martes, 21 de febrero de 2012

DMC cap 10

Kat se giró ante el rugiente tono tan parecido a la voz de Kessar.  El demonio se parecía mucho a él, pero su largo cabello era oscuro y sus ojos del color del carbón. Si eso no era suficiente para entibiar su día, había seis demonios más detrás de él. Cinco hombres y una mujer.
─Qué bonito. ─Dijo la mujer cuando rodeó a los hombres para quedarse al frente─. El esclavo de sangre tiene amigos.
Antes de que Kat pudiera siquiera parpadear, los demonios se desvanecieron sólo para reaparecer directamente en frente de cada uno de ellos.
Excepto de Sin. El líder y dos de los demonios lo rodearon.
Ella intentó ver a Simi y Xirena cuando desplegaron las alas y atacaron a los demonios en frente de ellas, pero su visión estaba bloqueaba por la mujer frente a ella. Gah, en forma de demonio, los gallu eran realmente una raza repugnante. Los ojos de la mujer eran agudos y pequeños, y la parte inferior de su mandíbula estaba deformada por la doble fila de colmillos. Bien visto uno de los gallu se parecía bastante a la madre de Stephen Sommers después de solo dos asesinatos.
Ew…
La mujer inclinó la cabeza y sonrió, mostrando los colmillos.
─Qué maravilla. Una Atlante para la cena.
Kat replicó.
─Qué maravilla. Una perra a la qué quitarle las uñas.
La hembra corrió hacia Kat, quien rápidamente se hizo a un lado, agarrándole el brazo y lanzándola contra la pared de la caverna. Eso realmente tenía que doler. Bien. Era casi suficiente para hacer sonreír a Kat.
Shrieking, la hembra gallu se volvió para enfrentarla. Kat le golpeó en la espalda y la lanzó con fuerza. Entonces estacó al gallu directamente en el corazón y esperó a que explotara.
No lo hizo.
─Entre los ojos, ─gruñó Sin─. No puedes matarlos igual que a un Daimon.
Ohhh, ¿Cómo había podido olvidarlo tan pronto? Así como su entrenamiento.
El demonio se lanzó al mismo tiempo que Kat recobraba su daga y la dirigió entre los ojos del demonio. El demonio dejó escapar un sonido antes de explotar sobre Kat.
Ugh, asqueroso… Mejor era un Daimon en cualquier momento antes que uno de esos. Al menos los Daimons no olían cuando explotaban.
Disgustada, Kat se sacudió y se volvió a ver a Simi y Xirena “comiéndose” sus demonios gallu. Oh, sí, nunca volvería a pedir pizza después de ver eso.
Nota para mi misma. En el futuro decirle a Simi que traiga un gran cargamento de salsa barbacoa.
Intentando no mirar como ellas se comían partes del cuerpo que no podía si quiera identificar, Kat ayudó a Zakar, quien estaba apuñalando a ciegas al demonio que lo estaba atormentando igual que a un gato callejero. Sin tenía a dos de sus atacantes muertos a sus pies y estaba trabajando sobre el tercero cuando ella cruzó corriendo la habitación.
Zakar falló por poco en cortarla
El demonio sonrió.
─Eso es, esclavo. Mata a tu salvadora. ─El demonio fue hacia ella, pero ella giró en sus brazos y lo levantó. En vez de empujarla a Zakar como intentaba el demonio, fue el demonio el que fue a él. Zakar desgarró la garganta del demonio. Él gritó.
Kat agarró la muñeca de Zakar y le sacó el cuchillo de la mano antes de usarlo ella misma para acabar con el demonio. Lo acababa de matar cuando Zakar la agarró desde atrás y le hundió los dientes en el hombro. Aullando, apenas se contuvo a sí misma antes de golpearle.
De repente Sin estaba allí, apartándolo, Zakar luchaba igual que un hombre poseído por una irrazonable furia. Él agarró un puñado del pelo de Sin y tiró con fuerza.
─¡Para! ─Le gritó Sin al oído─.  Soy tu hermano.
─¡Jódete gallu, jódete!
