En un movimiento que no había usado desde que era un running back[1], Nick fue hacia la izquierda, dio un giro cerrado, y los pasó por el costado, dejando que se estrellaran contra la pared. Aferró a Rosa y la empujó hacia la seguridad, al tiempo que miraba alrededor buscando un arma.
Rosa cogió la cuchilla con la mano derecha antes de que él pudiera hacerlo. La mandíbula de él se aflojó al tiempo que ella tomaba el cuchillo de picar en la mano izquierda y sostenía ambos, como toda una profesional al enfrentar a sus intrusos.
Nick estaba horrorizado.
—¿Rosa?
—Quédate atrás, Nick. No fui siempre un ama de llaves y cualquier hijo de puta[2] lo suficiente tonto para venir aquí y atacarnos merece morir en el suelo, sacrificado como un cerdo.
Los zombies arremetieron.
Rosa atrapó el primero con una cuchillada en el brazo. Él no hizo mucho salvo gruñir. En cambio, empujó la espalda de ella y fue tras Nick, quien agarró una de las sartenes de la cocina.
Tanto para la cena.
Arrojó la caliente comida sobre el rostro del jugador de fútbol. Esta vez, el deportista zombie gritó y se tambaleó para atrás. Nick lo golpeó con la sartén, luego, se dio la vuelta para ayudar a Rosa a luchar contra el otro. Apenas los alcanzó, antes de que el que había bañado, lo agarrara por detrás. El zombie número uno lo encerró en un agarre que parecía como de acero.
Nick soltó un gruñido al tiempo que su hombro herido fue empujado.
—¡No lo harás! —Golpeando al zombie en la cabeza al tirar para atrás la suya, se soltó.
Dos segundos después, algo demasiado brillante que lo cegó, apareció en la cocina.
Nick escudó sus ojos al tiempo que oía a los zombies gritar de agonía. Cuando bajó su mano y pudo finalmente ver de nuevo, retrocedió estupefacto.
Los zombies habían desaparecido y en su lugar estaba el que debería ser el hombre más alto del mundo que hubiera visto alguna vez.
Su boca cayó abierta en un, completamente frío, aturdimiento.
—¿Estás bien, Rosa? —el hombre preguntó en un fluido español.
—Sí, Acheron. Gracias.
La puerta detrás de Acheron se cerró de golpe sin que nadie o algo la tocara. Acheron se movió hacia él con el letal paso de un feroz depredador. Con largo cabello negro y mechones verdes, llevaba un par de gafas para el sol opacas que evitaban que Nick pudiera ver sus ojos. Vestido todo de negro con una calavera vampiro, de las que brillan en la oscuridad, en su camiseta. Tenía una negra mochila sobre uno de los hombros. Una mochila, con un símbolo anárquico pintada en ella.
—Encantado de conocerte. Nick.
Él se tensó ante el extraño y cantarín acento de Acheron. Nunca había oído uno así en toda su vida.
—¿Cómo sabe mi nombre?
—Sé muchas cosas.
Sí… y esa idea seriamente lo horrorizaba. ¿Era el tipo, un acosador?
Nick miró alrededor de la habitación. No había ni rastro de los atacantes.
—¿Qué ocurrió con los deportistas?
—Mi demonio se los comió —dijo Acheron, con tal inexpresivo tono que Nick podría casi creerle.
—Claaaaaro —asintió Nick con la cabeza en un acto de descarado sarcasmo—. ¿Y supongo que Big Bad Wolf[3] vendrá detrás de ti para terminar el trabajo? ¿O será el Hombre de pan de Jengibre?
Acheron le dirigió una sonrisa ladeada.
—Kyrian tenía razón, eres un arrogante… —le dirigió una mirada a Rosa antes de enmendar lo que había comenzado a decir— ...muchacho—. Sacó su teléfono celular, que era espeluznantemente pequeño en su enorme mano, y llamó a alguien.
