domingo, 11 de marzo de 2012

INF cap 6

Ellos trataron durante varias horas contactar con Madaug pero no contestaba en el número que había dejado.
Cambia figuras…
Nick contemplaba cómo Mark colgaba el teléfono de nuevo antes de que hablara.
—Te lo estoy diciendo, Fingerman, se lo comieron los deportistas. Pudieron olerlo en los pocos minutos que estuvo aquí y estaban decididos a atraparlo. Creo que dieron con él y se dieron un banquete.
Mark sonrió con afectación.
—Los Zombis tienen los sentidos entorpecidos, Nick. No son sabuesos u hombres lobo. Si tú no te mueves ellos pasan frente a ti sin verte. Créeme, en la escala de monstruos aterrorizantes, ellos se califican bien como la “mierda en mis pantalones”, porque están detrás de mí. Cualquier día tomaré a un zombi como un vampiro o un hombre lobo.
—¿Qué hay de la orina de pato? —le recordó Nick.
—Yo estaba sudando en un pantano y el viento llevó mi esencia. Eso es diferente. Sus sentidos están entorpecidos, no inexistentes. —Nick comenzó a discutir su punto, pero en realidad… ¿no era que un zombi pudiera o no olerte la cosa más ridícula en el planeta sobre la que pelearse? Los hombres lobo no eran reales y  tampoco estaba del todo convencido con el tema de los zombis. Algo pasaba con los deportistas, sin duda, pero no creía en lo sobrenatural. Nunca lo había hecho. Eran sandeces inventadas por mamás para asustar a los niños, y por Hollywood para ganar dinero. Los verdaderos monstruos en este mundo, las personas como su padre, eran reales y humanos completamente. Lo que los hacía peligrosos.
No los veías venir hasta que no era demasiado tarde.
Bubba, quien los había estado ignorando, se levantó de su taburete para ceñirse sobre ambos. Apuntó al reloj sobre la puerta.
—Son las cuatro en punto, chicos. Voy a subir a ver a Oprah. A menos que la tienda se incendie o estemos bajo una invasión masiva de zombis, no existo durante la próxima hora. —Dio un paso, luego se detuvo—. Repensándolo, ni siquiera me molesten si se trata de los zombis, me ocuparé de ellos después. Hoy es el episodio especial de cómo hacer la paz con personas que te enfurecen. Y yo, definitivamente, necesito encontrar mi Zen.
Mark bufó.
—Tu Zen es un tema divertido, Bubba. Abraza tu violencia interior.
—Bien, entonces. Mi violencia interior dice “les cortaré la garganta si me molestan antes de que Oprah termine”, así que piérdanse.
Nick se rió hasta que se dio cuenta de la hora.
—Ah, hombre, tengo que correr.
Mark frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Se suponía que mi nuevo jefe me recogería después de la escuela. —Lo que era hacía treinta y cinco minutos y se había olvidado de ello—. Ah, geez… espero que no esté despedido en mi primer día.
Bubba vaciló.
—¿Quieres que te escriba una excusa? —Nick negó con la cabeza.
—No. Mejor corro. Los veo después, chicos. Avísenme en cuanto encuentren a Madaug. —Agarrando la mochila del suelo, golpeó la puerta saliendo a toda velocidad.
Afortunadamente, estaba acostumbrado a correr por los tranvías, y su escuela estaba solo a cinco cuadras. Algo que hizo en tiempo récord.
Todavía había cinta de policía limitando el patio delantero de la escuela y un par de oficiales estaban allí para reforzarlo. Lo observaron detenidamente como si esperaran que él los atacara o algo.
Ignorándolos, Nick lentificó el paso al tiempo que estudiaba los autos que estaban allí alineados en el lado opuesto de la calle. Sólo uno tenía a alguien dentro, y no era Kyrian.
Estoy tan despedido…
Mierda.
Mi mamá me matará. Más que eso, seguramente él tendría que pagar la cuenta del hospital, lo que con el último chequeo había sumado más que en sus primeros dos años de matrícula de la universidad combinados, de su propio bolsillo.
¿Por qué no podía Alan dispararle en la cabeza y terminar con todo? Fui maldecido en mi nacimiento. ¿No podía tomarse un respiro sobre nada? Disgustado, dejó colgando la cabeza y se dirigió de nuevo a la tienda de Bubba.
—¿Nick Gautier?
Se giró hacia la voz desconocida, para encontrarse al hombre que había visto sentado dentro del BMW negro, ahora saliendo de éste. Estaba probablemente en mitad de los treinta. Con el cabello rubio oscuro y extremadamente elegante (en otras palabras apestaba a dinero serio), le recordaba a Nick a alguien, pero no podía ubicar a quién.
—No te conozco.
El hombre sonrió.