Dándose cuenta que allí no había nada que hacer, Kat alzó las manos y golpeó a Zakar con una clase de poder, no menos aturdidor que un rayo divino. Él instantáneamente se desmayó en brazos de Sin. 
Su mirada y la de Sin se encontraron y vio la gratitud en sus ojos mientras deslizaba a su hermano en sus brazos.
─Salgamos de aquí antes de que vengan más.
Ella asintió en acuerdo.
─¿Simi? Fríe a los otros demonios y salgamos de aquí.
Simi hizo pucheros.
─Pero yo todavía tengo hambre.
─Pediremos Diamonique tan pronto volvamos.
La ensangrentada cara de Simi se iluminó inmediatamente.
─Oh, eso es mucho mejor que los gallu.
Xirena y ella inmediatamente prendieron fuego a los demonios antes de que Kat y Sin las trasladaran a su penthouse.
Kat usó sus poderes para conjurar una enorme bolsa de Diamonique, la cual dejó caer sobre Simi y Xirena una vez se unieron a ellos. Chirriando las demonios corrieron a su habitación del hotel para engullir las piedras y dejaron a Kat sola con Sin y su hermano.
Gracias a los dioses por los Diamonique. Eso debería mantener a las demonios ocupados por algún tiempo.
Con la cara triste y amarga, Sin llevó a su hermano hacia el sofá, el cual se desplegó para hacer una cama de tamaño Queen Size. Las mantas se hicieron a un lado un instante antes de dejar a Zakar sobre las sábanas blancas.
─¿Va a ponerse bien?
Sin no podía hablar cuando miró a las viciosas cicatrices en el cuerpo de su hermano. ¿Qué le había hecho? Parecía como si hubieran estado alimentándose de él durante siglos.
Sin quería sangre por esto. La de Kessar… la de los gallu.
Pero más que nada, Sin quería la de Artemisa. Si no fuera por ella, habría sido capaz de tener esto. Habría tenido poder para proteger a Zakar de su brutalidad.
No, lo tomó de regreso. Eso no era culpa de Artemisa. Era suya y lo sabía. Si sólo no hubiese aceptado. Querido compañía. Nada de esto habría sucedido. Fue su propia debilidad la que había herido a su hermano. No había nadie a quien culpar excepto a él.
Su estómago se hundió por el peso del dolor y la culpa que le roía.
Sintió a Kat tirando suavemente de él. Él empezó a protestar, pero la intensa mirada en su cara lo mantuvo en silencio. Frotándose las manos, ella se acercó a Zakar. Colocó sus manos contra sus ojos mientras murmuraba en atlante.
Una traslúcida luz amarilla pasó de sus manos para cubrir su cuerpo.
Cuando el brillo se movió sobre Zakar, cicatrizó sus heridas y sanó las profundas cicatrices que marcaban su piel… incluso su desaparecido dedo fue reparado.
El alivio y la gratitud se vertió a través del cuerpo de Sin cuando la vio sanar a Zakar.
Que lo hubiera hecho sin que Sin se lo pidiera…  lo significaba todo para él.
Cuando ella se retiró, vio que los ojos de Zakar ya no estaban sellados. Sus párpados y pestañas caían contra sus mejillas en perfecto reposo. Con excepción del largo, enredado pelo, era el hermano que Sin recordaba.
─Gracias, ─suspiró, agradecido por lo que había hecho.
Ella asintió antes de apartarse de la cama.
­─Le perforaron los tímpanos. Creo que es por eso que no respondió cuando le dijiste quién eras. Estaba sordo.
Sin maldijo mientras lo embargaba la rabia.
─Los quiero muertos. A todos ellos.
La cara de ella mostraba su total acuerdo.
─Odio decir esto, pero le doy crédito a Stryker. Al menos tiene un código de ética, descabellado aunque a veces las sigue. No puedo imaginármelo haciendo algo como esto.
─Eso es por lo que no podemos dejar a los gallu sueltos sobre la humanidad. No tienes absolutamente ninguna compasión, piedad o decencia.
─Estoy de acuerdo. Pero no estoy segura de que Zakar será capaz de ayudarnos. Parece bastante golpeado, y no hay manera de decir lo que le hayan hecho mentalmente y que no he podido sanar con el simple hechizo de curación.