Nick le frunció el ceño a Rosa, quien se había dirigido hacia el fregadero para limpiar la sangre de sus cuchilla y cuchillo como si nada fuera de lo ordinario hubiera sucedido. ¿Por qué estaba, repentinamente, oyendo la canción de La Familia Addams sonando en su cabeza?
¿Qué clase de bizarra casa lunática era ésta?
—¿Soy el único espantado por lo que acaba de ocurrir? Vosotros dos están actuando demasiado… demasiado… normal acerca de ello. Me refiero a que esto… es definitivamente, no un día típico.
Acheron bufó.
—Depende del vecindario… —Él hizo una pausa para hablar por su teléfono—. Ey, Kyrian, quizás quieras terminar esa ducha y bajar aquí. Tu casa acaba de ser invadida por zombies mientras Rosa y tu muchacho luchaban contra ellos. Solo PTI[4].
Bueno, eso explicaba por lo que Kyrian no había oído la conmoción, viniendo abajo a investigar.
Colgando el teléfono, Acheron se acercó a Rosa y le susurró en español. Nick no estaba seguro de cómo lo entendió, dado que él personalmente no hablaba español, pero lo hizo.
—Olvida todo lo que ocurrió. La comida se derramó en el suelo por accidente y nada fuera de lo habitual sucedió. Ningún ataque. Simplemente otro día…
Él miró a Nick, quien retrocedió con severa aprehensión de lo que este extraño iba a hacerle a él. Cuando Acheron alzó la mano, Nick se giró hacia la puerta principal.
Sal de aquí. ¡Ahora! Esa fue una loca voz demoníaca en su cabeza, pero no la cuestionó. Simplemente, corrió como enloquecido.
Rodeando las escaleras, resbaló hasta detenerse al aparecer Acheron, directamente en frente a él, de la nada. Solo que esta vez, Nick no vio a Acheron en el cuerpo de un hombre joven.
Él vio…
A alguien con colmillos, piel teñida de azul, labios negros y cuernos. La imagen apareció en un flash y luego desapareció. Como una loca alucinación.
¿Qué había en ese gumbo?
Es sobrenatural.
No creo en ello. Sin embargo, ¿Cómo podía negar lo que estaba viendo? Esto no era normal. Esto no era inducido por químicos, zombies asesinos… No había razón lógica para que Acheron hubiera aparecido enfrente a él y lo haya visto así. Igual que cómo se cerró la puerta de golpe cuando entró en la cocina, o el resplandor de luz.
Era imposible.
Completamente imposible.
Ya no seguro en lo que podía creer, Nick tragó en seco.
—¿Qué eres?
Acheron se encogió de hombros.
—Estoy completamente perplejo. Recuerdas todo lo que ocurrió. —Era una afirmación de un hecho y no una pregunta… como si Acheron estuviera dentro de su cabeza.
—Sí, hombre. No es como si fueras a olvidar los acosadores zombies asesinos y el personal psicótico de la cocina. ¿Qué clase de fenomenal demostración es esta?
Acheron soltó una malvada risa.
—No tienes idea, Nick. Pero mi pregunta es... ¿Por qué están los zombies detrás de ti?
—Oh, infiernos no, hombre. La pregunta es... ¿Por qué tienes cuernos en tu cabeza y labios negros?
La sonrisa de Acheron se desvaneció.
—¿Qué?
—Te he visto hace un minuto cuando destellaste espeluznantemente aquí. Tenías cuernos y piel azul. ¿Qué eres?
Acheron devolvió esa pregunta con una de las suyas.
—¿Qué clase de raros vegetales has estado comiendo? La Meta[5] es igual a muerte y los inhalantes pueden matarte, chico. Deberías mantenerte alejado de ellos antes de que destruyan las últimas tres neuronas que te quedan.
Sí, claro.
—Estoy estupefacto… no eres humano. Sé, que no eres humano.
Esa irritante sonrisa volvió al rostro de Acheron.
—Muy pocas personas lo son.
