miércoles, 14 de marzo de 2012

INV cap 19

Los demonios entraron en la casa de Caleb como langostas, enjambrándolos y fijándolos contra el suelo. Nick no podía moverse sin ser asaltado por ellos, y lo mismo ocurría con Kody y Caleb.
—¿Qué tipo de fiesta de soltero estás dando, Malphas? —preguntó Xenon mientras salía del estudio.
—Siéntete libre de unirte a nosotros. —Caleb estaba intentando liberarse con todas sus fuerzas, al igual que Nick y Kody.
Era inútil.
Xenon se desvaneció de regreso a la habitación antes de que lo rodearan a él también.
—Estamos muertos. —Nick miró a Kody, queriendo memorizar la belleza de su rostro por si no había mujeres tan encantadoras allí a donde se dirigía.
Ninguno de ellos se molestó en contradecir su extrema predicción. No había necesidad. Los demonios se le sentaban sobre el pecho, golpeándole la cabeza contra el suelo con tanta fuerza, que le asombraba que no se la abrieran. Lo mismo pasaba con Kody y Caleb. Ellos luchaban con todo lo que tenían, pero no era suficiente para herir a sus atacantes.
Los demonios se reunieron como uno solo y los levantaron como si fueran a llevarlos volando a algún sitio.
Justo cuando Nick estaba convencido de que no sobrevivirían, Xenon salió del estudio igual que Terminator.
Él roció el aire con algo que actuó como un ácido, especialmente cuando disparó bolas de fuego desde sus manos que lo incendiaron. Tan pronto como esto golpeó en sus atacantes, ellos chillaron y se fueron volando con la piel fundiéndose.
Expulsándolos de la casa y bajando por la carretera, Xenon habló con una voz calmada mientras los atacaba. Era una hazaña impresionante. Una que a Nick le encantaría aprender. Pero gritar cosas obscenas y sarcásticas era más su estilo.
Una vez que se habían ido, Xenon entró y cerró la puerta. Sonrió a Caleb.
—Pensé que habías dicho que este lugar era seguro.
—Aparentemente, me equivoqué.
—Buen trabajo, Malphas.
Caleb se sacudió el sarcasmo. Entonces miró a Nick.
—Esa fue una avanzadilla de asesinos. De alguna manera sabían que tú estabas aquí.
Esas noticias hacían que a Nick se le revolviera el estómago.
—¿Tenemos que proteger a mi madre?
Xenon sacudió la cabeza.
—Ellos no siguen como los humanos. Son más bien como sabuesos. Fuimos atacados por qué rastrearon la sangre de su objetivo hasta aquí. Ese serías tú, por cierto.
Mierda.
—¿Qué pasa si la esencia los conduce a mi casa y mi madre está allí sola?
—Cálmate. De nuevo, ellos no funcionan de esa manera. Pueden rastrear solo un olor reciente, no uno persistente. Al menos que estés bañado en un perfume tan fuerte, que deje una pesada y duradera impresión, estás a salvo —miró a Kody.
—Esa mirada me ofende, y no llevo perfume.
—Solo comprobaba.
Caleb cojeó hasta Xenon.
—Ahora ya sabes porque tenemos prisa. ¿Puedes tener algo para mañana?
—Trabajaré toda la noche. No es como si necesitara dormir de todas formas con la mierda en mi cabeza.
—Gracias.
Xenon asintió hacia Caleb antes de volver al despacho.
Caleb dejó escapar un cansado suspiro.
—Voy a acostarme. Si alguien ataca esta noche, dadles a Nick para que se lo coman y decidles que se vayan.
—¡Hey!
Pero Caleb lo ignoró mientras los dejaba a solas.
—Creo que también voy a retirarme. —Ella le besó la mejilla—. No te quedes levantado hasta muy tarde. De otra manera, estaré preocupada por ti.
—No tardaré en subir detrás de ti.
—De acuerdo. —Ella se dirigió escaleras arriba al ala de invitados. El hecho de que Caleb usase las “alas” decía mucho sobre lo enorme que era su casa.
Nick esperó hasta que se fueron antes de ir al estudio a espiar a su nuevo compañero.
