domingo, 11 de marzo de 2012

INF cap 5

Nick dejó salir un suspiro de frustración mientras probaba teclear una nueva búsqueda. Esa mierda de tener sólo un brazo era para los pájaros, excepto que ellos no serían capaces de volar mejor de lo que él podía escribir. Y probablemente se estrellarían contra una pared y acabarían con conmoción cerebral... lo que probablemente dolería bastante.
Gruñendo ante sus crecientes pensamientos provocados por el TDAH[1], trató de centrarse en lo que estaba haciendo.
Buscando información de ataques de zombies.
Estoy loco... Ya que no había adultos en los alrededores, debería estar buscando webs de chicas calientes, no eso. Siseó cuando deletreó “zmobies químcios”.
Gah, ¿cómo se las arreglaba la gente con una sola mano? Siguió cometiendo erratas por todas partes, y buscar por todo el teclado estaba empezando a sacarle de sus casillas.
Y, lo que era peor, los efectos de la medicación para el dolor se habían evaporado de su sistema y ya que el colegio tenía una estricta política antidrogas, en las que se incluían el Tylenol o el Advil, no se había traído más por miedo a ser cacheado en la oficina de Peters. Y por si el dolor no fuera lo suficientemente malo, no podía encontrar nada en la red sobre enfermedades que hicieran que a la gente le apeteciera comer carne humana. Bueno, no a menos que fueran hombres lobo. Demonios comedores de carne humana. Parásitos demoníacos…
Sí, vale. Como si esas cosas fueran posibles fuera de las pantallas de los cines...
Se moría por hacerle a Bubba algunas preguntas sobre sus teorías, pero el hombre había sido explícito.
“Despiértame, chico y te mato de un tiro dónde estás”.
Eso, con la mayoría de los colegas, habría sido considerado una amenaza vana. Pero cuando la persona que te amenaza duerme con más armas que un campamento de entrenamiento terrorista y tiene el carácter de un asesino psicópata, era sabio creer que realmente lo haría y se reiría mientras te abría en canal.
Como Bubba solía decir: “Tengo una escopeta y una excavadora, y nadie busca un cadáver bajo una fosa séptica”.
Lo que hacía que Nick se preguntara cuántos de los enemigos de Bubba tenían sus caras en los cartones de leche.
Pero eso era otra historia...
La campana sobre la puerta sonó. Suspirando con irritación, Nick dejó el ordenador para volver al mostrador y recibir a quienquiera que estuviera allí.
Se frenó en seco, con los ojos saliéndose de las órbitas.
Santa...
Cada hormona masculina del cuerpo se inflamó cuando vio a la que debía ser la chica más sexy de nueva Orleáns. Un par de años mayor que él, era impresionante. Las buenas noticias eran que ella le distrajo completamente del dolor.
Engalanada con unos estrechos pantalones negros de cuero y un top rojo sin mangas, llevaba un collar y brazaletes de cuero negro tachonados de clavos. Y un largo cinturón de cuero negro claveteado que se envolvía alrededor de su estrecha cintura cuatro veces. Una enorme cruz de plata cubierta con diamantes de imitación colgaba del cinturón, golpeando contra su muslo mientras caminaba con un paso seductor que él estaba seguro había causado ataques al corazón entre unos cuantos hombres mayores por sobrecarga hormonal. Su pelo negro era más corto por detrás que por delante. Y por la opacidad del color, se imaginó que se lo teñía. Sus ojos estaban rodeados por un espeso delineador negro, otorgándoles un aspecto definitivamente gatuno. Como sus ojos, sus labios eran negro azabache.
Normalmente las mujeres góticas no le atraían, pero esta...
Sí. Ella era ca-lien-te. Y lo mejor de todo era que si se lo montaba con ella y acababa con ese pintalabios en el cuello, su mamá pensaría que se trataba de grasa. Algo que definitivamente le mantendría alejado del castigo.
