domingo, 11 de marzo de 2012

INF cap 14

Nick descendió del SUV frente a la tienda de Bubba y comprobó la hora en el teléfono móvil. Uuu, él estaba en problemas. Demasiado tiempo para una comida…
—¡Ey! ¿Chicos? Necesito dirigirme al club de mi mamá antes de que sea castigado. —De nuevo.
Mark, que estaba de pie en la acera, disparó su cabeza hacia arriba en un gesto que evocaba a un venado asustado.
—¡Eh! ¿Bub? ¿Oliste eso?
¿Qué? ¿Alguno había soltado uno en el coche?
Nick estaba a punto de culpar a Caleb cuando Bubba se congeló. Dos latidos después, le arrojó las llaves a Nick.
—Chicos, entrad en la tienda. ¡Ahora!
Él iba a preguntarles qué estaba sucediendo cuando vio algo que lo dejo atónito.
Zombies.
No eran como sus convertidos compañeros de clase. Estos eran verdaderos. Carne putrefacta. Mal olor. Miembros faltantes. Ojos supurando algo gelatinoso…
Zombies.
Y se dirigían hacia ellos a una velocidad que un puma envidiaría. Madaug soltó un chillido al tiempo que corría hacia la puerta. Nick y Caleb le siguieron mientras Bubba y Mark sacaban dos bates de béisbol de debajo de los asientos del SUV en un acto que extrañamente le recordó a Mary Poppins y su maleta de cosas extraordinarias.
Simi salió del SUV y actuó como si fuera a ir tras los Zombies hasta que Bubba la aferró de un brazo.
—Entra con los chicos, Simi.
Ella en verdad le puso mala cara. Nick podía darse cuenta que ella quería discutir, pero con un brusco asentimiento, corrió hacia adentro.
Bubba maldijo.
—Dime de nuevo ¿por qué guarde el lanzallamas arriba en la tienda? —le preguntó a Mark.
Mark se posó el bate sobre el hombro.
—Estoy bastante seguro de que la policía tuvo algo que ver con eso.
Bubba fue al encuentro del primer zombie para alcanzarlo en la cabeza con el bate.
—Bien, la próxima vez que decida algo tan estúpido, recuérdame que es mejor estar en la cárcel que muerto.
—¡Apúrate, Nick! —Madaug chocó contra él al tiempo que Nick se enredaba con las llaves y la cerradura.
Nick rechinó los dientes. Era difícil hacer esto con una sola mano.
—Lo intento. Maldición, Bubba. ¿Cuántas llaves tienes en este llavero, de cualquier forma? —Ya había tratado con una docena y ninguna funcionó. Solo le quedaban diez más por probar.
—Es la que tiene la pieza de goma verde a su alrededor. —Bubba golpeó la cabeza del zombie más cercano a él—. Pieza. —Segundo golpe—. Goma. —Tercer golpe—. Verde.
Caleb le quitó las llaves de la mano para poder abrir él la puerta.
—Están abriéndose camino, Nick. Debemos apresurarnos.
—¡Sabía que debía dejarme puesta esa orina de pato! —dijo Mark bruscamente—. Eso me enseñará a bañarme cuando sé que es mejor no hacerlo.
Nick podía sentir el pútrido aliento de los zombies sobre el cuello cuando finalmente abrió la puerta y cayó dentro de la tienda. Simi corrió hacia adentro, Madaug comenzó a entrar, luego gritó cuando uno de los zombies le agarró y le arrastró hacia la calle.
Caleb tuvo que obligarse a no exponer sus poderes y usarlos para luchar contra los zombies y dejar que otros dos entraran en la tienda. Podía sentir el hedor a magia negra. Impregnaba incluso el aire que él estaba respirando. Quienquiera que controlara a los zombies era una fuerza a tener en cuenta.
Una fuerza antigua.
No tan vieja como él de ningún modo, pero aún así alguien cómodo con sus poderes, que los conocía íntimamente.
Él lo había combatido antes. Esta vez, el bokor había reforzado su fuerza. Y debido a que estos zombies no tenían fuerza viviente o voluntad por sí mismos, eran mucho más peligrosos de lo que habían sido los estudiantes.
A diferencia de los estudiantes, ya no tenían ataduras a la vida. No persistía compasión o razón. Eran almas malvadas convocadas dentro de los cuerpos de los muertos.
Esta era la magia más negra. La clase con la que ni siquiera él se enfrentaba. Sólo un verdadero espíritu oscuro como el Malachai podía convocar a un ejército de este tamaño y controlarlo.
Estas eran máquinas asesinas sin mente.