—Quizás quieras entrar, Nick. No soporto tener a nadie a mi espalda.
Nick empujó la puerta y entró en el despacho que estaba recubierto de paneles de madera del suelo al techo. Incluso aunque tenía un escritorio y sillas, tenía una decoración espartana y tenía muchísimo espacio.
Xenon había dejado sus cosas y estaba combinándolas en una pequeña olla de hierro frente a él.
De una extraña manera, a Nick le recordaba un chef. Elegante y seguro, como si la receta estuviese grabada en su memoria.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Nick.
—Estoy creando un elixir que me proteja cuando convoque a esa chica de vuelta para ti.
—¿Crees que mi plan dará resultado?
Xenon se encogió de hombros.
—No soy un experto en este tipo de cosas. Fallarás o tendrás éxito. Una cosa o la otra.
Hmmm.
Nick se acercó.
—¿Cómo has entrado en esta línea de trabajo, de todos modos?
Xenon lo miró con recelo mientras añadía una frondosa cosa verde al pote.
—Contesté un anuncio en el periódico.
—¿Lo hiciste?
Xenon no respondió.
—En realidad, chico, te necesito durante un segundo.
Eso hizo que él se encogiera.
—¿Por qué?
—Hay un ingrediente que necesito de ti.
A Nick no le gustaba como sonaba eso.
—¿Vamos otra vez?
—Ven aquí.
No muy seguro sobre eso, hizo lo que Xenon decía, incluso aunque sentía que debería estar corriendo en dirección contraria. Tan pronto como estuvo dentro de su alcance, Xenon lo agarró en un apretón de la muerte de Gi‑Joe-kung‑fu y le abrió la mano con una daga que Nick no había sabido que tenía Xenon hasta que estuvo sangrando.
—No la retires. —Mantuvo a Nick en el lugar dejando que la sangre goteara en el pote.
—Eso no es higiénico. ¡Ew! —Y ardía como el demonio.
Ew es correcto, pero confía en mí. Te alegrarás de tener esto.
No por el momento. Tan pronto como quedó libre, Nick huyó de la habitación y se retiró al cuarto de huéspedes que Caleb había preparado para él. Prácticamente saltó en la cama del tamaño de una plantación de arroz que se elevaba del suelo. Sin detenerse, se metió bajo las mantas y volvió a ocuparse de su palpitante mano.
Se sopló aire sobre la palma, intentando detener la picazón.
Hasta que la herida del corte se cerró por sí sola.
Con la boca abierta, Nick se quedó mirando la cicatriz que estaba justo donde había estado el corte. Sí, eso era extraño.
Vete a dormir. No pienses en ello.
Pero era difícil no hacerlo.
Vamos, cuerpo, coopera. Mañana tenía un día complicado, y necesitaba estar fresco y alerta. Especialmente desde que tenía que vencer al entrenador.

Nick entró en el colegio con Kody a la derecha y Caleb a la izquierda. Las cabezas se volvían mientras se acercaban los tres, hombro con hombro, hacia su taquilla. Dejando caer la mochila al suelo, Nick abrió su taquilla.
—De acuerdo. El desafío es encontrar la caja con el corazón en su interior.
—La buscaremos. —Kody se dirigió hacia su aula.
Caleb le palmeó a Nick la espalda antes de marcharse también.
Mientras Nick cambiaba sus libros, Stone le dio un empujón con los hombros.
—¿Qué es esto? ¿Una nueva camisa, Gautier? No me digas que la sacaste de Caridad. —Se estaba refiriendo a que Nick se había visto obligado a tomar prestado una de las camisetas negras de Caleb para el día escolar, ya que no había llevado una bolsa para pasar la noche.
—Crece, Stone.
Stone fue a empujarle.
Nick se escabulló con una habilidad que nunca había tenido antes. De hecho, podía ver cada golpe que Stone iba a hacer un instante antes de que Stone lo hiciera.
Él se había obligado a sí mismo a no golpear al palurdo. Pues si lo hacía, lo suspenderían.
—No mereces el papeleo, Stone. —Nick cogió la mochila y se marchó dejándolo echando chispas en mitad del pasillo.
