domingo, 4 de marzo de 2012

BOI cap 9

Devyn se quedó en un atontado silencio. Su hermano le quería muerto… No, no muerto.
Condenado.
¿Por qué?
Simplemente no lo podía creer. Nunca le había hecho nada a su hermano. Demonios, ni siquiera conocía a Paden. Sólo las historias que le había contado su padre.
—¿Estás bien?
Estaba completamente aturdido cuando vio el ceño fruncido de Alix.
—En realidad no… ¿Estás segura de esto?
Ella asintió con la cabeza.
—Créeme, él me dejó huella. Ese hombre —señaló la imagen de Paden— quiere tu cabeza en una bandeja. Vi su identificación y todo. Si Paden Whelms es el nombre de tu hermano, entonces se supone que debo entregarte a él.
La última vez que lo había oído, el nombre de su hermano era Paden Belask, pero era demasiado similar para no creerla. Después de todo, la gente cambiaba sus nombres, y aunque nunca había conocido el apellido Whelms, no significaba que no fueran la misma persona.
—No tiene ningún sentido. Nunca le conocí.
—¿No conoces a tu propio hermano?
Él negó con la cabeza.
—Mi padre le tuvo con su primera esposa. Después de su divorcio, Paden no quiso saber nada de él, y yo nací después de que se hubiera hecho mayor. Honestamente, no le reconocería si estuviera frente a mí.
—Entonces, ¿por qué tienes una foto de él?
—En caso de que alguna vez me topara con él por accidente. Sólo quería conocer el aspecto de mi medio hermano.
Alix estaba desconcertada por todo esto.
—Pero eso no explica por qué va detrás de ti.
—Lo único que se me ocurre es que quiere usarme para herir a mi padre.
Ella ladeó la cabeza.
—¿Tu padre ha hecho algo contra él?
—No. De hecho, es todo lo contrario. Se ha encargado de Paden toda su vida. Ese cabrón tiene un fondo fiduciario gracias a mi padre. Paden, por otra parte, odia sus agallas y no quiere tener nada que ver con él.
—¿Por qué?
—En mi opinión, porque es un idiota egoísta. Pero honestamente, no lo sé. En realidad no es algo de lo que mi padre hable conmigo. Simplemente tengo la foto, y eso sólo para recordarme que tengo un hermano ahí fuera. Esperaba el día que nos conociéramos, aunque no porque viniera detrás de mí para detenerme.
—¿Vas a decírselo a tu padre?
Devyn lo consideró, pero sabía que no podría.
—Nada bueno podría salir de esto. Paden le hizo mucho daño al rechazarle. Pero escuchar esto… mataría a mi padre.
Ella no sabía nada de eso, así que lo tomó literalmente.
—Bueno, puedo decirte esto, tu hermano no es un buen hombre.
—¿No me digas? Yo hubiera pensado que era un amorcito de tipo.
Su sarcasmo le divertía. Era extraño cómo podía hacerla sonreír sin importar la gravedad del momento.
—Entonces, ¿qué piensas hacer?
—No te ofendas, pero no voy a confiártelo. Todavía no estoy seguro de si puedo confiar en ti.
Esas palabras la lastimaron, pero las entendió. No tenía motivos para confiar, teniendo en cuenta lo que había averiguado sobre ella hoy.
—Muy bien. Entonces volveré a mi cuarto, y me pondré de mal humor.
Devyn no dijo nada cuando le dejó. Una parte de él quería ir tras ella, pero ¿por qué? Si su padre no hubiera descubierto su engaño, ella todavía le perseguiría.
Para proteger a su familia.
Sí, pero…
Tú habrías hecho lo mismo y lo sabes.
Quería discutir que él no lo haría, pero al final sabía la verdad.
Y ahora mismo, tenía otro enemigo al que investigar.


Alix se dirigió a la cocina para reabastecer de agua su habitación. Se detuvo al encontrarse allí a Omari alimentando a Manashe. Pero eso no fue lo que la sorprendió.
Fue cuando él tendió la mano y abrió la puerta de la unidad de enfriamiento, pero sin tocarla. Más que eso, una botella de soda se elevó y...
Cayó de golpe al suelo.
Omari maldijo.
—Nunca voy a cogerle el truco a esto. Me mata que Nero lo haga parecer tan fácil.
Manashe ladró en su dirección, lo que hizo que Omari la mirara directamente. El gesto sobresaltado en el rostro de él sería probablemente un reflejo del suyo.
—¿También eres Trisani?
Un tic apareció en la mandíbula mientras se dirigía a por la soda y la recogía con su brazo cibernético. Podía ver el pánico en sus ojos.
—Está bien, Omari. No le contaré a nadie tu secreto. ¿Tu padre lo sabe?
—Sí —devolvió el refresco al enfriador—. Es por eso que viví con mi padre en vez de en casa de mis abuelos. Era más difícil para los Chillers encontrarme.
