo. Cuantas vidas tocaba una vida. No siempre con un gran impacto, pero en pequeñas maneras.
Si muriera, Liza tendría que descargar sus entregas, sola. Sí, podría hacerlo sin él, pero siempre afirmó que le gustaba pasar unos minutos charlando con él mientras lo hacia. Ella esperaba sus visitas. Mennie no tienen a nadie para sacar su basura o limpiar el patio. Kyrian no tendría a alguien para romperle el hocico, y Acheron no tendría un amigo humano que sabía todo acerca de su rareza.
No las grandes cosas. Eran las pequeñas cosas de la vida las que realmente importaban.
Se inclinó sobre el escritorio.
—Ahí está usted equivocado, entrenador.
El entrenador lo miró con una mueca petulante.
—¿Cómo es eso?
Nick le devolvió el desprecio con una sonrisa pomposa que encendió la ira del entrenador.
—Le aseguro que si sus basureros dejaran de recogerle la basura, los extrañaría realmente rápido, y querría recuperarlos. No hay ninguna vida, no importa lo que usted piense, que sea insignificante. Todo el mundo tiene un propósito. Incluso usted.
Devus farfulló mientras Nick se daba la vuelta y lo dejaba. Por primera vez en su vida, Nick se sentía como si estuviera experimentando el mundo real tal y como era realmente. Como si le hubieran arrancado unas gafas de la cara y viera la luz del sol en todo su esplendor natural.
Hermoso. Impresionante.
Y aunque no estaba seguro sobre su futuro, en este momento en el tiempo, estaba muy contento de estar vivo.
Tan pronto como la campana sonó, Nick cogió la mochila y se dirigió al cementerio para cumplir con Grim. Kody y Caleb le habían estado más o menos evitando después de su encuentro matutino con el Guardia Fringe. Kody parecía triste.
La ira de Caleb era tan potente, que le daba miedo. Había algo más en juego con el demonio de lo que dejaba ver. Y puesto que Nick no podía luchar contra él sin morir, decidió dejar al demonio hasta solucionar todo lo que le estaba carcomiendo.
No tardó mucho en caminar las pocas calles hasta el cementerio, ubicado en la parte noroeste del barrio, a una manzana más allá entre Conti Street y St. Louis on Basin. El muro enyesado en blanco que lo rodeaba se extendía el barrio entero protegiendo la gran ciudad de los muertos, donde más de cien mil ex habitantes de New Orleans habían sido enterrados. Algunas de las personas más notables de la ciudad yacían allí.
Debido a que Nueva Orleáns estaba tan por debajo del nivel del mar había cuerpos enterrados que tenían una manera desagradable de volver a la tierra de los vivos, la ciudad se vio obligada a encontrar otra manera de hacer frente a los difuntos. Por encima de las tumbas de tierra habían sido levantados mausoleos, que fue lo que dio lugar a que esta zona se conociera como la ciudad de los muertos. Lo más grotesco era que la mayoría de las tumbas compartían espacios, generalmente por una sola familia, pero a veces en grupos como el enorme monumento italiano en el centro. En cuanto alguien moría, sus restos eran puestos en la parte superior de otra persona que se había descompuesto. Era la razón por la que en la ciudad había una ley según la cual ninguna tumba podía ser abierta durante un año entero y un día, para asegurar que los cuerpos estuvieran el tiempo suficiente para una completa descomposición, antes de que la siguiente persona se añadiera. No sabía lo que se hacía si necesitaban una tumba antes de que el tiempo transcurriera, y no lo quería saber.
Algunas preguntas realmente no necesitan respuesta, y esa definitivamente era una de ellas.
Empujando lejos el pensamiento, se dirigió a través de la puerta de hierro negro que se abría para que los visitantes y grupos de turistas, así como los seres queridos pudieran tener acceso al cementerio durante las horas del día.
Honestamente, de alguna manera el cementerio era hermoso dentro de lo espeluznante. Las elaboradas tumbas y estatuas estaban en todas las direcciones, algunas empequeñeciéndole. Si bien la mayoría eran blancas, había otras de colores brillantes, y todo tipo de imágenes y decoraciones de hierro forjado se habían utilizado para dar sabor y belleza a las criptas.
—¡Bu!
Nick maldijo cuando Grim apareció detrás de él y le acojonó.
