Angelia recorrió el pequeño campo que habían construido mientras escuchaba a Fury
insultar a Oscar cuando él y Dare lo torturaban para sacarle información. Honestamente,
no tenía estómago para eso. Nunca lo tuvo.
Tal vez Dare estaba en lo correcto. Tal vez ella no debería estar en una tessera
después de todo.
Sin embargo, era una guerrera de habilidades sin precedentes. En batalla, ella no
vacilaba en matar o herir. Era sólo la idea de golpear a alguien que no podía defenderse la
que la enfermaba.
Él es un animal.
Sin duda la mataría en un segundo. Lo sabía con cada parte de su ser y aún así…
Se amilanó cuando Fury aulló de dolor. Un instante después, Oscar se encaminó
hacia ella y el fuego que habían hecho. Sin una palabra, pasó junto a ella y manifestó una
barra de hierro.
Frunciendo el ceño, vio cómo la ponía en el fuego.
—¿Qué estás haciendo?
—Pensé que una pequeña variante podrían aflojarle la lengua.
Una ola de náusea la recorrió.
Dare salió de la tienda con la misma cara de disgusto.
—Yo digo que deberías machacar su trasero hasta que hable.
Oscar rió.
Horrorizada, ella no se movió hasta que ellos empezaron a regresar con la barra en
mano.
—¡No! —dijo ella severamente.
Oscar la inclinó hacia ella.
—Apártate.
—No— repitió ella. —Esto está mal. Estamos actuando como ellos.
La mirada de Dare era estricta y cruel.
—Estamos protegiendo a nuestra gente.
Pero esto no era protección. Esto era una absoluta crueldad. Incapaz de soportarlo,
intentó otra táctica.
—Déjadme interrogarlo.
Dare frunció el ceño.
—¿Por qué? Como has dicho él no dirá nada.
Ella señaló hacia la tienda mientras tratada de mantener su ira bajo control.
—Lo habéis estado golpeando durante horas y no hemos llegado a ninguna parte.
Déjadme intentar otro acercamiento. ¿Cuál podría ser el daño?
Oscar puso la barra de nuevo en el fuego.
—Necesito comer, de todas maneras. Tienes hasta que termine, entonces lo haré a mi
manera de nuevo.
Sintiendo repulsión por ambos, Angelia giró en redondo y se dirigió a la tienda.
La visión de Fury en el suelo la paró en seco. Continuaba en su forma humana,
desnudo con ambas manos atadas en un ángulo extraño detrás de su espalda. Otra soga
mantenía sus piernas atadas. Estaba cubierto de moretones y cortes al punto que apenas
podía reconocerlo.
El hecho que estuviera herido y en su forma humana debía ser agonizante para él.
cada vez que lo lastimaban, ellos revertían su forma natural. Para ella era la humana, para
Fury…
Él era un lobo.
Tratando de mantener eso en mente, se arrodilló a su lado.
Él gruñó amenazadoramente hasta que levantó la mirada para encontrar la de ella. El
dolor y el tormento en aquellos ojos turquesa la hicieron estremecer. Y mientras ella bajaba
la mirada, vio la cicatriz en su pecho. La herida donde lo había apuñalado.
La culpa la rasgó por algo que nunca debió haber hecho.
—¿Por qué no simplemente terminas el trabajo?—dijo él, su tono hostil y mortal.
—No queremos hacerte daño.
Él rió amargamente.
—Mis heridas y la diversión que veo en sus ojos cuando me las hacen me cuentan
una historia diferente.
Ella apartó el cabello de su frente para ver el vicioso corte a lo largo de su ceja. La
sangre manaba de su nariz y labios. —Lo siento.
—Todos lo sentimos por algo. ¿Por qué no eres por una vez un animal y simplemente
me matas? —La miró fijamente. —Deberías poder también. No voy a decirte una mierda.
—Necesitamos saber que sucedió con el león.
—Vete al infierno.
—Fury…
—No te atrevas a usar mi nombre. No soy sino un animal para todos vosotros.
Créeme, me lo dejaron más que claro hace cuatrocientos años cuando me golpearon hasta
la muerte y luego me arrojaron para morir.
—Fury…
Él le ladró como un lobo.
—¿Podrías detenerte?—. Él continuó haciendo sonidos de lobo. Ella suspiró,
sacudiendo su cabeza. —Con razón no dejan de golpearte.
Desnudando sus dientes en una verdadera forma canina, él gruñó, luego ladró. No
había nada humano en el sonido o en su comportamiento.
Angelia retrocedió.
En un momento estuvo alejada de él. Fury cayó en el piso y dejó de hacer sonido
alguno. Yacía completamente quieto.
¿Estaba muerto?
No, su pecho aún se movía. También podía oír su desmayada respiración. Mientras
lo observaba, sus pensamientos se volvieron hacia el pasado. Al joven de quien una vez
había sido amiga. Aún cuando él era cuatro años más joven que ella, había algo en él que
la había conmovido.
Donde Dare había sido siempre arrogante y mandón, Fury había mostrado una
vulnerabilidad que la había hecho ser protectora con él. Más que eso, nunca la había
tratado como a una inferior. Él había sido su compañero y confidente.
Yo seré tu familia, Lia. Esas palabras la perseguían. Ese había sido el voto de Fury
cuando se enteró que su familia había sido asesinada por los Katagaria, por su propio
padre de manada. Nunca dejaré que los lobos te lastimen. Te lo juro.
Y así había estado toda la mañana mientras lo torturaban despiadadamente.
Es nada comparado con lo que le hiciste la última vez que lo viste.
Era verdad. Ella no había estado para él, entonces tampoco. Y ellos lo habían
golpeado mucho peor que esto.
—Fury—trató de nuevo. —Dime lo que necesitamos saber y te prometo que esto se
detendrá.
Él levantó la cabeza para clavarle una furiosa mirada.
