Danger pasó un día irregular en su cama, intentando dormir y encontrándolo casi imposible. Eran apenas las seis de la tarde cuando se despertó, su corazón latiendo a mil, su mente dando vueltas con horribles imágenes.
Pecaminosos sueños con Alexion se habían mezclado con las pesadillas de él intentando matarla. No importaba cuán ardiente hubiera comenzado el sueño, este siempre terminaba del mismo modo, Alexion encerrándola en un estrecho y oscuro cuarto donde estaban otros Cazadores Oscuros. Harapientos y desaseados, apenas más que esqueletos humanos, pidiendo piedad hasta que fueron conducidos afuera, uno por uno, a la Plaza de Grève donde la guillotina con su marco pintado de rojo esperaba para decapitarlos.
El inolvidable zumbido de cuarenta kilos de cuchilla cayendo sonaba en sus oídos, junto con el sonido de la multitud de humanos y Daimons que aclamaban sus muertes.
Pero la parte más extraña, más inquietante de su sueño era la imagen de Alexion sentado al lado de la muchedumbre, la de Madame DeFargeÀ, tejiendo una lista con todos sus nombres para que el verdugo (Acheron) supiera quien sería el siguiente en morir.
¡Maldito seas, Charles Dickens, por esa imagen! Sus propios recuerdos de la Revolución eran bastante malos. La última cosa que ella necesitaba era que alguien se sumara a ellos.
Danger yacía en la cama, tratándose de agarrar la garganta. Los horribles gritos del pasado sonaban en sus oídos. Una y otra vez, ella vio las caras de los inocentes que habían sido asesinados por la incitación de la muchedumbre hambrienta de venganza contra una clase social entera. Habían pasado décadas desde la última vez que había recordado su vida humana.
Su muerte.
Pero ahora la atravesaba con una claridad y acidez aturdidoras. Incluso peor, ella recordaba el tiempo, no mucho después de la Revolución, cuando había estado de moda para los parisienses ir a los Bailes de las Víctimas donde los únicos que les permitían asistir eran a los que tenían familia asesinada por el Comité. Todos los asistentes llevaban cintas rojas atadas alrededor de sus gargantas en recuerdo del trabajo de Madame La Guillotina. Eso había sido espantosamente morboso y le había hecho escapar de su patria, para nunca regresar.
Odiaba sus recuerdos. Odiaba todo sobre ellos. Había sido tan injusto perder todo debido a la avaricia de un hombre. El hombre que ella misma había llevado a su familia. Si no fuera por ella, su padre y su esposa y su hermano y hermana no habrían muerto.
¿Por qué había creído alguna vez en las mentiras de Michel? ¿Por qué?
La culpa y la vergüenza todavía estaban en carne viva dentro de ella.
Ella había matado a su propia familia porque se había enamorado de un mentiroso y engañoso imbécil. Lágrimas asomaron a sus ojos mientras su garganta se cerraba tan apretada que apenas podía respirar.
—Papá —sollozó, sufriendo nuevamente por la pérdida de su padre.
Él había sido un buen hombre que había cuidado de la gente que trabajó para él. Nunca había sido descuidado con ella o con su madre. De hecho, él había querido renunciar a sus títulos de nobleza para poder casarse con su madre cuando ella de improviso había quedado embarazada.
Si lo hubiera hecho, su vida habría sido salvada… Pero su madre había rechazado su propuesta. Independiente y valiente, su madre nunca había querido que un marido le dijera qué hacer. Ella era una de las actrices más renombradas de su época, y su madre había temido que su padre insistiera en que se retirara y se dedicara a la casa y la familia.
Incluso después de su rechazo, su padre había perseguido a su madre, pidiéndole que se casara con él mientras se aseguraba de que tuvieran todo lo que ellas necesitaban. Fue sólo después de que Danger hubiera crecido que él había abandonado la esperanza que su madre alguna vez cambiase de idea.
Fue entonces cuando encontró una dama para casarse.
Incluso entonces, tanto él como su noble esposa siempre fueron amables con ella. Su madrastra le había dado la bienvenida en su casa con los brazos abiertos. Maman Esmée la había rodeado de amor y devoción.
