Zephyra no habló de nuevo hasta que Davyn los había dejado solos. Stryker se giró
hacia ella en la cama y su mirada se tropezó dónde ella lo había apuñalado antes, él
siguió la línea de sus ojos; a pesar de que la herida estaba sanando, todavía era un feo
recordatorio de su temperamento, y su mortal objetivo.
—Parece que se cumplirá tu deseo tarde o temprano, ¿no? —Dijo él frívolamente.
Ella apretó la sábana contra su pecho
—Debe haber una forma de salir de aquí.
—Sí, pero ellos tienen una ventaja, los demonios no son nocturnos, pueden
acorralarnos de día y de noche, nosotros sólo podemos alimentarnos en la oscuridad.
—¿Pueden traer humanos aquí?
—En teoría sí, pero las cosas son pocas veces tan simples, sólo si ellos se
tropezaran en un portal, algo mucho más fácil de decir que de hacer. Usualmente sólo
conseguimos niños con esas trampas y un gran número de Daimons, incluyéndome,
tenemos problemas tragando el alma de un niño, incluso si son ganado humano.
Su mirada se oscureció con furia.
—Ellos han matado nuestros niños sin parpadear.
—De nuevo, no tan simple, sus padres mataron nuestros niños, no ellos. Ellos son
inocentes en esta pelea; mi padre me forzó a ser un monstruo cuando me maldijo a esta
vida, pero me rehusé a perder todo el sentido de mí mismo a su locura.
Ella asintió con la cabeza.
—Tú eres un guerrero, ¿Me estás diciendo que nunca mataste a un niño en
batalla?
—Me entrené para la guerra como mortal, pero nunca estuve en batalla sino hasta
que me convertí en Daimon; entonces, no, nunca he tomado la vida de un niño, siendo
padre, no sé si lo podría hacer —entrecerró sus ojos hacia ella— y eso no me hace un
cobarde.
Zephyra sostuvo las manos arriba en rendimiento ante su tono hostil,
inadvertidamente había tocado un nervio sin querer hacerlo.
—Nunca cruzó mi mente —no por lo menos ante su incapacidad de dañar a un
niño, de las otras cosas que él había hecho... eso era otra historia.
Mientras se levantaba de la cama, vio el tatuaje en su omóplato derecho que había
escapado de su atención mientras había estado concentrada en su juego; le tomó una
doble mirada mientras el tatuaje se quedaba registrado en su mente.
No, no podía ser...
—Detente —dijo ella, jalándolo de nuevo para examinarlo.
Era un corazón roto con una vid espinosa a su alrededor y una espada que lo
atravesaba en el centro, pero era el listón y el nombre que contenía que cubría el
tatuaje lo que hizo que su aliento se atorara en su garganta.
Zephyra.
Bajo el tatuaje había ocho pequeñas lágrimas negras que formaban un intrincado
patrón. Ella las trazó con la punta de un dedo.
—¿Por quién son estas?
—Cada una de ellas por mis hijos y mis nietos y otra por cada una de mis esposas.
Pero era su nombre lo que puso dentro del listón; solamente ella había marcado
su corazón roto.
Levantó la mirada para encontrarse con la suya mientras la miraba sobre el
hombro, los recuerdos de su pasado y sus emociones conflictivas la atravesaron; él era
tan familiar y tan extraño.
—¿Quién eres tú Strykerius?.
—Soy un alma perdida —susurró—. Tuve un propósito hace tiempo, pero me
tropecé en el camino.
—¿Y ahora?
Su mirada se agudizó peligrosamente, seductoramente.
—Veo lo que quiero nuevamente, pero por primera vez en mi vida no estoy seguro
de poderlo reclamar, nunca debí haberte dejado y lo sé.
Ella descansó su mano sobre la barba de su mejilla.
—Soy una sirviente de Artemisa, me debo a ella por tomarme cuando nadie lo
habría hecho.
—¿No has pagado esa deuda un millar de veces?
