Nick se detuvo a las afueras del Café Mediterranean Greek en Decatur para recuperar la respiración. Al menos las imágenes le habían dejado de deambular por la cabeza y podía pensar con algo de claridad.
No mucho, pero era mejor de lo que había estado cuando dejó el Café Du Monde. Al menos ahora las personas a su alrededor parecían normales.
Tío, ¿Cómo habían sobrevivido los hippies de los sesenta a las drogas? ¿Qué idiota se haría eso a sí mismo intencionalmente? Ya era bastante malo cuando sucedía por accidente. ¿Quién querría vivir de esta manera si podían detenerlo?
Nick se frotó los ojos e inhaló profundamente, respirando con fuerza.
De repente, oyó el sonido de una campanilla cuando la puerta del restaurante se abrió y salió un hermoso sueño.
Durante un segundo, pensó que estaba todavía alucinando cuando Casey Woods, una de las animadoras de su escuela, se detuvo frente a él. Hasta que Nekoda se había unido a su clase, Casey había sido la única mujer para él. Su largo pelo negro estaba cepillado hasta que brillaba, y sus cuervas eran peligrosas en ropas de calle, pero en su uniforme de animadora eran material de leyenda. Había pasado más días de los que podía contar intentando imaginarse cuán fantástica sería la vida si la tuviese a ella como novia. Al contrario que los neandertales con los que ella salía, él realmente la trataría correctamente y la idolatraría.
Desafortunadamente, ni siquiera había notado que estaba vivo. Una hazaña impresionante, cuando había estaba sentado justo a su lado y frente a ella en varias clases a lo largo de los años. Pero hey, Casey era Casey, y una chica popular no se molestaría en advertir al pobre y torpe estudiante con beca que había invadido sus filas. De hecho, casi nadie en su escuela lo veía realmente como otra cosa que un objetivo al que dar un puntapié e intimidar. Estaba acostumbrado a eso.
Vestida con un top de encaje azul y pantalón vaquero, le sonrió cuando lo vio.
—Hey, Nick. ¿Estás bien?
Oh, sí, tenía que estar en coma o algo. La última vez que había tenido a Casey así de cerca, ella había argumentado con su mejor amiga que no tenía ni idea de quién era él.
—Uh, todo bien.
Ella frunció el ceño.
—No te ves bien. Pareces un poco verde. ¿Vas a vomitar?
—Espero que no —Porque eso era todo lo que necesitaba para que su día fuese incluso mejor.
Vomitar encima de la reina del baile de graduación. Sí, eso era lo único que le hacía falta y lo relegarían al estatus de perdedor hasta el día en que se graduara.
Para completar su sorpresa, ella se acercó y le tocó la frente.
—No tienes fiebre. —Le tendió su botellín de agua—. Aquí, dale un sorbo, y veremos si ayuda.
Atónito, se enderezó.
—¿Va todo bien?
—Por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?
Porque nunca había sido así de amable con él. Honestamente, era aterrador. ¿Se estaba acercando el apocalipsis?
¿Estaba la Muerte disfrazada jodiendo con él? Eso sin duda tendría sentido. Tenía que haber alguna terrorífica y asquerosa razón por la que la señorita Bombón‑Arrogante estuviese hablando con él como si le importara.
—Normalmente tú y yo no andamos juntos.
Ella sonrió.
—Lo sé. Culpa mía. Pero ahora que andas con Tad, está bien.
Ah, eso lo explicaba. Tad Addams era uno de los fabulosos niños ricos. El hermano mayor de Brynna, la amiga de Nick, lo había llevado al colegio con Casey el otro día.
Tío, ella era superficial. La mayoría de la gente no admitiría eso sobre sí mismos. Tenía que darle crédito, al menos era honesta.
Él rechazó el agua.
—Estoy bien. —Se indicó el brazo en cabestrillo—. El dolor me cogió por un minuto. Pero ahora estoy mejor.