—No, no lo haces. Mi hijo, Kyl Poitiers —gah, dijo ese nombre como un verdadero desagradable de sangre azul: Pua-tiiaa—, es uno de tus compañeros de clase. Kyrian me pidió que te recogiera después del colegio y te llevara a su casa. Así que aquí estoy.
Si, seguro…
—¿Cómo sé si algo de eso es verdad? —Más allá del hecho de que sí se asemejaba a Kyl, que era por lo que le parecía familiar. Eso aún no lo hacía seguro o amistoso.
—¿No confías en mi? —preguntó el señor Poitiers.
—No confío en nadie. Mi mamá no ha criado a ningún tonto. No me meto en coches con personas que no conozco. Nunca. Podrías ser un pervertido o un psicótico o algo. Sin ofender.
El señor Poitiers rió.
—No te preocupes. Te diré que… —sacó la billetera—. Voy a darte cincuenta dólares para un taxi y te escribiré la dirección de Kyrian. Te veré en su casa.
Nick vaciló. La oferta no hacía nada para aliviar sus sospechas.
—¿Cómo sé que me estás enviando a su casa y no a la de alguien más? Por lo que sé esa es la dirección a la que llevas a todas tus víctimas.
—Dios, espero que mi muchacho tenga una inteligencia callejera como tú. —Sacó un teléfono celular y marcó un número. Después de unos segundos, habló—. Ey, Kyrian. Siento molestarte. Estoy aquí con el chico, pero no se subirá al auto conmigo. Es incluso más desconfiado de lo que me dijiste que sería. —Le acercó el teléfono a Nick.
Nick estrechó los ojos hacia el hombre al poner el teléfono en el oído.
—¿Sí?
—Hola, Nick. Phil no te lastimará. Súbete al auto y estarás aquí en unos pocos minutos.
Uh-juh. Nick aún no lo creía. La voz era familiar, pero…
—¿Cómo sé que usted es el señor Hunter?
—Porque soy la única persona, además de ti, que sé que estabas ayudando a tus amigos a robar a esos turistas cuando cambiaste de parecer y los salvaste.
El estómago de Nick cayó al suelo ante esas palabras. No le había dicho ni una palabra de ello ni a un alma. Ni siquiera a sus curas. Ese era un secreto que se suponía que debía quedar entre él y Dios y nadie más.
—¿Cómo supo eso?
—Estuve allí más tiempo del que sospechabas y vi todo. Ahora súbete al auto.
Nick colgó el teléfono y se lo entregó al señor Poitiers.
—Está bien, te creo. —También le extendió la mano con el dinero. Phil se rehusó a tomarlo—. Quédatelo.
Nick negó con la cabeza.
—Realmente no puedo tomarlo.
—Sí que puedes. Sólo considéralo una recompensa por ser un chico listo.
Desacostumbrado a que las personas no estuvieran enojadas con él, Nick aún estaba reacio a aceptar el dinero.
—¿No estás enojado conmigo?
—¿Por protegerte a ti mismo? Para nada. Le digo a Kyl todo el tiempo que se comporte como tú hiciste. Me da orgullo ver a un chico con cerebro. Ahora entra.
Nick vaciló. Qué raro que alguien como Phil no lo menospreciara. Se sentía realmente raro.
Se subió al auto y se acomodó dentro. Phil arrancó y luego bajó la radio así podría hablar.
—Debería haber traído a Kyl conmigo para tranquilizar tu mente.
—No la habría tranquilizado. Mi mamá dice que los pervertidos usan a otros niños para engañar a sus víctimas. —Sin mencionar que Kyl no pertenecía exactamente a su círculo de amigos. Era un arrogante que lo molestaba casi tanto como lo hacía Stone.
Pero debía decir, que su padre parecía lo suficiente decente a pesar de su perfecto discurso. Le hacía preguntarse de donde salía la forma de ser de Kyl.
No dijeron nada más mientras Phil circulaba por el tráfico. No les tomó mucho tiempo el llegar a la casa de Kyrian, que estaba en lo bajo del Garden District. Esta era el área codiciada de los ceja alzada, donde las mansiones previas a la guerra civil iban una tras otra como monstruosas bestias de una era pasada de gentileza y buenos modales que la mayoría de las personas de hoy día carecía.
Nick y su mamá algunas veces venían caminando a lo largo de este camino…, muy probablemente debido a que la autora preferida de su mamá vivía aquí y ella quería echarle un vistazo siempre que podía.
Su barbilla se aflojó al acercarse a una puerta que se abrió dejando ver lo que debía ser la casa más grande que había visto alguna vez. Era una enorme casa estilo greco con columnas Dóricas sosteniendo lo que parecía ser un porche sin fin. De arriba  abajo.
Phil condujo alrededor de la rotonda de entrada hasta que llegó a los escalones del frente.
