lunes, 13 de febrero de 2012

SON cap 21

Alexion pasó los siguientes dos días acostumbrándose a que Xirena era una parte de él, y a que saliera disparada de su cuerpo en momentos inoportunos porque su sangre corría y su tensión arterial era elevada. Parecía que su demonio no podía distinguir la diferencia física de cuando él estaba en peligro y cuando él estaba "en" DangerÀ.
Por lo que Xirena a menudo comentaba, "sexo humano desnudo, ¡puaj!"
Eso estaba bien para él ya que la idea de sexo demonio desnudo le era igualmente repugnante.
Mientras tanto, él seguía afrontando el miedo sobre el futuro de Danger. Parte de él deseaba de vuelta la voz en su cabeza que le había advertido originalmente que la cuidara. ¿Quién había sido y dónde se había ido?
¿Cómo podía recuperarla?
Maldición. Nunca había voces en su cabeza cuando las necesitaba.
Y esta noche era la noche. Él entregaría su ultimátum a los Cazadores Oscuros y luego canalizaría los poderes de Acheron.
En el pasado, siempre estaba listo para volver a casa. Esta vez no lo estaba. Pensar en dejar a Danger traía un dolor a su pecho como nunca había conocido antes.
—No puedo hacer esto.
Y aún así, ¿qué opción tenía? No podía vivir en este cuerpo. Su tiempo era tan limitado como para ser ridículo. No tenía ninguna opción aquí. No podía quedarse.
Estaba terminado.
Alzó la vista mientras Danger entraba al cuarto. Vestida con un par de vaqueros negros y una camisa negra de manga larga, lucía lo suficientemente buena para comérsela.
Ella cruzó el cuarto para pararse delante de él. Y el beso que le dio prendió fuego a todo su cuerpo.
—¿Cuándo te marchas?
Él miró a lo lejos mientras su corazón se hundía, incapaz de enfrentarla con la verdad.
—Esta noche. Una vez que el fallo sea pronunciado, seré devuelto.
Él volvió su mirada para ver el destello de tristeza en sus ojos oscuros un momento antes de que ella lo ocultara.
—Si no tengo la posibilidad para decirlo más tarde, estoy muy contenta de hayas venido aquí. Y estoy realmente apenada por haberte apuñalado… dos veces.
Él sonrió por sus palabras, pero su pecho se apretó mientras el dolor lo abrumaba. Iba a echarla de menos más de lo que alguna vez hubiera creído posible.
—Danger…
—No —dijo ella, colocando su dedo sobre sus labios para evitar que siguiera hablando—. Sé lo que piensas. Puedo verlo en tus ojos. Yo también te echaré de menos, pero no hagamos esto más difícil para ninguno de nosotros, ¿bien?
Ella era tan fuerte que esto nunca dejaba de asombrarlo. Había veces que creía que ella podía ser incluso más fuerte que lo que él era.
—Bien.
Ella suspiró mientras dejaba caer su mano a su hombro.
—Sabes, todavía podríamos ser capaces de llegar a Kyros y salvarlo.
—No cuento con eso.
—Pero tú podrías —dijo ella con una esperanza que él hacía mucho había perdido—. No lo demos por perdido aún. La gente a veces puede sorprenderte.
Él frunció el ceño ante su insistencia.
—¿Por qué es tan importante para ti que le demos otra oportunidad?
La oscura mirada de ella lo quemó.
—Porque si no fuera por Kyros, yo no te habría encontrado. Y siendo tú tan maravilloso como eres, sigo pensando que él tendría que serlo también, si no, no hubieses creído en él en primer lugar.
Alexion tuvo que darle crédito por eso, ella tenía un argumento convincente. ¿Cómo podría ningún hombre en su sano juicio poner reparos con esto?
Incluso más, no quería herirla o decepcionarla. Por ella, haría algo.
—Está bien, lo intentaré.

Kyros recorría su oscura oficina, que estaba alumbrada sólo por velas, mientras los pensamientos iban a la deriva por su mente. Eran tres horas y poco. El gran enfrentamiento estaba llegando.
Y era inevitable.
Cada vez que pensaba en eso, el vello de su nuca se ponía de punta en advertencia. Algo no estaba bien sobre esta noche y no era solamente que Ias estaba aquí.
Había algo más. Algo que él no podía ver, pero que podía sentirlo en cada fibra de su ser. Esta noche iba a ser a diferente de todo lo que hubiera visto alguna vez antes.
—¿Necesitas algo antes de que me marche? —preguntó su Escudero, Robe.
Kyros se volvió para ver al joven en la entrada. El hombre sólo medía un metro setenta y cinco y vestía una camiseta y vaqueros. Por su aspecto, el muchacho de oscuros cabellos no parecía más viejo que Kyros, pero a los veintinueve, él era un bebé comparado a los siglos que marcaban el tiempo de Kyros sobre esta tierra.
—No. Puedes irte.
En caso que las cosas fueran mal, él no quería a su Escudero ni siquiera cerca de esta área. A su encargo, Robe se dirigía a Nashville para visitar a su familia.
Robe asintió.
—Bien, te veré la semana que viene.
—Eso espero —suspiró Kyros mientras el muchacho se marchaba.
Estaba a punto de cometer una traición esta noche que muy probablemente lo llevaría a la muerte. Pero sabía lo que hacía desde el principio.
Al menos esperaba haberlo sabido.