Avergüénzate, Nick. Estás engañando a Kody.
Bueno, no realmente, porque ellos no tenían nada. No la podía estar engañando. Técnicamente. A pesar de que lo sintiera de esa manera.
Esa era una movida rara. Estoy sometido y ni siquiera me han reclamado. Mierda, eso era un asco.
Se paseó hasta el mostrador, inclinándose sobre él hasta casi hacer que sus pechos se derramaran sobre el cristal, y miró hacia la habitación donde él había estado.
¿Dónde está Bubba?
Durmiendo. ¿En qué puedo ayudarte?
Hizo su mejor intento de mantener los ojos en su cara y no donde de verdad, realmente quería mirar. Eso le haría ganarse una buena bofetada, y ya que ella llevaba anillos de clavos...
Podría doler de verdad.
Ella hizo estallar el chicle que estaba masticando mientras le miraba divertida una vez más.
¿Qué hay de Mark?
También duerme.
Ella se enderezó.
¿Eres el nuevo ayudante?
Sólo hago el turno de la mañana. Tuvieron una noche muy larga.
Apuesto a que sí se echó la mochila hacia atrás, la puso en el suelo junto a los pies, y la abrió.
Nick se puso de puntillas para poder tener una mejor vista de su bien formado culo mientras rebuscaba en su mochila.
Mierda, estaba muy bien.
No me importaría ir a por una mujer mayor...
Piensa en Kody. Piensa en Kody...
Después de unos segundos, se puso de pie con lo que parecían ser estacas de acero en su mano.
Necesito que Bubba afile estas y dile que necesito una nueva remesa de shurikens[2]. Tan pronto como pueda. O antes.
Los ojos de Nick se abrieron como platos cuando se dio cuenta de que había sangre en una de las estacas.
¿Podría preguntar?
No si quieres vivir para llegar a la comida. Soy Tabitha Devereaux, ¿y tú?
Genial, otra gran Cajun como él.
Nick Gautier.
Encantada de conocerte, Nick. Dile a Bubba que volveré al anochecer para recogerlas y que más vale que estén afiladas. No quiero que ningún vampiro sobreviva a mis ataques para ir tras de mí otra vez. ¿Entendido?
Tío... ¿Por qué todas las mujeres atractivas estaban completamente locas?
Sí, señora.
Recogió su mochila y se la colgó de un hombro antes de ladear la cadera en una pose mortal que le drenó toda la sangre del cerebro.
¿A qué colegio vas?
Al Saint Richard.
¿El colegio donde el entrenador se comió al director? Eso es guay. Ojalá tuviéramos algo así en el Saint Mary. Desafortunadamente, soy la cosa más terrorífica allí. Le guiñó el ojo. Que tengas un buen día, chaval.
Esperando que no se le estuviera cayendo la baba, la miró salir a la calle, donde una moto Nighthawk negra esperaba. Pasando una pierna sobre ella, puso el motor en marcha y luego se puso el casco.
Oh, tío...
Nick no volvió a respirar hasta que ella se fue.
Uf... esa había sido la experiencia más increíble de su vida.
Mira, Bubba, tengo que pagarte para trabajar aquí. Porque si mujeres como esa venían con frecuencia, incluso aunque se les fuera la cabeza, definitivamente querría un trabajo. Olvídate de Liza y de su tienda, que normalmente era frecuentada por niñas pequeñas y sus madres. Quería un trabajo en el Valhala de las Mujeres Calientes hasta que muriera por envenenamiento por testosterona.
Dejando salir un silbido de valoración, quitó las estacas del mostrador y se preguntó quién o qué había sangrado por ellas. Con los amigos de Bubba, no había manera de saberlo.
Las puso en uno de los contenedores de plástico que Bubba utilizaba para artículos recibidos y dejó una nota con su nombre y las instrucciones que le había dado.
Cuando volvía hacia el ordenador, la puerta sonó otra vez.