Casi como los Caronte, aunque Caleb tenía que darle crédito a Simi. A diferencia de los otros de su especie que él había conocido en el pasado, ella estaba manteniendo su apariencia humana y no deshaciéndose de ella para comerse a los zombies. Alguien la había entrenado bien.
Haciendo un gruñido, él golpeó al zombie que aferraba a Madaug. El cráneo del zombie se quebró, dejando su mandíbula colgando de un tendón al tiempo que alguna clase de cosa asquerosa fría y verde se le pegoteaba en la mano. Parecía un moco de dos días de antigüedad.
—¡Oh, qué asco! —Caleb se limpió la mano contra la camiseta—. Moco de zombie.
—Uu —dijo Simi—. ¿Me pregunto si sabe como pollo? ¿Qué crees?
Caleb frunció el ceño.
—Creo que nunca voy a volver a comer guacamole de nuevo mientras viva.
Ignorándoles, Nick golpeó al otro zombie de nuevo hasta que fue capaz, con la ayuda de Simi, de arrastrar a Madaug dentro de la tienda.
—¡Ey! —soltó Caleb al tiempo que se percataba de que Nick estaba por dejarle fuera de la tienda con los atacantes. Empujó hasta abrir la puerta y le miró fijamente.
—Ningún hombre se deja atrás.
Nick se mofó.
—Esto no es el ejército, chico. Es sálvese quien pueda. Quédate atrás. Conseguirás que te coman.
—Lo recordaré la próxima vez que seas tú el que se quede afuera y yo el que esté dentro de la tienda.
Nick le dirigió una malévola sonrisa.
—Sí, pero entonces las reglas cambiarán. —Aferró la puerta al tiempo que otro zombie trataba de abrirla—. Oh, no.
—¿Qué?
—Dejaste las llaves fuera.
Caleb gruñó ante su estupidez, luego ayudó a Nick a sostener la puerta cerrada al tiempo que más zombies arremetían.
—¿Qué clase de idiota no tiene una de esas cerraduras que se cierran girando una perilla en su puerta?
Nick le dirigió una mirada irritada.
—Bubba. Porque todo lo que cualquiera tiene que hacer es romper el cristal y luego hacer girar la perilla y entrar en la tienda. Conoces el código de Bubba: Siempre usa llaves. —Que era el motivo de que tuviera tantas llaves en el llavero.
Caleb sintió los músculos agarrotársele al sostener la puerta fuertemente mientras los zombies trataban de abrirla.
—Lo juro, Nick, te debería arrojar a ellos. Después de todo, no tengo que librarme de los zombies. Sólo tengo que librarme de ti.
—Eres frío, amigo.
Tal vez, pero si los zombies lograban entrar, él iba a arrojar a Simi y su salsa barbacoa sobre ellos, que los humanos se jodieran.
—Apártense —dijo Madaug.
Nick miró por encima del hombro para ver a Madaug con un lanzacohetes. Oh, imposible. ¿Dónde demonios había encontrado él eso?
¿Estaba cargado?
Que pregunta estúpida. Estaba en la tienda de Bubba. Por supuesto que estaba cargado y funcionaba. Y probablemente fue modificado para que destruyera la mitad de la ciudad a donde fuera que se disparara.
Nick abrió los ojos de par en par.
—Eso no es lo que creo que es, ¿cierto?
Madaug se encogió de hombros.
—No lo sé, pero creo que mejor te apartas.
Ellos apenas se habían movido cuando Madaug disparó a los zombies que estaban fuera. El cohete explotó en la puerta, enviando vidrios y partes de zombies por todos lados. Verde y roja viscosidad voló por la noche.
Simi verdaderamente se lamió los labios como si se muriera por probarlos.
Nick se quedó boquiabierto al ver que más zombies se dirigían hacia ellos.
—Hombre, para un genio eso fue realmente estúpido. Ahora no tenemos puerta y, puedo estar equivocado, pero parecen estar multiplicándose.
Ellos oyeron a los convertidos zombies que habían encerrado previamente en la habitación escondida —pidiendo a gritos la liberación— a través del monitor de vigilancia que Bubba había conectado antes para asegurarse que ellos estaban bien. Bueno, algunos lo estaban. Otros estaban en la habitación llamando a sus mamás.
Mientras tanto, Bubba y Mark estaban afuera gritando en toda su gloria al tiempo que luchaban contra los muertos vivientes. Nick corrió a la parte trasera para buscar el hacha.
Realmente necesito que mi brazo vuelva a funcionar de nuevo. O aún mejor, un implante genético que en lugar de brazo fuera una sierra de cadena como Ash en Ejército de la Oscuridad. Ahora podría definitivamente usarlo.
Luego de nuevo, se contentaría con que ambos brazos funcionaran.
