martes, 21 de febrero de 2012

DMC cap 15


Kat intentó arrastrarse de debajo de Sin, pero él no le dejó hacerlo.
─Quédate debajo ─le gruñó al oído antes de rodar a un lado y levantarse para enfrentar a lo que fuera que lo había lanzado contra ella.
Probablemente debería hacerle caso…
Pero así no era ella. Así que se levantó, y entonces deseó, después de todo, haberlo escuchado.
Kessar estaba en la habitación con otros seis demonios. Sólo eso hizo que se le congelara la sangre. Y no eran las únicas malas noticias. Tenían a Zakar de nuevo encadenado, y lo peor era Kytara, que yacía muerta a unos pocos pies de ella.
Con los ojos nublados, Kat miró con horror el cuerpo sin vida de su amiga. Parecía como si literalmente hubieran intentado desgarrar a Kytara. La visión y el dolor hicieron enfermar su estómago. ¿Cómo podían haber hecho semejante cosa?
Sin estaba de pie, intentando luchar contra los demonios… “intentando” siendo la palabra clave. Era obvio que algo no iba bien con sus poderes.
Enfadada con lo que habían hecho, Kat intentó hacer saltar a Kessar y entonces se dio cuenta exactamente de lo que le había pasado a Sin. Ella tampoco tenía poderes. Algo los estaba bloqueando.
─Tiene la Tabla ─dijo Sin con los dientes apretados mientras lanzaba un demonio contra otro.
Bueno, eso lo explicaba, pero no ayudaba. La Tabla estaba absorbiendo sus poderes. Oh, fabuloso. No era de extrañar que los demonios hubiesen sido capaces de coger a Zakar y matar a Kytara.
Kessar se rió antes de dirigirse hacia Kat con intención asesina.
Para sorpresa suya, Sin se interpuso entre ellos. Kessar se lanzó contra Sin, que saltó hacia atrás y le dio un fuerte golpe en el pecho. No desconcertó a Kessar, que pateó a Sin con tanta fuerza, que lo levantó del suelo.
─¡Simi! ─gritó Kat con todas sus fuerzas. Ya era hora de parar esto.
Simi y Xirena aparecieron instantáneamente.
─¿Qué? ─preguntó Simi hasta que vio los demonios.
Ella y Xirena explotaron en su forma demonio. Kat se tropezó hacia atrás… era la primera vez que había visto la forma completa de Simi. Su piel era de un profundo rojo sangre con labios negros, cabello, alas y garras. Se enroscó alrededor del demonio más cercano y le rajó la garganta.
Kat desvió la mirada de la terrible visión.
Kessar apuntó la Tabla hacia Simi antes de hablar en Sumerio.
Xierna se rió.
─No somos dioses, tonto. Somos demonios, y eso no hace efecto en nosotras. ─voló hacia él.
Él la esquivó, agarró las cadenas que sujetaban a Zakar y se desvaneció con él.
─¡No! ─gritó Sin, intentando agarrarlos antes de que se desvanecieran, pero fue demasiado tarde.
Y no tenía poderes para seguirlos.
Kat sintió el dolor que vio en su cara cuando se giró para mirarla, mientras Simi y Xirena acababan con los demonios que estaban “comiendo”. Nunca había visto a un hombre con expresión tan desolada.
─Lo siento ─susurró ella.
No hubo nada de perdón en su expresión cuando se encaminó hacia ella. Sus ojos estaban llenos de completa agonía.
─Eso sigues diciendo.
─Pero soy sincera.
Él la barrió con una sonrisa sarcástica.
─La sinceridad no arregla nada, ¿no es cierto?
No, no lo hacía, y no devolvía a Kytara a la vida. ¿Cómo demonios habían conseguido matarla? No tenía sentido.
─¿Qué pasó?
Él dejó salir un cansado suspiro mientras se limpiaba la sangre de un corte sobre su ojo izquierdo.
─Cuando volví, Kessar tenía a Zakar encadenado y sujetaba la Tabla en su mano ─indicó a Kytara con un gesto─. Debió usar la tabla para dejarla sin poderes. Ya estaba muerta cuando llegué.
─¿Cómo obtuvo la Tabla?
─Maldito si lo sé. La tenía guardada en la caja fuerte de mi habitación.
Esto era horrible. Kat se cubrió los ojos mientras el dolor y la culpa se instalaban profundamente en su alma. Todo era culpa suya. Todo.
Si no fuera por ella, Sin todavía tendría sus poderes divinos y no habría peligro para el mundo.
Kytara seguiría viva…
¿Cómo podía empezar a rectificar esto? Todo se estaba desmoronando porque había tomado una decisión realmente mala hacía siglos. Su corazón se hundió en su estómago cuando intentó imaginarse el próximo ataque de los Dimme.
─Estamos perdidos, ¿verdad?
