El corazón de Alix se deslizó hacia el estómago al ver la fría y dura mirada en el rostro de Devyn. La falta de compasión en los ojos de Sway. Sinceramente, no les culparía por entregarla a sus enemigos.
Había estado dispuesta a hacérselo a ellos. Su crueldad no merecía nada más que su desprecio combinado.
Pero todavía la hería profundamente en su interior saber que estaban relegándola. Que Devyn, después de todo lo que habían compartido, le hiciera por su inoperancia.
Si los Rits realmente la trataban como a un esclavo fugitivo, sería desnudada y golpeada ante una transmisión en directo como castigo. El precio de la emisión, sus castigadores y los guardias que la custodiaran, así como su recompensa, sería algo que ella tendría que rembolsar, lo que garantizaba que en toda su vida jamás sería libre.
Es lo que te mereces.
Su alma se enfermó más y trató de soltar la mano de Devyn. Pero él se negó a dejarla en libertad ofreciéndole a Sway una inclinación sutil de cabeza.
Para su completa estupefacción, él deslizó el blaster fuera de la pistolera más rápido de lo que podría parpadear y abrió fuego contra los Rits. Él tiró de ella retrocediendo hacia la bahía de atraque mientras Sway les cubría la retirada.
—¿Qué estás haciendo?
—Jodiendo mi vida otra vez, estoy seguro.
Él envió varias rondas más de disparos detrás de ellos.
—No puedes hacer esto.
Él soltó un bufido.
—Un poco tarde para eso. No creo que: Policía, mi dañina arma accidentalmente falló dos docenas de rondas de disparos, surta efecto para sacarme de aquí —maldijo cuando su comunicador comenzó a zumbar.
Disparando una nueva ronda, contestó.
—Hola, mamá... Sí, sé que mi frecuencia cardiaca es peligrosamente elevada —esquivó una ráfaga que casi cubrió la pared con los restos de su cabeza—. ¿Ese sonido? Estoy recibiendo disparos, Ma. Tengo que dejarte. Te quiero mucho. Abrazos y besos —dio un golpecito en la oreja para cerrar el canal—. ¿Dónde diablos está Sway?
Antes de que pudiera responder, Vik salió de la nada. Pasó corriendo junto a ellos para encontrar y escudar a Sway mientras ella y Devyn corrían en busca de la nave.
Cuatro guardias ya estaban allí, esperando. Devyn finalmente la soltó. En una carrera mortal, él fue hacia ellos. Dispararon contra él mientras esquivaba las ráfagas. Sorprendida por su habilidad, vio cómo caía de rodillas y se deslizaba entre ellos, disparando mientras lo hacía.
Dos cayeron y los otros se pusieron a cubierto.
Devyn se puso rápidamente en pie al llegar a la nave y manipuló los controles para ampliar la rampa. Disparó a los guardias para mantenerlos inmovilizados.
—¡Alix! Muévete.
Corrió tan rápido como pudo hacia la nave, donde Nero la estaba esperando.
—Conecta la nave en condición de lanzamiento —ordenó Nero con los dientes apretados con fuerza.
Relampagueó desapareciendo esperando poder ayudar a Devyn junto a los demás.
Se dirigió hacia el puente para encender los motores y empezar los preliminares. Mientras trabajaba, miraba fuera para ver a Devyn, Sway, Vik y Nero luchando contra los guardias.
Por ella.
Las lágrimas le inundaron los ojos. Por primera vez en su vida se sintió como si tuviera una familia. Una que estaba dispuesta a morir por ella.
—¿Alix?
Ella se dio la vuelta ante el sonido de la voz de Omari. Se apoyaba en el marco de la puerta como si estuviera enfermo.
—¿Estás bien? —preguntó ella.
Él sacudió la cabeza como si estuviera tratando de aclararse la visión.
—Papá me disparó.
—¿Qué?
Él se pasó una temblorosa mano por el pelo.
—Papá me sorprendió justo después de que te fuiste... ¿Qué está pasando? ¿Dónde están todos?
Ella señaló al monitor.
—Irónicamente, tratando de dispararse entre ellos mismos. Tenemos que conseguir despegar la nave tan pronto estén seguros dentro.
Eso lo motivó. Prácticamente voló a la silla de Devyn para iniciar la preparación del vuelo.
—Ah, maldición, me duele la cabeza. Te juro que le voy a matar por esto.
