lunes, 13 de febrero de 2012

SON cap 22

Danger hizo una pausa fuera del edificio donde los Cazadores Oscuros estaban reunidos. Por los coches en el aparcamiento, cuyo coste total ascendería al PNB de una pequeña nación, diría que ya estaban aquí y aún así…
—No siento que mis poderes se debiliten —le dijo ella a Alexion—. ¿Cómo puede ser?
—Es un truco. De algún modo Stryker debe estar disimulándolo.
Ella sacudió su cabeza.
—No lo creo. Tal vez él conoce algún modo de impedir que agotemos nuestros poderes estando juntos.
La expresión en su cara la congeló.
—Confía en mí, Danger —dijo Alexion mientras hacía una pausa para mirarla—. No hay ningún modo de que un grupo de Cazadores Oscuros estén juntos sin debilitarse el uno al otro. Stryker nunca sería capaz de ganar esa habilidad. El único modo de que eso pasara sería si Acheron estuviera aquí. Ya que él no está… No es posible. Los dioses nunca lo permitirían.
Ella no estaba tan segura, pero confió en él. Si alguien sabía la verdad, era Alexion.
Mientras caminaban hasta la puerta de calle, ella medio esperaba que alguien los detuviera. Pero no había guardias, ni Escuderos…
Nada.
Como había estado vacío durante muchos años, el edificio no era la cosa más limpia en el mundo. Había telarañas y otras cosas sobre las que ella no quiso pensar esparcidas por el piso. El aire estaba viciado de una cualidad rancia lo que la dejaba respirando por la boca, luchando por no apretarse la nariz para cerrarla.
Encontró extraño que hubiera luces funcionando en el edificio.
Pero claro que Stryker era un dios…
—¿De dónde es la luz que viene de arriba? —le preguntó a Alexion.
—No lo sé. Tal vez tienen un generador conectado, u otra vez, Stryker está usando sus poderes para alumbrar esto.
Encontraron la escalera en la parte de atrás y empezaron a subir. Mientras subían, podían oír voces débiles, pero las palabras eran ininteligibles.
Danger trataba de no respirar profundamente mientras se preguntaba qué mentiras les estaban diciendo Kyros y Stryker a los demás.
¿Cuántos de ellos las comprarían?
Cuando alcanzaron la puerta al final del pasillo de arriba donde los otros parecían estar reunidos, ella tiró de Alexion para que se detuviera y escuchara lo que estaba pasando adentro antes de entrar. Sólo ahora comenzaba a sentir un tirón en sus poderes, pero todavía era muy suave.
—¿Entonces cómo derrotamos a Acheron?
Danger se estremeció mientras reconocía la voz de Squid. Esa pequeña rata—bastarda. Pero lo había sospechado. Él había sido vehemente en su odio hacia Acheron.
Levantó la vista para ver una fría, determinada expresión en el rostro de Alexion.
—Él es un Daimon —decía Stryker—. Lo matas como lo harías con cualquiera de nuestra gente.
Kyros fue el siguiente en hablar. Su voz resonó.
—¿Están ustedes con nosotros, hermanos y hermanas?
Ella se abatió mientras oía el sonido del unánime acuerdo.
Alexion la empujó hacia atrás.
—Yo me haré cargo —la besó ligeramente en los labios antes de darse vuelta, sostener su mano en alto y hacer volar la puerta de acero al olvido.
Alexion entró con seguridad en el cuarto, aun cuando sabía que Stryker probablemente tenía algún medio de matarlo. Dejemos al bastardo intentarlo. Si lo hacía, entonces él estaba listo para una pelea.
Ahora era momento para hacer su trabajo.
Había veinte Cazadores Oscuros en el cuarto, dieciocho hombres y dos mujeres, junto con varias docenas de Daimons. Era bueno que la sangre de Cazador Oscuro fuera veneno para los Daimons, de otra forma más que probablemente se estarían dando un festín para este momento con los tontos que se habían reunido aquí a morir como ovejas siendo conducidas alegremente al matadero.
