lunes, 13 de febrero de 2012

SON cap 7

Danger estaba de pie en el vestíbulo de su casa, mirando a Alexion que estaba en su cocina. Ella se había excusado para ir al cuarto de baño, no tanto porque tuviera que ir, sino porque necesitaba hacer un corte de la intensidad de su presencia. Y estar sola mientras revisaba toda la información que él había vertido sobre ella.
No sabía qué creer, y odiaba ese sentimiento de inseguridad. Toda su vida, había estado orgullosa de su capacidad de separar la paja del trigo para ver la verdad.
Pero cuando llegó a esto…
No sabía quién o qué tenía razón. Por lo que ella había visto de Alexion, no dudaba que él pudiera matarla si lo quisiera; que pudiera matarlos a todos ellos. Hasta ahora, él se había abstenido de hacer algo, lo cual agregaba alguna credibilidad a su historia de que estaba allí para protegerlos.
Tal vez.
Maldición, realmente odio la indecisión.
¿Debería correr para advertir a los demás o quedarme y vigilarlo?
No había ninguna respuesta fácil.
Frotando la mano a través de su cara, hizo una pausa mientras Alexion tomaba una tableta grande de chocolate HersheyÀ de su encimera y la olía. Él deslizó su mano sobre el borde de la envoltura marrón como si nunca la hubiera visto antes. Entonces trazó los bordes del chocolate por la envoltura como si disfrutara de la sensación táctil de ello.
Danger ladeó la cabeza, perpleja por sus acciones. Le gustaba el chocolate tanto como a una persona común, pero nunca antes había acosado sexualmente a una tableta por eso. Algo en su caricia le recordó el toque de un amante y eso lo hizo parecer, de una extraña manera, vulnerable.
Sí… estaba enloqueciendo.
—¿Debería dejarlos a ustedes dos a solas?
Él alzó la vista como sobresaltado por su pregunta, pero no hizo ningún comentario sobre el sarcasmo de ella.
—¿A qué sabe el chocolate?
El ceño de ella se hizo más profundo ante su inesperada pregunta.
—Ábrelo y velo por ti mismo.
Él suspiró profundamente antes de dejarlo de lado.
—Eso no me serviría.
—¿Por qué no?
—No puedo probar nada.
Esto la sorprendió. Ella no podía imaginarse sin sus sabores. Dios sabía que ciertamente encontraba mucho placer en comer un Hershey y otras cosas que muy probablemente endurecerían cada arteria en su cuerpo si todavía fuera humana.
—¿Absolutamente nada?
Él sacudió la cabeza mientras miraba de nuevo la barra de Hershey.
—Sé a que Simi le gusta comer chocolate. Habla sobre ello todo el tiempo, pero nunca ha traído ninguno a casa para que lo vea. Ella sólo come barbacoa y palomitas de maíz cerca de mí, dice que son muy sabrosas y realmente saladas.
—¿Simi?
Si ella no lo conociera mejor, juraría que al instante se puso incómodo, como si hubiera metido la pata por mencionar el nombre. Sin contestarle, él recogió su tarro de café y también lo olió. Ella le podía decir que eso era tan productivo como comer el chocolate que no podía saborear.
Lo que la hizo preguntarse acerca de algo que era realmente importante.
—Entonces, si no puedes probar alimentos, ¿de qué vives? ¿Sangre? ¿Almas?
Él le dirigió una mirada aburrida mientras empujaba la lata de nuevo a su sitio.
—Te dije, no soy un Daimon.
—Sí, pero cuando te apuñalé, explotaste como un Daimon. Eres rubio y no comes comida...
—No soy un Daimon —repitió él.
—Ahá, ¿alguna vez oíste el refrán que dice que si camina como un pato y grazna como un pato...?
—No es un Daimon.
Bien, él fue rápido con eso. Ella tenía que darle crédito allí.
—Entonces, ¿qué comes?
Él le lanzó una mirada intensa, ardiente.
—Mujer al dente.
Danger quedó boquiabierta ante la inesperada vulgaridad. Le puso cara de repugnancia.
—Eso fue gratuito.
—Entonces deja de hacerme preguntas.
El encanto definitivamente no era su fuerte. Pero por otro lado, él realmente no lo necesitaba. Había una tristeza tan profunda en sus ojos que eso en realidad la hizo sufrir por él, a pesar de su sentido común, que otra vez le decía que debía tener cuidado de él… solamente en la justa medida.