Dando media vuelta hacia el mostrador, trató de no frustrarse con la interrupción.
Era Madaug, del colegio.
Hey, tío, ¿qué pasa?
Madaug también se reclinó sobre el mostrador a mirar hacia la habitación de atrás, sólo que no fue tan guay como cuando Tabitha lo había hecho. Lo que era probablemente algo bueno desde el punto de vista de Nick.
¿Está Bubba por ahí?
Nah, está durmiendo arriba. ¿Puedo ayudarte en algo?
No, creo que no.
Nick se dio cuenta del hecho de que Madaug estaba realmente distraído e inquieto. Como si algo grave le rondara por la mente.
¿Has oído lo que pasó en la escuela?
Qué... no, no exactamente. Bueno, quizá. Algo así. Mira, realmente necesito hablar con Bubba cuando se levante. Es muy importante.
Nick se rascó con cuidado el brazo herido.
Sí, vale. ¿Quieres dejar tu número para que le diga que te llame?
Madaug alcanzó el bloc y el bolígrafo junto a la máquina registradora. Garabateó su número en él y se lo tendió a Nick.
Por favor, no te olvides. Es muy importante.
—Dalo por hecho.
Madaug dudó antes de darle el papel y retrocedió. Le echó una última mirada pensativa a la habitación de atrás, y luego se fue.
Vale, el chico estaba incluso más loco que Tabitha. Demasiadas inhalaciones de la jarra de formol en la clase de biología. Su cerebro debía estar avinagrado. O eso o Stone y su grupo le habían golpeado contra las taquillas demasiadas veces y le habían provocado una grave lesión en la cabeza.
Lo que fuera...
Nick se metió la nota en el bolsillo y se dirigió de vuelta al ordenador.
Apenas había llegado cuando la campanilla de la puerta sonó otra vez.
Hijo de...
¿Ahora qué? Gruñó bajo entre dientes antes de dirigirse de nuevo al mostrador para ver quién necesitaba a Bubba esta vez. No le extrañaba que Bubba fuera tan irritable. Si eso era una muestra de un día típico de Bubba, explicaba mucho sobre el hosco pueblerino. Nick se paró al ver a tres miembros de su equipo de fútbol paseando por la tienda como si estuvieran buscando algo. No sabía sus nombres, pero reconocía sus caras. Eran los segundos quarterback como Stone, y eran incluso más agresivos con los “empollones”. El tipo de matones a los que Nick dedicaba todo su tiempo para evitarlos y del tipo que empotraban al pobre Madaug en las taquillas y luego se reían de ello.
Pero lo raro es que estaban olisqueando el aire como perros de presa. Era épicamente espeluznante.
¿Puedo ayudaros, chicos? Preguntó Nick.
El chico más alto, uno con pelo castaño y una sonrisa que debía haber sido utilizada para vender dentífrico, se adelantó. Su cazadora tenía el nombre Biff[3] en ella.
Nick se mordió la lengua para evitar burlarse de él con eso.
Sus padres debían haberle odiado de verdad. Estoy aquí para ayudar a Bubba, no para que unos zoquetes me pateen el trasero.
Biff dio un paso más.
¿Chico empollón? ¿Dónde él?
Vale... una lástima que no pudieran formar ni una oración completa. ¿Ves lo que pasa cuando abusas de los esteroides? Los tipos deberían haber leído la etiqueta de advertencia. Primero se encogía el pene y luego venía el deterioro de la estructuración de oraciones. Lo siguiente que sabías, era que estabas escalando a lo alto del Empire State Building[4], aplastando aviones con tus descomunales puños.
Por supuesto estarías allí con una rubia realmente atractiva, así que incluso ser un rarito monstruoso tenía su recompensa…
Pero eso no ocurría ni aquí ni allí.
Buscas a Bubba o a Mark preguntó Nick.
