miércoles, 29 de febrero de 2012

BOF cap 15

Brutales reflectores deslumbrantes cruzaban el tejado, convirtiendo la oscuridad casi tan luminosa como si fuera mediodía. Tenían tan sólo unos minutos antes de que la nave los localizara.
Con el corazón deslizándose hacia el estómago,  miró a Syn.
—¿Y ahora qué?
—Estoy pensando.
—¿Podrías pensar un poco más rápido?
Le lanzó una deslumbrante oscura mirada.
—No estás ayudando.
¿Qué no estaba ayudando? Quería estrangularlo.
—Tienes suerte de que todavía estás respirando y no cojeando.
Vik bajó en picado y literalmente se arrastró dentro de la mochila de Syn como si fuera el capullo de una mariposa.
Shahara le frunció el ceño.
—¿Qué estás haciendo?
Él asomó el pico.
—Yo no quiero morir, hombre. No juegan. ¿Has visto cuantos hay ahí fuera? — Se estremeció—. Uno acaba de dispararme, así que a diferencia de vosotros estúpidos, me estoy escondiendo. Esconderse es agradable.
Ella bufó.
—No puedes morirte, Vik. Eres un robot.
Desapareció por completo en la mochila.
—Pueden separarme y reprogramarme. Confía en mí, eso es la muerte. Ahora a callaos antes de que nos encuentren. Recuerda, esconderse, gente, esconderse.
Syn gruñó por lo bajo, y luego aflojó la carga sobre el brazo.
—Muy bien, tengo una idea. Haz lo que yo haga y pisa donde yo pise. Y cueste lo que cueste no te quedes atrás. No esperaré por ti.
El corazón le retumbó en los oídos. Estaban muertos. Sin peros que valga. Todo lo que estaban haciendo en este momento era retrasar lo inevitable.
Inclinando la cabeza hacia Syn, reconoció el hecho de que era una idiota por seguirle dondequiera y susurró una silenciosa oración.
Syn dio un paso rodeando la unidad y abrió fuego contra el explorador con la blaster. Se mordió la lengua para evitar protestar por su estupidez.
Eso no iba a ayudar. Era como aplastar un vorna de tres toneladas con un zapato.
—¡No! —Gritó Vik mientras revolvía la mochila cuando Syn se lanzó contra el explorador—. ¡Déjame salir! ¡Déjame salir! Cogí la mochila equivocada. ¡Quiero estar con el pistolero no suicida! —Asomó la cabeza, pero rápidamente volvió a desaparecer en el interior otra vez—. Para el archivo, Sheridan, no eras tan estúpido cuando eras joven.
Mientras Syn continuaba disparando, las luces del vehículo se balanceaban sobre ellos en un alocado frenesí mientras el piloto trataba de esquivar las ráfagas de Syn.
Abrieron fuego contra Syn.
Soy una completa y absoluta retrasada mental. Respiró hondo, sacó la blaster y se limitó a hacer lo que él le dijo que hiciera. Comenzó a disparar contra el vehículo.
Como si esto fuera a ayudar…
Pero a diferencia de Syn, tenía como meta librarse de las luces que los cegaban.
Syn hizo una pausa, cuando las luces se apagaron y Vik, finalmente dejó de gritarle obscenidades. Una lenta sonrisa se le extendía en el rostro cuando Shahara se le unió.
—Precioso tiroteo, cariño. 
La tenue luz jugaba en su pelo, dándole un aspecto aún más suave del que él sabía que tenía. Era hermosa.
—Una vez más, es en lo que soy buena.
Y lo superó en puntería.
Pero la tregua no duró cuando los soldados volvieron para dispararles otra vez.
—¡Muévete! —Gritó, corriendo directamente hacia el vehículo, mientras lo levantaban para seguirlos una vez más.
Shahara hizo como ordenaba, y con cada paso que daban estaban más cerca de sus perseguidores, todo en lo que podía pensar era que estaban absolutamente chiflados, por pretender esto.