Zephyra se detuvo, ¿Lo había hecho? Artemisa podía ser tan caprichosa y fría. A
través de los siglos, Zephyra había ejecutado a incontables humanos por Artemisa y
otros quienes difamaban u ofendían a la diosa; era extraño como nunca había pensado
en dejar el servicio de Artemisa antes de esto, había estado contenta de estar en el
refugio del templo de la diosa y apenas existir; su único objetivo en esos siglos había
sido proteger a su hija, ¿Cómo era que no había tenido otro objetivo más que ese?,
porque su última meta había sido envejecer y amar a un hombre que había caminado
por la puerta y roto su corazón, su espíritu, su vida, después de eso ella se juró nunca
dejarse atrapar por tanto dolor, una vez había sido suficiente para ella.
Stryker se giró sobre la cama para mirarla de frente con una mirada tan intensa
que despertó escalofríos en su cuerpo.
—Únete a mí de nuevo, Phyra, permanece a mi lado y yo pondré el mundo de los
hombres a tus pies; encontraremos una manera de romper la maldición de mi padre y
tomar nuestro lugar a la luz del sol.
—No he tocado la luz del sol en más de once mil años, no desde la noche que
fuimos malditos.
—Te daré eso.
Ella negó con la cabeza.
—Me prometiste el mundo una vez y entonces lo lanzaste a mi cara.
—Soy diferente ahora, Phyra, no soy un niño asustado viviendo a la sombra de su
padre; he aprendido de mis errores y te juro que nunca más te dejaré.
Ella quería creerlo pero no sabía si podría.
Las promesas eran tan fácil de hacer y tan difíciles de mantener, era rara la
persona que podría llevarlas hasta su ejecución.
—Y aún así tú morirás en dos días si no te alimentamos.
—Incluso muerto, encontraré una manera de estar a tu lado.
Esas palabras encendieron su ira en fuego mientras recordaba las promesas
dichas en el juramento que habían hecho en su boda.
—¡Cómo te atreves! —gruñó ella, empujándolo de nuevo.
—No entiendo.
—Te burlas de mí con esas palabras.
Su expresión fue de verdadera perplejidad, ¿Cómo podía no saberlo? ¿Cómo así?
—Tú prometiste amarme y me abandonaste antes de un año, ¿Cómo podría
confiar en ti ahora?
—Nunca me casé de nuevo después de que mi mujer muriera, no en todos estos
siglos y no por cómo me sentía acerca de ella. Era el recuerdo de ti que me mantenía
soltero, ninguna mujer ha logrado cautivarme de la forma que tú lo hiciste.
Y ningún otro hombre había reclamado alguna vez su corazón, ninguno, solamente
Stryker había sido capaz de romper el escudo que había erigido a su alrededor, era por
eso por lo que lo odiaba tanto.
—¡Matera!.
Ella miró hacia la puerta al mismo tiempo que Medea la lanzaba para abrirla, por
una vez Medea no había reaccionado al verlos desnudos en la cama juntos, eso
solamente le dijo a Zephyra qué nefastas eran las noticias.
—Kessar ha enviado un emisario para hablar con Padre, él debe venir
inmediatamente.
La ropa de Stryker apareció en su cuerpo mientras abandonaba la cama.
Zephyra estaba a punto de alcanzar la suya cuando él la vistió, también, ella se
escabulló de la cama para alcanzar a Medea en la puerta, Stryker tomó el liderazgo;
Medea levantó una curiosa ceja mientras alcanzaba a Zephyra, pero no dijo nada
mientras seguían a Stryker por el corredor para el salón recibidor; ahí en la tenue luz,
los Daimons estaban reunidos alrededor de una alta y delgada hembra Gallu, su largo
cabello negro estaba suelto alrededor de sus hombros mientras curvaba sus labios en
repugnancia ante los Daimons reunidos.
Stryker no habló mientras caminaba a través de ella hacia el estrado donde estaba
su trono de esqueletos negros esperando, parecía brillar en la tenue luz y parecía tan
amenazante y letal como el hombre que lo ocupaba.