—Estoy segura de que lo hizo para mantenerte fuera de problemas.
—Sí, pero maldito… estoy viendo las estrellas… Oh, espera, estoy viendo las estrellas. Estoy mirando la trayectoria del rumbo. Heh.
Alix puso los ojos en blanco mientras revisaba el sistema principal y los mecanismos para asegurarse que La Talia estaba lista para funcionar. Oyó el motor de la rampa. Devyn y los otros debían estar dentro.
Unos segundos después, estaban en el puente.
—Levántate, Baby Judy. Arriba —Devyn codeó a Omari a un lado.
Él se deslizó de la silla y se sentó en el suelo, siseando mientras se acunaba la cabeza entre las manos.
—La próxima vez, simplemente déjame inconsciente. Esta impresionante mierda duele.
—Lo siento —Devyn encendió los elevadores.
La nave se elevó y se estrelló contra el techo.
Sway se burló cuando se aseguró en su asiento.
—No está despejado para el lanzamiento.
—No me digas —Devyn se dirigió a Nero—. ¿Puede ocuparte de la puerta?
—Estoy en ello —un extraño resplandor amarillo le emanaba del cuerpo mientras miraba fijamente hacia las puertas de la bahía—. Juro que eres hijo de tu padre.
Alix se ató cuando Devyn propulsó los motores y voló arremetiendo contra las puertas cerradas. Encogiéndose de miedo, esperó estrellarse contra ellas y desintegrarse.
Devyn no dio marcha atrás, incluso aumentó un poco la velocidad. Empujó los obturadores hacia adelante con un brillo en los ojos que decía que estaba apenas a medio paso de la locura.
Vamos a morir. Vamos a morir.
Alix se preparó para el impacto.
Tan pronto llegaron a las puertas, se abrieron de golpe y La Talia voló directamente fuera.
Nero se tambaleó hacia atrás, maldiciendo mientras se llevaba la mano a la cabeza.
—Eso es un mojo doloroso. Gracias por la migraña, Dev. Te lo agradezco.
Devyn le dirigió una mirada feroz y divertida.
—Te dije que sacaras a Omari fuera de esto. Si hubieras hecho lo que te pedí, no te dolería la cabeza ahora.
—Sí. Eso duró unos segundos, hasta que oí allí sus planes para la Srta. Gerran. Sabía que nunca dejarías que se la llevaran así que no tuve más remedio que regresar y salvar tu grosero culo. Además, conozco a Fido-Fido, quedaría fuera de combate el tiempo suficiente mientras yo os rescataba.
Omari miró al Trisani.
—No soy un perro, Nero.
Nero no le hizo caso.
—Por cierto, seriamente, tíos, estáis jodidos en este momento.
—Lo sabemos —dijeron al unísono.
Nero cruzó la mirada con Devyn.
—Sí, bueno, lo que no sabes es lo agradecida que tu chica está contigo. Sólo pensé que deberías saber que eres un héroe para ella... y piensa que todos somos idiotas.
Alix le lanzo una mirada molesta.
—Gracias por exponerme.
Él le guiñó un ojo.
—Cuando quieras, bizcocho. Ahora llevaré mi culo psíquico a la cama. Esa puerta me azotó. Levantadme cuando La Liga venga a detenernos.
Sway apartó la cabeza de la consola hacia Nero.
—¿Es una premonición?
Él le mandó a Sway una sarcástica mirada.
—No es necesario ser psíquico para saber que vendrán. Tíos, vosotros simplemente apretasteis fríamente el gatillo, ellos tienden a tomar ese tipo de cosas como algo personal.
Luego desapareció.
Devyn encontró su mirada.
—Debemos sacar ese localizador de tu brazo inmediatamente.
Antes de que ella pudiera responder, un hombre apareció en la pantalla frente a ellos.
Alix se congeló por el rostro que estaba segura pertenecía al padre de Devyn. El pelo era más largo, cayendo sobre los hombros, y tenía una pequeña perilla. Aunque esos oscuros ojos, cabello negro y rasgos eran inconfundibles.
—¿Qué hiciste? —su acusatoria voz era espesa con un acento Ritadarion.
Devyn se aclaró la garganta.
—Este no es momento para una conferencia, papá. Estoy muy ocupado.
—Sí, lo estás. Localicé tu virus con Vik y él lo ha desactivado. Ahora tienes que sacar el chip de la mujer. Inmediatamente.
