domingo, 26 de febrero de 2012

BFI Epílogo



Un año después


         Livia se detuvo en el portal mientras miraba a Adron dando el alimento de las tres a.m. a su bebé.
         Apoyado contra las almohadas, Adron estaba sentado en la cama, desnudo excepto por la sábana puesta modestamente sobre su regazo mientras sujetaba el biberón y se quedaba mirando fija y con adoración a Caillen.
         Puso la mejilla contra la parte superior de la cabeza calva del bebé y lo sujetó cerca.
         -Te tengo, pequeñin –susurró él-. Si, lo hago.
Ella se rió.
         Adron alzó la mirada y sonrió.
         -No sabía que habías vuelto.
         -Puedo decirlo –ella se movió para sentarse con los dos. Después, se apoyó contra la pierna alzada de Adron para clavar los ojos en el hermoso bebé contra su pecho sin cicatrices.
         Ella arrulló a Caillen mientras él cerraba su dedito alrededor de su dedo.
         Adron pasó la mano cariñosamente a través del pelo suave, desordenado de Livia. Gracias a ella, había hecho un gran progreso del alcohólico amargado, que ella había encontrado bebiendo en la parte trasera del Golden Crona.
         Ella había encontrado a un hombre destrozado, sangrante y lo había sanado. No solo su cuerpo, sino también su corazón. Le había reunido con su familia y con su alma.
         En el último año, la había observado engordar con el bebé y se había congelado mientras ella luchaba para traer a Caillen al mundo. La vida se había encendido en un segundo. Siempre lo había sabido, pero una noche lluviosa, fría en el cuarto trasero hundido de un lugar sucísimo, su vida había tomado una curva cerrada al cielo.
         Livia miró al bebé.
         -¿En qué piensas?
         El siguió el contorno de sus labios con la punta de un dedo.
         -Pienso que estoy muy feliz de haberme intercambiado por esa mujer. Que feliz estoy de que mi hermano no pudiera matarme. Pero sobre todo, pienso solamente en lo malditamente agradecido que estoy porque vieras algo en mí que merecía la pena salvar.
         Él se echó hacia delante y la besó suavemente en los labios.
         -Gracias por mi hijo, Livia, y por mi vida. Te amo. Siempre lo haré.

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