Pero era Kyros quien atrajo su atención. Él estaba de pie ante el grupo, sus ojos ardiendo con odio.
Suspirando, Alexion sacudió su cabeza.
—Qué tontos son estos inmortales —dijo—. Por escuchar a un Daimon y caer víctimas de sus mentiras.
—Caímos víctimas de eso hace siglos —gruñó Squid—. No hay aquí uno de nosotros que no haya sido usado por Acheron.
Alexion lo compadeció.
—No estoy aquí para discutir con ninguno de ustedes. Estoy aquí para darles su última posibilidad de salvarse. Aquellos de ustedes que quieran vivir para ver otra noche, den un paso a la derecha. Aquellos de ustedes que deseen creer en las estupideces de Stryker y morir esta noche permanezcan donde estén.
—No tengan miedo de él —dijo Stryker—. ¿Qué puede un hombre hacer con todos ustedes?
Alexion le dirigió una sonrisa sardónica.
—Si soy tan poca amenaza, Stryker, ¿por qué no me has matado? —Miró hacia el grupo de Cazadores Oscuros reunido—. No tiren tan innecesariamente sus vidas. Todos ustedes han sobrevivido demasiado para ser tan malditamente estúpidos. —Hizo una pausa para mirar fijamente a Kyros—. Y tú, adelfos, te cargué en mi espalda cuando fuiste herido. Te di pan cuando era el último pedazo que tenía para sostenerme. Mírame a los ojos ahora y dime que estás dispuesto a apoyar a un Daimon antes que a mí.
Kyros miró a Stryker, quien comenzó a aplaudir sarcásticamente.
—Gran discurso. ¿Lo practicas mucho?
Alexion levantó su mano y tiró a Stryker contra una pared.
—Decídanse, Cazadores. ¡Ahora!
Los Daimons se precipitaron hacia él, sólo para rebotar contra la pared que él levantó a su alrededor. De todos modos ellos siguieron atacando como si buscaran algún modo de romper su protección.
Él miró mientras los Cazadores Oscuros intercambiaban nerviosas miradas. Entonces, para su alivio, dieciséis de ellos se movieron a la derecha.
Al instante en que lo hicieron, él vio la confusión en sus caras.
—¿Qué diablos? —dijo Eleanore, una de las Cazadoras Oscuras—. Me siento muy débil de pronto.
Sin duda la rotura en el asimiento de Stryker les permitió sentir el hecho de que sus poderes habían sido considerablemente agotados.
Kyros dio un paso, luego hizo una pausa mientras Stryker rompía el asimiento de Alexion y le disparaba una onda de choque. Esto perforó el campo de fuerza y lo envió volando hacia atrás.
Alexion siseó mientras el dolor lo atravesaba. Stryker lo golpeó una y otra vez. El dolor era quemante. Él intentó levantarse sólo para encontrar a Danger a su lado, ayudándolo.
Un mal presentimiento lo golpeó con fuerza.
—Busca a los Cazadores Oscuros y salgan de aquí —le dijo él.
Pero antes de que ella pudiera moverse, Stryker la atacó con el rayo también.
Alexion se volvió al semidiós con una maldición mientras devolvía fuego con fuego.
—¡Spathis! —dijo bruscamente Stryker a sus hombres mientras esquivaba la ráfaga de Alexion—. ¡Maten a los Cazadores Oscuros! A todos ellos.
Los Daimons atacaron en masa. Danger sacó la daga de su bota mientras corría para unirse a la lucha.
—¡Danger, permanece atrás! —gritó Alexion mientras hacía volar lejos a los Daimons.
Intentó destruirlos con sus poderes, pero no pudo.
Stryker se rió de él.
—Ellos son más fuertes que lo que tú eres, Alexion. No somos los pequeños Daimons debiluchos con los que normalmente luchas. Somos muchísimo más.
La mirada de Alexion se estrechó sobre él antes de que dijera:
—Xirena, toma forma humana.
La demonio salió de él y se transformó.
Danger se rió de su as de reserva. Los Daimons nunca serían capaces de mantenerse contra Xirena.
