Shahara se detuvo al entrar en la habitación del hotel y se encontró a Syn con mala cara. Era obvio que había recibido malas noticias. Una vez más.
También había una botella abierta medio vacía de fuerte Fuego Tondarion junto a él, un alcohol tan potente, que estaba prohibido en la mayoría de los planetas. Eso definitivamente no era una buena señal.
—¿Qué pasó?
Tomó un trago de alcohol directamente de la botella, impresionante y espeluznante.
—Lyche está muerto.
La noticia la golpeó directamente en el estómago mientras se acercaba. Seguramente le había oído mal.
—¿Qué?
Los ojos reflejaban el disgusto de su rostro.
—El destino es en realidad una perra sin humor… Murió hace diez años, probablemente de una enfermedad causada por el gas de Merjack.
—Entonces, ¿qué estás diciendo?
—Básicamente, estamos jodidos —pasó los dedos por el pelo—. Sólo abrí sus archivos médicos.
Vik se aclaró la garganta.
—Vik abrió los archivos y me encontré con el certificado de defunción.
Tan contento que tuviera razón… Cansada y molesta, fue a pararse a su lado para poder ver el informe por sí misma.
Efectivamente, el hombre estaba muerto. No es que dudara de Syn, pero esperaba que hubiera tenido una conmoción que lo incapacitara para leer o algo así.
Esto no puede estar pasando… Necesitaban encontrar ese chip.
—Entonces, ¿dónde nos deja esto?
—Estoy trabajando en ello. Su mujer todavía está viva. Estoy haciendo una búsqueda de su información de contacto. Tal vez… tal vez todavía tiene la estatuilla.
—¿Estatuilla? ¿Por qué estás buscando una estatuilla?
—Puse el chip dentro.
Shahara frunció el ceño.
—¿Una estatuilla? —Repitió—. ¿Qué tamaño tiene?
Levantó las manos para mostrar casi treinta centímetros.
—Y tú escogiste eso… ¿por qué?
—Estaba allí y me pareció una buena idea en ese momento. Además, ha funcionado. Nadie parece haberlo encontrado en todos estos años.
Manteniendo las manos en alto, no dijo nada más mientras él alcanzaba el enlace para llamar a la viuda de Lyche.
Miró el cronómetro.
—Debe ser media tarde dónde ella está. Mantén tus esperanzas.
Eso era lo único que tenía por el momento. Vamos. Conteste a la llamada... Esperó, el corazón latiéndole de manera irregular hasta que una mujer mayor, respondió a la llamada.
—¿Fria Lyche?
—Sí, sí, soy yo. ¿Puedo ayudarle?
—Así lo espero, señora. Usted no me conoce, pero estoy buscando una estatuilla que su difunto esposo poseía.
—Merrin tenía varias estatuillas —dijo, con voz suave y amable— Le gustaba coleccionarlas de distintas clases.
—Sí, señora. En la que yo estoy interesado se parecía a una antigua diosa Derridian. Pikra, creo que era.
—Oh, sí, la chillonamente verde con la piel de serpiente y el pelo rubí. No importa cuánto lo intente, no puedo librar esa desagradable cosa de mi mente.
Shahara hizo una mueca ante la horrenda descripción. ¿Por qué alguien compra una cosa así? En cuanto a eso, ¿por qué iba alguien a ocultar un chip valioso en ella?
Incluso cuando era niño, Syn debería haber tenido mejor gusto.
La miró y le guiñó un ojo.
—Esa misma. ¿Sabe qué fue de ella?
—¡Oh Dios mío! ¿Creería que los médicos le dijeron que no volviera a su despacho a recoger nada en absoluto y sin embargo insistió en regresar a por esa monstruosidad? Dijo que tenía magia protegiendo los poderes inculcados en ella desde los tiempos antiguos. El único poder que alguna vez supe que tuviera era la capacidad de hacer a todos aquellos que la veían se encogieran de miedo y curvaran las bocas. Todavía no sé por qué le gustaba tanto. Era como un niño con su juguete favorito. Pero una vez que se enfermó, le hice deshacerse de esa cosa horrible. Me ponía la piel de gallina cuando estaba cerca de ella. Esa cosa parecía malvada. Desapareció.
¿Desaparecido? Shahara se sintió enfermar por la perorata de la mujer.
¿Qué vamos a hacer ahora?
Syn frunció el ceño.
—¿Sabe lo que hizo con ella?
—La donó a una casa de subastas. ¿Por qué está usted interesado en ella, de todos modos?
—Recuerdo haberla visto en su oficina hace mucho tiempo y la encontré… intrigante.
—Bueno, supongo que todos tenemos diferentes gustos.
—Sí, señora. Um, ¿se acuerda a que galería la donó?
—Oh, esa grande que es tan famosa en Tondara.
—¿Berringer?
—Sí, exacto.
—Gracias, Fria Lyche. Le agradezco su ayuda.
Ella cortó la comunicación.
Syn se recostó en la silla, puso las manos detrás de la cabeza y sonrió. Por alguna razón esa pose le hacía parecer travieso y hermoso mientras las patillas en la cara le daban un aspecto extremadamente peligroso.
—Creo que lo tenemos.
Shahara no se sentía tan optimista.
—¿Ha pasado cuántos años? No se sabe donde podría estar ahora.
—No, pero Berringer conserva catálogos detallados de todas sus piezas, así como archivos de todos los compradores.
La esperanza comenzó a brotar dentro de ella otra vez.
—¿Estás seguro?
Asintió con la cabeza.
—Oh, sí. Les he comprado varias piezas de arte.
—¿Por qué les comprarías si tienen archivos de…
—Conozco a alguien que trabaja para ellos que es… discreto. Pongo mi oferta a través de ellos, y entregan mis compras en mi oficina.
Eso tenía sentido.
—¿Y cómo sabes que el comprador de esa fea estatuilla no es otro convicto comprando a través de un contacto discreto?
La fulminó con la mirada.
—Realmente odio cuando me llamas convicto.
Cruzó la habitación acercándose a él sigilosamente y le tocó la punta de la nariz.
—Lo digo cariñosamente. En serio. Gracias a ti, tengo un nuevo respeto hacia los convictos. . . y no has contestado a mi pregunta.
—No tengo una respuesta hasta que la busque.
Le besó el dedo antes de dirigir su atención al ordenador portátil.
Se hizo a un lado y observó como él sin esfuerzo alguno accedía a los archivos y datos sobre las subastas y los compradores. Cómo le hubiera gustado tener su talento. Sólo era buena disparando y reventando cosas.
Especialmente ordenadores y sus redes.
Después de varios minutos, él maldijo.
—Esos paranoicos, llorones…
—¿Qué?
Cogió la botella y bebió un trago antes de contestar.
—No mantienen el archivo de sus catálogos en línea. Tienen un sistema privado interno fuera de la red.
—¿Qué significa eso?
—Tenemos que estar dentro de su galería para saber quién compró la pieza. Lo cual es bueno que nadie puede monitorear o rastrearme a través de ellos, pero ahora es una mierda cuando quiero esos archivos.
Suspiró mientras miraba al monitor que mostraba un hermoso collar de esmeraldas que le encantaría tener.
—¿Vamos a entrar a la fuerza?
Se rió maliciosamente.
—Sólo un breve tiempo a mi alrededor y ya te he convertido en una ladrona. ¿Te imaginas lo que serías después de un año?
Le palmeó ligeramente en la parte posterior de la cabeza como solía hacer con Caillen cada vez se pasaba con ella.
—¡Hey!
—Es lo que te pasa por eso. Además, ¿quién dice que no te podría enderezar tan fácilmente como tú corromperme?
Syn se congeló con sus palabras, mientras le desaparecía todo el humor. La verdad era que ella podría enderezarlo. Porque cuando se trataba de ella, era más débil de lo que había sido nunca.
Desviando su atención antes de que se diera cuenta de lo que le hacía, cerró el ordenador portátil.
—No creo que entrar a la fuerza sea el camino más prudente.
—¿Por qué no?
—Porque nunca has accedido a un edificio de alta seguridad. Si no sabes lo que estás haciendo, te matan. Ese tipo de instalaciones no juegan con nadie. Sin mencionar que conozco una manera más fácil.
—¿Cuál?
—Donya Arisa.
Frunció el ceño.
—¿Qué es eso?
—No es qué sino quien. Y ella es fácil de manipular. Confía en mí. Iré a verla a primera hora de la mañana.
Shahara no estaba segura de que le gustara el sonido de esa cosa de la manipulación. Lo hizo parecer como si hubiera tenido mucha práctica haciéndolo con esta desconocida mujer. La idea le provocó una punzada de enormes celos que la atravesaron.
—¿No querrás decir, nosotros, Aviador?
—No, yo. Tú te quedas aquí.
—Oh, yo definitivamente no lo creo, y no uses ese tono de voz conmigo. Nunca.
Vik, que había estado completamente en silencio todo este tiempo, se reanimó.
—Oh, estoy fuera de esto.
Voló hacia la ventana y se dejó salir sólo.
—Shahara…
—Zzzt —dijo levantado la mano—. Pierdes el tiempo. Ni siquiera voy a escucharlo. Tú vas. Yo voy. Es la vida de mi hermana la que está en juego y yo dispararé y estoy bastante segura de que tú pelearás, también.
—Creo que ya hablamos bastante en cuanto a eso.
—Pero yo soy mejor disparando.
Le lanzó una furiosa mirada.
—Estoy de acuerdo. Sin embargo, creo que puedo aguantar cuando estoy sobrio.
Tomó la botella de su mano.
—Bien. Voy a tirar esto.
—¡Uh! —Trató de alcanzarla.
Shahara lo esquivó y puso la botella boca abajo en el fregadero antes de que pudiera alcanzarla.
Intentó sacársela de las manos, pero ya era demasiado tarde.
—Eres una malvada y perversa mujer.
—Y tú estás borracho.
—Trabajo mejor así.
Dejó caer la botella y se volvió hacia él. Tenía el pelo colgando de sus ojos oscuros que la chamuscaban.
—No, Syn, no. No me gusta lo que el alcohol te hace.
Syn quería maldecirla y decirle que no era asunto de su incumbencia. Pero en ese mismo momento, mirándola a la cara…
Estaba perdido con ella.
Lo único que quería era poder abrazarla y hacer que todo lo demás desapareciera. Sin embargo, no pudo. No cuando la vida de Tessa estaba en juego.
Tengo que permanecer concentrado. Algo que era imposible cuando estaba de pie tan cerca de él que podía ver sus pupilas dilatarse.
Como si pudiera sentir su deseo, extendió la mano y se la puso en la mejilla.
—Te veo, Syn. Sé qué clase de hombre eres, y lo único que cambiaría es tu innecesaria falta de sobriedad.
—No me gusta sentir.
—Y sin embargo lo haces. No importa cuánto bebas, realmente no desaparece, ¿verdad?
No, no lo hacía. Pero su tacto…
Expulsaba el dolor. ¿Cómo hacía eso? ¿Cómo podía amar algo como él?
—Siempre permaneceré a tu lado, Shay. Siempre.
El aliento de Shahara cogió esas derrotadas palabras que habían venido directamente del corazón. Ellas y el uso de su apodo le tocó en lo más profundo. Y antes de que pudiera pensarlo mejor, se puso de puntillas y lo besó.
La mano se tensó sobre la cintura como si quisiera aferrarse a ella para siempre.
Fue entonces cuando supo la verdad.
La amaba. No podría decirlo, pero podía sentirlo en su beso y su tacto.
Syn quería maldecir por lo bien que sabía y sentía. No había habido nadie más que él alguna vez hubiera querido así. Y mientras su lengua bailaba con la suya, la mente le atormentaba con pensamientos de una vida con ella.
Si tan sólo pudiera…
Se retiró a pesar de que cada parte de él gritó negándose.
—Tenemos que seguir adelante — dijeron al unísono.
Syn dio un paso atrás e indicó el uniforme robado.
—Pero no podemos ir así.
—Sí, pareceríamos algo sospechosos. Entonces, ¿qué tipo de ropa has comprado?
Hizo un gesto a la bolsa en el suelo.
—¿No miraste antes de tener un berrinche?
—No. Y yo no tengo berrinches.
Cogió la bolsa y sacó una camisa y unos pantalones que estaban definitivamente cortados para Syn. En el fondo había un traje pantalón de color óxido para ella. Estaba tejido de la más suave tela que jamás hubiera tocado.
—Bonito.
—Siento que no sea mejor, pero no tuve tiempo de mirar realmente.
Su disculpa la aturdió.
—No lo sientas. Es la cosa más bonita que he tenido.
Syn apretó los dientes por la seriedad del tono. Dioses, cómo quería rectificar eso. Y cuando ella comenzó a quitarse la camisa, se dio cuenta de que no podía quedarse ahí. No, si quería mantener la concentración.
—Voy al baño. Vuelvo en un momento.
Shahara frunció el ceño cuando Syn dejó una estela de vapor en su prisa por dejarla. Sacudiendo la cabeza, ella sacó la camisa y la dejó caer sobre el escritorio mientras se cambiaba el uniforme por el traje pantalón.
Tan pronto como estuvo vestida, recogió la camiseta. Se enganchó contra la batería del portátil y descubrió que algo brillaba. Curiosa, se movió más cerca para encontrar. . .
Un anillo de boda.
La vista la golpeó como un puñetazo en el estómago. ¿Era de Mara?
Si lo fuera, eso significaba una sola cosa, había amado a su mujer. Había estado mintiendo cuando dijo que no lo hizo. Y debió haberla amado profundamente para que hubiera mantenido el anillo todos estos años.
Algo en su interior se hizo añicos por la comprensión.
Tal vez te equivoques. Tal vez es de Talia…
Sin embargo, Talia sólo había sido una niña cuando murió. Seguramente no habría poseído un anillo de bodas.
¿Su madre?
No, la odiaba demasiado como para haber guardado algo suyo. Sólo había una respuesta y eso la hacía enfermar.
Es por eso que no te dijo que te amaba. Todavía añora a su esposa.
Le oyó abrir la puerta. Alejándose del anillo antes de que la atrapara mirándolo sin disimulo, puso el uniforme en la bolsa y trató de actuar tan indiferentemente como fuera posible. Pero en su interior…
Dentro de ella estaba gritando.
Él puso la vieja ropa en el suelo al lado del sofá.
—¿Vas a decirme finalmente que significa C.I.? —indagó, preguntándose si lo compartiría con ella.
—No
Arqueó la frente con sorpresa.
—¿Ninguna brusca respuesta? Sabes, Syn, creo que estás perdiendo tu toque.
No dijo nada mientras cerraba el ordenador. Lo vio vacilar sobre el anillo. Luego lo escondió tan rápidamente en la palma de la mano que apenas se percató que se hubiera movido.
Levantando la vista, frunció el ceño.
—¿Qué? ¿Me creció una nueva cabeza?
Se aclaró la garganta mientras esperaba que el rostro no le dejara traslucir su ira y dolor a él.
—No, sólo estaba tratando de pensar qué nombre podrías elegir para que fuera el más apropiado.
—¿Qué tal muerto?
—No eres gracioso.
—Ni Merjack.
Puso los ojos en blanco.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer con él?
—Espero que mantenga hasta el final su parte del trato y tratar de permanecer fuera de su camino.
Shahara chasqueó su lengua.
—Realmente creo que se te debería ocurrir un plan mejor que ese.
—¿Por qué molestarme? La vida tiene una manera de destruir todos los planes.
Era un cínico. Sacudiendo la cabeza, se volvió para sacar su arma de la mochila.
—¿Shahara?
—Sí —contestó sin volverse.
—Si me mata, ¿te ocuparás de que me entierren en el Templo Ilysian de Kildara al lado de Talia? Tengo un espacio ya pagado.
La petición la cortó en pedazos al darse cuenta del por qué había elegido vivir donde lo hacía. Su apartamento se encontraba a una distancia que se podía recorrer a pie de donde su hermana fue enterrada. Incluso todos estos años más tarde, quería estar cerca de ella.
Velar por ella.
Estremeciéndose por el dolor que él acarreaba en su interior, quiso llorar.
—Sí. Me aseguraré de que seas…
No lo podía decir. El pensamiento de su muerte era más de lo que podía soportar.
—Gracias.
Shahara asintió con la cabeza y luchó contra el dolor desgarrando a través de ella. Realmente podría morir.
Y entonces ¿qué haría? ¿Cómo podría vivir sabiendo que lo había ocasionado todo?
De la misma manera que has vivido a través de todos los horrores. Un día a la vez. ¿Pero podría hacerlo sabiendo que lo había herido?
No pienses en ello. En este momento, Tessa era lo más importante. Syn no saldría lastimado. Se aseguraría de ello.
Shahara ajustó el traje con un pequeño tirón del dorado cinturón. Sabía que debería estar agradecida de estar tan cerca de la liberación de Tessa, pero eso sólo significaba que estaba mucho más cerca de perder a Syn, y eso la destrozaba.
Levantando la mirada hacia él, tuvo que sonreír. Se veía impresionante con la camisa de seda azul marino y los pantalones negros. El color profundizaba el bronceado de su piel.
—¿Estamos listos?
Le dio esa burlona sonrisa que era como su segunda naturaleza cuando su comentario era sarcástico.
—Siempre estoy listo para una pelea.
Le abrió la puerta para ella.
Cuando pasó de largo, se inclinó y le susurró al oído:
—Te ves genial, por cierto.
Se humedeció los labios cuando examinó su alto y sexy cuerpo.
—Tú también.
En realidad gimoteó.
—¿Por qué no podemos pasar dos horas más en la habitación?
Ella soltó un bufido.
—¿Dos horas? Cariño, en serio sobreestimas tu destreza.
Se quedó asombrado con la réplica.
—Sí, claro. Soy el mejor cuando se trata de jugar en el dormitorio.
—Sigue diciéndotelo a ti mismo, cariño. Un día podrás convencer a alguien.
Syn quiso estar ofendido, pero sabía que simplemente estaba fastidiándolo para engañarlo. Extrañamente, le encantó.
Soy tan estúpido… y enamorado. Lo que significaba que básicamente estaba jodido.
No dispuesto a pensar en eso, la guió escaleras abajo y hacia una bahía de aterrizaje a unas pocas calles. Se dio cuenta que mientras caminaban se acurrucaba más profundamente en su chaqueta. Hacía frío, pero después se fue acostumbrando. Muchas noches había permanecido en esas calles y rezó por un momento que pudiera vivir bajo un techo y tener calor.
Shahara vaciló al entrar en la bahía.
—¿Qué estamos haciendo?
—Nero tiene un caza que tomo prestado.
Le cortó con una mirada sospechosa.
—¿Prestado?
Se golpeó el auricular para abrirle el canal a Vik.
—¿Vik? Adelante. Ahora.
Le dio una jocosa mirada cuando Vik entró volando y se le posó en el hombro.
El robot se erizó.
—Sabes que no soy tu novia, ¿verdad? No me gusta ese tono de voz y te lo agradecería si escogieras uno nuevo. De lo contrario, escupiré veneno invisible en tu globo ocular… en los dos.
Syn dejó escapar un suspiro irritado, pero no dijo nada cuando abrió la mano. Vik dejó caer un chip de navegación en ella. Sosteniéndolo en alto para la inspección de Shahara, sonrió.
—Lo llamé antes, así que envié a Vik para obtener la clave.
Se mordió el labio mientras sentía crecer el rubor en su rostro.
—Lo siento.
—No hay problema, pero sé que nadie le roba a Nero. Sabe quién eres, te acorrala y le lo hace pagar de un modo que no te lo puedes ni imaginar, incluyendo un completo apretón del cerebro que te dejará con una migraña tan mala, que desearás poder sangrar por los ojos para que deje de doler. Es repugnante de esa manera.
—Debidamente anotado.
Juntando las manos a la espalda, lo siguió obedientemente al elegante y rojo oscuro caza de dos plazas de Nero. Subió primero la escalera de embarque y se situó en la silla del navegante mientras Vik se metía entre ella y Syn.
Syn no habló mientras recorría los controles de vuelo, pero no podía dejar de notar cuán orgullosa y feroz parecía Shahara mientras insertaba las coordenadas. Las manos eran hermosas en su gracia y confianza.
No se perdió la ironía de sus sentimientos hacia ella. Se había jurado mientras crecía que nunca tendría nada que ver con humilde gente común. En especial, no una que pudiera apalearlo en una pelea y dispararle.
Y mientras consideraba sus sentimientos, se preguntó si parte de su atracción hacia las mujeres bien educadas no había sido un deseo subyacente de que su madre lo aceptara y aprobara. Después de todo, si una mujer educada, sofisticada como Mara pudo aceptarlo, era razonable que su madre también pudiera.
Ahora que era demasiado viejo para que le importara una mierda lo que pensaran de él, emergían sus verdaderos deseos. Le gustaba el hecho de que pudiera mantenerse en su espalda y protegerla. Que supiera lo que quería y no tuviera miedo de hacer lo que fuera para conseguirlo.
Había mucho que decir acerca de una mujer que era tan predadora como él.
Se detuvo al darse cuenta de que él la estaba mirando.
—¿Estoy haciendo algo mal?
—No. Estaba pensando lo increíblemente hermosa que eres.
Eso no pareció complacerla mientras su mirada bailó con claros síntomas de malestar.
—Todavía estás borracho, ¿no?
Se echó a reír.
—No. La resaca está empezando a patearme. Martilleando la cabeza como una madre.
—Ah, eso lo explica todo.
—¿Qué?
—Tu vista está jodida. Seguramente podría llevarte a una residencia de ancianos y estarías intentando anotarte puntos con la abuela ahora mismo.
Debería estar ofendido, pero en lugar de ello se volvió a reír.
—Estás muy equivocada.
Sacudiendo la cabeza, les lanzó.
Shahara no dijo nada más mientras él se concentraba en el lanzamiento. Sus pensamientos se debatían entre su hermano enojado, su hermana capturada, y el hombre que ella quería amar y que no se lo permitía.
Lo malo era que quería golpearlos y matarlos a los tres por, básicamente, la misma razón. Todos eran demasiados tercos para vivir, y si los tres la hubieran escuchado ahora no estarían en la situación actual.
¡Uf! ¿Por qué era que se rodeaba de gente tan difícil? ¿O peor aún, los amaba?
Estoy mal de la cabeza…
Una vez franquearon la órbita, habló.
—¿Crees que le harán daño a Tess?
—¿Quieres que te mienta?
Su entraña se apretó por la pregunta.
—Acabas de responderme.
Extendió la mano y tomó las suyas entre ellas.
—Ten fe, pequeña. No voy a dejar que le hagan daño. Te lo prometo. Conseguiremos ese chip y les haré pagar por lo que han hecho.
Por primera vez en su vida adulta, no se sobresaltó por el uso de esa palabra cariñosa. En realidad, la calentó.
—Confío en ti. Es Merjack al que quiero destrozar a pedazos.
—Encontramos ese chip y tendrás el poder para derribarlo.
—Así lo espero.
Miró hacia la oscuridad que se extendía hasta el infinito. Nunca había encontrado el viaje espacial especialmente reconfortante. Sobre todo porque conocía los peligros. Sin embargo, con Syn… mientras estaba preocupada, no era tan frágil como si estuviera sola. Sabía que movería montañas para mantener a Tess segura. Se sentía como si realmente pudiera depender de alguien más.
Era una sensación completamente diferente a lo que tenía con su hermano. Aunque sabía que Caillen movería montañas por ella, todavía había una parte de ella que quería limpiarle la barbilla y trocearle la comida. Una parte de ella que no le permitía ver que no era la hermana mayor que tenía que cuidarlo y vigilarlo.
Con Syn…
Podía bajar la guardia y permitirle hacerse cargo de ella. Mientras que ella podía liderar, no tenía que estar al cargo y ser más fuerte que el titanio, en todo momento. Era un cambio agradable ser capaz de mostrar sus inseguridades con alguien.
Con Syn, se sentía como una pareja.
Vik se levantó y se sentó en su regazo.
—¿Qué estás haciendo, Vik?
Destelló hacia su forma de robot y le cubrió la pierna.
—Estoy aburrido.
—No te puedes aburrir.
—Sí, puedo. —Se desperezó—. ¿Cuánto falta?
Se rió de su tono de voz que sonaba como un niño de cinco años de edad.
—Dios mío, es como tener un hijo.
Syn soltó un bufido.
—Sí. Incluso tienes que cambiarle el pañal a veces.
—No. Sólo mis baterías.
Syn arqueó una ceja.
—¿Y tu actitud?
—Perra, perra, perra. Ahora déjame en paz mientras me echo una siesta.
Shahara no sabía qué pensar de él cuando cortó su energía y entró en modo de espera.
—Sabes, Vik realmente es un invento impresionante. Fácilmente podrías haber tenido una carrera en robótica y programación.
—¿Crees que no lo intenté?
—¿Qué pasó?
—No pude pasar los controles de seguridad. No sólo te investigan a ti también a tu familia inmediata. Mientras Nykyrian y yo fuimos capaces de fabricar mis archivos importantes como los registros para los padres y todas las direcciones conocidas donde había vivido durante mi crecimiento, las referencias que pudieran dar testimonio bajo juramento que fui a ciertas escuelas y viví en ciertos lugares , era algo que no pude hacer. Que los dioses bendigan y mantengan al equipo y a las empresas de robótica. Son unos hijos de puta paranoicos.
Se tocó el collar que todavía llevaba, mientras el corazón se le rompía por él. Qué pérdida de tanto talento.
—Lo siento, Syn.
Se encogió de hombros.
—Está bien. Además, me quité cualquier culpabilidad que tuviera cuando acaparé más información y prestigio que ellos. Si me hubieran contratado, hubiera tenido más interés en su protección.
Reclinándose en la silla, le observó mientras trabajaba en la terminal, obteniendo información para su próxima aventura.
Se había recogido el pelo en una coleta. Las patillas eran oscuras contra su piel leonada haciéndole parecer aún más peligroso. Le dolía saber cuánta tragedia había encarado en su vida.
Solo.
—¿Alguna vez pensaste en casarse otra vez?
Syn se congeló por la inesperada pregunta. Bajó la mirada mientras su mente relampagueaba en el anillo de bodas que llevaba en el bolsillo el cual había comprado para ella. Contra sus mejores esfuerzos, se imaginó cómo sería vivir su vida con ella.
Pero eso era una estupidez y lo sabía.
—No —mintió él.
Shahara sintió que se le rompía el corazón por la respuesta. Así es que todavía amaba a Mara. Lo debería haber sabido. ¿Y quién podía culparlo? Su esposa había sido hermosa, bien educada y culta. Todas las cosas que ella no era.
Eres defectuosa. No importaba con qué fuerza tratara de pensar de otra manera, siempre regresaba a una única verdad. La vida la había quebrado a una edad temprana y nunca se recuperó.
¿Qué te importa? No necesitas a nadie en tu vida. Eres más fuerte sola. Mejor. Parte de eso era cierto, pero seguía siendo humana, y como tal necesitaba relacionarse. Sentirse parte de algo.
Eres parte de tu familia.
Deja de lloriquear. Estás viva y tienes una buena vida. De acuerdo, estás en la pobreza, pero podría ser peor. No tienes que visitar a tus hermanos en una tumba.
Al igual que Syn.
Eso la obligó a salir de la melancolía. No tenía derecho a quejarse de nada, y lo más importante para ella era centrarse en recuperar a Tessa.
Era media tarde cuando llegaron a la galería. Shahara estaba empezando a sentirse destrozada por el constante cambio horario, otro serio inconveniente por viajar en el espacio. A su cuerpo le resultaba difícil adaptarse y ya no recordaba qué hora debía ser en su casa.
Pero Syn no parecía estar mal por el desgaste.
Al acercarse a la elegante y lujosa galería, que se encontraba en un edificio de cristal, las puertas, que estaban flanqueados por dos cuerpos masculinos de acero de cuatro pisos de altura, se abrieron automáticamente. Suspendido del techo había un enorme ojo humano verde que se centró en ellos y siguió su camino en un gran círculo a medida que se acercaban a la mesa de la recepcionista. El vestíbulo era extremadamente blanco y tan estéril como un hospital. Si no fuera por el enorme letrero de color rojo sobre la cabeza de la recepcionista designándolo como Berringer, habría salido y vuelto a comprobar la dirección.
La gente bullía por todo el vestíbulo. La mayoría de ellos eran compradores sujetando agendas electrónicas mientras que el resto eran trabajadores tratando de hacer ofertas y acordar citas.
Shahara se volvió a preguntar a Syn cómo pensaba hacerlo cuando una sensual voz se echó a reír, cortándola.
—Malvado, malvado Syn —le arrulló la voz de la mujer de un modo que hizo a Sahara ver rojo— ¿Qué te trae a mi pequeña galería de arte? ¿Pensé que preferías exhibiciones privadas?
¿Cómo podría una mujer hacer que una palabra tan inocente sonara tan sucia?
Syn le mostró una sonrisa tan deslumbrante que mostró el hoyuelo a la perfección.
—Te estaba buscando.
Oh sí, eso no ayudaba en absoluto. Ahora Shahara quería abofetearlos a ambos. Podría haber ayudado a sus celos si la mujer no fuera tan hermosa, o voluptuosa.
Tan increíblemente perfecta…
Era obvio por su cuidada manicura y suaves manos, sin ampollas, que esta mujer nunca había empuñado un blaster. Excepto levantar una ceja para no hacer otra cosa que chasquear los dedos para que otra persona esperara por ella.
Y cuanto Shahara más la miraba, más despreciaba a la morena de largas piernas que miraba a Syn como si fuera un sabroso bocado que estaba muriéndose por engullir. No supo por qué, pero una imagen de la mujer lamiendo sus dedos al tratar de seducirlo con la mirada pasó por su mente.
Mantén las distancias, mujer, o volverás a casa calva…
—¿Y qué quieres de mí? —ronroneó sugestivamente, cubriendo el largo y bien proporcionado brazo por encima del hombro. Lo atrajo cerca, con los pechos presionando contra su costado. Gah, que descaro el abierto coqueteo. ¿No era ese tipo de manifestación para disparar contra alguien?—. Lo mismo que la última vez, espero.
Syn quería apartar lejos a Donya, aunque podía ser una gran perra, y, si se sentía ofendida de alguna manera, se iría violentamente y nunca tendría la oportunidad de revisar los catálogos que tenía que ver. Así que lo mejor era seguirle el juego.
—Si tuviera más tiempo, me encantaría complacerte. Pero me temo que tengo un poco de prisa.
Su hambrienta mirada le hizo sobresaltarse. Sin embargo, peor que eso fue la forma en que su dedo se perdía por el bajo escote de la camisa, abriéndola hasta que tuvo una perfecta visión de sus pezones y pechos desnudos.
—Vamos. No puedo pensar en nada que fuera mejor que ser completamente llenada con Syn. Si nos esforzamos lo suficiente, te apuesto a que podríamos terminarlo en quince minutos.
Shahara arqueó una ceja ante eso y de inmediato notó la ardiente ira en sus dorados ojos. Estoy en profunda mierda. Si no paraba esto pronto, probablemente les dispararía a los dos. Le dirigió una mirada de disculpa esperando que ella no lo interpretara erróneamente.
De pronto, repasó a Donya con una mirada llena de lujuria y a continuación, se lamió los labios en una invitación sexual que lo puso duro al instante.
—No creo que realmente pudiéramos hacer eso con un trío, ahora, ¿no? —Hizo girar su mano en el pelo con una seductora, y sin embargo, inocente mirada, que tanto lo sorprendió y despertó—. Por supuesto, Syn podría preferir que lo dejáramos fuera por completo. ¿Qué opinas?
Syn tosió para ocultar la risa. Tenía agallas. Sin lugar a dudas.
Con cara de espanto, Donya frunció el ceño.
—¿Syn? ¿Quién es esta persona?
Quiso decirle que era su esposa. Aunque sólo fuera para conseguir apartar a Donya de él. Pero no se atrevió a molestarla.
—Es una amiga.
Donya la descartó de inmediato.
—Entonces, ¿qué es lo que puedo hacer por ti, guapo?
—En primer lugar, puedes tratar a mi amiga con respeto, sobre todo dada la cantidad de dinero que gasto aquí. Después de eso, tengo que ver los catálogos archivados de la galería.
Apretó los labios en un mohín seductor haciendo caso omiso de la primera parte de sus palabras.
—¿Queriendo aumentar tu colección?
—Algo así.
Donya resopló con irritación, cuando por fin se apartó de él.
—Bueno, entonces, sígueme —hizo una pausa para repasar a Shahara con una mirada condenatoria —Tú te quedas detrás de nosotros.
Shahara tomó el aliento aguadamente como si estuviera disfrutando con la mera idea de ello.
—Oh, cariño, no puedo esperar. Nada me gusta más que el trasero de una mujer, y dulzura, tienes uno muy grande. Así que, guíanos y déjame disfrutar de la vista. Voy a tener que llamar a todas mis niñas y hacerles saber exactamente qué culo tan sexy tienes —ronroneó como un felino al acecho.
Fue todo lo que él pudo hacer para no reírse en voz alta.
—Eres tan mala.
Se encogió graciosamente de hombros mientras continuó haciendo gestos sobre la parte superior de Donya.
—Sólo sé lo que me gusta.
Nunca querría estar en el extremo receptor de su veneno, sabía exactamente qué botones apretar y estaba trabajando con frenesí.
Donya hizo un chillido de protesta mientras se cubrió el trasero con la agenda y procedió a llevarlos a su oficina.
Syn negó con la cabeza a Shahara. Compórtate, le murmuró a ella sobre su hombro.
Señaló con indignación a Donya, y luego le hizo un gesto como si la estuviera ahogando.
Donya se dio la vuelta y Shahara, sin perder un solo ritmo, le sonrió y le hizo un gesto en que le dijo que estaba fingiendo exprimir el culo de Donya mientras se lamía los labios como si pudiera saborearlo.
Donya salió disparada hacia adelante como si la hubiera golpeado un hiperimpulsor y los dejó para tratar de mantener su ritmo.
Shahara soltó una baja y malvada risa.
Syn quería sentirse horrorizado por sus acciones, pero en verdad, los encontró divertidos. Sobre todo porque Donya se lo merecía, dada su rudeza hacia Shahara.
¿Qué mejor venganza sin descender a su nivel…?
Una vez dentro de la oficina de Donya, activó el catálogo que estaba en un rincón.
Shahara se detuvo a su lado y cubrió el brazo posesivamente sobre el hombro izquierdo de la misma manera en que Donya había hecho en el vestíbulo. Juntó las manos y apoyó la barbilla en la parte superior de ellas mientras le sonreía graciosamente a Donya, quien incluso intentó ignorarla más.
—¿Desde qué fecha quieres ver, Syn?
—Alrededor de veinte años atrás.
Donya arqueó las cejas.
—¿En serio? Debe de ser una muestra. ¿Otro Chinergov?
—No. No conozco al artista. Es una antigua escultura Derridian que se puso a la venta por un hombre llamado Merrin Lyche.
—Hmm… —Tecleó en la información—. ¿Es esta?
Se congeló cuando la vio, y en ese momento un espejo de su infancia se estrelló contra él con toda su fuerza y le tele transportó en el tiempo. Una vez más, tenía catorce años, de pie en la oficina de Lyche mientras los oía venir a por él. Y en ese pavor de su jadeante y aterrorizada respiración, mientras el sudor corría por su espalda, con sus dedos escociendo, tuvo un momento de total claridad.
Van a matarme.
Oculta el chip. Si no lo pueden encontrar, te torturarán por ello. Siempre y cuando no te rompas y les digas donde está, vivirás.
Decidido a ser más listo que ellos y sobrevivir, miró a su alrededor hasta que vio la pieza en una estantería. Alrededor de treinta centímetros de alto, era chillonamente horrible. La piel era tan verde, la torcida expresión facial tan fea, era difícil incluso mirarla.
Lo que significaba que nadie buscaría el chip en su interior.
Con el cuerpo temblando de miedo, había corrido a ella y la agarró para poder ocultar el chip en la base. Apenas la había devuelto al estante y dado un paso hacia la ventana antes de que la puerta se abriera estrellándose. Se habían apoderado de él al instante y le había tomado toda su fuerza de voluntad no mirar a la estatuilla para asegurarse de que no era detectada. Pero incluso cuando era niño había sido listo.
Así que había sido arrastrado. . .
Ahora veía la foto de la única cosa que le había salvado la vida ese día.
—Así es.
Donya frunció el ceño ante la estatuilla, como si le disgustara.
—Vamos, cariño. Tienes mejor gusto que eso. ¿Qué? ¿Se trata de un regalo para tu amiga?
Shahara le dedicó una seductora sonrisa.
—Oh, si tan sólo pudiera ser tan afortunada. Me encantaría tener algo como eso para acordarme de ti.
—¿De mí?
—Ambas tenéis el mismo trasero, nena. Más que eso, tiene tu peinado, también.
La cara de Donya enrojeció brillantemente de rojo mientras los ojos se entornaban en furia.
Asume el control, muchacho. No puedes permitirte el lujo de estropearlo.
Le dirigió una mirada de advertencia a Shahara antes de volverse hacia Donya para recuperar su atención.
—Realmente necesitamos encontrar esta pieza, sin importar el costo. ¿Sabes quién la tiene?
Le tomó varios minutos antes que Donya dejara de mirar a Shahara y le diera la información.
—La hemos vendido seis veces. La última venta fue hace tres años a un coleccionista privado.
—¿Alguna probabilidad que pueda conseguir su nombre?
Donya apagó el registro del archivo.
—Sabes que no puedo hacer eso, nene. Lo siento. Pero puedo hacer algunas llamadas para ver si le gustaría venderlo.
—Por favor, hazlo. A ver qué puedes conseguir.
—¿Mi comisión de costumbre?
—Por supuesto.
—Entonces empezaré con las llamadas y te haré saber qué encuentro.
Syn inclinó la cabeza hacia ella.
—Estoy deseando escucharlo.
Cuando se dirigió hacia la puerta con Shahara, Donya lo detuvo.
Esperó hasta que se volvió hacia ella antes hablarle de nuevo.
—La próxima vez que pases por aquí, deja a tu amiga en casa.
—Lo siento Donya. No puedo hacer eso —se ladeó para besar a Shahara en la mejilla—. Adoro a mi caliente nueva novia y sus maneras salvajes. En realidad deberías haber aceptado el trío. Podríamos habernos divertido a lo grande juntos.
Salió tan pronto como vio a Donya a punto de estallar. Luego rápidamente acompañó a Shahara fuera de la oficina y a través de la galería.
—Syn.
—Shh —dijo, sin vacilar en la precipitada retirada.
Shahara no se dio por aludida.
—¿Pero qué pasa?
—Shh. Te lo explico fuera.
A Shahara realmente no le gustaba que la hiciera callar, pero era obvio que había algo significante que desconocía. Así que esperó hasta que se perdieron en la calle y Vik daba vueltas por encima de ellos.
—¿Qué está pasando Syn? No tenemos ninguna información…
Le mostró su diabólica sonrisa que hizo debilitar sus rodillas.
—No es cierto en absoluto. —Levantó un pequeño dispositivo en la mano.
—¿Qué es eso?
—El conjunto de registros, incluyendo el nombre del propietario actual y la dirección. Conseguido por el ladrón, nena. Me acerco a una red informática y puedo drenarla. Pero tenía que estar en el edificio para conseguirlo. Sí, yo.
Sonrió por su habilidad, impresionada una vez más.
—Eres impresionante.
Arqueó una ceja mientras discretamente le cogía la mano y la apretaba contra el bulto en sus pantalones para que ella pudiera sentir lo excitado que estaba.
—¿Tienes alguna idea del fuego que comenzaste allí con lo que estabas haciendo?
Se humedeció los labios sugerentemente para luego sujetar con fuerza sus pelotas mientras le dejaba ver su ira en un acto fingido.
—¿Tienes alguna idea del fuego que tú has creado?
El cuerpo de Syn se agarrotó mientras el dolor hacía trizas el resto de otras emociones. Se quedó inmóvil, tratando de evitar que lo dañara más.
—Cuidado, amor. Es posible que desees que trabaje más tarde.
Retorció la mano, no tanto como para incapacitarlo, sino más bien como una advertencia.
—Tienes suerte, teniendo en cuenta tu pequeña actuación ahí dentro, que no te los arranque.
—Yo sólo lo hice por ti —levantó la agenda electrónica—. Debía tener los datos.
—Uh-huh. —Apretó la mano en sus pelotas, haciéndolo levantar sobre la punta de sus pies—. Haz algo como eso alguna otra vez y te convertiré en un soprano permanente—apartó la mano.
Syn jadeó mientras él mismo se frotaba para aliviar el dolor que le había causado.
—Eso estuvo mal, hombre.
—No vayas hacia allí. Todavía estoy cabreada y tienes suerte que aún están pegadas dada la forma en cómo me siento.
Levantó las manos en señal de rendición… y dio dos pasos hacia atrás. Fuera de su alcance.
Ojeándola cuidadosamente, conectó el número del último dueño en el enlace y dejó que marcara.
Después de unos segundos, una mujer mayor respondió.
—Buenas tardes. Mi nombre es Chryton Doone, y me gustaría hablar con Fria Togg sobre una escultura que compró hace un par de años a Berringer.
—Un momento, por favor.
La espera esta vez fue un poco más larga. Finalmente otra mujer cogió el teléfono.
—¿Puedo ayudarle?
—Eso espero. Estoy buscando una antigua escultura Derridian de la diosa Pikra que usted ha adquirido.
—Oh, ¿esa fea cosa que compré de Berringer para irritar a mi ex marido? Dios, ¿quién querría eso?
El estómago se le cayó al suelo al ver la mirada de esperanza en el rostro de Shahara. Dado que no podía oír a la mujer, no sabía que sus esperanzas estaban siendo defraudadas. Maldita sea.
—Supongo que ya no la tiene.
Shahara cerró los ojos e hizo una mueca.
—Dios no. No podía soportar ver esa cosa.
—¿Puedo saber que fue de ella?
Por favor, no me diga que la tiró.
—Bueno, traté de venderla en el divorcio, pero nadie la tocó. Había una profesora de la universidad local que vino una noche a valorar mi colección. Tenía una curiosidad histórica sobre la pieza así que se la di a ella. Pensé que debía ir a alguien que pudiera mirarla sin sobresaltarse, y además pude desgravarla como una contribución de caridad.
Por lo menos eso era algo. Con un poco de suerte la profesora no habría mirado muy de cerca.
—¿Podría darme su nombre y como podría ponerme en contacto con ella?
—Oh, sí. Dra. Whelms. En la Universidad del Este Speaks. Es la decano de Historia del Arte.
—Gracias. Se lo agradezco profundamente.
—No hay problema. Espero que esa fea cosa le traiga más suerte que a mí.
No tenía ni idea. Esa estatuilla o le ponía en libertad o le mataba.
Colgó y miró Shahara, cuyos rasgos ahora estaban tensos.
—¿Alguna vez tienes el presentimiento de que esto es inútil?
Negó con la cabeza.
—No. Porque si lo es, mi hermana está muerta, y yo no voy a enterrarla. —Dejó escapar un suspiro de cansancio—. Dioses, Syn. ¿No podrías haber escogido algo mejor que una figura que nadie quería?
—Sí. Debería haber sabido cuando escondí el chip que Merjack me cogería, me enviaría a la cárcel, cárcel de la que escapé, vivir veinte años y, después necesitar encontrarlo de nuevo.
—No tienes que ser sarcástico al respecto.
Abrió la boca para responder, pero Vik le interrumpió.
—Tengo a un par de rastreadores que parecen un poco demasiado interesados en ti.
—¿Dónde?
—A las dos en punto.
Syn se volvió y los vio al instante.
—Mierda.
Shahara frunció el ceño.
—¿Qué?
—No es obvio, pero tenemos un par de rastreadores en nuestro culo.
Utilizó la mirada que señalarlos y tuvo que otorgarle el crédito de que siguiera su ejemplo sin traicionarlos. Era buena en esto.
—¿Qué hacemos? —Preguntó.
—Estoy pensando.
Su rostro cambió al instante cuando fingió reírse por nada.
—¿Qué estás haciendo?
Sonrió y le dijo en un falso tono feliz.
—Sígueme el juego. —Envolviendo el brazo a su alrededor, se inclinó hacia él y actuó como su tonta amante mientras le guiaba hacia ellos.
No estaba realmente seguro de lo que pensaba hasta que pasó por delante de los rastreadores.
—Tenemos que encontrar un lugar pronto, Syn. Tengo que probarte.
Su polla tembló por las hambrientas palabras y la sangre se le disparó hasta el punto que realmente se olvidó de los rastreadores.
Hasta que lo empujó hacia un callejón. En el momento en que lo hizo, sacó su oculto blaster y se volvió rápidamente.
Acorraló a los bastardos tan pronto como entraron tras ellos.
La maldijo por sus acciones.
Frunció el ceño.
—¿Qué?
—Tú sólo no les dispares.
—¿Por qué no?
Corrió hacia ellos para verificar sus sospechas. Tan pronto como vio los auriculares, maldijo de nuevo.
—Son de la compañía.
—¿Qué quieres decir?
Cogió el localizador GPS de la solapa de uno de ellos.
—Están marcados y cuando caen, los técnicos saben de inmediato que ya han localizado el objetivo y han sido incapacitados. En ese punto envían soporte. Acabas de desatar una tormenta sobre nosotros. —Se tocó la oreja—. Vik. Informa.
—Uh, sí. Es feo. Estampida al norte. Ahora. Rápido si quieres vivir.
Agarró la mano de Shahara e hizo lo que Vik les dijo que hicieran. En el momento en que franqueó el callejón, vio la línea que Vik había descrito. Había tres motos y dos vehículos viniendo a por ellos.
Mierda.
Piensa, Syn. Piensa.
Si sólo tuviera los poderes de Nero. Tienes los tuyos propios, y no te han fallado en mucho tiempo.
Sí, pero estaba sobrio, lo cual lo dejaba con una significativa desventaja.
Shahara se maldijo por su estupidez. Dado que los convictos por lo general no estaban organizados, nunca había considerado la posibilidad de que los rastreadores lo estuvieran.
Syn aminoró la velocidad.
—¿Qué estás haciendo?
—Si corremos, destacaremos. Confía en mí —la atrajo hacia el área donde la multitud era más espesa—. Vamos a tener que separarnos.
—¡No!
—¿No confías en mí?
Shahara se tragó su miedo. No te traicionará. Pero creyendo en realidad que era una cuestión totalmente diferente. Levantó la vista hacia esos ojos que eran oscuros como el espacio. Y aun con toda su oscuridad, no eran vacíos. En ellos vio al hombre que tanto le había enseñado en tan poco tiempo.
—¿Dónde te encuentro?
—Posada del Minero en la Quinta. Está justo fuera del campus norte. No podrás pasarlo de largo. Nos vemos allí en media hora.
Asintió con la cabeza.
Se inclinó y la besó en la mejilla.
—Estaré allí. Pero primero tengo que deshacerme de ellos. —Se tocó la oreja—. Vik, mantén la vista sobre Shahara para asegurarte de que no la rastrean.
—¿Y tú? —preguntó.
—Una rata sabe como atravesar corriendo una alcantarilla.
Y con eso, se perdió entre la multitud más rápido de lo que ella podría parpadear. Un momento había estado justo en frente de ella, y en el siguiente, estaba completamente sola.
Examinó a la multitud de su alrededor, en busca de otros rastreadores. Había un coche que todos los formados en su profesión conocían. Incluso cuando trataron de ocultarlo, se destacó a aquellos que, como ella, sabía lo que estaban buscando.
Manteniendo la cabeza baja, se dirigió en la dirección opuesta.
Syn mantuvo la mirada en movimiento mientras localizaba a los que estaban en su culo. Ocho…
No, nueve. Había una mujer vestida de marrón claro que parecía estar hablando con alguien.
Todos estaban bien entrenados y todos siguiéndole de cerca.
—Vamos a atrapar a alguno.
Era lo único que siempre decía cuando estaba acorralado en la calle. Pero lo que no sabían era que en la calle, nunca estaba realmente acorralado.
Metió la mano bajo su camisa y sacó los rizadores, láminas de titanio que se enrollaron alrededor de su mano para formar un guante de púas. Si sacaba su blaster y comenzaba a disparar, las autoridades le tendrían encerrado en un latido.
La única manera de salir de esto era fundirse con las sombras y cogerlos uno por uno.
Se sobresaltó al sentir el puño de su padre golpeando contra su cara repetidamente.
—¿Quieres que deje de pegarte? Tienes que ser más astuto que yo. Piensa, pequeño bastardo. ¿Qué haces cuando estás fuera acorralado y eres superado? Tienes que ser más hábil.
Las lecciones de su padre habían sido brutales, pero le habían enseñado a sobrevivir, y por ello en realidad le estaba agradecido.
Zambulléndose en un callejón, se metió en las sombras y esperó hasta que dos de los rastreadores pasaron. Saltó sobre el más cercano a él y le metió en el callejón, donde rápidamente le pateó dejándole inconsciente.
Syn estaba levantando el cuerpo cuando el segundo volvió para agarrarlo. Cogió del brazo al rastreador antes de que pudiera disparar su blaster y tiró del enlace de su oreja para que no pudiera comunicarse con los demás. Aun así, el enlace haría saber a su equipo que había sido eliminado y transmitiría sus señales precisando su ubicación exacta. Moviéndose rápidamente, Syn le lanzó un puñetazo a la garganta del hombre, entonces lo desarmó con cortos, limpios golpes. Retrocedió cuando oyó a los demás moviéndose hacia él.
Sí, esto estaba a punto de ponerse realmente interesante.
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