Un escalofrió le recorrió al tiempo que una imagen le destelló en la mente de estar siendo atacado por…
No era un cuervo, pero el cuervo había estado allí, observando como un aterrador guardián. Y el brazo de Nick había estado entero y funcionando… Las imágenes estaban en el fondo de la mente, pero no podía focalizarse en ninguna de ellas en particular. Simplemente veloces vislumbres que desparecían tan rápido como aparecían.
¿Había sido un sueño?
Pero el recuerdo se sentía real.
—¡Santa mierda! —gritó Bubba.
Corriendo hacia Madaug y Caleb, Nick miró para ver a Bubba aturdiendo a los zombies con la picana antes de golpearlos con el bate. El hombre estaba teniendo demasiada diversión mientras Nick aún estaba preocupado por morir.
Los zombies se acercaban.
Nick se tragó el miedo y empujó a Simi detrás de él para protegerla.
—¿Por qué no se ha quejado ninguno de los vecinos sobre esto? ¿Dónde están los policías cuando los necesitas?
Caleb soltó un bufido.
—Probablemente comiendo beignets[1]. Como dice el viejo dicho, cuando los segundos cuentan, la policía está a solo minutos.
Y esto se parecía a un campo de matanza, mientras el pánico tomaba control de Nick. Bubba y Mark estaban conduciendo a los zombies hacia atrás como desquiciados ninjas, pero inclusive así, el creciente número de zombies iba a abrumarlos tarde o temprano.
Aterrorizado, Nick observó como más venían de las sombras. Estos parecían ser creados y enviados…
No para secuestrar. Estos estaban aquí para asesinar.
Nick evitó que Simi le rodeara para unirse a la trifulca. Podría ser alta, pero no sería contrincante para los zombies, quienes continuaban llegando mientras Madaug trataba de volver a cargar el lanzacohetes con otra ronda.
No estaría satisfecho hasta que los volara a todos ellos.
Nick vio un destelló plateado. Asustado de que se tratara de refuerzos de muertos vivientes, pateó a un zombie, luego se detuvo cuando reconoció lo que estaba allí fuera en la noche.
Ash y Kyrian.
Mientras que ellos se unían a la lucha, se percató de otra cosa. Ellos eran los que realmente peleaban como ninjas. Ash con un garrote y Kyrian con una espada. Era increíble. Mientras que Bubba y Mark eran feroces, los movimientos de Kyrian eran tan gráciles, que eran como un violento ballet al tiempo que giraba y cortaba por el medio a un zombie y volvía a girar para coger a otro.
Nick se mantuvo esperando a que Ash utilizara sus poderes, pero por alguna razón no lo hizo. Simplemente usó su garrote para golpear y desviar a los zombies. Luego recordó lo que Ash había dicho. Sin duda estaba tratando de permanecer en incógnito mientras hubiera testigos alrededor.
Aunque eso no tenía sentido si Ash podía borrar la mente de cualquiera. ¿Podía ser simplemente que él estuviera disfrutando de la lucha como Bubba y Mark?
Entre ellos, Bubba y Mark, los zombies no tenían oportunidad. En solo pocos minutos, eran cuerpos cubiertos de viscosidad verde esparcidos por toda la calle.
Kyrian miró a Ash.
—Que mal que no se desintegren en polvo, ¿no? Debo decir que prefiero mucho más los monstruos que luego se limpian a sí mismos.
Ash soltó una carcajada.
Bubba y Mark examinaron los daños.
—Me pregunto por qué nadie llamó a la policía por el lanzacohetes. Dios sabe que mis vecinos generalmente informan si me tiro un pedo en mi patio trasero.
Ash posó la punta del garrote sobre el suelo.
—Buena pregunta.
Kyrian presionó un botón en la espada y ésta se compactó del todo hasta la empuñadura. La deslizó dentro del bolsillo.
—Tengo una mejor. ¿Cómo vamos a limpiar este desastre?
Nick soltó un bufido.
—Nah, la mía es incluso mejor. ¿Cómo hago para esconder una sierra de cadena en mi taquilla de la escuela?
Todos ellos le miraron fijamente.
Nick señaló con un ademán a los zombies que yacían en trozos sobre la calle.
—Creo que ellos no se van a detener, y aunque la escuela tiene una estricta política de ningún arma, no creo que los cubiertos de plástico de la cafetería vayan a hacer mucho para combatirlos. Necesito protección, hombre. Protección seria. —Su mirada se dirigió a Madaug, quien estaba aún sosteniendo el lanzacohetes—. Está bien, tal vez no tan sería. Pero aún así…
Mark se limpió el sudor de la frente.
