- ¿No es fantástico?
Raphael Santiago no era un hombre religioso en ningún sentido de la palabra, pero cuando leyó la historia corta que Jeff Brinks había publicado en el SF Magacine que tenía en sus manos, sintió una profunda necesidad de crucificarse a si mismo…
O al menos aporrear al estudiante de Universidad en la cabeza hasta que perdiera el sentido.
Manteniendo su expresión cuidadosamente en blanco, Raphael cerró lentamente la revista y se encontró con la mirada impaciente de su escudero. A los veintitrés, Jeff era alto y fornido, con el pelo castaño oscuro y ojos marrones.
Él solo había sido el escudero de Raphael durante los dos últimos meses, puesto que el padre de Jeff se había retirado. Un joven impaciente, Jeff había sido bastante bueno en acordarse de pagar las cuentas a tiempo, del negocio que Raphael llevaba, y a ayudar a proteger su estado inmortal de los desconocidos humanos. Pero la una cosa que Jeff había deseado más que todo lo demás era publicar una de las historias que él siempre estaba escribiendo.
Ahora él lo había hecho...
Raphael intentó recordar una época en que él había tenido sueños de grandiosidad, también. Una época cuando él había sido humano y había querido dejar su huella en el mundo.
Y al igual que él, los sueños de Jeff estaban cerca de conseguir matar al muchacho.
- ¿Has mostrado esto a alguien más?
Demonios, aún así Jeff le recordaba a Raphael un perrito cocker spaniel que deseaba que le acariciaras la cabeza incluso cuando desconocía haber meado sobre los mejores zapatos de su propio amo.
- No todavía, ¿Por qué?
- Oh, no sé - dijo Raphael, estirando las palabras e intentando mitigar en algo su tono sarcástico- Estoy pensando que la serie del Investigador- Nocturno que estás comenzando quizás sea una idea realmente mala.
La cara de Jeff cayó inmediatamente.
- ¿No te gustó la historia?
- Realmente no es cuestión de que me guste. Es más una cuestión de conseguir que te peguen una patada en el culo por desvelar nuestros secretos.
Jeff frunció su frente, y por su confundida mirada era obvio que el muchacho no tenía idea de qué hablaba Raphael.
- ¿Qué quieres decir?
Esta vez no había manera de mantener el veneno fuera de su voz.
-Sé que te dijeron que escribieras lo que sabías, pero diablos, Jeff, ¿Ralf St. James? ¿Investigadores-Nocturnos? Has escrito la leyenda entera de los vampiros Dark-Hunter/Apolita, y yo realmente me resentí de que hicieras que pareciera una copia de Taye Diggs. No tengo nada contra el hombre, pero a no ser por la ocasional cabeza calva, el color de nuestra piel, y un diamante de pendiente en su oreja izquierda, no tenemos nada en común.
Jeff tomó el magazine de las manos de Raphael, ojeó su historia, y repasó algunas líneas.
- No entiendo de lo que estás hablando, Raphael. Esto no es sobre ti o los Dark Hunters. La única cosa que tienen en común es que los Investigadores-Nocturnos cazan vampiros malditos al igual que lo hacen los Dark Hunters. Eso es todo.
- Uh-huh. Raphael volvió a mirar la historia otra vez, e incluso con el magazine al revés sus ojos caían directamente a la escena. – ¿Y que hay de esto, donde Tave Diggs es clavado a un Dark Hunter enfrentándose a un Daimon el cual justamente roba un alma humana para alargar su vida?
Jeff hizo un sonido de repugnancia.
- Es un Investigador-Nocturno que encontró un vampiro para matar. Él No tiene nada que ver con los Dark-Hunters.
Sí, claro.
- ¿Un vampiro que solo roba almas humanas para alargar su vida en comparación con la variedad normal de Hollywood en la que viven para la sangre?
- Bueno, eso es solo un cliché. Es mucho mejor tener vampiros que tengan vidas realmente cortas y entonces sean obligados, contra su voluntad, y por un odio encendido por la envidia, lanzarse a por la raza humana. Hace esto mucho más interesante, ¿no crees?
No realmente. Especialmente desde que es una de las personas implicadas en esa batalla.
- Esa es también la realidad en la que nosotros vivimos, Jeff. Lo que acabas de describir es un Daimon, no un vampiro.