—Yo no traiciono a mis amigos.
—No te atrevas a decirme eso. Estaba protegiendo a mi gente cuando te ataqué.
Él dejó escapar un resoplo de incredulidad.
—Por lo más grande, ellos eran mi gente, también.
Ella negó con su cabeza.
—Tú no tienes gente. Eres un animal.
Él torció sus labios en una mueca cruel.
—Bebé, desátame, y te mostraré cuánto de animal hay en el hombre que realmente
soy. Créeme. Él es mucho más cruel de lo que lo es el lobo.
—Te lo dije— exclamó Oscar mientras se les unía en la tienda. Él inclinó la roja y
ardiente punta de la barra hacia el dosel.
—Deberías irte. El desagradable olor de la carne quemada podría ser demasiado para
tu nariz.
Ella vio el pánico en los ojos de Fury mientras trataba de alejarse con rapidez de ellos.
Oscar lo agarró del cabello y lo trajo de regreso. Fury lo pateó, pero no era mucho lo
que podía hacer dado lo atado que estaba. Aún así peleó con un coraje que era admirable.
—Fuera— dijo Dare mientras entraba a la tienda.
Mientas se encaminaba hacia el dosel, Fury dejó escapar un aullido tan feroz y lleno
de dolor que le hizo pedazos el alma. Girando, vio a Oscar que dejaba caer la barra a
través de la cadera izquierda que se quemaba con un olor nauseabundo.
Correcto o equivocado, ella no podía dejar que siguieran haciéndole eso.
Empujó a Dare de su camino, luego pateó a Oscar en la espalda alejándolo de Fury.
Antes que pudieran recuperarse, se arrodilló junto a Fury y posó su mano en su hombro.
Usando sus poderes, los llevó fuera de la tienda, moviéndolos lejos, dentro del pantano
donde habían acampado. Dado que no conocía bien el área, fue el lugar más seguro a
donde pudo llevarlo.
Cuando su mirada encontró la de ella, no había gratitud ahí. Sólo ira y una aguda
amenaza que la pinchaba —¿Y ahora qué vas a hacer? ¿Dejarme aquí para que los
cocodrilos me coman?
—Debería—. En vez de eso, manifestó un cuchillo con el que cortó las sogas que
ataban sus manos.
Fury estaba aturdido por sus acciones.
—¿Por qué me estás ayudando?
—No lo sé. Aparentemente estoy teniendo un momento de extrema estupidez.
Él limpió la sangre de su cara al tiempo que ella cortaba las sogas de sus pies.
—Desearía que tu estupidez te hubiera pateado antes.
Ella se detuvo ante la visión de la cruda quemadura en su cadera, donde el chacal
había apoyado la barra. Tenía que estarlo matando.
—Lo siento.
Fury se abalanzó hacia el collar en su garganta y lo haló para liberarse.
Angelia jadeó ante la acción. Nadie debería ser capaz de remover su collar. Nadie.
—¿Cómo lo hiciste?
Él curvó su labio ante ella.
—Puedo hacer muchas cosas cuando no estoy en shock.
Ella empezó a moverse, pero antes que pudiera, él cerró el collar alrededor de su
garganta. Sacudiéndose, ella trató de usar sus poderes ya sea para atacarlo o removerlo.
Fue inútil.
—¡Te salvé!
—Jódete —le espetó él. —Yo no debería haber estado ahí si ustedes dos no me
hubieran asaltado anoche. Tienes suerte que no te devuelva el favor por lo que me hiciste.
Un crudo pánico la recorrió cuando se dio cuenta que él podría hacer lo que quisiera
con ella y no tendría el poder de detenerlo.
—¿Qué es lo que vas a hacer?
No había piedad en su expresión. Ningún perdón.
—Debería arrancarte la garganta. Pero afortunadamente para ti, soy sólo un tonto
animal y matar por venganza no está en mi naturaleza—. Ajustó el agarre de su brazo. —
Matar por protegerme y a los de mi manada es otra historia. Harías bien en recordar eso.
Mientras abría su boca para responder, Fury los transportó fuera del pantano hasta
dentro de la gran casa Victoriana de su hermano Vane.
La compañera de Vane se encontraba en la sala, de pie junto al sofá donde su hijo
tomaba la siesta. Alta y curvilínea, con cabello corto y cobrizo oscuro, Bride era una de las
pocas personas en las que Fury realmente confiaba. Ella dejó escapar un casi aullido de
lobo, antes de girar y darles la espalda.
—Por todos los santos, Fury, adviérteme si vas a saltar aquí desnudo.
—Lo siento, Bride— dijo él tratando de mantener su enfoque. Pero se estaba haciendo
difícil debido a sus heridas.
—¿Qué te ha pasado a ti?
Miró sobre su hombro para ver a Vane de pie en la puerta. Él quería contestar pero la
pérdida de sus poderes combinada con las heridas, era más de lo que podía soportar. Sus
oídos zumbaban. Lo siguiente que supo fue que era lobo de nuevo y el cansancio lo estaba
sobrepasando.
No la dejes escapar y no le saques el collar, se proyectó a Vane antes que la oscuridad
lo asolara otra vez.
Angelia se alejó de un salto de Fury en su forma de lobo. Dándose cuenta que estaba
inconsciente, empezó a caminar hacia la puerta sólo para encontrar a un hombre que
mostraba una atemorizante semblanza con Dare. Este tipo, sin embargo, era más
intimidante y más guapo.
—Necesito irme.
Miró sobre ella a la mujer junto al sofá.
—Bride, toma al bebé y ve para arriba. Aunque su tono era de orden, era también
gentil y protector.
Ella escuchó a la mujer irse sin ningún cuestionamiento.
Tan pronto como se fue, él entrecerró esos peculiares ojos avellana sobre ella, que
eran más de lobo que de humano.
