Nick se tambaleó mientras la niña “pequeña” creció más de metro ochenta. Elevándose por encima de él, le agarró por la camisa con las manos convertidas en garras y se rió en su cara.
—Deberías haber hecho lo que tus amigos querían, Gautier, ayudarles a robar y matar a esa pareja. Has cometido un gran error al ser amable. Siempre y cuando dejes que tu bondad te debilite, podremos alimentarnos de ti. —Se movió para morderle el cuello.
La pateó de vuelta y corrió por la calle.
Justo cuando ella le alcanzaba, tres criaturas más aparecieron para bloquearle el camino. Parecían hombres, pero un destello frío les bailaba en las cuencas donde deberían estar los ojos. La temperatura del patio cayó instantáneamente veinte grados dejándole tembloroso. Peor aún, estos recién llegados olían como algo que salía de la parte trasera de las mulas que tiraban de los carros por el Barrio.
Puaj, ¿No se bañaban nunca?
El más avanzado chasqueó la lengua hacia él, mostrando un conjunto de colmillos afilados y dentados.
—¿De verdad crees que puedes escapar de nosotros?
Sí, lo creía…
Nick dio un paso atrás y buscó una forma de pasarles. Le bloqueaban completamente la calle. No había una forma de llegar a ella sin entrar en contacto con ellos. Y tras él estaba el patio cerrado.
Mierda…
—¿Qué queréis? —preguntó Nick, tratando de pensar en una tercera opción.
La chica le agarró por la espalda.
—Queremos matarte.
Le hundió los dientes en el cuello.
Siseando, Nick le estampó el brazo bueno en el tórax. Le liberó lo suficiente como para que pudiera girar saliendo de sus brazos y revolverse alejándose de ella.
Los otros tres fueron por él.
¿Dónde hay un hacha cuando la necesito?
Mejor aún, un lanzador de mísiles.
El cuervo se abalanzó aterrizando sobre su hombro lesionado. En el momento que sus garras le tocaron, algo parecido a electricidad le atravesó el cuerpo. Era tan intensa y dolorosa que le dejó sin aliento. Durante treinta segundos, todo pareció detenerse. El viento, los atacantes, el pájaro.
El corazón.
Cuando el mundo volvió a la normalidad, volvió con una ráfaga que se estrelló contra él tan fuerte, que jadeó. Sus sentidos eran más agudos de lo que nunca habían sido antes, se dio cuenta de que ya no tenía el brazo lesionado.
Lucha. La voz en su cabeza sonaba demoníaca.
Desde algún lugar profundo en su interior, Nick sintió un poder elevarse e irradiar a través de todo su cuerpo. El pájaro se volvió a lanzar al balcón para observar mientras las cosas le atacaban.
Incluso, aunque él supiera que ellos se movían a una velocidad inhumanamente rápida, los vio como si fueran a cámara lenta. Era como si estuviera poseído por algo más.
El primero golpeó.
Nick esquivó el golpe y se lo devolvió con uno de los suyos. La criatura se tambaleó. Se giró para coger al siguiente con un cabezazo.
El tercero gritó de rabia mientras corría hacia la espalda de Nick. Este se dio la vuelta y lo lanzó a la calle antes de darle un puñetazo en el pecho.
La hembra le pateó contra la pared.
Nick se dio la vuelta y bloqueó el golpe que ella le enviaba a la garganta. Como algo salido de una película, ella le dio puñetazos repetidamente y él respondió a cada golpe.
¿Cuándo aprendí kung fu?
Y su mamá decía que todas esas películas de Jackie Chan habían sido un desperdicio. Aparentemente, había aprendido por ósmosis, porque no había otra manera de que supiera esto.
Se sentía como si pudiera conquistar el mundo.
Que alguien me tire unos nunchakus[1].
Volviendo a patearla, cogió a otra de las criaturas y la estampó contra la primera. En cuestión de segundos, estaban en el suelo y él estaba sobre ellos sin ni siquiera respirar con dificultad en una perfecta posición sotobiraki jigo hontai dachi.
¡Toma eso, Chuck Norris!
El pájaro graznó como aprobándolo antes de volar en la noche.
Nick se enderezó. No le dolía nada el hombro. Más que eso, lo controlaba totalmente, lo cual era algo que su doctor y su fisioterapeuta le habían dicho que llevaría meses volver a tener.
¿Qué está pasando? Pensaría que eso es un sueño, sino fuera por el hecho de que sabía que estaba despierto.
Las criaturas se evaporaron en una fina niebla que se dispersó en las sombras mientras la temperatura volvía a la normalidad.
De repente, había un hombre frente a él. Uno que tenía un parecido asombroso a su padre excepto que éste tenía una extraña marca de un arco doble y flecha en la cara. Vestido de negro, llevaba un abrigo largo de cuero que le llegaba hasta los tobillos. Con el pelo del mismo color que el de Nick, solo que más largo, medía un metro noventa y cinco y tenía una barba de chivo perfectamente recortada. Y mientras que los ojos de Nick eran azules, los suyos eran tan negros como su ropa.
Nick se preparó para pelear.
—¿Quién eres?
—Relájate, Nicky. Sólo soy un amigo que está aquí para ayudarte.
—¿Cómo es eso?