Chillers, un término para esos que estaban entrenados para cazar, esclavizar y matar a los Trisani. Eran una parte de La Liga que estaba sólo a un paso por detrás de los asesinos cuando se trataba de brutalidad.
—¿Tu padre lo sabía cuando te salvó?
—No. Ni siquiera yo lo sabía. Mis poderes no se manifestaron hasta que llegué a la pubertad. No tenía ni idea de por qué mi familia se movía tanto. Mi madre siempre decía que el trabajo de mi padre biológico nos mantenía en movimiento. No fue sino hasta que fui mayor y recordé, que comencé a atar cabos del porqué nos desplazábamos en mitad de la noche y que mi madre era humana mientras que mi padre no.
Habían estado huyendo de aquellos que les querían esclavizar. Pobre chico. No podía imaginar lo difícil que debió haber sido para él.
—Echas de menos a tus padres, ¿verdad?
Él se encogió de hombros mientras le daba a Manashe una golosina.
—No demasiado. Mi verdadero padre fue un cabreado imbécil que odiaba a todo el universo. A él se lo comió vivo el resentimiento. Pero sí echo de menos a mi madre... y a mi hermano y hermana. Mi madre era la clase de mujer que podría hacer que el peor día mejorara. No importaba lo mal que fueran las cosas, ella siempre encontraba algo bueno.
—Lo siento, Omari.
—Está bien. Soy muy afortunado de que mi padre renunciara a su carrera militar por mí, y yo nunca olvido eso. Me pudo haber costado un brazo y una pierna, pero valió la pena. Realmente no podría pedir una familia mejor que la que tengo ahora. Sé que a mi padre no le gusta vivir aquí, en el espacio, todo el tiempo. Al igual que mi madre, saca el máximo partido de nuestros viajes humanitarios, pero veo la forma en que mira las imágenes de la familia y sé lo mucho que les echa de menos.
Su corazón sufrió por los dos.
—¿No les visita?
—En realidad no. No se detiene más que unas pocas horas porque no quiere que los Chillers me encuentren. Por cierto, no le digas a mi padre que conoces mis poderes. Él se vuelve loco cada vez que alguien se entera.
—No lo haré. Y puedes confiar en mí, Omari.
—Créeme, este es el único equipo que merece confianza. No hay nada que no harían los unos por los otros.
Alix se trasladó a coger agua de la unidad de refrigeración para su habitación.
—Gracias, cariño.
Él le ofreció una sonrisa diabólica.
—Sabes, realmente no tienes nada que ver con Clotilde. Pero es raro escuchar tu voz saliendo de su cara.
Sus palabras la hicieron detenerse.
—¿La conocías?
—Sí —sacó una caja de dulces del armario junto a ella—. Ella era repugnante. Era muy amable conmigo cada vez que papá estaba presente y entonces, en el momento en que se iba, se volvía psicópata. Su mente daba un giro total y se convertía en una insultante y dominante perra.
—¿Alguna vez se lo dijiste?
—No. Él la amaba y ella lo trataba bien. Creí que no me correspondía arruinar lo que tenía con ella.
—No creo que tu padre quisiera conseguir su felicidad a expensas de la tuya.
—Ahora lo sé, pero cuando era niño… Yo era un estúpido.
—No —le dedicó una sonrisa—. Eras decente. La mayoría de los niños no serían tan compasivos o altruistas.
—Yo no diría que fui totalmente altruista. Todavía había una parte de mí en ese entonces que se mantenía esperando que mi padre me abandonase, y por eso no quería decir nada contra ella por si acaso me dejaba.
—¿Con excepción de aquel comentario sobre que él no era tu verdadero padre?
Él se echó a reír.
—Sí, eso fue realmente duro. Justo antes de que conociera a Clotilde, le dije que no era mi verdadero padre y que yo no tenía que escucharle. Que no tenía ningún derecho para decirme qué hacer.
Ella le dio unas palmaditas en el brazo.
—Todos hemos dicho cosas similares a nuestros padres.
—Sí, pero pareció tan herido cuando lo hice. Como si le hubiera dado un rodillazo en la entrepierna. No quiero hacerle sentir de esa manera nunca.
—Estoy segura de que no. Puedes ver en sus ojos lo mucho que significas para él y lo orgulloso que está de ti.
—Gracias. Por cierto, para que lo sepas, papá nunca miró a Clotilde de la manera en que te mira a ti.
—¿Perdona?
Él abrió la caja de dulces y cogió un puñado de cubitos azucarados.
—No soy estúpido, Alix. Estoy bastante seguro de que habéis estado juntos. Hay… algo diferente en mi padre cuando te mira. Es como si te viera. No es lo que él quiere que seas, sino lo que realmente eres. Nunca lo había hecho con Clotilde. Lo que vio en ella fue una fantasía.
—Eso no me hace sentir mejor.