Ella se acercó para poder estudiar las hermosas líneas de su rostro.
Sus rasgos eran perfectos. Masculinos. Las cejas rubias oscuras estaban perfectamente arqueadas sobre esos misteriosos ojos. Sus pómulos eran altos y espolvoreados con un indicio de barba de algunos días. Esa era la clase de barba que hacía a una mujer querer levantarse de puntillas y mordisquearla hasta que sus labios estuvieran en carne viva por ella.
Fue entonces cuando comprendió algo…
Alexion, a diferencia de ella y del resto de los Cazadores Oscuros, no tenía colmillos.
¿Cómo podría ser eso?
Pero al menos esto ponía al asunto Daimon firmemente fuera de la lista. Ningún Daimon de pura sangre podría vivir sin alimentación.
—¿Qué eres? —preguntó ella—. Realmente.
Él la miró como si la pregunta lo aburriera
—Ya hemos tenido esta discusión.
Sí, pero nunca la habían terminado.
—Me pediste que confiara en ti. Bien. Estoy dispuesta a darte una oportunidad. Pero si lo hago, entonces merezco la misma cantidad de respeto a cambio —ella le dio una significativa mirada—. Confía en mí con la verdad sobre ti.
Ella vio la disputa destellar a través de sus ojos verdes antes de que él finalmente respondiera.
—Digamos sólo que soy “otro”. Soy realmente único en este mundo. No soy un humano. No soy un Cazador Oscuro y no soy un Daimon o un Apolita. Soy solamente yo. Llano y simple.
Ella luchó ante el impulso de reírse de aquella última declaración. No había nada llano o simple sobre este hombre.
Su mirada se estrechó sobre ella y un hambre profundamente arraigada chisporroteó en sus ojos. Él movió su mano hacia la cara de ella.
Danger instintivamente alejó su cabeza.
Sus ojos siguieron quemándola con la intensidad de su poderosa mirada.
—¿Me dejarías tocar tu mejilla, Danger?
Ella hubiera dicho no, si no fuera por el particular tono de la voz de él. Si no lo conociera mejor, hubiera jurado que provenía de un necesitado anhelo.
—¿Por qué quieres hacerlo?
Él dejó caer su mano y apartó la mirada como si intentara desterrar una pesadilla.
—Porque vivo en un lugar donde no hay ningún humano para tocar. Extraño el calor de la piel de una mujer. La suavidad —Él cerró sus ojos y respiró profundamente—. El olor embriagador, femenino que es único en todas las mujeres. Tú no tienes ni idea lo que es ansiar el contacto humano a tal punto que esto impregna por entero tu ser con una necesidad tan fuerte que de vez en cuando te hace preguntarte si te has vuelto loco y que tu vida entera no es nada más que una jodida ilusión traída por la locura.
Ese era un pensamiento atemorizante, intenso. Tanto como para que ella se obligara a no alejarse de un hombre que hacía que Norman Bates pareciera normal. Todo lo que necesitaba era a Madre en una mecedoraÀ.
Lo bueno era que ella no era rubia y prefería un baño de tina a una duchaÀ
Estás divagando, Danger.
¿Tú crees? Tengo un lunático en mi casa enviado a mí por Ash. Gracias, Ash. ¿Hay algún otro lunático que quieras descargar sobre mí? Y pensé que mi tía Morganette era loca. Al menos ella sólo pensaba que su gato era el Tío Etienne a quien tenía vestido de chaqueta y pantalones. Eso era casi lindo, pero esto…
Ah, sí, envíame la camisa de fuerza, Ash. Me la debes.
Aún en medio de su enfático discurso mental, algo que él había dicho la golpeó y la calmó un grado.
—¿Quieres decir que vives en un lugar donde no hay humanos?
Sus ojos eran casi de un tono avellana normal.
—En un reino muy lejos de aquí.
—¿Es como en Star Wars? Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana... ¿Quieres decirme dónde se localiza tu TatooineÀ? ¿Está en alguna parte de este universo? ¿Cerca de Toledo tal vez? ¿El de Ohio o el de España? No soy exigente. ¿Puedo buscarlo en el MapQuestÀ?
Alexion se rió amargamente.
