domingo, 19 de febrero de 2012

LFB cap 6

ESPERETTA D. 1476

Confuso, bajó la mirada a sus manos, solo que no eran las suyas. Eran femeninas y estaban llenas de arañazos y heridas de cavar. Eran las de Esperetta.
Todavía tosiendo, intentó liberarse de la tumba, pero el peso de su vestido tiraba de él hacia el ataúd. Temiendo caer, lo golpeó con los pies, rompiendo el dobladillo y usó sus brazos temblorosos para tratar de salir de la tumba.
Y cuando se tendió sobre el suelo, intentado quitarse el sabor a suciedad de su boca, sus pensamientos giraron.
¿Qué había sucedido?
            Estaremos juntos, Esperetta. Confía en mí. Cuando despiertes, estaré a tu lado. Nos iremos a París, solo los dos, y comenzaremos nuestras vidas. Nadie sabrá quienes somos.
            Solo que no estaban juntos. No había rastro de Velkan ahora. El pánico se adueñó de Esperetta cuando miró hacia el frío, desolador cementerio. ¿Dónde podría estar él?
            Una ola de terror pasó a través de ella cuando temió por él. Seguramente no estaba muerto. No su Velkan. Él había sido siempre tan fuerte. Tan fiero.
            “Por favor”, ella se limpió las lágrimas que caían de sus ojos. Tenía que encontrarle. La última cosa que ella quería era vivir sin él. Él lo significaba todo para ella.
            Insegura de a donde ir, se dirigió a través de la fría oscuridad hacia las luces del pueblo, desesperada por él. No fue hasta que ella hubo alcanzado la calle que se dio cuenta que no estaba lejos de la casa de su padre.
            ¿Por qué estaba allí? Ella había tomado su pócima muy lejos de ese lugar.
            Con Velkan.
            Sin ningún lugar a donde ir, ella se dirigió hacia el palacio de su padre. Pero nunca alcanzó las puertas. Antes de que pudiese hacer más que deslizarse en el puente, oyó el sonido del entrechocar de las espadas.
            Y entonces oyó el grito de su padre.
            Sin un pensamiento claro, corrió hacia el sonido solo para resbalar cuando vió a su padre tendido muerto a los pies de Velkan. Su boca dejó escapar un ahogado grito cuando vió a su marido patear el cuerpo de su padre y maldecirle. Pero eso no fue lo peor. Lo peor vino del único movimiento de la espada que separó la cabeza de su padre de su cuerpo.
            La fría satisfacción sobre la cara de  Velkan le quemó los ojos mientras agarraba la cabeza de su padre por el pelo y la tiraba sobre el suelo. “Muerte a la casa de Dracul. Pues toda ella se quemará en el infierno.” Esas palabras resonaron en su cabeza.
            ¡Velkan era un monstruo!
            Esta vez su grito salió desde lo profundo de su alma.          
            Velkan se movió de un tirón cuando ese grito resonó a través de su memoria. Él intentó liberarse del apretón de Raluca, pero ella se negaba a dejarlo ir.
            “¡Suficiente!”rugió él.”No quiero ver nada más”
            Ella finalmente lo soltó.
            La respiración de Velkan era trabajosa cuando se quedó mirando al Were-Hunter. “¿Cómo puedes hacer eso?”
            Ella cruzó los brazos sobre su pecho. “Mi padre era un Dream-Hunter. Yo heredé algunas de sus habilidades, tales como manipular la realidad de modo que tú pudieses experimentar esa noche como Esperetta.”
            “¿Por qué harías eso?
            “Por que yo perdí a mi compañero por el odio de una Orden que nunca debería haber existido. No hay nada que yo pueda hacer por ello, pero vosotros dos os habéis perdido el uno al otro por que ambos sois demasiado orgullosos y obstinados para admitir que os habéis equivocado.
            “¿Cómo podría incluso cree—”
            “¡Velkan!” lo reprendió Raluca en un tono que él jamás había oído antes cuando ella le llamaba por su nombre. “Has visto esa noche a través de sus ojos. No fue culpa suya. Tú le ocultaste la verdad de su padre. Nunca ni una sola vez le dejaste saber cual loco mortal era Vlad. Nunca lo hiciste. Para ella, él era un decente y cariñoso padre. Ella nunca vió su brutalidad. Pero tú… tú la viste a ella. La noche en la que la conociste, decapitaste un hombre frente a ella. Ella solo era una jovencita que había sido secuestrada en un convento. ¿Puedes imaginarte el horror de eso?”
            Él apartó la mirada cuando recordó cuan asustada había estado Esperetta. Todo el cuerpo de ella había temblado en sus brazos durante todo el camino a casa y ella había estado atormentada por pesadillas durante meses sin final. Él la había mantenido a ella en la ignorancia y le había jurado que nunca permitiría que nadie la lastimase otra vez.
            Hasta que su padre la había matado.
            Pero eso no cambiaba nada. Esperetta no lo había amado y él  nunca volvería a exponerse a sí mismo a ese tipo de dolor otra vez. “Pides más de lo que puedo dar”
            “Muy bien, pero sabed esto. La princesa no se ha separado de tu lado desde que te trajeron aquí. Ella podría haber intentado escaparse de nosotros, pero no lo ha hecho. Ella ha estado cuidándote igual que una leona vigila su orgullo. Y durante quinientos años y he sacrificado a mi hija y su felicidad para cuidar de Esperetta para ti. Ya me he cansado. Si la princesa se va, se irá sola.
            “Te lo prohíbo.”
            “Yo soy vuestra sirvienta, mi Señor. Mi hija no lo es. Si quieres que la princesa esté vigilada, entonces os sugiero que lo hagáis vos mismo.”