No mucho mayor que Danger, la dama nunca había despreciado su origen ilegítimo. Ellas rápidamente se habían hecho grandes amigas y confidentes.
Incluso ahora podía ver sus caras mientras que cariñosamente bromeaban una con otra. Ver la cara de Esmée mientras la llevaba a comprar sombreros, la gran debilidad de Esmée. Nunca podía pasar por una tienda sin lanzarse a ver qué tenían. Ella podía pasar horas en la mercería probándose cada sombrero y bonete que tenían mientras su padre la miraba y se reía.
Danger los había amado tanto a ambos…
Y luego, en el temido calor del verano, la Revolución había barrido Francia peor que una plaga. Miles habían muerto en cuestión de semanas.
Su hermano, Edmonde, sólo había tenido cuatro años, su hermana, Jacqueline, menos de uno, y sus campesinos los habían matado brutalmente. Nadie de su familia había merecido las muertes que les habían dado.
Ninguno de ellos.
Excepto su marido. Él se había ganado cada herida que ella le había infringido por su cruel traición. Y todo porque él había codiciado la casa de su padre para sí mismo. Él la había obtenido, bien, y ella había procurado que no hubiera vivido el tiempo suficiente para disfrutar de ella.
Temblando de cólera y pena, empujó el cobertor rojo y dorado, luego separó las cortinas doradas para poder salir de la antigua cama.
Alexion podría pudrirse en el infierno antes de que ella lo ayudara a ir detrás de los Cazadores Oscuros o alguien más. Ella nunca sería parte de semejante caza de brujas. Si Acheron los quería muertos, entonces podía hacerlo solo.
No iba a ayudar a Alexion a juzgar a nadie. Había visto bastante de eso en su vida humana.
Con su convicción determinada, rápidamente se lavó la cara, se vistió, y fue a encontrarlo para decirle lo que tenía en mente.
Pero esos pensamientos escaparon de su mente cuando, después de una breve búsqueda en su casa, ella lo encontró sentado sobre el sillón en su cuarto de entretenimiento. Perfectamente peinado, él parecía, de una manera extraña, en casa. Había un montón de DVDS delante de él. Lucía como cuando ella lo había dejado la noche anterior. Si lo conociera mejor, juraría que él no había dormido.
Ella se detuvo en la entrada mientras que él literalmente usaba su dedo para pasar de modo rápido a seleccionar una nueva escena.
¿Cómo hizo eso?
—¿Dónde está el control remoto?
Él giró su cabeza hacia ella.
—¿Control remoto?
—Sí, ya sabes, la cosa con la que enciendes y apagas el televisor. —Él se miró el dedo. Perpleja, Danger fue hasta la estantería de DVDs al lado de su televisión y recogió el control remoto—. ¿Cómo lo controlas sin esto? —Él agitó su mano y apagó la TV. Completamente confundida, ella volvió el control remoto al anaquel—. Eres un monstruo total.
Él arqueó una ceja, pero no dijo nada.
Danger cruzó el pequeño cuarto para pararse ante él. Tomó su mano en la suya, agradecida de que por una vez estuviera caliente. Esta se parecía a cualquier otra mano… bien, excepto que era bastante más grande y bien manicurada.
Esta era la mano de un hombre, callosa, fuerte. Ella la apuntó a la televisión.
Nada pasó.
—¿Estás sentado en un control remoto universal? —preguntó con desconfianza. Él solamente la miró con inocencia—. Levántate —dijo, tirando de él para ponerlo de pie y ver debajo de los almohadones.
No, no había ningún control remoto.
Frustrada, lo miró airadamente.
—¿Cómo adelantas, enciendes y apagas?
Él se encogió de hombros.
—Quiero apagar y se apaga.
—Wow —dijo—, eso es asombroso. Supongo que esto me hace la mujer más afortunada del mundo.
—¿Cómo?
—He encontrado al único hombre vivo que jamás gritará, “querida, ¿dónde está el control remoto?” para después tirar mi casa abajo buscándolo.
Él le dirigió una mirada perpleja que muy probablemente emparejaba a la que ella tenía.
