Los estaban, realmente, blanqueando y sin un bateador sustituto a la vistaÀ. Danger suspiró profundamente mientras volvían a su casa. Habían pasado las últimas horas buscando a los Cazadores Oscuros en el área sólo para averiguar que la mayoría de ellos tenía algún rencor personal contra Acheron.
Concedido, había veces en que ella se sentía un poco molesta con sus ambigüedades también, pero esto era ridículo.
Ellos le echaban la culpa por estar clavados en Mississippi (lo que a ella personalmente le gustaba). En verdad no era un mal lugar para vivir. Es cierto que era caluroso en verano, pero se podía encontrar mucha belleza aquí.
También lo culpaban por no hacer mejor su inmortalidad. Lo culpaban por toda clase de asuntos que fueron básicamente decisión de ellos, no de él.
Lo peor era el hecho de que ella sabía que Acheron podía leer sus mentes. No por nada él no visitaba el lugar más a menudo. ¿Cómo podía seguir dejando que Artemisa usara a los Cazadores Oscuros contra él cuando ellos maldecían todo sobre él? Este hombre tenía más fortaleza que ninguno que ella hubiera conocido nunca.
Personalmente, ella les diría adiós a todos, y que fueran a encontrar su propio paraíso privado.
El hecho de que no lo hiciera…
Él era un santo o un masoquista.
Quizás un poco de ambos.
—No puedo creer su rencor —le dijo a Alexion mientras él cerraba su puerta trasera—. ¿Quién sabía que Squid tenía deseos de morir?
A diferencia de ella, él lo tomó todo con un estoicismo nihilista. Era cierto, comparado con otros, él era helado y sin ninguna emoción. Las palabras de ellos no lo enfadaron del modo que lo hicieron con ella. Él simplemente se quedó ahí y escuchó mientras ellos lo denostaban.
Alexion se encogió de hombros mientras encendía la luz del pasillo para ella.
—Esto pasa más de lo que tú creerías. Si puedo salvar al diez por ciento, es una buena noche.
Ella no quería un índice del diez por ciento de supervivencia. Quería el cien por cien. Pero Squid se les había echado encima al minuto que habían comenzado a hablar de Acheron.
Gracias a Dios ella había sido capaz de convencer a Alexion para que no llevara allí su abrigo blanco. No quería saber lo que el enojado ex—pirata les habría hecho si hubiera sospechado que Alexion era el destructor que Kyros profetizaba que era.
Squid se había negado completamente a escuchar. Condenado fuera por su obstinación.
—Sabes, creo que tenemos que trabajar en tu discurso.
Alexion arqueó una ceja.
—¿Qué hay de malo en mi discurso?
Ella se adelantó hacia su sala de estar.
—Bueno, pienso que fue la parte del “si no” que nos perdió con Tyrell. ¿Alguna vez has notado que los Cazadores Oscuro no son precisamente la clase de tipos para el “si no”? Son del tipo que harán lo opuesto de lo que tú quieras o se romperán las tripas intentándolo. Se condenarán a sí mismos sólo por rencor a ti por lo que no les has dicho.
Él frunció el ceño.
—¿Qué me harías decirles? “¿Hola, estoy aquí para ser su amigo? ¿Vamos a sentarnos, tomar una taza de café y conversar?”
Ella se rió de esa imagen. Sí, Alexion definitivamente no era el tipo de sentarse y “conversar".
Pero claro, tampoco lo eran los otros. En su mayor parte, los Cazadores Oscuros eran de la clase de bebedores de cerveza, y peleadores de bar. Estaban más propensos a resolver el asunto a puñetazos que a conversar.
—No —dijo ella seria—. Pero puedes intentar ser más agradable con ellos.
Esa familiar curiosa expresión apareció en la cara de él.
—No necesito ser más agradable para ellos. Sólo necesito averiguar de qué lado de la cerca van a caer. Los únicos de los que tenemos que preocuparnos son de los que están indecisos. Tyrell aún puede volver en sí.
—No sé. Tuvo un muy creativo uso del lenguaje cuando te dijo que desaparecieras.
—Por otra parte, él podría ser un hueso duro de roer.
Ella sacudió su cabeza mientras subía las escaleras hacia el cuarto de computación para encontrar a Xirena dormida sobre el sofá. No había rastros de Keller.
Danger sacó el teléfono celular de su bolsillo y lo llamó sólo para descubrir que él se había marchado hacía unas dos horas y se había ido a casa a dormir.
