domingo, 4 de marzo de 2012

Born Of Ice

PRÓLOGO


Ese de ahí es el peor hijo de puta que jamás nacido.
Devyn Kell levantó la cabeza de los papeles al oír la profunda voz familiar que cruzó la habitación.
No. No podía ser…
Apenas contuvo la sonrisa al ver instantáneamente al recién llegado entre la formación de soldados que se interponían en el comedor.
Adron Quiakides. Fanfarrón. Mujeriego. Lunático…
Y su mejor amigo desde que nació.
Solo un puñado de años mayor que él, Adron tenía el pelo blanco como la nieve que le caía trenzado por la espalda. Un asesino de La Liga, Adron llevaba bien el uniforme. Tan negro que absorbía la luz, era un claro contraste con el pelo y moldeaba todos los músculos que el asesino poseía.
Tenía los ojos cubiertos por un par de gafas de sol opacas, pero aun así, Devyn conocía su color mejor que el propio. Cuando era un niño, había salvado el ojo derecho de la ceguera después de que hicieran una carrera a través de un zarzal que casi se lo había arrancado.
Devyn había ganado la carrera. Pero Adron reclamaba que solo fue así debido a que casi pierde el ojo.
Como si eso pudiera alguna vez frenar a alguno de ellos…
Llevaba sin ver a Adron casi seis meses, un record para su estrecha amistad. Definitivamente se alegraba de verle ahora.
—¿Se refieres a Kell? —La voz del comandante de Devyn se ahogó mientras Adron le pasaba el brazo por los hombros a Quills—. ¿Está drogado, comandante? Es un puto médico. La única parte de mí que le teme son mis amígdalas.
Adron chasqueó la lengua al comandante de Devyn, que no había hecho nada excepto tomarle el pelo durante los últimos dos meses desde que Devyn había sido reasignado a su unidad. El hombre era realmente afortunado de que Devyn hubiera aprendido a controlar su temperamento.
La mayoría de los días, en cualquier caso.
Adron golpeó al comandante en la espalda tan fuerte, que Quills realmente se tambaleó por el golpe.
—Sí, eso es lo que quiere que pienses. Pero confía en mí. Conozco sus habilidades de primera mano. Su padre era el notorio ratero y asesino, C.I. Syn. Su madre la legendaria Seax, Shahara Dagan.
Devyn apretó fuertemente la mandíbula para evitar desenfundar el blaster y disparar a su mejor amigo por desvelar un secreto que había tratado endemoniadamente de guardar.
Gilipollas.
Quills jadeó ante ambos.
—Él… ¿Kell es su hijo?
—Oh, sí. Y te lo haré mejor. Ha sido entrenado para el combate desde su nacimiento por el mejor asesino de La Liga jamás creado.
Quills se burló.
—¿Quieres decir que hay alguien ahí fuera mejor que su padre?
Adron sacudió la cabeza mientras empujaba a Quills apartándole.
—No, idiota. Mi padre le entrenó. —Le disparó una sonrisa maligna a Quills—. Solo para tu información, mi padre también es su padrino. Así que querrás ser realmente agradable con Dev. Todos nosotros nos lo tomamos como algo personal cuando la gente no lo es.
Devyn se puso de pie mientras Adron acortaba la distancia entre ellos.
Tendió la mano y dejó que su amigo le atrajera a un fuerte abrazo.
—Es bueno verte de nuevo, aridos. Pero realmente… algo de discreción habría sido agradable. Fuera de la naturaleza de tu podrido culo, pero agradable.
Adron se rió de buen grado mientras le soltaba.
—Vamos, Dev. Necesitas permitir que esos gilipollas sepan lo que puedes hacer. Quien eres en realidad. Si creen que eres débil, pasaran por encima de ti.
La verdadera filosofía del asesino, pero no estaba en la naturaleza de Devyn imponerse a la gente que le rodeaba. Era demasiado tolerante para eso.
Bueno… de nuevo, la mayoría de los días.
Devyn miró por la habitación, observando que eran los destinatarios de demasiada atención.
Sin embargo confirmando las palabras de Adron, ahora los soldados de la habitación mantenían un respeto en sus miradas hacia Devyn que nunca habían tenido antes.
—Ser un fanfarrón arrogante simplemente no funciona para mí.
Adron se tomó el insulto con calma.
—Deberías intentarlo. Realmente crece en ti, confía en mí.
Devyn se rió hacia su amigo, que era mucho más como un hermano mayor para él.
—Bueno, ¿qué te trae por aquí?