—Sabes, no te entiendo. Eres una criatura inmortal de la noche con colmillos y capacidades psíquicas. ¿Por qué te es tan difícil aceptar lo que soy y lo que puedo hacer?
—Porque esto echa por tierra cada creencia que he tenido hasta ahora. Mira, nosotros —ella se señaló a sí misma—, los Cazadores Oscuros, como se supone, somos la cosa más mala después de que el sol baja. Entonces, llegas tú y ahora averiguo que nuestros poderes no son nada en comparación con lo que tú puedes hacer. Esto realmente confunde mi cabeza.
Ella podía decir que sus palabras lo confundían a él.
—¿Por qué eso te molesta? Siempre supiste que Acheron era el más poderoso ser en su mundo.
—Sí, pero él es uno de nosotros. —Su cara se volvía inescrutable cada vez que ella decía o hacía algo que no le agradaba—. ¿Qué? —preguntó Danger—. ¿Vas a decirme ahora que Ash no es un Cazador Oscuro?
—Él es único en tu mundo.
—Sí, lo noté. Todos lo hicimos. Eso ha sido el tema de muchas discusiones nocturnas en los foros de Cazador Oscuro.
Un maligno, travieso brillo oscureció los ojos de Alexion.
—Lo sé. Pasé más de una hora registrado con un seudónimo, conduciéndoles a todos por oscuros caminos para poder ver en sus mentes como funciona la especulación. Tengo que decirte que todos ustedes son muy entretenidos mientras tratan de resolver el rompecabezas de quién o qué es él.
La idea de él haciendo tal cosa tanto la divertía como la irritaba.
—Eres un hombre enfermo.
Él se encogió de hombros despreocupadamente.
—Tengo que hacer algo para aliviar mi aburrimiento.
Tal vez esto era verdad y ese era un modo bastante inofensivo de romper la monotonía. De todos modos no le gustaba que jugaran con ella.
Pero eso no estaba, ni aquí ni allí. En este momento ella tenía una cuestión mucho más apremiante que discutir con Monsieur Excéntrico.
—Sabes, he pensado algo.
—¿Y?
—Y he decidido que si tú y Ash quieren jugar a este… lo que sea, cualquiera sea nombre del juego que juegan cada algunas centurias donde tú matas a algunos de nosotros, entonces puedes hacerlo sin mi ayuda. No quiero formar parte de juzgar a alguien más. Ya he visto de primera mano a donde conduce eso y no es bonito. No quiero tener en mis manos sangre inocente
Él suspiró como si estuviera digiriendo lo que Danger había dicho. Su mirada era oscura y sincera.
Ella estaba asombrada de que él entendiera lo que había incitado su decisión, pero eso no hizo ninguna diferencia.
—No, tú eres el juez, el jurado, y el verdugo. En mi libro, eso te hace peor. Si quieres matarme, entonces mátame. Yo preferiría ser una Sombra que traicionar a uno de mis amigos o siquiera a mis enemigos a ese final. Créeme, habiendo sido traicionada yo misma, no es algo que le haría jamás a nadie.
Sus ojos viraron su color a un misterioso verde brillante.
—Es fácil ser valiente cuando no tienes verdadera idea de lo que significa ser una sombra.
—Sí, realmente lo sé. Estás hambriento y sediento y todo el tiempo, sin modo de saciarlas. Nadie puede verte, oírte, bla, bla, bla. Ese es un destino peor que la muerte porque no hay ninguna recompensa eterna, ninguna reencarnación. Eso es el verdadero infierno. Lo entendí.
—No, Danger —dijo él con su voz llena de dolor—. No lo haces.
Antes que ella comprendiera lo que él hacía, Alexion colocó su mano sobre su hombro. Su contacto la quemó con dolor e imágenes. Ella vio a un hombre que no conocía. Él estaba de pie en medio de una atestada calle de Nueva York, gritando para que alguien lo viera. Lo oyera.
Él intentaba tender la mano a la gente, pero todos caminaban a través de su cuerpo. Mientras lo hacían, la sensación de sus almas rozándolo perforaba su cuerpo de fantasma como fragmentos de cristal envenenado. Eso picaba y ardía tan crudamente que era un dolor indescriptible.