Lo de empollón definitivamente encajaba con uno u otro, ya que ambos eran reyes de los ordenadores, películas de serie B, videojuegos y ciencia.
¡Chico empollón!
Agarró a Nick por la camiseta y le arrastró por el mostrador para ponerle de pie frente a él.
Maldiciendo cuando el dolor se disparó por el brazo herido, Nick le golpeó con fuerza en la cara, pero no pareció notarlo siquiera.
Bájame, animal. O juro...
El deportista hundió la nariz en el cuello de Nick e inhaló. Nick arrugó la cara con desagrado.
¿Qué eres? ¿Un pervertido? Aparta tus sucias manos de mí.
Le golpeó con fuerza en la ingle.
Biff se dobló sobre sí mismo.
Huele como el chico empollón. ¡Cogedle!
Ellos avanzaron, lamiéndose los labios. ¡Oh, mierda! Ellos también eran zombies.
Nick saltó sobre el mostrador y corrió a la habitación de atrás, donde Bubba guardaba un hacha... sólo por si acaso. Bubba nunca había dicho para qué casos era, pero parecía una buenísima ocasión para cogerla. Ni mencionar que era la única arma en la tienda que Nick podía usar con una sola mano.
La blandió hacia el primer musculitos que le alcanzó, el que se llamaba Jimmy según su cazadora.
Tío... retrocede porque te voy a hacer picadillo. Y con ganas.
Jimmy dudó.
Sintiéndose orgulloso por mantenerlo a raya con tanta facilidad, Nick se pavoneó.
Sí. Eso es. No queréis ningún pedazo de mí. Soy malo, ah...
Su bravuconada acabó cuando le atacaron en masa.
MiérdCoppola...
Levantando el hacha, la balanceó hacia el primer tipo que llegó a él. El hacha aterrizó en una vitrina, haciéndola añicos. Pedazos de cristal volaron sobre ellos mientras Nick la liberaba para dar otro golpe. Pero antes de que pudiera ponerla en ángulo, Biff le mordió en el brazo sano.
Gritó de agonía, y luego le dio un cabezazo al deportista. Utilizó el extremo del hacha para empujar a Biff hacia sus amigos. Luego se giró en un grácil arco y elevó el brazo para otro golpe de hacha.
¿Qué carajos está pasando aquí?
Bubba arrebató el hacha de manos de Nick. La posicionó hacia Nick como si fuera a usarla con él.
Chico, ¿has perdido el bendito juicio? Destrozar mi tienda. Hacer pedazos mis cosas... Tienes suerte de que no te esté dando con el mango del hacha.
Nick hizo un gesto hacia los deportistas.
Bubba, ¡son zombies! Levantó el brazo para que Bubba viera la sangre—. ¡Y están intentando comerme!
Bubba maldijo.
Bueno, ¿por qué no lo has dicho antes?
Biff hundió los dientes en la mano de Bubba, lo que equivalía a meterse de cabeza en una madriguera de serpientes de cascabel.
Bubba le dio un puñetazo tan fuerte al tipo, que Nick juró que él sintió el golpe.
Biff trastabilló hacia atrás mientras los otros dos abrían la boca para sisearles.
¡Zombies locos! Bubba devolvió el hacha a la mano de Nick y luego cogió una escopeta de la pared.
Metió un cartucho en la recámara y apuntó a la cabeza del deportista más cercano a él.
Los ojos del tipo se desorbitaron cuando se dio cuenta de que Bubba le iba a mandar de una patada a su próxima vida. Chillando, todos ellos dieron la vuelta y se fueron corriendo de la tienda con una velocidad inhumana y un andar anormal.
Era como algo sacado de Resident Evil con chimpancés zombies.
Bubba corrió hacia la puerta para poder dispararles mejor. Antes de que pudiera pensarlo mejor, Nick cogió la escopeta justo cuando Bubba disparaba. El cañón giró ampliamente y en lugar de alcanzar a los deportistas, el disparo abrió un enorme agujero justo a través de los ojos de la foto de la mamá de Bubba que estaba colgada cerca de la máquina registradora.
