Marguerite aprendió rápidamente que la vida como un Were-Tigre no era fácil. En primer lugar, su apetito se cuadriplicó casi instantáneamente. Y cuando registró la desierta cocina en busca de chocolate para comer, desde que su nuevo metabolismo quemaría montones de calorías, Wren la avisó de que estaba eternamente fuera de su menú. Aparentemente demasiado de eso podría matarla.
Al igual que el Tylenol.
El Tylenol le traía sin cuidado, pero el chocolate… ese fue un golpe duro. No más conejitos de Pascua para ella.
Pero las buenas noticias eran que su cuerpo rápidamente se aclimató a los cambios y en unas pocas horas ella pudo mantener su forma humana otra vez con facilidad.
Wren le explicó que durante el día ser humana no sería un problema para ella, desde que era su “forma base”. La de él era técnicamente la del tigard, lo cual explicaba por qué cada vez que dormía o se desmayaba él volvía a la forma del tigard.
Ella también aprendió que sería más fácil para ella transformarse en tigre por la noche. Ser un tigre durante el día sería un poco complicado ya que ella todavía se estaba acostumbrando a sus poderes.
Hasta que los dominase, durante la luna llena su forma humana probablemente cambiaría aun en contra de su voluntad. La atracción magnética de la luna llena haría estragos en sus poderes – de ahí venía el mito humano del Hombre Lobo.
Bajo la luz de una luna llena, todos los jóvenes Were Hunters estaban a merced de sus poderes. Ellos probablemente atacarían a un humano incauto, desde que el animal en ellos tendía a asumir el control de su raciocinio humano.
"Todo mito humano tiene alguna parte de realidad” le dijo Wren cuando le enseñaba cómo controlar su habilidad para cambiar.
El cambio de una forma para otra no era dolorosa. Era el mantener esa forma lo que suponía estrés mental y físico.
Pero cuando su cuerpo se aclimató, Marguerite comenzó a sentirse feroz. Intensa. Todo era más vívido ahora.
Su vista. Su audición. Los olores – otra cosa de la que podría haber pasado.
Al menos para ciertas cosas. Para otras, como la manera en la que Wren olía cuando estaba cerca, no era tan malo.
Ella apoyó su cabeza contra el cuello de Wren a fin de que ella pudiera inspirar el único perfume de él. Era más intoxicante un vino fino.
Y le hacía la boca agua.
Siempre tímida en la vida, ahora estaba poseída por alguna otra cosa. Algo fiero y descabellado. Ella era todavía la misma Marguerite, solo que ahora era mucho más consciente acerca de su lugar en el mundo.
Wren sonrió como ella amablemente acariciaba con la nariz su cuello. ¿"Sientes el tigre tirando de ti, verdad?
¿"El qué"?
" La bestia que comparte tu cuerpo. Es diferente siendo humano. Crepita dentro de ti como si fuese otra persona. Llamándote".
Ella asintió mientras gateaba en su regazo, luego lo empujó sobre la cama. Ella restregó su cara en contra de la de él, deleitándose con la sensación de sus ásperas mejillas raspando la suavidad de las suyas propias. Su cuerpo estaba ardiendo.
Y el animal dentro de ella le deseaba ardientemente con una necesidad nacida de la locura.
Ella clavó los ojos en su camisa, luego deseó que desapareciera.
Desapareció instantáneamente.
Era bueno ser un tigre mágico. Marguerite sonrió con satisfacción.
Al menos hasta que su propio top y sujetador desaparecieron.
¡"oye"!
"Se acabó el juego limpio " dijo Wren un instante antes de que todas las ropas de ella desaparecieran.
Por primera vez en su vida, ella no estaba cohibida. La bestia dentro de ella no sabía nada de modestia. Sólo sabía de deseo. De hambre.
Wren
Y quería probarlo.
Wren se recostó nuevamente y observó el fuego que ardía brillante en sus ojos marrón oscuro. Él ya estaba duro y ansiándola cuando ella acarició su pecho con su pelo. Rechinando los dientes, él tuvo que esforzarse para no asumir el control de eso.