—Tú, perra traidora —gruñó Stryker a la demonio mientras le dirigía un disgustado gesto de desprecio.
Xirena voló hacia él sólo para conseguir que Stryker acuchillara sus alas con su daga. La demonio chilló, luego cayó al piso donde yació, incapaz de levantarse, mientras Stryker seguía apuñalándola. Gimoteando, Xirena intentó arrastrarse alejándose de él antes de que pudiera matarla.
Danger no sabía qué había pasado. Ella corrió hacia la demonio para intentar ayudarla.
El corazón de Alexion se detuvo mientras comprendía lo que Stryker había usado contra la demonio… una daga Atlante. La única cosa que podría matar Carontes. Pero más importante, también podría matar a Danger, incluso con sus poderes de Cazador Oscuro.
¡Mierda! Él podía desaparecer de aquí con una de ellas, pero no con ambas. Si usara sus poderes, tendría que escoger entre Danger o la demonio…
Pero más que eso, no podía abandonar a los Cazadores Oscuros que estaban agotados. Ellos llevaban luchando un tiempo casi imposible contra los Daimons que los atacaban.
—¿Qué pasa aquí? —preguntó Squid un instante antes que un Daimon lo matara.
—¡Corran! —les gritó Kyros a los demás—. Ellos nos han debilitado para poder matarnos.
—Danger —dijo Alexion mientras protegía a la demonio—, toma a Xirena y vete.
Cuando ella se movió para obedecer, Stryker sacó un medallón rojo.
—Toca a la demonio y destruiré tu alma.
Todos en el cuarto se congelaron ante esas palabras. Alexion notó el horror en las caras de los Cazadores Oscuros que comprendieron qué era lo que el Daimon sostenía. Si el alma de Danger era destruida, ella nunca sería capaz de liberarse.
Más que eso, la convertiría en una Sombra.
Con una expresión de terror, Danger sostuvo cerca a Xirena.
Alexion inclinó su cabeza ante lo extraño de la amenaza de Stryker. El momentáneo pánico que aprisionó su alma duró sólo unos segundos, antes de que él comprendiera algo.
—Corre con Xirena, Danger. Él no tiene tu alma.
Stryker se rió de él mientras miraba compasivamente a Danger.
—Qué maravilloso. Tu amante cree que me estoy tirando un farol.
—No es un farol —dijo Alexion sin dudar mientras enfrentaba al Daimon con frialdad—. No sé lo que tienes, pero no es su alma.
La mirada de Stryker era fría, siniestra, y si él en realidad hubiera tenido el alma de Danger, Alexion podría haber estado asustado.
—¿Estás dispuesto a correr ese riesgo?
Alexion no parpadeó.
—Sí.
—¡Alexion! —gritó Danger, su voz llena de miedo—. Si eso es mi alma...
—No lo es —dijo él, mirándola—. Confía en mí en esto. Artemisa protege esas almas demasiado estrechamente y hay sólo un hombre vivo que puede conseguirlas de ella. Puedes apostar tu vida, tu ousia, y todo lo demás que tengas que Stryker no es él.
—¿Estás tan seguro? —preguntó Stryker mientras jugaba con el medallón en su mano. Tensó la mano sobre él—. Artemisa es mi tía, después de todo.
Alexion se mofó.
—Sip, y ella odia tus entrañas con una ardiente pasión. El único modo para que consiguieras un alma es que Acheron te la entregara y ambos conocemos las posibilidades de eso.
Maldiciendo, Stryker tiró el medallón y lo aplastó con su tacón.
Danger se encogió hasta que comprendió que nada le había pasado.
Se tocó el pecho sólo para asegurarse…
Nop, todavía estaba intacta. Respirando aliviada, volvió a Xirena, quien todavía sostenía su pecho donde Stryker la había apuñalado.
—Les dije que los mataran a todos —ordenó Stryker a sus Daimons.
Danger se puso de pie delante de la demonio para protegerla. Mientras los Daimons atacaban y ella repelía, comprendió algo aterrador. Sus poderes no estaban en plena fuerza.
Con cada golpe y revés, ella parecía debilitarse.