—Llegamos. —Pero no apagó el motor.
Nick frunció el ceño.
—¿No vas a quedarte?
—Mis órdenes eran que te trajera hasta la puerta. Misión cumplida.
Raro, pero está bien…
Nick no tenía idea de por qué estaba tan intimidado, pero algo acerca de la casa parecía misterioso y prohibido. No era que no supiera que Kyrian tenía dinero, pero saber algo y ver tan obvia prueba eran dos cosas diferentes.
¿Cómo sería en el mundo tener esta clase de riqueza?
De hecho, no podía imaginarse no tener que contar peniques para comer en el McDonald´s.
Reuniendo coraje, salió del auto, asió la mochila, y subió las escaleras hacía la puerta frontal. Hecha de caoba y vidrio grabado, que le recordaba a copas de cristal tallado, parecía algo sacado de una película. Alzó la mano para tocar el timbre, pero la puerta se abrió, mostrando a una pequeña mujer hispana que lo miraba como un guardián saludando a un nuevo presidiario. Vestida con una camiseta de color coral y jeans, tenía el cabello oscuro peinado en un tirante moño.
—¿Nick? —Sonó más bien como “Neek”, lo que era una versión mucho más linda que el normal alargamiento de las vocales a la que estaba acostumbrado.
—Sí, señora.
Ella retrocedió para dejarle entrar.
—El señor Kyrian está esperándote en su oficina. —Alargó la mano para tomar su mochila.
Nick se apartó de ella.
—¿No confías en mi? —El tono sonaba ofendido.
—No quería ofenderla, señora, pero ni siquiera sé su nombre.
El rostro de ella se volvió completamente estoico.
—Soy Rosa y mantengo la casa del señor Kyrian por él. Ahora, ¿quieres que te guarde la mochila mientras estás aquí?
Se sintió tonto por no dejarle hacerlo. Simplemente no estaba en él dejar que cualquiera tomara algo suyo sin luchar, sin importar cuán poco valioso fuera. Era por esa misma razón que no había querido que Brynna la tocara antes.
—Supongo. —Se la descolgó con un encogimiento de hombros.
Ella gimió al tiempo que él le entregaba todo el peso.
—Mi Dios, eres más fuerte de lo que pareces. ¿Cómo cargas esto sin volverte jorobado?
Nick se encogió de hombros.
—Es lo que tengo que llevar a la escuela.
Señaló a la escalera de caoba que se curvaba hacia el segundo piso.
—Tercera puerta a la derecha. No necesitas llamar. Te oirá acercarte.
Sí, está bien, eso era espeluznante también.
Nick se dirigió hacia arriba, tomándose su tiempo para escudriñar cada pulgada del impecable palacio. La baranda tenía lo que él estaba bastante seguro eran medallones de oro en el centro del negro pasamanos de hierro y los suelos pulidos eran de cierta clase de algo verdaderamente costoso, como mármol o losa o… lo que fuera. Parte de él quería huir a la calle…
No pertenezco para nada aquí.
Se sentía como un fraude o indigno. Hasta que se percató de qué en realidad lo hacía sentir tan incomodo.
No entraba luz del sol…
Cada ventana en la casa estaba cubierta con persianas y pesadas cortinas. Cada una. Ni siquiera un haz de luz entraba. ¿Cuán raro era ello? Su madre estaba siempre gritándole por gastar electricidad durante el día.
Deja de falsificar la luz del sol, muchacho. Apaga las luces. ¿Tienes alguna idea de cuánto dinero estás gastando?
Sacándoselo de su cabeza, alcanzó la puerta que Rosa había mencionado y la abrió.
Kyrian estaba sentado frente a una computadora con un auricular cubriéndole un oído.
—Talon, oigo lo que estás diciendo. Simplemente no te estoy escuchando. Mira, el chico está aquí. Te hablo después. —Colgó el teléfono y se quitó el auricular antes de ponerlo sobre el escritorio.
—¿Talon? —Preguntó Nick.
Kyrian sonrió sin mostrar sus dientes, otro hábito peculiar que Nick había notado acerca de él, incluso cuando había venido al hospital.
—Un amigo que estoy seguro que eventualmente conocerás. —Inclinó la cabeza hacia el cabestrillo de Nick—. ¿Cómo te estás sintiendo?
—Irritable. Las medicinas para el dolor se acabaron y duele como una madre.
Kyrian ignoró el cortante tono y semi-obsceno.
—Escuché que hoy tuviste algunos problemas en tu escuela.
—No tuve ningún problema debido a que no me dejaron ir al campus. Lo hace un gran día si me pregunta.
Kyrian puso los ojos en blanco, pero no hizo ningún comentario sobre el tono irritado de Nick.
—¿Has llamado a tu mamá?
—No. ¿Por qué?
