jueves, 23 de febrero de 2012

OSN cap 12

Stryker no podía respirar cuando vio una cara que había relegado a sus recuerdos.
Etérea y pálida, Tannis era tan bella como lo había sido su madre. El pelo rubio
blanquecino enmarcaba una cara que era perfecta y frágil.
Inconscientemente dio un paso hacia ella.
Ash lo cogió por el brazo y tiró de él para detenerlo.
—Es un truco.
Nick sacudió la cabeza mientras miraba al frente.
—¿Mamá?
Ash dejó ir a Stryker para sujetar a Nick. Furioso, el hombre gruñó dándose la
vuelta y se movió soltándose de un tirón. Ash se tambaleó, entonces volvió a
recuperarlo.
—Contente Nick... War está jugando con nuestras emociones.
—¿Por qué me dejaste morir, Acheron?
Ash se dejó ir completamente cuando oyó la voz de Ryssa hablando el impecable
griego de su niñez.
Su pálido pelo estaba recogido en lazos azules que hacían juego con el antiguo
vestido griego que llevaba... el mismo vestido que había estado llevando la noche en
que los soldados Apolitas la habían destrozado y acabado con su vida.
—Te llamé pidiendo ayuda, akribos, pero no me respondiste. Nunca viniste.
La culpa lo trituraba. Forzó su agarre sobre la camiseta de Nick, necesitando la
estabilidad de su viejo amigo para mantener su resolución.
—No eres real —gruñó él.
Ella se adelantó a tocarle con una mano tan cálida que desmentía la palidez de su
vacía forma.
—Todavía eres el niño que cogía rayos de sol en sus manos, ¿verdad? Ven
conmigo, Acheron. Yo puedo mantenerte a salvo de este mundo que no quiere formar
parte de ti.
Amargo dolor y pérdida se mezclaban en su interior con cada parte de su ser que
quería ir con Ryssa y dejar que lo consolara. Ya no era un dios de poder infinito. Esa
caricia lo había reducido al niño que sólo había querido sentir el consuelo de un
contacto cariñoso. El niño que había adorado a su hermana mayor…
—¿Nicky?
Ash parpadeó ante el sonido de la voz de Cherise. Las lágrimas brillaban en los
ojos de Nick, pero para su crédito, evitaba dejarlas caer.
Vestida con el mismo vestido crema con que la habían enterrado, Cherise
permanecía quieta en la oscuridad. Su rostro no mostraba la violencia que había
terminado con su vida. Ella se veía tan real y completa como la última vez que Ash la
había visto esperando a Nick para volver a casa del trabajo.
—Ven a tu mamá, Cher. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que sostuve
a mi niño.
—¿Papá? ¿Eres tú? Estoy asustada, Papá. No entiendo que me está sucediendo. Por
favor, ayúdame.
Stryker sacudió la cabeza para aclarársela cuando cada instinto paternal que tenía
le exigía que consolara a su hija. Esa era la niña que había sostenido en brazos y
arrullado al dormir. La mujer cuya mano había sostenido mientras gritaba por piedad
todo el día hasta que su cuerpo se descompuso en ceniza.
Ella corrió hacia él.
—¿Papá?
Gruñendo, la esquivó y se alejó de ella. Esta se le quedó mirando confundida.
—¿Son reales? —preguntó a Acheron.
Ash todavía estaba sosteniendo a Nick.
—No lo sé.
Cherise tocó el brazo de Ash.
—Por supuesto que soy real, cher. No juegues conmigo de esa manera —ella le
chasqueó a Ash—. Estás todavía demasiado delgado, chico. Necesitas algo de mi
picadillo de carne para que te hagan engordar.
—¿Mamá? —Nick se soltó de Ash de modo que pudiera rodearla con sus brazos. En
el momento en que lo hizo, ella gritó en agonía y se desvaneció en el viento.