—Ja, ja. Te vi, hombre. Lo que le hiciste a los zombies cuando llegaste y con Rosa… Sé que no eres humano. ¿Vas a matarme debido a que lo sé?
Acheron realizó una pausa al evaluar sus opciones. Nick Gautier era mucho más de lo que parecía. A los catorce, la mente de Nick debería haber sido fácilmente borrada por sus poderes, como la de Rosa. No era que a Acheron le agradara usar esos poderes en nadie. Como regla, rara vez lo hacía, pero había momentos en que las circunstancias lo demandaban.
Zombies asesinos explotando en una cocina, era uno de esos.
Y hasta que alguien fuese mayor no desarrollaba la habilidad para bloquear ese particular talento suyo. E incluso entonces, sólo la más firme de las voluntades podía enfrentarse a sus poderes.
Pensando en ello, ningún humano mortal nunca había podido enfrentarse a sus poderes. Sólo los dioses y un puñado de demonios pudieron luchar o encerrarlo en contra de su voluntad.
Más que eso, de alguna manera, de cierta forma, Nick había vislumbrado su verdadera forma de dios.
¿Cómo?
Mátalo y termina con ello.
Esa era probablemente la cosa más lógica por hacer. Pero Kyrian, por las razones erróneas que fueran, tenía su corazón puesto en salvar al muchacho. Cerrando sus ojos, usó sus poderes en ver hacia el futuro… en ver lo que ocurriría si asesinara a Nick.
Nada había allí.
Simplemente un espacio vacuo de nada.
Mierda…
Dos semanas antes, cuando Nick había sido herido, había visto la vida entera del chico desde el comienzo hasta el final tan claro como un cielo de verano. Ahora ni siquiera podía vislumbrar qué es lo que Nick tenía guardado en su bolsillo frontal.
Esto no es nada bueno.
Porque eso significaba sólo una cosa —el muchacho iba a, significativamente, impactar en su vida de alguna forma y los Destinos habían cegado a Acheron para evitar que interfiriera en las elecciones de Nick.
Odio cuando eso sucede. Era por lo que no dejaba que nadie se le acercara. Por lo que no tenía verdaderos amigos más que su compañera demonio.
Este pequeño canalla frente a él, estaba destinado a alterar su futuro. Con razón, no podía usar sus poderes.
Suspirando, Acheron abrió sus ojos. No había necesidad de luchar contra el destino. Había aprendido hace siglos, simplemente, lo inútil que era intentarlo. Podría igual abrazar lo inevitable y presentarme. Porque cada vez que alguien había tratado de alterar su futuro, solo las cosas se habían vuelto peor. Mucho peor.
—Soy Acheron Parthenopaeus.
Nick bufó.
—Maldición, y yo que pensé que mi nombre apestaba. Tus padres debían realmente odiar tu pellejo.
Si solo él supiera…
—Llámame Ash. Es más fácil y lleva mucho menos tiempo.
Nick le ofreció su mano sana.
—Nick Gautier. Ahora, dime de nuevo. ¿Qué eres?
—Él, es el mejor amigo que harás o tu último enemigo.
Nick alzó la mirada para ver a Kyrian bajando por las escaleras.
—Oh, ya entiendo —dijo él sarcásticamente—. Porque me mataría si lo hago enojar. Ja, ja, ja.
Kyrian puso sus ojos en blanco.
Acheron soltó un largo y sufrido aliento.
—No voy a decir ni una palabra, General. Te dije que el chico iba a hacer más problemas de lo que vale. Hasta ahora, tenía razón.
Nick se acercó a Acheron y dijo en voz baja.
—¿Sabe Kyrian acerca de…? ¿Ya sabes? ¿Tu particular rareza?
—Lo hace, de hecho. Rosa, no tanto. Así que mantengámoslo oculto a su alrededor.
—Captado.
Kyrian se detuvo junto a Acheron.
—¿Supongo que Nick vio algo inusual?