Sin odiaba admitirlo, pero quizás tuviese razón. El hombre sobre la cama no era ni la sombra de un luchador. Parecía demacrado y débil. Tendrían suerte si Zakar podía mantenerse en pie sin ayuda.
­─Me pregunto cuando tiempo lo habrán tenido.
─No lo sé. Pero por el aspecto de esto, ha sido bastante. ─Kat revolvió el pelo de Sin antes de frotarle el cuello.
─¿Estás bien?
Él bajó la mirada hacia ella, con el corazón acelerado.
─Si él fuese tu hermano, ¿Cómo responderías?
Ella no vaciló con su respuesta.
─Pediría sangre.
─Entonces me entiendes.
Asintió antes de darle un reconfortante apretón en el brazo.
─Y estaré justo aquí, para ayudarte a recolectarla.
Las emociones y ternura por ella lo sacudieron ante sus palabras. El hecho de que ella hubiese estado a su lado todo este tiempo. Que hubiese sanado a Zakar…
En una extraña manera, parecía un sueño.
Incapaz de enfrentarse con esto, Sin la atrajo contra él y la besó con todo lo que tenía.
Kat suspiró ante el sabor de Sin. Podía sentir su confusión incluso mientras la sostenía como si fuese la cosa más importante en el mundo para él, y deseaba que pudiese ser así de fácil. Él había tenido un día malísimo. Pero aún así, sabía a cielo y hombre. Cuanto deseaba que las cosas se volviesen mejores para Zakar y él. Todavía tenían que encargarse de los gallu y Deimos. Ninguno descansaría hasta que Sin estuviese muerto.
Era como si todo el mundo estuviese contra ellos. Pero ahora mismo, en sus brazos, ella se sentía más fuerte que nunca.
Sin gruñó cuando apartó sus labios para enterrar su cara contra el cuello de ella. Adoraba el aroma de su piel y respiración, la sensación de su cuerpo contra el suyo. Por una vez no tenía que doblarse prácticamente para besar a una mujer. Ella era perfecta para él en altura y su fuerza lo asombraba.
─Creo que me estoy haciendo adicto a ti.
Ella se rió.
─Apenas me conoces.
─Sí. ─Dijo él con una encantadora sonrisa─. Pero conozco partes de ti mejor que nadie.
Ella se sonrojó ante eso.
─Eres incorregible.
─No es verdad, estoy altamente animado. Me lleva muy poco aguijonear la mayoría de las veces.
Ella le besó la mejilla antes de apartarse.
─No puedo creer que estés así de juguetón considerando lo que está pasando.
Él dejó escapar un cansado suspiro antes de rastrillar sus manos a través de su oscuro pelo.
─Estoy intentando distraerme de la enorme miseria de culpa y duda que me está plagando. Aquí, por un segundo, estaba realmente funcionando.
Kat fue inmediatamente a su lado para poner una mano sobre su duro estómago y la otra sobre su espalda. Ella le miró con una afligida expresión.
─Oh, cariño, lo siento. ¿Deberíamos desnudarnos ahora?
Él puso los ojos en blanco ante su sarcasmo.
─Olvídalo. Me has asesinado[1].
Ella dio un paso atrás, riendo. ─Asesinado, ¿huh? Que interesante expresión has desarrollado. ─Ella le dedicó una sonrisa maliciosa─. ¿Quizás un poco de respiración boca a boca podría traerte de vuelta?
Él tomó su anterior comentario de regreso; era digna hija de su madre. Podía atormentar un hombre como el mejor de ellos.
─Eres diabólica tentándome así.
─Lo sé. Me disculparía, pero la agónica mirada sobre tu cara hace que todo esto valga la pena.
Él levantó la mano para tocarle el pelo. Era como seda sobre su piel. Lo frotó entre el índice y pulgar, recordó la sensación de tenerla encima de él.
─Todavía no lo entiendo. Por qué estás aquí conmigo. Ayudándome. No tiene sentido.
─Quizás es tu fascinante personalidad que me atrae igual que una mosca a la llama.
Sin bufó.
─Repelente, querrás decir.