─Sí ─dijo él con la voz espesa─. Lo estamos. Si tienes algún último deseo que realizar antes de que llegue la aniquilación total, te aconsejo que empieces con él.
Todavía en su forma de demonio, Simi se acercó a ellos con un brillo extasiado en los ojos.
─¿Puedo comer a la diosa perra?
Kat suspiró resignada.
─Me temo que la única diosa perra que anda por aquí ahora mismo soy yo.
Simi negó con la cabeza.
─Akra—Kat no es una perra. Siempre eres buena con Simi.
─Pero no fui buena con Sin ─caminó despacio hacia él, queriendo que entendiese la profundidad de su pena y su culpa─. Sé que no me crees, pero siento mucho todo esto. Más que lo que nunca sabrás.
Su expresión era fría.
─Aprecio el pensamiento, pero en realidad no cambia nada, ¿verdad? ─se dirigió hacia Kytara y le cerró los ojos; luego la cubrió con una sábana─. Probablemente deberías llevar su cuerpo a casa, al Olimpo. Es lo mínimo que podemos hacer.
Kat estaba confundida.
─¿No tenemos que quemarla?
Él negó con la cabeza.
─No. Simplemente la mataron. No puedo ver marcas de mordiscos en ella. Supongo que no querían convertirla.
Kat no se podía imaginar eso, ya que Kessar y su grupo parecían tener la intención de convertir a toda la gente que pudieran. Seguramente una diosa del sueño habría sido una gran ventaja para ellos. Pero por otra parte, nada de lo que hacía el demonio tenía sentido.
¿Cómo se les había escapado esto de las manos?
Suspirando, frunció el ceño al ver a Simi y Xirena volviendo a sus formas más humanas.
─¿Por qué no llamaste a Simi y Xirena cuando los viste?
Él le lazó una mirada fría.
─Bueno, ya que aparecí aquí en medio de una lucha y estaba intentando salvar a mi hermano y esperaba que Kytara sólo estuviera herida, y no muerta, realmente no pensé en ellas. Siento haber estado tan ensimismado en mantenerme vivo que me olvidé de los demonios a la vuelta de la esquina.
Kat tuvo que morderse la lengua para no soltar una respuesta igualmente mordaz. Estaba dolorido y ella lo sabía. Esto no era fácil para ninguno de ellos, y más sarcasmo sólo conseguiría que se distanciara más de ella.
─¿Nuestros poderes se han ido definitivamente?
─No. No a menos que tengan un conducto ─le lanzó una significativa mirada sarcástica─ para dejarte sin ellos. Nuestros poderes volverán. Personalmente creo que el gilipollas simplemente está jugando con nosotros.
Kat no se creía eso.
─No, estaba verdaderamente asustado de Simi y Xirena.
─Eso es porque pueden arrancarle el corazón y, como hemos aprendido, son inmunes a la Tabla.
─Lo que nos da una ventaja.
─Mientras sean pocos, sí. Pero el minuto que abran el portal y dejen a todo el clan de demonios salir de fiesta, nuestros demonios están muertos.
Los ojos de Xirena se agrandaron.
─Um, no me gusta la muerte. La muerte es mala.
Simi asintió, estando de acuerdo.
─Akri estaría realmente triste si su Simi muriera. Simi tampoco estaría feliz con eso.
─Y tampoco lo estaría yo ─les aseguró Kat─. No os preocupéis. No dejaremos que os coman.
Sin plegó el sofá. Por su comportamiento, ella podía decir que estaba intentando pensar en una solución. Finalmente, él encontró su mirada.
─¿Alguna posibilidad de que tu abuela deje a más demonios fuera de su vista?
─No lo sé. Demasiados Carontes fuera de Kalosis sin Apollymi aquí para controlarlos, sería como dejar libres a muchos gallu. Creo que simplemente le estaríamos cambiando la cara a la aniquilación humana.
─Claro que sería así ─gruñó Sin─. Ahora tienen la Luna, tienen la Tabla que encontré para ellos, y no tenemos poderes mientras ellos los contengan. Si atacamos, nos dejarán sin ellos. Simplemente debería dispararme y terminar mi sufrimiento antes de que me conviertan en uno de ellos.
Kat puso los ojos en blanco ante su melodramática diatriba.
─Aún no te pongas en plan Sócrates. Esto no se termina hasta que suelten a los Dimme, ¿verdad?
Él bufó.
─Perdona si no me siendo realmente animado y optimista en este momento. Después de todo, la persona en la que creí poder confiar, es la que más me ha jodido.
Kat tuvo que apretar la mano para evitar abofetearlo. Su primer instinto era actuar ojo por ojo. Pero cuando abrió la boca para responderle, recordó las palabras de Acheron.