—¿No crees que ella podría haber escuchado algo sobre los ataques en la escuela y estar preocupada?
—No veo cómo.
—Nick… Ella es tu madre. Va a estar preocupada. Honestamente, no tienes ninguna idea de cuánto tus padres te aman hasta que algo te ocurre, luego es demasiado tarde. —Había una nota en la voz de Kyrian que Nick no pudo definir del todo. Algo como un dolor enterrado por un recuerdo amargo que aún lo molestaba…
Pero eso no importaba. Nick no estaba siendo estúpido o irrespetuoso.
—Sé que estaría preocupada si supiera acerca de ello pero sé que no ha oído nada. No tenemos TV o algo así. Joder, ni siquiera tenemos un teléfono. Tienes que llamar a Menyara y ella toma los mensajes para nosotros.
El aturdimiento en el rostro de Kyrian encendió su temperamento.
—No necesitamos su lástima —gruñó Nick—. Nos arreglaremos bien sin ella y sin las otras cosas también. No se necesita basura electrónica para vivir. Lo sabe, la gente vivió por miles de años sin ella. Hay una gran diferencia entre las cosas que uno quiere y las que necesita.
Kyrian sostuvo las manos en alto en gesto de rendición.
—Cálmate, Nick. No siento lástima por ti. Ni siquiera tenía nada de eso cuando era un niño, créeme, sé cómo solían vivir las personas.
Nick recorrió con la mirada el mobiliario costoso que contradecía dichas palabras.
—Ha recorrido un largo camino, ¿huh?
—De alguna manera…
—¿Y en otra?
Kyrian se encogió de hombros.
—Déjame decírtelo de esta manera… el dinero no resuelve tus problemas. Simplemente te trae otros nuevos a tu puerta.
—¿Qué significa?
—Significa que espero que nunca conozcas las traiciones que he conocido. Mi padre una vez me dijo que ningún amigo me sería jamás leal debido a lo que tenía y a lo que era.
El padre de Nick le había dicho básicamente la misma cosa. No confíes en nadie a tu espalda, porque lo que todas las personas hacían era traicionar. Y ellas usualmente reían mientras lo hacían.
Pero él no deseaba sonar tan cínico.
—¿Tenía razón?
—Para nada. Había un sólo amigo que tuve que fue leal. Pero cuando murió, me dejó con otros que hicieron más que probar que mi padre era un hombre sabio. Sé que es duro escucharlo a tu edad. Los dioses saben que yo nunca lo hice, pero…
—¿Los dioses?
Kyrian se rió, de nuevo sin mostrar los dientes.
—Tienes que perdonarme. Soy un poco excéntrico algunas veces.
—¿Es por ello que todas las ventanas están cerradas?
Kyrian enarcó una ceja.
—Eres observador. Impresionante. La mayoría de las personas no se dan cuenta.
—Sí, bien, pocas cosas se me escapan. Tiendo a observar silenciosamente desde las sombras. Aprendes mucho más de esa manera.
—Lo tendré en mente. —Kyrian rodeó el escritorio y le alcanzó el teléfono—. Vamos, envíale un mensaje a tu mamá. En el evento ha escuchado lo de tu escuela, no quiero que se preocupe.
Nick frunció el ceño.
—Vaya, con esa clase de sobre consideración, sus padres deben realmente amarlo. —Mr. Goody Two Shoes[1].
Kyrian vaciló antes de responder.
—Mis padres han muerto hace mucho tiempo. ¿Y sabes cuál es la cuestión más triste? Aún los extraño cada día. Pasé toda mi juventud luchando con mi papá sobre cosas pequeñas y maldición si no vendería mi alma para verlo una vez más y decirle que lamento las últimas palabras que le dije. Palabras de las que nunca me pude retractar y que nunca debería haber dicho. Así que llama a tu mamá. No importa qué clase de relación tienes con tus padres, te juro que los extrañarás cuando ya no estén.
Nick no estaba tan seguro de ello. Apenas conoció a su padre. Su madre, sin embargo, era otro tema, nunca la dañaría intencionadamente. Marcando el número de Tía Mennie, puso el teléfono en el oído.
—¿Hola? —El acento criollo de Mennie era más fuerte de lo normal.
—Ey, Tía Men, soy Nick. ¿Puedes…
—¿Muchacho? ¿Dónde has estado? Tu pobre mamá se ha puesto enferma de preocupación por ti. No ha dormido ni ha tenido un minuto de paz desde esta mañana cuando oyó lo de tu escuela. Qué vergüenza que la preocupes de esta manera. Fuimos a la escuela y te buscamos, no pudimos encontrar un rastro de ti en ninguna parte. Nadie le decía nada y ahí estás tranquilo y bien. ¡Qué vergüenza, muchacho! Qué vergüenza!