Ella arqueó una ceja como si la sorprendieran sus palabras.
─¿Eso es auto depreciación de un dios?
─Ex dios.
─Aún así, no es algo que uno encuentre generalmente en tu casta.
Él le acarició la mejilla con el dorso de sus dedos, saboreando la suave textura de su piel.
─Ni tampoco un corazón o alma. Aún así tú pareces tener ambos.
Kat se estremeció ante la prestada mirada en su cara. El calor la atravesó ante la sensación de su mano sobre su piel. Él era delicioso.
─Sigo diciéndote que no soy un dios.
─Ya… pero lo habrías sido si tu madre no tuviese miedo de que otros dioses descubrieran que estaba durmiendo con tu padre.
Quizás, pero Kat no estaba dentro de esos títulos o asuntos de poder. Las políticas del Panteón la habían traído de cabeza desde hacía eones. Realmente no quería formar parte, solo quería…
Honestamente no lo sabía. Había pasado la mayor parte de su vida sirviendo a los caprichos de su madre. Kat no habían nacido en un mundo donde los sueños o ambiciones resultaran buenos. Generalmente esas dos cosas acababan en la última humillación o un gran desentrañamiento.
La ambición de su vida había sido salvarse del dolor de ambas. Realmente, ni siquiera había soñado con conocer a un hombre. Parecía inconcebible ahora para ella. Pero había vivido su vida ciegamente, sin pensamientos de un futuro. El mundo, su mundo, era así. Sin había cambiado eso.
Por primera vez quería algo, y eso realmente la asustaba, porque sabía que él jamás se compartiría asimismo con ella de esa manera. No estaba en él establecerse y tener una familia. Era un guerrero que no quería nada con el panteón de su madre, y aunque Kat no era una diosa, todavía formaba parte de él.
Intentando forzar el asunto que sólo la conduciría a la humillación. Estaba segura de ello.
─¿Cómo eras siendo un dios? ─preguntó ella, intentando imaginárselo todos esos siglos atrás. A él no parecían gustarle esas políticas mucho más que a ella.
Él se encogió de hombros.
─Igual que los otros, supongo.
Ella no podía creerlo.
─No. No creo que fueses como ellos. Sé por lo que vislumbré de tu vida que nunca has le has sido infiel a tu esposa incluso cuando ella te lo fue. ¿Por qué?
Sobre su cara cayó un velo, ocultando sus pensamientos y emociones de ella. Ella no sentía nada excepto vacío.
─Fui a Artemisa, intentando ser infiel.
Kat apartó la mirada cuando recordó lo que había sentido mientras estaba en su pasado. Estaba mintiendo.
─No, no lo hiciste.
─¿Cómo lo sabes?
No queriendo que supiera lo que había estado haciendo, ella encontró su mirada.
─No creo que hayas sido fiel todo este tiempo para tirarlo después todo por un capricho. Hay otra razón por la que fuiste a Artemisa.
La rabia oscureció su ceño, antes de que se apartara.
─¿Sin?
No había error en la ira en su cara cuando la miraba.
─¿Qué?
Una persona inteligente que quisiera vivir habría dejado el asunto, pero Kat era más suicida que la mayoría.
─¿Por qué fuiste al Olimpo?
Sus ojos se velaron.
─¿Realmente quieres la verdad?
─No preguntaría si no la quisiera.
La dejó y se fue al bar a servirse un whisky doble─esta parecía ser siempre su respuesta cuando algo realmente lo molestaba.
Se bebió la bebida e hizo una mueca antes de fulminarla con la mirada y responder.
─Estaba solo. ─El dolor en su rostro realmente le robó el corazón─. No dormía con nadie por una simple razón. Estaba manchado. Medio humano, medio dios, no encajaba en ningún lado y créeme, los dioses Sumerios son rápidos en señalar eso. Ningal, mi esposa, abandonó nuestra cama siglos antes. Ella sólo se casó conmigo por que yo era exótico y diferente. Pero una vez los otros empezaron a meterse con ella por estar con un mestizo me echó de su cama. Después de todo, ¿Qué clase de niños tendría ella con alguien que no era un dios de sangre pura?
