viernes, 6 de enero de 2012

BRM cap 16

Cada día parecía eterno mientras Fang entrenaba para luchar contra demonios en forma humana y maldecía a los Daimons que continuaban viviendo. Al menos Aimee era capaz de instruirlo rápidamente acerca de lo que estaba pasando afuera en el mundo real, pero estaba cansado de estar atrapado aquí. Estaba cansado del hedor a demonio.
Sobre todo, estaba cansado de estar solo. Aimee era el único contacto que tenía con el mundo que había dejado atrás. Ésa era la parte más difícil. ¿Por qué Vane no habría hablado con él? ¿Era Fury mucho mejor hermano que él que Vane ya ni siquiera lo recordaba?
Era un pensamiento estúpido. Lo sabía y sin embargo persistía. Probablemente porque se sentía traicionado y abandonado por su hermano. ¿Cómo pudo Vane simplemente descartarlo como a un sueño y no escucharlo?
¿Cómo pudo no ayudarlo cuando más lo necesitaba?
—Hey, lobo… aquí hay algo que creo que necesitas ver.
Fang se detuvo mientras Thorn ingresaba en la habitación donde había estado entrenado. Tomó el bastón de la mano de Fang mientras las imágenes comenzaron a parpadear en las paredes a su alrededor.
Inseguro acerca de qué esperar, Fang observó como las imágenes se volvían nítidas y vio a Aimee Peltier en un club que estaba en construcción. Había escaleras y cubos de pintura por doquier, así como también serruchos y herramientas. Pero lo peculiar era el hecho de que se encontraba rodeada de demonios Caronte mientras el más pequeño de sus hermanos, Kyle, estaba a su lado.
Un alto Caronte de cabello oscuro con piel azul moteada sacudió la cabeza mientras el sonido los alcanzaba.
—Aquí no hay ninguno de nosotros lo suficientemente tonto para hacer eso.
Aimee lo deslumbró con una dulce sonrisa.
—Vamos, Xedrix… ¿seguramente alguien se debe sentir nostálgico?
Él resopló.
—¿Has conocido realmente alguna vez a la Destructora? —Su tono era acerbo y frío—. Sabes, hubo una época, admito que fue antes de que se registrara la historia, pero hubo un tiempo durante el cual fue como una segunda madre para mí. Pero entonces los humanos tuvieron que masacrar a su único hijo y desde el día en que fue resucitado y fue enviada de vuelta a su agujero, ha estado un poquito gruñona y he tenido que sufrir un perpetuo SPM  durante once mil años. No te ofendas, pero no hay suficiente cerveza, carne o beignets en el mundo que me hagan volver allí.
Los demonios alrededor de él lanzaron vítores de conformidad.
Aimee suspiró.
—Tengo que entrar a Kalosis.
Xedrix le soltó una apática mueca desdeñosa.
—Ve a comer un Daimon.
Kyle rió.
—Eso no la enganchará desde que tienden a convertirse en polvo cuando mueren y la tortura tampoco funciona. Lo intentamos esa última noche. Los pequeños mocosos son altamente poco cooperativos.
—Y nosotros también.
Xendrix tomó un martillo para así poder regresar al trabajo.
Aimee le lanzó una mirada enfurruñada a Kyle que hizo a Fang querer abrazarla.
Kyle hizo una mueca, entonces se colocó frente a los demonios para cortar su camino.
—Xed, vamos. He hecho mucho por vosotros, chicos. ¿No podríais ayudar a un hermano? Un demonio que nos lleve y nos saque de allí. Nadie tiene que saberlo.
Xedrix lanzó el martillo de vuelta a la caja de herramientas. Miró hacia Aimee.
—¿Por qué es tan importante para ti?
—Fang me salvó la vida. Quiero regresarle el favor.
Xedrix se mofó.
—Chorradas. La gente, y especialmente los Were-Hunters, no son así de altruistas. Créeme. He estado alrededor suyo desde el amanecer de los tiempos. Vosotros, pequeños bastardos, sois egoístas hasta el final. Dame una razón para ser suicida.
Aimee le echó un vistazo avergonzado a Kyle antes de responder.
—Él es importante para mí.
—Y las partes de mi cuerpo son extremadamente importantes para mí.