, aquello sentaba bien.
Realmente bien. Y le hubiese gustado saborearlo, pero ahora mismo tenía algo que buscar. Algo que le haría saltarse el aula de estudio para poder investigar en la oficina de Devus mientras el entrenador estaba dando su clase de historia.
Esta vez fue mucho más cuidadoso al forzar la entrada. Se deslizó en la habitación y sacó el péndulo.
—De acuerdo, bebé. Trabaja para papá. —Dibujó rápidamente un esbozo de la habitación en una página de su libro—. ¿Dónde está la caja del corazón?
Al principio no sucedió nada. Nick aumentó el apretón, listo para gritar. Cuando de repente, el péndulo empezó a balancearse para él.
Ah, bebé, ¡Gracias!
Observó como este formaba un círculo alrededor de la reproducción de la habitación. Después de unos segundos, este se redujo al escritorio.
—¿En el lado derecho? —preguntó.
Este osciló al SÍ.
Encantado, besó el péndulo y se lo deslizó en el bolsillo. Nick abrió el buró y…
Allí no había nada.
La estúpida cosa había mentido. Estaba tan enfadado que quería lanzarlo al lago Pontchartrain. Pero no lo hizo.
«Confía en ello». La voz de Ambrose nunca había sonado tan alto. Con una profunda respiración, Nick buscó en el cajón otra vez.
Y encontró que allí no había nada. Hasta que se dio cuenta que el cajón parecía mucho más profundo por fuera de lo que era en su interior.
Había un falso fondo.
Con el corazón martilleándole, no le tomó mucho tiempo encontrar el panel y abrirlo. Con absoluta seguridad, allí estaba la misma caja que había visto en el espejo.
Excitado y asustado, puso rápidamente todo de la manera en que había estado y metió la caja en el interior de la mochila. Con habilidades como las de un ninja, se escurrió sigilosamente y salió de la oficina sin ser detectado. Tan pronto como tuvo vía libre, llamó a Caleb y Kody para ponerlos al tanto del estado de la Operación Recuperación.
Nick apenas había alcanzado su clase cuando oyó su nombre a través del intercomunicador.
—¿Señora Turtledove? ¿Podría por favor Nick Gautier presentarse en el Gimnasio? El entrenador Devus quiere verlo por un asunto urgente.
El pánico lo detuvo. ¿Lo sabía? ¿Había dejado Nick algo fuera de su sitio?
Soy idiota. E iba a ser uno muerto.
El sudor le irrumpió en la frente cuando volvió a la oficina del entrenador. Abrió la puerta para ver a Devus sentado con sus manos en el cajón que él acaba de asaltar.
—¿Lo tienes, Gautier?
—¿Tener el qué?
Le frunció el ceño.
—No juegues al confundido conmigo, pequeña escoria. Sabes de qué estoy hablando. Entrégamelo. Ahora.
Nuh‑huh. No iba a devolverle la caja. Aterrado, hecho una mirada alrededor, preguntándose si podría recordar alguna cosa de las que Xenon le había enseñado.
—¿Dónde están los otros objetos?
Oh, estaba hablando de eso. Nick dejó escapar un aliviado suspiro mientras el temor se desvanecía.
—No conseguí nada más.
—¿Qué?
Nick se encogió de hombros.
—Lo siento. Entre las clases, la tarea, el entrenamiento de futbol y trabajar, no he tenido ni cinco minutos para mí mismo.
Devus se puso en pie.
—¡Cómo te atreves! Pagarás por esto. Al final del día…
—Claro… yo no lo creo. —Utilizó la mente para convocar a Kody y Caleb—. De hecho, quiero los artículos que robé de vuelta para poder devolvérselos a ellos.
—No puedes tenerlos.
Intentando no ser obvio, Nick intentó hacer un círculo en el suelo con las gotas de la poción que le dio Xenon.
El entrenador lo agarró y tiró de él con fuerza.
—¿Qué estás haciendo?
—Trastorno por déficit de atención. Me cuesta mucho mantenerla. No puedo evitarlo.
—Quizás la prisión sea capaz de ayudarse con eso.