—¿Akribos? —dijo Ryssa cuando se aproximaba lentamente a Ash—. ¿Por qué
duele ahora? Entonces ella también gritó.
Los gritos de Tannis se unieron a los de ella cuando se dejó caer de rodillas y se
cubrió los oídos con las manos.
—¿Qué está sucediendo? —Nick se veía tan aturdido como se sentía Stryker.
Sin responder, Stryker corrió hacia Tannis para ayudarla, pero se desvaneció
antes de que pudiera alcanzarla.
Amargas risas hicieron eco a su alrededor.
—Creéis que sólo retengo a Menyara y Medea, ¿verdad?
Stryker curvó los labios cuando War se materializó delante de ellos.
—¿Qué es eso?
—Es… el carnicero que le dice a las ovejas que se postren a sus pies —él extendió
la mano y Ker apareció a su lado con sus alas plegadas mientras les sonreía con sorna.
—Creo, tíos, que habéis olvidado que Ker es la diosa de la crueldad y la muerte
violenta. Todas vuestras mujeres murieron horriblemente...
—Y están sujetas a ella —maldijo Ash—. Eso es por lo que querías que nos
encontráramos aquí. Ker es una diosa griega y no puede tocarlas excepto en un
cementerio, donde el umbral entre este reino y donde está su lugar de descanso final es
un canal abierto —él miró a Nick—. Ella ha sacado sus almas y las retiene.
Stryker se resistía a la urgencia de soltar un “Te lo dije”.
—¿Qué es lo que quieres? —Le preguntó a War.
Una irónica risa se burló de ellos.
—Simple. Realmente. Vuestras vidas.
Stryker le devolvió la mirada con una propia.
—Y tú las liberarás.
—Por supuesto.
Los tres sacudieron la cabeza. Lo conocían mejor que eso. Stryker encontró la
mirada de Ash, después la de Nick. Vio la misma determinación en sus ojos que estaba
seguro había en los suyos. Tan dolorosamente como fuera. No estaban aquí para luchar
por los muertos. Estaban allí para luchar por los vivos.
Inclinando la cabeza a Ash, Stryker extendió las manos y golpeó a War con todos
sus poderes. Ash se le unió.
—¡Kat! —gritó Ash convocando a los otros.
Ellos aparecieron inmediatamente.
War se rió cuando Ker se multiplicó y un brillante flash iluminó todo el
cementerio. El suelo bajo ellos se estremeció, haciéndolos a todos perder el equilibrio.
—¡Stryker! —Ash le disparó una ráfaga.
Instintivamente, él rodó fuera del camino, pensando que Ash había intentado
golpearle. Fue solo después cuando se dio cuenta de que Ash estaba apuntando a un
demonio. Stryker se puso en pie y corrió hacia War.
No pudo. Las dos Keres lo cogieron por el pecho y lo lanzaron de espaldas al suelo.
Estaban siendo cazados por ellos. Abrumado, observó a Katra quien había sido
golpeada. Cuando se estiró para drenar a uno, aparecieron tres más.
Sintió que el color desaparecía de su piel cuando vio la misma revelación en la
cara de Ash que el mismo sentía.
No podían ganar con Ker en la lucha. Su habilidad para replicarse negaba
cualquier cosa que pudieran hacer. Los dioses griegos estaban rodeados. Ambos, Ash y
Nick, estaban echados sobre sí mismos tan golpeados como el mismo se sentía.
War se rió, su voz elevándose.
—Doblegaos ante mí y quizás os deje vivir... como mis esclavos.
Zephyra se levantó de la silla cuando vio la inminente muerte de Stryker.
—No —jadeó, su corazón latiendo apresuradamente. No podía perderle ahora. No
después de que acabara de aprender a amarlo de nuevo.
Ella alzó la mirada al techo cuando la rabia ardió a través de ella. Los dioses
habían jugado bastante con sus vidas.