─Pero yo sé esto, Katra, la primera traición, incluso tan grave como fue, podría haber sido perdonada si tu madre sólo se hubiese disculpado y lo hubiese dicho. Si hubiese venido a mí y me prometiera que nunca me lastimaría otra vez, le hubiese entregado mi vida. En lugar de eso ella permitió que su orgullo se interpusiera en el camino. Estaba más enfocada en castigarme por la supuesta vergüenza que se había imaginado que sería, que en el futuro que podríamos haber tenido juntos.
Esas palabras sofocaron su lengua. No quería cometer el mismo error que su madre había cometido. Había sido injusta con Sin, y ambos lo sabían.
Aspirando profundamente para armarse de paciencia, se dio la vuelta hacia Simi.
─¿Simi? ─dijo en voz baja─. ¿Podrías por favor llevar el cuerpo de Kytara a casa, al Olimpo? Dásela a M’Adoc.
Simi asintió al acercarse para abrazarla.
─No estés tan triste, akra—Kat. Comeremos todos esos gallu demonios y haremos que todo esté bien. Ya verás.
Kat le sonrió a los dos demonios.
─Sé que lo haréis Simi. Gracias.
Cuando Simi se acercó para coger a Kytara, Xirena pareció un poco incómoda, como si no estuviera segura de lo que debería hacer.
─Esperaré en nuestra habitación. ─Xirena se desvaneció justo antes de que lo hiciera Simi.
Sin se dirigió al bar para servirse una bebida.
─Bien podrías unirte a ellas. No hay necesidad de que te quedes por aquí.
Kat lo siguió detrás de la barra.
─No te vas a librar de mí tan fácilmente.
Él golpeó el vaso en la barra con tanta fuerza que Kat se sorprendió de que no se rompiera.
─No me presiones, Kat. Mi enfado hacia ti sólo es sobrepasado por el deseo de matar a Kessar. Ya que no puedo ponerle las manos encima, puede que seas una valiosa sustituta ─llenó el vaso por completo.
─Y quiero que entiendas la profundidad de mi pesar sobre lo que os hice a ti y a tu familia. Si pudiera hacer penitencia para compensarte, lo haría. Desearía por todos los dioses que he conocido o de los que he oído hablar, que pudiese retroceder y devolverte tus poderes. Te los mereces. Pero no puedo hacer eso.
Él se dio la vuelta para marcharse.
Pero ella no estaba dispuesta a dejarlo irse tan fácilmente. Enfadada por su rechazo, lo agarró para darle la vuelta y lo besó.
─Te amo, Sin. Sólo quería que lo supieras.
Sin se quedó aturdido tanto por sus acciones como por su declaración. No se podía mover. Todo lo que podía ver era la mirada tierna en su rostro. La sinceridad. Pero aún con eso, escuchaba la risa de su mujer resonando en su cabeza. ─Eres incompetente como dios, como amante, y como hombre…
La única cosa en la que había sido bueno era en matar. Pero Kat lo hacía sentir como si tuviera más habilidades que esa. Lo hacía sentir como si importase. Como si tuviese valor.
Y eso rasgó su resistencia hacia ella.
Kat le posó su suave mano en la mejilla.
─Ganaremos y salvaremos a tu hermano. Te lo prometo. Nunca más te decepcionaré o te haré daño. Te lo juro por todo lo que soy y lo que espero ser. Puedes confiar en mí, Sin.
Él tragó cuando sus emociones lo ahogaron. Quería volverse y alejarse de ella, pero no podía. Era demasiado tarde para eso.
─No me decepciones, Kat. No creo que me pudiera recuperar si lo hicieras.
Los ojos de Kat se llenaron de lágrimas cuando escuchó esas palabras. No había dicho que la amaba, pero era un comienzo. No se había reído de ella ni la había echado de allí.
Le había dado la promesa de una relación. Una oportunidad de reconstruir la confianza que había sido rota. Ella no podía esperar nada más que eso.
─Tienes mi palabra, Sin.
Él inclinó la cabeza y le dio el mero roce de un beso. Aún así, a Kat le envió escalofríos por todo el cuerpo y le encendió la sangre.
Ella enterró la mano en su cabello y lo mantuvo cerca para poder frotar la mejilla contra la suya. La fragancia de su piel la hacía sentir caliente y temblorosa. Había pasado toda su vida queriendo este tipo de contacto. Él se sentía tan bien en sus brazos.
Ella no quería ser su madre. No quería echarlo de menos. Vivir su vida con un recuerdo de lo que habían tenido y saber que lo había perdido todo por estupidez.
Por primera vez en su vida, veía claramente la relación de Artemisa con su padre. Era una tragedia que no quería repetir.
Frotó un mechón de pelo de Sin entre sus dedos al darse cuenta de lo mucho que lo amaba. No sólo por su cuerpo, que era estupendo, sino por el hombre en su interior.
─Vamos a ganar.
─Casi puedo creerlo cuando dices eso.
Retrocediendo, ella sonrió.
─Así que, ¿qué tenemos que hacer?