—Oh, de acuerdo. —Cogió la botella y la acunó contra sus pechos, pensándolo bien, debería haber aceptado el agua—. Por cierto, ¿Has oído el último chisme?
—¿Qué tenemos un entrenador nuevo?
Ella parpadeó con una vacua expresión.
—¿Tenemos nuevo entrenador?
Obviamente no era el chisme que ella había oído.
—Uh, sí. Me lo dijo Caleb.
—Oh, no lo había oído. Bueno. Sé que Stone y Rick estaban preocupados porque nuestro equipo se viniese abajo este año con el entrenador en la cárcel.
Stone.
A Nick le requirió toda su fuerza de voluntad no curvar el labio ante la mención de ese cerdo. No, perro. Apenas acababa de descubrir la noche anterior que Stone era un Were‑Lobo cambiante el cual había sido un puerco en ambas encarnaciones.
No queriendo pensar en Stone y su pandilla de imbéciles, Nick dirigió a Casey a la discusión original.
—¿Qué has oído?
—Oh, ha habido una serie de robos en la escuela. Tanya fue a buscar la tarea de esta mañana a la oficina, y casualmente oyó a las secretarias hablando de ello. Un puñado de armarios acabaron destrozados, y cogieron algunas cosas de las clases.
—¿No bromeas?
—Dijo que tenía mala pinta. Espero que no tuvieses nada de valor en tu taquilla.
Él bufó. Sí, claro. No poseía nada de valor.
—Solo libros. Son libres de llevarse tantos como quieran.
—Y que lo digas. Oh, y dijo que tenemos un nuevo director que han traído de Baton Rouge. Su nombre es “atención”, Richard Head —ella se echó a reír.
Nick se estremeció cuando vio al tren del entendimiento acercándose. Dick Head[1]. Ah tío, estaba mal tener un nombre como ese y entrar en la educación a nivel de instituto. Jodido, jodido, jodido.
—Y apuesto a que él no tiene sentido del humor.
—Ya lo sabes. Pero por otra parte, puedes llamarle Dick Head todo lo que quieras y decir que solo estás utilizando su nombre.
—Cierto. Hombre, sus padres debían odiarlo a morir.
—Hace que te lo preguntes, ¿verdad?
Lo hacía, de hecho.
—Bueno, supongo que es mejor que haga algo. Tengo que pasar por el trabajo de mi madre para informarla.
Casey frunció el ceño.
—¿No puedes llamarla?
—Es su primer día de trabajo, y no quiero que se meta en problemas. —Si conseguía que la despidieran otra vez en menos de veinticuatro horas de perder su último trabajo, ella lo mataría sin vacilación. Mejor que fuera a asomar la cabeza por la puerta para ver cómo le estaba yendo, después se dirigiría a trabajar para Kyrian—. Te veré después.
Él empezó a dirigirse hacia Ursuline.
—¿Te importa si camino contigo?
Los ojos se Nick se abrieron poseyéndole un estado de total incredulidad, ¡eh! ¿Estaba en los límites de la realidad'?
Ella le dedicó una sonrisa que lo calentó por completo.
—¿Te importa?
—Uh, no.
—Fantástico —Entonces hizo lo más peculiar y asombroso de todo, se adelantó y envolvió su brazo alrededor del suyo sano de modo que pudieran caminar juntos del brazo—. Así que, Brynna me dijo que tenías un trabajo. ¿No eres demasiado joven para estar trabajando?
¿Estoy en algún universo alternativo? ¿Iba su demonio Doppelganger[2] a dispararles en el callejón y atacarles igual que algún personaje en un videojuego?
«De acuerdo, Grim. ¿Qué está pasando?»
Grim no respondió. Nadie lo hizo.
Casey alzó la mirada expectante hacia él con un par de ojos de gogó que lo hacían temblar interiormente.
Vamos, Nick. Responde a su pregunta.
—Llevo trabajando desde los doce años.