Nick se sintió como la forma más baja de saliva de perro al mismo tiempo que su madre tomaba el teléfono. No era que Menyara lo sermoneara por cualquier cosa. Ella usualmente le dejaba la tarea a su mamá. Eso más que nada le decía cuán preocupada había estado su mamá.
—¿Bebé Boo? —Esas palabras agitaron sus intestinos. Era su apodo de la infancia que ya rara vez usaba—. ¿Estás bien?
—Si, Má. Estoy bien. Realmente lamento no haberte llamado. Y yo simplemente no creí que habías oído sobre ello.
—Está bien, Boo. Sólo estoy contenta de que estés bien. Es tan bueno oír tu voz. La policía no me decía nada acerca de las víctimas. Dijeron que no habían notificado a las familias, así que estaba esperando que ellos vinieran a mi puerta y… —Ella se quebró en sollozos.
Nick se encogió hasta sentirse enfermo.
—No tenía la intención de asustarte, Mamá.
—Está bien. Está todo bien. Estás a salvo y eso es todo lo que importa para mí. ¿Dónde estás?
Miró a Kyrian, quien le estaba dirigiendo una mirada de “te lo dije”.
—Estoy en lo del señor Hunter ahora. Estaba en la tienda de Bubba, ayudándolo esta mañana ya que cancelaron las clases. Dijo que me pagaría el doble por ello.
—¿Pero a salvo?
—Sí, estoy a salvo.
—Oh, gracias a Dios.
Kyrian tomó el teléfono de su mano.
—¿Señora Gautier? Soy Kyrian. Quería hacerle saber que alimentaré a Nick y lo tendrá en casa alrededor de las siete, si eso está bien para usted. —Realizó una pausa para escucharla—. Sí, señora. Lo cuidaré muy bien y no dejaré que nada le ocurra. Lo prometo. —Colgó el teléfono.
Nick frunció el ceño.
—¿Por qué la llama “señora” cuando ella es más joven que usted?
—Es un indicador de respeto.
Eso no lo entendía, pero estaba agradecido por ello.
—No muchas personas le han mostrado a mi mamá el respeto que se merece. Realmente aprecio eso que hace.
Kyrian guardó el teléfono en el bolsillo.
—Aprendí hace mucho tiempo a no juzgar a las personas por la manera en que se ven, suenan o por las ropas que visten. Sólo porque una casa sea agradable y brillante en su fachada no significa que no esté podrida por dentro. Tu mamá es una buena mujer con un buen corazón y me contenta ver que eres lo bastante maduro para apreciar eso de ella.
Nick encontró un nuevo gran respeto hacia él.
—¿Sabe? Creo que puedo trabajar para usted.
Kyrian le dirigió una sonrisa de labios tensos.
—Me alegra oírlo. Ahora, ¿debería mostrarte el lugar?
A él le agradaba la manera formal en que algunas veces hablaba Kyrian. Iba y venía desde el típico modismo callejero hasta expresiones del viejo mundo que eran pronunciadas con un acento que Nick no podía ubicar.
—Debería, de hecho.
Kyrian frotó sus ojos ante el mal acento inglés de Nick.
—Tus deberes serán durante el día. Nada demasiado extenuante, y si algo agrava tu brazo, hasta que te cures, no lo hagas. Lo último que necesitas es retroceder en tu terapia.
Nick lo siguió hasta las escaleras.
—¿Por qué está haciendo esto, de cualquier modo? Sabe en lo que estaba metido aquella noche y, ¿sin embargo me permite ingresar aquí, alrededor de todas sus pertenencias? ¿No tiene miedo de que le robe algo?
Kyrian se volteó en las escaleras para dirigirle una dura mirada.
—No hay nada que me puedas robar que no pueda ser remplazado. Las cosas significan poco para mí. —Se acercó un paso hacia Nick—. ¿Y por qué te estoy ayudando… creo en ti, Nick. Me recuerdas a un chico que una vez conocí. Testarudo hasta el punto de que nadie podía soportarlo. No escuchaba y tenía un inmenso complejo de inferioridad, debido a que quería mostrarle al mundo cuan duro era, que no necesitaba a nadie que lo ayudara en la vida, o que hiciera nada por él. Todo tenía que ser aprendido por su propia mano… de la manera más difícil.
—¿Qué sucedió con él?
—Rebeldemente, se unió al ejército contra los deseos de su padre y conoció a un hombre que le cambió la vida. Por la razón que fuera, ese hombre tenía paciencia. Y donde otros hubieran justificadamente matado al arrogante joven por su actitud, su oficial comandante vio potencial en él. Cambió la vida de ese muchacho y quiero pagar esa deuda en ti.
Le tomó a Nick un segundo en darse cuenta de qué exactamente estaba diciendo.
—¿Usted es el chico?
Kyrian inclinó la cabeza.