El hombre alzó la mano y una bola de luz apareció en su palma donde bailó y parpadeó en la oscuridad. Su cara severa, cerró la mano y la luz desapareció.
—No tienes ni idea de lo importante que eres. Cuantos poderes y criaturas se pelean por ti. Pero confía en mí, el único que realmente se preocupa por ti, además de tu madre, soy yo.
Nick no estaba tan seguro de eso.
—¿Y tú eres?
—Tu tío Ambrose.
Sí, claro.
—No tengo un tío.
—Por supuesto que sí, Nick. Incluso te llamaron como a mí.
Negó con la cabeza. Se llamaba así por su padre y su abuelo, al menos eso es lo que siempre le habían dicho.
—Mi madre nunca te ha mencionado.
—Porque soy de la parte de tu padre y ella realmente no me conoce. Pero eso no importa. Mi objetivo es evitar que cometas algunos errores realmente malos.
—¿Cómo qué? ¿Hablar contigo?
Ambrose se rió.
—El mundo no es lo que ves, muchacho. Hay un velo sobre todo y te ciega de la manera en que ciega a la mayoría de la gente. —Apartó el pelo de los ojos de Nick y en el momento que lo hizo, una sacudida le atravesó—. Eso es perspicacia. La capacidad de ver lo que está oculto. Mi regalo para ti, a pesar que ya has tenido una prueba de él. Ahora es más agudo y fiable. No quiero que nadie te engañe de nuevo.
Nick se tambaleó hacia atrás al ver, no a Ambrose como un hombre, sino como…
Algo más.
Su piel estaba moteada de negro y rojo. Sus ojos brillaban de color amarillo. Ambrose no era humano y eso le aterró.
—¿Qué eres?
—Tu amigo. Siempre. Soy el único en el que siempre serás capaz de confiar.
Chorradas. La única persona en la que podía confiar plenamente era él mismo. Las palabras eran fáciles y las acciones a menudo letales. Nick no era tan tonto como para pensar, por un minuto, que el tipo estaba a ese nivel.
—Amigo, no te conozco y no voy a confiar en ti.
—Me conoces mucho mejor de lo que piensas. Mira en tu interior y sabrás que te estoy diciendo la verdad.
Nick miró y lo que vio le heló la sangre. Se negó a creerlo.
Incapaz de soportarlo, echó a correr, pero no pudo. Era como si un poder invisible lo tuviera prisionero.
—Se que no confías en mí. No te culpo. Pero aprenderás a escuchar con el tiempo. He desbloqueado tus poderes antes de tiempo, para tu protección.
Ambrose debía haberse golpeado. No había otra explicación.
—¿Qué poderes? ¿Estás drogado? —le preguntó Nick.
Una perversa sonrisa le curvó los labios, mostrándole un conjunto de colmillos.
—No. Pero debes mantener lo que voy a enseñarte en secreto. Que nadie, especialmente Acheron, lo sepa.
—¿Cómo sabes de Acheron?
—Oh… no es el momento para que entiendas eso aún. Pero mi manipulación no está exenta de problemas. Esos mortents que te atacaron hace un momento sólo son algunos de esos subproductos. Pero no te preocupes. Tendrás la habilidad para la batalla y te volverás más fuerte cada vez que te ataquen. No te he dejado indefenso en esto.
—Mira —le interrumpió Nick—. No sé qué has estado esnifando… —trató de apartarse, pero Ambrose le detuvo.
—Estoy de tu lado, Nick. No tienes muchos amigos, y menos aún en los que puedas confiar.
—¿Cómo Nekoda? —No sabía el porqué su nombre le apareció en la cabeza. Pero lo hizo. Junto con una imagen de su rostro sonriente.
Todo un poema, era la mirada de conmoción en la cara de Ambrose.
—¿Nekoda?
Sí, no era tan listo como pensaba y eso le dio a Nick una nueva confianza en que Ambrose aun podría estar mintiendo.
—¿No la conoces?
Ambrose inclinó la cabeza como si estuviera tratando de escuchar al cosmos.
—¿Cómo puedes conocer a alguien que yo no conozca?
—Probablemente fácil ya que no te conozco en absoluto.
Negó con la cabeza.
—Algo no está bien… Esto no es posible. —Desapareció en la nada.
Nick miró alrededor, girando en un pequeño círculo. No había rastro de nada.
He perdido la cabeza.
Tal vez, pero el brazo seguía funcionando y sin dolor.
Entonces tan fácil como había venido a él, el poder se evaporó. Fluyó de él y le dejó cada parte del cuerpo dolorido. El dolor en el hombro le puso de rodillas. Ola tras ola de agonía cayeron sobre él hasta que le embotaron la visión.
Un minuto estaba de pie. Al siguiente, la calle se elevó hasta golpearle. Y la última cosa que oyó fue una profunda voz femenina.
Nos perteneces, Nick Gautier. Y asumirás tu lugar o te veremos muerto…
[1] Nunchaku: Es un arma de artes marciales asiáticas. Esta arma está formada básicamente por dos palos muy cortos de entre 30 y 60 cm unidos en sus extremos por una soga. También recibe el nombre de sosetsukon o nisetsukon aunque comúnmente es más conocido como linchaco, nunchaco o simplemente chaco.
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