O peor. Podría ser el último error que cualquiera de ellos alguna vez cometiera.
Las ráfagas de los rastreadores se esparcieron salvajemente por todos los lados mientras trataban de matarlos a los dos con el fin de impedirles disparar contra algo que necesitaran para volar la nave. Si sólo pudiera conseguir un buen disparo a la línea de combustible. . .
Syn continuó disparándoles, y el explorador finalmente cayó en picado de la cima del edificio.
Arrodillándose en el techo, abrió forzadamente una pequeña ventana de ventilación. Se descolgó a través del hueco, y luego sacó la cabeza para mirarla.
—Vamos.
Shahara miró hacia abajo en el oscuro y estrecho espacio. Se veía muy lejos de ser acogedor, y  realmente odiaba los espacios estrechos. Sin embargo, cualquier deseo que tuviera para discutir, murió en el instante en que oyó los motores del explorador acercándose de nuevo.
Saltó dentro del agujero.
Gah, era insoportablemente ajustado, incluso para ella. Cómo estaba él colocado, no tenía ni idea.
—¿Dónde estamos?
—¿Cómo voy a saberlo? Nunca he estado aquí antes. —Trabó la ventanilla cerrándola tras ella, alcanzándola detrás del hombro.
—Entonces, ¿cómo supiste que estaba?
—Vi la apertura y decidí que éste sería un mejor lugar que estar en el tejado, a la vista.
Sacó el sellador y lo introdujo en las grietas para evitar que los Rits de arriba llegaran hasta ellos.
—¿Entonces en qué dirección vamos?
Sacó a Vik. El robot le colgaba en la mano como una enojada mascota.
—Ve a explorar, colega.
—Que te jodan, Syn. En serio. —Convirtiéndose en una gran rata, Vik corrió a toda prisa, pero no antes de decir por encima del hombro—. Apuesto a que estás deseando que me haga más grande. . . y con armas.
Ignorándolo, Syn, a cuatro patas, se dirigió hacia la derecha a un ritmo mucho más lento.
Ella siseó cuando la espalda raspó contra las estrechas paredes y se le clavaron en la piel.
—Sabes, realmente estoy cansada de seguirte como un cachorrito perdido.
Haciendo una pausa, se rió maliciosamente.
—Siéntete libre de detenerte siempre que lo desees.
Ella oyó sonidos de chasquidos en el techo que estaba segura eran de cientos de pies. Bueno, está bien, cientos tal vez no, pero era sin duda más gente de la que quisiera enfrentarse.
Acelerando el gateo, murmuró:
 —Creo que voy a esperar hasta después de que nuestros “amigos” se vayan a casa para herirte.
—Aquí —puso las manos a cada lado de las caderas—. Agárrate a mí y no te preocupes a dónde vamos.
Agradecida porque su vista no necesitara ninguna luz perceptible, hizo como ordenó.
Bajo las manos, Shahara sintió la dureza de su cuerpo cuando  la condujo a través del interminable, sinuoso conducto hasta que se perdió irremediablemente. Sin embargo, su presencia la consoló y le dio esperanzas de que sobrevivieran.
La asombró haberle dado su confianza. Algo que había jurado hace mucho tiempo que nunca haría con nadie aparte de su familia. Pero entonces, se había encontrado haciendo un montón de cosas con él que había jurado que nunca haría.
Y gracias a los dioses que le faltaba aún traicionarla.
Por fin, abrió una pequeña abertura de ventilación y los condujo a una descuidada y vacía oficina. Telarañas y escombros cubrían el suelo, mientras que fuera, en la oscuridad, oyó animales corriendo. Un pestoso olor asaltó su nariz. Presionando la mano sobre la nariz con el fin de poder respirar, miró a Syn.
—¿Qué es este lugar?
—Creo que es el edificio desahuciado a pocas manzanas de mi apartamento.
Eso ciertamente explicaría la asquerosidad en descomposición y los malsanos y mohosos olores.