- Bueno quizás tomé prestado un poco de los Daimons, pero el resto es todo mío.
Raphael pasó a la página siguiente.
-Veamos. Eso sobre la raza maldita de Tyber que jodió al dios Nórdico Odin y ahora están malditos a vivir solamente veintisiete años a menos que se vuelvan vampiros y roben almas humanas. Substituye “Apolita” por Tyber y “Apolo” por “Odin” y tienes otra vez la historia de la raza Apolita que se vuelven Daimon.
Suspirando, Jeff cruzó los brazos sobre su pecho. Él negó con la cabeza.
- ¿Y qué hay acerca de esta parte de aquí donde los Investigadores-Nocturnos venden sus almas a la diosa Nórdica Freya , la cual es una vibrante pelirroja femme fatale vestida toda de blanco, para obtener venganza sobre quienes causaron su muerte?
- Nadie va a imaginarse que Artemisa es Freya.
Raphael gruñó ante él.
– Para que conste, al contrario que Artemisa, Freya sucede que es rubia. Pero en una cosa tienes razón. Ella es maravillosa y altamente seductora. Definitivamente es difícil decirle que no.
-Oh.- Profundizando su ceño, Jeff le miró. - ¿Cómo sabes todo eso?
Raphael permaneció callado mientras recordaba la noche en que conoció a la diosa nórdica y ella te había tentado bien. Ése había sido definitivamente un día infernal...
- La diosa Freya que selecciona a los guerreros para Valhala. O en mi caso, ella quería tomarme para ella misma y agregarme a su harem.
Jeff lo miró boquiabierto
- Y elegiste luchar para Artemisa en vez de eso, ¿Qué clase de estúpido eres tú?- Había momentos en que el chico podía ser misteriosamente astuto. -Sí, bueno, en retrospectiva no era un mal negocio para mi parte. Pero cuando Artemisa me estaba ofreciendo venganza para con mis enemigos parecía mucho más atractivo que ser el esclavo del amor de Freya… lo cuál nos lleva de nuevo a que Freya es la Artemisa en tu historia.
-Pero tú acabas de decir que ella no es Artemisa y que también anda tras de guerreros. Así que podría suceder. Ella podría hacer un pacto como el que escribí en mi historia.
- Y los icicles podrían crecer en el sol. Freya colecciona guerreros, no los vuelve a enviar al plano mortal a luchar con los Daimons/vampiros. Artemisa sí lo hace.
Pero no queriendo discutir más la cuestión cuando era obvio que Jeff no la veía, Raphael se movió sobre la próxima similitud.
- ¿Y que me dices de esto? Ralph __Jesús, muchacho, no podrías encontrar algo mejor que el nombre de un funcionario para mí__ era un pirata del Caribe, hijo de una esclava etíope y un comerciante brasileño. . . - Él echó un vistazo abajo para leer la descripción: __con su 1.82 de alto, Ralph era un tipo que intimidaba a cualquiera que lo viese. Con la cabeza afeitada, tatuada con símbolos tribales africanos que un Shaman le había entregado en uno de sus viajes, él caminaba sobre la tierra como si la poseyera. Pero más que eso, los oscuros tatuajes se mezclaban a veces con su piel color café, haciéndolos indistinguibles uno del otro como si fuera alguna clase de piel extraña.
Incapaz de leer otra palabra de la descripción que era tan misteriosamente aproximada a él que hacía que quisiera estrangular a su escudero, Raphael dejó escapar un disgustado suspiro.
- Mientras que estoy tan adulado como altamente ofendido, puedo asegurarte que, esto no te ganará ninguna nominación Hugo o Nebula[1].
Jeff le sacó otra vez el magazine de las manos con rapidez
- Estoy resentido. Es una gran historia. Y no tienes exactamente esos tatuajes, ¿verdad?
El ojo derecho de Raphael comenzó a cris par por la provocación.
-Tengo un intrincado trabajo tatuado sobre mi cuello hasta la base de mi cráneo y al igual que “Ralph”- el gruñó la palabra – los tengo en ambos brazos. Están bastante cerca a lo que describes. No importa cómo distingas esa trivial estupidez, es mi vida, Jeff. Escrita de una manera torpe. Esas son cosas que no deseo ver impresas a blanco y negro. Tienes suerte de que después de trescientos años yo sea razonable. En mis días como humano, te habría rajado la garganta, sacado tu lengua a través de la abertura y te dejaría atado a un árbol para que los lobos te comieran.