—¿Sabes cuál es la diferencia más grande entre hombres y mujeres? Siempre que soy enviado a un Cazador Oscuro hombre, él nunca me hace preguntas. Simplemente le digo que he sido enviado por Acheron y él acepta eso o intenta matarme. Si él lo acepta, entonces sigue con su vida como si yo no estuviera allí, pero tú… tú quieres conocer cada pequeño detalle de mi vida y persona.
Ella le dirigió una mirada ofendida.
—Caramba, ¿eso piensas? Aquí hay un interesante chisme sobre mí. No dejo entrar extraños en mi casa. Jamás. Por lo tanto, si esperas dormir aquí, entonces me debes algunas respuestas sobre quién y qué eres. Ahora vamos a regresar a eso sobre el reino donde vives. ¿Qué es?
Francamente, ella no esperaba una explicación, pero para su asombro, él se la dio después de una breve pausa.
—Se parece al cielo o al infierno. De un modo extraño, es una combinación de ambos. Existe en un lugar que la mayor parte de gente llamaría otra dimensión. En cierto modo —ella podía ver que él luchaba por explicarlo de forma que tuviera sentido—. Digamos simplemente que no hay un MapQuest para ese lugar. Eso deja a HammondÀ completamente perplejo.
Bien, al menos era un principio. Y fue un largo camino casi tranquilizante para ella. Sí, correcto. Todavía no sabes nada sobre él. No, pero al menos había intentado explicárselo. Eso era un gran salto hacia delante para el Sr. SpookyÀ.
Él levantó su mano hacia su mejilla otra vez y se congeló antes de tocarla.
—¿Puedo?
Danger, realmente deberías salir corriendo de este cuarto y cerrar la puerta. Esto es lo que una mujer inteligente haría. El impulso de cumplirlo era fuerte, pero ella no lo escuchó. Nunca había estado en su naturaleza salir corriendo de algo.
Suspirando, ella tomó su mano en la suya y la presionó sobre su cara. Su contacto era frío. Helado. No había absolutamente ningún calor en su piel.
Pero la expresión en su cara era de puro placer y eso hizo que su estómago se agitase. Nadie jamás había obtenido semejante alegría por tocarla. Al menos no platónicamente.
—Eres hermosa —dijo él sin aliento. Con los ojos llenos de maravilla y lujuria, él ahuecó su mejilla en su palma mientras buscaba su mirada con la suya—. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que has hecho el amor con alguien?
Ella quedó atónita por su pregunta.
—¿Perdón?
Una luz malvada bailaba en los ojos de él.
—Lo sé, no es mi maldito asunto —su cara se volvió sombría, entonces él dejó caer su mano—. Pero yo también tengo momentos de profunda curiosidad.
—Sí, bien, pero por esa curiosidad en particular probablemente vas a conseguir un golpe en ciertas partes.
Los rasgos de él se ablandaron como si la idea lo divirtiera.
—Supongo que hasta un contacto doloroso en esa zona es mejor que ninguno en absoluto.
Ella quedó boquiabierta.
—¿Qué?
Él le dirigió una perversa sonrisa burlona para dejarle saber que estaba bromeando otra vez.
—Tienes que perdonarme si mis habilidades sociales están un poco oxidadas. No interactúo mucho con otros.
—¿No?
—No.
Ella consideró todos sus descubrimientos. Él no parecía la clase de tipo que confiaría en otros fácilmente y eso la hizo preguntarse cómo había conseguido ser tan afortunada.
—Entonces no comes. No interactúas. ¿Qué haces?
Otra vez, él no contestó, una acción que le recordó mucho a Acheron y su imprecisión siempre que alguien le hacía una pregunta personal.
En cambio, Alexion se alejó de ella.
Danger no estaba dispuesta a dejarlo ir. Lo siguió al vestíbulo.
A mitad de camino, él se detuvo. Tenía los ojos cerrados y su cabeza inclinada como si escuchara algo. Esa era una postura muy parecida a la de Ash.
—¿Algo está mal? —preguntó ella.
—¿Sientes eso?
Ella escuchó durante unos segundos, pero todo lo que pudo sentir fue el latido de su propio corazón.
—¿Sentir qué?
Él no respondió.
—Alguien nos está mirando.
Danger se quedó helada por el temor mientras giraba despacio, buscando en cada rincón de su casa con la mirada.
—¿Quién? ¿Dónde?
—No sé. Pero puedo sentirlo.
Él podía sentirlo. Bien, eso lo explica todo, ¿verdad?
Danger soltó un suspiro cansado.
—Tal vez solamente estés agotado.