—Lamento despertarte. Sólo estaba preocupada. Buenas noches, Keller.
Él le deseó las buenas noches, luego colgó.
Alexion se movió para pararse detrás de ella. Se inclinó sólo ligeramente para poder inhalar su olor a magnolias y mujer. Su cuerpo se irguió y se encendió en reacción, pero claro que siempre tendía a mantener una erección en su presencia. Todo sobre ella encendía sus hormonas.
Y no era sólo que estuviera cachondo.
Era más la atracción que sentía por ella que eso. Le gustaba. Pero más que eso, la respetaba. Era una mujer inteligente, valerosa.
En resumen, era un tesoro.
Ella dio un paso hacia atrás, entrando en sus brazos, y apoyó su cabeza contra su hombro para poder levantar la mirada hacia él. Sus ojos eran oscuros e indagadores. Algo en esa mirada lo atravesó, haciendo latir su corazón.
¿Era Danger su salvadora o su perdición?
El pensamiento lo aterrorizó. Pero ella lo había hecho vivir otra vez cuando no tenía nada más. Había despertado otra vez sus emociones, lo había hecho preocuparse…
Sobre todo, ella lo había hecho ansiar.
En más de nueve mil años nada había nunca llegado así de cerca de hacerlo sentirse humano. Había veces cuando estaba cerca de ella que juraba que casi podía sentir el gusto otra vez. Deseaba que ella lo aturdiera.
Sobre todo, deseaba que ella lo tocara.
Él colocó su mano contra la mejilla de Danger antes de bajar su cabeza para besarla. Ella gimió profundamente en su garganta y hundió la mano en su pelo mientras se daba vuelta en sus brazos.
Alexion gruñó ante la dulzura de su beso mientras su corazón corría fuera de control. Separándose, la tomó en sus brazos y la llevó a su cama.
No debería estar haciendo esto otra vez. Todo iba completamente mal con esta misión y aún así ella hacía todo soportable. De algún modo no parecía tan malo con ella aquí.
Danger suspiró mientras él la posaba sobre la cama, luego se unió a ella. ¿Qué había con respecto a él que la hacía chisporrotear? Esta noche había sido un desastre, en más de un modo y aún así, estar aquí con él estaba bien.
No tenía sentido. Ella sólo deseaba que él la sostuviera, hacerlo ahuyentar el mundo entero hasta que no hubiera nada más que ellos dos. Nunca había sentido nada parecido a esto antes.
Danger se elevó para capturar sus labios mientras él comenzaba a desabotonar su camisa. Alexion amasó su pecho con su mano, lenta y suavemente. Ella restregó la mejilla de él con la suya, amando el modo en que sus patillas raspaban su piel. Eso envió escalofríos todo a lo largo de ella.
Incapaz de soportarlo, ella tiró de su suéter de cuello vuelto por sobre su cabeza para poder pasar sus manos sobre los tensos músculos. Envolvió sus piernas alrededor de su cintura y lo apretó con fuerza.
Él se rió en su oreja.
—¿Estás bien? —susurró.
—Sí. Pero quiero comerte entero.
Él se rió otra vez.
—Es bueno que no seas un Caronte. De otro modo, podría asustarme.
—Sí, pero yo tengo colmillos…
La respuesta de él fue otro beso profundo, apasionado, mientras desabrochaba su sostén. Se retiró para tomar su pecho en su boca. Danger arqueó la espalda mientras se deleitaba con la sensación de su lengua complaciéndola.
Deseando probarlo también, ella rodó y lo inmovilizó sobre la cama.
Él la miró socarronamente mientras ella se retiraba y gateaba bajando por su cuerpo.
Alexion rechinó los dientes ante la visión de Danger haciéndole el amor. Ella lucía depredadora y salvaje, y eso lo atravesó como una lanza caliente. Ella sonrió con maldad mientras tiraba de sus botas y calcetines para sacárselos.
Él comenzó a sentarse, sólo para que ella lo volviera empujar hacia atrás.
A él nunca le había gustado que una mujer tomara el control, pero con Danger era diferente. Él disfrutaba del modo en que ella lucía mientras se acercaba a su cremallera. Yaciendo de espaldas, la miró quitarle los pantalones y su miembro saltó al quedar libre.
Ella siseó al verlo antes de arrastrar su suave, fresca palma desde la base hasta la punta. Fue un esfuerzo no correrse ante la pura belleza de eso solo.