Zephyra lo siguió, esperando que protestara, no lo hizo. Con la presencia de un
dios, tomó asiento despreocupadamente y miró fijamente al Gallu como si ella fuera un
insecto en el piso que estuviera a punto de aplastar. Zephyra tomó posición a mano
derecha de su trono, abrazó una mano en el alto eje que estaba grabado en forma de
una espina.
—¿Tienes palabras de Kessar? —preguntó Stryker a la Gallu.
—Él te ofrece una oportunidad para rendirte.
Stryker se carcajeó ante su estupidez, ante la audacia de Kessar; si ellos pensaban
hacerlo parpadear, estaban tristemente equivocados.
—Le dije que dejara de succionar la sangre de idiotas, ahora está infectado su
propio intelecto.
La hembra Gallu empuño sus dedos.
Dos Gallus más se acercaron con un Daimon encadenado, era Illyria, una de sus
comandantes Spathi, su pálido cabello rubio era un agreste contraste con su ropa
negra. Fiel a su naturaleza y estación, ella no rogó mientras ellos brutalmente la
forzaban a arrodillarse, pero estaba débil, su piel tenía esa coloración ceniza,
iridiscente que venía de esperar demasiado para alimentarse, su cuerpo estaba
empezando a envejecer y decaer; en este momento ella se veía mucho más vieja que los
veintisiete, en cuestión de minutos se volvería de mediana edad.
—No les des nada mi señor —escupió Illyria, tratando de luchar contra los dos
Gallu que la sostenían.
—Ella morirá si no te rindes.
Stryker sonrió.
—Todos moriremos, Gallu, deberías estar más preocupada por tu propio destino.
Ella lo barrió con una mirada fría.
—Tu piel muestra que tú también necesitas alimentarte.
Ella tomó el mentón de Illyria en su mano.
—Mira su envejecimiento, sus huesos se están volviendo quebradizos, no durará
la hora; incluso si te alimentas de alguien más, morirás igual de pronto.
Stryker mantuvo su aire de despreocupación.
—No soy Sisyphus9 tratando de contener a la muerte, Illyria es una soldado, si es
su tiempo es su tiempo, no estoy en guerra con Átropos, si es su voluntad tomarnos
cuando quiera, mí única meta es morir con dignidad.
9 En la mitología griega, Sísifo fue fundador y rey de Éfira, con fama de tramposo, antes de
morir le dijo a su esposa que cuando él se marchase no ofreciera el sacrificio habitual a los
Zephyra estaba impresionada por la conducta de Stryker y su concienzuda
negociación; no era el mismo niño que había conocido, el hombre ante ella era feroz y
sin voluntad de ser intimidado, ella podía apreciar eso, al igual que vio la irritación en
los ojos del Gallu, el demonio estaba a punto de equivocarse.
Y mientas Zephyra miraba al Gallu, una idea le llegó, era arriesgada pero
iluminadora, puso una mano sobre el hombro de Stryker y se inclinó hacia adelante
para susurrar en su oído.
—Bebe del Gallu...
Stryker se quedó quieto ante sus palabras; la sangre de Gallu era infecciosa,
Podría convertir a cualquiera quien entrara en contacto con ella en uno de ellos y hacer
a las personas zombis sin mente para controlarlas, ¿Lo odiaba tanto Zephyra para
desear ese destino para él?.
Él encontró su mirada, estaba hermosa ahí, a su lado, ahí es donde debió haber
pertenecido siempre, aún así, él no sabía si podría confiar en ella, lo que proponía... era
un suicidio.
—Confía en mí —respiró en su oído, mandando escalofríos por su cuerpo.
¿Se atrevería?, ella se lo había dicho, las mujeres eran vengativas hasta el final.
Sus oscuros ojos lo abrasaron y no le dijeron nada de sus intenciones, ella podía
estarle dando una trampa para vivir o morir.
—Toma el alma del Gallu —dijo en un tono tan bajo que no estaba seguro de que lo
hubiera escuchado.
—Mata a la perra y ella no podrá controlarte.