El Daimon con el que estaba luchando la pateó hacia atrás. Danger golpeó el suelo con tanta fuerza que le quitó el aliento. Rodó, intentando escaparse, sólo para encontrarse con los pies de otro Daimon. Él rió mientras levantaba una espada para decapitarla.
Justo cuando estuvo segura de que estaba muerta, el Daimon cayó hacia atrás. Ella levantó la vista esperando ver a Alexion.
En cambio, era Kyros quien estaba de pie sobre ella.
Él había matado al Daimon, y le estaba tendiendo su mano.
—He sido un estúpido idiota —dijo mientras la ponía sobre sus pies—. Lo siento.
—No es a mí a quien tienes que pedir perdón.
Él miró hacia Alexion, quien estaba luchando con Stryker.
—Lo sé —él la empujó hacia la puerta—. Vamos. Tenemos que sacar a los otros Cazadores Oscuros de aquí antes de que sea demasiado tarde.
Antes de que ella pudiera decir algo, él se inclinó y recogió a Xirena para alejarla de los Daimons.
Alexion se detuvo a mirar cómo Kyros y Danger trabajaban juntos para poner a los otros a salvo. Ella había tenido razón, él había recapacitado al final. Dioses, le debía a esa mujer más que lo que alguna vez podría devolverle.
Hizo un rápido recuento de los Cazadores Oscuros que se estaban yendo y se dio cuenta de que sólo tres Cazadores Oscuros habían sido asesinados por los Daimons hasta ahora.
Habían sido los que no se habían movido a la derecha.
Kyros y Danger estaban peleando con los Daimons mientras el resto se apresuraba a salir del cuarto.
Para comprarles más tiempo, él volvió a arremeter contra Stryker.
El Daimon se dio vuelta con un gruñido.
—Tú no puedes detenerme —dijo Stryker siniestramente.
Le arrojó la daga a Danger.
Alexion estiró su mano para desviar la ruta de la daga. La daga debería haber volado a su mano. No lo hizo.
Justo cuando comenzaba a dirigirse hacia él, uno de los Daimons lo golpeó en el pecho. Se tambaleó hacia delante, luego recuperó el equilibrio. Antes de que pudiera recuperar la daga, esta volvió a Stryker quien la lanzó rápidamente antes de que él pudiera parpadear.
Se enterró profundamente en el pecho de Danger.
Alexion no pudo respirar por todo un latido del corazón mientras veía que la golpeaba tan fuerte que la hizo levantar los pies del suelo antes de enviarla rodando al piso.
Kyros se dio vuelta con una maldición mientras corría hacia ella.
¡No! La mente de Alexion gritaba negándolo.
No podía ser…
—Deberías haberte echado atrás —dijo Stryker por entre sus apretados dientes mientras la daga volaba otra vez a su mano estirada—. Pero está bien. La mejor forma de matar a alguien es siempre apuntar a su corazón. Ella muere por ti y tú mueres por Acheron.
El Daimon lanzó la daga hacia él.
Golpe al corazón...
Tomando la daga en su puño un instante antes de que se hubiera incrustado en su pecho, Alexion finalmente entendió lo que la desconocida voz femenina había estado intentando decirle. Sintió que sus poderes se elevaban ante esas palabras.
Se volvió hacia Stryker con un gruñido.
—¿Tú quieres un corazón, Stryker? Te daré el tuyo… —Él sabía que sus ojos estaban brillando verdes mientras gritaba—: ¡Urian!
—No te atrevas a profanar el nombre de mi hijo con... —las palabras de Stryker se interrumpieron mientras el aire alrededor de ellos se removía.
Dos segundos más tarde, Urian apareció. Alto y rubio, el hombre lucía extrañamente similar a su padre excepto que Stryker teñía su pelo de negro mientras que el de Urian era rubio—blanco. Como siempre, lo mantenía largo y atado en una cola de caballo que estaba asegurada con una cuerda negra de cuero.
Urian parecía menos que contento por haber sido convocado. Su mandíbula se aflojó mientras echaba un vistazo alrededor del cuarto y veía a los Daimons mirándolo fijamente, incrédulos.