—No demasiado inusual —dijo Nick—. Si vives en un jodido video juego.
Acheron negó con su cabeza.
—Lo manejó bien, la mayor parte.
Nick se mofó.
—Ash está omitiendo la parte en donde enloquecí y corrí como una chica. ¿Sabías que tu ama de llaves puede manejar un cuchillo como una luchadora callejera y no vacila en destripar gente con él?
—Bueno, ese fue un azaroso cambio de tema ―le comentó Acheron a Kyrian.
Kyrian rió.
—Sí, Nick. Sé todo sobre sus talentos en el manejo de cuchillos. Es por lo que la contraté. Y si fuera tú, lo mantendría en mente si alguna vez sientes la necesidad de irte de la lengua. Ella no lo toma bien.
—No te preocupes. Ese deseo… totalmente dominado. —Nick metió las manos en los bolsillos, al tiempo que digería todo lo que había ocurrido en los últimos minutos—. Así que tienes un ama de llaves psicótica con algunas serias habilidades ninjas con el cuchillo y, ¿Qué sería Acheron para ti?
Hubo una repentina incomodidad entre ellos, tan tensa que penetró en el aire alrededor de ellos.
—Ahhh —dijo Nick, al tiempo que entendía lo que ellos no estaban explicando. Como el viejo dicho, los opuestos se atraen—. Vosotros dos sois amigos “especiales”.
Kyrian frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Acheron le dirigió una irritada mirada a Kyrian.
—Él piensa que somos una pareja.
Kyrian se apartó de Acheron.
—No. No. No. Definitivamente no. No es que Acheron no sea un hombre atractivo, no es que alguna vez notara que fuera o no atractivo, pero los hombres no son mi tipo.
Nick miró a uno y otro. En la superficie, no tenían nada en común salvo que ambos eran unos irritables.
—Entonces... ¿Cómo es que se conocen? Porque además del tema del dinero, pareces realmente normal y Ash… realmente no.
Acheron enarcó una ceja.
—¿Me estás diciendo que no tienes amigos excéntricos?
—Uh, no como tú. Los míos simplemente hacen cosas extrañas, como comer gelatina por sorbete y lograr que los echaran de Kroger[6] por comer muestras. Ellos no son de ninguna manera tan raros como tú.
Acheron bufó.
—Tengo que disentir. No me ahogo en Orina Eu de Pato o busco hombres lobo en el pantano, a diferencia de algunas personas que conoces.
—Sí, bueno, así que Bubba y Mark caminaron por el vapuleado camino hacia el Planeta No Lo Sé. Pero ellos no hacen esa espeluznante limpieza de mente o cerrar puertas sin tocarlas.
—¿Cómo sabes que el viento no la cerró? —preguntó Acheron.
—¿Ese sería el mismo viento que de alguna manera te hizo volar a través de la casa para que aterrizaras en frente a mí?
—Podría ser. Fuerza de huracán. En Nueva Orleáns, después de todo. Sucede.
Nick le dirigió a Acheron una graciosa mirada.
—Sin ofender, pero no soy Dorothy y no he visto ninguna casa sobre una mujer con medias a rayas. Pero, si tú crees todo eso, tengo una casa sobre una colina, en el pantano, para venderte. De paso, ¿Cómo sabes de Bubba y Mark?
Ash se quedo realmente callado.
El rostro de Kyrian estaba completamente estoico.
—¿Qué? —preguntó Nick.
Ash aclaró su garganta antes de responder.
—Me aburro algunas veces. Infinito poder… lunáticos locales. Hay simplemente momentos en que realmente necesitas jugar con la cabeza de alguien y Mark es un objetivo tan fácil. Él quiere ver, y unas pocas sombras bien puestas van al tope de hacerlo feliz, y a mí entretenido.
—Hombre, estás muy mal —Pero Nick podía casi entenderlo—. ¿Y los zombies? ¿Los plantaste también?