- ¡Ew!
-Sí- dijo él, dando un paso hacia el adolescente.- Y eficaz. Confía en, nadie me traicionó dos veces.
- ¿Y que hay acerca del tío que te mató?
Los ojos de Raphael destellaron mientras luchaba con su impulso de matar al muchacho. Era una maldita cosa que él quisiese al padre de Jeff y al hombre que lo había servido bien por más de veinte años. De lo contrario Jeff se estaría encontrando con “accidente” en algún momento. Oh, ahora mismo. Respirando profundamente, Raphael habló en un tono que desmentía su cólera.
- Solo tengo una pregunta más. ¿Cuál es la tirada de ese periodicucho?
Jeff se encogió de hombros.
- No lo sé. Cerca de cien o quinientos por todo el mundo, creo.
- Estás muerto.
-Oh, vamos - dijo Jeff, ignorando el verdadero peligro que tenía frente a él.- Te estás poniendo neurótico. Nadie se va a dar cuenta. La mejor manera de ocultarlo es exponiéndolo. ¿Nunca has oído eso? Sal de la Edad Oscura , Rafe. Por donde quiera que mires hay vampiros y una contracultura dedicada completamente a ellos. Abrir tu boca a una mujer, muéstrale tus colmillos, y ella te pedirá que la muerdas. Créeme. Yo tengo un set falso de ellos para fiestas y los utilizo con frecuencia. Hoy en día ser un no muerto no es algo que vaya a matarte. Solo hace más fácil ocupar el puesto.
Raphael sacudió su cabeza.
- Esta discusión ha alcanzado un completo nuevo nivel de absurdez.
- Por favor, ahorrarme eso, viejo sabio. Hay una manera completamente nueva de pensar que busca la mejor manera posible de protegeros y ocultaros. Si comenzamos a hablar a la gente sobre los Dark-Hunters, pero hacemos que piensen que es una serie de libros o alguna cosa de fantasía urbana, cuando ellos realmente se encuentren con uno de vosotros, solo pensarán que eres un actor o un jugador de role. O en el peor de los casos, pensarán que estás loco, pero nunca creerán que seas real.
Él estaba considerando seriamente conseguir que le hicieran a Jeff un escáner para asegurarse de que el chico todavía tenía cerebro.
- ¿Qué Einstein se salió con esto?
- Bueno... originalmente fue Nick Gautier.
- Y pobre hombre ahora está muerto. ¿No deberíais seguir algunas otras ideas?
-No. Tiene perfecto sentido. Sal del sótano, Rafe, y únete a la nueva generación. Nosotros somos el 911.
Raphael bufó.
-Es 411, Jeff, y no sabes mierda. Pero vas a necesitar el 911 una vez que el Consejo se entere de esto.
-Estaré bien, confía en mí. Nick y yo no éramos los únicos que piensan así actualmente.
Esas palabras no habían hecho más que salir de su boca cuando el móvil de Raphael comenzó a sonar. Él comprobó la identificación de llamadas para ver “Ephani”. Una antigua amazona con había cruzado hacía casi tres mil años, ella era definitivamente un gusto adquirido. Pero aún así, él sentía por ella un gran respeto. Quitando el teléfono de su funda, contestó.
- ¿Qué pasa, Amazona?- preguntó él, alejándose de Jeff mientras su escudero continuaba admirando su historia en el magazine.
El chico no tenía ningún sentido de auto conservación.
-Hey, Rafe… yo –um… no estoy segura de cómo decirte esto pero, ¿Sabes lo que ha estado haciendo tu escudero últimamente?
Decidiendo tomárselo fríamente, Raphael atravesó con la mirada a Jeff.
- Escribiendo la gran novela americana, ¿Qué sino?
-Uh-huh. ¿Has leído alguna de esas novelas en las que ha estado trabajando?
-No hasta hoy. ¿Por qué?
Ella dejó escapar un largo suspiro.
- Asumo que tienes una copia del magazine “Velocidad de Escape” con su historia en ello, ¿verdad?
- Lo tengo.
-Bueno, entonces no será un shock para ti saber que mi escudero acaba de irse y se dirige hacia tu casa para tener una charla con Jeff. Si yo fuera tú…
- No digas más. Él está saliendo del país mientras hablamos. Gracias por la, Eph.