—¿De veras? —Sus ojos se iluminaron—. Eso es impresionante.
Por primera vez en su vida, él realmente se sintió orgulloso.
—Bueno, soy el hombre de la casa y tengo que cuidar de mi madre. Me gustaría comprarle cosas bonitas, y no quiero gastar su dinero en ella, eso no me parece correcto.
—Sabes, es tan raro encontrar a un chico que piensa de esa manera. Las últimas navidades, Stone, me regaló los pendientes que su madre le había dado a su hermana porque ella no los quería. Me enfadé profundamente cuando lo descubrí, no le hablé durante dos horas enteras.
—Wow. Dos horas enteras. Realmente lo castigaste.
Frunció el rostro ante él.
—¿Te estás burlando de mí?
—Nunca me burlaría de la reina del baile, especialmente no cuando está pasando tiempo conmigo. ¿Por qué lo estás haciendo, por cierto?
Ella subió y bajó la mano por su bíceps de una manera que realmente lo incomodaba.
—Tienes unos brazos agradables. Viriles.
Sí, claro. Tenía brazos iguales al monstruo Espagueti Volador[3]. Difícilmente viril. Más bien delgados y fibrosos.
Ella empezó a acariciarle los bíceps.
Nick saltó alejándose de ella.
—Um, Casey. Yo estoy más o menos viendo a alguien —Aunque no estuviesen técnicamente saliendo juntos, tenía sentimientos por Nekoda, y no quería que pensara que él jugaba a dos bandas… incluso aunque ni siquiera jugaba a una sola.
De acuerdo, aquello no tenía ningún sentido.
Todavía.
Casey se llevó las manos a las caderas.
—¿Desde cuándo tienes novia?
—¿Tú no tienes novio?
—No en este momento.
No había pasado por alto la invitación en su tono o en sus ojos.
Era tan tentador… Pero una cosa que sabía acerca de ella y Stone era que cortaban constantemente para volver a juntarse. Lo último que necesitaba era darle a Stone otra razón para que lo acosara.
—Mira, de verdad tengo que irme.
Antes de pudiera liberarse, Casey le quitó el teléfono del bolsillo con algo que sospechosamente se parecía al tanteo. Eso y la caliente mirada en su rostro enviaron un escalofrío sobre él. Ella introdujo su número de teléfono y entonces lo añadió a su marcación rápida.
—Llámame alguna vez —Esta vez cuando deslizó el teléfono de vuelta, no hubo tanteo por su parte. Alzándose en la punta de los pies, le pellizcó la barbilla con los dientes y la lengua—. No me hagas esperar demasiado, Nick. —Su aliento se le disparó por la oreja, incendiándole todo el cuerpo.
Atónito, asustado e intrigado, no pudo moverse mientras ella se contoneaba calle abajo. Le echó una mirada por encima del hombro y se mordió el labio de la manera más provocativa que hubiese visto.
Oh sí, definitivamente el mundo iba a acabarse. Tenía que haber un reloj con la cuenta atrás en algún lado. Porque cosas como esta no le sucedían a Nick Gautier. Era más creíble que sus compañeros de clase se convirtieran en zombis para matarle que lo era que Caset Woods fuera tras él.
¿Por qué?
Ayer había sido completamente invisible para ella. Hoy era como si alguien lo hubiese descubierto en medio de territorio enemigo.
Inseguro de qué hacer con todo esto, Nick se dirigió al Santuario. El hogar de lo extraño dentro de lo extraño.
—¿No queda normalidad en ningún lado?
«Relájate, chico».
Nick dejó escapar un suspiro aliviado cuando oyó esa voz familiar en la cabeza.
—Ambros, hermano. ¿Dónde has estado?
«Ocupado. ¿Por qué? ¿Me has echado de menos?»
En realidad no.
—Justamente acabo de tener a la más sexy de las chicas del colegio tras de mí.
«¿Casey Woods?»
