viernes, 24 de febrero de 2012

Dead After Dark

Capitulo 1


Nueva Orleáns.
Fury Kattalakis estaba a punto de meterse en la boca del lobo. Bueno, no
exactamente del lobo. Había un dragón en el ático del edificio hacia el que se dirigía, pero
el dragón no era tan peligroso como el oso que custodiaba la puerta.
Aquel asqueroso hijo de puta le odiaba con todas sus fuerzas.
No es que le preocupara. Que la mayor parte de la gente y de los animales le odiaran con
todas sus fuerzas, no le importaba. De todas formas el mundo le importaba una mierda.
—Las cosas que haces por la familia. —Se dijo para sus adentros. Aunque para ser
sinceros, el concepto de familia era nuevo para él. Estaba más acostumbrado a que todos
los de su alrededor le jodieran. No fue hasta que su hermano Vane le aceptó en el verano
del 2004, que se dio cuenta de que no todo el mundo quería matarle.
El oso, sin embargo, seguía siendo…
Dev Peltier se tensó tan pronto como vio a Fury salir de las sombras cerca de la
puerta del Santuario, un bar de moteros con pista de baile en el número 688 de las
Ursulinas. Cómo si la dirección no la hubieran escogido a propósito el clan de osos que lo
poseían. Era más que irónico. A simple vista el oso parecía humano, llevaba la camiseta
negra del personal del Santuario y vaqueros, el pelo rubio era largo y ondulado, calzaba
botas negras de motero y sus ojos agudos no dejaban pasar ni un detalle, ni una debilidad,
y no es que Fury tuviera ninguna. Pero, pese a la apariencia humana de Dev, para los
licántropos como Fury la forma alternativa de Dev era como una almenara
reverberante que advertía al resto de otro tipo de seres que Dev era feroz.
Bueno, también lo era Fury. Lo que le faltaba de habilidades mágicas lo compensaba
a base de pura fuerza…
Y una actitud de que—te—jodan y rabia.
Nadie consigue lo mejor de él. Nunca.
—¿Qué haces aquí? —gruñó Dev.
Fury se encogió de hombros despreocupadamente y decidió que pelear no le daría
acceso al interior, que era lo que había prometido hacer. Él manteniendo una promesa
hecha a alguien que no fuera él mismo. Joder… vale. Que se congele el infierno. Todavía
no sabía cómo había dejado que su hermano Fang le convenciera para ejecutar este acto de
flagrante suicidio.
El cabrón le debía una.
Y una de las grandes.
—Paz, hermano. —Fury alzó las manos en un gesto guasón de rendición. —He
venido a ver a Sasha.
Dev desnudó los dientes amenazadores mientras le echaba a Fury una mirada que en
condiciones normales le habría costado que Fury le aplastara como una babosa por el
insulto. Coño, su hermano Vane le estaba echando a perder.
—La gente del clan Kattakalis no es bienvenida y tú lo sabes.
Fury arqueó una ceja mirando el símbolo que había por encima de la cabeza de Dev.
La silueta de Una moto encima de una colina con el fondo de la luna llena en negro, azul
eléctrica y marrón. También proclamaba que el Santuario era la casa de los Howlers, el
grupo local. Para quien no sabía qué mirar, era como cualquier otro neón de bar. Pero
para los nacidos malditos, como ellos, las sombras en la luna tenían la forma de un dragón
remontando el vuelo, un símbolo oculto para los seres preternaturales del mundo.
El club no solo se llamaba el Santuario, era un santuario. Se permitía la entrada a
todas las entidades paranormales y una vez dentro, nadie podía hacerles daño. Al menos
mientras obedecieran la primera regla de oro: No derrames sangre.
Fury chasqueó la lengua. —Conoces las leyes de tu gente. No puedes elegir a quién dejas
entrar. Todos somos bienvenidos de la misma manera.
—Que te jodan. —gruñó Dev.
Fury sacudió la cabeza mordiéndose la lengua para no soltar lo que sería su natural
respuesta ácida. En vez de eso, decidió que lo iba a manejar con un sarcasmo cortante. —
Muchísimas gracias por la oferta pero a pesar de lo femenino de tu porte y ese pelo que
cualquier mujer envidiaría, eres demasiado peludo para mi gusto. No te ofendas.
Dev curvó los labios.
—¿Desde cuándo se preocupa un perro de lo que monta?