Perdiendo la paciencia la Gallu aclaró su garganta.
—Estás completamente fuera, tomaremos todo de ti, tu única esperanza es
rendirte y rogar por la clemencia de Kessar y el resto de nosotros.
El universo se haría pedazos antes de que él rogara a alguien por cualquier cosa.
muertos, así que en el infierno se quejó de que su esposa no estaba cumpliendo con sus
deberes, y convenció a Hades para que le permitiese volver al mundo superior y así disuadirla.
Pero cuando estuvo de nuevo en Corinto, rehusó volver de forma alguna al inframundo, hasta
que allí fue devuelto a la fuerza por Hermes. En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una
piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de
la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el
principio. El motivo de este castigo no es mencionado por Homero, y resulta oscuro (algunos
sugieren que es un castigo irónico de parte de Minos: Sísifo no quería morir y nunca morirá
pero a cambio de un alto precio y no descansará en paz hasta pagarlo).
.
Stryker se levantó sobre sus pies lentamente, Zephyra aún no le daba pista alguna
de sus intenciones o de su humor, si estaba siendo honesta o poniéndole una trampa.
No importa, él no era alguien que podía ser intimidado alguna vez, descendiendo
de su tarima, caminó hacia el Gallu, los dos que sostenían a Illyria apretaron sus garras,
prestos para matarla si él se dirigía hacia ellos.
—Sriana ey froya —dijo él en Atlante a Illyria, Auxílialos y destrúyelos; miró a
Illyria y sintió sus ojos cambiar, no eran más plateados, sabía que ahora eran de rojo
brillante; estaba llamando fuertemente los poderes de dios dentro de él, girando hacia
la Gallu, fijó miradas con ella.
Ella se endureció al instante mientras su voluntad quedaba anulada por la única
bendición que Apolo había olvidado tomar de los Apolitas cuando los maldijo, podrían
controlar a cualquiera con una voluntad débil; era ese don lo que les permitía tomar las
almas humanas en sus cuerpos, la parte difícil era encontrar humanos quienes el amor
por la vida fuera fuerte, pero sus mentes fueran débiles; en el caso de los Gallu, los dos
eran sinónimos.
Stryker sostuvo su mano frente a ella.
—Ven a mí, Gallu.
Ella no dudó en obedecer.
Una lenta sonrisa curvó sus labios mientras la acercaba y clavaba sus colmillos en
su garganta.
Ella lloró mientras él bebía y ella sangraba.
Illyria siguió al Gallu a su izquierda mientras Davyn tomaba al de la derecha.
La cabeza de Stryker nadaba en el poder dentro de la sangre de Gallu, por lo
menos hasta que su estómago empezó a doler y gruñir, instintivamente empezó a
retirarse, sólo para encontrar a Zephyra ahí.
—No te detengas —dijo ella, sosteniendo su cabeza contra la garganta del Gallu.
—No hasta que esté muerta.
Él se separó lo suficiente para poder hablar.
—Pienso que me estoy convirtiendo, no me siento bien.
—Lo harás, confía en mí.
Ella continúo diciendo eso, pero él todavía no estaba seguro de creerle,
honestamente, se sentía enfermo por la sangre, como si fuera a vomitar en cualquier
momento, pero mantuvo sus colmillos en la garganta del Gallu y continuó drenándola
hasta que Zephyra la atravesó entre sus ojos para matarla; entonces lo sintió, ese
momento cuando el último suspiro de vida se fue y el cuerpo cayó en sus brazos. Él
sostuvo el pecho del demonio contra su corazón –el centro de su ser– y esperó por su
alma para que se uniera con la suya. Normalmente la absorción era un pequeño
estremecimiento que era seguido por una sensación de profunda revigorización.