Ella podía sentir que el hambre rancia que lo roía profundamente por dentro, también, desafiaba la descripción. La sed que quemaba su boca y labios secos como algún fuego inextinguible que rechazaba ser saciado. Él estaba abrumado por la implacable agonía física, por la soledad mental que ansiaba un solo segundo de conversación.
Alguna parte interior, silenciosa de él gritaba, pidiendo la muerte.
Implorando perdón.
Alexion la liberó. Bajó su cabeza para hablarle airadamente en su oído.
—Eso es ser una Sombra, así se siente, Danger. ¿Eso es lo que realmente quieres?
Ella luchó por respirar porque las emociones la ahogaban. Esto estaba más allá de su peor pesadilla. Ella nunca se había imaginado que tal infierno podía existir. Incluso ahora la imagen de ese hombre todavía estaba marcada en su mente. La lastimaba de una manera que la sorprendió.
—¿Quién es él? —preguntó, su voz temblando.
—Su nombre es Erius y durante más de dos mil años ha vivido esa horrorosa existencia.
El tono de Alexion era profundo y resonante. Él estaba de pie cerca de ella mientras le hablaba, su aliento caliente cosquilleaba en su piel.
—En un tiempo, él pensó que podría ser un dios. Él pensó que todo lo que tenía que hacer era matar humanos y chupar de sus almas como un Daimon. Justo como Kyros intenta hacer, él reunió un grupo de Cazadores Oscuros para rebelarse contra Acheron y Artemisa. Él les dijo que podría conducirles a la libertad. Que todos ellos tenían la capacidad de ser dioses también. Todo lo que ellos tenían que hacer era escuchar y seguir su ejemplo.
Tragando el repentino nudo en su garganta, ella alzó la vista hacia él, buscando la verdad que finalmente salía a luz.
—¿Fuiste tú quien lo mató?
—No —dijo él, su tono y su mirada tiernos—. Acheron lo hizo. Él fue a verlo e intentó explicarle todo, pero Erius se negó a escuchar. Él estaba convencido de que Acheron había descubierto el secreto de los poderes de los Daimons y que Acheron ocultaba el secreto al resto de ellos. La presencia de Acheron sólo lo hizo enfadar más, y al final eso fue lo que hizo que Erius fuera condenado. Esta fue la última vez que Acheron intentó salvar a un Cazador Oscuro. —Su mirada se volvió nublada, atormentada—. Después de eso me hice cargo. Voy a verlos y pretendo ser un Cazador Oscuro también. Intento explicarles que Acheron no oculta nada y que ellos están equivocados con sus presunciones sobre los orígenes de sus poderes. Por lo general la mayoría de ellos me escucha y vuelvo a casa.
Tenía sentido que viniera Alexion. Sin duda si Acheron se mostrara a Kyros, Kyros lo atacaría y lucharían. Por lo general los hombres antiguos no eran conocidos por razonar la salida de un conflicto.
—Es mucho más probable que escuchen a uno de ellos.
Él asintió.
—Por su propia naturaleza, los Cazadores Oscuros son gente vengativa. Fueron traicionados en la vida y para muchos de ellos es fácil creer que son traicionados en la muerte. Buscan a alguien para odiar.
—Acheron es un objetivo fácil.
—Sí. Él es más poderoso, y todos ustedes saben que él les oculta cosas. En cuanto la semilla de la mentira es plantada, esta echa raíces y se convierte en odio y revolución.
Ella se alejó un paso de él para poder pensar claramente sin que su presencia la distrajese, luego giró para poder ver su cara.
—¿Entonces por qué Acheron no dice la verdad? ¿Por qué nos oculta su pasado?
Él se encogió de hombros.
—Cuando te pedí que te acostaras conmigo anoche, me rechazaste diciendo que no querías dormir con un extraño. Aunque durante los primeros cincuenta años de tu vida como Cazadora Oscura, quemaste amantes como...
Ella le cubrió la boca con su mano para hacer callar esa oración.
—¿Cómo sabes eso?
Él mordisqueó la mano de ella con sus dientes, haciendo que la apartara. Su sonrisa era perversa y ardiente.