Mordiendo su labio, ella lentamente tiró de sus pantalones bajando por sus piernas. Sin embargo no le dejaría sentarse. Lo empujó otra vez hacia atrás.
—Quiero mirarte —le dijo obstinadamente mientras tiraba del resto de su ropa.
El corazón de él aporreaba al ver su pálida belleza. Era exquisita. Ella levantó su pie hasta rozar la planta con tierno cuidado. Ondas de placer lo recorrieron, hasta que le dio un pequeño mordisco en la carne de allí.
—Me estás matando, Danger —él respiraba desigualmente.
—Hay una razón para que mi gente lo llame la petite mort.
Alexion comenzaba a entenderlo perfectamente, especialmente cuando ella lo tomó en su boca. No podía recordar la última vez que una mujer lo había tocado de esta forma. Pero una cosa era segura, él nunca lo había disfrutado tanto como lo hacía ahora.
Gruñendo de satisfacción, él tomó su cara con su mano mientras ella le daba completa satisfacción.
Danger gimió con el gusto salado de él. Realmente quería devorarlo, pero tenía que procurar no hacerle daño con sus colmillos. Ansiaba el olor y el gusto de este hombre y ni siquiera sabía por qué.
Pero tenía que tener más de él.
Él sentó de repente y se retiró de su boca. Danger estuvo confundida hasta que él rodó sobre ella, y la puso de espaldas. Él se colocó con sus rodillas en los hombros de ella, luego le separó las piernas para poder probarla también.
Danger hundió sus talones en la cama mientras el placer la consumía. Había algo increíble sobre este mutuo compartirse. Esto le probó que Alexion no estaba contento con sólo recibir placer. Él se tomó su tiempo asegurándose que cada parte de ella estaba tan satisfecha como él lo estaba.
Había allí afuera demasiados hombres a los que no podía importarle menos una mujer. Estaba agradecida de que él no fuera uno de ellos.
Alexion deseaba poder saborearla plenamente. Odió tener sus sentidos embotados. Pero aún así no había modo de evitar el hecho de que adorara a esta mujer. Las manos de ella agarraron las nalgas de él mientras su lengua ejercía su magia sobre él.
Él deseaba más de ella. Alejándose, cambió posiciones otra vez para poder hundirse profundamente dentro de ella. Danger siseó en el instante en que lo hizo y recorrió su espalda con sus uñas.
Él apenas había comenzado a empujar cuando ella se corrió con tanta ferocidad que casi lo tira. Alexion se rió en su oído mientras disfrutaba el sonido de sus gritos de placer como si ella estuviera cantando.
Danger envolvió su cuerpo alrededor del de él mientras continuaba empujando contra ella. Cada empuje la atravesaba, realzando su orgasmo aún más. Ella atrajo los labios a los suyos y lo besó con ferocidad mientras él se movía aún más rápido. Amaba la sensación de tenerlo dentro de ella. La intimidad de contenerlo así. Él era increíble.
Danger lo sintió tensarse un instante antes de que se hundiera profundamente para después estremecerse en sus brazos. Sonriendo, ella lo sostuvo cerca mientras su clímax lo reclamaba. Cuando acabó, él se derrumbó encima de ella y la abrazó con fuerza.
Danger le retiró el pelo de su cara mientras yacían ahí, perdidos en las secuelas de su pasión. La casa estaba tranquila y silenciosa. Pero su corazón sufría pensando en que él la dejaría. Demasiado pronto debería irse y su vida continuaría hasta la eternidad sin él.
—¿Hay algún modo de que alguna vez puedas ser capaz de visitarme después de esta asignación?
Él se tensó.
—No —ella oyó el pesar en su tono.
—¿Por qué no?
—Porque incluso si lo hiciera, tú no me recordarías —él se retiró para mirarla—. Es el modo en que tiene que ser.
Las lágrimas se anudaban en su garganta, pero ella se negó a dejar que él las viera.
—Eso no es justo para ti. Nunca puedes hacer ningún amigo.
—No, no puedo. Esto es todo que tengo —él suspiró fatigosamente—. Es todo lo que nosotros tenemos.
—No entiendo cómo puedes ser tan imperturbable respecto a esto. ¿Nunca te enfadas por esas estúpidas reglas?
Él alejó la mirada y aún así ella vio el dolor en sus ojos.