—¿Usted cree? —preguntó Nick sarcásticamente—. Le diré algo. Qué tal si le envío a donde pertenece, y se muere silenciosamente y nos deja en paz.
El entrenador lo agarró por la garganta.
—Va a ser un placer arruinarte, Campista.
—Yo voy a tener el placer de desterrarle, Motel de Carretera.
Nick le pegó un rodillazo.
Liberándole, el entrenador se dobló para cubrirse.
Kody apareció en un latido de corazón antes de que Caleb se uniera a la fiesta. Tan pronto como el entrenador vio a Caleb, maldijo.
—¿Tú? Se supone que estás muerto.
Caleb pareció tan confundido como Nick.
—¿Qué?
El entrenador unió las manos en una palmada y convocó otra vez a sus demonios.
Kody se desvaneció.
—Hey —espetó Caleb—. No es momento para asustarse.
Él y Nick se pusieron espalda con espalda para luchar con las feas bestias aladas. Nick echó un vistazo a las cámaras.
—¿Cuánto tiempo cree que pasará antes de que las secretarias envíen a los de seguridad?
—La eternidad —respondió Devus—. Me aseguré que no pudieran ver nada de lo que ocurre aquí. Ahora voy a ofreceros a ambos como sacrificio a mi maestro.
Caleb manifestó su espada en el aire. Nick sacó la que Ambrose le había dado del bolsillo. No era más grande que una navaja de bolsillo, parecía inservible. Hasta que cerró los ojos y la imaginó agrandándose. Inmediatamente cambió a todo su tamaño, y al momento de hacerlo, Devus jadeó.
—Tú eres el Malachai, no Caleb. —Señaló hacia su ejército de demonios—. ¡Cogedles a ambos, pero traedme la espada del Malachai!
Estos se abalanzaron sobre ellos en una fiera ola.
Nick cortó al primero que alcanzó por la mitad. Esquivó el golpe del siguiente, y se tiró al suelo. Saltando a sus pies, fue capaz de apuñalar al siguiente que se acercaba a él. Nick confió en su espada, y esta le susurró que hacer. Con su ayuda, luchaba igual que si hubiese nacido para ello.
Pero todavía estaban siendo sobrepasados por el escarpado número de sus atacantes. Se estaba debilitando y Caleb no estaba mucho mejor.
Nick resbaló en una mancha de sangre que lo obligó a caer sobre una rodilla. En esa posición tenía una gran desventaja.
Voy a morir.
La espada se estaba volviéndose más y más pesada. No duraría mucho más.
Justo cuando sentía que el brazo le cedía, Kody apareció con Xenon a su lado. Ella lanzó al Nigromante la mochila con la caja del corazón antes de correr hacia ellos.
—Qué amable por abandonarnos aquí —se quejó Caleb.
—Necesitamos un calvario.
Caleb miró a Xenon.
—¿Cuándo va a ayudar?
Xenon sacó la caja de la mochila.
—Ahora mismo. —Empezó el cántico.
Nick continuó luchando cuando un demonio lo cogió con una patada en el plexo solar. Ah, tío, eso duele. Si no lo supiera mejor, juraría que le había incrustado las costillas en la espalda de un puntapié.
Llegaron más demonios.
—Algo no va bien.
Nick frunció el ceño en dirección de Xenon.
—Tío. No es una frase que quiera oír ahora mismo. En serio.
—Lo quieras o no —murmuró Xenon con una calma que no amortiguaba el pánico de Nick—, esto no está funcionando.
—¿Qué quieres decir con que no está funcionando? —preguntó Caleb.
Xenon apartó a Nick de la siguiente oleada de ataque que entablaron Kody y Caleb.
—¿Estás seguro de que me has dado algo personal del entrenador?
—Sí. Es una foto suya de cuando era humano.
—Yo necesito algo más cercano a él que eso. Algo que sea únicamente suyo.
El entrenador se rió de ellos.
—No hay nada por lo que preocuparme. Nada en absoluto. Todos vosotros vais a morir.
Kody gritó cuando cayó y la enjambraron. Caleb gritó cuando un demonio hundió los dientes en su hombro.
Devus tenía razón. Estaban a punto de perder.