—Eso es lo que estaba a punto de hacer —Devyn frunció el ceño—. ¿Dónde está mamá?
—No hagas preguntas para las que no quieres oír su respuesta —luego cambió de tema—. En este momento, Merjack ha llamado a todo el mundo para tu detención. Hay una recompensa de tres millones de créditos por vuestras cabezas… cada una… para que le seas entregado. La buena noticia es que te quiere vivo. La mala noticia…
—Por esa cantidad de dinero todo el mundo estará detrás de nosotros.
Él asintió con la cabeza.
—Aterriza esa maldita nave antes de que te hagan estallar en el espacio.
—Papá…
—No me des ninguna excusa, muchacho. No has tenido que huir realmente de las autoridades. Acéptalo de un experto. Saca el chip de ella ahora y destrúyelo. Tengo otra nave sin marcar para ti en Trinaro y un equipo dispuesto a cubrirte. Trata de llegar.
Un tic apareció en la mandíbula de Devyn mientras sostenía una mirada que decía que quería discutir, pero sabía que era inútil.
—Muy bien. Cambio el rumbo.
El alivio brilló en los ojos de su padre.
—¿Y Devyn?
—¿Sí?
—Te quiero —su mirada fue a Omari y a Sway—. Os quiero a todos. No me hagáis lamentar haberos enseñado a volar —cortó la transmisión.
Devyn giró el asiento para emitir las órdenes.
—Omari, toma el mando. Vik, escanea y haznos saber si alguien sale en nuestra búsqueda. Sway, comprueba las armas y asegúrate de que estamos listos para cualquier cosa —le hizo un gesto a Alix para que le siguiera.
La condujo por el pasillo a la enfermería.
Y tan pronto como se cerró la puerta, ella le agarró y le besó apasionadamente. Todavía no podía creer lo que había hecho por ella. Lo que él había arriesgado.
—Gracias, Devyn.
Devyn la abrazó apretadamente mientras inspiraba su aroma.
—Soy el mayor idiota alguna vez nacido.
—No. Eres un héroe. Podrías haber dejado que me llevaran y no lo hiciste —apretó los brazos alrededor de él—. No puedo creer que lo hicieras por nada como yo.
—Tú no eres nada, Alix, y yo soy más que estúpido por las personas que me importan.
Esas palabras la golpearon. ¿Se atrevería a creerlas?
—¿Qué?
Devyn vaciló mientras miraba esos ojos azules que le hacían arder.
Dile que la amas.
Ni siquiera la conozco.
No le importaba a su corazón. A los confusos sentimientos en su interior. Tanto si él se lo dijera o no, esta noche había adquirido un enorme compromiso con ella. Infiernos, se pudo haber entregado a sí mismo a la esclavitud.
La besó en los labios y luego se obligó a dar un paso atrás.
—Tenemos que conseguir desmarcarte.
Ella fue a tumbarse sobre la camilla para que él pudiera extraer el localizador.
—¿Sabes dónde está?
Ella se señaló una cicatriz en el brazo.
—Probablemente debería decirte que cometieron un error cuando lo pusieron. Está incrustado en el hueso.
Devyn hizo una mueca.
—¿Qué edad tenías cuando lo hicieron?
—Tres.
Eso le hizo maldecir. Se suponía que nadie por debajo de dieciséis era marcado. Los riesgos eran demasiado grandes. Pero es obvio que su padre nunca había querido tener una hija.
Sólo la propiedad.
—Voy a tener que romper el hueso.
—Lo que sea necesario —le sostuvo la mirada—. Confío en ti, Devyn.
No sabía por qué, pero esas palabras le provocaron un dolor en el pecho. Besándola la mejilla, él se apartó y preparó la sala para la cirugía.
Alix estaba en silencio, mientras luchaba con el miedo. No por ella misma. Realmente no le importaba lo que le sucediera. Eran los que la habían ayudado los que tenían importancia.
Y, sobre todo...
—¿Qué crees que les estarán haciendo a mi familia?
Devyn se detuvo a su lado para mirar hacia abajo mientras ella le observaba de cerca.
—Nada.
—No seas condescendiente. No soy estúpida. Vi la manera en la que Whelms se volvió contra mí. Ahora he puesto a mi madre y hermana en la línea de fuego.
