domingo, 19 de febrero de 2012

BFSW cap 2

Tan pronto como Raphael tubo a Celena fuera de su casa, se dirigió al sótano solo para encontrar a Jeff tendido sobre su sofá de cuero negro, con los pies encima de la mesa de café, jugando con su PSP como si le trajese sin cuidado el mundo. Era tan increíble que Raphael se quedó parado en el umbral por un completo minuto completo, mirándolo con la boca abierta.
Jeff era la clase de hombre que, como piratas, habrían enterrado vivo en la arena y lo hubieran dejado allí para que se pudriera. ¿Por qué? Porque la gente como él era realmente demasiado estúpida para vivir. Este era un rápido servicio público para llevarlos a la tumba.
Honestamente, la tentación de matarlo estaba allí y era fuerte. Endemoniadamente fuerte.
Con todo otra vez, Jeff era afortunado de que Raphael se hubiese ablandado enormemente a lo largo de los siglos. Por no mencionar el pequeño detalle de que Raphael deseaba una oportunidad para romper la más importante de las reglas antes de que uno de ellos muriera.
Jeff no tenía idea alguna de que debía su vida al hecho de que Celena tenía los labios más tentadores a este lado del paraíso y si Raphael quería probarlos tendría que  él tenía que conseguir sacar a Jeff de allí antes de que ella regresase.

Raphael tomó el pequeño mando sobre la mesa a su izquierda y apagó la PSP.

- ¡Hey! – protestó Jeff levantando la mirada. – Estaba ya en el Nivel Cuatro y no lo había pasado.
 - A la mierda el Nivel Cuatro. Necesito que salgas de aquí, pronto.
- ¿E ir a dónde?
- A mi barco, en el puerto.

Jeff frunció el labio con hastío.

- ¿Y hacer qué?
- Vivir otra noche, que es más de lo que vas a conseguir si no dejas de protestar. Ahora levántate y empieza a marcharte. Te he comprado algún tiempo, chico, pero es finito. Tienes que permanecer oculto durante una semana.

Mientras que Jeff hacía juveniles ruidos de descontento, la atención de Raphael cayó en su computadora portátil, que estaba a los pies de la mesa—eso debería de bastar para mantener a Jeff ocupado y fuera de problemas.

Al menos hasta que el pobre bastardo publicase algo otra vez.

Tomando la computadora portátil, Raphael se la dio a Jeff.

- Ve y escribe tu Gran Novela Americana, pero por Dios Santo, invéntate tus propios personajes y situaciones.
Jeff hizo una mueca.

- Sabes que me mareo.
-Sobrevivirás al mareo. El envenenamiento por plomo es otra cuestión. Hay bastantes provisiones y tal de modo que estarás bien. Mantén tu trasero bajo cubierta y si tan solo echas una mirada al timón, te cortaré la cabeza yo mismo. No vayas a enredar o hacer algo en mi barco—él vale más para mí que tu vida. No dejes de estar bajo cubierta bajo ninguna circunstancia salvo un incendio, y siempre que lo hagas, mantén un cubo cerca y no vomites sobre nada.

Jeff frunció la cara como si fuese el pensamiento más apestoso que hubiese tenido nunca.

- Pero yo quiero quedarme aquí.
-Y la gente en infierno quiere agua helada y si no vas al barco, probablemente seas capar de comprobarlo en persona dentro de veinte minutos. Vete, Jeff. Ahora.

Jeff empezó a quejarse cuando se levantó, entonces se contuvo.

- ¿Puedo llevarme la PSP?
- Si eso hace que te marches antes...
- ¿Conseguiste más juegos para ella?- Raphael gruñó mientras sacaba una pequeña caja negra de juegos de la mesa del café y se la lanzaba.
- ¿Alguna cosa más?
- Una radio estaría bien.
-Jeff…
- Ya voy, ya voy.

El dolor de cabeza de Raphael había vuelto cuando Jeff subía las escaleras con un paso que haría sentirse orgullosa a una babosa. Oh sí, lo habrían sacrificado en la cubierta principal diez segundos después de subir abordo.

- ¿Podrías acelerar el paso, Jeff? Tenemos solo otras ocho o nueve horas hasta el amanecer.

Él hizo una mueca a Raphael sobre su hombro.