Esta vez lo golpeó como un rayo y causó que soltara el cuerpo y se retirara, gritó
mientras lo atravesaba, poniendo negra su piel, trató de respirar pero era imposible,
una y otra vez vio luces brillando a su alrededor y escuchó el sonido de su sangre
bombeando a través de sus venas. Era como estar viendo la fábrica del universo, el
poder aunado dentro de él, calentando su cuerpo y haciendo a sus sentidos girar, pasó
su mirada alrededor de la habitación y notó la forma en la que sus hombres se
retiraban, de repente Zephyra estaba ahí.
Ella tomó su rostro en sus manos.
—Mírame Strykerius, concéntrate.
Él lo hizo mientras sus miradas se fijaban y su corazón se calmaba; su visión y
audición se clarificaron, una lenta sonrisa curvó sus labios un instante antes de que ella
desgarrara su camisa para abrirla, él frunció el ceño mientras ella colocaba la mano
sobre su corazón, en el cual ya no estaba la marca negra que señalaba donde el
intercambio de almas tomaba lugar. Stryker miraba fijamente la piel sin marca,
confuso; el momento en el que un Apolita tomaba un alma humana en su cuerpo para
alargar su vida, una marca negra aparecía sobre el corazón donde las almas se unían.
La suya había desaparecido.
—No entiendo.
—Cuando un Daimon se une con un demonio, tiene la fuerza de ambas especies;
ellos son inmortales, ahora tú lo eres.
Él estaba atónito.
—¿Cómo es esto posible?.
Ella sonrió con malicia.
—La sangre Gallu es potente, lo que sea que la hace infecciosa confluye con
nuestro ADN y nos fortalece, tú estás libre de tener que tomar almas.
Él se giró para mirar a Davyn e Illyria quienes estaban ahora parados sobre los
cuerpos de los Gallu que habían matado.
—¿No somos esclavos de los Gallu?.
Zephyra negó con la cabeza.
—No una vez que su maestro está muerto; es un nuevo mundo Stryker, un nuevo
amanecer.
Y Zephyra se lo había dado, nada podía significar más.
—La única cosa que los matará ahora será la decapitación.
Él quería gritar de alegría.
—¿Cuántos Daimons podríamos convertir con un Gallu? ¿Si nosotros alimentamos
de la sangre a muchos y entonces matamos al demonio, eso los convertirá y entonces
los liberaremos cuando lo matemos?
Ella sonrió.
—Sólo hay una forma de saberlo, Trata y ve.
Stryker rió mientras miraba a su alrededor a los Spathi que estaban reunidos.
—Escucharon a la señora, conduzcamos el experimento y veamos que sucede, si
funciona, nos alimentaremos de ellos y los mataremos hasta que no tengamos que
tomar almas humanas para vivir. Pienso que es tiempo de que abramos la temporada
de Gallu.
Rió nuevamente ante la idea de girar las tablas sobre Kessar y su gente.
—¿Quién tiene hambre?.
Un rugido se elevó.
Stryker se giró hacia Davyn.
—Abre un portal y permítenos tomar un Gallu más para probar la teoría de mi
señora.
Davyn inclinó su cabeza y lo saludo.
—Como desee, mi señor.
Él se dirigió hacia Illyria y dos Spathi más se unieron.
Stryker regresó a su trono, donde se sentó con una nueva perspectiva del futuro
de su gente, el nacimiento de los Daimons apenas empezaba y él intentaba volcar el
infierno sobre los humanos antes de que todo fuera dicho y hecho.
Mirando hacia abajo, curvó el labio ante los tres cuerpos de los Gallu en el piso,
eran tan repugnantes para él como para su padre.
—¿Podría alguien limpiar el desastre? Llévenlos afuera y quémenlos.
Un pequeño grupo se acercó para obedecerlo mientras Zephyra ascendía a su
tarima, ignorando a la gente que lo veía, tomó su mano entre las suyas y besó sus
nudillos.
—Gracias, Phyra, podrías haberte guardado eso para ti misma y permitirnos a mí
y a mi gente morir.
Ella pasó su mirada sobre la habitación.
—A pesar de cómo me siento con respecto a ti personalmente, soy una Atlante y
una Apolita.
Ella sacudió la mano para indicar a sus soldados.