Thorn se volvió para mirar a Fang mientras las imágenes destellaban a su alrededor.
—Tu osita piensa espantosamente mucho en ti, ¿no es así?
Fang no respondió. Estaba muy sorprendido por lo que ella estaba tratando de hacer en su nombre.
—Por favor, Xedrix —Aimee suplicó—. He perdido a suficientes personas que me han importado en mi vida. No quiero perder a otra. Fang es un buen lobo y no puedo dejarlo como está. Sólo tenemos que asesinar un Daimon más para liberarlo. Por una vez puedo salvar a alguien que me importa. No podría vivir conmigo misma sabiendo que fallé estando así de cerca de la meta.
Una hembra demonio dio un paso adelante y le dirigió a Xedrix una mirada de reproche.
—Mira a la pobre osa. Lo ama… ¿cómo puedes decir que no a eso? —La demonio sacudió la cabeza, luego miró a Aimee—. Yo te llevaré.
Xedrix levantó la mano.
—No, no lo harás. No os arriesgaré a ninguno de vosotros. Tenéis vuestra libertad, así que disfrutadla. Apollymi será clemente por mi deserción, lo que sólo significa que me asesinará rápido en vez de torturarme primero —suspiró pesadamente—. Yo los llevaré.
Los demonios hicieron ruidos de protesta.
—Eres nuestro líder —soltó uno de los hombres.
—Sí, cara de culo, ese soy yo.
Xedrix tomó la toalla que estaba sobre su hombro y se la dio al macho que había hablado.
—Disfrutad del bar, tíos. Recordad lo que dijo Kyle. Sólo comeos a los turistas. Nadie los echará de menos.
Se transformó en su verdadera forma de demonio, completo con sus cuernos y alas negras. Sus ropas se desintegraron en un taparrabos.
Encontró la mirada de Aimee y sus ojos brillaron con un amarillo siniestro.
—Sígueme.
Aimee tiró de él hasta detenerlo.
—Gracias, Xedrix. De verdad lo aprecio.
—De verdad me gustaría poder decir lo mismo. Malditos osos, haciendo asesinar a los demonios. ¿Qué les he hecho?
Kyle dejó escapar una risa algo nerviosa.
—Bueno, trataste de comerme.
Xendrix se mofó.
—Hombre, Kyle. Sólo fue un pequeño mordisco.
—Y se infectó. Ese mordisco dolió durante un mes.
Aimee se rió.
—Agradece que no se convirtió en rabia o algo peor.
Xedrix arqueó una ceja ante el comentario.
—Sabes, osa, podrías esperar por los insultos hasta después de que te lleve y te traiga. No es muy tarde aún para que mi sentido común prevalezca.
Aimee desechó su comentario.
—El sentido común está seriamente sobreestimado. Eres un demonio. Pensé que vuestro lema era “Estropea hasta ser vencedor.”
—No, nuestro lema es “Todo sabe mejor con salsa picante”.
—Entonces menos mal que escapasteis hacia el país Cajun en donde tenemos salsa picante en cada esquina.
Xedrix exhibió una sonrisa colmilluda.
—Créeme, la belleza de eso no se nos ha escapado —sus facciones se volvieron serias, los llevó hacia el callejón detrás del club y alzó el brazo—. De verdad, espero que Apollymi esté durmiendo ahora mismo… —los atravesó con una mirada amenazante—. Protegeos los ojos.
Lo hicieron y un instante después una luz blanca brillante inundó el callejón.
Aimee hizo una mueca de dolor. Incluso con los ojos protegidos, era terrible y cegador. Finalmente, la luz se desvaneció. Bajó la mano para ver un círculo negro cerniéndose sobre el callejón.
Xedrix sonrió malignamente.
—Bienvenidos al infierno bolt-hole . Lo único bueno es que no saltaremos en el hall central de los Daimons a los pies de Stryker. Los Caronte tenemos una entrada aparte —les dio una mirada dura—. Escúchadme y hacen lo que os diga o en verdad apestará ser vosotros. Entraremos al dominio Caronte y suelen estar hambrientos.
Aimee asintió.
—Estamos justo detrás de ti.
—La alegría de mi vida —dijo, con su tono destilando sarcasmo.