- No hay problema, amigo[1].
Colgando el teléfono, él entrecerró sus ojos en Jeff.
- Era Ephani advirtiéndome que tienes unos veinte minutos antes de morir.
La cara de Jeff perdió el color.
- ¿Qué?
Él asintió.
-Su Escudera, Celena, Srta. Ritos de Sangre, Yo-matar-cualquier cosa-que-romper-formación, está de camino aquí para tener unas palabras contigo. Puesto que Celena no es una gran conversadora, yo lo tomo como un eufemismo para “patear tu trasero”.
Raphael se detuvo cuando sus palabras conjuraron una imagen infernal en su mente_ Celena golpeando su trasero con un par de botas corsé de stiletto[2] que usaba a menudo. Y en su mente ella no llevaba más nada que una correa… Sí… eso era algo que definitivamente no le importaría.
Natural de Trinidad, Celena había tenido la más perfecta mocha complexión que hubiese visto. Era tan suave que invitaba a que cualquier hombre la probase. Y sus labios. Angelina Jolie no era nada en comparación. Ella se movía lenta y seductora como un gato y él había pasado más que su justa cantidad de tiempo queriendo frotar ese magro, curvilíneo cuerpo de ella contra el suyo. Pero desafortunadamente, ella era Escudero y él un Dark Hunter. Para las reglas de su mundo, ella estaba fuera de los límites, y aunque Raphael no diese dos mierdas por la mayoría de las reglas, Celena vivía para ellas.
Era un crimen contra la naturaleza en su opinión que una mujer tan fina no pudiese ser corrompida.
- ¿Qué hago? – preguntó Jeff.
- Bueno, no insultar a un hombre que parece un científico de la NASA en comparación a ti, pero… corre, Forrest, corre.
- Pero yo no hice nada malo. Esta es una nueva era donde--
- ¿Realmente quieres discutir ese punto mientras que alguien, que está solo a unos pocos minutos de llegar, viene rápidamente para aquí muy probablemente para matarte?
Jeff se detuvo por un breve latido antes de que el sentido común entrase en él.
- ¿Dónde me escondo?
Si no fuese por el hecho de que un Dark Hunter estaba exento de enfermedades, Raphael juraría que empezaba a tener una migraña tras su ojo izquierdo.
- Ve al sótano y ocúltate allí. No digas ni pio y no salgas de allí hasta que yo te diga que estás a salvo.
Jeff asintió y corrió hacia la puerta. Dos segundos después él estaba detrás. Raphael lo observó con el ceño fruncido mientras que él buscaba alrededor del cuarto hasta que localizó el bate de béisbol que había utilizado ayer en las jaulas de bateo. Él lo tomó y lo acunó contra su pecho antes de dirigirse de vuelta al sótano.
- ¿Qué estás haciendo?- preguntó Raphael.
- Protección.
Sí, claro. Celena estaba altamente entrenada y era mortal. Un golpe con el bate solo haría que se meara en él antes de sacárselo de las manos a Jeff y lo moliera a palos, pero lejos estaba él de decirle eso.
- Escóndete bien – le dijo Raphael, exagerando tu voz.
Jeff asintió otra vez antes de derrapar hacia la habitación de Raphael y el área dónde vivía.
Presionar el talón de su mano contra su frente donde el imaginario dolor parecía estar localizado, Raphael echó un vistazo alrededor de la sala de su casa Victoriana para asegurarse de que Jeff no hubiera dejado nada como su ropa interior tirada por ahí. El muchacho era un buen Escudero en lo que se refería a mantener el aspecto de que alguien vivía en la casa la cual realmente se perdía cuando se trataba de mantener la economía doméstica general.
Al menos por una vez el lugar estaba decente. A excepción de la Xbox sobre el sofá de cuero que Jeff había conectado a la TV de plasma. Raphael acababa de apagar el juego y lo había sacado de delante cuando oyó que llamaban insistentemente a la puerta.
Raphael enderezó su camisa antes santiguarse para ir a responder. Él podía ver ya el contorno curvilíneo de Celena a través del helado cris tal. La luz del porche destacaba su media melena castaña que llevaba atado en una cola de caballo desde la corona de su cabeza.