—No. Estoy tan desconcertado como tú. De hecho, vine aquí a prevenirte —se giró hacia Kyrian—, acerca de ellos. Créelo o no, no sé cuántos están infectados. Pero parece que la mayoría son adolescentes, y la escuela de Nick es el núcleo de todo. Parece como si lo fuera.
Kyrian se veía tan confundido como Nick se sentía.
—¿Cómo puedes no saberlo, con tus poderes?
—Tan difícil como es creerlo, más incluso para mí, hay cosas que no puedo descifrar. Esta sería una de ellas. Alguien más los está escudando —probablemente la entidad que fuera que los creó. Y no sé quién es, el bokor parece centrarse en personal escolar y estudiantes nerds.
Nick cuadró los hombros.
—¿Por qué me miras a mí cuando dices la palabra nerd?
Ash apuntó a la horrenda camisa hawaiana azul de Nick.
—Las personas normales no visten así.
Nick pasó su mano sobre el frente de su camisa y dio una segura inclinación de su cabeza.
—Ey, ahora. Tengo un buen estilo. Eres un tipo agradable con quien hablar. ¿Por qué estás usando gafas de sol dentro, cuando está oscuro, hombre?
Ash le dirigió una presumida sonrisa.
—Porque no importa donde vaya, el sol siempre brilla sobre mí.
Nick no estaba para nada divertido.
—¿Nick?
Él se giró ante la voz de Rosa.
—¿Si, señora?
—¿Me habías dicho que no comiste?
—Sí, señora.
—Entonces ven aquí y come algo, antes de que te consumas—. Ella se detuvo al entrar por la puerta de la cocina y ver a Ash—. ¿Acheron? ¿Cuándo llegaste?
Ash indicó la puerta, sobre su hombro, con el pulgar.
—Vine por la puerta de enfrente, hace unos minutos.
El enarcado de la ceja de Rosa se incrementó con un consternado fruncimiento.
—Extraño. No oí sonar el timbre.
Ash sonrió.
—Me conoces, Rosa. Silencioso como un fantasma.
Un escalofrío descendió por la columna de Nick ante lo que Rosa estaba diciendo, por su falta de memoria y al estar involucrado Ash. Debería probablemente estar huyendo por la puerta, pero había algo, acerca de Acheron, que en realidad le agradaba. Y mientras el hombre se veía como si pudiera barrer el suelo, como Rambo, Nick sentía un parentesco con él. Casi como si fueran hermanos perdidos de hace tiempo. Era tan extraño y sin embargo…
Mantente alejado de él. Ash es malvado hasta los huesos. Te destruirá. Nick sacudió su cabeza ante la profunda voz que hacía eco en sus oídos.
Por un segundo, sintió como si estuviera volviéndose loco.
—¿Vienes, Nick? —le preguntó Rosa.
—Sí, señora. —Su usual respuesta para la mayoría de las mujeres, dado que a su mamá en realidad no le agradaba la palabra “no”. Obedientemente, fue tras Rosa y la comida que estaba ansiando.
Acheron contempló mientras Nick se dirigía a la cocina. No sabía por qué, pero sus intestinos le decían que Nick era, de alguna manera, la clave de lo que estaba sucediendo. Era como si una presencia estuviera allí. Una que él no podía ver, oír, o tocar.
Sólo podía sentirla como una sombra oculta. Malévola y fría, sintió un escalofrió bajando por su columna. Era puro odio, pero no podía decir hacia quién estaba dirigido.
Él.
O Nick.
Kyrian bajó su voz así, ni Rosa ni Nick pudieran oírlo.
—¿Qué, no estás diciendo?
—¿Alguna vez tienes uno de esos presentimientos que no puedes sacarte?
—Cada maldita noche.
Ash soltó una pequeña risa.
—¿Aún planeas establecer a Nick como tu escudero?
—Todavía no es lo suficiente mayor. Pero cuando lo sea, ese es mi plan. ¿Por qué? ¿Hay algo acerca de él que debería saber?