—Lindo modo de mantenerme de incógnito, Lex —dijo Urian, hasta que su mirada cayó sobre su padre.
Sus ojos se estrecharon con odio.
—¿Urian? —Stryker dijo por lo bajo el nombre como una sagrada plegaria.
—¡Tú, bastardo! —dijo gruñendo Urian.
—Mátalo —gritó uno de los Daimons.
—¡No! —dijo Stryker—. Él es mi hijo.
Urian sacudió su cabeza.
—No, anciano. Soy tu enemigo —Urian agarró la daga de la mano de Alexion y corrió hacia su padre con ella mientras Alexion iba hacia Danger.
—¡Retirada! —ordenó Stryker a sus Daimons un instante antes de que cinco bolt-holes aparecieran.
Stryker vaciló, mirando a Urian durante un largo minuto, antes de que él brincara por uno y desapareciera.
Con el corazón roto, Alexion tomó a Danger en sus brazos mientras Xirena los miraba desde donde Kyros la había dejado. Alexion presionó un paño contra el pecho de Danger para parar el flujo de sangre de su herida.
La demonio estaba herida, pero, a diferencia de Danger, no fatalmente. Stryker no había apuñalado a la demonio en el corazón.
Urian se volvió hacia él.
—¿Qué infiernos fue eso, Sombra? Se suponía que mi vida debía ser mantenida en secreto.
—Calla, Urian —gruñó Alexion mientras sostenía a Danger y luchaba contra las lágrimas que querían cegarlo.
Luchando contra el dolor debilitante que lo abrumaba.
Todo su ser estaba gritando de dolor mientras se negaba a creer lo que le había pasado a ella.
—Vamos, nena —le susurró mientras la mecía suavemente en sus brazos—. No te mueras sobre mí.
—Esto debería curarse —susurró Danger suavemente con una voz que desmentía su dolor—. ¿Por qué no se está curando la herida?
—Lo siento, akri —susurró Xirena—. Xirena no pensó en ser apuñalada y en dejar morir a su mujer.
Urian se unió a ellos, su rostro pálido mientras notaba la herida de ella en el pecho.
—¿Stryker la apuñaló con su daga personal?
—Sí —Alexion se atragantó, notando la expresión atormentada detrás de los ojos de Urian. Sin duda el hombre volvía a vivir la muerte de su propia querida esposa en las manos de Stryker—. ¿Hay algún modo de salvarla? —le preguntó al Daimon.
—¡Acheron! —llamó Urian.
Alexion se tensó mientras oía la convocatoria a la que sabía que Acheron no prestaría atención. Él conocía las reglas de su misión. Acheron no interferiría.
Danger iba a morir.
El dolor de ese pensamiento laceró su pecho e hizo trizas su corazón.
Esto trajo lágrimas a sus ojos que él no pudo parar.
—Deseo que él hubiera tenido tu alma —susurró Alexion contra su mejilla—. Al menos entonces yo podría haberte vuelto humana.
—¿No puedes convocar los poderes de Ash para curarla? —preguntó Urian.
Alexion sacudió su cabeza. El poder sobre la vida y la muerte no era algo que Acheron estuviera dispuesto a compartir.
Kyros cayó sobre sus rodillas al lado de ellos.
—Lo siento tanto, Danger. Se suponía que ninguno de los Cazadores Oscuros sería herido esta noche. ¡Demonios!, esto es todo culpa mía.
Alexion lo miró furibundo a él y su estupidez mientras su cólera aumentaba, queriendo matar a su supuesto amigo.
—¿Qué imaginabas? Estabas intentando volverlos contra Acheron.
—Lo sé —dijo Kyros con mirada sincera—. Estoy acabado. Lo siento tanto. Stryker era tan convincente. Al principio convirtió a Marco, y lo siguiente que supe, fue que Marco estaba muerto. Stryker juró que fuiste tú quien lo mató. Yo nunca debería haberlo escuchado.
Pero Alexion en verdad no estaba escuchando a Kyros en ese momento. Todo lo que podía oír era la respiración de Danger volviéndose más y más ligera.