Sus labios estaban perfectos y delineados con un lápiz labial rojo oscuro. Ella tenía ojos almendrados al igual que los gatos y un atractivo lunar sobre el arco izquierdo de sus labios.
Maldición, ella era la mujer más fina que hubiese visto nunca. Abriendo la puerta, le dedicó la sonrisa más sexy que pudo.
- Hola, Celena.
Pero ella estaba centrada en sus asuntos. Sus ojos marrones oscuros ni siquiera se detuvieron en él. Pasaron directamente a la casa.
- ¿Dónde está Jeff?
- No lo sé.
Eso consiguió finalmente que levantase la mirada hacia él, pero rápidamente la apartó y continuó buscando por la casa.
- ¿Qué quieres decir con que no lo sabes? Después de oscurecer, se supone que un Dark Hunter siempre sabe dónde está su escudero.
- Oh, vamos.- bromeó él.- él embromó. – Realmente no me irás a decir que sabes cada lugar al que va Ephani después de que anochezca, ¿verdad?
-Por supuesto que sí.
Ella intentó pasar más allá de él, pero él bloqueó rápidamente su camino y la mantuvo fuera en el porche.
- ¿Qué quieres con Jeff?- preguntó en tono inocente.
- Son cosas de Escuderos.
- ¿De veras? Pensé que lo que concernía al Escudero de un Hunter también concernía al Hunter, desde que él es mi socio, en un sentido puramente platónico.
Los bordes de sus labios se cris paron como si ella encontrase algo divertido en sus palabras.
Él no podía explicárselo, pero él realmente quería ver una completa sonrisa de esta mujer.
- ¿Qué?
Una esquina de su boca se elevó en una atractiva sonrisa, pero todavía no era la sonrisa que él deseaba ver en ella. Del tipo que le iluminaría los ojos y la haría reír.
- Solo estaba pensando en el Ron, la Sodomía y el Látigo—el credo del Pirata.
Él se rió de eso aún cuando él debería sentirse ofendido.
- Jeff tienen demasiado pelo para mi gusto. Prefiero con mucho la lisa piel de una mujer… la suavidad de un cuerpo femenino. Nunca fui de los que abrazan a un puercoespín.
Celena tragó ante el tono seductor en la profunda voz de Raphael. El sonido de ello siempre le había recordado al de James Earl Jones, excepto por que él de Raphael estaba marcado por un pesado acento brasileño. Uno que enviaba escalofríos por su espina dorsal.
Ella sabía que ella no tenía nada de profesional el mirarle incluso con algo remotamente parecido a la lujuria, y todavía el hombre prendía fuego a sus hormonas. Especialmente esa traviesa esencia de poder masculino mezclado con el aftershave. Era una combinación mortal.
Por no mencionar el hecho de que llevaba un ajustado suéter negro de cuello en “V” que acentuaba cuan perfectamente estaba formado. Este se aferraba a cada hueco y músculo de su cuerpo. ¿Cómo se suponía que podía su mente permanecer recta cuando tenía un hombre como este delante de ella?
Aclarando su garganta, ella se forzó a pensar de nuevo en el trabajo.
- ¿Dónde está?
Un brillo diabólico la se burló de ella desde la profunda medianoche de sus ojos.
- Dime lo que deseas de él y puede que te diga dónde está.
Entrecerrando su mirada, ella encontró difícil mantener su enfado mientras él la miraba con ese aire juguetón. Y eso realmente la molestaba.
- Estoy aquí tomarlo en custodia y entregarlo al consejo.
-Bien, eso apesta.- Incluso aunque su tono era sincero, casi podía decir que él se estaba burlando de sus órdenes y de las del consejo.- Robo a un banco, repartir las contraseñas de la Web Dark Hunter , asaltador de coches, asalto callejero, mezclar gatos con perros, y ahora esto. Escribir una historia corta. Todos importantes crímenes. Trae la cuerda y lo colgaremos por ello. Dios prohíba a los doce suscriptores de ese magazine leer esa historia de ficción y creer que es verdad.
Ella lo fulminó con la mirada. Cómo se atrevía a burlarse de ello.
- Tiene un número substancial de lectores.