Xedrix entró en primer lugar, lentamente. Los guió hasta un sombrío callejón. Alzando el brazo, manifestó una antorcha mientras continuaba pasando las puertas donde pudieron oír el sonido de los demonios hablando.
—¿Cómo se veía ese Daimon?
Kyle respondió antes de que ella tuviera oportunidad de hablar.
—Es alto y rubio.
Xedrix lo miró con fastidio.
—Bueno, eso lo reduce a cada Daimon aquí excepto Stryker. ¿Cuánto podría ser eso? ¿Varios miles de ellos? Podrías ser un poco más específico y si me dices que estaba vestido de negro, te asesinaré yo mismo y me ahorraré la agonía de la muerte.
Aimee sacudió la cabeza.
—Eres un pequeño demonio cascarrabias.
—Deberías conocer a mi ama. Es una verdadera joya.
Entonces sin aviso, colocó las manos en su cabeza y cerró los ojos.
Aimee frunció el ceño mientras las imágenes se derramaban a través de su mente como si él estuviera escaneando sus recuerdos al usar un botón de avance rápido. La hizo marearse y atontarse.
Después de un momento, se alejó.
—Cadmon…  Sé en donde está ese cobarde.
Kyle pareció impresionado.
—¿Así que puedes succionar los pensamientos?
Xedrix hizo una mueca.
—Prefiero succionar tripas, pero los pensamientos tienen sus ventajas de vez en cuando. Ahora os sugiero que estéis en silencio. Sólo soy un demonio entre muchos aquí y mientras yo… bueno, realmente no me importa si vivís o morís, pero a vosotros sí, y desde que necesitamos a Kyle para terminar el club… sep, tenéis que vivir, así que seguidme en silencio.
Aimee se mantuvo justo detrás de él a través de los zigzagueantes corredores y callejones de Kalosis. Se detuvo ante la vista del inmenso palacio en la lejana colina. Relucía como el mármol pulido contra el fondo y el cielo oscuros. Siniestro e inspirador, tenía que admirar su belleza.
—Déjame adivinar —susurró—. ¿La residencia de Apollymi?
Xedrix asintió. Poniendo un dedo sobre sus labios, sacudió el mentón hacia el pequeño edificio al otro lado de la calle.
—No puedo ser visto aquí por nadie —susurró—, o Apollymi exigirá mi regreso y muerte. Vosotros dos tendréis que entrar y encontrarlo.
—¿Cómo sabes que está ahí dentro?
Colocó la mano en la de ella y vio una perfecta imagen de Cadmon durmiendo en la cama con una mujer.
—Gracias.
Él inclinó la cabeza hacia ella.
—Buena suerte.
Aimee dudó.
—Kyle, quiero que te quedes aquí con Xedrix.
—Pero…
—Sin peros. Aún eres nuevo con tus poderes y esto es serio. Quédate aquí y haz que no os vean.
Él asintió.
Aimee se deslizó a través de las sombras, asegurándose de evitar cualquier cosa que pudiera exponerla. Sus nervios estaban completamente crispados e hizo lo posible para no tener miedo. Sabía que era más poderosa y fuerte, pero nunca antes había tenido que pelear sola. Aunque estaba segura de sí misma, no era arrogante. Era un lugar peligroso y no tenía idea de la extensión de los poderes de Cadmon.
Mantén tus pensamientos en Fang…
Eso ayudó. Entreabrió la puerta, agradecida de que no estuviera bajo llave, y se deslizó dentro de la pequeña casa. Estaba todo tan callado que su mente llenó el silencio con el golpeteo de su corazón.
Estás a punto de masacrar a un hombre dormido.
Vaciló ante aquel pensamiento. Todos los otros Daimons la habían atacado, pero ése...
Estaba durmiendo en casa.
Aimee dudó hasta que este pensamiento la cubrió. ¿Cómo podría hacerlo?
Mató a cientos de personas para vivir. No era inocente por ningún motivo.
Había atacado a Fang cuando éste había estado atado e indefenso. Impotente. Pero todo eso palideció ante su conciencia. Esto era asesinato. No era en defensa propia. No era justicia.
Asesinato.
Apretó la estaca en la mano. Es demasiado tarde para ser una gallina. Ve y acábalo.
¿Cómo podría?