Fury contuvo el aliento con fuerza.
—Podríamos liarnos los dos de manera que el carnicero nos tendría envidia pero… Sé
lo que intentas hacer. Estás intentado provocarme para que nos peleemos y así poder
impedirme el paso de forma legal.
Apretó los puños e hizo ademán de dar puñetazos mostrando lo que quería hacer y lo
que prometía que haría.
—De verdad, realmente que me gustaría darte la oportunidad de pelear conmigo.
Pero tengo que ver a Sasha y no puedo esperar. Lo siento. Tendremos que aguantarnos y
pelear después.
Dev gruñó amenazadoramente con un sonido puro de oso grizzli.
—Estás sobre hielo muy fino, Lobo.
Fury se calmó y estrechó los ojos de la forma en que lo haría en su forma de lobo.
Cuando habló su voz era baja, animal y estaba llena de promesas de la patada en el culo
que estaba esperando a Dev si seguía con el jueguecito.
—Cierra el pico, vete a la mierda y déjame pasar.
Dev dio un paso hacia él.
Más rápido de lo que esperaba el golpe que Dev estaba a punto de soltar, allí estaba
Colt. Una cabeza más alta que ellos, Colt tenía el pelo corto negro azabache y ojos letales.
Le puso a Dev la zarpa de una mano tatuada en el pecho y le empujó hacia atrás.
—No lo hagas, Dev. —dijo Colt con voz baja y sin entonación. —No vale la pena.
Fury probablemente debería sentirse insultado, pero la verdad nunca le había molestado.
—Tiene razón. Soy un cabrón miserable engendrado por otro cabrón más insensible
todavía. Definitivamente, no quieres que os despojen del estatus de santuario por alguien
como yo.
Dev se sacudió de encima la mano de Colt, lo que hizo que la manga se le subiera
dejando ver el doble arco y la flecha tatuado en el brazo.
—Como quieras. Pero te estaré vigilando, Lobo.
Fury le enseñó el dedo corazón apuntando hacia arriba.
—Pues intenta no mearte en el suelo o joder los muebles… —miró las botas con
puntera plateada de Dev.
—Que no te enganches la pierna es otro asunto…
Dev gruñó otra vez y Colt se rió y aumento la fuerza de su agarre.
Colt le indicó la puerta con un gesto de la barbilla.
—Mete el culo dentro, Fury, antes de que decida alimentarme contigo.
—De verdad que no merece la pena si consideras la indigestión que te provocaría. —
con un guiño socarrón a Dev, Fury pasó antes ellos y entró en el bar. La música estaba alta
y vibraba, lo que hacía que su lobo interior quisiera gemir en protesta por el asalto a su
ultrasensible oído.
Puesto que Colt era uno de los Howlers, aún no habían subido al escenario. Pero ya
se había congregado una buena cantidad de gente. Turistas y habituales bailaban o se
arremolinaban en el primer piso de los tres que tenía el bar.
Seguro que el segundo también estaría atestado. Sin embargo, el tercer piso estaba
reservado a los suyos.
Fury se metió las manos en los bolsillos traseros, moviéndose entre la gente. Era fácil
distinguir a los moteros del resto, puesto que la mayoría eran de la vieja escuela e iban
vestidos de cuero.
Los más jóvenes usaban nylon o trajes Aerostich como el que él usaba, y los turistas y
universitarios, llevaban cualquier cosa desde shorts a pantalones chinos o vaqueros.
Al pasar por delante de las mesas donde los clientes podían sentarse a comer, captó a
la hermosa camarera rubia que daba la casualidad de que era la hermana del gilipollas de
fuera.
Aimee Peltier.
Al igual que su hermano Dev, tenía el pelo largo rubio y era alta y delgada. Esbelta.
Toda ella atractiva, excepto por el hecho de que cuando se iba a la cama por la noche, se
convertía en una osa. Se estremeció ante el pensamiento. El gusto de su hermano en
cuestión de mujeres dejaba mucho que desear.
Aimee se quedó de piedra en cuanto le vio.
Le hizo una sutil señal con los ojos para que fuera hacia el bar haciéndole saber que
tenía un mensaje para ella. Ella era la razón por la que estaba allí, pero si alguno de sus
numerosos hermanos se enteraba, ambos estarían muertos.