Ella se ahogó mientras luchaba por seguir respirando. Se estiró y tocó la mejilla de Alexion con una mano fría.
—Si queda algo de mí, ¿lo llevarás a Francia? Hay una fosa común en un parque en París...
—Conozco ese parque —dijo Alexion.
Era donde todas las víctimas de la guillotina habían sido enterradas.
Danger suspiró.
—Mi padre, su esposa, y mi hermano y hermana están allí. Si no puedo estar contigo, quiero estar con ellos.
Alexion asintió mientras las lágrimas lo ahogaban.
—Lo prometo, Danger. No te dejaré estar sola.
Ella le ofreció una pálida sonrisa.
—Lo pasamos bien, ¿verdad, mon coeur? —Danger le acarició la mejilla con su pulgar—. Voy a echarte tanto de menos.
Entonces él lo sintió… la última expulsión de aliento de su cuerpo.
Ella quedó fláccida en sus brazos mientras su mano resbalaba por la cara de él.
Alexion tiró su cabeza atrás y gritó mientras el dolor lo desgarraba. En ese momento, odió a Acheron. Odió a Kyros. Odió a Stryker, pero por sobre todo, se odió a sí mismo por ser incapaz de protegerla.
Xirena y Kyros se quedaron atrás, sus rostros pálidos mientras lo miraban, pero a Alexion no le importó. Nada importaba excepto la mujer que yacía lánguidamente en sus brazos.
Una mujer cuya vivacidad le había mostrado cómo vivir otra vez. Más que eso, le había mostrado cómo amar. Ella había llegado al interior de su corazón y lo había hecho latir por primera vez en más de nueve mil años.
Ahora ella se había ido.
Y su corazón nunca latiría otra vez.
¡No!, gritó su corazón negándolo. Ella no podía morir. No así. No alguien a quien le había gustado tanto vivir. Alguien que había pasado su vida ayudando a otros.
Ella había creído en él y él la había dejado morir…
Urian caminaba de aquí para allá entre Kyros y Xirena, y Danger y Alexion.
—No puedo que creer Ash la deje morir —gruñó. Levantó la vista al techo—. ¡Eres un maldito imbécil!
—No —dijo Alexion con lágrimas cayendo de sus ojos, mientras sostenía el frío, pálido cuerpo de Danger contra su pecho—. Tiene que ser de este modo. Él no puede cambiar el destino.
—Y una mierda no puede —gruñó Urian con ira—. Él me trajo de vuelta y yo era un Daimon. ¿Por qué me salvaría a mí y no a ella?
Alexion no tenía respuesta para eso. No tenía ninguna respuesta en este momento. Todo lo que podía sentir era el dolor de su pérdida. La agonía. Era cruda y acuciante.
¿Cómo podía estar muerta?
¿Cómo podía él haber permitido que esto pasara? ¡Maldito sea, maldito sea, maldito sea!
—Lo siento akri, te fallé —dijo Xirena.
Alexion no habló. No podía.
De pronto, una luz brillante apareció en el cuarto.
Acheron destelló en una esquina, donde permaneció de pie con una expresión estoica.
Urian se volvió hacia él con los labios fruncidos.
—Ni siquiera lo pienses, Daimon —Acheron lo eliminó de la escena antes de que Urian pudiera hablar—. Kyros —dijo Acheron suavemente—. Vete a casa y descansa.
Entonces él, también, se fue.
Acheron vaciló mientras la demonio lo miraba fijamente como si él fuera una aparición.
Su cara estaba fantasmalmente pálida por su miedo de él.
—¿Tú matarás a Xirena ahora?
—No —Ash se arrodilló a su lado y curó sus heridas—. Vuelve a tu amo un ratito y encontrarás a tu hermana pronto.
La demonio asintió, luego se acercó corriendo a la manga de Alexion, y a su pecho.
Alexion todavía no se movía mientras sostenía a Danger contra él.
Acheron inclinó su cabeza mientras los miraba con esos todopoderosos, arremolinados ojos plateados.