Syn fue a asomarse por las ventanas. Las persianas crujieron en su frágil estado cuando las desplegó abriéndolas muy ligeramente.
—Creo que hemos perdido a los únicos que nos perseguían desde el tejado. Por lo menos ya no los oigo.
—Yo tampoco.
Se golpeó ligeramente la oreja y ella esperó mientras escuchaba lo que le informó Vik.
—Ponte la capucha.
Se puso la suya en la cabeza.
Buena idea, pensó ella mientras accedía. Los Rits examinarían pronto el edificio y sería fácil de rastrear dos objetivos grandes.
Las luces bailaban alrededor del cristal empañado de la puerta de la oficina.
—Ya vienen. —Syn la apartó del cristal para evitar que sus perseguidores vieran las sombras.
Una vez más, el corazón le iba a un ritmo desbocado mientras se presionaban contra la pared. Syn la abrazó pegándola allí, con su brazo envuelto protectoramente sobre sus pechos. La puerta crujió al abrirse. El aliento se le quedó atrapado en la garganta mientras un foco de tamaño personal viajaba a través del cuarto.
Cuando el hombre entró, Syn agarró el brazo que sujetaba la luz, a continuación, lo golpeó. El golpe no tuvo ningún efecto en el perseguidor. Maldiciendo, Syn se sacudió la mano como si se la hubiera roto.
El perseguidor sonrió malvadamente al tiempo que cogía a Syn por el cuello y lo golpeaba contra la pared.
Sin pensarlo, Shahara dio un paso rodeando a Syn y le metió la rodilla al rastreador tan duro como pudo. Dejó escapar un gemido entes de doblarse de dolor. Ella llevó las manos a ambos lados de su cabeza, en contra de las orejas, para un grácil golpe de percusión.
Cayó al suelo donde le pateó en la ingle, otra vez, sólo por si acaso.
Syn se detuvo sobre el perseguidor.
—Apuesto a que la próxima vez que un tipo te golpee delante de su chica te dejarás caer al suelo ¿verdad?
Se inclinó sobre él y empezó a buscar algo.
El perseguidor no dijo nada. Sólo se quedó en el suelo gimiendo mientras se aguantaba.
Syn se enderezó y ella vio el comunicador que había encontrado. Puso su blaster para aturdir y disparó al rastreador. Meneó la cabeza.
—Maldita sea, mujer, realmente necesitas parar con esas patadas en la ingle. Haces que mi polla me duela simplemente mirándole.
—Fue más efectivo que tu puñetazo.
—No puedo discutir con eso.
Empezó a caminar hacia el pasillo.
Mientras caminaba, ella notó la leve cojera.
—¿Estás herido?
—No —dijo en voz baja—. Es un dolor de simpatía por el rastreador que derribaste.
Ella puso los ojos en blanco.
—Sí, bueno, no te pateé. 
—Como dije antes, tus patadas tienen una manera de quedarse con un hombre durante mucho tiempo.
—Deja de ser un bebé y sácanos de aquí.
Soltó un gruñido.
—¿Para qué me necesitas? Yo los dejo flojos y te dejo derribarlos a patadas.
Las voces crepitaban sobre el comunicador en un idioma que ella no podía distinguir.
—¿Qué están diciendo?
Levantó la mano para silenciarla y escuchó.
Una vez que las voces se detuvieron, empezó a afrontarla.
—Están acordonando el bloque. Tienen dos exploradores a cada lado del edificio y un grupo de agentes locales. —Se frotó el cuello—. No me importa eliminar a un rastreador o dos, pero te aseguro que odio matar a un local.
—Lástima que ellos no tengan los mismos escrúpulos con nosotros.
Él ladeó la cabeza.
—Pensé que no estabas sedienta de sangre.
—Digamos que estoy harta de la gente que viene detrás de mí todo el tiempo cuando. . . 
Se detuvo y la miró.
—¿Cuando qué?