—¡No hagas eso!
—Nervioso, ¿verdad?
—Estamos en un cementerio, ya sabes.
Grim se echó a reír.
—Claro que lo sé. Es uno de mis lugares favoritos.
—Sí, bueno, no es el mío. No quiero hacer un hábito el pasar mucho tiempo aquí. Calculo que un día voy a ser un residente permanente, no hay necesidad de apresurarse y visitarlo, mientras yo no lo sea.
—Me encanta tu forma de ver las cosas, muchacho. Ahora sígueme.
Nick lo hizo hasta que se dio cuenta de que Grim no tenía una sola sombra.
Tenía tres.
—¿Qué…?
Grim se detuvo a mirarlo por encima del hombro.
—¿Qué?
Nick señaló a las sombras.
—¿Qué pasa contigo?
—Conoces a mis amigos. Pain y Suffering estaban nerviosos, así que les relegue al estado de sombra durante el día.
Él siguió avanzando.
Nick no estaba seguro de que le gustara eso, pero sabía que no debía discutir. Recuperando el ritmo, acortó la distancia entre ellos. Grim no se detuvo otra vez hasta que llegó al extremo de atrás, donde uno de los sarcófagos le recordó a Nick una mesa. Las imágenes de la muerte y los ángeles estaban tallados en piedra por todo el complejo.
—Creo que esto servirá para nuestra próxima lección. —Grim pasó la mano por encima, sobre la superficie, pero sin tocarla. Un paño apareció, protegiendo la superficie ennegrecida—. Mucho mejor —le tendió la mano a Nick—. ¿Has estado practicando?
—Por todo el bien que no me ha hecho. Sí. —Le entregó el péndulo y el libro a Grim.
—¿Has hecho amigos con el péndulo?
—Del tipo unilateral, si me lo preguntas, pero sí. Yo creo que sí.
Grim suspiró irritado.
—Muy bien. Hoy quería mostrarte cómo se puede localizar a alguien con tu péndulo.
—¿No sería más fácil llamarlos?
Le envió una mirada burlona.
—¿Qué pasa si el teléfono no funciona, Nick? ¿O si no tiene su número? Mejor aún, ¿qué pasa si realmente no sabes a quién estás buscando, pero aún necesitas encontrarlo?
—¿Por qué voy a perder tiempo buscando a alguien que no conozco?
Grim apretó los dientes.
—¿Por qué perder el tiempo jugando con juegos de video sin sentido durante horas y horas?
—Porque eso es divertido.
—Y esto puede que te salve la vida.
Sí, de acuerdo, eso podría ser mejor que dominar Mario.
Quizá.
Cuando Grim abrió el libro en una página en blanco, un turista dio la vuelta a la esquina y abrió la boca, luego se retiró rápidamente. Una diabólica sonrisa iluminó su rostro.
—Espera un momento.
Nick frunció el ceño mientras Muerte se convertía en un vapor gris oscuro e hizo una rápida salida. Unos segundos más tarde, oyó un grito seguido por el sonido de pies corriendo.
Cuando Grim volvió, estaba radiante de satisfacción.
—Ah, el miedo. Cómo me gusta el olor.
—Estás tan enfermo, Grim.
—Y un día, tú aprenderás a disfrutar de las pequeñas cosas también.
Sí, pero después de lo que había aprendido de sí mismo hoy, esperaba que no fuera a base de hacer daño a otros. Incluso algo peor.
—Ahora, ¿dónde estábamos?
—Encontrar las cosas perdidas.
—Sí, sí. —Grim retornó, y un mapa de Nueva Orleans, apareció en el libro.
—¿Cómo consigues que haga eso para ti? Cada vez que intento algo así, me replica.
—Al igual que un niño, el libro sabe que puede salirse con la suya replicando. No tengo amor o tolerancia hacia él. Si me molesta, lo quemare sin reservas.
Ah, la intimidación funcionaba. ¿Quién lo diría?
—Ahora —dijo Grim, prestando atención de nuevo al mapa—. Dime alguien que te gustaría encontrar.
El problema era, que sabía donde vivían todos aquellos que eran importantes para él.
Todos, excepto Kody.
—Nekoda —le dijo al péndulo—. Muéstrame donde esta Nekoda.
Grim le entregó la cadena.
Nick se cernió sobre el mapa, y no pasó nada.