—Zorras, mejor que saquéis las manos de encima de mi hombre —le gruñó a los
Destinos.
Tomada la decisión, fue a Apollymi para hacer la última cosa que había jurado que
no haría nunca… pedir un favor.
Tory paseó por la pequeña área en frente de la oficina de Savitar mientras Simi y
Xirena veían la televisión. Ella tenía un mal presentimiento del que no podía sacudirse.
Algo iba mal, lo sabía.
Una fisura pasó a través del corredor. Volviéndose, esperaba encontrar allí a
Acheron. En vez de eso, estaba una mujer que ni siquiera le llegaba a Tory a los
hombros. Tory dio un paso atrás, lista para pelear con ella.
—Relájate —le soltó ella—. Mi nombre es Zephyra y soy la esposa de Stryker.
Tory jadeo ante el sonido de la furiosa declaración.
—¿Por qué estás aquí?
—Nuestros hombres están a punto de morir y si tú eres la mitad de mujer, estoy
segura de que querrás ayudarme a salvarlos.
Ella tuvo un momento de vacilación cuando se dio cuenta de que esto podía muy
bien ser una trampa de Stryker. Pero la conducta de Zephyra era demasiado sincera y
había un temor en sus ojos que Tory estaba segura no podía ser fingido.
—Absolutamente.
—Entonces vamos —ella le tendió la mano.
Tory no vaciló en tomarla. Al momento siguiente, estaban otra vez en Nueva
Orleáns. Debería haber sido bastante malo que no fueran lanzadas en medio de un
baño de sangre.
Jadeando, esquivó cuando una chillante mujer pájaro pasó sobre su cabeza.
Zephyra gruñó cuando manifestó una espada para luchar con las Keres.
—¡Jared! —llamó ella, convocando a su esclavo a su lado.
Él apareció instantáneamente.
—Salva a Stryker.
Sus ojos brillaron rojos cuando vio a Nick luchando. Él se dirigió a él.
—¡Detente! —gritó ella—. Déjale estar. Tu solo céntrate en War y mantén a
Stryker y a mi hija a salvo.
Su piel se volvió roja y negra cuando se emitió a su verdadera forma. Gruñendo, le
mostró los colmillos.
— El Malachi...
—Obedéceme.
Jared siseó, pero al final, no tenía otra opción que seguir sus órdenes.
Stryker se alejó de él cuando una docena de Keres se movieron para atacarle.
—¿Cómo podemos detenerles? —Preguntó Stryker a Ash y Savitar.
—Tenemos que encontrar a la verdadera Ker —respondió Savitar—, detenla y los
otros caerán.
Stryker bufó.
—¿Te importaría decirme cuál de ellas es?
—Es aquella —dijo Zephyra, indicando a la única que estaba atacando a Nick.
Stryker bufó.
—¿Cómo lo sabes?
—Instinto.
Quizás, pero no fue hasta que Ker se dirigió a Tory que Stryker vio su oportunidad.
Él intercambió una conocida mirada con Ash antes de que ellos se lanzaran juntos por
Ker.
Tan pronto como tuvieron a Ker en el suelo, las otras se evaporaron. War chilló
ante el ultraje antes de que enviara una ráfaga a Tory. Jared la interceptó. Él siseó
cuando ardió a través de su cuerpo y lo puso de rodillas. Nick atacó entonces,
precipitándose hacia War.
Ker golpeó a Stryker. El se estiró por su garganta, pero antes de que pudiera
golpearla, Ash la había sometido.
War era otro asunto. El no iba a caer. No por ninguno de ellos.
Ash volvió la cabeza hacia Savitar.
—Dijiste que les llevó tres meses reducirlo.
Savitar asintió.
Stryker maldijo.
—Yo no tengo tres meses.
—Yo tampoco.
Stryker frunció el ceño ante la infantil voz de la demonio de Acheron cuando
apareció. Ella lanzó algo contra War, quien le gruñó.