- Eres un capullo mandón.
- Eso viene con lo de ser capitán pirata… igual que era mi padre, por cierto. Él no era un comerciante como lo describes en tu historia. Él se los comía para desayunar.

Jeff realmente se detuvo en las escaleras.

- ¿De verdad?
- ¡Jeff!- lo avisó.- Sube-las-escaleras.

Imitando sus palabras, Jeff finalmente se las arregló para subir hasta la puerta. Le llevó unos quince minutos hacerlo empacar y salir de la casa, junto con más advertencias sobre lo que le haría Raphael si le hacía un solo arañazo a una mesa en su barco.

Jeff se había marchado apenas cinco minutos antes de que Celena regresase. Raphael tuvo que forzarse en no echar un vistazo a la calle puesto que era obvio que los dos habían tenido que cruzarse en el camino. Pero al contrario que Jeff, Celena era bastante lista y se daría cuenta de por qué Raphael estaba mirando hacia el norte.
No le cabía duda de que alcanzaría al caracol y le saltaría encima.

- Bienvenida de nuevo, mi Lady- dijo Raphael cuando Celena ajustó la bolsa negra que llevaba al hombro mientras se acercaba a la puerta.

Ella solo gruñó en respuesta mientras pasaba a su lado y entraba en su casa.

- No puedo creer que tenga que hacer esto – dijo ella en voz baja.

Él se vió afectado por sus palabras hasta que se dio cuenta de que ella todavía no le miraba. De hecho, lo evitaba con tal determinación que lo hizo sonreír. Ninguna mujer hacía eso a menos que estuviese interesada y estuviese intentando luchar con ello.

- Déjame mostrarte donde puedes dejar eso.

Celena caminó detrás de modo que Raphael pudiera conducirla hacia las escaleras de caoba en el medio de la casa. Ella realmente odiaba estar aquí. ¿Cómo podría ella servir a un hombre que la distraía tanto? Y cuando él subió las escaleras y ella tuvo una vista sin obstáculos de ese firme, perfectamente formado culo, fue todo lo que pudo hacer para no estirar una mano y pellizcarlo.

Esto estaba mal en muchos niveles. ¿Cómo había permitido que el la metiese en eso?

Es la única manera de obtener a Jeff. ¿O eso era solo una excusa de modo que ella pudiera estar allí con él?
No queriendo ni siquiera considerar ese pensamiento, ella se forzó a volver al trabajo. Tenía que mantener sus pensamientos en su trabajo y no en lo bien que se veía Raphael todo vestido de negro…
O para ser más exactos, lo maravilloso que se vería sin esas ropas.
Él le indicó la primera habitación a la izquierda.

- Éste es el cuarto de la huéspedes, no es que haya tenido huéspedes, a excepción de…- él la miró y le hizo un guiño.- No lo utilizamos, pero está limpio y se mantiene bien.
- Gracias – dijo ella, entrando para encontrarse un cuarto que estaba decorado en antigüedades Victorianas.

Era realmente bastante agradable, con sillas Chippendale borgoña y brocado de oro. La cama estilo Victoriano estaba cubierta por una colcha Borgoña y oro que hacía juego haciéndola lujosa e invitadora.
Ni la mitad de invitadora como si estuviese con un desnudo Raphael en ella, pero ¿Qué podía hacer ella? ¿Preguntarle si quería unirse a ella?
Claro. Sacudiendo sus errantes pensamientos de su cabeza, dejó su bolsa de viaje sobre el colchón, después se volvió para mirar a Raphael, quién cortaba el umbral con una tentadora pose. Con él vestido en pantalones plisados negros y un suéter negro que se aferraba a su cuerpo, era difícil de pensar con claridad.
Lo cuál quería decir que ella necesitaba sacarlo de allí antes de que perdiera todo el sentido de sus deberes y sucumbiera a la idea de desnudarlo.

- ¿No deberías estar fuera patrullando?- preguntó ella
- Todavía es demasiado temprano. Además, no ha habido mucha actividad de Daimon últimamente.- Él se cruzó de brazos.- Desde que Danger murió, esto ha estado extrañamente tranquilo.
- Sí, eso es lo que dice Ephani, también. Es como si se hubiesen esfumado, lo que es extraño. Habrías pensado que el matar a un Dark Hunter los habría hecho más fuertes.