Dando un paso atrás, chocó contra una silla haciendo el más ligero y susurrante arañazo en el suelo. Su corazón se detuvo.
Aún así, no se oyó ningún sonido.
Gracias a los Dioses, no había despertado a nadie.
Aimee giró sólo para encontrar al Daimon detrás suyo. Sus ojos se veían oscuros y hambrientos mientras arrastraba una mirada encantada sobre su cuerpo.
—Bueno, bueno, que sabroso bocadito eres. Desde que no ordené ninguna entrega, lejos estaría de mí el rechazar tal atento regalo.
Aimee le dio un duro rodillazo en la ingle. Mientras se doblaba, lo apuñaló en la espalda, pero salida de ninguna parte, una hembra Daimon la agarró y la estampó contra la pared.
Aturdida, se volvió a pelear sólo para encontrarse con otros tres Daimons.
—¿Qué es esto? ¿Una orgía?
Ellos atacaron.
Aimee eludió al primero, y se dirigió hacia el más importante. Cadmon. El que retenía el alma de Fang. Era al que principalmente tenía que matar. Los otros eran simples blancos de práctica.
La hembra la envió de una patada al suelo. Aimee tiró a la Daimon sobre su cuerpo, luego rodó hasta ponerse de pie. Uno de los hombres la sacudió. Le dio un duro puñetazo en la cara, la mano le vibró en protesta.
Girando, apuntó al blanco y estampó el puño en su pecho.
Funcionó. La estaca entró y él estalló en un polvo dorado.
Pero antes de que hubiera caído, los otros la rodearon. Aimee gritó al tiempo que la hembra hundía los colmillos en su brazo…

Fang se tambaleó hacia atrás mientras sentía la última pieza de sí mismo volver a casa, a su cuerpo. Por primera vez en meses, realmente respiró profundamente.
Thorn sonrió perversamente.
—Bienvenido de vuelta, lobo.
Pero no había vuelto aún y tampoco Aimee. Aún estaba atrapado en ese infierno.
—¿Puedo ir con ella?
Thorn hizo una mueca.
—Es un poco complicado. Rompe unos cuantos tratados el enviarte hacia un reino que técnicamente no controlamos.
Fang se sintió presa del pánico mientras observaba la escena en la pared. Aimee estaba perdiendo.
Gravemente.
—La van a matar, Thorn —entonces Fang hizo la única cosa que nunca había hecho en toda su vida. Rogó—. Por favor.
Thorn tendió la mano hacia la pared donde las imágenes se veían.
—El portal está abierto. Más vale que salgas corriendo.
Fang no vaciló. Corrió hacia las imágenes, medio esperando colisionar contra la pared y romperse los miembros o el cuello.
No lo hizo.
En cambio, se encontró a sí mismo en la habitación con Aimee y los Daimons. Tomó a la que tenía los colmillos aún enterrados en la carne de Aimee y tiró de su cabeza. Manifestando una daga, la apuñaló directamente en el pecho y dejó al polvo caer sobre él.
Aimee se movió para matar al recién llegado hasta que su mirada se enfocó en su rostro. La incredulidad la llenó.
—¿Fang?
Él manifestó otra daga y se colocó a sí mismo entre ella y los Daimons. Apuñaló a uno y pateó a otro de vuelta.
—Sal de aquí. Ahora.
—No sin ti.
Fang no lo podía creer mientras ella se posicionaba detrás de él, sus hombros presionados contra los suyos.
—Aimee, escúchame. Estamos en zona cero para Daimons, aquí no hay forma de que podamos vencerlos a todos. Necesito que te vayas de aquí y me despiertes. Entonces ambos estaremos a salvo. Ahora vete.
Aimee odió ese plan. Pero tenía razón. No podían pelear contra cada Daimon Spathi que había allí y si la Destructora los atrapaba…
Como Xedrix dijo, apestaría ser ellos.
—No te atrevas a morir, Fang.
Corrió por la puerta y se dirigió hacia donde había dejado a Kyle y Xedrix.
—Llévame a casa, ahora.
Xedrix los tele transportó inmediatamente.
Aimee frunció el ceño mientras se daba cuenta que estaba de vuelta en su club y no en el de ellos.
—Me refería al Santuario, Xed. ¡Maldición!
Gruñendo, se destelló de vuelta a la habitación de Fang.