—¿Qué estás haciendo aquí y qué le sucedió a mi hermano?
Ella agachó la cabeza ante su pregunta. Su olor… era inequívoco.
—Eres Arcadiano. Un Centinela como yo—. Pero a diferencia de ella, él escogió
esconder las marcas en su cara que los designaban como uno de su rara y sagrada clase.
Él torció sus labios.
—No soy nada como tú. Mi lealtad es para los Katagaria y para con mi hermano. Él
me dijo que te mantuviera aquí y eso es lo que haré.
La ira la recorrió. Ella no tenía intenciones de permanecer ahí.
—Debo volver a mi patria.
Él negó con la cabeza, su cara mostraba su determinación.
—Tú eres parte de la patria de mi madre, lo cual te hace mi enemiga mortal. No te
irás hasta que Fury lo permita—. Él pasó junto a ella hasta donde Fury yacía en el suelo.
Ella estaba aturdida ante sus acciones.
—¿Me estás secuestrando?
Sin esfuerzo, él alzó a Fury del piso. Tarea nada pequeña considerando el tamaño del
lobo.
—Mi madre secuestró a mi compañera y se la llevó a la Inglaterra medieval donde los
miembros masculinos de tu patria trataron de violarla. Sé agradecida que no te devuelva
el favor.
Esas palabras particularmente similares a las de Fury, le hicieron correr escalofríos en
su piel.
—Sólo quiero ir a casa.
—Aquí estás segura. Nadie va a lastimarte… a menos que trates de escapar—. Él giró
y subió las mismas escaleras que la mujer había tomado unos minutos antes.
Angelia lo observó hasta que estuvo fuera de su vista. Entonces corrió hacia la puerta
principal. Sólo había recorrido tres pasos antes que cuatro lobos se aparecieron frente a
ella. Desnudando sus dientes e impulsándose, le bloquearon el camino.
Katagaria.
Lo podía adivinar por su olor. Ese aroma de lobo mezclado con humano y magia. Era
de día, lo que significaba que era difícil para ellos aparecer humanos. No imposible, pero
dificultoso, especialmente si eran jóvenes o inexperimentados.
Trató de seguir adelante, pero los lobos lo previnieron.
—Haz lo que Vane te dijo.
Ella giró y se congeló por la conmoción. En su forma humana, este hombre lobo se
veía lo bastante parecido a Dare como para ser su gemelo.
—¿Quién eres tú?
—Fang Kattalakis, y más vale que le reces a cualquier dios que adores para que a
Fury no le suceda nada. Mi hermano muere y yo tendré tu garganta—. Él miró a los lobos
a su alrededor. —Manténgala vigilada—. Luego regresó a su forma de lobo y corrió por
las escaleras.
Angelia retrocedió lentamente hacia la sala. Encontrando con la mirada otra puerta
de salida, se encaminó hacia ella sólo para encontrar más lobos frente a ella.
El miedo se deslizó por ella al tiempo que recordaba ser una niña indefensa mientras
los lobos destruían a su madre. Una y otra vez escuchaba los gritos y revivía la pesadilla
de ellos desgarrando a sus padres en pedazos. Trató de hacer explotar a los lobos delante
de ella, pero el collar volvía todos sus poderes inútiles.
Estaba ante su merced.
—Retroceded— exclamó ella, lanzando una lámpara a uno de ellos. Los otros
aullaron y ladraron, cercándola. Ella no podía respirar, el pánico la inundó ¡La iban a
matar!
Vane quiso sangre cuando vio las profundas heridas en el cuerpo de Fury.
—¿Qué sucedió?
Se volvió para encontrar a Fang de pie en la puerta
—Al parecer los Arcadianos lo agarraron y se divirtieron con él.
Las fosas nasales de Fang se dilataron.
—Vi a una de sus perras abajo. ¿Quieres que la mate?
No.
Vane frunció el ceño al escuchar la voz de Fury en su cabeza. Fury abrió sus ojos y lo
miró.
¿Dónde está ella?
—Abajo. Dejé a la manada vigilándola—. Fury se volvió humano inmediatamente. —
No puedes hacer eso.
—¿Por qué?
—Sus padres fueron asesinados por nuestra manada. Destrozados frente a ella
cuando sólo tenía tres años. Debe estar aterrorizada.
Antes que Vane pudiera responder, Fury se desvaneció.
Angelia continuó balanceando la lámpara rota ante los lobos a medida que se iban
acercando. Aterrada, quiso gritar, pero el sonido estaba bloqueado en su garganta. Todo lo
que podía ver era sangre, y sentir el mismo horror que había sentido la noche en que sus
padres gritaban haciendo eco en su cabeza. No podía respirar o pensar.
La siguiente cosa que supo fue que alguien la había agarrado desde atrás. Giró,
tratando de golpear a su nuevo atacante, entonces se congeló cuando vio que era Fury en
su forma humana.
Con su toque gentil, tomó la lámpara de su mano y la dejó en el suelo. Su expresión
estoica, sus ojos tan blancos. —No dejaré que te lastimen— dijo él con un tono calmante.
—No he olvidado mi promesa.
Un sollozo salió muy profundo de su interior mientras la estrechaba contra él.
Fury maldijo por la manera en que temblaba entre sus brazos. Nunca había visto a
alguien que se estremeciera tanto y eso lo enojaba.
—Alejaos— les ladró a los otros. —Estais actuando como jodidos humanos—.
Enojado ante su crueldad, la dirigió hacia las escaleras.
—No necesitaba tu ayuda— le soltó ella.
Pero él notó que no se alejaba.
—Créeme, estoy bastante familiarizado con tu buena disposición para apuñalar y
matar a sangre fría.
Angelia trastabilló ante esas frías palabras que fueron sugeridas con una bien
merecida hostilidad. Era cierto. Él había estado desarmado cuando ella lo atacó y lo dejó
con su familia y su brutalidad.