—Sí. ¿Cómo lo sabes?
«Relájate. Acabarás por conseguirla en tu fiesta de graduación».
Nick arqueó una ceja ante la bomba que Ambrose le había lanzado.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó de nuevo.
«Sé un montón de cosas sobre ti, Nick. Pasado, presente y futuro. Casey no es una de las personas a las que tienes que temer. Será una buena novia en el instituto e incluso mejor amiga después de eso».
Y eso, también, lo dejó con la boca abierta.
—¿Va a ser mi novia?
Ambrose se rió en su cabeza.
«Conseguir a las mujeres no será tu problema. El conservarlas es ya otra cosa. Y hagas lo que hagas, asegúrate de no tocar jamás a Simi. Ni siquiera le sujetes la mano. Piensa en ella y en Tabitha Deveraux como hermanas».
—¿Por qué?
«¡Solo haz lo que te digo!»
Esa vez advirtió el tono demoníaco de Ambrose. Ese profundo y gutural gruñido que realmente lo hacía saltar. Un segundo después, oyó suspirar a Ambrose.
«Lo siento, Nick. Pero hay cosas en las que tienes que confiar en mí. Cosas que no puedo explicarte. Créeme cuando te digo que yo soy realmente la única persona en tu vida, además de tu madre y Kyrian, que realmente te cubrirán las espaldas. Cuando todo el mundo se vuelva contra ti y busquen ponerte de rodillas, yo seré el único que nunca te traicionará. Tienes que creerlo».
—Eso es lo que dices, y con todo, ¿dónde has estado toda mi vida?
«Siempre he estado contigo. Desde el momento en que naciste. Nunca hubo un momento en tu vida en el que no estuviese a tu lado. Justo como ahora. Velo por ti mismo. Oigo lo que oyes y siento lo que tú sientes».
—¿Cómo?
«Te enseñaré ese poder con el tiempo. Por ahora, confía en mí. Un día entenderás porque he estado oculto todos esos años y por qué he esperado a que sucedieran ciertas cosas antes de que te hiciera conocer mi presencia».
Su madre siempre decía que la verdad era algo que aprendías. Y ésta no era algo que se daba fácilmente. Demasiado a menudo, era una herramienta que tus enemigos utilizaban para herirte.
No les des nada, bebé. No hasta que no tengas elección. El mundo es duro y frío. La gente puede ser buena y decente, pero la mayoría solo mira por sí mismos y hacen daño a todos los que pueden.
Lo triste era, que sabía que su madre no decía cosas así a la ligera. El criticar no estaba en su naturaleza, así que siempre que lo hacía, sabía prestarle atención.
«Ve a vivir tu vida, Nick», le dijo Ambrose, introduciéndose en sus pensamientos. «Disfruta de tu día y deja de preocuparte tanto. Ve a echarle un vistazo a tu madre y ve a trabajar».
Él sintió a Ambrose marchándose.
Nick alzó la mirada hacia el perfecto cielo azul. Era un día hermoso.
—Estoy certificadamente loco. Estoy viendo demonios en mis amigos, cambiantes, y oyendo voces de tíos lunáticos.
¿Cómo se había convertido en suya esta granja de locos?
Suspirando, giró en la esquina y cruzó la calle hacia el Santuario. Esta vez, vio diferencias en los porteros. Mientras que uno se veía igual que Remi, tenía el pelo más allá de los hombros y una fácil sonrisa que de alguna manera lograba ser tan amistosa como intimidante al mismo tiempo. Como Aimee le había dicho anteriormente, este tenía un chulo tatuaje del doble arco y flecha en su bíceps.
—Tú debes ser Dev.
Su sonrisa se amplió.
—Tú debes ser Dolor en el Nick.
—¿Huh?
Una ola de apreciativo nerviosismo lo atravesó.
—No culpes a las mascotas. Es solo una forma retórica. Tu madre nos ha estado hablando de ti todo el día, chico. Eres su tema favorito.