Ahí estaba tumbado, quieto e inamovible.
Su corazón palpitó con terror y culpa por haberlo dejado solo enfrentando a los Spathi. ¿Estaría aún vivo?
—Por favor, no dejes que esos Daimons te atrapen de nuevo.
No sabía si podría cazarlos otra vez.
Aterrorizada, corrió hacia la cama y sacudió su cuerpo para levantarlo.
—¿Fang?
No respondió. Como antes, estaba inerte y frío.
Las lágrimas llenaron sus ojos mientras las emociones la estrangulaban.
—¡Maldita sea, lobo! No te atrevas a hacerme esto a mí. Más vale que te levantes. ¡Ahora! ¿Me escuchas? ¿Fang? ¡Fang!
Entonces lo sintió. Era como una chispa de electricidad sacudiéndolo mientras se estremecía fuertemente entre sus brazos. Un momento sostenía un lobo y en el siguiente, era un hombre desnudo mirándola con un confuso asombro.
Una lágrima se deslizó por su mejilla ante la visión de él vivo y completo.
—¿Fang?
Fang miró alrededor de la oscura habitación sin creer que estuviera realmente de vuelta y que no fuera otro sueño que pudiera tornarse en una pesadilla. La esencia de Aimee lo ancló y le mantuvo en la tierra. Acunó su cabeza entre sus manos y supo que todo había valido la pena.
—He regresado…
Ella lo abrazó y rió.
—Estaba aterrorizada de que te hubieran atrapado de nuevo.
Su risa se unió a la de ella mientras se alejaba para mostrarle la sangrante herida en su brazo.
—Lo intentaron —entonces la observó—. ¿No te lastimaste, o sí?
—No realmente. Sólo una mordida, pero no es tan profunda. Es sólo no puedo creer que estés aquí de nuevo —sostuvo sus manos a cada lado de su rostro y le sonrió—. Colega, necesitas una afeitada y un corte de pelo.
Fang rió.
—Sip, puedo imaginarlo.
Sus ojos bailaron traviesos y llenos de lágrimas.
—¿Sabes lo que eso significa, no?
—¿Qué necesito un baño más de lo que necesito una afeitada?
Su sonrisa se ensanchó mientras le tomaba el pelo.
—Bueno, sí, eso también. Pero no. Estás en deuda conmigo. Una grande.
—Seré tu eterno esclavo. Siempre —apoyó la frente contra la suya—. Gracias, Aimee.
Esas palabras parecían tan miserables comparadas con la autentica gratitud que sentía.
Lo había salvado de un inimaginable infierno. Sin ella, jamás podría haber escapado…
—De nada.
Le besó la frente antes de tumbarse de nuevo en la cama y tirar de la esquina del edredón sobre su regazo.
—Me siento como si hubiera sido arrollado por un camión.
—Bueno, hemos estado tratando de mover tus miembros mientras eras un lobo, pero en ocasiones estabas tan agarrotado que no podíamos.
Fang trató de no pensar en ello. Probablemente había sido cuando estaba siendo atacado por Misery y su equipo. Pero todo eso era el pasado. Estaba de vuelta en el lugar al que pertenecía.
Aimee le apartó el pelo de la cara.
—¿Estás hambriento?
—Famélico.
—Te traeré algo para comer y volveré pronto.
Tomó su mano cuando comenzaba a alejarse. La calidez de su piel lo atrapó con la guardia baja. En el otro reino, se sentía diferente. Ahora sentía el verdadero calor y la suavidad de su cuerpo.
—Quédate conmigo un poquito más.
Había estado sólo durante tanto tiempo que no quería volver a estarlo en ese momento. Tenía miedo de que si lo estaba, de alguna manera lo llevarían de vuelta hacia ese reino infernal.
Aimee oyó la necesidad en su voz.
—Llamaré a Dev para que te traiga algo.
Le ayudó a meterse debajo de las mantas mientras usaba sus poderes para pedirle a Dev que trajera comida y agua.
Fang yació de lado, quieto y silencioso. Tenía el brazo metido debajo de la cabeza mientras sus ojos danzaban alrededor de la habitación como si, si no mirara a todas las sombras, cobrarían vida y lo atacarían.