Vergüenza y horror la llenaron
—¿Por qué me salvaste ahora?
—Soy un perro, ¿recuerdas? Somos leales incluso cuando es estúpido.
Ella sacudió su cabeza con contradicción.
—Eres un lobo.
—Lo mismo piensa el resto de la gente—. Se detuvo ante una puerta y golpeó. Una
voz amable dijo que entraran.
Fury abrió la puerta y la empujó dentro.
—Soy yo, Bride. Aún estoy desnudo así que me quedaré afuera. Esta el Angelia. Ella
no les tiene mucho cariño a los lobos así que pensé que querría quedarse contigo… ¿si está
bien para ti?
Bride se levantó de la mecedora mientras acunaba a un dormido infante en sus
brazos.
—¿Estás bien, Fury?
Angelia vio la fatiga en su rostro y sólo podía imaginar lo mucho que debía estar
sufriendo. Aún así, él había ido por ella…
Era sorprendente.
—Sip— dijo en un tono tenso— pero en realidad necesito acostarme y descansar por
un rato.
—Ve a dormir, querido.
Fury se detuvo y miró a Angelia con una feroz hostilidad, tan potente, que los
escalofríos le llegaron al alma.
—Tú la lastimas, le lanzas siquiera una mala mirada que hiera sus sentimientos y que
me agarren, que te masacraré como carne de ayer y ningún poder, ni tuyo ni de otros,
podrán salvarte. ¿Me has entendido?
Ella asintió.
—No estoy bromeando— le advirtió de nuevo.
—Sé que no.
Él inclinó su cabeza hacia ella antes de cerrar la puerta.
Angelia giró para encontrar a Bride cerrando la distancia entre ellas. Sin una palabra
y aún sosteniendo al infante, Bride pasó junto a ella y abrió la puerta. Fury estaba de
vuelta en su forma de lobo, yaciendo en el pasillo donde debió haber colapsado tan pronto
cerró la puerta.
Con preocupada expresión, Bride se arrodilló en el piso y enterró una mano en la
blanca piel. —¿Vane?
Él se apareció en el pasillo junto a ella.
—¿Qué diablos hace él aquí? Lo estaba buscando abajo.
—Quería que vigilara a Angelia.
Vane miró hacia ella y le dirigió una arisca mirada.
—¿Por qué?
—Él dijo que estaba asustada y que quería que se quedara conmigo. ¿Qué está
pasando?
La cara de Vane se suavizó mientras observaba a su compañera. El amor que él sentía
por ella era tan obvio que conmovió el corazón de Angelia. Ningún hombre la había
mirado alguna vez con esa clase de ternura.
Él apartó un mechón de cabello de su rostro antes de posar la mano en el cabello
negro del infante dormido. —No estoy seguro, bebé. Fury siempre habla más contigo que
conmigo.
Él regresó la mirada a Angelia.y la volvió letal y fría.
—Te lo advierto. Si algo les pasa a mi compañera o a mi hijo, te cazaremos y
destrozaremos en tantas piezas que nunca te encontrarán toda.
Angelia se puso rígida.
—No soy un animal. No hago presa de la familia de las personas para vengarme.
Vane se mofó.
—Ah, chica, créeme. Los animales no asesinan o atacan por venganza. Eso es
puramente humano. Así que en este caso, actúa como un animal y protégela a ella con tu
vida. Porque eso es lo que voy a tomar si ella resulta con un corte de papel en tu presencia.
Angelia le devolvió la mirada con una de las suyas. Si él pensaba atacarla, se iba a
enterar que ella no era ninguna debilucha. Era una guerrera entrenada y no bajaría la
guardia sin una lucha brutal.
—Sabes, realmente me estoy cansando de ser amenazada por todo el mundo.
—No son amenazas. Sólo un hecho declarado.
Angelia lo miró fijamente, deseando ir por su garganta. Si sólo no estuviera usando el
collar.
—Ya está bien, gente— dijo Bride. —Suficiente. Tú— le dijo a Vane— lleva a Fury a la
cama y cuídalo—. Se puso de pie y se dirigió a Angelia. —Tú, sígueme y te prometo que
no te amenazaré a menos que hagas algo que lo amerite.
Vane rió bajo en su garganta.
—Y ten en cuenta que aunque ella es humana, persiguió a mi madre y la enjauló. No
dejes que su humanidad te engañe. Ella puede ser tan maliciosa como la que más.
Bride le lanzó un beso al aire mientras acunaba la cabeza de su hijo con la otra.
—Sólo cuando estoy protegiéndote a ti y a Bebé Boo, querido. Ahora mete a
Fuzzhead2 en la cama. Nosotras estaremos bien.
Angelia dio un paso atrás para permitir a Bride dirigir el camino de vuelta al cuarto
de niños. Las paredes eran de un pálido azul celeste, decoradas con ositos de peluche y
estrellas. Puso al infante en la cuna que combinaba en blanco y azul antes de cambiarlo de
lado.
Sintiéndose incómoda, Angelia cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Qué edad tiene tu hijo?
—Dos años. Ya sé que debería sacarlo de la cuna, pero es un dormilón kinético y no
estoy lista para que se caiga de la cama aún. Tonto, ¿eh?
Ella dibujó una sonrisa por la preocupación de Bride.
—Proteger a tu familia nunca es tonto.
—No, no lo es—. Bride suspiró mientras rozaba el oscuro cabello del bebé con una
mano. Volviéndose, enfrentó a Angelia. —Así que, ¿quieres decirme que está pasando?
Angelia se debatió en las razones de eso. Decirle que había ayudado a secuestrar a
Fury y que luego se había quedado sin hacer nada mientras dos de su tessera lo torturaban
despiadadamente, no parecía un acto de inteligencia que ganara el premio mayor.
Más parecía un suicidio dada la naturaleza de esa “gente”.