Así que siguió hacia la barra donde tres camareros preparaban bebidas. Puesto que
Dev era uno de los integrantes de un escuadrón idéntico, a Fury le pareció que veía doble
cuando otro oso se le acercó. La única manera en que se distinguía a Dev de sus otros tres
hermanos idénticos era el tatuaje del brazo. A los otros tres, la verdad es que le importaba
un huevo quien era quien.
El escuadrón entrecerró los ojos de forma amenazadora.
—¿Qué quieres, Lobo?
Fury se sentó despreocupadamente.
—Dile a Sasha que necesito verle.
—¿Por qué necesitas verle?
Fury les lanzó una mirada graciosilla.
—Cosas de lobos, la última vez que olisqueé, lo que trato de verdad de no hacer por
la peste que despedís gilipollas, hiere mis sensibles sentidos, puesto que sois osos. Traed
su pellejo hasta aquí.
—¿Es que tienes que cabrear a todo el que te encuentras? —la voz suave corrió por su
espina dorsal como una caricia.
Se volvió y se encontró con Margerite Neely de pie a su lado. Menuda y humana,
Margery tenía uno de los mejores traseros que había visto nunca en una mujer. Pero ese
era el problema. Era humana y él llevaba muy mal eso de relacionarse con la especie de
ella, bueno, con cualquier especie, la verdad. Las habilidades sociales no eran su fuerte.
Como había señalado Margery, tendía a cabrear a cualquiera lo bastante tonto como para
acercársele. Lo hacía incluso sin querer.
Riéndose, le tendió una cerveza.
Fury negó con la cabeza, declinando la oferta. Esa cosa en sus papilas gustativas…
desagradable. Le dijo con el ceño fruncido —Me sorprende verte aquí. —Era la enfermera
de los Peltier y normalmente sólo la veía si estaba herido o necesitaba cuidados. Por regla
general, ella evitaba el bar y permanecía en el hospital que estaba oculto al lado.
Le dio un sorbo a la cerveza.
—Sí pero hay un mal rollo por aquí. Tengo que tomarme algo que me calme los
nervios.
Esto le intrigó, porque no sabía que bebiera.
—¿Qué clase de mal rollo?
Sasha se les unió y contestó por ella.
—Hay un Litarian en la oficina de Carson.
Fury miró con el ceño fruncido a Sasha cuya cara estaba pálida. Si no le conociera
mejor, pensaría que el lobo estaba temblando.
—No me digas. Hay mucha mierda en su oficina la mayor parte de los días. —Carson
era el médico residente y el veterinario a quien acudía todos los Were Hunter de Nueva
Orleáns cuando necesitaban cuidados médicos. El hecho de que tuviera un león en el
hospital no hacía que nadie levantara ni una ceja.
Margery negó con la cabeza.
—No como este, Fury. No puede volverse humano ni usar la magia.
Esto sí que era extraño.
—¿Qué has dicho?
—Los Arcadios le han golpeado con algo. —Dijo en voz baja como si temiera que la
oyeran. —No sabemos con qué. Pero drenó sus poderes instantáneamente. Ni siquiera
puede proyectar sus pensamientos hasta su compañera.
Fury no podía respirar al pensar lo que había pasado. Incluso aunque su forma inicial
era la de un lobo y carecía de control de su magia, no podía imaginar cómo sería vivir
enteramente como un animal.
—¿Estás segura de que no es un león normal y corriente? —Era una pregunta
estúpida pero tenía que estar seguro.
Ambos le lanzaron una mirada guasona.
Fury levantó las manos como rindiéndose.
—Solo quería asegurarme. Tíos, podríais tener un aneurisma o algo así.
Margery dio un sorbo largo a la cerveza.
—Vaya día de mierda.
—Sí. —dijo Sasha, cogiendo la cerveza y dando otro largo sorbo. —Todos estamos de
los nervios. Imagínate que estas a lo tuyo y de repente una tessera salida de ninguna parte
te da de patadas en el culo con algo que no puedes identificar y te pierdes para siempre.
Fury soltó un suspiro largo.
—Lo vi una vez en una peli. Menuda mierda.
Sasha inclinó la cabeza avergonzado, recordando el pasado de Fury.
—Lo siento, Lobo. No lo he dicho a propósito.
Nadie lo decía a propósito nunca. Pero seguía doliendo sin importar la intención.
—¿Necesitabas verme? —preguntó Sasha cambiando de tema.
Fury comprobó con el rabillo del ojo que ninguno de los del clan de los osos estuviera
cerca. Entonces señaló a Margery.