Stryker apartó a la demonio antes de que War pudiera herirla. War se estiró por
él, pero en el momento en que lo hizo, su mano se convirtió en piedra. Frunciendo el
ceño, Stryker observó como esto trepaba por el brazo del dios durante todo el camino
hacia su cuerpo hasta que no fue más que una congelada estatua cuya cara era una
máscara de furia.
—¿Con qué lo golpeaste? —le preguntó Zephyra a Simi.
—Aima —respondió Acheron.
Era la misma sustancia que Stryker había utilizado una vez para congelarle. Por
suerte, War no había tenido amigos que fueran a traerle el antídoto después de esto.
Juntando las manos, Simi sonrió.
—Tu mamá-akra lo envió para ti, akri, para herir al dios pagano. Ahora es la hora
de Diamonique. La Simi no puede estar tranquila sin que algún dios Griego se meta con
el único que paga las tarjetas de plástico—. Ella extendió la mano hacia Ash—. ¿Puede
la Simi tener la tarjeta negra de metal que ella tanto quiere?
Ash sacó su billetera con una breve risa.
—Claro, bebé —él le tendió la tarjeta American Express negra.
—¿Dónde está Medea? —preguntó Zephyra.
Todos ellos miraron a Jared que mantenía a Ker en el suelo.
—Nunca os lo diré —gruñó ella.
El corazón de Zephyra se aguijoneó ante esas palabras y el pensamiento de no ver
a su hija otra vez.
—¿Jared? Haz algo.
Ella vio la resistencia en sus ojos antes de que dejase escapar un largo, cansado
suspiro.
—Nim. Forma humana.
Su demonio salió de debajo de su cuello para tomar la forma de un pequeño
hombre adulto. En el instante en que vio a Simi, huyó y se agazapó.
—¡Nim! —lo llamó Jared—. Ella no te hará daño.
Nim parecía menos que convencido mientras se arrastraba lentamente sobre el
suelo hacia el otro lado de Jared. Se agachó detrás de él.
—¿Qué necesitas, Jared?
Él encontró la mirada de Zephyra.
—Encuentra a Medea.
—¿Por qué simplemente no le arrancas a ella la información? —preguntó Zephyra
a Jared.
—Hay demasiadas voces en su cabeza hablando demasiadas lenguas para que
para diferenciar alguna palabra real. Ella me está bloqueando apropósito —él miró a
Nim—. Encuentra a Medea por mí.
Los ojos de Nim brillaron rojos cuando tocó a Ker y ella chilló de cólera.
—Medea está en el agujero con ese dios que muere.
—¿Qué agujero, Nim?
—Uno en el profundo suelo.
Aspirando agudamente, Zephyra se quedó mirando al demonio. —Eso no sirve de
nada.
Stryker tiró de ella para detenerla.
—Creo que se donde están —su mirada pasó de ella a donde estaba Hades—. En el
Tártaro.
Se le encogió la garganta cuando se dio cuenta del significado de eso. Una vez
llevado allí, nadie podía irse sin el permiso de Hades.
Zephyra se volvió a mirar al dios del Inframundo.
—Yo no te debo nada —le escupió Hades a Stryker.
—Pero eso no se aplica a mí —dijo Acheron dando un paso hacia delante—.
Déjales ir, Hades.
Un tic apareció palpitó en la mandíbula de Hades.
—Ma´at, de todas formas no puedo retenerla. Su alma no me pertenece.
Ash entrecerró la mirada.
—¿Qué hay acerca de Medea?
Hades gruñó.
—Cogedla. Pero esto deja limpia nuestra pizarra. ¿Entendido?
De algún modo parecía demasiado fácil para Zephyra.
—¿Qué hay de Mache?
Hades se rió diabólicamente.
—Si tu demonio tiene razón y él está en mis dominios… se arrepentirá.
Jared se levantó con Ker.
—¿Qué hay de ella?