—Gente que necesitaba matar. —El tono de Adron era completamente estoico sobre su brutal trabajo—. Actualmente me estaba dirigiendo de vuelta a La Liga y oí que tu unidad se había dejado caer por aquí. Solo quería decirte hola antes de irme.
—¿Quién era tu objetivo?
Adron se inclinó para susurrar y que nadie más pudiera saber a quien había matado.
—El emperador Abenbi.
Devyn estaba sorprendido ante el nombre.
—¿El líder Probekein? —Abenbi había ordenado una vez el secuestro y muerte de la madre de Adron. Era una historia que todos conocían bien, y así fue como los padres de Adron, al igual que los suyos, se habían conocido—. ¿Era algo personal?
—Fue una misión… —Un tic surgió en la mandíbula de Adron—. Y fue algo personal por lo que hizo pasar a mi madre. Ha tardado demasiado tiempo en llegar, en mi opinión, pero fue legal, por lo que mi padre debe estar orgulloso.
—Siempre está orgulloso de ti, Adron.
Adron no hizo ningún comentario.
—¿Cuánto tiempo estarás aquí?
—Estamos evacuando tropas de una zona caliente y tenemos algunos suministros para los civiles. Unos pocos días y estaremos fuera.
—Bien. No quiero llevar tu cuerpo a casa de tu madre.
—Sí, probablemente te haría daño si lo hicieras.
—Probablemente. —Adron sonrió con picardía—. En todo el universo, tu madre es la única cosa que realmente me asusta, especialmente en lo que a ti concierne. No quiero nunca encontrarme con su lado oscuro.
—Ja, ja. Y necesito recordarte que mi madre no era la única que gritaba cuando fuiste arrojado dentro de la piscina.
—Sí, está bien, así que ambos tenemos madres irracionales y neuróticas. De todos modos, tengo que salir de aquí. La misión me llevó un poco más de tiempo del que se suponía y si no me presento… No quiero ser cazado y tener que eliminar a otro asesino lo suficientemente tonto como para venir tras de mí. —Le dio otro abrazo rápido a Devyn—. Ten cuidado, hermanito.
—Tú también, A. Te veré por ahí.
Adron inclinó la cabeza hacia él antes de dirigirse hacia las puertas.
Tan pronto como Adron se hubo ido, Quills dio un paso adelante.
—¿La ha cagado completamente con sus padres?
Devyn tuvo que esforzarse para no poner los ojos en blanco. Si solo el hombre supiera la verdad. Veneno letal corría a través de su sangre por ambos lados de la familia. Había sido criado para la supervivencia y le habían crecido los dientes en actividades que este hombre no podía siquiera imaginar.
—No, señor.
—Entonces si sus padres son Syn y Dagan, ¿por qué su nombre es Kell?
Porque era el nieto de unos de los criminales más despiadados que jamás hubo nacido y sus padres habían hecho todo lo posible para protegerle de la gente que le juzgaría y discriminaría basándose solo en su ascendencia. Esa conexión paterna a un loco había arruinado la vida de su padre dos veces antes del nacimiento de Devyn, y se le había insistido en el deber de mantenerlo siempre en secreto.
Y no era asunto del comandante Quills.
—Tengo que preguntárselo a mi padre, señor. No escogí mi nombre. Lo hicieron él y mi madre. —Dioses, como odiaba ser tan complaciente con estos gilipollas. ¿Por qué se había vuelto a unir a los militares?
Para ayudar a la gente…
Sí, pero cada vez era más difícil aguantar esa basura y agradecerles que metieran las narices.
Su comandante en jefe estrechó la mirada sobre él.
—¿Se está haciendo el listo conmigo, capitán?
Devyn arqueó una ceja burlona. ¿Tan estúpido era Quills que no podía decirle que era una gran afirmación?
Antes de poder responder, el enlace de comunicación de Quills se disparó.
—¿Comandante? Hay un ataque en la carretera a unos 20 kilómetros. Tenemos órdenes de salir. Ahora.
Quills se fue y dejó a Devyn solo con el teniente que estaba sentado cerca de él. La cara del joven estaba pálida y demacrada.
Devyn frunció el ceño.
—¿Estás bien?
—Nunca antes había estado en combate.
Pobre muchacho, pero iba a aprender.
—No se preocupes, teniente. Su entrenamiento entrará en acción y todo irá bien.
—Y si no, le tendré allí para parchearme. ¿Verdad, doctor?
—Absolutamente.
Inclinando la cabeza, el chico se fue.
Devyn agarró la mochila y el arma. No le gustaba la idea de la batalla más que al novato, pero eso era para lo que le habían contratado…