-Y Jeff utilizó un seudónimo no solo para nosotros sino para el mismo también. Como dice el chico, ¿Qué mejor lugar para ocultar la verdad que debajo de las propias narices de la gente?- Incluso después de decirlo, no podía creer que estuviese defendiendo la historia de Jeff. Pero eso es lo que hacían los amigos los unos por los otros.- No es nada de lo que preocuparse.
- ¿Nada?- ella estaba horrorizada ante la ligereza de su tono. ¿Cómo podía restarle importancia a eso como si no fuese nada para ellos?
- Él nos ha expuesto.
- No, el que Talon consiguiera que lo gravaran en medio de una pelea en Nueva Orleáns nos expuso. Zares consiguió exponernos a todos. Esto no tiene importancia. Quiero decir, diablos, Acheron fue capaz de cubrir todo eso sin incidencias. Esto, pasará también.
Ni por todo el oro del mundo.
- Esto es completamente diferente.
- Cierto. Jeff es mortal y solo tiene un puñado de años a mi lado, mientras que Talon y Zarek tienen una eternidad para continuar siendo estúpidos. ¿No acortemos la vida del chico más de lo que ya hemos hecho, verdad?
Él tenía un punto, pero ella odiaba admitirlo. Además, eso no importaba. Ella estaba aquí hacer su trabajo. Raphael no la controlaba. Ella era un representante del Consejo.
- Sucede que no es mi decisión. Es del Consejo. Yo estoy simplemente aquí para recogerlo.
- Él es solo es un niño.
- Él solo es dos años más joven que yo y él es ciertamente bastante mayor como para saber mantener su boca cerrada.
- ¿Nunca has hecho algo que siempre has sabido que no debías hacer y luego te has arrepentido?
Ella no vaciló con su respuesta.
- No.
- ¿No?- contestó con incredulidad. - ¿Nunca por una vez has roto una regla, mentido o hecho algo así?
- Solo una vez en el instituto cuando mi hermana llegó tarde a casa, por que no quería que se metiera en problemas. Entonces una semana después, volvió a hacerlo y esa vez tuvo un accidente de coche, intentando llegar a casa antes de que amaneciese, lo cual me enseñó lo que vale mentir para ayudar a alguien. Desde entonces nunca he dicho una y no pienso empezar ahora. Tengo integridad.
-Wow. Tienes una vida aburrida.
- Eso me ha molestado.
Esos ojos oscuros se burlaban de ella y se reían con una mezcla de diversión y compasión.
- Moléstate todo lo que quieras, pero es verdad. ¿Cómo te las has arreglado para tener una vida tan perfecta?
Y eso la molestó todavía más.
- No es perfecta. Tiene momentos de…- Ella se detuvo brevemente mientras se daba cuenta de que casi había metido la pata.
Había veces en los que ella realmente odiaba lo aburrida que era. Pero cada vez que había intentado algo que fuera remotamente divertido o al menos incluso deshonesto, ella lo había pagado de la peor de las maneras.
Igual que cuando estaba en el Instituto cuando su hermana había hablado de saltarse las clases. No había hecho más conducir calle abajo cuando su hermana había arañado el lado de un Mercedes.
O la vez Celena había parado a un autostopista solo para que se le terminara pinchando una rueda. Ella tenía mal karma, lo cual la mantenía perpetuamente rozando la línea. Si ella hubiera sido Jeff, en el momento que publicaron esa historia ella probablemente hubiese muerto por envenenamiento de tinta o algo más extraño.
Pero no se trataba de ella. Se trataba de un hombre que había roto su juramento de Escudero, y necesitaba ser reprendido.
Raphael inclinó su cabeza como si él esperase que ella terminase la frase. Ella estaba pensando en algo, y por la apagada mirada de sus ojos, y el ceño fruncido de su frente él pudo advertir que era algo doloroso para ella.
- ¿De?
Su expresión se quedó en blanco.
-Nada.
Raphael le dedicó su mejor sonrisa mientras consideraba una manera de salvar a Jeff y conseguir para sí la cosa que más quería… más tiempo con la mujer que le tentaba.
- Vamos, Celena. Aprender a vivir un poco.
-Tengo normas que seguir y un trabajo que hacer. Seguramente incluso tú puedes apreciar eso.
- ¿Acaso no deseas liberarte y divertirte un poco por una vez en tu vida?