Pero esto era parte de que llegase a ser ella misma. Ella necesitaba experimentar el nuevo aspecto de sí misma. Necesitaba llegar a un acuerdo con el hambre del alma de un tigre.
Tenderse allí mientras ella lo exploraba fue la cosa más difícil que alguna vez había tenido que hacer. Su cuerpo suave se frotaba tortuosamente en contra el de él. Cuando le mordió la oreja, el crujiente bello de entre sus muslos rozó contra su cadera, recordándole su propia hambre por ella.
Su deseo prendió fuego al suyo propio.
Wren rechifló como ella recorrió su oreja con la lengua. Su aliento en el cuello se abrasaba y causaba que corriesen escalofríos a lo largo de su cuerpo. Había algo dentro de él que se calmaba con su contacto y todavía ella le excitaba más de lo que ninguna cosa alguna vez lo había hecho.
Él corrió sus manos sobre a su suave espalda para capturar su culo en las manos. Ella gimió en su oreja antes de que ella se moviese a fin de montar a horcajadas su cuerpo. Wren se levantó para ahuecar su cara en las manos mientras él profundizaba más su beso.
Todo lo que él alguna vez había querido en su vida era algo a donde pertenecer, y con ella él encontró ese lugar especial. Era por eso que ella significaba tanto para él. Por qué nunca quería perderla. Ella lo era todo para él.
Y él no podría conservarla.
Era tan injusto y todavía él se negaba a dejarse pensar en ello. Por el momento, estaban juntos y eso era todo lo que era importante para él. Suspirando con satisfacción, él amablemente acarició con la nariz su mejilla.
Marguerite gruñó ante la vista de los músculos definidos de Wren tensándose cuando se contenía guardando el control y permitiéndole a ella salirse con la suya con él. ¿Qué era por esa bestia que hacía que todo su cuerpo ardiese en llamas?
Realmente, nadie debería ser tan irresistible. Su corazón golpeando, ella se apartó de sus labios y gruñó ferozmente. Su perfume y sabor corrían a través de ella, emborrachándola con necesidad. Ella tenía que tenerle ...
Incapaz de aguantar más ya, se empaló a sí misma en él.
Gruñeron al unísono.
Wren levantó sus caderas, enterrándose más en ella. Marguerite se mordió el labio en la satisfacción cuando notó el duro espesor de él dentro de su cuerpo. No había nada mejor que la sensación de él enterrado allí mientras hacían el amor furiosamente.
Su cuerpo vibró y ardió, exigiendo más y más de él. Mordiéndose el labio, ella vio como su placer estaba reflejado en los ojos de él. Oh, sí, esto era lo que ella había deseado ardientemente de él y ella no le cabía duda de que ningún hombre podría incluso ser capaz de hacerla sentir de esa manera otra vez.
Él era todo para ella.
Y ambas ella y el tigre tenían la intención de conservarle. Incapaz de soportarlo más, ella aceleró sus acometidas hasta que encontró la liberación que ella necesitaba.
Wren observó como Maggie se corría gritando su nombre. Sonriendo, él se dio vuelta con ella a fin de que él pudiera finalmente tomar el control de ese juego. Él se movió más rápido contra sus flexibles caderas, aumentando el placer de ella cuando sus uñas se clavaron en su espalda.
Y cuando él encontró su propio orgasmo, podría jurar que vio las estrellas.
Él se derrumbó encima de ella, su corazón golpeaba mientras sentía la más increíble dicha de su vida. No había nada sobre la tierra que pudiera igualarse al calor de ella tendida bajo él. De la sensación de su mano caliente en contra de su fría piel.
La bestia dentro de él podría devorarla. Ya estaba gruñendo y preparándose para probar otra vez su cuerpo.
Marguerite jugó con su pelo mientras el aliento de Wren cosquilleaba a través de su piel. Ella amaba la sensación de su peso sobre ella. De su cuerpo todavía unido al suyo. Era caliente y duro.
Y ella nunca quería volver a moverse.