Apretó los labios. Por primera vez, empezó a sentir realmente lo que él debió haber sentido durante años. Abandonado. Solo. Perseguido por algo que no podía cambiar, por algo que había hecho por necesidad.
Era una sensación desagradable, que había sido metida a la fuerza por su garganta. ¿Quién era ella para quejarse de él durante estos últimos días?
¿Cómo había conseguido todo este tiempo seguir siendo libre?
Le hizo tener un respeto completamente nuevo hacia él y sus habilidades.
—¿Cómo vamos a conseguir adelantarles? —Preguntó con el fin de cambiar de tema.
—Llegaremos al primer piso y encontraremos un lugar tranquilo para escondernos.
—¿Por qué?
—Sólo confía en mí.
Y con esas cuatro pequeñas palabras, se encontró arrastrándose detrás de él otra vez.
Cuando por fin les encontró un lugar que él llamó “seguro”, comenzó a preguntarse si la noche nunca terminaría. Se detuvo junto a una fila de viejas taquillas de empleados.
Ella pasó una dudosa mirada sobre ellos.
—No estás pensando lo que creo que estas…
—Cabremos.
No estaba tan convencida. Extendiendo la mano, le tocó el duro estómago y luego deseó no haberlo hecho cuando una ola, fuera de lugar y definitivamente inoportuna, de deseo la golpeó.
—No sé, gordito. No eres exactamente pequeño.
El sonido de pies le impidió responder cuando abrió una puerta con sólo un susurro de ruido y se encajó dentro. Cuando se dirigió a una unidad diferente,  la tomó del brazo y tiró de ella encima de él.
Hizo una mueca cuando él golpeó su pecho con el codo y envió un destello de agudo dolor a través de ella.
—Realmente me gustaría que nos encontraras mejores lugares para ocultarnos.
No dijo nada.
Shahara dejó escapar un exasperado aliento. Cómo se habían encajado los dos dentro del delgado armario de metal, no podía imaginárselo. Probablemente hubiera estado bien para una persona, pero para dos, era un poco demasiado apretado. Cada centímetro de su cuerpo estaba tirado contra el suyo y mientras esperaban, comenzó a sentir una parte de él creciendo.
Así que no estaba tan enojado con ella como pretendía. Sonrió ante la idea y se dio cuenta que por una vez no le importaba un lugar apretado.
Syn contuvo el aliento, tratando de hacer todo lo que pudiera para ignorar los suaves montículos de sus senos íntimamente presionados contra su pecho. Tenía el cuello justo debajo de sus labios y esa piel era mucho más atrayente de lo que él quisiera que fuera. Por no hablar de los brazos, a ambos lados de él, hecho que lo hacía desear que ella realmente lo abrazara.
Estoy tan jodido…
Un penoso dolor prendió a toda la mitad inferior de su anatomía. Y por un momento, no le importó si fuera capturado, siempre que pudiera probarla a ella primero.
¿Qué diablos está mal conmigo?
La seguridad personal y la supervivencia siempre había sido su primera reacción. Pero esta noche, su instinto era proteger a la misma mujer que más le amenazaba.
Y cuando esos suaves, dorados ojos lo miraron, estuvo perdido. Los labios separados lo cautivaban y fue casi imposible abstenerse de besarla.
¿Por qué no podía verlo por el hombre que era y no por el que había sido en el pasado? Pero él tenía la edad suficiente para saberlo mejor. La gente traiciona y tarde o temprano todos le joden para aprovecharse.
Ella no sería diferente.
Sin embargo, en este momento, mirando la confiada cara, era difícil resistirse a hacer algo que sabía sería un suicidio.
Shahara oyó cambiar su respiración y la suya la siguió al instante. Movió las manos a sus caderas que se presionaban íntimamente contra las suyas. El cuerpo entero se sacudió con fuerza. Con una taimada sonrisa, ella no pudo resistirse a bajar la mano y ahuecarlo. Fue atrevida y no podía creer que lo hubiera hecho, pero la ardiente mirada en su cara le dio valor.
Lamiéndose los labios, secos de repente, tuvo el terrible deseo de alzarse y quitarle la capucha y besarlo hasta que pidiera piedad.
Justo cuando pensaba que cedería a su impulso, oyó pasos que se acercaban.
Todo el cuerpo se le puso rígido cuando retiró la mano de él.
Shahara contuvo la respiración.
—¿Ves algo?— Era una mujer con una voz profunda.
—No —respondió un hombre mayor—. Simplemente las mismas viejas cosas destartaladas. Nada en el escáner, tampoco.
—No sé por qué pierden el tiempo en el primer piso. Nadie más que un idiota intentaría esconderse aquí.. Tal vez ya estén en lo alto tratando de encontrar alguna manera de esquivar a los exploradores.
—Apuesto a que los encontramos en el décimo piso.
—¿La mitad de la paga semanal?
—Hecho.
Shahara lo vio tocarse la oreja. Vik debía estar hablando con él, ya que Syn no respondió.
Una vez que la pareja se fue, abrió la puerta.
—Quédate aquí —susurró antes de encerrarla dentro.
¿Estaba dejándola para que la encontraran?
No seas estúpida. Habéis llegado demasiado lejos los dos para que te abandone ahora.
No obstante, no pudo reprimir la voz que le decía que estaba aprovechando la oportunidad dejándola allí para hacer frente a los Rits sola.
Tal vez era sólo su mala conciencia que la regañaba.
De repente la puerta se abrió. Shahara lanzó un fuerte golpe con un puño.
—Calma —siseó Syn cuando esquivó el golpe—. Soy sólo yo. —Empujó un uniforme en sus manos—. Cámbiate tan rápido como puedas.
Mantuvo el uniforme rojo del agente contra su pecho y frunció el ceño.
—¿Qué hiciste?
—Sólo date prisa.
Sin pensamientos para la modestia, obedeció. Mientras se ponía encima las ropas nuevas, no pudo resistir una rápida mirada para ver la piel desnuda de Syn. La curva completa de la desnuda cadera y el trasero descubierto.
Fue entonces cuando hizo un descubrimiento sorprendente. Syn no usaba ropa interior.
Hmmm… Tendría que guardar ese bocado para más adelante…
Él levantó la vista y atrapó la mirada de sus ojos.
—¿Podrías dejar de perder el tiempo? Vístete.
Syn se encajó el uniforme mientras trataba de borrar la imagen de Shahara en sujetador y diminutas, diminutas bragas que desesperadamente quiso quitarle con los dientes. El cuerpo le dolió con el recuerdo de su cuerpo apretado contra el suyo.
O mejor aún, desnuda en su cama.
¿Qué pasaba con él? Estaban a punto de ser destripados y todo en lo que podía pensar era en sexo.
Estaba definitivamente perdiendo el juicio.
Aunque, si no fuera por ella, estaría detenido en este momento.
Una parte de él deseaba estarlo. Realmente no tenía más ganas de pasar por esto. Cada impulso de supervivencia que hubiera tenido había muerto en su apartamento.
¿Por quién me tomo la molestia de pelear?
Había guardado tan pocas cosas de su pasado. Tan pocas que no valían la pena conservarlas. Malditos esos bastardos por encontrar su caja de seguridad. Era patético, de verdad, que todo lo que valoraba en la vida cupiera en un espacio tan pequeño, pero lo hacía.
Y ahora todo había desaparecido.
Cada pedazo. No quedaba nada de los andrajosos restos de su pasado. Ni un pequeño recuerdo. Ni siquiera quedaba nada que dijera que alguna vez hubiera existido.
¿Así que por qué molestarse?
Una mirada a Shahara y supo por qué. Había gente que dependía de ella. Ella todavía quería vivir. La había arrastrado hasta aquí y conseguiría su seguridad.
De una forma u otra.
—¿Estás lista?
Shahara asintió con la cabeza. Sonrió al darse cuenta de que el uniforme no acababa de encajar.
—¿Y si alguien te ve?— Ella tiró de la tela adicional que caía sobre el estómago.
—No nos prestarán atención. Están buscando a alguien sin uniforme.
Sin estar seguro si creía en su argumento, ella dobló la ropa.
—¿Qué hacemos con nuestro equipo?
—Mete la ropa en la mochila y oprímela a un lado y hacia atrás.
Frunció el ceño.
—¿No la verán?
—No, si tenemos suerte.
—Tienes mucha fe en la suerte, ¿verdad?
—No, en absoluto. Es una perra cruel que rara vez llama a mi puerta. —Su voz era fría—. Tengo mucha fe en la incapacidad de la gente para ver lo que tienen directamente delante de sus narices. Ahora vamos.
Mientras lo seguía fuera del cuarto, pensó acerca de sus palabras. Él estaba en lo cierto. Todos estos años, la gente que lo había estado persiguiendo y  había estado viviendo en medio de una gran ciudad, dirigiendo una gran empresa. Decía mucho acerca de ser capaz de ocultarse a simple vista.
Era simplemente asombroso.
Syn mantuvo un férreo control sobre la mochila mientras la conducía por los pasillos plagados de armados agentes y rastreadores que recorrían todas las zonas buscándolos.
Vik ya estaba fuera del edificio.
—Aquí fuera da miedo, jefe. Están pisándote el culo de la peor manera. 
Habría respondido, pero no se atrevió en caso de que utilizaran un escáner de identificación de voz. Habría sido relativamente seguro dentro del armario de metal que los protegía, pero ahora que estaban al descubierto, se trataba de un nuevo conjunto de reglas.
—¡Hey! Creo que los encontramos. 
Un grupo de agentes pasaron corriendo junto a ellos, hacia donde alguien había pensado que estaban. Dos rastreadores vestidos de marrón pasaron corriendo con un tercero que llegaba de arriba con una lenta y mortal arrogancia.
Había algo en el último que se destacaba y no era porque estuviera totalmente vestido de negro con protege-brazos puntiagudos y blasters personalizados. Él, como Syn, estaba alerta sobre las cosas que los demás olvidaban. Este no era un rastreador del montón o un agente de bajo cociente intelectual.
Era un depredador.
Syn inclinó la cabeza cuando pasó el rastreador. Pero su atención estaba tan concentrada en el único de quien debía tener cuidado, que se perdió al siguiente que se estrelló contra él.
Mierda…
El rastreador se detuvo y lo miró fijamente. Reconocimiento registrado.
Syn dejó caer su mochila y le lanzó un duro puñetazo.
—Están aquí —gruñó el rastreador en su enlace al devolver el golpe.
Syn maldijo mientras se convertían en el foco de atención de todas las personas de allí.
—Corre —gritó a Shahara.
Para su sorpresa, ella no lo hizo. Sacó el arma y disparó contra el rastreador.
Láseres apuntándoles bailaban a su alrededor mientras agentes y rastreadores giraban sobre ellos. Syn evadió el fuego, lanzó la mochila sobre el hombro y la empujó hacia delante mientras sacaba una bomba de humo y la arrojaba.
Shahara repitió el gesto, arrojando la suya en dirección opuesta. Disparos destellaron por todas partes, algunos fallando por poco margen.
Actuando por puro instinto, se agarró del brazo de Syn y tiró de él hacia una alcoba.
Syn la siguió para darse cuenta que estaban completamente atrapados. Maldiciendo, la miró y vio el intenso miedo en sus ojos.
—No vamos a lograrlo, ¿verdad?
—Sí, lo haremos. Hará falta algo más que estos bastardos para matarme.
Pero antes de que pudiera cumplirlo, una sombra cayó sobre él.
Era el depredador que había visto, y tenía su punto de mira directamente entre los ojos de Syn.

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