Negándose a creerlo, Nick echó un vistazo alrededor de la oficina, buscando algo, cualquier cosa que fuese personal para el troll. A todo el mundo le preocupaba algo.
Maldito estúpido entrenador. ¿Era demasiado pedir que al menos hiciera una lista de la compra?
¿Por qué no podría…?
El pensamiento de Nick terminó cuando recordó un importante detalle. Sonriendo, se echó mano al bolsillo trasero y sacó la hoja escrita a mano de los objetos que el entrenador quería que robara. Aquella letra era tan personal cómo podía serlo. Gracias, Grim por esa lección. Él se la tendió a Xenon.
—Volvemos al trabajo —Xenon lo trituró rápidamente y lo añadió a la caja. Él empezó nuevamente el cántico.
Devus finalmente apartó su atención de la pelea para ver lo que estaba haciendo Xenon. Su rostro palideció cuando vio la caja.
—¿Nick? —Lo llamó Xenon—. Prepárate.
Nick apuñaló al demonio frente a él, entonces se precipitó al círculo que había creado. Convocando sus poderes, imaginó a la chica de modo que Xenon pudiera elegirla.
Juntos dejaron el reino humano y descendieron a un abismo tan oscuro, que era doloroso estar allí.
Xenon le puso una confortante mano sobre el hombro.
—¿Cuál era su nombre?
—Julianne.
—¿Julianne? —gritó Xenon—. ¿Puedes oírnos?
Nick sintió su presencia. Más aún, sintió su temor.
—Soy yo, Julianne. Estoy aquí para ayudarte.
Ella apareció frente a Nick.
—¿Vas a salvarme?
Él le tendió la mano.
—Ven conmigo, y podremos devolverte tu corazón y liberarte, de una vez por todas.
Ella colocó su helada mano en la suya. En el momento en que sus pieles se tocaron, fueron succionados a través de un vórtice y lanzados de vuelta a la oficina del director. Nick agarró a Julianne contra él cuando regresaron para evitar que ella se cayera.
En el instante en que apareció ella, los demonios chillaron en agonía y se desintegraron.
Devus se encogió tan pronto la vio.
—No. Es imposible.
Julianne, cuya piel era de un gris iridiscente, estiró un acusatorio dedo hacia él.
—Cómo te atreves a mantenerme prisionera todos esos años. No tenías derecho a hacer lo que hiciste. Ningún derecho.
Mientras hablaba, Nick sintió surgir sus poderes. Vio la tela del universo a su alrededor y olió su dulce esencia. Él sabía cuál era el mejor castigo. Como arreglar todo e incluso marcarse un tanto. Cambiando las palabras de su cántico, no desterraría a Devus como ellos habían previsto. No, en absoluto.
Él cambió la fuerza vital del entrenador con la de Julianne.
Devus gritó cuando fue succionado al interior del vórtice. Sus gritos, al igual que él, fueron tragados por el agujero. Mientras tanto Julianne fue bañada en un brillo dorado. Uno que bailaba desde sus dedos a la caja donde yacía su corazón. El corazón brilló un instante para después disolverse.
Julianne lanzó la cabeza hacia atrás y jadeó cuando éste fue mágicamente puesto en su interior. Las lágrimas saltaron a sus ojos cuando su fantasmal forma grisácea se volvió humana. Sin aliento, contempló a Nick con admiración.
—¿Cómo lo has hecho?
Él barrió con la mirada a Kody, Caleb y Xenon.
—No tengo la menor idea.
Riendo, ella le echó los brazos alrededor del cuello y lo abrazó estrechamente.
—Eres mi héroe. Gracias. Mil gracias.
Un tipo podía acostumbrarse a esto. Menos la nariz sangrante y las dolorosas heridas que le hacían difícil respirar mientras ella lo sostenía de esa manera. Por no mencionar que captó una venenosa mirada de Kody que decía que no apreciaba a Julianne restregándose contra él.
Uh, ¿Julianne? No puedo respirar. ¿Puedes soltarme?
Lo liberó inmediatamente y se limpió las lágrimas.
Pero no bien había hecho eso un brillante relámpago atravesó las ventanas de la oficina. Este sonó tan fuerte, que hizo que se tambalearan.