Apretó los dientes como si el dolor fuese más de lo que podía soportar antes de hablar otra vez.
─Pensé que algo tenía que estar mal conmigo. ¿Quién ha oído que un dios de la fertilidad no duerma con nadie? ¿Un dios de la fertilidad cuya esposa nunca está en su cama? Pero yo no iba a convertirme en mi padre y cazar a las mujeres humanas quienes no serían capaces de resistírseme. Usar a las personas de esa manera estaba mal, y sabía cuando dolor le había causado la lujuria de mi padre a mi madre. Entonces un día mientras estaba montando en Ur apareció Artemisa. Ella estaba rodeada de venados, parecía pacífica y, no te rías, dulce. Nunca había visto a una mujer tan hermosa, así que me detuve a hablar con ella, y lo siguiente que supe, era que nos estábamos riendo. Y en poco tiempo, éramos amigos.
Para Kat tenía sentido. Ambos eran dioses de la Luna. Probablemente tenían mucho en común.
─¿Qué te hizo ir a ella esa noche en el Olimpo? ¿Realmente?
El apartó la mirada.
─La rabia. Ningal me había humillado y estaba cansado de que se rieran de mí por ello. Yo era un dios poderoso, pero no el más poderoso de todo el panteón. Sabía que no había manera de que pudiera enfrentarlos y ganar. Se habrían unido contra mí. Así que fui a Artemisa, queriendo que ella me ayudara a debilitar a mi propio panteón. Pensaba que si ella realmente me amaba como decía, podríamos unir nuestras fuerzas contra ellos. ─Él se rió con amargura─. Ten cuidado con lo que deseas, quizás lo obtengas. Los quería a todos destruidos por lo que me habían hecho, y lo fueron. Sólo que no vi mi propia caída como parte de ese plan.
La culpa la atravesó ante la agonía que oía en su voz, el auto aborrecimiento que veía en su cara. Ella nunca había querido herirle a él o a nadie.
─Artemisa es incapaz de dar lo que buscas.
Él bufó.
─Gracias, pero te contaré un secreto. Aprendí eso hace tres mil años cuando ella me asaltó y me succionó hasta dejarme seco.
Esperando apaciguarlo, Kat cruzó la habitación para tomar su mano antes de que se sirviera otro trago.
─Te das cuentas de lo que has hecho, ¿no?
─¿Insultar tu inteligencia?
─No. ─Tomó sus manos en las de ella─. Te has abierto a mí. Confías en mí.
Sin guardó silencio cuando se dio cuenta de que tenía razón. Le había dicho cosas que nunca se las había dicho a nadie. Pero era tan fácil hablar con ella. Al contrario que otros,  no parecía juzgarle por su pasado o sus errores.
Hacía que se olvidara estar en guardia.
─Supongo que tú y tu madre os reísteis a gusto de mí cuando le hablaste antes.
Su expresión cambió instantáneamente a una de indignación.
─Nunca le diré a nadie lo que me has dicho. Jamás. ¿Qué clase de persona crees que soy?
Él no respondió.
─Quizás deberíamos volver a insultarnos el uno al otro. Creo que era más fácil.
Ella negó con la cabeza.
─No más fácil. Sólo seguro.
Demonios, era inteligente. Algunas veces más de lo que era bueno para su paz mental.
─Me gusta la seguridad.
Kat se rió en alto.
─¿Eso de un ser que pelea con los demonios con una mano sola? ¿Realmente me tienes miedo?
─Al contrario que tú, los demonios son fácil. ─Ellos no hacían que quisiera abrazarlos.
─¿Cómo así?
─Ellos solo te quitan la vida.
Ella arqueó simplemente una ceja.
Tú podrías fácilmente quitarme el corazón. La verdad de eso lo clavó en el sitio en el que estaba. No se había sentido así en miles de años.
Miles.
Entonces otra vez, ni siquiera estaba seguro de si se había sentido así con una mujer. Apenas podía recordar cortejar a su esposa. Si había tenido algún sentimiento por ella, habrían sido asesinados por su insensibilidad.