            Velkan jadeó ante sus palabras. Ella nunca le había hablado de esa manera. Ni una sola vez. “No hablas en serio”
            “Oh, pero lo hago. Francesca no ha tenido ningún joven y yo quiero nietos. Es hora de que sea libre para encontrar su compañero. Vos echasteis fuera a la vuestra por elección. Francesca debería al menos tener la oportunidad de ser tan estúpida, ¿no?
            Él honestamente no tenía respuesta para eso. ¿Qué podía decir? Era un tonto. ¿Pero como podía dejar a un lado los siglos?
            ¿Cómo no podrías?
            “Tiéndete allí, Príncipe, solo en tu cama. Yo voy a conseguir un vuelo para la princesa. Ella ya es adulta. Dejaremos que encuentre su propio camino en el mundo” y con esto Raluca lo dejó solo.
            “Buen intento,” dijo él repentinamente en voz baja, pero aún cuando las palabras le dejaron, él lo sabía. No permitiría a Esperetta irse de allí. No mientras la Orden estuviese ahí fuera. Ella no era lo bastante fuerte para protegerse de ellos.
            Ellos eran un puñado astuto.
            Él iría simplemente hacia ella y…
            Le pediría que se quedara.
            Él resopló ante la voz en su cabeza. Él nunca había rogado por nada—ni siquiera por piedad mientras el padre de ella lo había torturado. Le ordenaría que se quedase. Y ella… seguramente se reiría en su cara.
            Tienes que pedírselo.
            “Entonces ella puede irse.” Pero él lo sabía. De hecho, el estaba ya bajando de su cama. Con las emociones desbocadas, se puso rápidamente un par de pantalones y una camiseta que había perdido algunos botones.
            Cuando se detuvo ante la puerta, esta se abrió de golpe y casi lo golpea. Horrorizado, él vio como Andrei y Viktor entraban con un enorme baúl entre ellos. Esperetta los siguió a la habitación.
            Él se quedó atónito cuando ellos colocaron el baúl a los pies de su cama. “¿Qué es esto?”
            El hombre no respondió. De hecho se negó a encontrar su mirada cuando se apresuraron a dejar su habitación.
            “Hay otro baúl que también necesita ser trasladado.” Les dijo Esperetta.
            Victor se encogió cuando miró a Velkan, entonces asintió. “Sí, Princesa.”
            “¿Qué baúl? Preguntó Velkan, acercándose a su esposa.
            “Mi baúl. Me estoy mudando.”
            “¿A dónde?”
            “A mi habitación. Aquí”
            Completamente atónito y pasmado, abrió y cerró la boca, incapaz de hablar.
            Esperetta camino hacia él y colocó su dedo sobre su barbilla antes de cerrarle la boca. “Sé que no confías en mí, pero a la mierda.”
            Él habría jadeado otra vez debido a su blasfemia si su mano no lo hubiese prevenido.
            “Esta es mi casa y tú eres mi marido. Cometí un error y por eso lo siento, pero no voy a pasar por una idiota.”
            Él se alejó de ella. “Los Dark-Hunters no están casados”.
            Bueno entonces, alguien debería habérselo dicho a Artemisa antes de que ella hiciese un trato contigo y como consecuencia me devolviese a la vida, ¿huh? Tú fuiste creado como un Dark-Hunter casado. Difícilmente creo que ellos vayan a quejarse ahora.”
            Ella tenía un punto respecto a eso.
            “Pero—”
            Ella silenció sus palabras con un beso.
            Velkan gruñó cuando ella exploró cada pulgada de su boca y enterró una mano en su pelo. “Esperetta—”
            “No”, dijo ella, aferrando su apretón en su pelo. “No quiero oír protestas viniendo de ti.”
            Él sonrió ante eso. “No estaba protestando. Solo quería decir bienvenida a casa”
            Retta se quedó sin respiración ante sus inesperadas palabras. “¿De verdad?”
            Él asintió, pero incluso así ella podía decir que él no creía verdaderamente en ella. Pero al menos él le estaba permitiendo quedarse. Eso era un comienzo, y era uno que le daba esperanza.
            La puerta se abrió otra vez cuando Viktor y Andrei entraron con el siguiente baúl. Ellos se detuvieron en la puerta.
            “¿Deberíamos volver más tarde?” sugirió Andrei.
            “Sí,” dijo Velkan, con voz densa.” Y tomaos vuestro tiempo”
            Los hombres dieron media vuelta.
            Retta se rió hasta que Velkan la besó otra vez. Yeah, eso era lo que ella necesitaba, al menos hasta que él se echó atrás y miró hacia el baúl. “Tú no llegaste aquí con baúles.”
            Ella se mordió el labio avergonzada. “Es simbólico,” confesó ella. “La verdad es que están vacíos.” Entonces ella frunció el ceño al darse cuenta de que él estaba vestido. “¿A dónde ibas?”
            “A ningún lado”
            Ella arqueó una ceja ante eso cuando la suspicacia pasó repentinamente a través de ella. “¿No?”
            Ella lo vio vacilar antes de hablar en una profunda voz cargada de emoción. “Iba a buscarte y pedirte que te quedaras”
            “¿De verdad?”
            El asintió. “No quiero que te vayas, Esperetta”
            “¿Estás dispuesto entonces a confiar en mí?”
            Él le contestó evasivo. “Bueno…”
            “¡Velkan!”
            Él besó sus labios, derritiendo su enfado. “Confiaré en tí, pero solo si me juras que nunca te irás de aquí otra vez”
            Ella envolvió sus brazos alrededor de sus hombros y encontró satisfecha mirada oscura. “Solo me iré si tú vienes conmigo. Prometido.” Entonces ella frotó la punta de su nariz con la de él antes de encontrar sus labios y sellas esa promesa con un abrasador beso.

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