Él aspiró profundamente antes de responder.
─Uno. No morir. Dos. No ser mordidos.
Ella realmente esperaba que hubiera más que eso.
─¿Y?
─Golpearles el trasero ─dijo simplemente.
─Buen plan. Algo vago en los detalles.
Él le lanzó una sonrisa maliciosa.
─¿De verdad?
Ella rió ante su pícaro comportamiento. Sería gracioso si sus vidas no pendieran de un hilo.
─He encontrado que las especificaciones no son necesariamente algo malo en momentos como éste. Los planes realmente pueden ser tus amigos.
─¿De verdad? He encontrado que un plan de juego normalmente estorba. Es mejor tomárselo con calma e improvisar.
Ella cogió su vaso y se lo bebió.
─¿Tomárselo con calma, eh? ¿Es lo que realmente vas a hacer?
Suspirando, él se separó de ella, y su cara se puso completamente seria.
─No. Tenemos una bomba de tiempo en nuestras manos y mucho que hacer. El primer paso…
─Coger a tu hermano.
Él negó con la cabeza.
─Primero tenemos que hacernos con la Tabla.
─¿Estás dispuesto a dejar a Zakar en sus manos?
Él hizo una mueca de dolor como si el mero pensamiento lo cortase.
─No es mi primera elección, pero ahora que saben que podemos llegar hasta él, lo estarán vigilando mucho más cerca que antes. Y si tienen la Tabla cuando vayamos a por él…
─Golpearán nuestros traseros.
─Exacto. Tenemos que recuperar la Tabla. La cuestión es cómo.
Kat consideró eso durante un minuto. No podían entrar precisamente como si tal cosa y exigirla. Ni siquiera sabían dónde estaba. Lo que necesitaban era a alguien de dentro.
─¿Kessar tiene algún punto débil? ─preguntó.
─Ninguno que yo sepa.
¿Por qué eso no la sorprendía? Simple. Si Sin hubiera sabido alguno antes, sin duda lo habría usado.
─ Bueno, puede que conozca a alguien que lo pueda averiguar. Quédate con esa idea.
Él la miró frunciendo el ceño.
─¿A dónde vas?
─A la Isla Desaparecida. Quédate aquí y descansa, que volveré enseguida.
Realmente pareció temeroso por ella.
─¿Estás segura de que no quieres que te acompañe?
─Sí. Necesito hacer esto sola.
─Ten cuidado.
Con un sentimiento cálido ante su preocupación, Kat asintió antes de intentar desvanecerse. No llegó lejos.
─Es la Tabla ─dijo Sin cuando ella soltó un gruñido de frustración. Todavía estás sin poderes.
Ella soltó un fiero gruñido.
─Esto es un pequeño inconveniente.
Sin se movió para colocarse detrás de ella. Kat cerró los ojos al sentir el calor de él radiando a través de ella. Había algo en él que nunca fallaba en calentarle el cuerpo. Su fragancia, su presencia, la llenaba de deseo y fuerza.
Sin le colocó las manos en las caderas y se inclinó para poder susurrarle al oído. Tan pronto como las melodiosas palabras Sumerias empezaron, ella sintió el poder radiando de las manos de él a su cuerpo. Le envió una cálida fisura por la espina dorsal hasta el cuero cabelludo, donde hormigueó.
─¿Qué estás haciendo, Sin?
─Te estoy prestando los poderes que tengo.
Sus palabras susurradas hicieron brotar lágrimas en los ojos de Kat y la ahogaron.
─¿Estás confiando en mí?
Tenía los labios tan cerca de su mejilla que le hacía cosquillas en su piel.
─Me pediste otra oportunidad. Estoy haciéndolo lo mejor posible para dártela.
No me falles.
Aunque no dijo esas palabras, ella las pudo sentir en su corazón.
─No te fallaré, Sin ─le susurró ella un instante antes de que la unión de sus debilitados poderes fuera suficiente para que se pudiera aparecer en la sala donde Simi había llevado a Kytara. Pero Simi debía haber vuelto a Las Vegas, ya que no se veía por ninguna parte.
Con sus emociones crudas todavía revueltas, Kat se detuvo en la esquina para darse un momento para recobrar la compostura. D'Alerian, M'Adoc y M'Ordant estaban de espaldas a ella. Desde ese ángulo, los dioses del sueño tenían apariencia casi idéntica. D'Alerian tenía largo cabello negro que le pasaba justo de los hombros. El cabello negro de M'Ordant era liso y le llegaba hasta el cuello, mientras que el de M'Adoc tenía la misma longitud, pero era ondulado. Los tres estaban vestidos de negro y hablaban en tono bajo.
M'Ordant levantó la mano y cubrió el cuerpo de Kytara con una ligera sábana de seda.
─Es inquietante imaginar un gallu con este tipo de poder. Pensé que habíamos visto lo último de esos bastardos hace siglos.