Nick miró fijamente el agujero absolutamente aterrorizado. Ah, Dios. Estoy muerto.
Bubba quería mucho a su mamá.
Y él le había disparado justo entre los ojos...
El reflejo de la ira de Satán en la cara de Bubba le provocó náuseas.
Bubba... lo siento tanto.
Acorraló a Nick como un león cazando su comida.
No lo sientes ni la mitad de lo que vas a sentirlo. Me has hecho disparar a mi madre. Chico, ¿en qué estabas pensando? ¿Qué demonios está mal contigo?
Nick tuvo que dejar de retroceder cuando se quedó de espaldas contra la pared sin ningún sitio más dónde ir. Levantó la mano para frenar a Bubba y que él no lo sacrificara.
No podía dejar que los mataras.
¿Y por qué no?
Primero, es ilegal... ¿Hola? ¿Crees que la policía se va a creer eso de que era un ataque de zombies? No lo creo. Y segundo, son mis compañeros de clase. Unos compañeros asquerosos, pero aún así. Ya tengo suficientes problemas para hacer frente al colegio. Estoy muy seguro de que matar a tres miembros del equipo de fútbol de la escuela cuando se acerca un campeonato arruinaría mi reputación para siempre.
Bubba resopló.
¿Y qué? Por si no te has dado cuenta, chico, tus compañeros de clase están zombificados. Si no hubiera bajado cuando lo he hecho, estarían arrancándote las entrañas y comiéndoselas. Así que deberías estar agradeciéndomelo, no disparando a mi madre en la cabeza.
Nick se tragó el pánico cuando se dio cuenta de que Bubba no estaba estrangulándole. Aún...
Lo sé. Pero... no estaban muertos. ¿Cómo pueden ser zombies si no estaban muertos para empezar? ¿No es ese es primer paso?
Bubba dudó.
Bueno, eso técnicamente nos plantea un dilema... Pero sólo en el sentido tradicional de la palabra.
—¿A qué te refieres?
Bubba se rascó la incipiente barba del mentón.
Estamos asumiendo que su bokor los ha resucitado...
¿Su qué? Nick odiaba cuando Bubba usaba una de sus palabras raritas.
Maldita sea, chico, ¿es que no te enseñan nada útil en esa escuela tuya? Bokor. La persona que crea y controla a un zombie. ¿Debajo de qué piedra has estado viviendo para no saberlo?
Algunas personas probablemente llamarían a esa piedra “realidad”, pero Nick apreciaba su vida lo suficiente como para guardarse el sarcasmo. Era difícil... pero después de dispararle a la mamá de Bubba, necesitaba cualquier ventaja.
Bubba puso los ojos en blanco antes de continuar con la explicación.
La mayoría de los veces los bokors utilizan cadáveres, pero no tienen por qué hacerlo. Ha habido muchos estudios de zombies creados por inducción química que no estaban muertos al principio.
Quizá fuera cierto. Pero Nick no se lo creía.
Ya, ¿pero y si es como en Resident Evil y es el Virus Madre lo que viene a por nosotros? ¿Qué pasa? ¿Eh?
Nick miró la marca del mordisco mientras la realidad se hundía y el pánico le superaba. El virus siempre había empezado con un mordisco... Zombie Cero. El primer marcado comenzaba el Apocalipsis.
Y él era el primero.
Hombre, primero me disparan, y ahora me voy a convertir en un maldito zombie. A este ritmo, no viviré lo suficiente como para tener mi primera cita o sacarme el carné de conducir. Ah, ¡gah! He llegado tan lejos para morir como un prosaico virgen. Bubba, no puedes dejar que muera... ¡sólo me quedan diecisiete meses y tres días hasta mi decimosexto cumpleaños!
Bubba le dio un golpe en la cabeza.