—Somos los últimos guerreros de nuestra clase. Estaremos condenados, sí voy a
estar lista para ver a los Gallu cazarnos, son gusanos inferiores, nosotros somos hijos
de los dioses, no nos inclinamos ante nadie.
Stryker sonrió ante la confusión en los rostros de su gente.
—Se me acaba de ocurrir que nadie sabe quién eres mi amor.
Parándose, giró su cabeza hacia la multitud.
—Daimons, hermanos y hermanas, permítanme presentarles a Zephyra, mi reina.
Zephyra se tensó ante su proclamación.
—¿No estás siendo presuntuoso? Preguntó sin respiración.
Él se inclinó hacia ella para susurrarle en el oído.
—Si me matas, mi gente necesitará un líder, después de esto confío en que harás lo
que es mejor para ellos, no importa si te casas conmigo o no, tú eres mi reina y mi igual,
no hay nadie más, confiaré en ti para proteger y guiar a mi gente.
Ella inclinó su cabeza hacia él.
Stryker alzó la mano hacia Medea.
—Y esta es mi hija, confió en que todos ustedes les mostraran a Medea y Zephyra
el respeto y deferencia que merecen —él hizo un raro gesto para contener la risa— si
no, estoy seguro de que ellas harán que dolorosamente se arrepientan de cualquier
desaire que les hagan.
Medea parecía menos que complacida por los vítores que la rodeaban, pero a
Zephyra no parecía que le importaran sus adulaciones; mientras Stryker daba un paso
hacia su hija, Davyn regresó con un Gallu, él lanzó al demonio hacia los dos Daimons
que lo acompañaban, se colocaron sobre el Gallu con un fervor nacido de la
desesperación y se les unieron tres más Daimons que ayudaron en la alimentación; el
demonio hizo lo más que pudo por luchar pero no había igual para los Daimons que lo
sostenían y lo cazaban.
Stryker miraba con una fascinación mórbida mientras los Daimons empezaban a
convertirse, ¿Funcionaria esto? ¿O tendría que matar a sus hombres?
La respuesta llegó mientras Davyn mataba al Gallu, el demonio dio un último grito
de dolor y entonces murió en el piso bajo ellos, el primer Daimon, Laeta, tomó su alma y
la unió a ella, sus ojos brillaron rojos mientras se recostaba contra su espalda y gritaba,
un instante después se levantó sobre sus pies y se le elevó la camisa, la marca de
Daimon se había ido.
Al igual que se habían ido las marcas de los otros que se habían alimentado del
Gallu.
Stryker quería gritar de alegría mientras se percataba que habían encontrado la
llave para su supervivencia, la llave para su salvación, sobrecogido por la felicidad
alcanzó a Zephyra y giró a su alrededor.
—Eres brillante —Dijo él riendo.
Zephyra no podía respirar mientras veía al muchacho que había amado dentro
del hombre que detestaba, este era el mismo Strykerius que había robado su corazón.
Cerrando los ojos, saboreó el sentimiento de ser sostenida por él, se sentía tan bien ser
abrazada nuevamente, sentir que era una parte de algo y no sólo ir a través de la vida.
Por mucho tiempo había estado aturdida, pero en este lugar, en este momento, se
sentía completa, como si le hubieran dado algo en el mundo que importara y para los
Daimons quienes no tenían que vivir a costa de las almas que tenían, les habían dado la
vida.
Y ahora como Stryker, vitoreaban su nombre, era la mejor de las combinaciones,
sonriendo, ella miró hacia sus plateados ojos que brillaban con una fuerza vital
equivalente a la propia, parte de ella quería sostenerlo contra sí por siempre y la otra
quería golpearlo por no estar ahí cuando lo necesitó, por no sostener su mano mientras
luchaba por traer su niña al mundo, por no enseñarle a Medea a hablar y a caminar, se
había perdido todo.