—Bueno, estoy intentando seriamente no ser su hemorroide favorita.
Dev se rió.
—Ella dijo que eras agudo y entretenido. Puedo ver que tenía razón. Entra y siéntete como en casa.
Su amistad lo asombró. Sobre todo porque tenía el presentimiento de que no eran así con todo el mundo. ¿Cómo iban a serlo? Tenían un infernal secreto que ocultar al público.
Nick pasó al interior. Estaba a rebosar. Wren estaba todavía limpiando mesas, pero los camareros habían sido sustituidos. Había dos clones más de Dev, los cuales debían ser uno de ellos Cherif y el otro Quinn. Pero lo más fantástico de todo era la banda que estaba haciendo una prueba de sonido en el escenario.
Hipnotizado, Nick vagó hasta ellos para mirarlos. Así que esos eran los Howlers. Nunca antes había visto a una banda tocar en vivo. En realidad debían estar haciendo alguna clase de prueba.
—Hey, Colt, tu micro no está encendido —le dijo el cantante al guitarrista.
—Lo hice a propósito, Angel. No necesito cantar, de todas maneras. No queremos desalojar el local.
El batería se rió mientras ajustaba la tuerca de mariposa en el bordón.
Eran tan asombrosos. Aparte del hecho de que eran todos cambiantes, todos vestían ropas que su madre lanzaría a la basura. Vaqueros rotos, camisetas rasgadas. Y cuando tocaban, era mágico.
Oh, sí, él quería estar en una banda.
—Hey, bebé.
Él se volvió hacia el sonido de la voz de su madre.
—Hey, Mamá. ¿Cómo te va?
Ella estaba radiante y su cara iluminada.
—Ha sido un día fantástico. ¿Qué hay de ti?
—Normal —No era totalmente cierto, pero no necesitaba saber sobre sus rarezas. De otro modo, le prohibiría dejar la casa hasta que tuviera noventa.
Le revolvió el pelo.
—Me queda una hora antes de salir del trabajo.
—Oh, está bien. Tengo que ir con Kyrian, de todos modos. Cogeré el tranvía.
—Yo te llevaré.
Nick saltó ante la profunda y aterradora voz de Acheron, detrás de él. Si eso no fuese lo bastante terrorífico, Acheron medía más de dos metros. Envuelto en negro gótico desde la punta de su largo pelo a las puntas de sus botas de motorista, tenía un aura de “te mataré por el simple hecho de respirar” que era incluso más intimidante que la de Grim.
—¡Tío! Ponte una campana. No te acerques así a un hermano y le quites toda la mierda de un susto.
—Lo siento. No me di cuenta de que te asustabas igual que una niña pequeña.
Nick se puso rígido ante la indignación.
—No hay ninguna niña pequeña aquí, mandamás. Quizás tú. Pero definitivamente no yo.
Sacudiendo la cabeza, Ash se rió.
Su madre los miró a ambos con escepticismo.
—Ten cuidado con mi niño, Ash. Él es todo lo que tengo, así que conduce como si transportases huevos.
—Sí, señora —Ash indicó la puerta con la cabeza—. ¿Vienes?
—Depende. ¿Vas a conducir a Velocidad Espacial Uno o Diez? —Porque la última vez que Nick había estado en el Porsche de Ash, el antiguo inmortal había hecho cosas con un coche que no debería ser capaz de hacer.
—Me mantendré por debajo de noventa.
—Entonces intentaré no clavar las uñas en el interior —Nick se despidió de su madre con la mano mientras seguía a Ash hacia la atestada parte de atrás donde su Porsche negro tenía un impresionante aspecto.
Un día, tenía que conseguirse para él uno de aquellos. Por supuesto, eso después de que se sacara el carné de conducir. Por ahora, sin embargo, estaba contento con montar en el de Ash.
—¿Tengo que abrirte de nuevo la puerta? —preguntó Ash presionando el botón para desbloquearlo.