Pero Kat…
Ella era honesta y cariñosa. Dos cosas que su esposa nunca había sido. Cuando Kat lo tocaba, su cuerpo reaccionaba violentamente. Una simple sonrisa suya podía hacer que todo él ardiera. Una caricia de su mano y se deshacía. Era aterrador pensar en cuanto de ese poder tenía una persona sobre él. Como un simple gesto de ella podía afectarle tan profundamente.
Aún así, ella mantenía esa traviesa mirada en su preciosa cara.
─No me respondiste, Sin.
Él se alejó un paso de ella.
─¿Responderte a qué?
─¿Por qué me tienes miedo?
¿Podría ser más implacable? Incapaz de confesar sus sentimientos le dio una respuesta ligera.
─ Diriges a esos dos demonios con salsa barbacoa. ¿Quién es su sano juicio no te temería?
Ella chasqueó la lengua.
─¿Por qué te escondes?
─¿Quién dice que me escondo?
─Esa mirada que mantienes centrada en la puerta como si esperaras que entrara alguien a través de ella y te rescatara. ─Ella hizo unos ruidos de animales parecidos a cloc—cloc cuando extendió los brazos y empezó a moverlos como alas.
Sin estaba espantado por sus acciones.
─¿Realmente no me estarás llamando gallina?
─Si le queda el pico…
Él debería estar enfadado, pero una extraña parte de él estaba divertido por su audacia.
─Vives para tentarme, ¿No es así?
─Tenemos que vivir para algo, y tengo que decir que es bastante divertido ver la confusión en esos maravillosos ojos tuyos. Brillan siempre que te pican.
Se quedó atónito por su inesperado cumplido.
─¿Mis ojos son maravillosos?
─Sí. Muy impactantes.
Eso no debería afectarlo de ninguna manera y todavía sus palabras lo hacían arder.
Él no sabía porque el pensamiento de que ella le encontrase atractivo debería siquiera importarle.
Millones de mujeres, literalmente, lo habían encontrado atractivo a lo largo de toda la historia. Lo veneraban a miles.
Pero sus palabras le aceleraban el corazón. Hacían que le sudaran las palmas. Lo ponían tan duro que apenas podía permanecer a su alrededor.
Ella tomó sus manos en las de ella.
─Vamos. ─Tiró de él hacia el dormitorio.
─¿Qué estás haciendo?
─Necesitas descansar. Ha sido un largo día e intento meterte en la cama.
Una sonrisa tiró de la esquina de su boca mientras se ponía incluso más duro.
─¿De verdad? ¿Puedo meterme yo dentro de ti?
─Si juegas bien tus cartas y dejas esas líneas quizás sea posible.

Kessar parpadeó dos veces ante Nabium, que había interrumpido su comida. Se levantó sobre la corista muerta en el suelo y se limpió la sangre de los labios con una servilleta de lino.
─¿Qué quieres decir con que el Hayar Bedr está desaparecido?
El demonio alto y de pelo oscuro tragó de forma audible cuando notó la furia en el tono de Kessar.
─El dios Nana fue a la caverna y…
─Ex dios, ─corrigió a Nabium.
Nabium se aclaró la garganta.
─Ex dios, y lo cogieron.
Kessar maldijo al momento. Le fastidiaba que Sin hubiese encontrado alguna manera de entrar en su agujero y encontrara uno de su juguetes favoritos.
No importaba.
Todavía podían liberar todavía a los Dimme, pero poseer la Luna había hecho más fácil su sucesión para dominar a la fuerza la vida en el pequeño planeta.
─¿Dónde está mi hermano?
Nabium continúo quieto.
Kessar dejó escapar un sonido de disgusto ante su joven hermano y su libido. Nunca había aprendido el sentido del tiempo.
─Díle que deje cualquier mujer que haya encontrado y que venga aquí. Ahora.
─No… no puedo, mi señor.
─¿Por qué no?
Nabium retrocedió un paso antes de tragar otra vez y hablar.
─Ellos lo mataron.
Kessar no podía respirar cuando registró esas noticias. No podía ser.
─¿Qué?
─Murió peleando con ellos, mi señor. Lo siento mucho.
Kessar sintió crecer sus colmillos cuando la rabia lo llenó. Quería sangre por esto.