Ella restregó sus pies sobre la partes de atrás de sus piernas, deleitándose en sentir todos sus finos músculos. Ella podía sentir que su hambre por él comenzaba a elevarse otra vez profundamente en su interior a ella estar. Ahora ella finalmente entendía cómo Wren podía hacerle el amor durante horas.
Era intrínseco.
Una risa profunda salió de su garganta cuando lo notó poniéndose duro dentro de ella. Mordiéndose el labio, se movió contra él, lento y fácil, saboreando toda la anchura y longitud de él.
Wren se levantó sobre sus brazos para mirarla fijamente mientras ella continuaba controlando el juego.
" Creo que mi pequeña tigresa todavía tiene hambre.
Ella gimió como él se metió a sí mismo a la fuerza en ella profundo y duro.
Y ella todavía quería más. Ahuecando su trasero, ella lo urgió a ir más rápido y levantó sus caderas para aspirarle aun más profundo. Todavía no era suficiente.
Como si pudiese sentir eso, Wren se apartó. Marguerite lloriqueó hasta que él la volvió sobre sus rodillas. Él tomó sus manos y las apretó contra en el cabecero mientras le separaba los muslos con los de él.
"Confía en mí, Maggie," respiró en su oreja un momento antes de que estuviese dentro de ella otra vez.
Ella se quedó sin aliento ante la profundidad de su penetración. Sus senos temblaban cuando él empujaba contra ella. Usando el cabecero de asidero, ella le encontró golpe a golpe. Él ahuecó sus senos un instante antes de que enterrase sus labios contra la nuca de su cuello.
Marguerite gimió ante lo caliente de sus labios, la sensación de su mano ahuecando su pecho mientras él le bajaba la otra a por su estómago hasta su húmeda hendidura. Su respiración se cortó cuando él jugueteó con ella al mismo tiempo que empujaba. Ella nunca había sentido nada más increíble que él dentro y alrededor de ella. Era como si ella fuese consumida por él.
Y cuando llegó otra vez fue tan intenso y devastador que ella literalmente gritó.
Wren se rió con satisfacción hasta que propio orgasmo lo reclamó. Él se sepultó profundamente en su interior mientras su cuerpo entero vibraba. Nunca había sentido nada como eso. Su corazón latiendo deprisa, sus poderes crepitando, él se abrazó alrededor de ella y la jaló de regreso a la cama a fin de que ella yaciese sobre su pecho, completamente expuesta.
Marguerite dejó escapar un harapiento pero satisfecho suspiro mientras Wren acariciaba sus senos mientras ella yacía encima de él. Ella estaba tan saciada que se sentía como un gatito bien alimentado listo para una larga siesta.
Wren se enganchó sus tobillos con los de ella y abrió sus piernas de para en par.
"No creo que pueda tener nunca suficiente de ti, Maggie," susurró él cuando lentamente comenzaba a juguetear con ella otra vez.
Ella tembló ante la sensación de sus largos y delgados dedos acariciando sus pliegues. De ellos explorando profundamente de su cuerpo, encendiendo todavía fuego dentro de ella. Ella bajó sus manos para cubrirlas las de él mientras le daba todavía más placer.
¿"Qué tiene de agradable el estar emparejado"? preguntó ella, preguntándose si podría ponerse ser mejor que eso.
" Para la hembra, el cielo. Para un macho, es una mierda".
Ella frunció el ceño ante su tono, casi fiero. ¿"Cómo así"?
"Una vez que nuestra clase forma una pareja, realmente es hasta que la muerte nos separe. No hay libertad para ninguno de los dos mientras ambos compañeros vivan".
Ella empezó a corregirle acerca de lo "nuestro" hasta que se dio cuenta de que ella era ahora de su clase.
Ella ya no era completamente humana.
¿"Es tan malo"?
"No si ambos son leales el uno para el otro. El trabajo del macho es proteger a la hembra. Para mantenerla a ella y a sus hijos a salvo. Siempre que ella viva, él nunca más podrá tocar sexualmente a otra mujer. Esencialmente, nos volvemos impotentes alrededor de alguien excepto nuestros compañeros".