—Es como un jodido apocalipsis zombie. Siempre supe que tendría uno en mi vida. Todos, salvo Bubba, me dijeron que estaba loco. Bueno miren… ¿quién está loco ahora?
Nick tuvo que morderse la lengua para evitar decirle Mark que aún estaba loco.
Caleb ignoró a Nick al tiempo que sintió algo peculiar en el aire. Su mirada fue hacia los recién llegados. No los conocía, pero podía sentir sus poderes.
Como él y Simi, ellos tampoco eran humanos.
Si no lo supiera mejor, juraría que el más alto era un dios, y en el momento en que él giró la cabeza hacia Caleb, estuvo seguro de eso.
El otro…
Él era un poderoso guerrero, un sirviente de la diosa Artemisa. Uno de la larga línea de antiguos protectores que habían vendido su alma para mantener a la humanidad a salvo de criaturas como él.
Oh sí, cualquier otro momento y ambos se lanzarían tras él como dos mujeres tras el último vestido de su talla en una liquidación de vestimenta nupcial.
—Ey —dijo Nick, mirando a su alrededor—. ¿Dónde está Simi? ¿Alguien vio a dónde fue?
Antes de que cualquiera pudiera contestar, otra ola de zombies apareció de la oscuridad. Estos eran incluso más veloces y horripilantes.
Ash miró a Bubba.
—Saca a todos de aquí.
—¿E ir a dónde?
—A mi casa —dijo Kyrian—. Está en First Avenue. Nick sabe el camino. Tendré a alguien allí que les deje entrar.
Al correr hacia el SUV, Nick vio a Simi saliendo de la tienda. Se unió a ellos y se acomodó en el asiento junto a él.
—¿Dónde habías ido?
—Te lo diría, pero luego tendría que comerte y dado que a Simi le gusta Nick, no quiere lastimarle —Sonrió.
Está bien…
Madaug marcó en su teléfono al tiempo que todos se ponían el cinturón de seguridad.
—No puedo comunicarme con Erick. No creéis que algo le haya sucedido, ¿no?
—Estará bien —le aseguró Bubba—. Tabitha puede ser una joven allí fuera —chico; la sartén le dijo al cazo, apártate que me tiznas. Supongo que todos son el raro de otro—. Pero ella es buena en una pelea. Pueden soportar cualquier cosa que el mundo zombie les arroje. Vampiros también.
—¡Oh, espera! —Nick se petrificó al recordar a su madre—. Se suponía que debía estar en el club de mi mamá. Me dijo que si no estaba allí a estas horas, vendría a buscarme.
—Y convertirse en un rehén de zombie —dijo Mark—. Lo he visto antes. Innumerables veces. La bien intencionada y desventurada mujer sale para salvar a su hijo. Atrapada y comida.
Bubba soltó un bufido.
—En las películas, Mark.
—Sí, bueno, algunas veces ocurre en la vida real también, y esto es definitivamente un momento para que ocurra, porque eso sería simplemente nuestra suerte. Ellos la atraparan y nosotros moriremos tratando de salvarla debido a que ella hizo algo estúpido.
Bubba giró en redondo el SUV.
—Vayamos a buscarla. Porque Mark tiene razón.
Nick comprobó la hora.
—A ella aún le quedan cuatro horas de trabajo.
Mark sostuvo la pistola en alto.
—Está bien. La buscaremos de una manera u otra.
Nick estaba horrorizado ante la mera sugerencia de apuntar con una pistola a su mamá.
—¡No puedes dispararle a mi mamá, Mark! ¿Estás loco?
—No voy a dispararle. Tranquilízate. Solo voy a tranquilizarla un poco.
Antes de que Nick pudiera protestar, Bubba había estacionado el SUV.
—Mark. Tú y los chicos quédense aquí.
Nick negó con la cabeza.
—Es mi mamá, voy contigo.
Bubba iba a protestar, luego se lo pensó mejor.
—No tenemos ningún tiempo que perder. Vamos.
Nick le condujo a la puerta trasera del club y golpeó hasta que John contestó.
El gorila sacudió la cabeza.
—Chico, tu madre va a matarte.
—¿Dónde está ella?
—Salón verde.
Nick condujo a Bubba a lo largo del estrecho corredor hasta que alcanzó el vestuario. Golpeó en la puerta y esperó.
Su mamá abrió. Tenía el cabello recogido, llevaba gran cantidad de maquillaje e iba vestida con un albornoz. El gesto en su cara hizo que el estómago se le dirigiera al sur.
—¿Qué tienes que decir en tu favor, Nick Gautier?
—¿Qué fui atacado por zombies?
Ella puso los ojos en blanco.
—¿No me des esa ridícula historia?
—No, má. Lo juro. ¡De verdad!