—Tenemos un temita de lobos, si no te importa.
—Vale. De todas formas tengo que subir. Tuvimos que sedar a la compañera del
Litarian hace poco y se despertará en cualquier momento. —Pasó por delante de él y
golpeó el mostrador para llamar la atención del Oso. —Remi, dame otra botella y me
vuelvo al trabajo.
Fury se atragantó ante sus palabras.
—Me alegro de no ser su paciente.
Margery le lanzó una mirada, regañándole.
—Es para Carson.
Él resopló. —Repito lo dicho. Justo lo que necesito, un puñado de borrachos trabajándome.
—buscó la mirada divertida de Sasha. —Recuérdame que no haga nada estúpido esta
noche. Espera, ya estoy aquí. Demasiado tarde para avisarme, ¿no?
Sasha ignoró la pregunta y cruzó los brazos sobre el pecho dejando reposar el peso
del cuerpo en una pierna.
—¿Qué necesitas, Fury? No somos lo que se dice amigos.
Fury le apartó un poco de donde Remi estaba dándole otra botella a Margery.
—Ya lo sé, pero eres el único lobo del que los Peltier no sospechan y el único en quien
puedo confiar para hacer llegar esto a Aimee.
—Le pasó una nota a Sasha. —Asegúrate de limpiarte el culo con ella o hacer los que
sea para que se le quite la peste de Fang. Yo he hecho lo que he podido, pero es bastante
persistente.
Sasha parecía nada complacido con la petición.
—Ya sabes que la última vez que me vi envuelto en un subterfugio fui mortalmente
herido y marcado y vi a todo mi clan despreciarme por ello. Sigue mi consejo y no dejes
que tu hermano te arrastre con él.
—Vale, pero yo no me estoy metiendo entre dos dioses. —que fue lo que hizo que
casi mataran a Sasha. —Sólo le estoy haciendo un favor a mi hermano.
—Eso me dije yo también. Pero el problema de la familia es que te meten en la mierda
y allí te dejan. O peor aún, hacen que les maten.
Eso era cierto y lo sabía. Pero se lo debía a Vane y a Fang por haberle recibido cuando
nadie más lo había hecho.
Por sus hermanos, estaba dispuesto a morir.
—¿Le darás la nota? —Sasha rechinó los dientes.
—Vale. Pero me debes una.
La verdad es que se la debía Fang, pero… eran hermanos y por primera vez en su
vida entendía lo que eso significaba.
—Lo sé y te lo agradezco de verdad.
Sasha se metió la nota en el bolsillo.
—¿Sabes? Lo que de verdad me mata de todo esto es que nunca ha visto a dos
animales actuar más como humanos que a ellos. ¿A qué clase de mierda de Romeo y
Julieta están jugando?
Fury se encogió de hombros.
—Que me maten si lo sé. Dice que es la única que le entiende. De la forma tan
femenina en que está actuando últimamente, estoy de acuerdo contigo en que no entiendo
nada. Si empieza a ponerse de rosa y a usar lápiz de labios, yo voto por sacarle fuera y
pegarle un tiro. Y así le sacaremos el culo de la miseria.
La esquina del labio de Sasha se levantó como si estuviera tratando de no sonreír.
—¿Que estás haciendo aquí?
Fury se puso en alerta al escuchar el profundo acento de Nicolette “Mamá” Peltier.
Desde que su hermano estaba haciendo tiempo con la única hija de mamá, Aimee, el más
que entendía su hostilidad hacia su clan entero, pero no significaba que apreciara el tono.
El empezó a decirle lo que podía hacer con él, pero antes de que pudiera arrastrar aire
para responder, Sasha habló.
—Le pedí que vinera. Quiero advertirle acerca de lo que pasó con los Litarian.
Mamá se relajó un poco, pero su expresión todavía era profundamente atribulada.
—Eso es mal negocio aquí —ella lanzó una mirada alrededor de la habitación como si
estuviera buscando a alguien sospechoso. —Deberían los dioses tener piedad de todos
nosotros si no detenemos a aquellos detrás de esto. Me estremezco de pensar de que más
serían capaces de hacer.
También lo hacia Fury.
—¿Están haciendo algo los osos para encontrar quién es responsable?
Ella negó con la cabeza.
—No, las leyes del santuario lo prohíben.
—Entonces haré algunas pesquisas.
Sasha gruñó.