Él se echó a reír.
—Lo siento. No me refiero a fantasía como si él quisiera quitarle la ropa y pasear con ella por la habitación. Vio la vida que quería para sí mismo, pero ella no quiso la misma.
—¿Y qué vida quería?
—Él quiere lo que tienen mis abuelos. Una pareja que le cubrirá la espalda mientras todo el infierno llueva sobre él.
—Sabes, Omari, lo más triste de eso es que creo que todos lo queremos.
Lástima que sea un mito hecho para soñadores e idiotas.


Devyn se encontraba solo. Se había asegurado de expulsar a Vik de su habitación mientras trabajaba. Lo que estaba haciendo… No quería que se informara a su padre.
Ya era hora de ponerse a trabajar y no quería testigos. Lo que nadie sabía, y lo que nunca admitiría, era que tenía todas y cada una de las habilidades de su padre cuando se trataba de piratería.
Y quería llegar al fondo de lo que estaba ocurriendo. Así, en la soledad de su cámara privada, utilizó la señal de rastreo que los Rits habían puesto en el chip incrustado en el brazo de Alix para localizar su fuente...
No era de Ritadaria. Volvió a transmitir usando una frecuencia del subespacio que estaba sólo a unos pocos instantes de ellos.
El muy cabrón lo utilizaba para rastrear su posición.
—Está bien —Devyn iba a usarlo para rastrear a Paden.
Entornando los ojos, se abrió paso hasta que pudo captarlo en audio.
Genial. Paden estaba follando. No era lo que quería escuchar.
Bajando el volumen, se aprovechó de esa distracción para abrir brecha en el ordenador de Paden. Mientras su hermano estuviera ocupado, no se daría cuenta de que alguien más estaba hurgando en sus archivos.
En unos pocos segundos, había localizado las simples órdenes encriptadas que Paden había recibido directamente de Merjack.
Consigue a Kell a cualquier precio.
Repugnante, en realidad. Pero, ¿qué más podía esperar después de lo que Alix le había dicho? Todavía le dolía que el hermano que nunca había conocido les odiara tanto a él y a su padre como para tratar de acabar con ambos.
Qué jodido bastardo. Poco sabía Paden que si tenía éxito, tendría que lidiar con la madre de Devyn. Que los dioses le ayudaran. No habría misericordia para él.
Pero eso estaba bien. Paden no sabía lo mortífero y decidido que era Devyn. Y esas órdenes le dieron la huella digital que necesitaba para rastrear el archivo hasta su origen.
Merjack.
Perdió la noción del tiempo mientras buscaba a través de los registros de Merjack. La parte frustrante era que todo parecía legal.
Todo.
—Vamos, hijo de puta. Sé que tiene que haber algo…
Su comunicador zumbó.
Lo cogió y respondió sin mirar el identificador.
—Tenemos un problema, colega.
Le tomó un segundo captar la voz por encima de las interferencias.
—¿Sphinx?
—Sí. ¿Adivinas dónde está Taryn?
—En la cama con alguna mujer.
—Ya quisieras tú… No. Está preso.
Las cejas de Devyn se elevaron rápidamente ante esa inesperada respuesta.
—¿Qué?
—Creo que nuestra nave tiene escuchas y alguien se enteró de que íbamos a ir a echaros una mano. Es un cargo de mierda para retener a Taryn, pero suficiente para detenernos hasta que los administradores de su padre lleguen hasta aquí. Mientras tanto, Starla ha sido detenida por una avería de la nave que la tiene bloqueada por las autoridades que no le permitirán ponerse en marcha hasta que sea reparada. Ahora, que uno de nosotros tenga una desgracia... posible. ¿Ambos? No lo creo. Esto es una jodida mierda, hermano. Jodida mierda.
No podía estar más de acuerdo.
—¿Estáis todos bien?
—Aparte de estar pegado a Zarina, sí. Taryn quiere que salga a buscarte en un caza para que tengas al menos a uno de nosotros cubriéndote las espaldas.
—No —miró alrededor, preguntándose si alguien estaría escuchándoles en ese momento. Si así fuera, no estaba dispuesto a darles algo que pudieran utilizar—. No necesitamos más suministros. Estamos bien surtidos en comestibles.
—Fingiendo ignorancia pequeño bastardo. Lo pillo. Todavía podemos enviar a alguien más.
—Está bien. No comemos tanto. Somos muy cuidadosos con la basura, y tengo más de un compresor a bordo para encargarme de ella.
—Entiendo. Pero si nos necesitas… tienes a Nero para avisarnos, preferiblemente a tiempo para que realmente podamos ayudarte y, tan pronto como podamos, nos reuniremos.
—Sí, comida para llevar. Ha pasado mucho tiempo, pero podría necesitar alguna.
Sphinx se echó a reír.
—Muy bien. Cuida tu espalda.
—Tú también.
Devyn apagó el enlace y apretó los dientes de rabia.