Sin responder, se movió para estar más cerca de ella… tan cerca que la esencia de él invadía todos sus sentidos. Más que eso, la calentaba totalmente. Había algo calmante en esa esencia de Brut y hombre. Algo tentador y pecaminoso.
Esto la mantuvo hechizada cuando él se detuvo a su derecha y levantó la mano para apartar una trenza perdida de su hombro. Su corazón corría a toda velocidad, ella no podía moverse. Todo lo que quería era sentir como la tocaba.
Una pequeña sonrisa pequeña asomó en los bordes de sus labios cuando bajó su cabeza a la de ella. Sabía que él iba a besarla y todavía no podía moverse.
No hasta sus labios se separaron y ella vio brillar sus colmillos.

Él es un Dark Hunter.

Eso la sacudió lo bastante como para que pudiera retroceder tres pasos.

- Debemos reorganizar tu casa mientras que estoy aquí de modo que sea más eficiente.

Raphael se mordió una asquerosa maldición.  Un segundo más y la habría tenido.
- La casa está bien.
- No. No, no está. ¿Tienes algún plan de evacuación por si hay un incendio mientras es de día? Sabes que podrías asarte y morir absolutamente fácilmente, entonces serías una Sombra sin alma y te joderías durante el resto de la eternidad.

Eso pasó a través de él como una ducha fría. Ahora eso era algo en lo que nunca había pensado antes, y él era bastante bueno en juntar planes desastrosos

- Sucede mucho con estas viejas casa,- continuó ella. – Con el cableado y eso. Oí hablar de un Dark Hunter que murió así el año pasado.
- ¿Quién?
- No puedo recordar el nombre, pero era uno de los Dark-Hunters en Inglaterra. Barbacoa total. Puedes comprobarlo en la Web.

Mejor no. A ningún Dark Hunter le gustaba leer sobre la muerte de otro Esto traía a colación que aunque eran técnicamente inmortales, todavía había cosas allí fuera que podían matarlos. Y habiendo muerto ya, no era algo que Raphael deseara experimentar otra vez.

No obstante, ella no se aplacó.

- Deberías ponerte en contacto con un amigo mío. Él está especializado en sistemas antiincendios para las casas de los Dark-Hunters. Él puede poner en un sistema de aspersión…
- Estás de broma.
-No, no lo estoy. La seguridad de los Dark Hunter es la primera prioridad para un escudero. De hecho, la primera cosa por la mañana será llamar a Leonard y veré cuando puede venir a hacer una inspección. También debemos cerciorarnos de que tengas una barra de aislamiento en tu coche en caso de que des vueltas en un accidente. Oh, y una barra de acero protectora sobre el lado del asiento del conductor en caso de que si acabas bajo algo, no puedas ser decapitado.

Sin pensarlo conscientemente la mano de Raphael fue a su garganta. Maldición, la mujer daba un nuevo significado a la palabra “paranoia.

- Deberíamos mirar también en la historia de esta casa y asegurarnos de que nunca haya sido utilizada como pensión “Desayuno y cama”. 
- ¿Porqué?-
-Si la propiedad se ha utilizado como lugar comunitario como una pensión, un restaurante, o cualquier cosa abierta al público, entonces los Daimons pueden entrar sin una invitación. No querrás que entren y te asesinen, ¿verdad?
-No realmente.
-Entonces necesitamos investigar la propiedad. A menos que tú anterior escudero lo hiciera.
-No.

Ella chasqueó la lengua.

-Necesito un trozo de papel. Esto va a llevar un rato.

Y para el momento que sacó el papel de su bolsa y comenzó a hacer una lista, Raphael se sentía enfermo. La mujer debería trabajar como Inspector de Códigos. Jeez. Ella pensó en peligros que a él nunca se le habían ocurrido.
Ella incluso salió y examinó el grado de su sótano, el cual no era lo bastante alto según su valoración. Después de todo, según ella, un cambio en los cimientos podía causar una grieta que lo expondría teóricamente a la luz del día.
Nada sangriento, pero ella parecía decidida a no dejar escapar ninguna posible—haciendo énfasis en “posible”—amenaza.
Para cuando dieron las diez en punto, él estaba más que dispuesto a comenzar su patrulla. Él salió del sótano para encontrarse un arsenal en la mesa. Dos dagas, tres estacas porque dos podrían romperse en una pelea, un rastreador de Daimon a que él siempre había profanado usar, un chaleco de Kevlar[1], su teléfono móvil, y un reloj estaban allí dispuestos para él.
Cuando ella levantó el Kevlar para ayudarle a ponérselo, él se la quedó mirando.