—Escúchame, Alix. Tengo un amigo que vela por ellas desde el interior de la cárcel. Si alguien se acercara a ellas, no vivirá lo suficiente para lamentarlo.
—¿Qué?
Él sonrió.
—Vengo de una familia de asesinos, y no todos ellos están ligados a La Liga. Créeme, nadie va a hacerles daño. Nos aseguraremos de que no queden atrapadas en fuego cruzado —le depositó la máscara sobre el rostro.
Alix inhaló la anestesia, mientras sus pensamientos iban a la deriva. Quería creerle, lo quería.
Pero Merjack era más tramposo que eso.
Y mientras Devyn podría saber cómo vivían los forajidos y asesinos, no sabía nada acerca de los esclavos.
Por favor, por favor no les dejes violar a mi hermana.
—¿Cómo es de grave?
Nero hizo una mueca por el sonido de la voz de Syn en la oreja mientras sentía la cabeza como si estuviera a punto de estallarle. Nunca debería haber contestado al comunicador mientras estaba echando una siesta. Pero él sabía que su viejo amigo estaba fuera de sí por la preocupación y había pensado estúpidamente hacerle sentir mejor.
—No me lo estarías preguntando si ya no lo supieras.
Syn maldijo.
—No lo entiendo. ¿Por qué lo arriesgaría todo por ella?
— También conoces la respuesta. La ama.
—Sí, y la última mujer que amaba casi le mata.
—Esta no es tu lucha, Syn. Es la de Devyn.
Podía sentir la confusión, la ira y el miedo que se escondía en la estoica voz de Syn.
—Háblame de ella. ¿Necesitamos ejecutarla?
Ese comentario podría haber sido rudo proviniendo de cualquier otro, pero Nero entendió a su amigo y lo que le había hecho tener la sangre fría. Y la verdad era, que Nero también sería igual de duro con su hijo.
—Ella le ama.
—Lo mismo hizo Clotilde.
—No. Clo se amaba a sí misma, lo que traté de decírselo y no me escuchó. Alix es totalmente diferente. Apenas piensa en sí misma como ser humano.
—Entonces, ¿qué hacemos?
—Mantenerles a salvo.
Syn hizo una pausa antes de volver a hablar.
—¿Puedes hacerlo?
—Ahora no, cabrón. Mi cabeza me está matando. Tengo que recargar mi poder o seré más inútil que las tetas de un jabalí.
—Muy bien. Pero, ¿estás seguro de sus sentimientos por Devyn?
—Sé que no me acabas de preguntar algo tan estúpido. Si pensara por un minuto que ella le traicionaría, créete que la habría dejado con los Rits.
—Muy bien. Recárgate. Los dioses saben que vas a necesitar cada gramo de tus poderes para proteger a mis chicos. Merjack lo está sacando todo para ir tras vosotros.
Y él sabía la única cosa que Syn no estaba diciendo. El rencor de Merjack contra Nero dejaba en ridículo lo que tuviera contra Syn. Syn sólo había derrocado a la familia del bastardo.
En su caso, no era algo que le hubiera hecho al padre o abuelo de Merjack.
Era personal.
Devyn retiró la máscara del rostro de Alix y la dejó respirar normalmente otra vez. Le había quitado el chip destruyéndolo. Después le había tejido el hueso y sellado la herida. El que le había implantado el chip había sido torpe y estúpido.
Pero por supuesto, todo el mundo en su vida había sido de esa manera con ella. Eso era algo que agradecía no poder entender. Él había sido siempre una prioridad para sus padres. Incluso cuando le gritaban y le castigaban, nunca había sido hecho con malicia. Nunca habían hecho nada aparte de quererle y desear protegerle para que fuera una mejor persona.
Le apartó el pelo de la pálida cara.
—Desearía poder apartarlo todo de ti.
Pero ahora mismo, todas sus vidas estaban en peligro.
—¿Dev? —Dijo la voz de Sway por el intercomunicador—. Te necesitamos. Ahora.
—Estoy en camino. ¿Puedes venir a cuidar a Alix, mientras tomo los mandos?
La puerta se abrió mostrando a Sway.
—Hecho. Tenemos una cantidad enorme de cazas ahí fuera con tu nombre en ellos. Ve a mandarlos al infierno.
Devyn inclinó la cabeza ante él.
—Gracias, por cierto.
—¿Por qué?
—Por ser mí amigo. No tenías que ayudar a defenderla.