Esto estaba poniéndose muy feo.
Conmutó su consola para grabar el actual canal porno de Paden antes de ir a informar a su equipo que podían estar intervenidos, también. Lo cual tenía sentido. Qué mejor prueba que tener sus propias voces hablando sobre las actividades ilegales. Y mientras trabajaba, la preocupación se disparó. ¿Qué le había dicho a Alix? ¿Había admitido haber hecho algo ilegal?
Maldita sea, siempre fue tan cuidadoso en eso. Pero ¿la había jodido?
Seguro que lo había hecho. La única pregunta era quién lo había oído y si lo habían grabado.
Qué suerte… sabes que lo habrán hecho.
Soy tan idiota.
Sabía que siempre había una posibilidad, aunque… en la comodidad de su propia nave, era fácil olvidarse de que alguien podría teóricamente tener acceso a su audio. Debido a la complejidad del mismo, la mayoría no lo hacía.
Pero podrían…
Disgustado por su descuido, encontró a Sway en el puente, estimulándose sexualmente con su esposa a través del audio. Genial. Todo el mundo estaba teniendo sexo esta noche excepto él.
Bueno, si alguien estaba escuchando a su equipo, los juegos previos de Sway deberían joderle la cabeza. Se aclaró la garganta mientras Claire lamía oralmente una parte de la anatomía de Sway sobre la que Devyn no quiso pensar.
Sway se enderezó y dejó mudo el audio.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí?
—Es mi nave, y la última vez que lo comprobé, era el capitán. Lo siento por el coitus interruptus. Si bien me alegro de que los dos os hayáis reconciliado, tenemos un problemilla. Necesito que te despidas de tu esposa, pongas el piloto automático, agarres a Vik y a Nero y os reunáis conmigo en la sala de control.
Sin esperar confirmación, se dio la vuelta y se fue a buscar a Alix y a Omari.
Estaban en la cocina, hablando con la puerta abierta. Se detuvo al oír su nombre.
—Creo que tu padre es maravilloso, pero no soy estúpida, Omari. Sé lo que le sucede a los esclavos como yo. Todo lo que quiero es salvar a mi hermana y mi madre si es posible. Lo que me pase a mí no es importante. Simplemente no quiero que a Tempest le hagan más daño.
—No vamos a permitir que te lastimen a ti, tampoco.
—Sé que tienes las mejores intenciones. Pero no creo en los sueños. Sólo en la realidad, y es una cosa muy dura.
Manashe levantó la cabeza cuando finalmente atrapó el olor de Devyn. Se levantó moviendo la cola, alertando a Omari de que no estaban solos.
Devyn avanzó para acariciar la cabeza del perro. Les hizo una señal para que permanecieran en silencio antes de que los llevara a la sala de control. Los demás ya estaban allí y sentados.
Vik frunció el ceño.
—¿Qué está pasando?
Devyn no contestó mientras escogía la más fuerte y ofensiva música que tenía para volar a través del intercomunicador.
Alix y Nero se sobresaltaron y se cubrieron las orejas.
—¿Qué demonios es esta mierda? —gruñó Nero.
Devyn recogió el notebook de la mesa y lo desconectó de la computadora a fin de que sus palabras no entraran en su posiblemente comprometida red. Escribió sobre él.
“Taryn ha sido arrestado. Starla está siendo retenida. Tenemos razones para creer que estamos siendo espiados. Todo lo que decimos está comprometido”.
Pasó el notebook alrededor del grupo, uno por uno, para que pudieran leerlo.
Sway cambió al lenguaje por señas militar, pero Devyn lo detuvo. Hizo un gesto hacia la videocámara.
Vik puso los ojos en blanco antes de conectarse a la ranura del circuito en la pared.
—Joder, vaya mierda… ya —la música se detuvo al instante—. Tengo la sala asegurada.
Devyn le miró con escepticismo.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente.
—¿Mi padre puede conseguir acceso?
—Probablemente.
Devyn levantó el notebook.
—Entonces, usamos esto... por si acaso.
«¿Tan paranoico o tan grave?» la voz de Nero le explotó en la cabeza.
Miró a Nero y le disparó su pensamiento hacia él. «Tan grave».
Nero asintió con su cabeza. «¿Puedo hacer algo?»
«Sal de mi cabeza y déjame pensar mientras escribo».
Nero levantó las manos en señal de rendición antes de que se cruzara de brazos y esperó a que Devyn escribiera lo que estaba pasando. Una vez hubo terminado, pasó el bloc a todo el mundo.
“Sé que nos estamos dirigiendo a una trampa. Quiero a Omari fuera de la nave inmediatamente. Nero, ¿puedes lanzar una cápsula de escape y llevártelo?”
—Oh, diablos, no —Omari gruñó tan pronto como lo vio—. Olvídalo.
—No te atrevas a discutir conmigo. Soy tu padre.