—No estoy segura de cómo contestar eso.
Bride entrecerró la mirada.
—Entonces tú debes ser una de esos que lo lastimaron.
—No— dijo ella indignadamente. —Yo no lo torturé. Nunca le haría eso a nadie.
Bride amartilló su cabeza suspicazmente.
2 Fuzz es pelusa, sería como cabeza de pelusa. N. de la Traductora novatísima
—Pero dejaste que sucediera.
Ella era más lista de lo que Angelia quería.
—Yo los detuve.
—¿Después de cuánto? Fury estaba en muy mal estado y yo sé cuánto daño puede
aguantar y aún así levantarse y pelear. Para desmayarse así como lo hizo… alguien lo
golpeó por mucho rato.
Angelia miró a lo lejos, avergonzada. Esto en realidad le hizo más daño en un nivel
más profundo de lo que hubiera pensado posible que si no hubiera intervenido antes.
¿Qué clase de persona se queda sin hacer nada mientras están brutalizando a otra? Sobre
todo a una a quien llamó una vez amigo.
Así que, dos veces en su vida había permitido que Fury casi muriera y no había
hecho nada para protegerlo.
No era mejor que los animales a los que odiaba y esa era una parte de ella que
despreciaba incluso más.
—No estoy orgullosa de ello, está bien. Debí haber hecho algo antes y lo sé. Pero
realmente les impedí hacerle algo más.
—Estás racionalizando tu crueldad.
Angelia apretó los dientes.
—No estoy racionalizando nada. Honestamente, sólo quiero irme a casa. No me gusta
este período de tiempo y no me gusta estar aquí con mis enemigos.
Bride no le dio ninguna escapatoria.
—Y a mí no me gusta lo que han hecho con Fury, pero hasta que sepa más sobre el
asunto, no somos enemigos. La hostilidad en este punto viene sólo de ti. Le dije a Fury que
velaría tu compañía y es lo que hago. No hay enemistad aquí.
Angelia cortó una intensa mirada hacia la mujer y su tono condescendiente.
—No tienes idea de lo que se siente.
—Ah, espera…— dijo Bride con una sarcástica risa. —Yo estaba metida en mis
propios asuntos cuando Bryani envió un demonio a secuestrarme aquí en mi tiempo y
llevarme a una villa en la Inglaterra medieval, esto fue cuando yo ni tenía idea que estas
cosas fueran posibles. Una vez allí, todos con quienes entré en contacto me amenazaron
cuando yo no había hecho absolutamente a nada a ninguno, nunca. Y eso incluía a Dare
Kattalakis. Entonces los machos de su patria intentaron violarme por ninguna otra razón
que la de estar emparejada con Vane… Ah, espera, ¿qué estoy diciendo? Aún no habíamos
llegado al ritual del emparejamiento. Ellos estaban dispuestos a atacarme por nada más
que llevar su marca. Así que, creo que tengo una pequeña idea de lo que estás sintiendo
aquí. Y en nuestra defensa, tú no has sido maltratada.
Angelia puso más distancia entre ellas. Lo que Bride describía había sido hacía cuatro
años. Y aunque no había participado en ello, sabía por los otros el mucho daño que habían
intentado infligir a la mujer ante ella y eso la enfermaba, también.
—No estaba ahí cuando te hicieron eso. Yo estaba de patrulla. Sólo supe de ello
después.
—Bueno, bien por ti. Fue extremadamente traumático para mí. Y a diferencia de tu
gente, puedo asegurarte que ningún lobo en esta casa te atacará a menos que lo provoques
con algo que tú hagas en su contra.
Angelia se burló ante su arrogancia y falta de refinamiento.
—Tú eres humana. ¿Cómo puedes confiar tu vida a animales? ¿No entiendes lo
salvajes que son?
Bride se encogió de hombros.
—Mi padre es veterinario. Fui criada alrededor de todo tipo de animales, salvajes y
mansos, emplumados, peludos, pequeños y otros. Y honestamente, los encuentro mucho
más predecibles que cualquier humano. No apuñalan por detrás, no mienten o traicionan.
En toda mi vida nunca ha habido un animal que lastimara mis sentimientos o me hiciera
llorar por algo que hizo.
—Considérate afortunada—dijo Angelia con aire despectivo —Yo vi a mi familia
entera mientras eran comidos vivos por la misma manada de animales que tienes abajo en
tu casa con tu hijo. La sangre de mis padres fluía de sus cuerpos a través de las losas del
piso y me goteó mientras estaba recostada aterrorizada de ser destrozadas por ellos.
Ella miró a la cuna donde el hijo de Bride descansaba en paz, inconsciente del peligro
en el que estaba debido a la estupidez de su madre. —Sólo era un año mayor que tu hijo
cuando pasó. Mis padre dieron sus vidas por la mía y yo observé mientras la daban.
Entonces tendrás que perdonarme si es duro para mí pensar bien de cualquier animal
excepto de aquellos que están muertos o enjaulados.
—Realmente te hace pensar que hicieron los animales para ser provocados, ¿no?
Angelia se giró ante el sonido de la baja y profunda voz que sonó como el trueno y
mandó escalofríos a su cuerpo. Colocándose cabeza y hombros sobre ella, este hombre
tenía una mala actitud, tan feroz que se despedía por cada poro de su piel.
Vestido todo de negro, usaba jeans, botas de motociclista Harley y una camisa de
manga corta que mostraba un cuerpo masculino perfecto. Él llevaba un pendiente de plata
en forma de espada larga en su lóbulo izquierdo con un mango hecho de un cráneo y
huesos cruzados.
Mientras él escaneaba su cuerpo, sus labios estaban torcidos en una mueca sarcástica
que lo hacía más ominoso con su pequeña barba de chivo negra. Cabello lacio y negro que
alcanzaba sus hombros estaba peinado hacia atrás de un par de brillantes ojos azules.