—¿Y este tipo que cambió su vida?
Descendió la mirada al anillo de su mano que descansaba en la brillante baranda.
—Un hombre llamado Julian.
Nick se estremeció ante el tan desagradable nombre.
—¿No es Julian un nombre de chica?
Una de las comisuras de la boca de Kyrian se curvó en una sardónica sonrisa.
—Confía en mí, Nick. Era el más fuerte HDP[2] que haya conocido en el campo de batalla. Nadie nunca lo derrotó en una pelea. Hacía que Jackie Chan y Chuck Norries se vieran como afeminados.
—¿Es así como aprendió a luchar de la forma en que lo hizo cuando me salvó?
—Sí.
Nick tenía que darle el crédito. Kyrian podía defenderse solo. Era algo que él quería poder hacer.
—¿Podría enseñarme algo de eso?
—Cuando tu brazo esté mejor. Por ahora, le prometí a tu mamá que no agotaría tu fuerza.
Nick gruñó.
—Sí, pero…
—Nada de peros. Ahora es sólo una introducción. Quiero que conozcas de qué se trata. Rosa es tu supervisor directo. Lo que fuera que te diga se hace. Dado que usualmente trabajo de noche, será ella con la que trates en mayor parte cuando estés aquí. —Giró de nuevo y descendió las escaleras.
Nick bajó dando saltos por detrás de él.
—Así que, ¿Cuánta gente trabaja para usted?
—Sólo Rosa y George, el jardinero… Y ahora tú.
—¿Qué hay del señor Poitiers?
—Es un amigo. Tengo muchos que hacen favores por mí de vez en cuando.
Nick podía respetar eso.
—Debe ser agradable ser rey.
Un rastro de tristeza destelló a través del rostro de Kyrian antes de que lo escondiera.
—¿Por qué no te muestro tu oficina primero?
Ese anuncio dejó estupefacto a Nick.
—¿Tengo una oficina?
—Sí. —Kyrian lo condujo a una habitación fuera de la cocina que era más grande que todo el condominio de Nick. Estantes de libros decoraban las paredes. Y había dos escritorios y ordenadores sobre ellos, junto con agradables sillas de oficina de cuero negro. Era una impresionante distribución.
Rosa tiene el escritorio más grande. El tuyo está allí.
Nick se acercó a éste con la barbilla floja al tiempo que pasaba su mano por la superficie. Hecho de costosa madera de cerezo, era prístino y hermoso. Pero fue el enorme monitor sobre el escritorio lo que realmente lo hizo sonreír.
—¿Tengo mi propia computadora?
—Sí, y puedes hacer la tarea en ella si lo necesitas. Está conectada online así que…
Los ojos de Nick se abrieron de par en par.
—¿Está online y todo?
—Sí. Habrá momentos en que necesitaré que obtengas información u órdenes otras cosas online por mí.
—¿De verdad?
—De verdad.
Nick no sabía qué decir. Esto era más de lo que se había jamás imaginado. Cuando Kyrian le había ofrecido el trabajo, creyó que se trataba de pasear al perro, limpiar baños, o algo igual de mierda. Nunca en sus sueños más salvajes había pensado que tendría su propio escritorio o computadora.
De hecho, Rosa ya había puesto su mochila allí. Lo hacía sentir como un adulto con un verdadero trabajo de escritorio.
Sobre todo, lo hacía sentir respetable.
Alzando la cabeza en alto, encontró la mirada de Kyrian.
—Así que ¿cuánto dinero estaré haciendo?
—Dado que solo trabajarás media jornada, comenzarás ganando mil a la semana.
Nick casi se ahogó ante la cantidad. Mil ¿qué? ¿Lira? ¿Yen? ¿Robles?
—¿Perdone?
—Eso es previo a los impuestos, claro. Y tenemos bonos por desempeño en el trabajo, así que puedes incrementar eso si necesitas más. Creo en recompensar el trabajo duro y…
Nick sostuvo su mano en alto para que se detuviera allí.
—Retrocedo para asegurarme que oí lo que dijo. ¿Mil a la semana?
—Sí.
—¿Mil dólares americanos a la semana?
—Sí.
—No dinero de Monopolio o algo así.
Kyrian le dirigió una irritada mirada.
—No, Nick. Verdadero dinero en efectivo, y tendrás tu propia tarjeta de crédito también.
Nick no podía creerlo. Aún estaba aturdido ante la cantidad, ya no le importaba todo lo demás.
—¿Y no tengo que hacer nada ilegal o pervertido?
—Sólo tienes que cuidar tu lenguaje, especialmente con Rosa.
Bien, maldición. Eso le hacía preguntarse una única cosa…
—¿Cuánto le paga a ella si trabaja a tiempo completo?
Kyrian rió.