Danger yacía desnuda en la cama, envuelta en los brazos de Alexion. Tenía la cabeza descansando sobre su pecho mientras él jugaba con su pelo. El tiempo estaba corriendo para ellos. Corriendo tan rápido que la dejaba atontada y mareada.
Ella quería gritar para que parase. Quería agarrarse a Alexion por esta noche y por el día siguiente y por cada día que siguiera después.
Pero no iba a poder ser.
No lloraré. No lo haré.
No sería justo ni para él ni para ella. Pero por dentro sollozaba de modo incontrolable. Estaba destrozada. ¿Cómo podría pasar esta noche?
¿Cómo podría decirle adiós a lo mejor que alguna vez hubiera encontrado?
¿Cómo podía la gente dejar atrás a sus seres queridos?
Pero ella sabía. Había sido obligada contra su voluntad a dejar a los suyos tantas veces en el pasado que la sorprendía que siquiera se hubiera permitido preocuparse por alguien más.
Por otra parte, no amar a un hombre como Alexion sería imposible.
Oyó el reloj del abuelo al final del pasillo dar las diez.
—Tenemos que irnos —dijo Alexion, su voz profunda y huraña.
—Lo sé.
De mala gana, ella se separó y se obligó a concentrarse en cualquier otra cosa que no fuera Alexion.
Ninguno de ellos habló mientras se duchaban y vestían.
¿Qué se podía decir? Incluso peor, ella tenía miedo que uno de los dos dijera algo que le arrancara las lágrimas. Era mucho más fácil mantenerse entera si estaba en silencio.
Ni siquiera podía decirle que no lo olvidaría. Y eso le dolía más que nada.
—No quiero olvidar...
No comprendió que había hablado en voz alta hasta que Alexion la atrajo a sus brazos.
—Es mejor si lo haces. Yo no podría dejarte si supiera que estás sufriendo por mí. La única cosa que hace esto soportable para mí es saber que mañana tu vida volverá a ser normal.
Una lágrima escapó de su control.
—Lo siento —dijo ella, alejándose rápidamente.
Pero era demasiado tarde. Esa lágrima comenzó una avalancha de sollozos.
Su mente y corazón trastornados ante el pensamiento de los días por venir, cuando nunca sabría siquiera de su existencia. No conocería jamás su tacto… su olor…
Dios, cómo le gustaba el olor de su piel. La caricia de su mano sobre su cara. La sensación del cuerpo de él bajo y sobre el suyo…
¿Cómo podría vivir sin él?
—No me dejes —dijo ella, con voz rota.
Alexion cerró los ojos mientras sentía sus propias lágrimas derramarse. Si pudiera tener un deseo…
Pero ni todos los deseos en el mundo podrían hacerlo humano y no podrían mantenerlos juntos.
—No te abandonaré, Danger. Estaré aquí para ti en cualquier momento que me necesites.
Ella alzó la vista hacia él con sus ojos tan llenos de dolor que hicieron que todo su ser sufriera.
—Pero no te veré.
—No. Pero nunca te dejaré sola. Lo juro.
Danger apretó sus brazos alrededor de él. Ella no sabía para quién era peor. Para el que no recordaba nada o para el que sabía y no podía hablar de ello.
Ella no quería que la noche terminara. Incapaz de soportarlo, capturó sus labios para probarlo una última vez. Inhalar su caliente, masculino olor y dejarse alejar de este momento de dolor.
Ni siquiera el amor podía salvarlos. Nada podía.
—Te amo, Alexion. Te amo, Ias. Con todo lo que hay dentro de mí y más.
—Je t'aime pour toujours.
—Moi aussi.À
Y luego ella hizo la cosa más difícil que hubiera hecho alguna vez en su vida…
Se separó de él y se alejó aun cuando cada fibra de su ser gritaba por que lo aferrara a toda costa.
Incapaz de mirarlo sin deshacerse otra vez, ella se volvió, inspiró profundamente mientras se secaba sus lágrimas, y se dirigió al garaje.
Alexion maldijo mientras la miraba irse. Soy más fuerte que esto. Pero el problema era, que no lo era. Ni siquiera sus poderes combinados con los de Acheron podían aliviar la rabiosa desdicha que se lo estaba tragando.
Danger había soltado algo dentro de él y lo había puesto en libertad. Nunca sería el mismo otra vez.
Sólo deseaba un día más con ella.
No, eso era una mentira y él lo sabía. Un día nunca lo contentaría.
Él lo deseaba todo.
Suspiró profundamente. Si los deseos fueran caballos, hasta los mendigos montarían. Este era un refrán que había aprendido de un Cazador Oscuro hacía trescientos años o más.
En cada encarnación, había aprendido algo nuevo.
En ésta, había aprendido cómo amar… no, eso no era verdad. Finalmente había aprendido cómo vivir.
Y esta noche aprendería cómo marcharse.
Apretando los dientes, se obligó a seguir a Danger. Y con cada paso que daba, se recordaba a sí mismo el bien común.
Eso era lo que Acheron sostenía. Era lo que había sostenido a su jefe durante miles y miles de años. Era lo que hacía tolerable lo insoportable.
Cerrando sus ojos, convocó la calma entumecedora. Más tarde, lloraría por lo que había perdido. Pero esta noche, él mantendría a salvo a Danger y haría su trabajo.
Puede que los dioses mostraran su piedad a Kyros y Stryker. El Alexion no lo haría.


À Juego de palabras intraducible entre Danger = peligro y Danger, el nombre de la protagonista.
À En Francés en el original: Je t'aime pour toujours: te amo para siempre — Moi aussi: yo también.

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