Su comportamiento rudo y letal, le recordó a un asesino a sangre fría. Y cuando miró
hacia ella le dio el presentimiento de que la estaba midiendo para un ataúd.
Su corazón latiendo desenfrenado, lanzó una mirada hacia su mano izquierda. Cada
dedo, incluyendo el pulgar, estaba cubierto con una garra de plata articulada y ribeteada
con una punta tan afilada que era obviamente su arma de elección. Este hombre le gustaba
caer bajo y sucio con sus asesinatos.
Llamarlo psicótico sería un paso adelante para él.
Instintivamente, ella se retiró tres pasos.
Bride rió con un sonido feliz mientras lo veía, a pesar del hecho que él obviamente no
estaba bien de la cabeza y que era una amenaza incluso mayor que los lobos de abajo.
— Z... ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Él apartó esos fríos ojos lejos de ella y se concentró en Bride.
—Astrid desea que cuide a Sasha. Aparentemente algo malo sucedió en el Santuario
la noche pasada y está preocupada por su seguridad.
Los ojos de Bride se abrieron. —¿Entonces, qué sabes?
Él lanzó una mirada suspicaz hacia Angelia que hizo que su sangre corriera fría.
—Algunos Arcadianos han encontrado la forma de atrapar a los Katagaria en sus
formas animales y despojarlos de su magia. Sasha dijo que aquellos responsables atacaron
a Fury y nadie lo ha visto desde entonces. Por consiguiente mi presencia no anunciada
aquí sin los compañeros de juego de Trace. Si Sasha está en peligro, Astrid está triste. Si
Astrid esta triste, mataré a cualquiera que la esté entristeciendo hasta que esté feliz de
nuevo. ¿Así que, donde está Fury?
De cualquier otro hombre, eso sonaría como una broma, pero Angelia no dudaba por
un instante que Z tuviera intenciones de llevar a cabo su amenaza.
Especialmente no por la manera en que estaba flexionando esas garras en su mano.
—Wow, Zarek— dijo Bride lentamente, sus ojos brillando con interés.
—Creo que ha sido la mayor cantidad de palabras que me has dicho durante
cualquier visita. Tal vez incluso con todas ellas combinadas. Estoy impresionada. Y por
Fury, pienso que él no es quien está molestando a Sasha, así que por favor, no lo mates. Lo
extrañaré si se va. Él está mal herido y se desmayó en cuanto llegó a casa.
Él soltó una maldición tan desagradable, que Angelia hasta se sonrojó.
Zarek entrecerró la mirada hacia ella.
—¿Qué hay de ella? ¿Ella sabe algo?—. El tono no era de pregunta. Era una innegable
intimidación.
Angelia se enderezó y tensó, lista para pelear si fuera necesario.
—Soy una Aristos. No creo que quieras meterte conmigo.
Él se mofó ante su audacia.
—Como si me importara una mierda. Soy un dios, bebé, así que en el gran esquema
de cosas, si yo quisiera arrancarte la cabeza y usarla como bola de boliche, no habría
muchos que pudieran detenerme y la mayoría de aquellos que podrían estarían muy
temerosos de siquiera intentarlo.
Ella tuvo la sensación que él no estaba alardeando.
—Zarek— dijo Bride con un tono de reproche. —No creo que torturándola obtendrás
la información que deseas.
Una lenta y siniestra sonrisa curvó sus hermosos labios.
—Sip, pero podría ser divertido. Yo digo que intentemos y veamos—. Dio un paso
adelante.
Bride se plantó delante de él.
—Yo sé que quieres complacer a tu esposa y puedo seriamente apreciar eso. Pero le
dije a Fury que ella estaría segura. Por favor, no me conviertas en una mentirosa, Z.
Él gruño por lo bajo y por primera vez Angelia respetó a Bride, quien no retrocedió
de su agresivo escrutinio.
—Bien, Bride. Pero quiero saber qué está pasando, y si voy a permanecer aquí por
largo tiempo sin mi esposa ni mi hijo… sólo digamos que no será bueno para ninguno de
ustedes. ¿Dónde está Vane?
—Con Fury. La primera puerta a la derecha.
Flexionó las garras antes de volverse y salir. Pensó en dar un portazo pero miró al
bebé que dormía y cambió de idea.
Cerró despacio.
—Gracias —dijo Angelia tan pronto como estuvieron solas.
—De nada.
Se pasó las manos por los brazos en un esfuerzo por disipar los escalofríos que su
presencia había dejado.
—¿Siempre es así?
Bride cubrió al niño con una mantita azul.
—Lo cierto es que me han dicho que ahora es más dulce de lo que solía ser. Cuando
Vane le conoció realmente era un suicida y un psicótico.
—¿Y crees que ha cambiado… cómo?
Bride sonrió.
—Buen punto, pero lo creas o no, cuando trae a su hijo a jugar con el mío la verdad es
que es muy tierno con los dos.
Eso sí que pagaría por verlo. No podía imaginarse a alguien tan loco siendo paternal
o tierno.
Sacándose a Zarek de la cabeza, Angelia se acercó a la ventana para mirar la calle. Era
tan distinto de su hogar. Pero sabía que Dare y Oscar estarían buscándola. Dare era uno de
los mejores rastreadores de su patria. No debería tener ningún problema en localizarla y
traer refuerzos.
Que los dioses se apiadaran de esta manada cuando llegaran…
—Bueno… —dijo Bride dejando arrastrar un poco la voz. —¿Te importaría decirme
qué arma es esa que habéis inventado?
Angelia no dijo nada. El arma era ingeniosa y matarían por protegerla. Con ella,
habían probado que la humanidad estaba en el primer lugar de la cadena alimenticia.
Ninguno de los animales Katagarios habría sido capaz de diseñarla.
Era lo que podía proteger a su gente de los Katagarios por siempre.