La Guerra dentro de ella era ríspida y dolorosa, ¿Cómo podía él hacerla sentir tan
destrozada? y mientras la sostenía, todo lo que ella podía recordar era que tan segura
se sentía en sus brazos, ella era fuerte, más fuerte de lo que había necesitado ser alguna
vez y sin embargo él hacía que las rodillas y el corazón se le debilitaran, hacía que
deseara descansar sobre él, incluso cuando ella era más que capaz de sobrevivir sola.
Sobrevivir, eso era exactamente lo que hacía sin él, sólo sobrevivía, pero con él,
ella vivía.
En este momento, ella se rindió hacia esa sensación, hacia el sonido de su risa en
sus oídos y el sentimiento de sus brazos a su alrededor sosteniéndola cerca de ese
cuerpo perfecto, gruñendo con la ferocidad de su necesidad, lo besó; Stryker se sintió
como si pudiera volar, no sabía lo que había en esta mujer, pero prendía fuego en su
alma, siempre lo había hecho.
—¿No habían dejado ustedes dos de hacer eso? —Preguntó Medea en un amargo
tono.
Stryker se retiró con una risa.
—¿Te vas a quedar ciega de nuevo hija?.
—Marcada de por vida, gracias, definitivamente voy a necesitar terapia.
Stryker trazó la línea de los labios de Zephyra antes de darle un beso rápido,
entonces miró de nuevo hacia su gente.
~ 138 ~
—Ahora que sabemos lo que podemos hacer, destrocemos a esos bastardos,
Davyn, abre los portales.
War se retiró y rió mientras veía a los Daimons y los Gallus destrozarse los unos a
los otros, era absolutamente hermoso.
—Eres definitivamente maligno —Ker envolvió un gracioso brazo sobre su
hombro mientras lo miraba.
—Lo amo.
Era tan bueno tenerla a ella y a Mache con él de nuevo.
—Todavía tenemos a los Malachai para lidiar.
Ella suspiró indiferente.
—Lo encontraremos, Ma’at lo protege pero no puede sostenerlo por sí sola, he
estado esperando una pieza de ella por algún tiempo, no tengas miedo, ambos
estaremos apaciguados.
Él miró mientras ella se dividía en diez seres.
—Lo encontraremos —dijeron ellas, sus voces haciendo eco.
Entonces tomó vuelo, dejándolo solo con su fuente, él inhaló rápidamente ante su
habilidad de hacer eso, siempre lo ponía caliente, pero habría tiempo para el sexo
después, ahora tenía que asegurar su libertad.
—Nuestros queridos dioses Griegos se están reuniendo con otros panteones para
venir contra nosotros.
—Mache los manejará, él ya viene con Eris, turbándolos unos contra otros.
Eris... la diosa de la discordia, War había pasado más de una noche en su cama,
también. A pesar de no ser un miembro oficial de su banda, ella había sido útil de
cuando en cuando.
Él se endureció mientras una idea lo atravesaba.
—Trae a Eris, tengo un trabajo para ella.
—¿Y ese es?
—Necesitamos alimentar en los Griegos la paranoia en lo que concierne a Ma’at.
Ker frunció el ceño.
—No entiendo.
—Convenceremos a los Griegos de que ella usará a Malachai para destruirlos, por
mucho que odien los líos con los Egipcios, ellos girarán hacia ella en un minuto.
Él rió de nuevo.
—Piénsalo ¿Por qué más protegería ella a Malachai a menos de que su objetivo
fuera destruir al resto de los panteones?
—Porque él es el balance.
War puso sus ojos en blanco.
—Tú sabes eso y yo sé eso, pero Eris puede removerlos hasta que no piensen en
eso, ahora ve y alimenta su frenesí.
Ella se desvaneció y lo dejó con el sabor de la esencia del baño de sangre que
habría, mientras los Daimons y los Gallu continuaran con su conflicto, esto era por lo
que había sido engendrado.
Era un nuevo mundo el que estaba creando y sería sólo cuestión de tiempo antes
de que los tuviera a todos bailando a su capricho.
Ahora él sólo tenía una cosa más con la que lidiar antes de que el mundo fuera
suyo.
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