Ash sintió al tatuaje en su bíceps moverse hacia su codo. La ardiente sensación era la forma de Simi de hacerle saber que estaba ansiosa de salir de su cuerpo y tomar forma humana, o quizás tenía indigestión de comer zombies tan rápidamente.
Frotando su mano sobre su demonio, la detuvo por el momento.
—Parece un buen chico.
—¿Pero?
Pero hay algo acerca de él no del todo…
Correcto.
Si solo pudiera poner el dedo sobre eso. No quería preocupar a Kyrian cuando no había razón, se encogió de hombros.
—No tengo nada que añadir. Solo que no dejes que los zombies te coman mientas estás patrullando esta noche. Sería un maldito desperdicio de un buen Dark Hunter.
Kyrian flexionó el pie, haciendo aparecer uno de los cuchillos de la punta de la bota.
—Creo que puedo con ellos.
Ash no estaba tan seguro. Kyrian siempre tenía un momento difícil con cualquiera por debajo de la edad de consentimiento. No era que él mismo fuera de sangre fría.
Simi era otra cuestión. Ella había comido los zombies en la cocina antes de que él hubiera tenido la oportunidad de alcanzarla. Era por lo cual cegó a Nick y Rosa. Su pequeña demonio tenía una mente propia y cuando olía delicias no humanas, que proclamaba no estar en su lista de comidas prohibidas, no había forma de detenerla.
Pronto tendría que dejarla salir o iba a arrastrarse por todo su cuerpo hasta tenerlo haciendo el baile de San Vitus[7].
—El sol se está poniendo. ¿Quieres que lleve a Nick a casa por ti?
Kyrian asintió.
—Gracias. Mientras haces eso, me reuniré con Talon en el Quarter y veremos si podemos manejar este brote de zombies.
—Buena suerte.
—Lo mismo digo. —Kyrian se dirigió a la puerta que conducía al garaje.
Ash esperó hasta que estuvo seguro de que Kyrian se hubiera ido antes de entrar en la cocina. Se detuvo para ver a Nick bromear con Rosa. Había algo extremadamente carismático en él. Como un aura que caldeaba a las personas y que los hacía escucharlo.
Algunos podrían llamarlo glamour —un poder con el que ciertas criaturas habían nacido y otras la habían aprendido después en la vida. Era más que encanto. Más que una buena personalidad.
Ash tenía una habilidad similar, sólo que empujaba a las personas hacia él pero por una razón enteramente diferente. Una que lo hacía estar en guardia contra las personas constantemente para que no perdieran el control de sí mismos.
La cosa graciosa era que, Nick parecía inmune a ello también. Y por eso, Ash estaba extremadamente agradecido. Muy pocas personas no reaccionaban a la maldición que su tía le había dado en el momento de su nacimiento. De hecho, podía contar con los dedos de una mano la cantidad de personas a lo largo de los siglos que habían sido inmunes.
Hay algo que no está bien con este chico.
Estás siendo paranoico.
¿Lo estaba?
Fuiste humano una vez, también, sin conocimiento de tu verdadero nacimiento o destino. Otra maldición que se le habían dado, por su familia. Hasta su cumpleaños número veintiuno, no había tenido ni idea de que él era un dios. Ninguna idea de que su verdadera madre había sido una Diosa Atlante de la Destrucción.
Y cuando sus poderes habían sido liberados, casi destruyó al mundo entero y había retornado a la humanidad a la Edad de Piedra.
¿Y si ese inocente chico, comiendo el gumbo que Ash había restablecido, era una criatura como él?
Estás siendo estúpido.
¿Lo era? Cuando Ash había sido humano ni siquiera otros dioses fueron capaces de detectar su verdadera naturaleza. Artemisa misma se había parado junto a él y lo había proclamado humano.
Estrechó su mirada en el muchacho. Los zombies habían estado aquí por Nick y solo por Nick. Estaba seguro de ello. No había otra razón para que ellos atacaran.
La única pregunta era, por qué…
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