—¿Por qué no me preguntas?
Alexion tragó el amargo nudo en su garganta que lo estaba ahogando.
—Porque lo sé bien —él miró a Acheron para que pudiera ver la sinceridad en sus ojos—. Pero, ahora mismo, te odio.
—Lo sé.
Y luego pasó…
El cuerpo de Danger se evaporó en un brillante polvo dorado.
Alexion volvió a gritar cuando sintió su pérdida completamente.
—¡No! —gruñó mientras trataba de recoger el polvo para poder llevarlo a París como le había prometido a ella.
—No lo hagas —dijo Acheron suavemente mientras extendía la mano hacia él.
Alexion lo empujó para alejarlo.
—Maldito seas, bastardo, se lo prometí. Prometí…
Él se cubrió los ojos con sus manos mientras sollozaba, comprendiendo que era imposible.
—No hay nada para enterrar. Nada que juntar, siquiera.
Oh, dioses, ¿cómo podía ella haberse ido así? ¿Cómo? No estaba bien. No era justo.
—Nos tenemos que ir, Alexion.
Él asintió aun cuando lo que quería hacer era atacar al mismo Acheron. Sabía que esto no era culpa de Acheron, pero eso no importaba. Quería atacar y hacer daño a alguien. Cualquier cosa para aliviar el ardiente, doloroso agujero dentro suyo.
No había nada por lo qué quedarse.
Danger se había ido…
Con su corazón hecho añicos, sintió su cuerpo humano derretirse mientras cambiaba del reino humano a Katoteros. Se encontró de vuelta en el cuarto del trono donde Simi estaba esperando.
—¡Alexion! —chilló ella feliz, corriendo hacia él antes de lanzarse a sus brazos—. ¡Estás de vuelta! —Ella se apartó y frunció el ceño cuando él no devolvió su entusiasmo. Inclinando la cabeza, lo miró—. Pero estás tan triste. ¿Por qué estás triste, Lexie? ¿Fueron los Daimons malos contigo? La Simi se los comerá si ellos te lastimaron.
Acheron la apartó suavemente.
—Él necesita estar solo un ratito, Sim.
—Pero…
—Está bien —Acheron tomó la mano de ella y le dio el espacio que él necesitaba.
Alexion no habló mientras caminaba por el vestíbulo trasero hacia sus habitaciones. Estaba tan frío por dentro que no creía poder volver a estar caliente otra vez.
Por primera vez en todos los tiempos, odió este lugar. Odiaba todo sobre él. Sobre todo, odiaba a Acheron.
Al menos lo hizo hasta que abrió las puertas de su cuarto. Se paró en seco, conteniendo el aliento, mientras veía lo imposible.
No podía ser, y aún así era…
En el centro de su cuarto, vestida con un chitonÀ rojo, estaba Danger.
Él no pudo hablar mientras podía verla allí.
Ella estaba mirando a su alrededor como desorientada.
—¿Dónde estoy?
Ni una palabra vendría a su boca mientras él se precipitaba hacia ella y la levantaba en sus brazos. Se sentía real.
Se sentía viva…
¿Podría ser? ¿Se atrevería a creer que esto era real?
Sosteniéndola cerca, él enterró su cabeza contra su cuello, inhalando su olor y llorando.
—Alexion, estás empezando a asustarme.
Él se retiró con una risa.
—¿Cómo llegaste aquí?
—No tengo ni idea. Un minuto estaba con mucho dolor, después todo fue oscuro, y luego estaba aquí —ella se inclinó hacia él—. ¿Dónde es aquí?
—Mis habitaciones. Estás en Katoteros.
Ella frunció el ceño.
—No entiendo.
Ni él lo hacía.
—¿En verdad pensaste que yo iba a dejar que esto terminara tan mal?
Alexion giró para encontrar a Acheron de pie en la entrada, mirándolos con una sonrisa.
—Aprendemos de nuestro dolor —dijo él, usando las palabras que Acheron tan a menudo le citaba.
Acheron se encogió de hombros.