Madura, chico, y para ya con esa mierda de Hollywood. Ser zombie no es contagioso. Vives en N'awlins[5], Nick y yo llevo luchando contra ellos durante décadas. La única manera de convertirte en zombie es que te convierta un bokor Bubba se detuvo como si se le hubiera ocurrido otra idea. Con los mordiscos de demonios... es otra historia. Pero esos que han venido no eran demonios. Eran zombies. Simple y llanamente. Así que deja de desquiciarte antes de que yo te desquicie.
Nick suspiró con fuerza para calmar su acelerado corazón.
¿Estás seguro de que no puedo pillarlo?
No podía creer que estuviera preguntando eso. Tenía que ser la conversación más extraña de toda su vida, lo cual, teniendo en cuenta la normal rareza de Menyara, decía mucho.
Estoy seguro. Créeme, conozco a mis zombies.
Nick se burló. ¿Soy yo o es como decir que conozco a mis elfos y mis hadas? Si no fuera por el hecho de que puede que Bubba le matara, lo habría dicho en voz alta.
Aún creo que debería desinfectar los mordiscos. Sólo por si acaso es algún tipo de arma bioquímica diseñada por el ejército.
¿Desinfectar el qué? ¿Qué me he perdido?
Nick se giró para ver a Mark entrando en la tienda. Bostezando y rascándose, se unió a ellos desde la puerta que llevaba al apartamento del piso de arriba de Bubba, donde había estado durmiendo en el sofá.
Nick suspiró de agitación.
¿Ves lo que te has perdido por trasnochar? A Bubba y a mí nos han mordido los zombies. Yo digo que son contagiosos. Esta mañana sólo uno de los chicos de mi colegio lo tenía. Ahora, he sido atacado por tres más. Se está extendiendo y nos va a infectar a todos. Necesitamos hacer algo antes de que se lleve a todas las mujeres guapas y nos deje con sólo el uno al otro. Llama a la Guardia Nacional o a la CEC o algo.
Bubba le miró frunciendo el ceño.
¿La CBC? ¿Es ahí donde aparecen las novedades de anime?
Nick giró los ojos.
No. Ese lugar donde se tratan las enfermedades y ponen en cuarentena a la gente que es contagiosa.
Bubba, Nick se refiere al Centro de Control de Enfermedades “CCE” de Atlanta.
Bubba hizo un sonido de disgusto que le salió del fondo de la garganta.
Mark, que apenas era una cabeza más alto que Nick, estaba todavía vestido con el traje de camuflaje para cazar zombies. Manojos de musgo español sobresalían de todos los sitios donde los había embutido en su ropa para poder mimetizarse con el bayou. Su cara estaba rayada con pintura de camuflaje y llevaba lentes de contacto amarillas que tenían un borde rojo alrededor.
Ojos de zombie.
También para camuflarse.
Pero eso no era lo peor. Cuando se paró cerca de Nick, despedía un olor tan asqueroso que le dejó sin aliento.
Nick se tapó la nariz para evitar ponerse enfermo.
¿Qué es ese olor?
Era como el vómito de gato de hacia tres días, mezclado con espárragos podridos.
Mark frunció el ceño como si estuviera loco sólo por preguntar.
Orina de pato. Evita que los zombies piensen que soy humano.
Nick resopló.
Sí, bueno. También evita que yo piense que estás cuerdo.
Ríndete, Mark. El chico no sabe nada de supervivencia. De hecho acababa de impedirme que le dispare a unos zombies que estaban en la tienda tratando de comérselo.
Mark de dio a Nick un golpe en la parte de atrás de la cabeza.
¿Estás bien de la cabeza, chaval?