Sway se burló.
—Yo no la estaba ayudando. Yo te estaba ayudando a ti, amigo. Sigo pensando que eres un idiota. Pero sé lo que yo haría para mantener a Claire a salvo y sé que estarías conmigo hasta la muerte —le tendió la mano—. Hermanos para siempre.
Devyn tomó la mano y tiró de él para un rápido abrazo.
—Vigílala.
—Saca a esos gilipollas de nuestras espaldas.
Asintiendo con la cabeza, corrió hacia el puente, donde vio a Omari y Manashe ya con los cinturones.
Él se deslizó en su asiento cuando las alarmas de aviso comenzaron a sonar con gran estruendo a través de la nave.
—¡Atención, tripulación de La Talia, se os ordena a todos ser custodiados por La Liga, con efecto inmediato. Preparaos para ser abordados.
—Aborda esto —Devyn abrió fuego contra ellos.
Vik maldijo a través del interfono mientras liberaba los controles para que Devyn pudiera volar manualmente.
—Oh, eso no es inteligente.
—Y yo no voy a dejar que nos aborden, Vik. Recuerda que llevamos la carga de contrabando que están buscando y no disponemos de los manifiestos auténticos. Si La Liga sube a esta nave, ayudar a un esclavo fugitivo será el menor de nuestros crímenes.
—Oh, sí.
Omari dejó escapar un silbido.
—Están llegando más. Maldición, papá, parece que la flota entera de la Armada del Oeste ha sido enviada tras nosotros.
Devyn se ladeó totalmente a la izquierda mientras las otras naves devolvían el fuego. Varios disparos impactaron en el casco, oscureciendo las luces y sacudiendo toda la nave. El estómago se tambaleó al perder la gravedad.
—Están apuntando a nuestros direccionales —advirtió Vik.
Él se ladeó de nuevo, tratando de huir del campo de acción de sus cañones de iones. Algo mucho más fácil de decir que de hacer cuando tres cruceros más salieron de la híper velocidad.
Uno de ellos se materializó directamente delante de ellos.
—¡Mierda! —Devyn golpeó los retro propulsores y se desvió para evitar a la nueva incorporación, pero ya era demasiado tarde.
Sus laterales habían sido golpeados.
Con fuerza.
El sonido del choque, y la rotura del titanio y el sistema de circuitos, reverberó con fuerza mientras fallaban las luces.
—Los escudos han bajado al uno por ciento —la voz de Vik desmentía el dolor que debía estar sufriendo.
Él debía haber recibido el mismo golpe que la nave.
—¿Estado?
—Jodido.
—¡Vik! Maldita sea, responde a la pregunta.
—Necesitamos a nuestro ingeniero para bloquear el núcleo, que se ha fisurado. Oh, espera, ella todavía está inconsciente. Nuestro sistema de aire no filtra, hay fuga. Estamos perdiendo el soporte de vida, y a menos que Nero pueda hacer algo importante, es mejor que te rindas antes de que nos bombardeen otra vez.
Nero apareció sobre el puente.
—No puedo tratar con esto. Si estuviera a pleno rendimiento, tal vez. Pero en este momento… —negó con la cabeza.
Devyn respiró profundamente mientras contemplaba las naves de fuera. Las naves con sus tripulaciones estaban decididas a matarles a todos ellos.
Pero todo se reducía a una simple cosa.
—No creo en la rendición.
Vik maldijo.
—Devyn. Van a matarnos.
—Adelante —subió los tres aceleradores y empujó la nave lo más rápidamente que pudo.
Viajaron dando bandazos hacia adelante, mientras volaba a través de escombros y explosiones.
Por la repentina aceleración Nero se golpeó contra el suelo. Sin miedo ni comentarios, Omari se unió a él en el timón, tripulando las armas para destruir cualquier cosa que se interpusiera en su camino. Sus poderes Trisani le ayudaron para apuntar y ver las trampas que se acercaban antes de que llegaran.
—Los motores están fallando —gritó Vik.
Devyn apretó los dientes con cruda determinación.
—Mantenlos durante cincuenta segundos más.
—¿Por qué?
—Porque entonces seremos atraídos por la fuerza gravitacional de ese planeta de clase-M de allí.
Omari frunció el ceño.
—¿Colisionaremos?
—Sí —dijo Devyn de modo inquietante—. Colisionaremos.
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