—Y yo tu hijo. Un hombre adulto. Es hora de que te des cuenta de que puedo ponerme mis propias botas, ¿sabes? Ya no necesito que me limpies la baba de la barbilla nunca más. ¿Si el abuelo estuviera en peligro, te marcharías y le dejarías?
Devyn apretó los dientes mientras la ira luchaba con su sentido común.
Pero al final, supo que Omari tenía razón.
Completamente. No sería capaz de irse y dejar a su padre en peligro, y Omari, a pesar de la negativa de Devyn, era un hombre. A su edad, él había estado en la mitad de su residencia médica con la vida de personas dependiendo de sus habilidades. Y no quiso ni pensar en lo que sus padres hubieran estado haciendo con la edad de Omari.
El chico había madurado.
Sway le arrebató el notebook y escribió en él rápidamente. “Estamos en esto hasta el final”. Luego añadió una palabra. “Idiota”.
Devyn se echó a reír.
—Te odio.
Sway le lanzó un sarcástico beso.
Devyn volvió a la escritura. “Muy bien, entonces. Vamos al menos a tratar de controlar la situación”.
—¿Cómo, genio? —preguntó Vik.
“No lo sé. Esperaba que alguno de vosotros lo hiciera”.
Sway le hizo un gesto obsceno.
Vik se desenchufó de la pared.
—Sabes, Capitán Obvio, la pieza que necesitamos sólo está disponible en Charisis. Creo que deberíamos detenernos allí y conseguirla.
Devyn articuló sin pronunciar las palabras:
¿Qué estás haciendo?
Sígueme. —articuló Vik sin pronunciar tampoco—. Tengo un plan.
Sway añadió con voz afectada.
—Si ese es el único lugar donde podemos ir...
—Bien entonces —Vik cortó antes de que Sway revelase el plan con esa actuación tan mala—. Vosotros, orgánicos descansar un poco. Dejar al androide la manipulación.
—Muy bien, Vik —Sway utilizó el mismo discurso entrecortado—. Os veré a todos mañana.
Alix no se movió cuando la sala se despejó. Sus pensamientos estaban con su familia.
Sin pensarlo, cogió a Devyn al pasar junto a ella.
—Lo siento mucho —dijo con voz tensa—. Me gustaría poder volver atrás y…
—¿Y hacer qué? ¿Qué podrías haber hecho diferente? Además, si no te hubieran enviado a ti, habrían enviado a algún otro.
Ella miró a su alrededor con nerviosismo, mientras el calor de su mano le penetraba en la piel.
—¿Crees que nos pueden oír?
—Probablemente.
—¿Crees que tenemos alguna posibilidad?
—Siempre hay una posibilidad. En este caso no es buena. Pero siempre hay algo.
Alix suspiró. Realmente la había jodido esta vez. La frase Ninguna buena acción queda sin castigo resonó en su mente. Todo lo que había querido hacer era darle a su familia una oportunidad. Una vida mejor que la que ella había tenido.
Un sabor de libertad.
Y ahora se había arriesgado, causando que todos a bordo de esta nave pudieran perder sus propias vidas.
¿Cómo podía haber sido tan egoísta? Mirando a los ojos de Devyn le hirió hasta la médula. Él era el único hombre que alguna vez la había tratado decentemente, y por eso, toda su tripulación y la nave se encontraban en grave peligro.
Él no podía morir.
No por ella.
Ni por las mentiras que había dicho para ayudar a su familia.
Un torbellino de emociones la atravesó. ¿Cómo se había vuelto todo tan complicado?
—Lo siento —levantó la mirada, esperando que no la odiase.
Debería odiarla. Debería detestar estar en la misma habitación con ella. Al igual que su padre siempre había hecho. Excepto por la forma en que la miraba.
Devyn gruñó interiormente, mientras su mirada se encontraba con la suya. Casi podía creer que ella realmente lo sentía. La suavidad de su rostro, la forma en que ella era tan resistente aunque femenina. Había hecho mucho para ponerlos en peligro, y sin embargo...
No podía odiarla.
Alix entrelazó los dedos con los de él. Largos dedos delicadamente entrelazados con los suyos y la vista de ellos le hizo posesivo. La quería. La quería con todo su ser.
Aquí mismo.
Ahora mismo.
Atrayéndola hacia él, fundió el cuerpo al suyo.
—Lo siento —repitió ella, palabras tan sinceras que casi la creyó.
Una lágrima brotó por el rabillo del ojo y él maldijo por dejar que le desgarrara completamente. ¿Qué tenía que haber sido ella?
Bueno, valía algo. Valía más de lo que ella nunca podría imaginar, y estaba a punto de mostrarle lo que significaba para él.
Bajó la boca hacia la de ella y la besó lentamente. Pequeños gemidos escaparon de ella mientras los labios se encontraban con una pasión que casi le puso de rodillas.