¡Ow! Nick se frotó la nuca, donde seguían golpeándole. Si no paraban, iba a acabar con daños cerebrales. Y no. Estaba evitándole a Bubba que cometiera un delito. Sin ofender, pero eso de “es un zombie, Su Señoría, no me electrocutes” no es una excusa viable. Créeme, lo sé. Mi padre está cumpliendo tres cadenas perpetuas por asesinato, y arguyó: “un montón de zombies de mierda que estaban tratando de matarme y si yo no los hubiera matado, Su Señoría, habrían tomado la ciudad y os habrían esclavizado a todos vosotros, mezquinos y patéticos humanos”. La corte realmente no comprendió esa excusa. Ni siquiera dejaron a mi padre alegar enajenación mental por eso. Así que créeme, “era necesario matar a los zombies” no es en legítima defensa.
Mark sacudió la cabeza con un enfado supremo.
Bueno, pues debería serlo.
Hey, ¿Bubba? ¿Estás aquí o estás muerto?
Nick se encogió al oír a los recién llegados.
Bubba le tendió el arma a Mark y susurró:
Es el oficial Davis. No digáis nada.
Aclarándose la garganta, se encaminó hacia el mostrador de la parte delantera como si nada hubiera pasado.
Nick escondió el arma tras una cortina, asombrado de lo bien podía actuar Bubba. Deslizó la mirada a Mark, quien finalmente se estaba quitando el traje de camuflaje. Siete años mayor que Nick, tenía una maraña de pelo castaño claro y brillantes ojos verdes. Sus rasgos serían atractivos de no ser por su mandíbula cuadrada. También tenía un rastro de barba de tres días en la cara, lo que le hacía parecer mucho mayor. Pero era su constitución lo que Nick envidiaba. No importaba lo mucho que trabajara, no conseguía el tipo de definición muscular que Mark tenía incluso sin intentarlo.
Era tan injusto.
¿Puedo ver la herida del mordisco? preguntó Mark.
¿Te puedes lavar antes?
Mark le miró airadamente.
Suspirando, Nick le tendió el brazo para que Mark pudiera inspeccionarlo.
Soltó un silbido por lo bajo cuando le tocó el agresivo mordisco, que todavía le palpitaba.
—Sí, deberíamos desinfectar esto.
Nick se encogió.
—Esto me convertirá en un zombi, ¿verdad?
—No lo sé, pero la boca humana es la parte más plagada de gérmenes del cuerpo. Podrías pillar el parvo, la rabia o algo así.
Nick frunció el ceño ante esa respuesta tan inesperada.
—¿El parvo no es una enfermedad de perros?
—Sí, pero quien sabe que pasa en tu colegio, chaval. Podría haber hombres lobos sueltos y eso, amigo mío, es definitivamente contagioso.
Nick apartó el brazo de un tirón.
—No voy a convertirme en un hombre lobo, Mark.
Vete y búrlate, pero te digo, los he visto en el bayou. Muchas noches. Una manada entera de ellos que se convirtieron en humanos. Caminando a la luz del día, podrían estar a tu lado y no lo sabrías.
A Nick le hizo falta todo su autocontrol para no despreciarle por todo ese montón de mierda de caballo. No estaba seguro de qué era más patético, el hecho de que Mark estuviera lo suficientemente cómodo con él como para hablar de eso o que su amigo en realidad se lo creyera.
Optando por lo segundo, dejó que Mark le llevara al baño, donde Bubba tenía alcohol y agua oxigenada.
Mientras Mark limpiaba y vendaba la herida, Nick apretó los dientes aguantando el dolor del punzante alcohol.
Tío, parezco un imbécil con los dos brazos vendados.
Nah, hombre, son heridas de guerra. A las chicas les pierden las cicatrices. Significa que eres un hombre varonil capaz de protegerlas.
Nick elevó una ceja con incredulidad.
Entonces, ¿cómo es que Bubba y tú no tenéis novia?
No quiero el drama de tener una. Después que la última me quemara la ropa con mi colección de Jack Daniel's Etiqueta Negra y tratara de decapitarme con mis CD, decidí que me tomaría un descanso durante un tiempo. En cuanto a Bubba... será mejor que no hable sobre eso. Digamos que no creo que quiera volver a pasar por ello.