—No, Danger. No lo hago. Créeme, esto es, de lejos, la mejor alternativa. Al menos de este modo tengo alguna felicidad.
Ella giró su cabeza para que él pudiera mirarla.
—Dime la verdad, Ias.
Él suspiró cansado.
—Sí, hay veces en que daría cualquier cosa por ser capaz de tener una posibilidad de ser normal otra vez. Tener un momento como cuando era humano y podía comer y sentir. Pero estoy agradecido de tener este tiempo contigo ahora mismo. Tú me haces sentir casi humano. Al menos lo más cerca que he estado de serlo en un largo rato.
Ella besó su barbuda mejilla, saboreando la sensación de la áspera sombra contra sus labios.
—Deseo que esto pudiera durar.
—Lo sé, pero esto me recuerda un término que Acheron usa mucho.
—¿Y es?
—“Manejar la pena”. Intentas mitigar la pena con el placer que el momento te trajo.
—¿Eso funciona?
Alexion resopló.
—Para nada. Al menos no para mí. Aunque Acheron parece llevarlo bien. Al menos él aparece arreglárselas bien con sus penas la mayor parte de los días.
Ella frunció el ceño.
—¿De qué tiene Ash que lamentarse?
—Estarías asombrada.
—¿Y en cuanto a ti? —preguntó ella, necesitando conocer la respuesta—. ¿Cuál es tu mayor pesar?
Su mirada la quemó con su intensidad.
—Que no hayas nacido hace nueve mil años.
Las lágrimas resbalaron de sus ojos con las palabras que ella nunca había pensado oír de él o de cualquier hombre.
—Desearía que nos hubiéramos encontrado cuando ambos éramos humanos —susurró ella.
—Sí, pero probablemente me habrías matado entonces.
Resoplando, ella se ofendió por lo que él dijo.
—¿Cómo puedes pensarlo?
Sus ojos verdes le tomaron el pelo.
—Me has apuñalado dos veces desde que nos encontramos por primera vez. Eso parece ser un mal récord para mí —él sacudió la cabeza—. Debe haber algo realmente mal conmigo para que todas las mujeres que amo quieran matarme.
Danger no estaba segura de cuál de los dos estaba más asombrado por las palabras de él.
—¿Qué?
Él se separó inmediatamente y comenzó a salir de la cama.
Danger lo detuvo.
—Háblame, Ias.
—No me llames Ias, Danger. No soy más ese hombre.
—No, tú eres el hombre al que dejé entrar en mi cama, y créeme, eso es una hazaña. No hubo muchos a quien haya hecho pasar por mi puerta de calle —ella lo retuvo a su lado aun cuando él estaba intentando alejarse—. Ahora termina lo que empezaste.
—No importa lo que siento. Ni siquiera lo que pienso. El tiempo es limitado para nosotros dos.
—No, Alexion, es importante para mí. Quiero la verdad de ti. Lo merezco.
La desdicha frunció su frente.
—¿De qué sirve la verdad? En serio. ¿Qué bien nos hace?
Pero ella no estuvo de acuerdo. Tenía que saber si él pensaba lo que dijo.
—¿Tú me amas?
Él alejó la mirada y ella tuvo su respuesta.
Liberándolo, Danger se sentó con un nudo en la garganta mientras las emociones se arremolinaban en ella. Nunca había pensado en tener a otro hombre diciéndole esto. Nunca.
Pero lo que más la sorprendía era lo que ella sentía por él a cambio. Era caliente y aplastante y la llenaba tanto de alegría como de miedo.
Ella lo atrajo contra sí y puso su cabeza sobre el hombro de él.
—Yo también te amo, Alexion.
Ella sintió el tic de su mandíbula contra su cuero cabelludo.
—Es una relación imposible. Lo sabes, ¿verdad?
—Lo sé —dijo ella—. Y cuando llegue el momento, te besaré en la mejilla y te diré adiós. No pediré que te quedes y no lo haré difícil para ti. Lo prometo.
Alexion rechinó los dientes ante sus palabras. Pero eso no era lo que él deseaba.
Él deseaba…
Maldito seas, Acheron.
Sobre todo, se maldecía a sí mismo. Si él no hubiera sido tan estúpido de ir con su esposa tan pronto después de hacer el pacto con Artemisa, todavía tendría una posibilidad de ser humano otra vez.