—Conozco muchas cosas sobre todos ustedes. Tal como Acheron.
No le gustaba pensar eso.
—¿Me espiaste?
—No, pero te conozco. Tengo muchos de los mismos poderes que Acheron tiene. Así como él puede ver en tu corazón y pasado, yo también puedo.
Danger inclinó su cabeza mientras lo consideraba. Ella no estaba segura de que le gustara ser tan transparente para alguien. Todo el mundo tenía que ser capaz de ocultar parte de ellos mismos.
—Entonces, ¿sabes sobre el pasado de Acheron? —Ella vio la vergüenza en la mirada de él antes de alejarse de ella—. Contéstame, Alexion.
Él soltó un largo suspiro cansado mientras devolvía las cajas de DVD a su estante.
—Sí. Descubrí su pasado por casualidad. —La atormentada apariencia de su cara le dijo que lamentaba haberlo conocido—. Fue en los primeros días, cuando yo empezaba a aprender a usar mis poderes —él hizo una pausa en acomodar las cajas para enfrentarla—. Yo no sabía cómo controlar el examinar el pasado y tropecé con el suyo. Cuando él vino a casa, encontró la sfora, la esfera de las revelaciones, en mi cuarto. Él me miró y supe que sabía que yo lo había visto.
Ella nunca había visto a Acheron enojado, pero dada la forma en que protegía su pasado, debía de haber estado furioso.
—¿Qué hizo él?
Alexion bajó la mirada al piso como si pudiera ver aquel día claramente en su mente.
—Él avanzó y recogió la sfora, luego dijo, “supongo que debería haberte enseñado cómo usarla correctamente”.
Ella parpadeó con incredulidad.
—¿Eso es todo?
Él asintió antes de volver a ordenar los DVDs.
—Nunca he hablado de ello y él tampoco.
—Entonces, ¿qué viste...?
—No me preguntes nada sobre su pasado —dijo él, interrumpiéndola antes de que pudiera preguntarle cualquier cosa—. Créeme, eso no es algo que quieras saber. Hay algunas cosas que es mejor dejarlas así.
—Pero...
—Ningún pero, Danger. Él tiene una buena razón para no hablar de su vida humana. No hay ninguna información allí que pudiera beneficiar a alguien. Pero lo dañaría mucho en lo personal. Es por eso que no habla de ello. Él no oculta ningún gran secreto del mundo Cazador Oscuro. Excepto el hecho de que Artemisa no se preocupa por ninguno de ustedes. Pero, ¿qué bien le haría esto a cualquiera de ustedes? Ustedes están mejor con la mentira que con la verdad.
Quizás eso fuera cierto. Personalmente, ella podría haber vivido bastante feliz sin saber que a Artemisa no podría importarle menos lo que les pasara.
—¿Entonces por qué fuimos creados?
—¿Francamente?
—Por favor.
Él suspiró mientras guardaba en su sitio la última película.
—Ya te lo dije. Artemisa quería una manera de poder manejar a Acheron. El único modo de conseguirlo fue aprovecharse de su culpa. Entonces ella usó sus propios poderes contra él para crear a los primeros Cazadores Oscuros. Ella sabía que Acheron nunca le daría la espalda a los inocentes que no habrían negociado con Artemisa si no fuera por él. —Alexion la inmovilizó con una mirada amenazadora—. Su culpa es lo que hace que Acheron salga y se asegure de que todos ustedes obtengan criados y paga por su trabajo. Los Cazadores Oscuros le deben todo a ese hombre, y realmente quiero decir todo. Él paga con sangre siempre que alguno de ustedes quiere ser libre, y sufre cada día para que todos ustedes puedan vivir sus pequeñas cómodas vidas de riqueza y privilegio. —Sus ojos literalmente lanzaban fuego verde sobre ella—. Y tengo que decir que siempre que uno de ustedes se vuelve contra él, me cabrea seriamente. Acheron no pide nada a ninguno de ustedes y eso es exactamente lo que él recibe. ¿Cuándo fue la última vez que uno de ustedes le dijo gracias por su ayuda?
Una punzada de culpa la recorrió.