—¿Acheron? —llamó él en voz alta.
Danger frunció el ceño, medio esperando a que Acheron hiciera una de sus sorprendentes apariciones en su casa.
Él no lo hizo.
Estaban solamente los dos, de pie en su vestíbulo, buscando fantasmas en las sombras. Oh sí, esto era tan consolador. Como un puerco espín en una fábrica de condones. Ella esperaba que en cualquier momento algo saltara de las paredes hacia ellos.
Alexion juró por lo bajo antes de alejarse de ella, y entrar en su sala de estar. Estaba de pie en el centro y miró alrededor.
—Artemisa —gruñó—, te convoco en tu forma humana.
Una parte de ella esperaba con expectación ver si Artemisa realmente se mostraba. Después de unos minutos y ninguna aparición milagrosa de la diosa, comprendió que él estaba lleno de mierda.
—Artemisa no puede venir aquí. ¿Recuerdas? No tengo alma y los dioses no se acercan a nosotros debido a esto.
—No —dijo él en medio de dientes apretados—. Los dioses griegos pueden estar cerca de ustedes si lo quieren, no lo hacen porque la mayor parte de ellos son asnos. En cuanto a Artemisa, no vendrá porque ella se venga de mí no respondiendo.
—¿Se venga de ti por qué?
—Oh, hay una multitud de motivos por los que ella me odia —él frunció el ceño hacia el techo—. Te juro, Artemisa, este no es el modo de hacerse querer conmigo —sacudió su cabeza disgustado—, Simi tiene razón, realmente eres una diosa-vaca.
—¿Quién es Simi? —preguntó ella otra vez.
Él finalmente la miró.
—Como yo, ella es “otra”.
—Ahh, eso explica mucho. Realmente aprecio el que confíes en mí con honesta sinceridad. Me reconforta completamente.
Un tic comenzó en su mandíbula mientras él se movía hacia la escalera.
—Tanto si quieres creerlo o no, hay alguien en esta casa con nosotros.
Él tenía razón, ella no quería creerlo. De hecho, ella lo sabía bien.
—No hay nadie. Créeme, AlcatrazÀ tenía menos seguridad que esta casa.
—¿Y cuánta gente se escapó?
Él comenzaba seriamente a irritarla.
Danger lo siguió por las escaleras mientras la aprehensión corría desenfrenada por su sistema. ¿Él realmente sentía algo que ella no podía? No era probable que alguien pudiera estar ahí, pero por otro lado, la mayoría de la gente diría que su existencia muerta en el mundo de la vida no era posible tampoco. Tal vez él sabía algo que ella no.
Él se deslizaba por su vestíbulo como una enorme pantera merodeando. Cuarto por cuarto, él entraba y buscaba. Cuando llegaron al último dormitorio, ella estaba harta de eso.
—Te dije, no hay nadie aquí.
Alexion ladeó su cabeza.
—¿Simi? —llamó él—. Si eres tú, deja de jugar conmigo y ve a comprar algo.
Danger se frotó las sienes.
—¿Siempre hablas a tus amigos imaginarios?
—Simi no es una amiga imaginaria.
—Oh, entonces debe ser tu amiga invisible. ¿Querrá la señora Simi su propio cuarto mientras te quedas aquí?
Podía decir por la apariencia de su cara que él tendría una apoplejía.
—No entiendo por qué no puedes aceptar que haya cosas que existen más allá de tu conocimiento y entendimiento. Para los humanos la idea de un Cazador Oscuro es absurda. Ellos no tienen ni idea de que tu mundo, o que los Daimons, existen. El mundo que conozco es tan verdadero como éste e incluso más cuidadosamente protegido, solamente porque nunca hayas oído sobre él no significa que estoy inventándolo. Nunca te has encontrado al Consejo Directivo de Escuderos tampoco, pero sabes que ellos están todos vivos y bien.
Él realmente tenía un punto. Todavía.
—Sí, y los niños en el mundo entero creen en Santa Claus y en el Ratoncito Pérez, que son productos de su imaginación.
Alexion la ignoró. Refrenó su carácter mientras intentaba aumentar sus sentidos. Había un zumbido y una ligera sensación que venía siempre que alguien usaba una sfora para espiar lo que sucedía. Él lo había aprendido eones atrás, una vez que Simi descubrió que podía usar una sfora para mirarlo mientras ella estaba en casa en Katoteros.