Salido de ninguna parte un enorme… bueno, era el cuerpo de un caballo, con la cara de un león que se hubiese encontrado con el extremo de una pala y la cola de una cabra. Hombre, qué mezcla de ADN había ahí.
Éste les gruñó.
—Cómo te atreves a destruir mi… —sus palabras se perdieron cuando vio a Nick. Empezó a caminar hacia él.
Xenon se metió entre ellos, cortando su acceso a Nick.
—Retírate, Trys. Éste no te pertenece.
Trys escupió a los pies de Xenon.
—No hemos acabado, tú y yo. Volveré.
—Lo sé. Ya puedo olerte.
Trys se evaporó.
Nick indicó la neblina que quedó.
—¿Qué era eso?
Xenon se encogió de hombros.
—Yo no soy solo un nigromante. Tengo también algunos otros trabajos.
Caleb tendió la mano de una manera muy místicamente Jedi.
—No preguntes, Nick. No responderá.
Nick alzó las manos a modo de rendición y cedió al punto de Caleb.
—Hey, todos ellos se han llevado lo suyo y ninguno de nosotros está muerto. Es un buen día desde donde yo estoy.
Xenon sacudió la cabeza, entonces echó un vistazo a Caleb por encima del hombro.
—Esperaré después el pago.
—Allí estaré. Eres la única persona a la que nunca me atrevería engañar.
—Hasta la próxima vez. —Xenon se desvaneció literalmente de la habitación.
Nick farfulló.
—¿A dónde ha ido?
—No es solo un nigromante —dijeron Kody y Caleb al unísono.
—Qué mundo más asombroso es este —jadeó Julianne cuando descubrió el interruptor de la luz y se puso a encenderlo y apagarlo. Entonces, corrió a abrazar a Nick.
Kody se llevó las manos a las caderas mientras fruncía los labios.
Caleb se rió.
—Guarda las garras, gatita. Me encargaré de llevar a nuestra chica a casa —suspiró pesadamente—. Mejor que no obtenga una falta por esto. Si lo hago, Gautier, será culpa tuya.
—¿Eso es una novedad?
Caleb y Julianne se desvanecieron.
—¿A dónde la lleva? —le preguntó Nick a Kody.
—De vuelta a donde y cuando ella vivía antes de que Devus la asesinara.
Los ojos de Nick se abrieron desmesuradamente cuando la incredulidad se hundió en él.
—¿Puede hacer eso?
—Sí, puede.
He ahí otro interesante poder de Caleb. ¿Quién lo diría?
Agotado pero aliviado, Nick se apoyó contra el escritorio. Kody se movió para apoyarse a su lado.
—¿Es esto lo que me espera? —él temía la respuesta.
Ella se rió.
—Sabes, los chinos tienen un anatema.
—¿Y es?
—Que vivas una vida interesante.
Nick se reiría si no estuviese tan preocupado por lo interesantes que iban a ponerse las cosas. Él solía mirar hacia delante, hacia el futuro. Ahora no estaba seguro de que fuera a tener uno.
—No parezcas tan melancólico. —Kody lo besó en la punta de la nariz. Entonces se sacó una pequeña banda de cuero del bolsillo y lo ató en la muñeca de él.
Nick frunció el ceño ante sus acciones.
—¿Qué es esto? —Lo giró hasta que vio que tenía el nombre de ella.
—Ya no serás el único estudiante de primer año sin novia. —Y con eso, se contoneó fuera de la habitación.
El corazón de Nick saltó ante lo que ella acababa de hacer. Sagradas serpientes…
Bueno, si esto era la recompensa, quizás el ser golpeado por los demonios no era tan malo después de todo.
Sí, definitivamente estoy mal de la cabeza.

—¿Bien? ¿Qué noticias tienes?
—Nuestro corruptor está en el lugar y es uno en el que el joven Malachai ahora confía.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente. Gautier se convertirá, y pronto, seremos libres.
Libres.
La más gloriosa de todas las palabras, y cuando ellos fueran libres, la sangre de los hombres fluiría por las calles pavimentadas como ríos.

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