Tenía razón. Ella nunca había agradecido a Acheron por su entrenamiento o cualquier otra cosa. No lo pensó. Si a alguien le dieron las gracias por sus vidas, fue a Artemisa.
—¿Por qué Acheron no nos dice la verdad? —preguntó.
—No está en su naturaleza. Su ego no requiere la adoración, ni siquiera el reconocimiento. Todo lo que pide es que hagan sus trabajos y que no mueran. —Un tic comenzó en la mandíbula de él—. Y ahora saber que Kyros, uno de los primeros que fue creado, se ha rebelado… Esto me enfada a un nivel que tú ni siquiera puedes comenzar a comprender. De todos los Cazadores Oscuros, él y Callabrax deberían saber que Acheron nunca usaría a ninguno de ustedes en su propia guerra personal.
Danger asintió. Si Alexion le estaba diciendo la verdad, y con franqueza, ella comenzaba a creerle, entonces debía hacerle daño a Acheron saber que Kyros se había vuelto contra él.
—Kyros y Brax son legendarios.
—Sí, y es por eso que tengo que detener a Kyros. Los Cazadores Oscuros le escucharán más a él que a ningún otro porque él ha estado por aquí por mucho tiempo.
Él tenía un argumento incontestable, pero ella todavía quería que la dejara fuera de esto. Mientras abría su boca para hablar, él tenía esa mirada extraña, lejana otra vez.
—Están de vuelta —dijo él, apretando los dientes.
Danger soltó un suspiro cansado.
—Está bien, Carol AnneÀ, suficiente con la interpretación de Poltergeist. Si no podemos ponernos en contacto con ellos y ellos no nos molestan, no quiero saber que nos están mirando, ¿bien?
Él la ignoró.
—Simi —gruñó—. Tengo asuntos serios aquí. No te necesito molestándome. Le debo a Kyros demasiado para verlo morir, pero no puedo salvarlo si me distraes.
Danger frunció el ceño mientras dos pensamientos la golpeaban simultáneamente.
—Suenas como si le hubieras estado hablando a Simi todo el día.
—Lo he estado. Debe ser ella. Ella mira un poco, luego se marcha sólo para volver otra vez.
Eso le sonaba positivamente extraño a ella, pero...
—¿No dormiste? —Otra vez él no contestó, lo cual la llevó directamente a su segundo pensamiento—. Dijiste que se lo debías a Kyros. ¿Qué le debes?
Él vaciló antes de contestar.
—Le debo una oportunidad de vivir.
Sí, ella creía eso… no. Eso ni siquiera tenía sentido. La repentina ausencia de emoción en su cara le dijo que algo ocultaba.
Y en ese momento, ella supo qué era.
—Lo conocías.
Todavía impasible, con la mirada en blanco.
—Conozco a todos los Cazadores Oscuros.
Tal vez, pero ella sentía más que eso en él.
—No. Esto es personal entre ustedes dos. Puedo sentirlo. —Él se alejó. Danger lo siguió—. Háblame, Alexion. Si realmente quieres mi ayuda, dame una respuesta honesta.
—He sido honesto contigo desde el principio —él se dirigió a la puerta.
Danger se detuvo y esperó hasta que él estuviera casi fuera del cuarto.
Ella tenía una secreta sospecha de quien podría ser él y era hora de jugarse por el presentimiento.
—¿Ias?
Él se detuvo para volverse a mirarla.
—¿Qué? —respondió al nombre automáticamente.
Ella quedó boquiabierta. Danger había tenido razón, y lo comprendió dos segundos más tarde.
La cara de él se volvió de piedra.
Es por eso que él no podía probar alimentos. Por lo que él no sentía emociones verdaderas.
Era por eso que él sabía cómo era ser una Sombra…
—Es verdad —susurró ella—. Tú fuiste el tercer Cazador Oscuro creado después de Acheron. El primero que murió.
—No, yo no lo fui, e Ias es una Sombra.
Ella todavía no le creía. No acerca de eso.
—¿Y si yo te llevara ante Kyros ahora mismo, qué le dirías? ¿Con qué nombre te llamaría él?
Alexion rechinó sus dientes irritado ante la capacidad de ella de ver a través de él.