Esto no era para lo que le habían contratado.
Devyn estaba furioso mientras se arrodillaba en el suelo donde un niño yacía en un caos sangriento. No tenía más de diez años, su cuerpo había sido destrozado por una mina mientras el niño y su pueblo, habían quedado atrapados bajo el fuego cruzado de las tropas de La Liga que estaban tratando de expulsar a un grupo de rebeldes. Había perdido un brazo y la pierna izquierda nunca sería la misma.
Con tal de que no perdiera eso, también.
—No quiero morir —lloró el chico—. Quiero a mi mamá.
Desafortunadamente, Devyn estaba bastante seguro que ella estaba entre los cuerpos que cubrían la carretera y el pueblo.
Le temblaban las manos mientras trataba de reducir la hemorragia del niño.
—¿Cuál es tu nombre, chico?
—Omari.
—¿Cuántos años tienes?
—Nueve. —Omari sollozó, tratando de quitarse la sangre de los ojos castaños. La piel marrón oscura había sido lacerada por multitud de lesiones—. Mi cumpleaños es el próximo mes. No voy a morir antes de mi cumpleaños, ¿verdad? Mi mamá dijo que por fin podría tener un cachorro si era bueno, y he sido realmente bueno para poder tener uno. No quiero morir sin mi cachorro.
La garganta de Devyn se cerró ante el miedo y la angustia del niño. Tenía que tranquilizarle.
—¿Vas a la escuela, Omari?
Negó con la cabeza.
—La Liga la explotó. Estaba enfermo en casa ese día. Todos mis amigos fueron asesinados. —Volvió a romper a llorar en desgarradores sollozos mientras continuaba llamando a su madre a todo pulmón. Funestos gritos que fueron ahogados por los sonidos de los láseres, blasters y bombas explotando a su alrededor.
Devyn tuvo que contener una maldición. Se había unido a La Liga para proteger a la gente. Para evitar que los depredadores hicieran lo que sus propios soldados le habían hecho a esa gente.
La ira ardió a través de él tan cruda y fétida que podía saborearla.
—¿Kell? ¿Qué infiernos crees que estás haciendo?
Miró a su comandante en jefe mientras alcanzaba otro vendaje.
—Tratando de salvar una vida. —Tuvo que obligarse a terminar la frase—. Señor. —Pero no había manera de evitar que el veneno y el disgusto que sentía se filtraran en el tono.
Quills pateó el suelo.
—Él no es nada para nosotros. Tenemos soldados sangrando. Mueve el culo y atiéndelos.
Devyn miró a los hombres que estaban heridos, pero ni mucho menos tan mal como el chico que tenía enfrente. Si no detenía la hemorragia, el niño no tendría ninguna posibilidad.
—Estaré allí en un minuto.
—Harás lo que te he dicho, soldado. ¡Ahora muévete!
Devyn se negó a ceder.
—En un minuto.
Entonces Quills cometió el peor error de su vida.
Le apuntó con el blaster.
—Muévete o muere.
Devyn se burló amargamente mientras oía la frase favorita de su madre filtrándose en su cabeza. Estrechó la mirada sobre su comandante en jefe.
—Nunca le des a alguien la elección que no le deje otra salida que hacerte daño.
—¿Qué?
—¿Quieres que me mueva? —Devyn se puso rápidamente de pie y sacó el blaster de manos de Quills más rápido de lo que él podía parpadear—. ¿De esta manera?
—¡Arrestadle!
Los soldados de La Liga se abalanzaron sobre él desde todas las direcciones. Pero a Devyn no le importaba. La única cosa que le importaba era el niño que tenía a los pies.
Omari.
No se había puesto este uniforme para masacrar civiles. Para cortar los suministros de la ciudad y castigar a los mineros que protestaban por la crueldad que La Liga les infringía. Esto estaba mal, y se negaba a ser parte de un sistema corrupto.
Estampó la culata del blaster sobre el brazo del primer hombre que le alcanzó. Otro le disparó. Eludió la descarga que derribó a otros dos hombres antes de derribar al hombre que buscaba su cabeza. Sacó los cuchillos y fue a por el siguiente que trataba de matarle.
Dándose la vuelta, alcanzó a otro atacante en el pecho, al siguiente en el brazo y la garganta.
Uno a uno, usando las habilidades que sus padres y tíos le habían enseñado, derribó a todos los soldados lo suficientemente estúpidos para atacarle antes de quedarse solo.
Su convicción de sólido acero, se desplazó de vuelta a su comandante, que estaba lloriqueando en el suelo.
—Deberías haber escuchado a Adron. Soy el peor hijo de puta que jamás haya nacido. Y tú… —golpeó a su comandante dejándole inconsciente—. Eres un pedazo de mierda sin valor.
Y Quills tenía suerte de que Devyn tuviera suficiente de su tía Tessa en él, para tener la suficiente misericordia justo ahora cuando realmente quería matar al hijo de puta. Cualquiera de sus padres le habría cortado la garganta ahí donde estaba. Pero no podía ser tan frío…
Esta noche.
Devyn se detuvo mientras miraba a los hombres que había herido. A los que no estaban muertos, de todos modos. Yacían sujetándose las heridas, pero no hacían la intención de atacarle.
Había conseguido un punto. Solo porque era médico no quería decir que fuera un cobarde.
Habían aprendido una valiosa lección esta noche sobre atacar a la gente que no consideraban una amenaza.
Pero mientras permanecía allí, la realidad le golpeó. Por lo que había hecho, había declarado la guerra a La Liga. No había vuelta atrás. Le cazarían como a un animal y le acosarían de noche y de día.
Que así fuera.
Después de todo, era un Wade hasta la médula. Y si los Wades eran algo, eran firmes supervivientes.
Que los dioses tuvieran misericordia de aquellos lo suficientemente tontos para ir tras él, porque él no la tendría.
Dándose la vuelta, cogió a Omari del suelo.
—No te preocupes, chico. Te protegeré. Nadie jamás te hará daño otra vez.
Dado que mataría a cualquiera que amenazara alguna vez a este chico.

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