Ahora ella entendió la cólera de su padre. ¿"Tu padre ni siquiera puede tomar a una amante"?
" No. Ningún varón puede. Pero las hembras tienen libertad de compartir sus cuerpos con quienes ellas elijan. Solo que no pueden reproducirse con alguien que no sea su compañero".
"Eso no parece justo”.
" No lo es. Fue una de las maldiciones que los tres Destinos lanzaron a mi gente cuando fuimos creados ".
Ella siseó mientras él continuaba acariciándola y movió sus caderas en contra de su mano.
A todo esto, lo que él describía no sonaba tan mal. ¿"Así que, si uno de los compañeros muere, el otro es libre?
"Sí, a menos que hayamos combinado nuestras fuerzas vitales. Entonces si uno muere, ambos mueren".
Ella cerró sus ojos y sonrió. "Eso suena romántico".
Él acarició su pelo con su cara mientras continuaba acariciándola.
" En cierto modo lo es. Es el último sacrificio entre dos seres que nunca quieren vivir separados. Dicen que ni siquiera los Destinos pueden romper tal unión. Si uno de los amantes es reencarnado, entonces los Destinos deben reencarnar el otro a fin de que pueden estar juntos otra vez en sus nuevas vidas".
Ella abrió sus ojos cuando Wren se apartó de ella. Él la deslizó completamente de él, encima de la cama. Ella le miró ceñuda hasta que él se movió sobre la cama hasta quedar tendido entre sus muslos abiertos.
"Eres tan hermosa," dijo él con la voz ronca, sus ojos ardiendo en los de ella.
Marguerite quería decirle cuánto ella lo amaba, pero le daba miedo. Ella no estaba ni siquiera segura de por qué. Pero algo dentro de ella temía que si se lo decía, arruinaría ese momento y ella no quería que eso acabase.
Wren tomó sus manos en las de él y las dirigió al centro de su cuerpo.
"Ábrete tu misma para mí, Maggie," dijo él, su voz ronca. "Quiero verte tocándote tu misma mientras te saboreo.
Ella tembló ante sus palabras cuando accedió a complacerle. En el mismo momento en que lo hizo, él sumergió su cabeza y la hizo pasar a su boca. Marguerite lloriqueó de placer mientras su lengua la atormentaba con el éxtasis más dulce que ella había conocido alguna vez.
¿Cómo podía ningún hombre sentir de esa manera?
Y en ese momento, ella se dio cuenta de algo.
Ella quería estar emparejada con él. Para siempre.
¿Estás loca?
Pero su corazón no escuchaba a su cerebro. Pues, los corazones eran rara vez racionales. Todo lo que sabía era lo que sentía. Ella amaba a ese hombre con una profundidad de emoción que ella nunca había conocido antes.
¿Cómo no podría?
Él le había dado a ella más que cualquier otro que alguna vez hubiese conocido. Él la escuchaba. Él cuidaba de ella.
Ella realmente lo había domesticado. Al menos en cierta forma. Cuando se habían conocido, él nunca había sabido lo que era tocar a una mujer. Él había sido salvaje y fiero.
Ahora él era tierno con ella. Él cuidó de ella.
Y ahora ella quería cuidar de él.
Marguerite echó la cabeza hacia atrás cuando volvió a correrse. Ella se estremeció por la intensidad de su placer mezclado con sus volátiles emociones.
Él nunca podría ser suyo… No, Wren Tigarian nunca podría pertenecer a Marguerite D'Aubert Goudeau. En su mundo de sangre azul y conformidad de plástico, él siempre sobresaldría.
Pero ella ya no era Marguerite D'Aubert Goudeau, al menos no completamente.
Ella era Maggie Goudeau.
Humana.
Tigresa.
Y quería a Wren Tigarian como suyo. Solo tenía que convencer a los muy tercos Tres Destinos que ella era una bestia a tener en cuenta. Una que estaba más que dispuesta a pelear por ese hombre.
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