—Tú sólo no puedes evitar esa veta kamikaze que tienes ¿Cierto?
Fury se burló. No realmente. Sólo la encuentro más fácil si sólo me dejo ir en lugar de
pelear. Además si alguien esta jodiéndonos sólo quiero saber quién y cómo. Sobre todo,
deseo su garganta.
El respeto brilló en los ojos de Nicolette. Ella miró hacia Sasha.
—Llévalo arriba antes de que muchas esencias contaminen y así pueda rastrear a
aquellos que hicieron esto.
Sasha inclinó su cabeza hacia Nicolette antes de moverse por Fury para que lo
siguiera. Fury no habló mientras abandonaban el bar y se dirigían a través de la cocina
hacia la Casa Peltier. Una vez que estuvieron fuera de la vista de cualquier humano. Sasha
usó su poder para desaparecer y aparecer en la oficina del doctor en el segundo piso. Fury
fue un poco más cauto. Debido a que nadie había sido su mentor en cómo usar su magia
cuando alcanzó la pubertad, su control de ella era menos que deseable. Incluso más, se
rehusaba que nadie supiera cuan poco control tenía. Nadie sabía sus pocos avances y vivía
para contarlo. Entonces caminó hacia arriba en las escaleras hacia las habitaciones que
estaban colocadas a su alrededor por apoyo médico.
Tan pronto como entró a la pequeña área de oficinas, vio a Margery, Carson y Sasha
esperándolo.
—¿Por qué no me seguiste?— Soltó Sasha.
—Lo hice.
—Sí, pero...
Fury lo interrumpió.
—No estoy dejando un rastro de poder para que uno de ustedes idiotas lo usen
contra mí. Caminar funciona para mí. ¿Dónde está el león?
Carson se dirigió a la parte posterior de la oficina donde otra puerta les dirigía hacia
el área del hospital.
—Lo tengo aquí.
Fury lo siguió. Tan pronto como entró al cuarto estéril, se congeló. Había una mujer
descansando sobre el león en la camilla, llorando. Tenía una mano enterrada
profundamente en su melena mientras la otra estaba descansando palma arriba sobre la
mesa. En el centro de su palma estaba el elaborado diseño que la marcaba como pareja de
alguien. El afecto que ella mostraba hacia el león hacia una apuesta segura que él era suyo.
—¿Anita? —dijo Carson gentilmente.
—Este es Fury Kattalakis. El está aquí para ayudarnos a buscar a aquellos que
hicieron esto.
Sollozando, ella levantó su cabeza para darle una mirada que decía que no estaba
impresionada con su oferta.
—Mi manada esta tras quienes causaron esto.
—Si —Dijo Carson gentilmente —pero mientras más rastreadores tengamos, más
oportunidades tendremos de encontrarlos y encontrar una cura.
—Nosotros somos leones...
—Y yo soy un lobo —dijo Fury cortándola—. Si necesito un despliegue de pura
brutalidad y fuerza te llamaré. Pero si estas buscando por alguien que te hizo mal, nadie
rastrea mejor que uno de nosotros.
Carson colocó su mano en el brazo de la mujer.
—Él tiene razón, Anita. Permítele ver si él puede ayudarnos a encontrar a los
culpables antes de que hagan presa de alguien más.
Ella alisó el cabello de la melena del León antes de levantarse y retirarse. Fury se
aproximó a la mesa lentamente.
—¿Es él completamente animal o retiene cualquier racionamiento humano?
Carson suspiró.
—No estamos seguros.
Esas palabras le arrancaron un profundo sollozo a la mujer.
Fury la ignoró y se aproximó a la mesa. El león gruñó bajo mientras Fury se acercaba.
Era una advertencia animal. El lobo dentro de Fury se alzó al frente, pero lo contuvo.
Mientras el lobo tal vez deseaba pelear, el hombre sabía que un león lo desgarraría.
Algunas veces era bueno tener habilidades humanas, incluso si aquellas algunas
veces guerreaban con su corazón de lobo.
—Tranquilo —dijo en un tono bajo, mientras doblaba su mano en un puño para
proteger sus dedos. Si no había nada dentro del león que no fuera animal, el respondería
hacia cualquier feromona de hostilidad o miedo que oliera. El sostuvo su mano lentamente
para que el león pudiera captar su esencia e intención.