Acheron sería capaz de hacer un trato por su alma…
Por otra parte, si él no hubiera querido volver con su esposa tan desesperadamente, Acheron no hubiera hecho el pacto con Artemisa que permitía a los Cazadores Oscuros ser libres.
Ninguno de ellos tendría una posibilidad de liberarse de su servicio. Su vida y alma habían sido sacrificadas por un bien mayor.
Un día, Danger podría ser libre otra vez.
Sin mí…
Eso era verdad. Para él no había ninguna salida. Ningún futuro que incluyera a Danger o cualquier mujer. No es que él quisiera a cualquier otra mujer. Ella era la única que alguna vez amaría. Lo sabía.
—No debería haber venido aquí para salvar a Kyros —dijo él en un tono ronco—. Kyros está tan bien como muerto y todo lo que he hecho es crear recuerdos que sólo pueden servir para sufrir en los siglos por venir.
Pero al menos ella no conocería el pesar. Ella no sentiría su dolor.
Él apretó su mano sobre el pelo de Danger.
—Seré capaz de verte, incluso hasta podría pasarte en la calle y tú nunca sabrás quién o qué soy. Seré un extraño.
Las lágrimas llenaron sus ojos oscuros.
—No quiero olvidarte, Alexion. Jamás.
—No tienes opción. Sabes demasiado sobre Acheron ahora. Él nunca te permitirá mantener tus recuerdos intactos.
La cólera brilló bajo sus lágrimas.
—No me interesa lo que él haga. No te olvidaré. De algún modo voy a recordarte, lo sé. No me importa lo poderoso que él sea, no me hará olvidarte.
Él deseaba poder creer eso, pero lo sabía bien.
—Tienes que dormir algo, Danger. Tenemos una larga noche por delante.
Ella asintió.
—¿Tú vas a dormir también?
—En un segundo. Descansa.
Ella lo soltó para echarse sobre la cama. Alexion se levantó y se vistió mientras pensamientos y pesares susurraban por él.
Apartándolos, fue a ver Xirena, quien estaba todavía dormida sobre el sofá.
Sus pies estaban apoyados sobre el respaldo mientras su cabeza colgaba del borde. Un brazo caía sobre su cabeza y yacía sobre el piso mientras el otro estaba cruzado sobre su pecho. Sonriendo ante la postura tan parecida a la de Simi, él agarró la manta de la butaca y la cubrió.
Su tiempo aquí en Mississippi definitivamente había sido su asignación más extraña.
Pero al menos el tiempo estaba de su lado. Stryker pensaría que él todavía tenía el alma dentro suyo y que eso lo incapacitaba.
Hasta el momento en que Stryker esperaba que el alma muriera, el Daimon debería dejarlos solos. Esto le daba unos días para entrar en contacto con otros Cazadores Oscuros, para sondearlos.
Él llamaría a los Cazadores Oscuros a una reunión en tres días y luego el destino de todos ellos todos sería decidido.
Sus pensamientos volvieron a Kyros y quiso maldecir en voz alta por la injusticia. Kyros estaba perdido para él.
Pero encontré a Danger.
Y al final, los perdería a ambos.
La vida, de verdad, apestaba.
—Vigila a Dangereuse.
Alexion se congeló mientras la suave, femenina voz susurraba en su cabeza. Si no la conociera mejor, juraría que era…
—¿Artemisa?
—El Daimon te quiere muerto. Si no puede tomarte, tomará a alguien más.
Alexion tragó ante su terrible tono.
—¿Por qué estás ayudándome, Artie? Sé que me odias.
—No soy Artemisa. Soy sólo una amiga que no quiere ver que Stryker hace daño a alguien más.
—¿Entonces cómo lo derroto?
—Para derrotar a los invencibles nunca puedes golpear en ellos. Siempre debes golpear en sus corazones.
—He intentado golpear en su corazón. Él es un poco veloz con sus pies. —La voz no dijo nada—. ¿Hola? —dijo Alexion, pero se había ido—. Genial —dijo él, apretando los dientes.
Stryker iba a hacer un movimiento contra Danger y el único modo de salvarla sería golpear a un dios que no tenía corazón de ninguna clase.
—Mierda, estamos jodidos.
À La frase tiene que ver con el juego de béisbol: Si un equipo está perdiendo por que no batearon un mísero hit puede hacer entrar a un bateador emergente / sustituto para batear, pero nuestros protagonistas no tienen a nadie a quien recurrir. (Gracias Nebe por la explicación)
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