- Las balas no pueden matarme.
- No, pero hacen daño. Los Daimons podrían, en teoría, dispararte hasta que estés demasiado débil para luchar y entonces decapitarte.

El negó con la cabeza mirándola negándose de nuevo a ponerse el chaleco. Ella estaba perturbada cuando se hizo a un lado mientras él metía las dagas en sus botas.

- ¿Quieres ponerme un cono como el de los perros alrededor de mi cabeza para asegurarnos que ellos no puedan decapitarme mientras lo lleve puesto?- sugirió él sarcásticamente.
- Lo haría.- dijo ella para su inmediata consternación.- Pero Ephani se enfadó realmente cuando intenté eso con ella así que aprendí que es más probable que os liarais con ello antes que os protegiese el cuello. Pero tengo esto.- ella sacó un grueso collar de acero de su bolsillo -Si lo usas debajo de jersey cuello alto, no es tan obvio. Estilo medieval me parece.

Él no tenía ninguna respuesta a eso. Era la cosa más absurda que había oído nunca. De hecho, cuando se guardó las estacas, tuvo que forzarse a si mismo a no utilizarlas en su última amenaza.


Ella.

Ella te dio el reloj.

- Hice una minuciosa doble comprobación de la salida del sol en weather.com y lo contrasté con la sociedad meteorológica y mi amigo, que es astrónomo, para estar seguros de que era exacto. Eso será a las 6.59 a.m. Ya he puesto la alarma para que te avise con veinte minutos de antelación. - Después, sacó un trozo de papel.- Aquí está una lista de cuánto tiempo te llevaría desde varias zonas de la ciudad para  conseguir llegar aquí. Eché un ojo a tus rastreadores para asegurarme de que tienes tiempo suficiente de hacerlo y volver a casa sin amenaza o daño.- a continuación le tendió una mochila negra.- Y en caso de que no pudieras hacerlo, cúbrete con esto y presiona la alarma del pánico que he añadido a tu llavero. Entonces podré traerte a casa antes de que sea de día y estalles en llamas.

Otra vez se quedó sin habla.

Ella cogió su teléfono móvil.

- He reprogramado mi número en marcación rápida, mi número es el Uno y el de Acheron es el Dos. ¿Sabías que no tienes ninguno número registrado como ICE[2]? Deberías tener uno en Caso De Emergencia. He puesto el mío también para eso.
- ¿Y que pasa con Jeff?
- Puesto que él no estará con nosotros mucho más, no me molesté.

Esto era una locura. Ahora se explicaba por que Ephani no había peleado con él por haberle quitado a Celena durante una semana y tener que buscar un sustituto. Jesús, Maria, y José, la mujer estaba loca.

- ¿Alguna cosa más, mamá?- preguntó él.
-Sí. Juega con los otros niños y no dejes que los Daimons tomen una sola gota de ti. Utilizar el rastreador de modo que sepas donde están en todo momento.

Raphael no podía salir de su casa lo bastante rápido. Así como de sus pensamientos de intentar seducirla. Prefería hacer frente a una horda de Daimons ciego, y con ambas manos a la espalda.
Más que eso, haría de niñera para Jeff. Si alguien le hubiese dicho que preferiría a un muchacho perezoso, antes que a la caliente diosa Caribeña del sexo, se habría reído en su cara.
Ahora él podía apreciar el otro lado de la naturaleza de Jeff.

Quizás esto solo sea uno de los juegos de ella…

Él se detuvo brevemente en ese pensamiento. Quizás solo estaba haciéndolo para alejarlo. Era posible.

Muy posible.

Oh sí, ahora lo entendía. Eso tenía total sentido.

Bien, entonces. Dos podían jugar este juego.

Subiendo a su coche, sonrió.

- En Garde, ma petite.

Ellos estaban a punto de empezar una guerra, y al final, él iba a ser el vencedor.


[1] Material del que están hechas los chalecos antibalas.
[2] I.C.E= In Case of Emergency en el texto original.

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