D'Alerian sacudió la cabeza.
─Sólo en el plano humano. Sus dioses fueron listos y los escondieron bien del resto de nosotros.
Kat carraspeó para hacerles saber que no estaban solos. Los tres se dieron la vuelta hacia ella con severos ceños que se diluyeron en cuanto se dieron cuenta de que era ella y no otro de los dioses.
Ella acortó la distancia que los separaba.
─Siento haber escuchado a hurtadillas.
M'Adoc no parecía muy indulgente ante sus acciones.
─¿Llevas mucho?
─No. Llegué en el comentario inquietante, y coincido con él.
A diferencia de M'Adoc, la expresión de D'Alerian era completamente estoica.
─Así que, ¿qué te trae por aquí, Katra? ¿Quiere Artemisa que atormentemos a alguien?
Esa era normalmente la razón por la que los molestaba.
─No. No esta vez. Necesito saber si alguno de vosotros ha estado alguna vez en sueños de un gallu. Más importante, ¿algún Dream Hunter ha estado en los de Kessar?
La cara de D'Alerian todavía no mostraba ninguna emoción.
─¿Por qué un Oneroi…
─No Oneroi ─dijo ella, interrumpiéndolo─. No estoy buscando a alguien que ayudase o curase a los gallu. Necesito un Skotos despiadado. Alguien que sepa a qué le tiene realmente miedo Kessar.
Intercambiaron miradas confundidas.
M'Adoc cruzó los brazos sobre el pecho.
─Sólo hay dos que encajen con eso. Solin o Xypher.
─Xypher ─dijeron los otros dos al unísono.
M'Ordant cruzó los brazos sobre el pecho.
─Aunque es despiadado, Solin está demasiado metido en mujeres y sexo. No incita miedo salvo para sacar a un Oneroi de un sueño.
D'Alerian estuvo de acuerdo.
─Xypher es el que transmite más miedo, y siempre lo ha hecho. Pero es un completo renegado que ni siquiera nosotros podemos controlar.
Xypher sonaba exactamente como lo que Kat necesitaba.
─Genial. ¿Dónde está?
─En el Tártaro ─dijo M'Adoc con frialdad─. Nos vimos obligados a matarlo y ahora está pasando la eternidad siendo castigado por sus crímenes.
Sí, esto se estaba poniendo cada vez mejor con cada minuto que pasaba.
─¿Lo matasteis?
M'Adoc asintió.
─Déjame reiterar la parte de que es un complete renegado. Es quien hizo a la gente tener miedo de irse a dormir. Pero si hay alguien que sepa una manera de asustar a un demonio, él es tu dios.
─Encantador. ─Kat puso todo el sarcasmo que pudo en esa simple palabra─. No puedo esperar a conocerlo. ¿Alguno de vosotros podría enviarme al sitio de Hades, por favor?
M'Adoc frunció el ceño.
─¿No puedes ir por ti misma?
─Estoy un poco baja de jugo en este momento, y apreciaría profundamente una pequeña mano.
D'Alerian chasqueó los dedos y un instante después Kat se encontró en uno de los últimos lugares donde quería estar. El inframundo. Era una realmente espeluznante. Del tipo que bajaba por tu espina dorsal como un cubito de hielo y te dejaba queriendo mirar por encima del hombro para ver lo que te estaba acechando para cenar. Había todo clase de seres indeseables que llamaban casa a este lugar.
Pero no todo era tan malo. Los Campos Elíseos eran realmente agradables. Eran el paraíso donde se enviaban las almas decentes para que vivieran en total felicidad por toda la eternidad. Si sólo Xypher estuviera allí. En vez de eso, estaba en el peor lugar de todos. El Tártaro. Era dónde se enviaba a los malvados para que fueran castigados. No había luz allí. Ni risas. Nada bonito o agradable.
Era oscuro y lleno de dolor. El área entera estaba llena de cavernas y celdas de contención, donde resonaban gritos de agonía, rogando clemencia. Los ocupantes raramente estaban en un estado que se les pudiera reconocer, incluso por sus propias madres, y las cavernas estaban dispuestas como un intricado laberinto.
Sin ayuda, Kat nunca sería capaz de encontrar a Xypher.
─¡Eris! ─gritó, convocando a la diosa de la discordia, su amiga menos preferida. La última vez que las dos habían estado juntas, habían acabado en una batalla de rayos que había terminado sólo cuando Zeus había intervenido y las había enviado a sus habitaciones durante toda una década.
Eris apareció ante ella con resentimiento. Vestida con un fino vestido negro, Eris estaba pálida como un fantasma. Su cabello negro estaba recogido en la coronilla, sus rizos caían en cascada hasta la cintura. Tan hermosa como Afrodita, Eris era la diosa más malvada.
─¿Llamaste, ama—perra?
Kat aspiró profundamente para evitar responder al insulto. Como diosa de la discordia, su naturaleza de Eris era siempre buscar pelea.