Hades fulminó con la mirada al espíritu de la muerte violenta.
—Sujétala. Tengo planes para ella —y por el tono en su voz, esos planes no eran
nada agradables—. Llévala abajo.
Stryker tomó la mano de Zephyra cuando siguieron al dios griego saliendo del
reino humano y entrando en el Tártaro. Ash bajó la estatua de War y la devolvió al
lugar donde descansaría por siglos. Ker fue puesta en una pequeña celda y encerrada
en su interior.
—Me encargaré de ti más tarde —prometió Hades.
Ker escupió ante él y golpeó la puerta con la mano.
—Esto no se ha acabado. Seré libre de nuevo y celebraremos tu réquiem.
Stryker ignoró sus amenazas mientras miraba a Nim que estaba apretando un
pequeño conejito de peluche rosa.
—¿Dónde está mi hija?
Nim señaló hacia una pequeña puerta.
Inseguro, Stryker empezó a adelantarse hacia esta, entonces se detuvo cuando oyó
una explosión tan alta que lo ensordeció temporalmente.
La puerta impactó en el lejano muro donde volvió a caer y goleó a un hombre en el
suelo.
—¡Alto!
La puerta golpeó al hombre tres veces más antes de que le obedeciera.
Cuando el humo se aclaró, Stryker vio a Menyara. Con los brazos cruzados, dejó la
habitación y echó una amenazadora mirada a Mache que sangraba profusamente
mientras la puerta lo mantenía en el lugar.
—Eso le enseñará a mantener las manos para sí mismo —ella se volvió hacia su
celda—. Medea, amor, tus padres están aquí.
Acheron sacudió la cabeza cuando tomó la mano de Tory en las suyas. Sintiéndose
ahora bastante estúpidos por haberse preocupado.
—No lo hagáis —dijo Menyara—. Hasta que negaste los poderes de War, estuvimos
atoradas aquí. Ese pobre estúpido no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde y
tuve una oportunidad para herirlo.
Zephyra corrió hacia su hija y la agarró en un apretado abrazo hasta que la apartó
para asegurarse que no le había sucedido nada.
Nick se adelantó, su rostro preocupado.
—¿Qué hay de mi madre? ¿Qué le ha hecho War?
Hades puso su mano sobre el hombro de Nick.
—No hay nada que él pudiera hacer. Ker podía mostraros las almas para
debilitaros, pero no tienen poder sobre ellas. Tu madre volvió a donde pertenece, como
todas las otras.
Ash volvió su mirada en dirección a los Campos Elíseos.
—Ryssa piensa en ti —dijo Hades lentamente—. Y es feliz, Acheron. No te culpa de
nada. Fue Ker jugando con tus emociones.
—Gracias.
Hades inclinó la cabeza antes de mirar a Stryker. Cuando abrió la boca para
hablar, Stryker alzó la mano.
—Solo quiero saber si ella está con su marido y sus hijos.
—Lo está.
—Entonces yo estoy en paz.
Zephyra frunció el ceño al captar algo en su voz que negaba aquellas palabras.
Pero quizás él tuviera razón. No podía cambiar nada, así que ¿por qué torturarse a sí
mismo?
Con la cabeza gacha, Nick empezó a marcharse. Menyara fue con él mientras Jared
se quedaba atrás, mirándolos intensamente.
—Si él mata a Nick, Jared también morirá —la voz de Menyara resonó alrededor
de ellos.
—¿Qué? —dijo Zephyra.
Menyara se detuvo.
—Es verdad. Así que piensa antes de enviarle otra vez tras Nick.
Zephyra entrecerró su mirada sobre Jared.
—¿Por qué no me lo dijiste?
Sus facciones eran inexpresivas y vacías.
—Tú sabes por qué.
Porque quería morir, también, y esa era la única cosa que ella nunca podría
permitirle hacer.