Cuando caminó hacia el armario, Nabium prácticamente se encogió de terror. No es que Kessar fuera a herir a su segundo al mando. No, Kessar necesitaba a alguien débil a quien torturar.
Abriendo el armario, sacó a la colegiala que había capturado después de haber dejado el casino de Sin. Ella era baja, con largo pelo castaño y ojos azules que estaban rodeados por unas pequeñas gafas ovaladas. Su boca estaba tapada de modo que no pudiera gritar, y sus manos y pies estaban atados. Ella vestía un par de desgastados jeans, botas negras y una camiseta negra de Boondock Saints[2] que enseñaba sus fornidos antebrazos.
Pero lo encontró fascinante, y era la principal razón por la que la había capturado, era que ella tenía un pequeño arco y flecha tatuados sobre su pecho. Antes de que la cogiera, ella le había dicho que el tatuaje era para protegerla de las pesadillas. Realmente extraño, desde que esta también era la marca de Artemisa y como tal hacía a la estudiante un objetivo de primera para ellos.
Usando sus poderes, insonorizó la habitación de modo que nadie en el hotel pudiera oírla gritar. Entonces le quitó la mordaza de la boca.
Ella lloró. Él la empujó a los brazos de Nabium.
─Sostenla.
─P… po… por favor, ─rogó cuando su mirada cayó sobre el cuerpo de la otra mujer─. Estoy embarazada.
─¿Crees que nos importa?
Kessar sintió como su cara cambiaba a su verdadera forma de demonio.
Ella gritó incluso más alto, excitándolo aún más.
Kessar la levantó y se cernió sobre su cuello, rasgando la carne de modo que su sangre le llenase la boca. Tan pronto como ella dejó de luchar, Nabium se unió a él rasgando el otro lado.
 Cuando estuvo muerta y drenada, la tiraron al suelo. Kessar frunció el ceño cuando vio un pequeño brazalete de cuero en su brazo derecho. Tirando de él, leyó su nombre.
Mofándose, lo tiró sobre su cuerpo y se limpió la boca.
Su buen humor regresó, se sacó la camisa por la cabeza y la tiró sobre el cuerpo de ella antes de hacer aparecer otra.
Nabium duplicó el gesto antes de volver a su anterior tópico.
─Al menos las buenas noticias es que hemos anulado a Zakar.  Será inútil para ellos ahora.
Posiblemente, pero Kessar no era el tipo de demonio que contaba con que las cosas salieran como estaban planeadas.
─Nunca subestimes a Nana. Él viajaba con un Atlante.
─¿Estás seguro?
─Por supuesto. ¿Cómo si no sería él capaz de destruir a mi hermano?
El dolor de Kessar ya se había ido. El asesinato lo había aplacado. Si su hermano era lo bastante estúpido para morir en sus manos, se lo merecía.
─¿Qué hacemos ahora? ─preguntó Nabium.
─Tenemos que encontrar alguna manera de anular los poderes de Sin.
─Él ya está despojado de ellos.
─No lo bastante. Él es la única cosa que se interpone en el camino del Kerir. Debemos traer a Zakar de vuelta y coger a esa puta atlante y convertirla.
─¿Cómo?
Kessar sonrió.
─De la misma manera que capturamos a Zakar. La infectamos. Entonces cuando tengamos a Zakar y a Nana, no habrá nadie que se interponga en nuestro camino.
Nabium se rió hasta que se dio cuenta que los humanos estaban empezando a conmocionarse.
─Hablando de infección…
Kessar miró a la mujer.
─Son demasiado sucios para mantenerlos, especialmente la pequeña puta. Córtales la cabeza y tíralos en la zanja de algún sitio.
Él observó como Nabium cubría a la mujer con una chaqueta para disimular la sangre en sus ropas antes de sacarlos de la habitación donde acabaría con ellos.
Humanos. Lo disgustaban.
Pronto, sin embargo, todos ellos estarían bajo el pulgar de sus maestros. Pero primero, tenía que coger a Sin y Zakar...


[1] Es un juego de palabras con el texto en inglés “cock-kill”

[2] Película de crimen y acción.

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