Pero ella no estaba cerca de creerle.
—¿No sabes qué hora es?
—Obviamente hora de que sea castigado de nuevo. —Dejó salir un profundo suspiro. Algunos días, no valía la pena ser honesto.
Ella estrechó la mirada sobre él.
—Eso es. Voy a castigarte hasta que tus nietos sean viejos.
Bubba dio un paso adelante, interrumpiéndola.
—¿Uh, señora? Realmente tenemos una situación y necesitamos que venga con nosotros.
Ella frunció el ceño al tiempo que miraba a Bubba como si estuviera loco.
—No puedo irme. Tengo otra actuación en pocos minutos.
—Con todo el respecto merecido, señora, a los zombies no les importara y no esperarán.
—Oh santo cielo, Bubba. ¿Podrías dejar de llenar la cabeza de mi muchacho de toda esa basura? Ya lo tienes totalmente convencido de todo salvo del hada de los dientes y estoy esperando que llegue a casa con alas encima, diciéndome que incluso son reales. —Aferró el brazo bueno de Nick—. Entra aquí y siéntate en la esquina hasta que decida cuánta restricción voy a darte.
—Pero mamá…
—No me digas “pero mamá”.
Nick miró a Bubba al tiempo que una oleada de impotencia le consumía. ¿Por qué habría creído por un minuto que su madre le escucharía? No era como si ella hiciera un hábito de ello.
Bubba se encogió de hombros y antes de que Nick pudiera detenerle, la golpeó.
—¡Bubba!
Su mamá soltó un agudo grito antes de tambalearse hacia atrás.
Bubba la recogió en sus brazos al tiempo que ella se desmayaba.
—Maldición, Nick, tu mamá es una cosita pequeñita. Raro. Cuando está despierta, te olvidas de que no pesa nada en absoluto.
—Es porque ella es muy fiera.
La había visto hacerle frente a su padre, quien podía empequeñecer a una montaña, y nunca parpadear o retirarse.
—Ella va a matarnos. Lo sabes, ¿cierto?
Bubba le ignoró al tiempo que la cargaba hacía la entrada.
John les frunció el ceño cuando pasaron por delante.
—¿Qué está ocurriendo?
—Ella se desmayó —dijeron él y Bubba simultáneamente.
—Estamos llevándola al doctor —mintió Nick al pasar rozando a John. Odiaba tener que decir eso, pero John nunca creería la verdad y probablemente haría que a ella la despidieran.
—Al jefe no va a agradarle esto. Ni un poco.
Nick se encogió de hombros.
—No se puede evitar el que haya enfermado. Sucede. —Corrió hacia adelante para abrir la puerta del coche para que Bubba pudiera poner a su mamá dentro tan rápido como fuera posible.
Él le abrochó el cinturón de seguridad antes de tomar asiento a su lado, mientras Bubba se sentaba en el delantero.
Simi frunció el ceño.
—Ella eligió un buen momento para tomarse una siesta. ¿Estaba realmente cansada?
Antes de que Nick pudiera contestar, el teléfono de Bubba comenzó a sonar.
Bubba arrancó antes de contestar.
—¿Hooola? —Una oscura nube descendió sobre sus facciones como si algo malo hubiera sucedido.
El estómago de Nick se tensó hasta el punto de que esperaba que se le formara un diamante dentro. ¿Qué estaba ocurriendo ahora?
Gah, ¿no podían tomarse un respiro esta noche?
Al menos mi mamá está a salvo.
Bubba miró por el espejo retrovisor a Madaug, quien estaba visiblemente pálido.
—¿Qué? —preguntó Madaug, el tono de voz emanando el mismo terror que Nick sentía—. ¿Qué ocurrió?
—Sí —continuó Bubba, ignorando la pregunta de Madaug—. Se lo diré. ¿Hay algo que podamos hacer? —Hizo una pausa al tiempo que escuchaba, y todos ellos esperaron conteniendo el aliento—. Te veré allí. —Y colgó.
Nick se inclinó hacia adelante en el asiento.
—¿Qué sucedió?
Bubba suspiró antes de contestar.
—Tenemos otra situación.
Genial, simplemente genial. A este punto, ellos realmente deberían estar vendiendo tickets para pagar-por-ver.
—Era Eric, Madaug —dijo Bubba.
Madaug tragó al tiempo que el miedo oscurecía sus ojos azules.
—¿Fueron atacados por los zombies?
—Sí, pero lucharon contra ellos haciendo que retrocedieran.
Madaug soltó un audible sonido de alivio.
—Entonces ¿por qué te ves tan alterado?
—Eric fue a tu casa y la puerta de entrada estaba completamente abierta.
Nick jadeó alarmado.