—Por eso no tendrás un momento de libertad de tu servicio —Zephyra apretó la
mano de Medea—. Llévale a Kalosis. Estoy segura que tu padre tiene un agujero
adecuado para su castigo.
Nim dio un paso hacia Jared, pero Simi lo detuvo.
—Espera.
Él dio un paso atrás, su cara una máscara de temor, inseguro de sus intenciones.
Sonriendo amablemente, sacó un pequeño oso de su bolso ataúd y se lo tendió.
—Es un Teddy Scare —dijo ella—. Mucho más fiero que tu conejo —lo dejó en sus
manos antes de moverse de nuevo hacia Acheron—. Hora de QVC, akri—. Y desapareció.
Jared se quedó mirando como si le asombrara su acto de bondad.
—Deberías ir con Acheron, Nim.
Nim sacudió la cabeza desafiante, entonces volvió al cuerpo de Jared. Jared
maldijo.
—Realmente odio a los demonios.
La mirada mantuvo un rastro de simpatía antes de que colocara su mano sobre el
brazo de él y lo devolviera a su cautividad.
Tory miró detenidamente la sala donde estaba ahora la estatua revestida de War.
—¿Creéis que se liberará otra vez?
Hades dedicó una cortante mirada de regaño a Stryker.
—Estoy seguro de que habrá otro estúpido ahí fuera que lo liberará.
—Pero no éste —dijo Stryker. Miró a Ash—. Gracias por tu ayuda.
—Diría que en cualquier momento, pero… —Stryker le tendió la mano.
—Enemigos para siempre.
—O al menos hasta que aprendas a dejar en paz a los humanos y a los Dark-
Hunters.
—Cuando tú dejes a mis Daimons en paz, también me detendré.
—No puedo dejar que los Daimons maten a los humanos.
—Y yo no puedo quedarme y ver a mi gente morir por la maldición que mi padre
les dio. Así que tanto como la maldición dure, cazaremos.
—Entonces nuestra guerra está lejos de acabar —Ash le estrechó la mano,
entonces se fue con Tory.
Stryker pasó el brazo sobre los hombros de Zephyra.
—¿Lista para ir a casa?
Ella asintió.
Sin otra palabra, él la llevó de vuelta a su palacio en Kalosis. Tan pronto como
estuvieron solos, la fulminó con la mirada.
—Se suponía que te quedarías fuera de esta lucha.
—¿Y dejar que mataran a mi hija? Jamás.
—¿Tú hija?
Ella cruzó los brazos sobre el pecho.
—Mi hija.
—Así que volvemos a eso, ¿no?
—Absolutamente. Además, no tengo intención de verte morir.
Stryker arqueó una ceja ante eso.
—¿No?
—No. Preferiría matarte yo misma.
Menyara se detuvo ante la foto de Cherise sosteniendo a Nick en su primer día de
escuela. El marco estaba sobre la mesilla cerca de su cama.
—Tu madre estaba tan orgullosa de ti.
Nick no respondió.
Volviéndose, ella vio que agarraba una botella de whisky y la abría.
—¿Aprendiste algo esta noche? —le preguntó ella.
—¿Cómo qué?
—Como que necesitas conocer tus poderes.
Él tomó un profundo trago antes de responder.
—Sabía eso antes de la lucha, Mennie.
—Sí, pero, ¿deseas aprender ahora?
Él se detuvo.
—¿Qué quieres decir?
La resolución brilló en sus ojos cuando lo arrinconó.
—Eres parte demonio y parte humano. A fin de funcionar en este mundo, tendrá
que enseñarte alguien con poderes parecidos a los tuyos.
—¿Y ese es?
—Acheron.
Nick bufó.
—Ash es un dios.
—Sí, pero antes de que fuese un dios, fue medio humano y medio Caronte. Solo él
tiene los poderes para ayudarte.
Atónito, Nick dejó caer la botella directamente al suelo donde rompió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario