Syn se apartó de ella cuando se enfrentó a la criatura reptiliana.
—Retírate o voy a meterte ese arma en algún lugar realmente incomodo para ti y conozco lo suficiente tu anatomía para saber exactamente donde está.
No parecía convencido.
—¿Qué buscas aquí? —preguntó con un susurro ronco letal.
—Estoy aquí para ver a Digger.
—¿Y tú eres?
—Syn, como en el original.
Aquello emitió un sonido ronco que se suponía era una risa.
—No me pareces Syn. E incluso si lo fueras, ¿qué querrías con ese pedazo viejo de barro seco?
La mirada de Syn se volvió mortal.
—¿Por qué no se lo preguntas a él?
El lagarto sacó un enlace de comunicación y presionó una secuencia de números. Después de varios segundos respondió una voz ronca.
—Odio molestarte, Frion. Pero tengo aquí un humano que dice que es Syn, como en el original.
—Syn, ¿eh? —Era obvio que el hombre era mayor por la voz temblorosa—. Entonces pregúntale cual es su nombre de nacimiento.
El lagarto miró a Syn.
Shahara también alzó una ceja interrogante. Ahora averiguaría lo que significaba C.I.
—Sheridan Wade —dijo él con una nota extraña en la voz.
¿Sheridan Wade? ¿Simplemente cuantos nombres tenía? Pero ese tenía sentido dado quien había sido su padre.
—¡Ese es mi muchacho! —dijo la voz emocionada—. Déjale subir.
El lagarto se volvió hacia ellos.
—Mis disculpas, Frion Syn —dijo antes de pulsar el control del ascensor. Dio un paso atrás para dejar paso a la puerta—. Digger está en el apartamento 554.
Syn no dijo nada, pero Shahara podía sentir una fuerte emoción indescifrable proveniente de él.
Pasaron dentro y las puertas se cerraron tras ellos. El ascensor se elevó por el aire con una suavidad que desmentía su aspecto destartalado.
Syn le soltó la mano y fue hacia la esquina trasera.
—¿Cuál es exactamente tu nombre de todos modos?
—¿Realmente importa? Soy un hombre sin familia, nombre, o país. Te responderé a cualquier cosa siempre y cuando no sea degradante o insultante.
—Eso no es lo que pregunté. Quiero saber que significa C.I.
Él levantó la mirada con una sonrisa sabelotodo.
—Creado En.
—Creado En Syn —repitió ella—. Lindo nombre. Realmente tu madre debía odiarte.
La sonrisa de él murió.
—Con pasión —dijo con tal sinceridad que la hizo detenerse.
Antes de que ella pudiera decir algo mas, el ascensor se detuvo y salió dejándola sola sin siquiera mirar atrás.
Prometiéndose que le forzaría a decírselo, fue tras él.
El estrecho pasillo estaba desierto a excepción de las líneas de grafiti que estaban pintadas por todos lados. Al menos el apartamento estaba muy cerca.
Esto no era alentador.
Cuando Syn alzó la mano para llamar, la puerta se abrió.
Alto y extremadamente delgado, el hombre probablemente tuviera alrededor de sesenta y cinco años. A pesar de las arrugas que le ocultaban el rostro, y que también tenía una barba completa, algo en su apariencia le indicaba que probablemente había sido bastante guapo en su juventud. Tenía la cabeza cubierta de pelo blanco y los ojos tan azules que prácticamente brillaban.
Y cuando miró a Syn, era como un padre recibiendo a su hijo largamente desaparecido.
—Bueno que me apechuguen y fustiguen, eres tú realmente. Pensé que alguien más me estaba apretando los tornillos. —Dio a Syn un fuerte abrazo.
Syn maldijo.
—Cuidado, viejo. —Se apartó rápidamente—. No me rompas las costillas… aún más.
—¿Romperte las costillas? —Miró a Syn de arriba abajo—. Buen Señor, chico. ¿Qué te ha pasado?
—Estaba borracho y me caí del taburete… ¿qué crees que pasó?
Digger resopló.
—Sigues siendo el mismo gilipollas de siempre. Pero estas aquí, así que solo dime que tan malo es. Dios sabe que no vendrías aquí por elección y malditamente seguro que no te culpo por eso. ¿Huyes de los pinches? —Pinche era un viejo término de argot utilizado por las fuerzas del orden.
—Soy un Wade. ¿Qué crees?
Asintió.
—Sabes que siempre eres bienvenido aquí. —Abrió más la puerta y finalmente se dio cuenta de la presencia de Shahara—. Y ¿quién podrías ser tú, preciosa?
—Alguien alérgica a los playboys arcaicos y lo suficientemente joven para ser tu nieta —respondió Syn—. Llámala Shahara, pero ten cuidado. Es la responsable de aproximadamente la mitad de mis lesiones.
Una sonrisa encantadora curvó los labios de Digger.
—Bueno, me guardaré las manos, pero no hago promesas sobre donde puedan vagar mis ojos. Ahora entrad vosotros dos antes de que alguien os dispare en el pasillo sólo por estar ahí.
Al menos el interior del pequeño apartamento estaba mucho más limpio que todo lo que había encontrado en el exterior. Piezas de aparatos eléctricos estaban esparcidas, pero las zonas subyacentes estaban básicamente limpias.
Digger se lanzó al raído sofá para limpiarlo de papeles y cables.
Syn se apoyó contra la pared con un brazo envuelto alrededor de las costillas. Tenía la respiración entrecortada y estaba comenzando a sudar profusamente de nuevo.
—Dig, ¿tienes algún Prinapin?
—No me pillara la muerte sin eso a mi edad. Porque muerto estaría si lo necesitara y no lo tuviera.
Shahara levantó la ceja ante la mención de la droga ilegal. Un potente sanador, estaba prohibido por el número de defectos físicos y mutaciones que pudo dejar detrás. Por no mencionar que la mitad de las personas que lo tomaron no se despertaban de nuevo.
—¿Realmente estas tan loco como para tomar eso?
Syn se encogió de hombros.
—No podemos permitirnos tenerme sobre la espalda más tiempo del necesario.
Sin embargo, ella lo admiraba y rechazaba por su valentía.
—Está bien, pero si te crece otra cabeza, no digas que no te lo advertí.
Digger se rió tan fuerte, que comenzó a toser.
—Ja, ja —dijo Syn con una sonrisa torcida—. Vamos, Dig. Ofréceme una cama y los medicamentos antes de que me caiga.
—A la parte de atrás, muchacho, y tú —dijo a Shahara con una sonrisa encantadora— solo siéntete como en casa. Volveré ahora mismo.
Pasándose las manos por la parte delantera del traje de batalla, Shahara tomó asiento en el viejo sofá verde. Un muelle chirrió en señal de protesta.
Mientras estaba sentada esperando que Digger volviera, miró a su alrededor en la habitación, tratando de obtener una idea de quién era este hombre y como encajaba en la vida de Syn.
Por las cosas de su apartamento, le catalogaría como algún tipo de electricista técnico, pero si vivía aquí en Rook, debía estar haciendo algo más, algo muy ilegal, con la electrónica.
Y mientras estaba sentada allí, vio una foto de estilo viejo sobre el escritorio junto a la ventana. Levantándose, fue hacia ella y vio a Digger sosteniendo a Syn. Su hermana Talia estaba de pie al lado de ellos, con su joven cabeza inclinada. Incluso a pesar que ella no podía tener más de nueve o diez años, ya parecía derrotada por la vida. Syn parecía tan desafiante como siempre. El mismo fuego enfadado ardiendo en sus ojos que todavía mantenía.
Bien afeitado en la foto, Digger estaba tan guapo como había sospechado. Y el amor en su cara mientras miraba a Syn era desgarrador. Le recordaba la manera en que su padre los miraba hasta el día en que murió de una simple neumonía.
Tragó saliva con dificultad contra el dolor de ese recuerdo. Aunque su padre no había tenido siempre la mejor moral, les amaba a todos y nunca dudaron de ese hecho.
Aquello la trajo lágrimas a los ojos. No quería ser tan dura con su padre. Aun le amaba. Pero les había hecho a todos la vida difícil mientras perseguía arcoíris cambiantes. Sin embargo por debajo de eso, sabia lo afortunada que había sido. Aunque no siempre habían estado bien alimentados o incluso tenido un techo sobre sus cabezas, siempre tuvieron amor.
Y los unos a los otros.
A diferencia de Syn. Que terrible debía haber sido para él.
Mirando alrededor, sus parpados se volvieron pesados.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que había dormido?
No podía recordarlo. Pero desde luego el sueño nunca había sido su amigo. Había luchado contra él toda su vida. Primero, porque tenía miedo de que su madre muriera mientras dormía, después porque estaba asustada de que alguien hiciera daño a sus hermanos.
Debería tener miedo de Digger. No le conocía en absoluto, pero algo en su interior le dijo que Syn no dejaría que ningún daño la sobreviniera. Confiaba en Digger.
Bostezando, puso la foto en su sitio y regresó al sofá.
Sólo voy a cerrar los ojos durante un seg…
Y antes de que terminara ese pensamiento, estaba profundamente dormida.
Syn se lanzó dos pastillas en la boca y las tragó mientras se inclinaba cansadamente contra la pared.
Digger frunció los labios de disgusto mientras terminaba de cubrir la cama doble con sábanas limpias.
—No sé cómo puedes tragar esa mierda sin agua. Yo me estaría asfixiando por todo el lugar.
—La necesidad es la madre de la invención.
Digger resopló.
—Me gustaría que te alzaras con un dicho nuevo, pero al menos no es esa vieja basura de ninguna buena acción queda sin castigo. —Digger sonrió mientras sacaba una manta de un cajón de almacenamiento bajo la cama. Cubriendo la cama con eso, se volvió hacia Syn—. Sé que no es tan elegante como el lugar que tienes ahora, pero está limpio.
—No tienes que pedirme disculpas. —Comparado con algunos de los agujeros en el barro donde él y Digger habían dormido en el pasado, esto era una mansión—. Mi único requisito es que esté seco y que nada se arrastre y me muerda el culo.
Digger le hizo señas para que se acostara.
—Bueno, no tienes que preocuparte por nada de eso.
Lentamente, Syn se quitó la ropa, después le complació. Dejó escapar un largo suspiro mientras finalmente se tendía. Dolía como el infierno, pero era infinitamente mejor que estar de pie.
—Es bueno verte de nuevo. —Digger agitaba las almohadas como una tía solterona.
Syn no dijo nada. No estaba seguro de que decir. Le debía a Digger una deuda que nunca podría pagar, pero nunca hubiera querido ver al viejo de nuevo.
Digger pertenecía al pasado. Un pasado por el que vendería su alma para olvidarlo.
Pero eso no cambiaba el hecho de que amaba al viejo bastardo aun cuando no quería hacerlo.
—Siento no haber estado alrededor estos últimos años.
Digger resopló.
—No te atrevas a ablandarte por mí, muchacho. No querría que estuvieras alrededor de mi lamentable vejez tampoco. Nunca quise que vivieras así. Lo sabes.
Syn asintió.
—Ahora ¿qué puedo conseguirte mientras sanas?
—Los dos necesitamos equiparnos.
—¿Infiltración completa?
—Lo mejor. Sé que puedes piratear mis cuentas y pagarlo. Toma lo que necesites. Solo asegúrate que escondes tu IP. Hazles pensar que estamos en Gondara… eso debería molestar a la vieja puta.
—Muy bien. ¿Algo más?
—Sí, dale a Shahara algo de comida. Esta malditamente demasiado delgada. Y por el bien de los dioses, cómprame algunas botas de mi talla. —Syn se puso un brazo por encima los ojos para protegerlos de la claridad de luces del techo—. Uso la misma talla que él usaba.
Digger comenzó a irse, entonces se detuvo.
—Oí que los Rits iban detrás de ti de nuevo. Hay algunos rumores por aquí sobre cierta gente que hace apuestas sobre traerte muerto.
—Sí, lo sé. Me iré tan pronto como pueda. No te preocupes, nunca traería los problemas a tu puerta.
Digger se puso rígido como si eso le hubiera ofendido.
—Me conoces mejor que eso. Te lo debo, Sheridan.
—No me llames así. —Le ponía la piel de gallina escucharlo.
Solo Nykyrian conseguía salir indemne al usar ese nombre. Irónicamente, sin embargo, incluso parecía no saber usarlo. Syn nunca le había dicho que le molestaba. De alguna manera Nykyrian simplemente lo sabía y solo lo usaba cuando quería hacer un punto, llamar su atención, o molestarle.
Pero claro, como asesino Nyk era bueno intrínsecamente sabiendo cabrear a la gente.
—Lo siento, los viejos hábitos mueren difícilmente.
Syn miró a Digger e hizo una mueca.
—Sí y así son las ratas de alcantarilla.
La mirada de Digger se volvió dura, llena de reproches.
—Te lo he dicho toda tu vida, chico, no eres ninguna rata de alcantarilla.
Syn retuvo la contradicción. No podía negar la verdad. La mierda era mierda, no importa cuánto desinfectante y perfume pongas en ella.
Digger suspiró.
—Quédate aquí tanto como necesites. No dejaré que nadie entre.
Syn le ofreció una sonrisa.
—Gracias.
Shahara se despertó lista para pelear. Se incorporó de golpe, con el labio fruncido, la mano dirigiéndose al blaster. Mirando alrededor, la tomó varios minutos antes de reconocer el entorno.
—Está bien, dulce. —Digger se levantó lentamente del sillón a unos pocos metros de distancia—. Aquí nadie te hará daño.
Ella respiró profundamente para calmar los nervios.
—Lo siento. No era mi intención despertar así. Solo es un hábito cuando no estoy en mi propio lugar. —Apartó la manta azul que la cubría. Una sonrisa la curvó los labios ante la amabilidad de él al cubrirla mientras dormía—. Gracias.
Inclinó la cabeza hacia ella.
—No hay problema. Hago lo mismo cuando me despierto. —Desapareció durante un momento antes de volver con un plato caliente de verduras y un filete enorme—. ¿Por qué no pruebas algo de esto? No soy el mejor cocinero de los alrededores, pero no he matado a nadie todavía. Bueno… solo a una rata que vino y tomó algo. Pero eso fue más por el disparo de blaster que le di por ser un ladrón que por comer la comida… creo.
Ella se echó a reír.
—Te aseguro que no puede ser peor que la mía. No se cocinar nada. Incluso mi hermano cocina mejor. Realmente triste.
Él rió.
Mientras ella tomaba unos pocos bocados, Digger le trajo una botella de agua.
—Esto es lo mejor en todo el universo Ichidian. Viene de un manantial en Laquata.
Ella alzó una ceja. El agua del manantial de Laquata era de hecho un raro lujo. Nunca había pensado siquiera tomar un sorbo de ella y mucho menos ni pensar en una botella entera. Los rumores decían que tenía propiedades sanadoras mágicas. No es que lo creyera. Lo más probable era que fuera un mito creado por los propietarios para ayudar a venderla a los tontos crédulos.
Aun así, tenía un buen sabor.
Él se rascó el pecho y volvió a sentarse.
—Sé lo que estas pensando. Sin embargo, aún no estoy lo bastante fuera de la flor de la vida. Todavía puedo llevar mis negocios y no ser pillado. Aunque debo decir que he estado a punto de ser atrapado con el envío del agua. Pero definitivamente vale la pena.
Shahara tragó rápidamente, ¿estaba bebiendo de contrabando? ¿Por qué ni siquiera se sorprendía?
No es como si tu hermano no lo hiciera. O tu padre viniendo al caso. La mitad de tu guardarropa cuando eras una niña se había caído de la parte trasera del transporte de alguien.
Cállate y bébetelo.
Poniéndola a un lado, se limpió la barbilla, después cambió de tema.
—¿Cuánto hace que conoces a Syn?
Los ojos de él se suavizaron.
—Lo conozco desde el día en que le trajeron a este mundo. Incluso fui el primero que no tenía uniforme médico en cogerle.
Ahora eso era interesante.
—¿De verdad? ¿Antes que su madre o su padre?
Asintió.
—Su madre tuvo un parto difícil con él. Estaba demasiado débil, y su padre… no podía hacerlo. —Había una nota en su voz que la hizo sospechar pero no indagó—. Fui quien la llevó al hospital y se quedó con ella mientras se debatía —suspiró—. Daria cualquier cosa por tener un hijo como Sheridan. Pero es lo más cercano a uno que tuve jamás. No es que me queje, entiéndelo. Incluso le pusieron mi nombre.
—¿Sheridan?
—Sheridan Digger Wade. Soy su tío.
Ah, eso explicaba su familiaridad.
—¿Materno?
Los ojos se quedaron inexpresivos mientras miraba a otro lado.
—No.
Shahara se atragantó con la comida mientras se percataba de eso. Buenos dioses, era… Hermano de Idirian.
Ella quiso correr.
Digger saltó en su ayuda y la golpeó en la espalda hasta que desalojó la comida de la garganta. Tomando unos pocos tragos de aire, parpadeó apartándose las lágrimas de los ojos.
Miró boquiabierta al viejo mientras él se sentaba junto a ella en el sofá.
—¿Cómo puedes estar emparentado con ese psicópata? —preguntó, mirando cautelosamente al viejo.
Los ojos de él se volvieron ásperos.
—Indie no siempre fue así —dijo Digger a la defensiva—. Era un buen niño. Solo se relacionó con el tipo equivocado de personas.
Oh, sí, bueno. Que montón de basura. Esa era una excusa que la hacía querer herir a alguien.
—¿Me estás diciendo que otras personas le condujeron a perpetrar ese tipo de masacre sádica?
Él volvió a la silla, con los hombros caídos en derrota.
—No, hija. No soy un tonto. Indie se convirtió en todo lo que alguna vez hayas oído y peor, conozco las historias reales que no salieron en las noticias, las que consideraron demasiado horribles para que el público las viera.
Ahora eso la aterró, dado lo horribles que habían sido las historias emitidas. ¿Cuán peor podían ser?
—Al principio, me quedé a su alrededor pensando que podía volver a cambiarle al inocente niño que había sido o al menos inculcarle alguna forma de decencia. Pero una vez que probó el sabor de la sangre, decidió que le gustaba, y el poder que el temor de la gente le daba. No había nada que yo pudiera hacer. Es difícil cuando eres tratado a patadas durante toda tu vida y la gente se burla de ti por estar bajo ellos. Entonces cuando encuentras una manera de hacérselo pagar…
Sacudió la cabeza.
—Indie terminó con aquello y se sintió justificado por la manera en que había sido criado y tratado. —Su mirada la quemó—. No voy a justificarle. Nunca estuve ciego a las deficiencias de mi hermano pequeño. Pero al fin y al cabo, le quería y me gustaría haberle salvado de sí mismo.
Por una parte ella podía admirar eso. Sin embargo por otra… se estremeció.
Sin embargo, no comprendía por qué Digger se había quedado con un hombre así.
—Una vez que viste que no podías cambiarle, ¿por qué no te alejaste?
Digger suspiró.
—No era tan fácil, y durante un tiempo, Indie mejoró. No por mí, sino por la madre de Sheridan. Era una dama decente de una buena familia y, créelo o no, él la amaba como nunca había visto. La tenía bajo la piel y él habría hecho cualquier cosa por ella. Pero no fue tan fácil dejar el pasado, que no había sido del todo tan malo hasta entonces.
—¿Y qué pasó?
—Los padres de ella —escupió las palabras—. Estúpidos bastardos entrometidos. Se negaron incluso a llamarlo por su nombre porque estaba muy por debajo de ellos. Le dijeron a ella que mientras estuviera con él, no podía ir a su casa. Incluso cuando llevó a Talia para verlos, justo unas pocas semanas después de que Talia hubiera nacido, sus padres la echaron y la dijeron que no querían ver a ningún bebé bastardo de baja cuna, dijeron que no era su nieta.
Se estremeció.
—Estaba allí con ellos cuando sucedió. Había estado tan convencida de que tan pronto como vieran al bebé, todo cambiaría y la perdonarían que se hubiera enamorado de un plebeyo. Pero su padre era más frío de lo que Indie había sido nunca. Y ella se quedó tan destrozada por aquello. Después de eso, Indie se volvió loco porque no podía hacerlo mejor para ella. Quería que ella tuviera la vida que había tenido con sus padres y que no se arrepintiera de haberse casado con él. Como no pudo encontrar un trabajo legal que pagara nada, volvió a lo que conocía. Robar.
Dejó escapar un suspiro de cansancio.
—Y algo le pasó a ella después de la reunión de aquel día. Se volvió realmente exigente con todo. Y empezó a sentir que había abandonado toda su vida y la dignidad por Indie. De repente nada de lo que él hiciera la complacía y le restregaba por la nariz todo lo que no podía tener. Siguió recordándole que era una dama de alta alcurnia y él era un mierda.
Shahara frunció el ceño.
—¿Por qué?
—No lo sé. Se convirtió en una persona completamente diferente y nada de lo que Indie hiciera era lo suficientemente bueno. Ella comenzó a desquitarse con Talia y entonces Indie desahogaba la ira sobre ella por herir a su hija. Después cuando se quedó embarazada de Sheridan, solo empeoró… Yo medio esperaba que abortara.
—¿Por qué no lo hizo?
Sus ojos se oscurecieron.
—Indie le dijo que la mataría si mataba a su hijo.
Shahara estaba horrorizada por eso. ¿Cómo podían actuar de esa manera unos padres? Ya era bastante malo lo que se habían hecho el uno al otro, pero ¿hacérselo a los hijos?
—No lo entiendo. Dado la forma en que él trató a Syn, ¿por qué le importaba?
—Indie todavía la quería en ese momento. No sé por qué, pero lo hacía y adoraba a Talia porque se parecía a su madre. Luego, cuando Sheridan nació, estaba tan orgulloso y feliz de tener un hijo. Hasta el día en que cogió a la perra intentando ahogar a Sheridan cuando era un niño de solo tres semanas.
El estómago se la cayó al suelo mientras la incredulidad la consumía.
—¿Qué?
Él asintió.
—No sé lo que la provocó, pero había estado aguantando al bebé bajo el agua mientras le bañaba. Pero Talia corrió a su padre para decirle que Sheridan estaba muerto, nunca lo habríamos sabido. Indie la golpeó tanto que no sé cómo sobrevivió. No es que le culpara por eso. Es el único hecho que estaba justificado. —Tragó audiblemente mientras miraba por la ventana—. No se quedó mucho tiempo después de eso y cuando ella se largó, eso acabó con Indie. Cualquier bondad que tuviera en su interior se fue con ella. Y odió a Sheridan a partir de ese momento.
Aquello no tenía sentido.
—No lo entiendo. ¿Por qué le odiaba? Solo era un bebé.
Él se pasó una mano cansada por la barbilla.
—Indie le culpó por la pérdida de ella. Tenía la retorcida idea de que si Sheridan no hubiera nacido, se habría quedado, así que, quería hacer pagar a Sheridan por hacerla huir. Incluso se volvió contra Talia… otra vez porque se parecía demasiado a su madre. Y sentí incluso más pena por ella de la que sentí por Sheridan. Ella sabía lo que era tener un padre que la amaba. Sheridan no. Ella solía llorar hasta enfermarse esperando saber que había hecho para que su padre la odiara.
Shahara quería llorar por todos ellos.
—¿Quién era su madre?
El odio en los ojos de él la quemó.
—Nunca diré el nombre de esa perra. Ojalá que esa vieja puta se muriera y se pudriera durante toda la eternidad por lo que hizo. Pudo haber salvado a Indie y haberle sacado de la vida que llevaba si no hubiera sido tan egoísta. Pero ella quería sus chucherías lujosas y caballos. Nosotros no éramos lo suficientemente buenos y eso fue lo que convirtió a mi hermano en un psicótico. Él tuvo en su mente que éramos basura y que la única manera de conseguir respeto era cogerlo y matar a cualquiera que no se lo diera.
Su mirada se volvió dura.
—Syn no sabe nada de esto y quiero que siga siendo así. Piensa que su madre se fue porque no podía vivir con su padre. Sin ánimo de ofender, prefiero que siga pensando eso, también.
Porque era más fácil que saber que su propia madre había intentado matarle.
—No te preocupes. Nunca se lo diría.
Inclinó la cabeza hacia ella.
Shahara jugueteó con la comida del plato.
—¿Y qué hay de Syn? ¿Qué le convirtió en un criminal?
—¡Ese chico no es un criminal! —gruñó tan a la defensiva que se apartó de él—. Sheridan nunca hizo nada excepto sobrevivir y no debería haber ningún delito en eso.
Su hostilidad injustificada la sorprendió. No se podía negar lo que Syn era, había motivos para condenarle. El hombre infringía la ley. Un montón.
Su mirada la analizó con una intensidad que la dejó helada.
—Dime ¿qué hubieras hecho si solo tuvieras diez años y te hubieras encontrado sin familia, ni hogar? Entonces los Rits tomaron hasta el último crédito de Indie. Ni un centavo quedó para Sheridan. No tenía nada en absoluto. Me arrojaron en la cárcel cuando arrestaron a Indie y pensé que, que por muy malo que fuera para mí, por lo menos él tendría un buen hogar con gente decente. Pero sobrestimé a los así llamados gente decente. Ninguno quiso acogerlo. Ni siquiera el gobierno le quería en un orfanato.
Ella se estremeció ante esa dura realidad.
—¿Debido a que su padre era quien era?
Asintió.
Los pecados del padre siempre son castigados en el hijo. La sabiduría tradicional decía que cualquiera que fuera el defecto genético que había causado el comportamiento de Idirian Wade, se manifestarían en su hijo. Era un miedo desenfrenado con el que ella estaba más que familiarizada.
—Entonces ¿qué hicieron con él?
Suspirando, Digger se pasó la mano por el pelo.
—Ponerle en prisión. Dijeron que bien podía ir acostumbrándose a eso ya que lo más probable es que terminara allí de todos modos.
Ella bajó el tenedor aturdida por la conmoción.
—¿A los diez años?
Asintió oscuramente.
—Y no a un reformatorio. Le enviaron a una de máxima seguridad.
—¿A los diez años? —repitió ella.
—A los diez —su tono era helado y brutal—. Ahí está la justicia de La Liga para ti. Pon a un niño inocente con la basura y mira si sobrevive. Pero eso estaba bien. Su padre le había enseñado bien como ocultarse, luchar, y aguantar tanto dolor como cualquiera pudiera proporcionarle. Como tú has visto. No cae fácilmente.
Aun así… había sido un bebé. ¿Cómo era incluso posible? ¿Cómo había sobrevivido?
—Alguien tuvo que sacarlo. ¿Le soltaron?
Él se rió.
—Tienes que pensar que Sheridan era grande para su edad y precoz como el infierno. Ese pequeño bastardo lleno de recursos se escapó en un año y salió a la calle por sí mismo. Se las arregló para esconderse en una nave que vino aquí y se hizo un hogar en los bajos fondos.
Shahara trató de imaginarle. Sabia lo duro que había sido sobrevivir sin sus padres y había tenido casi el doble de la edad de él cuando su padre murió.
Y aunque su apartamento no era mucho, por lo menos era una de las pocas cosas que su padre había pagado antes de morir.
—¿Dónde estaba su madre entonces?
La mirada que la echó mató las palabras en la lengua de ella.
—Fue a esa perra cuando tenía doce años y ella le echó a la calle como si fuera basura. Le dijo que había vuelto a donde pertenecía y no quería nada con el pasado. Indicó que nunca quería volver a poner los ojos sobre él y que si lo hacía, le metería en la cárcel para el resto de su vida. Después llamó a los guardias para que fueran a buscarle.
Shahara tragó horrorizada. ¿Cómo podía reaccionar de esa manera una madre? ¿Por qué? Era tan frío e innecesario.
Si ella pudiera tener un hijo, se aseguraría que nadie le hiciera nunca daño.
—¿Y su hermana?
Las lágrimas brotaron de los ojos del anciano.
—Era un ángel. Tan dulce y tímida. Ni una sola vez alzaba la voz ni decía una palabra desagradable sobre nadie. Sheridan amaba a esta muchacha como nunca te imaginarías. Se habría cortado sus propias muñecas si ella solo se lo pidiera.
—¿Seguramente ella le ayudaría?
Él negó con la cabeza.
—Se suicidó el día antes de que Indie fuera arrestado.
Ella jadeó ante la inesperada bomba.
¿Talia se había suicidado?
“Por favor no me dejes, Talia. No le dejaré hacerte daño nunca más. Lo prometo”. El tono suplicante de Syn la desgarró. Sabía lo mucho que había amado a su hermana. Debió haberse vuelto loco con su muerte.
Y de repente supo el porqué había entregado a su padre… Sin duda le culpaba por eso y había querido vengarse. Tenía perfecto sentido y sin embargo…
¿Cómo había sobrevivido Syn?
Había sido solo un bebé cuando todo el mundo en su familia le había abandonado. No podía siquiera comenzar a imaginarse el miedo y dolor que debía haber sentido. No importaba lo mala que era la vida de ella, siempre había tenido a su familia. Una familia que, aun con sus problemas, la protegían hasta el amargo final.
—¿Qué hizo Syn después de que su madre…? —Ni siquiera se atrevía a decir lo que la perra le había hecho.
Digger se encogió de hombros.
—No sé como sobrevivió él. Lo peor de todo, no sé que le hicieron en la cárcel ni después. Él nunca habla de ello. Pero pensé en él todo el tiempo mientras yo estuve en la cárcel. Estaba seguro que le matarían en poco tiempo… o algo mucho peor. Era una cosa tan inteligente, pequeña y tan guapo. Yo solo sabía que si conseguía sobrevivir caería presa de algunos esclavistas o pervertidos. Y aun no sé si lo hizo.
Ofreció una sonrisa triste.
—Pero supongo que vivir con Indie le había enseñado a sufrir en silencio. Como a pasar mucho tiempo entre comidas. Como moverse como un fantasma alrededor de la gente para que no le vieran o escucharan. —Miró por el pasillo donde Syn estaba durmiendo—. Como aguantar una paliza que mataría a la mayoría de las personas y no rendirse ante el dolor.
Y eso lo explicaba también. No era de extrañar que Syn no reaccionara.
Estaba acostumbrado.
Digger tomó un sorbo de agua.
—Unas de las pocas veces que Sheridan habló sobre su estancia en las calles, me dijo que solía arrastrarse bajo contenedores de basura para dormir y mantener a la escoria apartada de noche. ¿Puedes imaginarlo? ¿La suciedad, el olor… las ratas? —Se estremeció—. Sheridan incluso llegó a comer de la basura o robar lo que necesitaba comer y, cuando fue lo suficientemente mayor, tomó la ocupación principal de Indie.
—¿Asesinato?
Digger resopló de indignación.
—Sheridan nunca mataría a nadie que no intentara matarle a él primero. Te lo dije, no es su padre —Le echó una mirada glacial—. Ratear era con lo que empezó Indie en su carrera criminal. Era el mejor en eso. Podía piratear cualquier sistema de seguridad, y los diseñaba tan bien que nadie podía siquiera comenzar a romper sus códigos… a excepción de Sheridan, y eso solía volverle loco. Nunca podía dejar fuera a Sher de cualquier archivo por mucho que lo quisiera.
Había orgullo en los ojos cuando hablaba, como si hubiera tenido algo que ver con eso.
—Cuando Sheridan fue lo suficientemente mayor, Indie le enseñó a trabajar los sistemas.
Entonces su mirada se oscureció de nuevo.
—Si la pifiaba, en un buen día, Indie le rompía algunos dedos. En un mal día, se los rompía a Talia. —Sacudió la cabeza, los rasgos atormentados—. ¿Y sabes lo más triste y enfermizo de todo? Fue enterrada justo después de que su padre y yo fuéramos arrestados. Sheridan, bajo custodia en ese momento, fue el único en su funeral, y recuerdo que los periodistas difundieron cuan frío estaba. Tenían una foto suya en la tumba, con los ojos secos, y le pintaron como a un monstruo, lo que fue otra razón de por qué le enviaron a la cárcel y nadie le acogería. “De diez años y ya hijo de su padre”, eso es lo que dijeron. Una segunda generación de psicópata Wade en proceso.
Escupió furioso.
—Sheridan no lloró porque Indie le quemaría o escaldaría en el momento que lo hiciera hasta que aprendiera a no hacerlo. A ese chico nunca se le permitió verter ni una lágrima sin que fuera peor para él. Así que cuando Sheridan no lloró, los medios le crucificaron por ello. El hijo del diablo, tan despiadado como su padre. Ya podrían arder todos en el infierno.
La ira ardía profunda en los ojos.
—Algunos de los familiares de las víctimas estaban allí cuando le devolvieron a la cárcel solo para escupir sobre el niño de diez años que lo había perdido todo en su vida, incluyendo la libertad, por nada más que el hecho de haber nacido y no haber muerto cuando su propia madre trató de ahogarle. Los medios lo pintaron como si se lo mereciera, también. ¿Puedes imaginarte yendo a enterrar a tu hermana blindado, esposado de pies y manos? ¿Solo? ¿Teniendo a gente lanzándote cosas y escupiéndote?
Shahara se estremeció, con el estómago revuelto ante la idea. No, no podía. Apenas había pasado por los entierros de sus padres, y al menos ella y sus hermanos habían sabido que sus padres estaban enfermos y habían tenido tiempo para prepararse, aunque eso era un decir. Nadie estaba nunca preparado para dejar marchar a un ser amado. No si le realmente les amabas.
Pobre Syn…
Merezco ser azotada por lo que le he hecho. Nunca en su vida se había sentido más equivocada.
Podía decirse a sí misma que no conocía el pasado de él. Pero eso solo era una excusa. Había hecho daño a un buen hombre que cuidaba de su hermano y hermana…
Se miró las palmas de las manos donde él había escrito el número de Digger y el collar que llevaba, el collar de Syn. Se lo había dado a ella para mantenerla a salvo incluso después de que le había entregado a sus enemigos.
Apretando el puño que estaba escrito, quiso llorar. Pero como en Syn, eso había sido expulsado de ella tiempo atrás por sus propios recuerdos brutales.
Digger apretó los dientes antes de continuar.
—Cuando Indie fue ejecutado, tenía una lista tan larga como mi brazo de clientes con los que había tenido negocios, y que pagaron bien por la información sobre sus competidores y otra gente que querían vigilar… o dañar. Sheridan usó esa lista para hacer contactos y conseguir trabajos. Era tan bueno.
Así que Syn no había mentido sobre eso. ¿Solo cuantas veces había dicho la verdad a oídos indiferentes? ¿Y por qué ella tuvo que aportar otro par de ellos?
—Hasta que lo pillaron.
—Hasta que lo pillaron —exhaló Digger—. Ahí fue cuando yo volví a su vida. La suerte quiso que estuviera en el patio y le viera mientras le conducían a los interrogatorios.
Se quedó en silencio durante varios minutos como si reviviera el horror de aquello. Cuando habló de nuevo, ella tuvo que esforzarse por escucharle.
—Te digo que no he visto a nadie tan golpeado. Ni siquiera lo que le han hecho ahora se puede comparar con cómo se veía entonces. Y solo era un niño. Esos Rits se ensañaron con él como nada que nunca hube visto. Le tuvieron encerrado bajo la más estricta seguridad y siempre estaban interrogándole… torturándole. Todavía puedo oír sus jóvenes gritos para que dejaran de hacerle daño. Esos sonidos atravesarían el patio e incluso los prisioneros de duro corazón se detenían mientras un helado escalofrío nos corría por las columnas.
»Pero yo conocía esos gritos. Para mí era como escucharle con su padre otra vez. Infiernos, pensé que tenía que ser más fácil para él ser torturado por un extraño que por alguien que se supone debía amarle y protegerle. Pero supe que si yo no hacia algo, iban a matarle. El hecho de que él aguantara para no decirles nada, permanecer fuerte, todavía me asombra.
—¿Tú eres el responsable de que escapara aquella vez?
—Ese soy yo. Había estado trabajando en un escape durante años cuando le trajeron. No costó sino un par de sobornos mas para sacarle, también.
Shahara se echó hacia atrás y pensó en lo que Digger la estaba diciendo. Si lo que le había dicho era verdad, entonces la historia de Syn sobre Merjack también era cierta.
Eso no era bueno. No para ella de todos modos.
Volviendo a mirar a Digger, preguntó:
—¿Y los dos vinisteis aquí?
Él negó con la cabeza.
—No, vine solo. Sheridan tenía miedo de quedarse conmigo. Siguió diciendo que los Rits vendrían a matarle y cualquiera a su alrededor moriría también. Dijo que tenía que volver y encontrar algo que había dejado atrás antes de poder estar a salvo de nuevo. Esa fue la última vez que le vi hasta hoy. Pero estamos en contacto. Siempre se asegura de que yo esté cuidado y que tenga lo que necesito. Y llama cada vez que consigue una línea segura.
—¿Sin correos electrónicos?
Negó con la cabeza.
—Unos pocos aquí y allá. Siempre está paranoico de que un pirata como él pueda rastrearlos y hacerme daño para tenerle o seguirlos de vuelta a él. Así que hablamos a través de enlaces mayormente.
—Entonces ¿no sabes que le pasó después? ¿Qué volvió a buscar?
—Traté de mantener los oídos abiertos sobre que se traía entre manos, pero él mantiene una actitud discreta, así que no oí demasiado.
Eso era muy malo, ya que ella todavía necesitaba respuestas, especialmente si iba a ayudarle.
—Entonces ¿no sabes por qué secuestró y asesinó a Kiara Zamir?
Él dio un puñetazo al brazo del sofá tan fuerte que la hizo saltar.
—Eso es una estupidez. Lo dije el día que oí sobre ese contrato. Sheridan no haría daño a una mujer indefensa. Tenía demasiado amor y respeto por su hermana para eso. Nunca avergonzaría su recuerdo.
Su vieja mirada ardió en ella con sincera indignación.
—Te lo dije y necesitas escuchar y comprender. Nunca le he visto ir tras alguien que antes no le hubiera perseguido primero. No es su padre y nunca lo ha sido. No tiene ese interior helado. Si fuera como Indie, a estas alturas habría salido y al primero que habría asesinado habría sido a esa puta que se volvió contra él.
—¿Su esposa?
—Ex esposa. Era fría hasta la medula de los huesos, como Indie. Nunca oí hablar de algo tan dañino. Como su madre, les informó a La Liga y a los Rits donde encontrarle porque quería la recompensa por entregarle. Incluso puso una trampa para él, usando a su hijo como cebo, y apenas escapó esa vez.
Shahara arrancó ante lo que él describía.
—No, no lo hizo.
—Sí lo hizo. Le dijo que podía venir a la fiesta de cumpleaños de Paden y cuando se presentó, ella tomó el regalo, después le llevó, no a su hijo, sino a una habitación llena de guardias.
—¿Cómo escapó?
—Igual que siempre hacia. Luchó abriéndose camino hacia afuera y las cicatrices por las quemaduras de seis blaster lo demuestran. Todo lo que quería hacer era ver a su hijo… puta estúpida.
Él maldijo incluso más suciamente.
—¿Qué clase de mujer hace eso, después de que él ya le hubiera dejado una fortuna que haría tener vértigo incluso a un rey? Cada céntimo que alguna vez hubo hecho después de escapar de las calles se lo dio a ella sin dudarlo. Ni siquiera impugnó nada de lo que ella quiso y le quitó todo lo que tenia. Todo. Todo lo que pidió fue ver a su hijo una vez al año en el cumpleaños del niño, y ella ni siquiera le permitiría tanto. Volvió al chico contra él y ni siquiera le habla porque Sheridan es basura. Incluso a pesar de que Sheridan todavía envía al chico dinero y le ha puesto en las mejores escuelas de la galaxia, todo lo que quiere, Sheridan se asegura que lo tenga, y ni siquiera puede verle. Si la perra no echa a los guardias sobre Sheridan, su propio hijo lo hace. Y todavía ama al chico más que a cualquier cosa. Le daría un riñón si se lo pidiera. ¿Y sabes lo más dolorosamente duro de eso?
—¿Qué?
—Ese chico ni siquiera es suyo y lo sabe.
Shahara se sentó aturdida. ¿Había oído bien?
—¿Disculpa?
Digger asintió.
—Esa puta le jodió todo el tiempo que estuvieron casados. Sheridan era médico… un cirujano nada menos, hasta que la puta le arrebató eso también. Él trabajaba en uno de esos hospitales de alta gama muy respetados cuando Paden nació. Cuando Paden cumplió dos años, se hizo una herida en el patio del recreo y Sheridan estaba realizando unos análisis de rutina cuando encontró un defecto genético congénito que ni él ni su esposa tenían. Así que realizó más pruebas y comprobó que ella y otro eran los padres del niño. Y ni siquiera la echó en cara eso.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Digger.
—¿Sabes lo que dijo él cuando le pregunté por qué no descubrió a la puta mentirosa?
Ella negó con la cabeza.
—“No lo entiendes, Digger. Ella no me mira como si yo fuera una mierda y por primera vez en mi vida me hace sentir querido incluso si solo es porque esté usándome. No es culpa de Paden que no fuera yo quien le engendró y probablemente sea mejor que no tenga mis genes de todos modos. Biológico o no, Paden es mi hijo y eso es lo único que importa. Le quiero y no voy a hacerle lo que Idirian me hizo a mí. Un chico necesita que alguien le cuide. El mundo es demasiado duro para estar solo en él”.
Un músculo se apretó en la mandíbula de Digger.
—La gente está tan equivocada como largo es el día. Y si él no mata y tortura a esa perra por todo lo que le hizo, créeme que es mejor hombre de lo que yo nunca fui, porque la habría cortado la garganta y hecho que su hijo la viera desangrarse a mis pies.
Un escalofrió la bajó por la columna ante la vivida descripción. Pero comprendía. Tenía razón. Y en ese momento, quería ayudarle a hacer eso. ¿Cómo podía alguien estar tan equivocado…? ¿Cómo podían desperdiciar algo por lo que ella habría vendido su alma?
Ese tipo de lealtad y amor no podían ser comprados, trucados o exigidos. Solo podían ser otorgados, y eso era una cosa muy rara.
Que perra estúpida… y ella no usaba ese lenguaje a la ligera. Pero en este caso, no hallaba otra forma de expresar sus sentimientos.
Digger tomó una respiración entrecortada.
—Perdón por ser tan morboso frente a ti, Shahara, pero la injusticia siempre me pone enfermo. Mi sobrino es un hombre malditamente bueno y nunca se ha merecido la miserable vida por la que ha pasado. Me enferma verle seguir pagando por cosas que no había hecho. Solo deseo que otro se dé cuenta. Solo una vez.
Ella comprendía bien esos sentimientos.
Eso ponía su propia vida en una perspectiva aterradora y no podía creer haberse quejado nunca de otra cosa que de Gaelin, eso era lo que la ex mujer de Syn se merecía. Alguien como él, otro usuario sin valor que se aprovechara de la gente, destrozando sus sueños y dejándolos destruidos.
Y Digger tenía razón. Syn era mejor de lo que ella nunca seria. Porque había perseguido y capturado a Gaelin una vez que se entrenó, y le había matado por golpearla y violarla. Se había dicho a sí misma que era para evitar que se lo hiciera a otra adolescente. Que lo había hecho para evitar que Caillen arruinara su vida debido a que le hubiera matado si le hubiera encontrado alguna vez.
Pero en su interior, conocía la verdad real. Lo había hecho por venganza. Había querido que conociera el horror y la degradación que él la había infringido. Que rogara su piedad mientras que ella no tomó ninguna de él.
Para ser justos, al final, ella era un poco mejor que él. Al menos no se había reído de su dolor.
“¿Qué pasa, bebé? ¿Quieres un poco más de lo que tengo? Déjame enseñarte lo que un hombre de verdad puede hacer”.
Ese apelativo burlón. Era por eso que todavía no podía soportar que alguien la llamara bebé, especialmente en ese tono paternalista que había usado. Solo había sido una niña asustada… asustada de que la dejara y fuera a por su hermana, que estaba durmiendo en su apartamento, y le hiciera lo que le estaba haciendo a ella. Él había disfrutado de cada hora en que la había torturado.
Hasta entonces, se había creído enamorada de él. Y cuando le preguntó por qué lo había hecho…
“Tomo lo que quiero, bebé. Eso es lo que hace un hombre. Me diste todo tu dinero. Me quieres agradable. Consigue un poco más y ven a verme”. La había lanzado sus ropas destrozadas. “Ahora vete. Échame encima a los guardias, y te prometo que te veré a ti y a esos pequeños bastardos hermanos tuyos bajo tierra”.
A los diecisiete años, había sido forzada a volver a casa sin dinero, con las ropas destrozadas. Sangrando y herida. Nadie se había siquiera detenido a preguntarle si necesitaba ayuda. Solo la miraban o se alejaban como si temieran que su estado pudiera ser contagioso. Mientras tanto, debido a que no había tenido dinero y no pudo ser tratada en consecuencia, había perdido la habilidad de tener hijos ese día.
Y había perdido mucho más…
Eso fue por lo que le mató. Las otras razones solo hacían más fácil de tragar ese lado oscuro de su personalidad que había querido pretender que no existía.
Así que supo exactamente de donde venia Syn. Lo que no sabía era como podía perdonar a ninguno de ellos.
Como podía perdonarla.
—¿Qué edad tenía Paden cuando…?
—Siete cuando Sheridan se fue. Se graduó en la escuela el año pasado. A pesar de los intentos de Sheridan, no quiso verle, pero está aceptando todo el dinero que Sheridan le envía para sus prestigiosas clases universitarias —frunció los labios—. El chico nunca ha trabajado ni un día de su vida mientras vive de los fondos fiduciarios de Sheridan. Pequeño bastardo inútil… —suspiró—. Pero no hay nada que pueda hacer y, como dice Sheridan, no es asunto mío lo que hace con su chico.
Se puso de pie ante ella, con los brazos en jarras.
—Por cierto, ¿sabes cuantas veces le vi siendo golpeado por proteger un poco a Talia? No era más alto que mi rodilla y se ponía frente a su padre que era incluso más grande de lo que es Sher ahora. Sheridan levantaba los pequeños puños y se quedaba como un hombre mientras Indie le golpeaba contra los muebles y las paredes hasta que perdía la consciencia —los ojos se volvieron opacos, tristes—. Nunca comprendí como un padre puede dañar así a sus hijos.
Haciendo una mueca ante la imagen, ella pensó en la fotografía que había encontrado de Syn y Talia en la caja de oración. Incluso a pesar de que había protegido a su hermana no quería decir que no fuera capaz de lastimar a otra persona. Caillen los protegía a los tres y no podía siquiera comenzar a contar a cuantas mujeres había tratado como basura.
Toda la gente a la que él había mentido y las leyes que había infringido…
—¿Cómo puedes estar tan seguro de que no habría matado a Kiara Zamir?
—Te lo dije, conozco a ese chico. Le he visto caminar a través de los fuegos del infierno y conozco cada cicatriz marcada en él. Nunca ha sido mezquino. Se ha cabreado mucho, pero eso no significaba nada. No es mi hermano.
Shahara se reclinó en el asiento, con la mente girando ante la nueva información que había recopilado sobre Syn.
Y había pensado que sería tan fácil al principio cuando tomó el contrato de C.I. Syn: criminal a sangre fría. Puro y simple.
Pero ese no era el hombre con el que se había encontrado. Y cuanto más aprendía, más lejos estaba del estereotipo que había adquirido.
Digger dejó escapar un largo suspiro mientras tomaba su plato apenas tocado y caminaba hacia la cocina.
—Bueno, he dicho probablemente más de lo que debería, y estoy seguro de que rabia por saber lo que he hecho. —Miró al reloj sobre la pared—. Se está haciendo tarde así que supongo que debo poner estos huesos viejos a dormir un poco. —Se fue hacia una esquina y comenzó a hacerse un jergón sobre el suelo cerca del escritorio.
—¿Qué estás haciendo?
—Mi cama.
La culpa la consumió. No podía permitir que un hombre de su edad durmiera en el suelo. Se veía tan frágil, que dudaba que pasara la noche.
—¿Por qué no coges el sofá?
—¿Y dejar a una señora dormir en el suelo? Ni oír hablar de ello. Solo porque sea viejo no me hace débil o menos que un hombre.
Shahara se mordió el labio. ¿Dónde más podía él dormir?
—¿Por qué no duermes con Syn?
Él resopló.
—Me atacaría si se despertara con mi viejo cuerpo yaciendo junto a él. No es que le culpe, entiendes. Si pudiera elegir, no querría dormir conmigo tampoco.
Eso solo les dejaba una opción.
Era aterrador y desconcertante, pero fue lo único que se la ocurrió.
—Entonces, ¿por qué no duermo yo con Syn? Tú puedes hacerlo en el sofá.
Él vaciló.
—¿Estás segura?
No.
Ella asintió.
Él sonrió cálidamente mientras los ojos le brillaban de alivio.
—Muy bien. Debo admitir que me gusta más eso. Solo sígueme y te mostraré el camino hacia la parte de atrás. —La condujo por un pasillo estrecho, más allá de la pequeña cocina, al pequeño dormitorio del final del pasillo.
Shahara miró alrededor de la minúscula habitación en la que apenas cabía la cama. Había pensado que podía dormir aquí en el suelo, pero una mirada y supo que tendría que dormir bajo la cama para eso. Salvo que había un cajón allí y, por pequeña que ella fuera, no creía que pudiera dormir en eso.
—Buenas noches. —Digger se volvió y la dejó sola.
Shahara suspiró. ¿Qué debía hacer?
Syn dormía completamente silencioso y quieto. Si no fuera por la suave elevación y caída del pecho podría haberse preocupado.
La luz de las tres lunas iluminaba la habitación con un suave resplandor, derramándose sobre Syn y ofreciéndola una completa visión de su rostro.
Y otros atributos.
Hipnotizada, vio como la luz de las lunas se deslizaba por la tabla de lavar que tenía por estómago, así como entre las manos… Tenía un tatuaje de colores brillantes que iba desde el hueco del codo hasta la muñeca. Era una espada cubierta de sangre y con palabras escritas en un alfabeto que no conocía.
¿Se atrevería a meterse en la cama con él? Ante el pensamiento una extraña ola de excitación la recorrió. ¿Cuál sería el daño? En su juventud había compartido la cama con Caillen.
Caillen es tu hermano.
Buen punto.
Con ese pensamiento, trató de estirarse en el suelo. Se golpeó la rodilla con el marco de la cama. Maldiciendo por el dolor, movió las piernas solo para golpearse la cabeza contra la pequeña cómoda.
Oh, esto no estaba funcionando.
—Ouch —gruñó, ahuecándose la parte dolorida de atrás del cráneo. La habitación era simplemente demasiado pequeña.
Exasperada, se levantó.
—De acuerdo, Syn. Quédate en tu lado de la cama y te prometo que yo no te golpearé.
Dicho esto, retiró las mantas y se tendió a su lado, manteniendo el cuerpo rígido y tan lejos del él como pudo.
¿Por qué no podía ser más grande la cama?
Pero después de varios minutos de que él no se moviera, comenzó a relajarse. Y antes de darse cuenta, se durmió también.
Syn se despertó lentamente, el remanente del dolor colgando en los márgenes del sueño. Se sentía infinitamente mejor. El profundo latido doloroso en la cabeza había transcendido a un dolor sordo, manejable, y actualmente podía tomar una profunda inspiración sin pestañear.
Definitivamente una mejora.
Cuando comenzó a moverse, se dio cuenta de una suave forma apretada contra su cuerpo desnudo. Una que olía a lilas y a primavera.
Pero eso no tenía sentido.
Abriendo los ojos, miró la cara asombrada de Shahara. Los grandes ojos dorados estaban abiertos ampliamente y el rostro se sonrojaba avergonzado.
Maldición, era el mejor espectáculo que nunca había visto. Y ese solo momento había hecho que el dolor valiera la pena. No se había despertado en una cama con una mujer desde que Mara le había echado.
—Hola, hermosa.
Ella no dijo una palabra.
No sabía por qué ella se había metido en la cama pero disfrutó de las suaves curvas que se ajustaban perfectamente contra él, incluso si estaban cubiertas de un traje de combate blindado. La pequeña mano que descansaba contra su pecho desnudo… Y especialmente la larga pierna que descansaba entre sus rodillas. Se sentía bien por tenerla entre los brazos. Demasiado bien.
Shahara miró en esos oscuros ojos escrutadores. Por primera vez, no vio lo que la recompensa había enumerado sobre él. No vio a un pirata o un traidor o un convicto. Ni siquiera vio a un hombre.
Lo que vio fue a un ser humano que había sido traicionado y herido por todo el mundo que le rodeaba.
Y yo no soy mejor de lo que son ellos.
Porque al final, ella le iba a traicionar también.
¿Por qué? ¿En nombre de la justicia? ¿O era la misma clase de noble excusa que había usado con Gaelin?
Pero ahora mismo, yaciendo aquí con él, no veía nada excepto a una persona que quería conocer. Comprender como podía continuar con tal amabilidad hacia los demás que ella había perdido.
¿Cómo podía hacerlo?
¿Cómo podía siquiera confiar en otra persona? ¿Incluso Digger? No le importaba poner todos sus bienes a nombre de otra persona después de que su esposa ya le hubiera robado todo.
Incapaz de comprenderlo, le puso la mano sobre la áspera mejilla.
Syn no se atrevía a moverse por miedo a asustarla. Algo era diferente en ella ahora. Le miraba, no con miedo, ira o compasión.
Sin embargo con…
Comprensión.
Y antes de que pudiera moverse, ella cruzó la distancia entre ellos y le besó. Gruñendo ante el sabor de ella, la tomó con cuidado entre los brazos y la abrazó mientras cada hormona de su cuerpo ardía.
Shahara se perdió en la sensación de su cuerpo contra el de ella. De su piel desnuda bajo las manos. Siempre había querido ser como una mujer normal.
Sin miedo de confiar en un hombre en su vida.
Es un convicto. ¿Cómo puedes confiar en un convicto?
Él se movió y ella sintió la erección contra el estómago. En ese instante, un horror involuntario la inundó mientras recordaba a Gaelin sujetándola por el cuello y desgarrándola la ropa.
El pánico la inundó.
—¡Suéltame! —dijo bruscamente—. ¡No me toques!
Syn comprendió ese tono ansioso y supo que no iba dirigido a él. Instantáneamente la soltó y se movió tan lejos como pudo para que ninguna parte la tocara.
Ese había sido el grito irracional de alguien cuyo pasado se alzaba y le bloqueaba la razón.
—¿Estás bien?
Shahara frunció el ceño ante la pregunta, pero incluso más desconcertante era la preocupación en su rostro y la nota tierna en su voz. Había esperado que estuviera enfadado u ofendido.
Pero no lo estaba.
—Sí, lo siento.
—Oye, no te disculpes. Todos tenemos mierda con la que tratar. También tengo la misma reacción a veces.
Ella se burló.
—Encuentro eso difícil de creer.
—Es la verdad. ¿Alguna vez quieres verme afectado? Dame una chocolatina.
Ella puso los ojos en blanco. Eso era ridículo.
—¿Una chocolatina?
—Sí. Me pasó algo horrible con una chocolatina una vez cuando era un niño. Nunca lo superé. Rompo a sudar solo con verlas.
Ella soltó una corta risa sarcástica.
—Me estas liando, ¿verdad?
Él levantó la mano e hizo el gesto Ritadarion de honor.
—Te lo juro. A día de hoy ni siquiera puedo mirar el chocolate. Me da urticaria.
Una lenta media sonrisa la curvó los labios.
—Creo que estas tratando de hacerme sentir mejor.
—¿Funciona?
Realmente lo hacía.
—Gracias.
Se rascó la barba oscura de la cara.
—Entonces ¿cómo entraste aquí anoche? No me malinterpretes. Fue una gran sorpresa, pero habría pensado que preferías dormir con nuestro amigo el lagarto de ayer que echarte en la cama conmigo incluso para una siesta.
—No sé… el hombre lagarto o tú… Nah, tienes razón, el lagarto habría ganado.
Él se rió.
—En serio, ¿qué te hizo venir?
—Bueno en primer lugar que estabas bastante indefenso y estabas drogado. Pero sobre todo no podía dejar a Digger dormir en el suelo mientras yo me echaba en el sofá, incluso a pesar de que él insistió.
Syn no sabía por qué, pero eso le conmovió. Parecía fuera de lugar en su fachada de más‑dura‑que‑los‑clavos. Y había sido una cosa digna el hacer eso por un anciano. En su mundo, los actos decentes eran lo bastante raros para que siempre le sorprendieran cuando sucedían.
Pero ahora era la mañana y tenían un montón de cosas que hacer. No podían permitirse perder más tiempo. Tarde o temprano, los Rits descubrirían que tenía un tío y vendrían aquí para comprobarlo.
Shahara frunció el ceño mientras él se alejaba. La sábana cayó y se dio cuenta que estaba completamente desnudo. La cara le ardió ante algo que no se había dado cuenta cuando se había metido en la cama con él. Eso la hizo definitivamente reconsiderar sus actos… ¡pfffff!
Ignorando su mortificación, él recuperó sus ropas del otro lado de la cama. La mayoría de los moratones de ayer se habían ido, haciendo la visión de la carne desnuda aun más sabrosa.
Deliciosa.
Le ardieron las mejillas. Volviendo la cara a la ventana, oyó una baja risotada.
—Lo siento, no planeaba tener compañía.
—¿Nunca usas pijama?
—No.
Le oyó moviéndose detrás de ella.
—Realmente deberías desarrollar algo de modestia.
Se rió de nuevo.
—¿Por qué molestarse? Nunca he tenido la suficiente gente alrededor de mí para preocuparme por eso, y en la cárcel no tienes ningún tipo de privacidad de todos modos, así que aprendes a no pensar en la sensibilidad de otras personas, o la tuya propia.
Se le apretó el corazón ante un hecho escabroso para él y que bromeara sobre ello. Ella sabía por su propia experiencia breve que brutalidad mantenían allí. Y ni siquiera hablar de las rutinarias búsquedas en las cavidades y otros horrores a los que los prisioneros eran sometidos.
Su propia breve experiencia no teniendo control sobre lo que se le hacía a su cuerpo había sido lo suficientemente mala. Ni siquiera podía imaginar cuantas veces él había sido violado y a una edad en la que todavía se debería dormir en una cuna.
Se ofendía y disgustaba en su nombre.
Él se aclaró la garganta.
—Es seguro ahora. Estoy vestido.
No segura si podía confiar en él cuando parecía deleitarse avergonzándola, se dio la vuelta lentamente y suspiró de alivio. Realmente estaba vestido.
Mientras le miraba, se dio cuenta que las magulladuras de la cara y el cuello habían sanado. Solo un leve signo revelador de color amarillo claro a través de la mejilla izquierda traicionaba el hecho de que había sido severamente golpeado el día anterior.
—Guau —dijo, acercándose—. El Prinapin funciona. —Y antes de pensar en sus actos, extendió la mano y le pasó los dedos por la mejilla sin afeitar, las cejas arqueadas, y la pequeña arruga del entrecejo.
Los ojos se le oscurecieron. Hipnotizada, vio sus emociones parpadear tras la oscura mirada. Piedad, era magnifico y…
De repente una voz gruñó tras ellos.
—Manos arriba, escoria. ¡Estas detenido!
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