Las facciones de Madaug se volvieron de piedra al tiempo que todo el rostro se volvía blanco.
—¿Y?
—Él dijo que era realmente una escena espeluznante.
Lágrimas se reunieron en los ojos de Madaug al mirar los rostros que le rodeaban.
—¿Mi mamá e Ian?
—No hay rastro de ellos. Pero Eric dijo que llamaría a la policía ahora mismo para denunciarlo.
El estómago de Nick se tensó al ver la descarnada agonía en los ojos de Madaug.
—Amigo, lo siento tanto.
Madaug no pareció escucharle al posar la cabeza sobre las manos.
—Es todo culpa mía. Todo esto. Oh Dios… Solo quería que ellos dejaran de meterse conmigo. Eso es todo lo que quería. No tenía intención de que nadie saliera herido. No la tenía. Ahora mi mamá y mi hermano han desaparecido… probablemente comidos. ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho?
Nick no podía imaginarse cuánto debía doler saber que él podía haber causado la muerte de alguien que amaba. Seguramente no había dolor peor comparable en el mundo.
La agonía de Madaug le desgarró y le sofocó. Deseaba saber que decirle, pero las palabras no venían.
Simi se sentó hacia adelante y palmoteó a Madaug en la espalda.
—Lo siento, pequeño humano. La Simi perdió a su mamá también cuando ella era pequeña, pero tal vez tu mamá esté bien. Ella podría estar buscando por ti.
Madaug se giró y la abrazó.
Los ojos de Simi se abrieron de par en par antes de responderle al abrazo.
—Está bien. Ya verás. Justo cuando crees que nada mejorará, siempre lo hace. Confía en mí. Mi akri dice que la tragedia y la adversidad son las piedras contra las que afilamos nuestras espadas, así podremos luchar nuevas batallas. Esta es una escaramuza menor y estarás de vuelta en la lucha. Ya verás.
Madaug asintió, pero al tiempo que se apartaba, Nick vio las lágrimas que estaba tratando de esconder. Alzó las gafas y se limpió los ojos.
—Necesito ir a mi casa.
Bubba asintió mientras se dirigía en ese camino.
Estuvieron callados todo el tiempo que les llevó llegar al tranquilo barrio de clase alta de Madaug. Por fuera, todo parecía calmo y pacífico.
Sólo otra noche.
Pero no había nada de normal acerca de nada de esto. La mirada de Nick fue a la forma inconsciente de su madre. Iba a estar tan enfadada con él cuando se despertara. Pero mejor eso a que le sucediera como a la mamá de Madaug y fuera apartada de él. Él mataría a cualquiera que la tocara, y esa no era una amenaza vacía. Sabía que lo tenía en su interior.
Después de todo, él era hijo de su padre.
Al acercarse a la casa de Madaug, la policía estaba por todos lados. Luces destellaban a través de la oscuridad como focos de luz iluminaban toda la calle. Cinta amarilla restringía el paso al patio, al igual que las barricadas de la policía que habían sido ubicadas para mantener atrás a las personas mientras ellos investigaban el desorden.
Caleb soltó un bajo suspiro al dejar el SUV.
—¿Alguien más se está cansando de ver policías acampando?
Nick no hizo ningún comentario, pero no podía estar más de acuerdo.
—¿Simi? ¿Te importaría quedarte en el coche y mantener un ojo en mi mamá?
—Seguro.
Tabitha salió a su encuentro cuando ellos se quedaron tras la línea policial. Con el rostro lúgubre, atrajo a Madaug hacía ella.
—Lo siento, muchachito.
—¿Dónde está Eric? —preguntó Madaug.
—Está dentro con tu papá.
Madaug la dejo para ir con ellos.
Bubba miró a Tabitha.
—¿Qué sucedió?
Ella se pasó una mano por el cabello al tiempo que miraba a los policías que realizaban interrogatorios alrededor.
—Hubo una verdadera lucha brutal en la casa. La habitación de Madaug fue registrada y la cocina esta toda cubierta de sangre. La policía cree que alguien entró y asesino a su madre y a Ian. Han solicitado perros de búsqueda de cadáveres para comenzar a buscarles.
Nick dio un respingo ante lo que ella describía al tiempo que una oleada de compasivo dolor le inundaba. Por un momento, él creyó que podría estar enfermo.
—¿Cómo lo está sobrellevando Eric? —preguntó Bubba.
Tabitha tragó.
—Está realmente jodido con esto. Continúa diciendo que debería haber estado aquí para protegerles. —Suspiro de nuevo—. ¿Qué hay de Madaug?
Mark sacudió la cabeza.
—Ha estado realmente tranquilo. Espeluznante y aterradoramente tranquilo. Como Eric, se culpa a sí mismo. Continúa diciendo que si no hubiera creado el juego, nada de esto hubiera ocurrido.
Nick encontró la mirada de Caleb.
—¿Te sientes tan mal como yo por ellos?
Caleb asintió.
—Simplemente no puedo entenderlo. ¿De dónde vienen todos estos zombies vivientes? Si solo Madaug tenía el único juego… seguramente todos ellos no provienen de eso.
Nick se rascó la parte de atrás del cuello.
—Como Bubba dijo antes, alguien debe tener una copia.
—Sí, ¿pero no parece que se extiende un poco demasiado rápido?
—¿Qué quieres decir?
Caleb estrechó los ojos sobre los policías.
—Creo que hay algo más en juego aquí. Algo no encaja en todo esto.
Nick le dirigió una sardónica mirada.
—¿Te refieres a algo además de los zombies muertos que trataron de comernos hace unos minutos?
—A eso me refiero, Nick. Esto no es sólo un juego saliendo mal. Huelo la mano de la maldad. Verdadera maldad.
Nick iba a hacer un comentario sarcástico ante el tono y las palabras melodramáticas, pero lo pensó mejor. Aunque él aún creía que Caleb estaba loco, en esto podría, Dios lo prohibiera, tener razón.
Había algo terriblemente mal aquí. Incluso él podía sentirlo.
Deseando poder ayudar a Madaug y Eric, dirigió una mirada a la multitud de mirones que habían venido a ver qué estaba sucediendo. Un hombre alto vestido de negro que estaba parado apartado de ellos le llamó la atención.
Le reconoció en un instante y ese reconocimiento le golpeó como un puño el esófago.
Ambrose.
Nick contempló como las destellantes luces de los coches de la policía iluminaban su siniestro rostro. Provocaban sombras a lo largo de sus mejillas, haciendo que sus ojos se vieran inhumanos. Y pensé que mi padre se veía malvado…
Adarian no tenía nada de Ambrose.
Con ese pensamiento vino un mal presentimiento de que Ambrose podría estar detrás de esto. Queriendo llegar al fondo de la cuestión, Nick comenzó a acercarse a él.
Ambrose se dio la vuelta y su mirada se encerró con la de Nick. En ese sólo latido, Nick hubiese jurado que los ojos del hombre se volvieron de un profundo rojo sangre que brillaba en la oscuridad. Un segundo Ambrose le estaba mirando fijamente como si pudiera asesinarle y al siguiente…
Había desaparecido.
Nick se detuvo mientras miraba los alrededores del patio. Nadie parecía haber notado al hombre que ahora faltaba.
—¿Qué demonios?
Caleb apareció detrás de él.
—¿Qué ocurre?
—¿Viste a… —¿Qué se suponía que debía decir? ¿Viste a mi loco tío, Jason Voorhees[2]? ¿Crees que él podría asesinar a la mamá y hermano de alguien?
—Si vi, ¿qué?
Nick negó con la cabeza.
—No importa. Debo haber visto una sombra.
Caleb le frunció el ceño.
—¿Estás bien? Te ves un poco pálido.
Nick ya no estaba seguro. Repentinamente, se sintió mareado y extraño. Por un segundo, creyó que podría estar enfermo hasta que sintió una suave mano sobre el hombro. Girando la cabeza, vio a Nekoda detrás de él. Su pálido rostro era hermoso y ella era lo mejor que había visto en todo el día.
—¿Qué estás haciendo aquí, Nick?
Nunca había estado más feliz de ver a nadie en su vida. Antes de que pudiera pensarlo mejor, se dio la vuelta y la abrazó fuerte.
Nekoda se congeló ante el inesperado contacto. Nunca en su vida alguien la había sostenido así. Nunca la habían recibido como si estuvieran felices de verla. Una oleada de una extraña emoción le atravesó el cuerpo entero.
¿Qué era?
Y no era solo emoción, era la sensación del brazo de él a su alrededor. De su aliento cayéndole contra la mejilla y el cálido aroma de su cabello. Hacía que el cuerpo entero le zumbara y le generaba el desquiciado deseo de enterrar la mano en su suave cabello. Más que todo, le enviaba una oleada de escalofríos sobre ella.
—¿Nick?
Nick no podía responder mientras dejaba que el calor del cuerpo de ella reconfortara sus descarnadas emociones. Cuan extraño que en una noche de caos, ella pareciera calmarle.
—Lo siento —susurró, antes de soltarla y apartarse—. No tenía intención de asaltarte. Es sólo que ha sido una verdadera, verdadera mala noche y estoy contento de ver un rostro amigable.