—Mucho más de lo que te estaré pagando a ti, pero no lo suficiente por tolerar tu inteligente boca. Así que si quieres mantener este trabajo, tienes que mostrarle respeto.
—No se preocupe. No maldigo delante de mujeres. —Pero esa regla no se aplicaba a hombres o en realidad a nadie que tratara de molestarlo.
Como fuera, Nick tenía una preocupación mayor.
—Um, ¿cuánto deducirá de esto para las cuentas del hospital?
—Tú mantén las notas altas, vigila tu actitud, y preséntate a trabajar a tiempo por seis meses y me olvidaré de ellas.
Si algo suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo sea. Y aunque fuera joven, no había nacido ayer.
—No sé acerca de ello. Mi mamá dice que no aceptamos caridad de las personas. Pagamos a nuestra propia manera.
—Nick… —la voz de Kyrian era tirante—. Mira alrededor. No voy a extrañarlo. Te estabas dirigiendo por el mal camino en la calle, cuando, por cual fuera la razón, hiciste el giro correcto. Nadie te hizo hacerlo. Lo hiciste por ti mismo. Mi objetivo es mantenerte en el camino correcto. Y sé que las personas desesperadas hacen cosas desesperadas, así que este trabajo te ayudará a eliminar algo de esa tentación. Eres un buen chico y te mereces un respiro, estoy seguro de que la vida no te dio demasiado.
Era verdad. La vida los había molestado bastante a él y a su madre desde el momento en que había nacido.
—Sí, pero eso es un montón de dinero para ser pagado a un chico para hacer básicamente nada.
—Tú no estarías haciendo nada. Serás parte de un vital personal de respaldo en el que confío para hacer mi trabajo. Sin mencionar, el mantener tus notas en alto y eso es nada comparado con lo que podrás hacer conmigo cuando seas adulto.
Aún, Nick estaba escéptico.
—¿Y no tengo que desnudarme?
—Oh, Dios, no. Por favor mantén tus ropas puestas. Ni Rosa, ni yo necesitamos quedarnos ciegos. Sin embargo, hay una piscina en la parte posterior, que eres libre de usar cuando sea que quieras. De cualquier forma, siempre te alentaré a vestir traje de baño cuando la utilices. Lo último que necesito es que mis vecinos comiencen a quejarse o que George renuncie. —Kyrian se movió hacia una pequeña caja sobre el escritorio de Nick y la recogió para entregársela—. De paso, esto es para ti.
—¿Qué es?
—Un teléfono celular así podré contactar contigo cuando te necesite.
Nick no podía creerlo.
—Imposible.
—Parte de los privilegios del trabajo. Pero no abuses de tus minutos o mensajes de texto. Recibo una factura de diez mil dólares en un mes y te estrangularé. —Kyrian lo encendió y se lo entregó—. Está ya conectado y el número está en la tarjeta. Asegúrate de que tu mamá lo tenga también. Programé mi número en el marcado automático bajo el número dos. Sólo sostenlo presionado.
Nick estaba abrumado por la generosidad. No sabía qué decir.
—Esto es simplemente tan genial. Gracias.
—De nada. —El teléfono de Kyrian sonó. Lo sacó de su bolsillo y revisó la identificación antes de contestar.
—No, he estado ocupado por un tiempo. ¿Por qué? —Él frunció el entrecejo al tiempo que escuchaba.
Nick jugaba con  su propio teléfono. Hombre, esta cosa era realmente sorprendente.
—¿Qué quieres decir con que hubieron más ataques?
Eso captó la atención de Nick. ¿Estaba Kyrian hablando del tema zombi?
—Sí. Iré tan pronto como pueda y mantendré mis ojos abiertos para, y tiemblo al decir esto, las cosas fuera de lo ordinario para nosotros. —Escuchó por algunos minutos antes de colgar el teléfono.
—¿Algo va mal? —preguntó Nick.
Kyrian no contestó exactamente a la pregunta.
—¿Hay alguien en tu escuela con un hacha para moler jugadores de fútbol?
¿Nunca había ido el hombre a la escuela superior?
—Depende del jugador de fútbol. ¿Por qué?
—Ha habido dos ataques más.
Nick estaba estupefacto.
—Todos ellos fueron cometidos contra jugadores de fútbol. ¿Cuántos muchachos hay en el equipo, de cualquier modo?
Nick tuvo que pararse a pensar.
—No estoy exactamente seguro dado que no juego más. Probablemente alrededor de cincuenta en total, contando a las LI y LS.
—¿LI y LS?
Estaba sorprendido de que Kyrian no supiera de qué estaba hablando.
—Liga Inferior y Liga Superior.
—Ah… ¿Por qué ya no juegas?
Nick se encogió de hombros, al tiempo que eso le traía un recuerdo en el que no quería pensar. Había sido realmente bueno en ese juego, pero eso no lo salvó.