Nick le dirigió una mirada cómica.
—Nah, creo que puedo arreglármelas —antes había tenido miedo de ensuciarlo. Ahora se estaba acostumbrando un poco a ello.
Tan pronto entró y se puso el cinturón, se volvió a mirar a Acheron.
—Kyrian dijo que tienes colmillos. ¿Los tienes?
Ash bajó la cabeza, pero como todavía llevaba aquellas opacas gafas de sol que nunca abandonaban su rostro, Nick no podía ver sus ojos.
—¿Es importante?
—Quizás.
Ash abrió la boca, y bastante seguro, que allí estaban.
—Wow. Eres bueno ocultándolos.
—No tienes ni idea —Le dio al contacto y encendió el motor.
—Así que, ¿Has bebido alguna vez sangre?
Ash redujo para sortear un taxi.
—¿De qué habéis hablado vosotros dos?
—Kyrian dijo que él no bebía sangre. Me preguntaba si tú lo hacías.
Ash ignoró la pregunta mientras reducía la velocidad. Frunciendo el ceño, Nick esperó a ver qué era lo que había captado la atención del inmortal Atlante. A la derecha, en un callejón calle abajo, se había reunido la policía y había acordonado una sección de la calle. Desafortunadamente, tales visiones tendían a ser comunes en Nueva Orleáns.
—Parece un robo.
—No, Nick. Es el escenario de un asesinato.
—¿Cómo lo sabes?
—Poderes psíquicos, ¿recuerdas?
Oh sí. ¿Cómo podría olvidarlo?
Acheron se dirigió a la esquina y aparcó el coche.
—Quédate aquí. Quiero echar un vistazo.
Sabes, para un inmortal que ha vivido once mil años, Acheron podía ser un poco estúpido. Como si Nick fuera a esperar en el coche mientras había algo que ver.
Le dio tiempo a Ash para que saliera de la vista antes de abrir la puerta del coche y dirigirse hacia el escenario. Había un puñado de turistas y lugareños holgazaneando así como también varios periodistas y gente con cámaras. Nick se movió sigilosamente a lo largo del borde hasta que pudo ver el contorno de donde estaba el cuerpo, cubierto por una lona negra. La visión de la sangre en la calle era desconcertante. Tío, eso parecía brutal, y le hacía preguntarse qué había sucedido.
—¿Cuántos hacen con éste? —preguntó uno de los oficiales a otro.
—El segundo en veinticuatro horas.
—¿Notificaron a los padres?
—Todavía no. Nadie quiere tener que llamar a la puerta y decirle a alguien que su hijo de catorce años no volverá para la cena. Maldición. Odio cuando se trata de un niño. Jodida insensatez. Tengo un hijo de la misma edad. Esto hace que quiera ir a casa y abrazarle, y después encerrarle en su habitación hasta que crezca.
Esas palabras se cerraron de golpe sobre Nick. La víctima tenía su edad.
Y no bien ese pensamiento le pasó por la cabeza, sintió el péndulo ardiendo a un nivel incendiario.
El libro, también.
Siseando por el dolor de ello, Nick se sacó el libro del bolsillo trasero y lo abrió.
—¿Qué pasa Lassie? ¿Vas a decirle a Timmy algo bueno?
En la página donde había dejado caer su sangre la noche anterior, las palabras se reajustaron.
Mira y observa,
lo que fue puede que nunca sea.
Cuando ellos buscan a un chico de tu edad.
¡Corre, flipado idiota, con velocidad!
[1] Dick es el diminutivo de Richard. Dick Head en inglés significa “estúpido”. Es un juego de palabras con el nombre del director.
[2] Un doppelganger es la sombra de uno mismo que acompaña a cada humano.
[3] Cuerpo amorfo con forma de albóndigas rodeadas de espaguetis. Es una deidad que parodia la religión. Creado por el físico Bobby Henderson en el año 2005.
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