Realmente no había ninguna razón para ocultarle la verdad. Esto no era como si ella no lo fuera a averiguar al minuto en que los ojos de Kyros se posaran en él.
Maldición.
—Él me llamaría Ias. Pero yo no fui el primer Cazador Oscuro en morir —agregó, deseando que ella supiera que él estaba diciendo la verdad—. Hubo dos antes que yo que fueron asesinados por Daimons antes que Acheron supiera de nosotros.
Él sintió que algo dentro de ella cambiaba en ese instante. En primer lugar, su cara se ablandó. Ella cruzó el cuarto para estar de pie justo ante él. Su mirada buscó la de él mientras alzaba una mano hasta tocarle la mejilla.
Ese simple contacto lo quebró. ¿Cómo podía tener tales emociones? Durante siglos él no había sentido nada por nadie excepto Ash y Simi.
Sentir semejante cruda emoción ahora…
Esto era increíble.
Los ojos oscuros de Danger le mostraron su corazón.
—Se supone que las sombras no tienen forma humana.
—No la tienen.
Ella acarició su mejilla.
—Pero se te siente bastante real.
Su contacto lo excitó a un nivel doloroso. En el pasado sus encuentros con mujeres siempre fueron breves. Habían durado lo suficiente como para saciar su lujuria y luego la mujer había desaparecido, nunca vista otra vez. Nunca hubo un contacto sensible como éste. Un contacto que significaba consuelo. Este lo aliviaba y lo quemaba como lava.
—Soy diferente a los demás.
—¿Cómo?
Él apartó la mano de ella de su cara, incapaz de manejar la desconocida ternura. Todo lo que le hacía era sufrir por las cosas que nunca podría tener. Él estaba más allá de las relaciones humanas.
Más allá de sentimientos humanos.
—Acheron se sintió responsable de mi muerte —le explicó suavemente—. Si él no hubiera cometido un fatal error de juicio, yo no me habría convertido en una Sombra. Por eso, él me dio forma y me llevó a vivir con él y Simi.
—¿Es por eso que lo defiendes?
Él asintió.
—Te aseguro, vivir como una Sombra no es algo para tomar ligeramente. Mi corto tiempo como una verdadera Sombra me enseñó bien que no hay nada peor sobre la tierra. Estoy agradecido cada día por la piedad de Acheron.
Ella podría respetar su lealtad hacia al hombre que lo había salvado, y aún así eso agregaba un giro más macabro, él condenaría a otra gente al destino que él había evitado.
—Te aseguro que eso no es algo que ninguno de nosotros hace ligeramente. Los que murieron porque estuvieron atacando a humanos desvalidos son abandonados para vagar. A los que murieron en la línea del deber se les otorga una especie de paraíso para pasar la eternidad. Ellos no sufren. Acheron no lo permitiría.
Danger frunció el ceño ante su descubrimiento. Eso era algo que nadie jamás les había contado antes. Todos ellos fueron dejados creyendo que si morían en la línea del deber, sufrirían lo mismo que todas las otras Sombras.
Se supone que no hay ninguna forma de regresar del Shadedom.
—¿Por qué Ash no nos dice esto?
—Porque una Sombra, a diferencia de un Cazador Oscuro, no puede volver a ser humano. Cualquier esperanza de una futura encarnación no existe. No tienen ninguna esperanza de jamás volver a tener una vida normal otra vez.
Eso no tenía sentido para ella. Él era real. Él tenía carne y forma.
—Pero tú…
—No estoy en un cuerpo humano, Danger. —Él se miró a sí mismo con una mueca angustiada—. Esta forma en la que me ves, la que tocas, tiene una fecha de vencimiento. En unos días, tengo que volver a mi reino o morir completamente. Acheron teme que si los Cazadores Oscuros alguna vez aprendieran que ellos podrían ser salvados del tormento, se vuelvan más imprudentes y no teman a la muerte. Pero créeme cuando te digo que hay cosas ahí mucho peores que morir.
—¿Como?
La miseria en sus ojos la quemó, y cuando él habló, ella supo que era por experiencia personal.