Nekoda temblaba al tiempo que le ponía su mano sobre la mejilla. Él es mi enemigo. Una criatura que ella había jurado matar. Pero mirando dentro de esos ojos azules, ella no veía a un monstruo.
Ella veía…
Algo que la asustaba y la aturdía hasta la medula. No lo dejes encantarte. No es real. Son sus poderes. Nada más.
Es malvado hasta el centro de su alma.
Pero su compulsión hacía él no se sentía como si estuviera viniendo de él. Se sentía como si estuviera viniendo de lo profundo de su interior. Como si alguna parte de ella simplemente quisiera estar cerca a él.
Cuan completamente peculiar.
Incapaz de soportarlo, ella apartó la mano de él del rostro y puso bastante distancia entre ellos para poder pensar claramente.
—No contestaste mi pregunta.
Él hizo un gesto por encima de su hombro, hacía la casa.
—Trajimos a Madaug a casa. ¿Qué hay de ti? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vivo cerca —mintió. Había sido convocada aquí por una oleada violenta de magia. Era como los poderes de Nick con esteroides. Si no lo supiera mejor, diría que era él en toda su fuerza, pero él aún era débil.
Aún era humano.
Y lo que ella sintió había estado maduro y listo para tomar vidas.
—Vi a la policía y vine a investigar —dijo.
—No deberías estar aquí afuera. Es peligroso.
Ella le frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Nick miró por encima del hombro hacia donde Caleb estaba observándoles con una extraña mirada en su rostro.
—Hay cosas aquí afuera… —No digas zombie, idiota. Ella pensara que eres un loco—. Es solo una macabra escena. Luna llena y todo. Deberías ir a casa donde estarás segura.
—¿Estás… —entrecerró los ojos como si estuviera buscando una palabra— tratando de protegerme?
Oh, él conocía ese tono. Era peligroso.
—No estoy siendo un macho chauvinista. Sé que una mujer es tan capaz de cuidar de sí misma como un hombre, pero hay cosas… estoy seguro que tus padres están preocupados por ti y…
—Estás tratando de protegerme. —Una amplia sonrisa curvó los labios de ella y le hizo la cosa más extraña al estómago de él—. Eso es tan dulce.
En lugar de abofetearle, ella en realidad le besó en la mejilla.
El cuerpo entero de Nick erupcionó en el momento en que sus labios le tocaron la carne. Ahora se sentía como el que estuviera en peligro.
Por primera vez en su vida, no le importó ser llamado dulce. No si significaba que iba acompañado de un beso. Por supuesto, en los labios hubiera sido infinitamente mejor que en la mejilla, pero mientras ella no estuviera abofeteándole o insultándole, no iba a discutir sobre la ubicación del beso.
Cuando ella se apartó, los ojos brillaban bajo la tenue luz.
—Gracias por preocuparte.
—Es mi placer. —Idiota. Qué cosa estúpida para decir.
Pero ella no pareció notarlo.
—Está bien. Mejor me voy. Cuídate.
—Tú también.
No se movió mientras ella se retiraba, y se tomó un segundo para saborear la esencia de ella que persistía a su alrededor. Olía a toda mujer y bien. Y todo lo que él deseaba hacer era seguirla a casa.
Caleb aleteó los dedos frente a su rostro.
—Amigo, ella no es lo que crees.
Giró la cabeza hacia Caleb.
—¿De qué estás hablando?
—Necesitas mantenerte alejado de ella, Nick. Confía en mí. Las chicas no son nada más que problemas.
Sí, pero era en la única clase de problemas que quería lanzarse de lleno y revolcarse hasta que estuviera harto.
Sin embargo, no iba a admitir nada de eso ante Caleb, para que él no volviera al jardín de infancia y comenzara a decirle a ella que Nick estaba enamorado de ella. Oh, la humillación de eso.
—Ella es buena.
Los ojos de Caleb destellaron con profunda sinceridad.
—No, no lo es. Necesitas escucharme, chico. Esa mujer es tu muerte.
Nick bufó ante el tono siniestro al estilo Vincent Price de Caleb.
—Eres un idiota. —Se dirigió de nuevo al coche donde estaba su mamá.
Pero en el momento que lo alcanzaba, una imagen no deseada le cruzó la cabeza. Era Nekoda…
Sólo que no era la chica que conocía, que le hacía reír y quien le besó en la mejilla. Ella era completamente otra cosa. Vestida con armadura, se veía como un antiguo guerrero, completado con un casco y un escudo.
Y una espada que conducía directamente a través del corazón de él.


[1] Donut cuadrada sin agujero en medio, frita y espolvoreada con azúcar impalpable típica de Nueva Orleáns.
[2] Protagonista multi homicida de la saga de películas Viernes 13.

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