─Necesito encontrar un preso aquí, y tú eres la única que estoy segura me puede llevar directamente a él.
Ella arqueó una ceja.
─¿De verdad? ¿Qué te hace pensar eso?
Kat echó un vistazo alrededor del sombrío lugar.
─El hecho de que sé lo mucho que te encanta torturar gente. Cada vez que Ares está acostándose con alguien, sé que vienes aquí a jugar.
Elevando la barbilla de forma desafiante, Eris estrechó la mirada.
─¿Y quién te dijo eso? ¿Persephone?
─No importa quién me lo dijo. El hecho es que necesito tu ayuda.
─¿Y qué me darás por eso?
No te patearé el trasero. Si sólo pudiera decir eso en voz alta.
─Hmm… supongo que continuaré manteniendo el secreto de que fuiste tú la que le dijo a Zeus lo de la aventura de Hera con ese modelo de portadas de Nueva York el pasado otoño.
La cara de Eris se puso pálida mientras toda la satisfacción desaparecía de su rostro.
─¿Cómo sabes eso?
─Al contrario que tú, tengo amigos por todas partes a los que les encanta cotillear. Ahora, ¿vas a ayudarme?
A Eris se le ensancharon las ventanas de la nariz.
─Sabes…
Kat levantó la mano.
─Ni siquiera pierdas el tiempo amenazándome. Si haces algo para irritarme haré que te comas la manzana dorada que te encanta lanzar a la gente. Ahora muéstrame dónde está retenido el antiguo Skotos Xypher.
Un malicioso brillo se asomó en los ojos oscuros.
─Te gusta vivir peligrosamente, ¿verdad? Pero para ser justas, debo advertirte de que es un animal.
─Yupi… ahora llévame con él.
Eris sonrió con satisfacción antes de que se desvanecieran. Cuando Kat pudo volver a ver, estaba dentro de una pequeña caverna. No podía ver nada, pero podía escuchar el sonido constante de algo en movimiento. No estaba segura de lo que era exactamente.
Por lo menos no hasta que Eris chasqueó los dedos y apareció la luz.
Kat se encogió al ver un hombre en el suelo con la espalda entera llena de verdugones sangrando. El sonido que había escuchado era el de un látigo que blandía un esqueleto, que estaba por encima de él golpeándolo constantemente.
Gruñendo, él rodó dándose la vuelta y agarró el látigo, sólo para que se deshiciera en su mano. Otro apareció en la mano del esqueleto, que continuó con los latigazos.
Eris hizo un chasquido con los dientes.
─Aquí, pequeño Xypher… ¿quieres jugar con la prima Eris?
─Que te jodan, perra.
─Oooo ─dijo Eris, arrugando la nariz─, te sientes activo esta mañana, ¿eh? ¿Debería unirme a la diversión?
─Eris ─dijo Kat en voz baja─. Déjanos solos.
Eris la miró con un puchero que cualquier bebé mimado envidiaría antes de desvanecerse.
Kat dio un paso hacia delante mientras Xypher intentaba agarrar de nuevo el látigo, sólo para que volviera a pasar lo mismo. Ella podía ver y sentir la frustración de él, su dolor. Cada latigazo le cortaba el cuerpo. Pero no gritaba.
Cerrando los ojos, convocó todo lo que pudo de sus poderes. El sfora se calentó en su pecho cuando deseó que el esqueleto saliera de la cámara.
Para su sorpresa, funcionó.
Vestido sólo con unos pantalones negros de cuero, Xypher levantó la cabeza para mirar por encima de su hombro. Se dio la vuelta hacia ella para lanzarle una furiosa mirada. La mirada la laceró con su odio mientras se levantaba con lentitud.
─Adelante con ello, perra.
Su enfado la desconcertó.
─¿Adelante con qué?
─Con cualquier tortura que tengas planeada. Estoy listo.
Ella se sintió mal por él, por que no esperase nada más de una visita.
─No estoy aquí para castigarte.
─Seguro que no…
─De verdad. No lo estoy.
─¿Entonces para qué estás aquí? ¿Juegos y diversión?
─Información.
Él rió cruelmente.
─Ya que llevo siglos encerrado en este agujero, me cuesta mucho creerlo. Ni siquiera sé qué año es, así que, ¿qué información puedo tener que te pueda servir de algo?
─Me dijeron que eres un Skotos Phobotor. Necesito saber si alguna vez has estado en sueños de demonios.
Él dudó antes de responder.
─¿Qué pasa con eso?
─Necesito información sobre lo que asusta a uno de ellos.
Nada más decirlo, aparecieron dos esqueletos… ambos con látigos de púas.
Kat se encogió mientras Xypher retrocedía, mirando a los dos con recelo. Ella les diría que se fueran, pero aquí no tenía ninguna autoridad para darles órdenes, y el poco poder que tenía necesitaba conservarlo hasta que pasaran los efectos de la Tabla.