—Pero somos recompensados con placer —su mirada pasó a Danger antes de que volviera a encontrar la de Alexion—. Me has servido mucho tiempo y demasiado bien como para darte la espalda, Alexion. Yo no podía salvar su vida sin alterar demasiado el universo. Pero puedo darte esto.
Alexion estaba agradecido y al mismo tiempo estupefacto por eso. Él nunca había esperado que Acheron hiciera algo como esto… jamás.
—Tú odias que haya gente en tu casa.
Acheron soltó un aliento fastidiado.
—¿Qué diablos? Me acostumbré a ti. Me acostumbraré a Danger a su tiempo, también.
Danger lo miró boquiabierta.
—¿Voy a quedarme? ¿Aquí? ¿Con Alexion? ¿En serio?
—Sólo si tú quieres —dijo Alexion.
Danger tragó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Se envolvió alrededor de Alexion y lo abrazó fuerte.
—No puedo creer esto.
—Siento lo que perdiste, Danger —dijo Acheron tranquilamente—. Esta existencia está lejos de ser perfecta.
Alexion vio algo de pánico oscurecer sus ojos.
—¿Tengo que beber sangre para vivir?
Acheron sacudió su cabeza.
—Sólo Einstein, ahí, tiene que hacer eso. Pero como él, no serás capaz de sentir el sabor de los alimentos nunca más.
Danger se rió.
—Eso es bueno. ¿Quién necesita papilas gustativas de todos modos? Sólo comeré montones de palomitas de maíz.
La mirada de Acheron se ablandó.
—Si quieres liberar a tu demonio, Alexion, yo la presentaré a Simi y les daré a los dos algún tiempo solos.
Alexion frunció el ceño.
—¿Cómo es que no estás asombrado por que ella tiene una hermana?
—Yo sabía desde hace mucho que ella no era la única demonio por ahí. No fue un salto de fe demasiado grande suponer que probablemente tenía alguna familia también.
De todos modos, Alexion estaba asombrado por que Acheron hubiera mantenido semejante secreto con ellos.
—¿Entonces por qué no lo dijiste?
—A Simi le gusta la idea de ser la única. Iba a decirle la verdad una vez que fuera un poco más vieja. Pero supongo que el tiempo es ahora.
Alexion estuvo de acuerdo.
—Xirena, te convoco a la forma humana.
La demonio saltó de su cuerpo y se mantuvo apartada, reservada.
—¿Estoy en problemas?
—No —le aseguró Alexion—. Vas a conocer a Simi.
Sus ojos brillaron de felicidad.
—Vamos, Xirena —dijo Acheron—. Te llevaré con ella.
Ella vaciló.
—No estás tratando de engañar a Xirena, ¿verdad?
—No.
—Todo estará bien —dijo Alexion—. Puedes confiar en él.
Xirena fue hacia Ash, vacilante, antes de que los dos abandonaran el cuarto.
Danger esperó hasta que estuvieron solos antes de volverse hacia Alexion y atraerlo a sus brazos.
—¿Esto es realmente cierto?
—Sip —suspiró él mientras la acercaba a sí—. Todavía no puedo creer que estés aquí.
—¿Tú no puedes? Yo pensé que te había perdido para siempre.
—Al menos yo no me morí sobre ti.
—No, pero eso no es un problema para ninguno de nosotros otra vez, ¿verdad?
Alexion sonrió mientras saboreaba la visión de sus resplandecientes ojos negros brillando al mirarlo.
—No, a no ser que enfurezcamos a un Caronte.
—Entonces me aseguraré de nunca hacerlo.
Él la abrazó con fuerza y la levantó en sus brazos, agradecido de tenerla de vuelta. Esta vez, él iba a estar malditamente seguro de que nada le pasara otra vez.
—Te amo, Danger.
Danger lo besó mientras su corazón rebosaba de alegría.
—Yo también te amo —suspiró ella.
Y aunque esta vida con él no iba a ser perfecta, sería muy, muy íntima. Mientras estuvieran juntos, nada más importaba.


À chiton: túnica de lana llevada por hombres y mujeres en la antigua Grecia. 

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