Ella no contestó, pero por la mirada en su rostro él podía adivinar que había llamado su atención
-Mira – dijo él, intentando debilitarla aún más.- Hagamos un trato. Dame una semana y si no puedo conseguirte que rompas una sola regla de los Escuderos, te entregaré a Jeff y dejaré que lo cuelgues… Diablos, incluso yo te compraré la cuerda. Pero si consigo que rompas una regla… una se esas pequeñas tensas reglas, lo dejarás ir.
Ella sacudió su cabeza.
- Nunca funcionará. El consejo no esperará una semana.
-Seguro que lo harán. Diles que no puedes encontrarlo y que lo estás buscando.
Su cara se endureció.
- No puedo hacer eso. Es una mentira.
Ella era resistente. Él nunca conoció a ninguna persona antes tan dispuesta a hacer lo correcto. Pero entonces otra vez, él había sido pirata en su vida mortal y la fibra de alta moral no era exactamente algo en lo que tenía una medalla. De hecho, ellos poseían el tipo de locura que solían matarlos rápidamente. Eso era en parte por lo que la encontraba tan fascinante. ¿Cómo podría alguien vivir su vida como ella?
No la entendía, y una parte extraña de él deseaba hacerlo. Era la misma parte que deseaba saber más sobre esta mujer, que el hecho de que le pareciera tan comestible en esos vaqueros negros y corto top.
-Sabes,- él dijo juguetonamente, - No es una mentira. Realmente no sabes dónde está, y puedo asegurarme de que sea así para ti eternamente.
Ella dejó escapar un cansado suspiro como si estuviese repentinamente cansada de luchar.
- ¿Por qué estás haciendo esto?
Por una vez, Raphael era honesto.
- Porque por muy estúpido que sea, Jeff es mi amigo, y no voy a entregarlo para librarme yo.
Celena tenía que admirar eso. A muchos Dark Hunters les traía menos que sin cuidado lo que les sucediera a sus escuderos. Para ellos un Escudero era un criado, llano y simple.
- Vamos, Celena.- él le hizo un guiño. – Es la única oportunidad que tienes de atraparlo.
- ¿Y si no rompo una regla en el tiempo de una semana?
- Te lo entregaré.
Ella inclinó su cabeza mientras lo consideraba. Raphael no era conocido exactamente por mantener su palabra.
- ¿Lo juras?
- Cada día.
Ella siseó ante él.
- Eso no es lo que quiero decir y lo sabes.
Por primera vez, su hermosa cara se volvió completamente seria.
- Sobre mi palabra de pirata quién murió defendiendo a su tripulación, absolutamente.
Él lo dijo con tal convicción que se encontró creyéndolo realmente. Además, él tenía razón. Si él quería ocultar a Jeff, no había mucho que ellos pudieran hacer para reclamarlo. Y conociendo a los dos, Jeff y Raphael los dejarían a todos con un palmo de narices en esto, también.
- De acuerdo. Voy a confiar en ti. En siete días, volveré para recogerlo. Tenlo aquí y esperando.
Ella dio media vuelta para marcharse solo para encontrar la mano de Raphael en su brazo, tirando de ella para detenerla.
- Whoa, espera un segundo, amor. No pensarás que es tan fácil, ¿verdad?
- ¿Qué quieres decir?
El diabólico brillo volvió a sus ojos de medianoche.
-No puede haber fe sin duda. Ninguna fuerza sin tentación. Para que este pacto funcione, tú tendrás que estar aquí para que yo pueda supervisar tu comportamiento por mi mismo.
Ella se puso tiesa ante su implicación.
-Mi palabra es oro.
-Y la mina es generalmente pirita. En este momento, sin embargo, para comprobarlo, quiero que estés aquí para servirme. Es justo de todos modos, puesto que eres la razón de que me estén privando de servicio de Jeff, como puedes comprobar.
- ¿Quién se ocupará de Ephani?
- Llama a un sustituto. Eso es lo que habrías hecho de no encontrarlo de todos modos, ¿No?
Celena comenzaba a odiar este hombre.
- No puedes ser serio.
- Absolutamente. ¿Ahora, hay trato, o no? Piénsalo rápido antes de que cambie los términos otra vez.
Y él, probablemente lo haría, solo para molestarla.
- Bien, trato hecho.
Y aún incluso cuando acababa de pronunciar esas palabras, tuvo la furtiva sospecha de que acababa de entregar su alma al diablo.
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