Cuando el primer esqueleto blandió el látigo, Xypher lo esquivó. Pero no le sirvió de nada. Salieron vides del techo de tierra para envolverle los brazos. Luchó lo mejor que pudo, pero al final, lo arrastraron hasta ponerlo derecho y lo sujetaron para la paliza.
Maldiciendo con frustración, Xypher apoyó la cabeza hacia atrás y se puso tenso un instante antes de que ambos lo golpearan con los látigos. Intentó darle patadas a los esqueletos, pero no le sirvió de nada.
Finalmente, levantó la cabeza para mirarla.
─Quieres mi ayuda. Sácame de aquí.
─No puedo hacer eso.
─Entonces no sé nada ─siseó cuando lo volvieron a golpear.
Kat se dio la vuelta, asqueada por lo que estaba sucediendo. Tenía razón, no lo podía dejar aquí así. Era cruel, más que cruel. No sabía lo que había hecho, pero seguramente no justificaba esta cantidad de abuso.
Muy bien, esperaría lo mejor y trataría de negociar.
─¿Hades?
El dios oscuro apareció ante ella. Alto y delgado, el dios era magnífico. Su cabello negro se rizaba de forma favorecedora alrededor de sus hombros mientras la miraba con un brillo divertido en los ojos.
─¿Tú otra vez? ¿No tienes nada mejor que hacer que irritar mi tolerancia?
Ella le frunció el ceño.
─No te he visto desde hace más de una década.
─¿De verdad? Parece como si fuera ayer. Oh bien ─se movió alrededor para mirar con una mueca a los esqueletos─. ¿Qué sois? ¿Niñas? Aprended a golpearlo como si os importase. Maldición, mi mujer puede golpearlo con más fuerza que esa.
Kat hizo una mueca de dolor cuando los esqueletos aumentaron la velocidad y el vigor.
─¿Podrías por favor parar con la paliza?
Hades se burló.
─Está siendo castigado. ¿Hola? Esto es el Tártaro, ¿recuerdas el propósito de esta parte del Inframundo? Realmente no somos cálidos y cariñosos por aquí.
─Y necesito un favor de él, que no hará mientras lo sigas golpeando.
Hades pareció todo menos contento.
─¿Qué favor puedes necesitar de algo como él?
─Información sobre un sueño.
Él descartó su petición.
─Obtenla de uno de los Oneroi.
─Lo intenté, pero me enviaron junto a Xypher. Me dijeron que era el único que me podía ayudar.
─Pobre de ti, entonces.
─No, Hades ─dijo ella severamente, queriendo que entendiese lo que estaba en juego─. Pobre de todos nosotros. Los demonios Sumerios gallu están liberándose y a punto de soltar a los Dimme. Ahora mismo no tenemos poder para detenerlos, y necesito a alguien que pueda meterse dentro de sus cabezas y me diga cómo pararlos.
Hades levantó la mano. Los esqueletos pararon de moverse.
─¿Sabes lo que pasó la última vez que los Dimme se liberaron?
─No, pero con lo que he visto de los gallu, puedo imaginarme que fue bastante duro.
─No tienes ni idea ─la dejó para acercarse a Xypher. La única forma de que alguien podía decir que estaba vivo además de por sus heridas, era por su respiración entrecortada─. ¿Sabes algo de los gallu?
Xypher no contestó.
Hades lo golpeó con fiereza en el costado.
─¡Hey! ─dijo Kat, reduciendo la distancia entre ellos─. Creo que ha tenido suficiente.
─No, no lo ha hecho.
Xypher escupió a Hades, pero el escupitajo no le llegó al dios. Se dio la vuelta y fue directo a Xypher.
Hades sonrió con satisfacción.
─Buen intento, idiota. ¿Crees que eres el primero que lo ha intentado? Ahora contesta mi pregunta.
Kat no podía creer la mirada enfadada en el rostro de Xypher. Prácticamente estaba pinchando a Hades.
─¿Por qué debería decirte mierda?
─Porque puedo hacer que tu estancia aquí sea peor de lo que ya es.
─Lo espero con ganas.
Hades se echó hacia atrás, pero Kat le agarró la mano.
─Por favor, Hades, ¿podemos intentarlo a mi manera?
─Eres una tonta, Katra. Sólo respeta la violencia. Por eso está aquí. ¿Sabes que le llevó a once Oneroi matarlo? Once, y apenas sobrevivieron.
─Sí ─susurró ella─, y el último Dream Hunter que envié tras los gallu fue asesinado por ellos.
Por su cara, pudo decir que no eran noticias nuevas para él.
─Kytara. Ahora está en los Campos Elíseos.
Kat al menos estaba agradecida por eso. No podía soportar pensar que Kytara fuese castigada de esta forma.
─Necesito alguien que se pueda meter en el sueño de los demonios y no sea asesinado por ellos.