—De verdad que hace que te preguntes qué fue lo que provocó a los animales, ¿verdad? —las
palabras de Z la obsesionaban. Lo cierto era que nunca antes lo había pensado. Todo lo
que había oído era que el ataque había sido no provocado e inmerecido.
No tenía razón para dudarlo.
Pero, ¿y si no había sido así?
—¿Por qué te atacó Bryani? —le preguntó a Bride.
—Aseguraba que estaba intentando salvarme de emparejarme con el monstruo de su
hijo. Personalmente, pienso que estaba un poquito chiflada.
Eso era un hecho indiscutible. Bryani había sido la hija de su líder. Como tal, todo el
mundo conocía su historia. Era la historia que todas las madres en su patria usaban para
asustar a los niños traviesos.
Dado lo que los Katagarios le habían hecho a la pobre mujer, era asombroso que aún
tuviera la poca cordura que tenía.
—La retuvieron en su guarida y la violaron repetidamente. ¿Lo sabías?
La expresión de Bride se tornó triste y comprensiva. Era obvio que la tragedia de
todo aquello no le era desconocida.
—Sólo la violó el padre de Vane, pero sí lo sabía. Vane me contó todo sobre su
familia.
—¿Y alguna vez te dijo por qué nos atacaron aquella noche?
Bride frunció el ceño.
—¿No lo sabes?
—Tenemos teorías. Pensamos que los lobos debían haber estado hambrientos y el
olor de nuestros alimentos les volvió unos asesinos rabiosos inclinados a beber nuestra
sangre. Pero no, nadie sabe por qué nos atacaron.
Bride estaba atónita por sus palabras. La expresión cambió de incredulidad a
disgusto. —Ah, sabían exactamente lo que hacían. Sólo que no quieren que nadie más lo
sepa. Los muy perros mentirosos…
Ahora era Angelia la que estaba desconcertada.
—¿De qué estás hablando?
Cuando Bride contestó, su tono estaba lleno de rabia y desdén.
—¿Ni un sólo macho de tu manada ha confesado nunca lo que hicieron?
—Fuimos víctimas inocentes.
—Sí, y yo soy el ratoncito Pérez. Créeme. El ataque fue provocado. —Bride meneó la
cabeza.
—Mira, sólo te diré que los Katagarios, por lo menos, admiten lo que hicieron. No
mienten para encubrirlo.
—Vale, sí sabes tanto, por favor ilumíname sobre lo que pasó.
—Vale. Los Katagarios tenían un grupo de hembras preñadas e incapaces de viajar.
—Aquello era corriente entre ambos, Arcadios y Katagarios. Una vez que la hembra
quedaba preñada no podía cambiar de forma ni utilizar sus poderes para teletransportarse
hasta que los niños o los cachorros hubieran nacido.
Bride cruzó los brazos sobre el pecho.
—Puesto que estaban en la Inglaterra medieval en el momento en que las hembras
concibieron, los machos llevaron a sus hembras a lo profundo del bosque, alejados de la
gente y de los pueblos para hacer segura la guarida. Llevaban allí varias semanas sin haber
tenido ningún problema. Y entonces, una noche, los machos salieron a cazar para
conseguir comida. Encontraron un ciervo y empezaron a perseguirlo cuando dos de los
machos cayeron en una trampa. El padre de Vane, Markus, cambió a forma humana para
ayudar a los dos que estaban atrapados y mientras se ocupaba de ellos se acercó un grupo
de machos Arcadios, los mismos que habían puesto las trampas. Markus intentó
explicarles que no querían hacerles ningún daño pero, antes de que pudiera hacerlo, los
Arcadios ejecutaron a los dos lobos que estaban en la trampa y empezaron a disparar
flechas a los demás. Como les superaban en número, la manada volvió a la guarida donde
se encontraron que la mayoría de sus mujeres y sus niños habían desparecido.
Angelia tragó con fuerza a sentir que un mal presentimiento la recorría.
—Los lobos siguieron el rastro de su olor hasta el campamento de Bryani donde
encontraron los restos de la mayoría de sus mujeres. Habían sido masacradas y sus pieles
colgaban ensartadas para que se curtieran. Había un puñado de cachorros todavía vivos,
pero enjaulados. Así que los lobos esperaron a que cayera la noche… Al ocaso un grupo de
Katagarios atrajeron a los machos Arcadios fuera del campamento para que el resto
pudiera entrar y liberar a las mujeres y niños que quedaban. El padre de Bryani y algunos
otros les atacaron y fue cuando ocurrió la brutal lucha que recuerdas.
Angelia negó con la cabeza
—¡Mientes! Nos atacaron sin provocación. No había ninguna razón para lo que
hicieron. Ninguna.
—Corazón —dijo Bride con tono suave. —Ni tú ni yo sabemos la verdad. Sólo te
puedo decir los que la manada de Vane me contó. La verdad, yo les creo y por diferentes
razones. Primera, no tenían hembras de esa edad. Parece que alguien las había matado. Y
ahora cada macho de cuatrocientos años de edad de la manada protege como un loco a
cualquier hembra embarazada. Llevo cuatro años con los lobos y ni una sola vez los he
visto siendo agresivos contra nadie a menos que ello o la manada estuvieran amenazados.
Ni tampoco he visto mentir a ninguno de ellos. Por el contrario, son brutalmente sinceros.
Angelia se resistía a creerlo.
—Mi gente no atacaría a mujeres y niños.
—Intentaron atacarme a mí.
—Por represalias.
—¿Por qué razón? Vane no les había hecho ningún daño y por supuesto yo menos.
Ni un sólo macho de toda tu patria, incluyendo a tu líder, el abuelo de Vane, vino en mi
defensa. Ni uno. Pero deja que te diga. Si alguien o algo llega a esta casa y me amenaza, no
hay ni un sólo lobo ahí abajo que no diera su vida por protegerme. Y eso va también para
cualquier hembra de la manada.