Alix realmente lo sentía, pero con la boca de Devyn en la suya lo único que lamentaba en ese momento era no tenerle en su interior.
Peligro inminente radió a través de ella. Acechando a todos los miembros de la tripulación. Todos podrían estar muertos en cuestión de minutos, y lo único en lo que podía pensar era en Devyn y la forma en que la hacía sentir.
Especial.
Querida.
Importante.
En sus brazos, ella no era un cuerpo al alcance para aliviar una necesidad que tuviera. Era un ser humano con sentimientos que parecía importarle.
Dios, no se merecía su dedicación, sin embargo, la tenía. La dureza de su pecho contra el suyo mientras sus labios la dominaban. La punta de su lengua enredada con la suya y lo único que podía hacer era deleitarse con su sabor.
Devyn gimió en su boca cuando las manos de Alix se deslizaron sobre el pecho y descendieron. Si la nave estaba en peligro y si era el fin, tendría un último placer.
Alix.
Gimió cuando ella apretó los muslos más cerca. Maldita sea, estaba tan duro, que podría explotar. Tomando aire, Devyn apretó los dientes al sentir el contacto de sus caderas rozándole la polla. Acarició su largo y suave pelo, acercando su rostro, saboreándola.
Probándola.
Alix gimió desde el fondo de la garganta. La sensación de la erección de Devyn contra el cuerpo le recordó lo que era el placer. Era el único hombre que alguna vez le había dado un orgasmo, y el recuerdo tocó pesadamente en su mente con la sensación de él rozándose contra ella.
El hombre era puro cielo. Tal vez no un pedazo que ella pudiera reclamar para siempre, ¿pero no se merecía un pequeño bocado?
Mientras la besaba ciegamente, Devyn deslizó las fuertes manos a la parte baja de su cuerpo para detener el calor entre las piernas. Ella estuvo mojada al instante. Él se frotó ligeramente, sólo lo suficiente para hacer que el cuerpo anhelara más. Ella suspiró en su boca mientras los besos se hicieron más posesivos. En todos sus años, nunca había soñado que podría ser así.
¿Qué había hecho? ¿Qué estaba haciendo ahora? Tal vez su padre tuviera razón después de todo. Ella era simplemente una mancha en el género humano. No era digna del amor de nadie. Con todo lo que le había hecho a Devyn, con el peligro en que había puesto a su familia, todavía la tocaba como si fuera de la realeza.
El peso de su culpa fue demasiado.
Retirándose de su tacto…
—Yo… yo no puedo.
Devyn frunció el ceño.
—¿Por qué no? —parecía insultado cuando se apartó de él—. ¿Hice algo mal?
Quería llorar. Después de todo lo que le había hecho, le preocupaba haber hecho algo para ofenderla.
—No, no eres tú —Alix dio un paso atrás.
Era muy difícil pensar cuando estaba tan cerca. Siempre que Devyn estaba cerca, quería que estuviera encima y dentro de ella.
Se desplazó hacia la mesa, sentándose en el borde. Tenía que mantener la compostura, si quería salir de esto.
—¿Qué es, entonces?
—¿Cómo puedes soportar mirarme?
Devyn estaba perplejo.
—¿Qué quieres decir?
—Yo… Esto es culpa mía. Todo.
—No voy a discutir eso.
Alix suspiró.
—Todos podríamos morir en cualquier momento. Por lo que sé, están escuchando ahora mismo.
—Sí.
Quería darle un puñetazo por tomarlo tan bien. Debería estar lanzando insultos contra ella, haciéndola sentir como la escoria que era. En cambio, ¿estaba de acuerdo con ella?
Ella se hundió, apoyando las manos sobre la mesa y sintiéndose como una mierda total.
—No merezco tu bondad. Nada —la verdad fue más difícil de admitir de lo que ella hubiera esperado.
Sin duda, fue punzante mientras la dejaba salir.
Devyn se merecía a alguien que le amara a él y a su hijo. Era un buen hombre.
El tipo de hombre que bien podría hacer añicos a alguien si le miraba mal, pero no obstante, un tipo absolutamente bueno.
Y los buenos tipos no querían a mugre como ella.
Se acercó a ella, pasándole un único dedo por la mejilla.
—Cariño, merecer no tiene nada que ver con esto —con toda la delicadeza de sus labios, Devyn se inclinó y la besó, con tanta ternura, que ella quiso llorar. El calor se extendió por todo su cuerpo, y en ese momento, se convirtió en masilla en sus manos.
Devyn no podía creer lo poco que ella pensaba de sí misma. Era la mujer más increíble que jamás había conocido e incluso más. Se merecía más de lo que jamás podría imaginar. Merecía ser amada por quién y qué era, maravillosa.
Poco a poco, Devyn le desabrochó los botones de la camisa y la deslizó de sus hombros. La vista de su vulnerabilidad frente a él causó un proteccionismo creciendo tan fuerte en él, que le dio miedo. Nadie nunca le haría daño otra vez.