Hades le lanzó una mirada furiosa a Xypher.
─Ya está muerto.
─Sí ─Kat rodeó a Hades para poder hablar directamente con Xypher─. Si te devolvemos la vida, ¿nos ayudarás?
─¡No! ─rugió Hades─. No permitiré que algo tan monstruoso como él camine de nuevo libremente.
─¿Qué hizo que fuese tan horrible?
─Torturó gente, Katra. Los volvió locos con pesadillas y no le importó a quién dañaba. No tiene conciencia ni moral.
─No quiero mi vida de vuelta ─gruñó Xypher, interrumpiéndolos─. Os la podéis meter por el culo.
Kat estaba desconcertada por su enfado.
─¿Entonces qué quieres?
─Mi libertad.
Hades resopló.
─¿Libertad para ti? Nunca.
─Hades, por favor ─suplicó Kat─. Sé que eres capaz de negociar. ¿Necesito meter a Persephone en esto?
Ante la mención de su mujer, Hades se puso tenso. Como Kat y Persephone eran amigas desde hacía tiempo, Seph siempre tomaba partido por Kat, lo que no era buen presagio para Hades.
Por suerte, sabía eso.
─Bien, ¿qué quieres?
Kat aspiró profundamente con alivio, ya que iba a ganar esto. Levantó la mirada hacia el Skotos. Estaba corriendo un riesgo, pero con algo de suerte, funcionaría.
─Xypher, si me ayudas, Hades te dejará libre y te hará humano ─siendo humano, siempre lo podrían matar si se volvía de nuevo malicioso.
Había duda en sus ojos, pero estaba mezclada con una pequeña cantidad de esperanza.
─¿Juras liberarme de aquí?
Ella asintió.
─Por el río Estigio.
─Entonces, trato hecho.
Sonriendo, Kat se giró hacia el dios.
─¿Hades?
Él dudó como si debatiese si debía o no aceptar. Cuando habló, su voz fue severa.
─Si te ayuda, le otorgaré la libertad. Pero sólo será humano durante un mes. Si al final del mes no se ha mostrado digno de la humanidad, volverá directo aquí.
Por la expresión de Xypher, era obvio que quería decirle a Hades dónde se podía meter su pacto. Pero al final, Xypher sabía que era lo mejor que podía esperar.
─Bien. Deja que me vaya y ayudaré.
Las vides lo soltaron tan repentinamente que cayó al suelo. Se levantó lentamente, sobrepasando a Kat. Incluso herido, era una visión formidable.
─¿Qué necesitas?
─Necesito saber dónde está la Tabla del Destino y necesito un punto débil del demonio Kessar… y lo necesito para ayer.
Xypher asintió antes de mirar a Hades.
─Necesito que se me devuelvan todos los poderes.
Hades curvó los labios.
─Estás muerto.
─Y necesito mis poderes de Oneroi si la voy a ayudar.
Hades estrechó los ojos.
─No pienses que puedes escapar de mí aunque los tengas. Hiciste un trato y estás atado por él.
─Y lo acataré.
Hades chasqueó los dedos.
El alivio pasó por la frente de Xypher antes de que se vistiera a sí mismo. Cuando su mirada encontró la de Kat, ella vio sinceridad y gratitud.
─Estaré en contacto ─se desvaneció.
Kat sonrió con satisfacción hasta que Hades sacudió la cabeza.
─Espero que sepas lo que estás haciendo.
─Creo que lo hago.
─No Kat, no lo haces. ¿Te molestaste en preguntarle a alguien porqué lo habían condenado a pena de muerte?
─Tú mismo lo dijiste. Era un Skotos que se negaba a ser controlado.
─Sí, lo era. También cazaba humanos y los aterrorizaba hasta que se volvían locos. No unas pocas personas, Kat. Estamos hablando de más de cien. Su última víctima se prendió fuego, intentando escapar de las pesadillas que Xypher había causado.
Kat se cubrió la boca mientras el horror la cubría.
─¿Por qué no me dijiste eso?
─Porque dijiste que sabías lo que estabas haciendo. Es bueno saber que mientes como todos los demás.
Eso le dolió en más niveles de los que quería admitir. No había tenido intención de mentir a nadie, y odiaba el hecho de que Hades supiera justo dónde atacar a alguien.
Pero no le dejaría saber que le había golpeado una fibra sensible.
─Gracias por tu ayuda, Hades.
Él inclinó la cabeza antes de dejarla sola con su propio miedo ante lo que había hecho. Intentando hacer que las cosas estuvieran mejor, tenía el mal presentimiento de que había soltado otra amenaza al mundo.
Al paso al que iba, ¿quién necesitaba temer a los gallu? Parecía que ella era la mayor amenaza para la humanidad.
Con la culpa revolviéndose, se fue para contarle a Sin las últimas buenas noticias.

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