El niño se despertó y empezó a llorar para que su madre le atendiera.
Bride la dejó para cogerle.
—Ya, Trace. Mamá está aquí.
El niño dejó caer la cabeza sobre su hombro y se restregó los ojos.
—¿Dónde está papi?
—Está con el tío Fury y el tío Z.
El niño se animó enseguida.
—¿Bobo juega con Trace?
Ella sonrió indulgente.
—No, cielo. Esta vez Bob no ha venido con el tío Z. Lo siento.
Hizo un puchero hasta que vio a Angelia. Entonces se puso tímido y enterró la cabeza
contra el hombro de Bride.
Bride le besó en la mejilla.
—Esta es Angelia, Trace. ¿Le dices hola?
La saludó con la mano sin levantar la cabeza.
A pesar de todo, Angelia estaba extrañamente encantada con el pequeño. Siempre le
habían gustado los niños y esperaba tener una camada propia algún día.
—Hola, Trace.
La miró desde la seguridad del hombro de su madre. Entonces le susurró al oído a su
madre mientras ella le frotaba la espalda con afecto. En ese momento, un recuerdo
reprimido la asaltó. Era algo en lo que no había pensado en siglos. Fury y varios otros
chicos se habían hecho daño trepando a un árbol. Los chicos que se habían despellejado las
manos y las rodillas habían corrido hacia sus madres para que les consolaran. Fury se
había roto un brazo. Llorando se fue hacia su madre también. Pero cuando llegó ante
Bryani, ella le apartó enfadada.
El tío de Angelia empezó a consolar a Fury.
Bryani le detuvo con un seco gruñido.
—No te atrevas a consolar a ese chico.
—Le duele.
—La vida es dolor y no hay alivio para ello. Cuanto antes lo acepte Fury, mejor
estará. Deja que aprenda pronto que el único del que puede depender es él mismo. Se ha
roto el brazo por estúpido. Deberá cuidárselo él solo.
Su tío estaba aterrado.
—Es sólo un niño.
—No. Es mi venganza y un día voy a soltarle contra su propio padre.
Angelia se estremeció ante el recuerdo. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Cierto que
Bryani nunca había sido una madre demasiado amorosa, entonces ¿por qué había
permanecido en su memoria este hecho más que cualquiera de las otras veces en que
Bryani no había querido consolar a sus hijos? Por eso Dare era tan frío con todos los que
había a su alrededor. Se había pasado la vida intentando ganarse el respeto de su madre.
Y eso era lo último que les hubiera dado a sus hijos.
—¿Sienta bien que le abracen a uno?
Todavía podía oír el tono desconcertado de Fury cuando se lo preguntó. Era su
catorce cumpleaños y su tío la había abrazado antes de dejarla salir a jugar con Fury.
—Te han abrazado, Fury.
Él negó con la cabeza.
—No. Al menos, no que yo recuerde.
Intentó recordar alguna vez en que alguien le hubiera abrazado, pero en honor a sus
palabras, no podía recordar ni una sola vez. Con el corazón destrozado, puso los brazos a
su alrededor y le dio su primer abrazo.
En vez de abrazarla, se quedo quieto con los brazos colgando a los lados. Tieso.
Inmóvil. Sin respirar siquiera. Era como si temiera que si se movía le haría daño o le
abandonaría.
—¿Y? —preguntó cuando le soltó.
—Hueles muy bien.
Ella sonrió.
—Pero, ¿te ha gustado el abrazo?
Entonces se acercó a ella, frotando la cabeza contra su hombro de una forma muy
lobuna hasta que le envolvió en sus brazos otra vez. Sólo entonces dejó de moverse. —Me
gustan tus abrazos, Lia. —Y se alejó de ella corriendo y se escondió durante tres días.
Nunca volvió a dejarla abrazarle o tocarle otra vez.
Incluso con la cantidad de secretos que compartían. Ni siquiera cuando lloraba.
Nunca la tocó. Sólo le tendía un paño para que se enjugara los ojos y la escuchaba hasta
que se sentía mejor. Pero nunca se acercó lo bastante como para tocarla otra vez.
Hasta hoy, cuando la protegió de los otros lobos.
¿Por qué lo habría hecho?
No tenía sentido. Era un animal. Desagradable. Brutal. Violento. No tenían ni un
punto a su favor. Y aún así, no podía sacarse de la cabeza las imágenes de su pasado. Las
veces en que Fury, un animal, había estado más cerca de ella que ningún otro.
—¡Soy una Centinela, Fury! —había descubierto las marcas al despertarse y se había
deslizado a hurtadillas fuera de la cabaña al amanecer y se había encontrado a Fury en la
orilla del arroyo donde había ido a dormir. Era una costumbre extraña que en aquel
entonces no había comprendido. Sólo después supo que dormía allí porque era un lobo y
temía que su familia se enterara de su secreto.
La sonrió con una sonrisa franca. Al contrario que los otros machos de su patria, que
se pusieron celosos cuando supieron que había sido elegida, Fury estaba genuinamente
contento por ella.
—¿Se lo has dicho a tu tío?
—Todavía no. Quería que tú fueras el primero en saberlo. —Ladeó la cabeza para
enseñarle las débiles marcas que todavía no estaban completamente formadas.
—¿Crees que estaré guapa cuando las líneas se rellenen?
—Eres la wolfswan más bonita del lugar. ¿Cómo podría ser de otro modo con las
marcas?
Se acercó a abrazarle pero se alejó antes de que lo hiciera.
Aunque se decía a sí misma que no era más que un animal, la verdad era que le
amaba. Y le había echado de menos terriblemente.
Y ahora había vuelto.
Y nada había cambiado. Todavía era un animal y ella estaba aquí para matarle o
mutilarle de manera que no pudiera ser capaz de herir a otro ser humano nunca más.
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