—Logré que me echaran en la primera semana en que entré al equipo por pelear cuando Stone se burló de mis zapatos. En caso de que no lo haya notado, no soy una persona sociable.
Kyrian rió.
—Lo noté. Mira, necesito hacer unas llamadas más. Pasea por aquí y acostúmbrate. No te canses demasiado. Si necesitas algo de comer o beber, ve a la cocina. Siéntete como en casa.
Nick esperó hasta que Kyrian se retiró antes de tratar de llamar a Madaug de nuevo desde su nuevo celular.
Aún ninguna respuesta.
Suspirando, tenía un mal presentimiento sobre esto. Si lo que Kyrian había dicho era cierto, habían reducido a un cuarto del equipo.
No habrá ninguna competición final para nosotros este año.
Estúpida preocupación dado todo lo que estaba ocurriendo, pero era la primera cosa que surgió en su mente.
Lo que no podía comprender era qué lo había comenzado. Sí, los deportistas se la tomaban con ciertas personas y ahora que se estaban volviendo zombis, sólo se volvería peor. Ahora se la tomarían con todos.
¿Cómo podían detener esto?
Irritado por la falta de detalles, volvió a dirigirse a la cocina, donde Rosa estaba haciendo algo que olía increíblemente bien.
Lamiéndose los labios, fue a investigar la olla mientras Rosa picaba camarones y cebollas en la tabla de picar.
—¿Qué estás preparando?
—Gumbo.
Nick alzó las cejas ante un plato que había comido la mayor parte de su vida, pero este no se veía para nada como el de su mamá.
—Huh… así que así se ve el gumbo de la gente adinerada.
—¿Qué quieres decir?
—No tiene sobras en él y le estás poniendo carne real y no trozos de tocino o animales muertos en la carretera.
Rosa río.
—Estoy segura de que nunca has comido animales que han muerto en la carretera.
No apostaría por ello. Su mamá podría haberlo negado, pero alguna de la carne que trajo a casa… estaba seguro de que había salido de la calle. Quizás incluso recogida de debajo de las ruedas.
Rosa le entregó una cuchara.
—Siéntete libre de probarlo.
—¿De verdad? Gracias. — Sumergió la cuchara y la apartó para que se enfriara antes de tomar un bocado. Hombre, sabía incluso mejor de lo que olía. Su estomago gruñó tan alto que sonó como un monstruo a punto de aparecer.
Rosa se volteó para mirarlo fijamente.
—Lo siento. No he almorzado. —Bubba no le había dado permiso de tomar dinero de la caja para ello, y dado que los almuerzos escolares venían con su matrícula, no tenía dinero para comprar el almuerzo en algún otro lugar.
A Rosa se le aflojó la mandíbula.
—¿Por qué no dijiste algo acerca de que estabas hambriento? —Lo empujó hasta la isla donde dos altos taburetes estaban ubicados—. Tú siéntate y te haré un sándwich.
—Puedo esperar hasta la cena. Estoy acostumbrado.
—Nadie pasa hambre en mi casa, m´ijo. Tú sólo siéntate allí mientras te lo hago.
Esto estaba seriamente asustándolo. Nadie nunca había sido tan agradable con él. ¿Había caído en la Dimensión Desconocida o algo así?
Voy a morir. Tenía que ser un presagio de muerte. Sí, me voy a convertir en un no-salgo-en-citas-porque-apesto demonio de cuerpo putrefacto comedor de carne. Sus partes del cuerpo, especialmente las realmente importantes, iban a caerse cómo en esa película que había visto…
Y todo debido a que había ayudado a una pareja mayor a escapar de sus amigos.
Deja de ser estúpido.
Pero no era estúpido. Era un hecho. Algo estaba mal con el mundo. Había estado avanzando de lado y nada era como debía ser.
Estaba condenado. Ningún “sis”, “ys”, o “peros que valgan”. Iba a morir.
Y no bien tuvo ese pensamiento, oyó algo arañando la puerta trasera. Había un gruñido bajo y el golpeteo de una criatura bastante grande. Malvado y gutural, el sonido le recordó a un perro arrinconando a un gato. Debía ser un Rottweiler o algo así.
Le frunció el ceño a Rosa, quien se había congelado para mirar a la puerta trasera también.
—¿Qué clase de perro tiene Kyrian?
Ella negó con la cabeza.
—Ningún perro.
—Entonces ¿qué…? —Sus palabras terminaron al tiempo que la puerta trasera salía volando y dos miembros de su equipo entraban corriendo para atacarlo


[1] Buenazo Dos Zapatos: Frase proveniente de un cuento similar a la Cenicienta. Se emplea cínicamente para hacer referencia a una persona extremadamente virtuosa.
[2] Hijo de puta

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