—Viviendo la eternidad solo, sin esperanza de liberación. No tienes ni idea de cuán afortunados son ustedes los Cazadores Oscuros que en el fondo de su mente tienen el conocimiento de que un día podrían ser libres otra vez. Tú todavía tienes tu esperanza.
La garganta de Danger se apretó ante sus palabras. Él había sido uno de ellos una vez. Él era la completa razón por la que tenían cláusula de salida. Si no fuera por él, Artemisa nunca hubiera hecho previsiones para el resto de ellos. Qué horrible saber que uno había dado un regalo tan increíble a los otros que estaba prohibido para ti.
—Siento el modo en que te traté. —Él parecía confuso por su disculpa—. Deberías haberme dicho que eras un antiguo Cazador Oscuro.
—¿Por qué importa eso?
—Importa —dijo ella, acariciando ligeramente el brazo de él—. Si me estás diciendo la verdad y estoy segura de que lo haces, entonces sé que Stryker estaba mintiendo.
La cara de él se puso pálida ante la mención del nombre del Daimon.
—¿Stryker? ¿El Daimon?
—¿Lo conoces?
Alexion maldijo. Él alzó la vista al techo.
—¡Acheron! Si puedes oírme, trae tu trasero aquí, jefe. Tenemos un problema serio. —Cuando nada pasó, él maldijo otra vez—. ¡Acheron!
—¿Qué está pasando? —preguntó Danger.
Alexion parecía enfermo.
—Ni siquiera sé por dónde comenzar a explicarte cuán jodidos estamos si Stryker está aquí y Acheron no.
—Él es solamente un Daimon.
—No —dijo él, en un tono profundo de advertencia—, él es un dios, uno muy despiadado, que odia a Acheron con una mente irracional.
Esto no sonaba promisorio en absoluto. El miedo aumentaba dentro de ella. Si alguien tan poderoso como Alexion temía a este tipo, entonces había definitivamente algo que temer.
—¿Lo dices en serio?
—¿Parezco estar bromeando?
No, él parecía demasiado serio y eso la dejaba también maldiciendo.
Alexion sacudió su cabeza como alguien que intentaba quitarse a un insecto molesto.
—Simi —gritó—. Deja de mirarme y ve a buscar a akri. Lo necesito.
Apenas cinco segundos más tarde, Danger oyó una voz que la hizo suspirar de alivio.
—¿Danger? ¿Alexion? —dijo Acheron en el vestíbulo.
—Gracias a Dios —dijo ella, dirigiéndose hacia la puerta.
—¡No! —gritó Alexion mientras ella alcanzaba la perilla.
Él corrió hacia ella y tiraba hacia atrás al mismo tiempo que la puerta se astillaba. Los pedazos llovieron por todas partes del cuarto.
Los ojos de Danger se ensancharon en paralizado terror mientras veía aparecer lo que parecía ser un Daimon de alguna especie entrando en el cuarto. Completamente desnudo excepto por un pequeño taparrabo negro, este tenía la piel verde oscura jaspeada con negro. Probablemente no más alto que un metro, voló por el cuarto con un par de grandes alas negras, de aspecto aceitoso. Tenía un par de encendidos ojos amarillos mientras los miraba abiertamente con odio. El doble juego de colmillos centelleó mientras siseaba hacia Alexion.
Danger tragó.
—Por favor, dime que esto es esa Simi a la que has estado llamando.
La criatura se arqueó hacia el techo mientras se disponía a caer abruptamente y atacarlos.
La mirada verde de Alexion reflejaba el horror que ella sentía. Cuando él habló, las palabras pasaron a través de ella como metralla caliente.
—Esto definitivamente no es Simi.
À Madame DeFarge: personaje de la novela Historia de dos Ciudades de Charles Dickens. Personaje que tejía en calceta uno a uno todos los traidores que se acercaban a su taberna.
À Hace referencia al Comité de la Revolución Francesa que decidía quien iba a la Guillotina.
À Personaje de la película de terror Poltergeist de Steven Spielberg (1982). Que dice la famosa frase "¡Están aquí!".
À En francés en el original, Mi Dios
À Shadedom: lugar a donde son condenados a vivir los Cazador Oscuros convertidos en Sombras.
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