—Esto es una pérdida.
—No. aprender nunca es una pérdida. Lo que estás haciendo en este momento es descubrir cómo no encender una bombilla.
—¿Huh?
Grim negó con la cabeza.
—Lo he dicho antes y lo diré otra vez. Edúcate a ti mismo, chico. Muy bien, el péndulo no está funcionando. A veces es necesario un catalizador que le ayude.
—¿Qué tal gasolina?
—Sí, Nick. Vamos a poner el libro y su péndulo al fuego y luego usarlos porque somos muy inteligentes.
—Capta el sarcasmo, ¿de acuerdo? He tenido un día realmente malo.
—Sigue haciéndote el listo, y puedo asegurarte que va a empeorar.
Nick se aclaró la garganta mientras se recordaba a sí mismo que éste no era alguien para tener cerca.
—Lo siento. ¿Decías?
—¿Tienes algo de Nekoda?
—Uh, sí. La Nintendo que me prestó y un lápiz. ¿Por qué?
—¿Llevas algo contigo?
—Las dos cosas.
—Dame la Nintendo , ya que es más exclusiva de ella. Cada vez que estés haciendo algo como esto, necesitaras un artículo que signifique algo para la persona que buscas. Tales cosas pueden decir mucho y te ayudan inmensamente.
Al igual que su libro y el péndulo que Grim le había dicho que protegiera con la vida...
¡Oh, no! Una sensación muy mala le atravesó.
Nick se mordió el labio, mientras sostenía el péndulo en la mano.
—Me quieres decir que ese tipo de cosas se pueden utilizar para controlar a alguien, ¿no?
—Sí.
—¿Puede hacer algo más?
Grim asintió con la cabeza.
—Muchas cosas.
—¿Por ejemplo?
Grim lo consideró un momento antes de contestar.
—Se puede utilizar para atarlos a un hechizo. Manipularlos. Hay cosas que podrías hacer para siempre, como ayudar con la motivación o recuperar algo que hemos perdido, pero pocos hacen eso. Por lo general es reservado para lastimar a alguien. ¿Por qué?
—Porque creo que por fin entiendo lo que ha estado haciendo Devus.
—¿Quién?
—No importa.
Aún así no tenía sentido. Devus sabía donde vivían todos. Todo lo que tenía que hacer era tener acceso a los archivos de los estudiantes.
Lo que significaba que Devus debía utilizar los objetos robados para controlarlos o manipularlos. Pero ¿para qué? El equipo de fútbol podía ser para los play‑offs, pero Kody y los que no estaban en el equipo...
Algo no estaba bien. Necesitaba más información.
—¿Estás prestando atención, Nick?
—Por supuesto. Indiscutiblemente. Continua.
Grim hizo una mueca antes de continuar.
—Está bien, puedes…
—¿Se puede utilizar el tema para probar algo?
—¡No me interrumpas —gruñó Grim—. O te voy a despellejar vivo.
—Lo siento. Pero ¿puedes?
Grim soltó un suspiro largo de sufrimiento.
—Por eso no tengo hijos y es por lo que me he pasado la eternidad evitándolos a toda costa. —Se encontró con la mirada de Nick—. Sí, puedes usar el elemento de prueba para algo personal sobre el propietario.
—¿Cómo qué?
—Lo que sea. ¿Qué hornean? ¿Son inteligentes? ¿Van a morir por irritarme? etcétera.
—Sí, no me gusta ese último.
—Realmente no me importa. —Grim cogió la Nintendo.
El teléfono de Nick comenzó a sonar.
Maldiciendo, Grim lo fulminó con la mirada.
—Lo siento. Me olvidé de ponerlo en vibración. —Nick miró el número. Era Mark—. Um. Tengo que atender esta llamada. ¿Vale?
—Oh, por supuesto. Adelante y haz esperar a la Muerte por ello. Es un movimiento inteligente de tu parte.
Ese sarcasmo era el más grande de todos.
Nick sabía que era una tontería burlarse del ser, pero…
Contestó el teléfono.
—¿Dónde estás? —preguntó Mark.
—En el número uno de St. Louis. ¿Por qué?
—Acabo de recordar cuando vi a tu entrenador. Y chico, no vas a creer esto.
Y chico, si no cuelgas el teléfono no vas a vivir para dibujar otro aliento…
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