El león le lanzó un zarpazo, pero no lo lastimó. Bien. Fury puso su mano en la
espalda del león. Inclinándose más cercanamente, el sintió el cambio de sus músculos,
pero no estaban preparándose para atacar. El inhaló y olía a la esencia de Carson,
Margery, el león femenino y otros. Pero era el más pequeño olor lo que lo hizo
tambalearse...
Una Wolfswan1...
Fury miró hacia la leona.
—¿Has estado cerca de cualquier otro Lykos?
Anita indicó al lobo cercano a Carson
—Sasha.
1 Loba, compañera del lobo. N. de la Traductora.
—No —Dijo Fury lentamente—. Una hembra.
Anita se burló.
—No nos mezclamos con otras razas. Somos puristas.
Tal vez pero hay otras esencias que levanté aquí también. Chacal, pantera y lobo.
—¿Cuándo estuviste cercano a un Chacal?
—¡Nunca!—Escupió ella, indignada ante la pura sugerencia. Los chacales no eran
exactamente la camada favorita. En la tierra de los parias, eran los animales omega. Los
únicos que todos evitaban y no seleccionaban.
Sasha se movió cercano.
—Yo también lo huelo.
Carson intercambió una mirada preocupada con Margery.
—Anita, dinos todo lo que puedas recordar sobre aquellos que atacaron a tu pareja.
—No los vi. Jake estaba afuera con su hermano, en su forma natural, sólo corriendo
por correr. No estaban dañando a nadie. Su hermano dijo que una tessera de Arcadianos
se apareció y se aproximaron hacia ellos. Pelearon y los Arcadianos dispararon a Jake con
algo, y se cayó fuertemente. Peter corrió por ayuda.
—En dónde está Peter. —Preguntó Fury.
Una lágrima se deslizó de la esquina de su ojo.
—Muerto. Cualquier cosa que le hubieran disparado en la cabeza, sólo vivió lo
suficiente para decirnos que pasó.
Carson acercó la mano hacia Margery antes de que le permitiera a Sasha y Fury salir
de la habitación —He escarbado en la cabeza de Peter y no he podido encontrar nada. No
hay herida de entrada, no de salida, no sangre. Nada. No sé qué fue lo que lo mató.
Eso no le dio buena espina.
—¿Magia? —Preguntó Fury.
Carson negó con la cabeza.
—¿Pero esa herida sería tan poderosa?
Sasha cambió su peso.
—Los dioses.
Fury no estuvo de acuerdo con eso.
—No huele a un dios. Yo nos olí a nosotros.
Sasha soltó un largo suspiro. ¿Sabes cuantos Lykos patrias existen?
—Desde que soy el Regis de los Katagaria, sí, lo sé. Hay miles de nosotros y sólo en
este período del tiempo —lo que no le dijo fue que la esencia era una con la que estaba
más que familiarizado. Una del pasado que había hecho todo para olvidar. —Voy a hacer
algunas investigaciones y ver con lo que puedo dar.
—Gracias —Dijo Carson.
Fury no estuvo de acuerdo con su gratitud.
—Sin ofender, no estoy haciendo esto por ti. Estoy preocupado por mi gente.
Necesitamos saber qué es lo que les causa mantenerse en esta forma.
—Y si es reversible —agregó Sasha.
Fury asintió.
—Estaré en contacto.
—Hey. ¿Fury?
Él se giró a Sasha quien golpeó su pecho tres veces con su puño, después deslizó su
mano hacia abajo. Un gesto silencioso que le dejaba ver que Sasha no olvidaría darle la
carta a Aimee. Inclinó su cabeza con respeto antes de abandonar la habitación y dirigirse
bajo las escaleras. Pero con cada paso que daba, sus recuerdos más profundos lo
quemaban a su alrededor. Regresó en el tiempo hacia una mujer que una vez había sido su
mundo entero. No su amante o pariente, había sido su mejor amiga. Angelia.
Y en un latido del corazón, cuando su hermano le había dicho a su clan lo que él
realmente era, ella no sólo había traicionado su promesa sagrada, ella había tratado de
matarlo. El todavía podía sentir la mordida de su cuchillo mientras lo llevaba al fondo... la
cicatriz todavía estaba marcada en su pecho a sólo centímetros de su corazón. La verdad
era que ella realmente no había fallado a ese órgano. Sus palabras hacia él habían hecho
más daño que cualquier arma habría podido hacer.
Si ella estaba tras de esto, él se aseguraría que fuera el último error que esa perra
haría.

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