No mientras él mantuviera un solo aliento.
Alix no podía creer la intensidad con que Devyn la miraba. Sus labios capturaron de nuevo los suyos antes de arrastrarlos hacia el cuello. Él tomó el pezón entre los dedos y jugueteó con él. Ella echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, disfrutando de la forma en que sus manos se sentían sobre el cuerpo. Tomó un fuerte aliento mientras él se movía de un pecho al otro.
Con la otra mano en la parte más baja de su espalda, la puso de espaldas sobre la mesa, besándola y acariciándola en todo momento.
La polla, dura a través del pantalón, la tentaba mientras él se asentaba entre sus muslos. El material que los separaba la estaba volviendo loca.
Devyn siseó cuando Alix le agarró el pene a través de los pantalones. Cómo deseó estar libre y entre su cálido y acogedor abrazo, pero esto no se trataba de él. Esto era para asegurarse de que ella sentía lo que era ser deseada. Por una vez en su vida, y si este en realidad era su último momento, quiso asegurarse de que ella experimentara el amor. Era lo menos que podía hacer.
Continuó friccionándola hasta que realizó pequeños gemidos. Se retiró de ella por un corto tiempo, el suficiente para liberarse a sí mismo y a ella del material que los separaba.
Una vez que lo hizo, se permitió recorrer su cuerpo con la mirada.
Delicioso.
Nunca había visto un espectáculo tan hermoso.
Afirmó su posición sobre ella y rezó para que vivieran hasta el final de este momento. Todo lo demás podría condenarse, mientras él lo tuviera.
Alix se deleitaba con la forma en que Devyn la miraba. Tal vez le importaba más de lo que había pensado. Tal vez no la odiaba por lo que le había hecho.
¿Se atrevería a tener esperanzas?
Él se inclinó y la tomó las dos manos entre las suyas. Una vez sobre ella, se las colocó por encima de la cabeza y entró en ella.
Se quedó sin aliento por la forma en que la llenaba, perfecta y completamente. Estaba tan duro que pensó que podría partirla en dos. El placer le nubló el pensamiento. Golpe a golpe, él se deslizó profundamente en su interior hasta que ella se retorció de placer.
Él mordisqueó su oreja, susurrándole con cada embestida.
—Eres increíble. Tan hermosa.
Alix cerró los ojos y rezó para que esto no fuera un sueño. Su cuerpo le veneraba. No había otra palabra para describir la forma en que la tocaba. Ella quería liberar las manos y darle placer. Podía haberlas liberado si hubiera querido, pero él las sujetaba allí con sólo la fuerza suficiente.
Ella tiró una vez.
—No —suspiró él, negando con la cabeza—. Esto es para ti.
Esas palabras le hicieron quererle aún más. Ella abrió más las piernas mientras él se sumergía más profundamente en su interior. La presión se construía con cada caricia. Arrastraba besos por el cuello y sobre la boca, cada vez murmurando dulces palabras para ella.
Si iba a morir, que fuera ahora. Que fuera al mismo tiempo que estaba soñando y amando. Por una vez. ¿Era mucho pedir que esto fuera real?
Luego, cuando no pudo aguantar más, todo se fracturó a su alrededor y gritó su nombre.
Devyn sonrió de satisfacción cuando su nombre escapó de sus labios. Él quiso reunirse con ella, pero todavía no. No hasta que ella se corriera una y otra vez. Este era su momento. Él no era un bastardo egoísta que sólo tomaba y nunca daba a cambio.
Les giró, quedando sobre la espalda y dejando que ella tomara las riendas.
Alix se limitó a mirarle, desconcertada. Nunca había estado encima de un hombre y no estaba segura de saber qué hacer. Ninguno de los capullos egoístas en la nave de su padre la había permitido tener el control.
—¿Estás bien?
Tratando de recuperar el aliento, Alix asintió con la cabeza. Sólo esperaba no defraudarle.
Percatándose de sus dudas, Devyn extendió la mano y la agarró por las caderas, guiándola hacia abajo encima de él. Cuando descendió, él gimió. Ella seguía siendo tan dócil, tan húmeda sobre él, y la forma en que ella ponía los ojos en blanco casi le hacía correrse en el acto.
Alix se mordió los labios. Tras unos cuantos embates, comenzó a disfrutar montándole. Le podía acoger completamente y la locura era que no apartaba la mirada de ella. Sus pesados párpados le hicieron saber que lo estaba haciendo perfectamente.
Elevándose hasta ella, Devyn la tomó del cuello y apartó el pelo de la cara antes de arrastrarla hacia abajo para otro beso. La otra mano logró tomar el pezón entre los dedos de nuevo.
Todo fue demasiado. En cuestión de segundos, la presión se disparó y gritó su nombre.
Una vez más.
Devyn pronto se unió a ella, y se desplomó sobre él.