Nick quería una aclaración.
¿Pasar por qué?
No es de tu incumbencia dijo Bubba cuando se les unió. Clavó la mirada en Mark. Deberías aprender a quedarte callado algunas veces.
Sí, bueno, siempre digo que el matrimonio está bien para los demás, pero recuerda que eso sólo lleva a una cosa.
¿Muchos momentos de fiesta sin ropa? —dijo Nick sonriendo.
Nah, chaval. Pensión alimenticia.
Mark retrocedió para dejar el alcohol.
Wow. Ambos eran rayos de sol que atravesaban la nube más oscura...
Del infierno.
Nick se giró hacia Bubba.
Así que, ¿qué ha dicho la policía?
Que si cualquier otro vecino se queja de un disparo aquí, me quitarán la licencia del negocio y me meterán en la cárcel. Vejestorio fisgón.
Nick frunció el ceño.
¿No se dice entrometido?
Bubba le miró con sorna.
¿Has visto a la señora Thomas en la puerta de al lado? Es la bruja más fea del planeta. Juro que es una Gorgona.
¿Una qué? preguntó Nick frunciendo el ceño.
Bubba resopló.
Saca la cabeza de tus cómics y lee algo de mitología Griega. Gorgonas... mujeres que eran tan feas que sólo el mirarlas podía convertir a un hombre en piedra.
Ahh... en mi instituto esa debería ser mi profesora de inglés, la señora Richard. Es una estirada tan gruñona, que juraría que cree que le pusieron ese nombre al colegio por ella.
Bubba no dijo nada mientras empezaba a recoger el cristal del mostrador hecho pedazos.
Así que, ¿para qué estaban aquí los zombis, de todas maneras?
Dijeron que estaban tras...
La voz de Nick se fue apagando cuando lo comprendió todo.
Madaug enloquecido.
Chico empollón...
Por las babas del santo perro. Miró a Bubba.
Madaug St. James. ¿Lo conoces?
¿El pequeño inadaptado que me recuerda mucho a Mark?
¡Hey! dijo Mark indignado.
Bubba le ignoró.
¿Qué pasa con él?
Dijo que era muy importante que hablara contigo. Acababa de salir cuando los deportistas llegaron, buscándole.
Mark le lanzó una mirada de soslayo a Bubba.
¿Crees que tiene algo que ver con esto?
Nick sacó el número del bolsillo.
No lo sé. Pero empiezo a pensar que es un buen comienzo.
Y cuanto más lo pensaba, más seguro estaba.
Madaug tenía que estar detrás de esto. No había nada más que tuviera sentido. Y si estaba en lo correcto y Nick se convertía en un zombi por su culpa, iban a rodar cabezas.
Montones de ellas y Madaug era el primero de la lista. No es que tuviera una lista, porque eso haría que le expulsaran del colegio y probablemente le encarcelaran. Pero si esa hipotética lista existiera, sin que eso significara que ya existía o lo fuera hacer en el futuro, Madaug era definitivamente el objetivo número uno.


[1] TDAH: Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. (N.T.)
[2] Shuriken: Significa cuchilla detrás de la mano u hoja bajo la manga. El arte marcial shuriken se llama shuriken-jutsu (técnica del shuriken) o shuriken-do (camino del shuriken). Al principio, los shurikens eran de madera (todu), pero se cambiaron por metal porque suponían una mayor efectividad. Tiene unas puntas afiladas y bordes cortantes con los que se atacaba a los enemigos. Muchas veces, estas armas estaban envenenadas para mejorar su efectividad.
[3] Juego de palabras, Biff se traduce como tortazo o colleja.
[4] Referencia a King Kong cuando escaló ese edificio emblemático de Nueva York.
[5] Nuevo Orleáns.

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