Pero si no era Simi…
Eso dejaba a alguien del otro lado. Según lo que sabía, Apollymi no necesitaba una sfora. Ella usaba un estanque en su jardín para espiar a otros. Lo que dejaba la intriga de quién más estaría interesado en su presencia aquí.
¿Por qué lo estaban mirando?
Danger suspiró.
—Mira, no quiero estar aquí viéndote conversar íntimamente con “otro”. Esta ha sido una larga noche, mi cerebro está frito y mis emociones disparadas. Puedes quedarte aquí y hacer tus pases mágicos de gato merodeador, buscando a tus amigos invisibles todo lo que quieras. Yo voy a marcharme a mi cuarto de computación y pasar el rato.
Alexion asintió. Si ella se marchaba, entonces quienquiera que los vigilara tendría que decidir a quien seguir. Eso le diría a él quien era su objetivo.
—Si me necesitas, llámame.
Ella puso los ojos en blanco.
—Sí, lo haré cuando necesite a un enorme, pesado hombre maravilla que se haga cargo de salvar mi débil y femenino trasero.
Alexion no estaba seguro si estaba horrorizado o divertido por ella. De una manera extraña, estaba ambas cosas.
Ella lo dejó y la sensación de ser observado no cesó. Él soltó el aliento con alivio. Él era el objetivo. Bueno. Mientras ellos estuvieran detrás de él, podría manejarlo. Convencer a la Cazadora Oscura de que algo estaba detrás de ella podría ser difícil.
Ella le parecía muy obstinada en sus creencias y sumamente resistente a escucharlo.
—Escogiste un gran momento para demorar a Acheron, Artemisa —dijo por lo bajo—. Haznos un favor y déjale ir.
Pero él sabía que era imposible. Artemisa nunca permitiría voluntariamente que Acheron la abandonara. Ella pasaba cada minuto tramando formas de atarlo aún más.
Pero al menos Acheron tenía una opción en el asunto. Si realmente lo quisiera, él podría ser un bastardo insensible y alejarse de los Cazadores Oscuros. Hubo veces en las pocas últimas décadas cuando Alexion no habría estado sorprendido de ver a Acheron hacerlo.
Él, por otra parte, no tenía ninguna salida. No podía sobrevivir en el mundo humano por mucho tiempo. La vida fuera de Katoteros era algo que él sólo podía tener en sus sueños.
Para él sería nunca ser amado. Hijos. Esposa.
La vida era siempre una compensación. Nadie podía tenerlo todo. Todo llegaba dependiendo del sacrificio que estuvieras dispuesto a hacer de tus sueños. Él tenía una buena vida en Katoteros. Simi lo quería, y de un modo extraño, sospechaba que Acheron también.
Cada deseo era realidad…
Excepto uno.
Él no era capaz de tener una consorte. Acheron se negaba a abrir su casa a alguien más; no lo culpaba. Él más que nadie entendía la necesidad de privacidad de Acheron y su miedo de tener que explicar su pasado.
Alexion estaba más que agradecido que Acheron hubiera estado dispuesto a dejarlo entrar. Si no lo hubiera hecho…
Bueno, él había estado viviendo en el infierno más doloroso y patético, imposible de imaginar para la mayoría de la gente. Si no fuera por Acheron, todavía estaría allí. De donde venía, su actual situación no era tan mala.
Al menos no lo sería si pudiera averiguar quien lo vigilaba.
Pero en el rincón más profundo de su mente, él sabía quien tenía que ser. Stryker. No había nadie más. Lo que lo dejaba solamente con una pregunta.
¿Por qué?


À Marca más famosa de chocolates norteamericanos
À Norman Bates: protagonista de la famosa película Psicosis de Alfred Hitchcock, haciendo referencia a una escena de la película
   À Esta vez hace referencia a la escena más famosa de la película, donde Bates asesina a Marion Crane personificada por Janet Leight apuñalándola mientras se ducha.
À La Guerra de las Galaxias famosa serie de películas de George Lucas, Tatooine es uno de los planetas del Imperio, donde se conocen Han Solo y Luke Skywalker.
À MapQuest: sitio web que contiene mapas de todo el mundo.
À Corporación mundial de Atlas y Mapas.
À Extraño personaje, es una especie de DJ de Música Country Dark
À Famosa prisión ubicada en una isla en medio de la bahía de San Francisco, de donde se decía que nadie se podía escapar.

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