Yacía quieta en sus brazos, queriendo que durara para siempre. Y él la abrazaba como si pudiera...
Pero eso era lo que le sucedía a otras personas.
No a los esclavos.
Y definitivamente no a ella.
Esa elección nunca se le había dado a ella, y era algo que debía aceptar. Al final de todo esto, si vivían, tendría que dejarle.
La sola idea de ser separada de él la desgarraba como nada alguna vez lo había hecho.
Esto es todo lo que tenemos. Este único momento.
Aférrate a él.
Pero no fue suficiente. Él la había hecho egoísta y quería vivir este sueño para siempre.
Devyn quiso saborear la imagen de ella sobre él para siempre. A ninguna mujer la había sentido nunca mejor entre los brazos. Y el mayor placer había sido observarla explotar mientras le estaba mirando.
Quería verlo otra vez.
Con ese pensamiento en mente, se retiró de ella para vestirse. Le entregó su ropa y disfrutó de la vista de su acicalamiento junto a él.
Una vez que terminaron, la levantó en brazos como si fuera una novia.
Alix frunció el ceño mientras él le hacía sentirse diminuta y menuda. Liviana.
Por encima de todo, la hacía sentirse valorada.
—¿A dónde me llevas?
Él le sonrió.
—Lee mi mente, amor. A continuación, te tomaré en mi cama. Después, probablemente, en el suelo y en el baño. Y donde sea que aparezca en mi fantasía.
—¿Fantasía? —qué palabra tan extraña para que él la usara.
Estaba tan fuera de lugar.
—La palabra favorita de mi tía Tessa. Yo no la uso mucho, pero parecía encajar.
Lograron llegar a su habitación, donde de inmediato la colocó sobre la cama y se quitó la ropa tan rápido que era como si hubieran sido tele transportados.
Incluso después de haber tenido dos orgasmos, Alix todavía tenía una mirada hambrienta en los ojos.
—Ven aquí —ordenó ella.
—Creo que he creado un monstruo.
Pero estaba amando cada minuto de eso.
—En lo que a ti se refiere, Capitán, no creo que nunca pueda tener bastante.
Esa admisión le hizo endurecerse nuevamente. ¿Qué pasaba con él? Me estoy volviendo adicto sin remedio.
Lo triste era que no quería una cura. Especialmente si significaba renunciar a ella.
Alix amaba estar en su cama. Su olor, masculino y poderoso, permanecía mucho tiempo entre las sábanas. Quería enterrar la nariz en ellas e inhalar el delicioso olor cálido durante días enteros. La suavidad de las sábanas de seda moviéndose sobre el cuerpo desnudo le hacía sentirse femenina.
Deseada.
Algo que sólo Devyn alguna vez la había hecho sentir. Y allí en su cama, él le hizo el amor hasta que estuvo agotada y sin aliento.
Cuando estuvo segura de que su cuerpo nunca funcionaría otra vez, él se retiró para mirarla.
—Todo esto me ha hecho necesitar una ducha —sonrió, se levantó y caminó hacia el baño.
Ella gruñó al ver su perfecto culo mientras salía de la habitación.
Unos segundos más tarde, el agua empezó a correr y no pasó mucho tiempo antes de que volviera tendiéndole la mano para que se reuniera con él.
En un instante estaban en la ducha, con el agua vertiéndose sobre los cuerpos, y besándose tan apasionadamente, que Alix se preguntó si moriría por el mero placer de estar cerca de él.
Aunque de qué manera. Ella no podía imaginar mejor muerte que ahogándose en sus besos.
Él enredó los dedos a través de su mojado pelo y la levantó contra la pared de la ducha. Antes de darse cuenta, se deslizó dentro de ella. Resbaladizo por la ducha y duro como un clavo.
—¿Sabes lo que me haces?
Devyn la contempló con una mirada tan intensa, que fue un milagro que no se rompiera por el peso de la misma. Luego se condujo a su interior una vez tras otra hasta que ambos se corrieron.
Pasaron el resto de la ducha bañándose el uno al otro. Fue increíblemente tierno mientras le lavaba el pelo. Tomándose el tiempo necesario para acondicionarlo y enjuagarlo.
Era puro cielo.
Cariñosamente.
Incluso le masajeó los hombros mientras los calientes riachuelos del agua se deslizaban sobre los cuerpos. Ahora podría morir feliz.
Terminaron la ducha y se dirigieron de nuevo a la habitación.
Mientras se vestía, él le recorrió el cuerpo con otra hambrienta mirada que la hizo temblar.
—Todavía podría comerte, pero ya he gastado demasiado tiempo en distracciones. Tengo un enemigo que rastrear.
Y ella tenía obligaciones que atender. Así que le besó y vio cómo la dejaba sola en su habitación.
Ella acabó de ponerse la ropa y se congeló al darse cuenta de lo que les esperaba.

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