Y aún así, se las arregló para parecerle encantador. Incluso con el cabello enmarañado y la barba descuidada. Aunque su cuerpo fuera mucho más delgado, aún enviaba una sacudida de deseo a través de ella.
—¿En qué estás pensando?
Esos ojos oscuros encontraron los de ella y la hechizaron. También le quitaron el aliento.
—En lo agradecido que estoy de que no te rindieras.
Tomó su mano en la de ella y la apretó suavemente.
—Los lobos no son los únicos que son leales, ¿sabes? Nosotros los osos tenemos una buena reputación en ese departamento también.
Dev llamó a la puerta ligeramente antes de abrirla. Se quedó con la boca abierta cuando vio a Fang despierto.
—Santa mierda. El lobo vive.
Aimee se incorporó para tomar la bandeja de sus manos y colocarla sobre el tocador.
—¿Por qué crees que pedí caldo?
—Pensé que habías sufrido una lesión en la cabeza o algo.
Ella rodó los ojos.
Dev cerró la puerta y avanzó hasta estar al lado de la cama de Fang.
—¿Así que cuándo recuperaste la última?
—Hace algunos minutos.
Su mirada se endureció.
—¿Sola?
—No. Kyle estaba conmigo.
Eso no ayudó con su mirada en absoluto. De hecho, la intensificó.
—Maldita sea, Aimee. ¿Arriesgaste al cachorro?
—No es solamente un cachorro.
—Tienes razón. Él es un pasajero que se ha caído del mini bus. Maldición, Aimee, de todas las personas que pudiste llevar contigo en una pelea…
—¡Dev! —Lo interrumpió, su propio enfado encendiéndose. No estaba de humor para su reprimenda.
Él sacudió la cabeza.
—Conoces al chico. No piensa la mayoría del tiempo exactamente. Es el albañil que dejó la mitad de las herramientas en la fábrica.
Irritada, apuntó hacia la puerta.
—Lárgate.
Cuando se rehusó a hacer lo que le dijo, lo empujó a través de la puerta, luego la cerró de un portazo en su cara.
—Eso fue de verdad muy grosero, hermana —gritó desde el corredor—. Realmente heriste mis delicados sentimientos —su voz sonó como la de un niño.
—No tienes sentimientos, Devereaux. Ese autobús te rebasó hace mucho tiempo.
—Oh, sí. Lo olvidé. Bien. Que así sea. Tengo cosas más importantes que hacer de cualquier forma. Tengo un padrastro que necesita mi atención.
Aimee puso nuevamente los ojos en blanco mientras tomaba el caldo de la bandeja para Fang, quien había estado extraordinariamente silencioso durante su discusión.
—¿Siempre es así?
Deseó poder decir lo contrario, pero no podía.
—Básicamente, sí.
Fang le quitó el cuenco y sorbió de él como si fuera una taza.
—Es increíble que no lo hayas asesinado.
—¿Lo es, verdad?
Se detuvo como si se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Le lanzó una mirada avergonzada.
—¿Se supone que tengo que usar algo para comer esto, no?
Esa pregunta la conmovió profundamente. El que pudiera estar preocupado acerca de ofenderla después de todo lo que había pasado. Era inesperado y eso la reconfortó.
—No te preocupes. Sé que estás muerto de hambre.
Fang asintió. Estaba en lo cierto. Su estómago le dolía tanto que fue todo lo que pudo hacer para no atacar. Terminó la sopa rápidamente y luego le cambió el cuenco por el vaso con agua.
—Sabes, de verdad podría devorar un filete ahora mismo.
—Tu cuerpo no está habituado a la comida real. Carson te ha mantenido con intravenosas y te hemos alimentado manualmente con líquidos todo este tiempo. No quiero que te enfermes por comer algo sólido antes de que hable con él.
Fang miró hacia abajo y se dio cuenta de cuán delgado estaba.
—Maldición. Estoy de la mitad de mi tamaño.
—No del todo, pero te tomará tiempo sanar.
De todas formas, se estremeció. No le gustaba verse así. Sobre todo no le gustaba ése débil sentimiento. Era un luchador, no un inválido.
—Necesito un baño.
—¿Puedes levantarte?
La pregunta lo ofendió gravemente.
—No estoy indefenso.
—¡Oh, mira! —Aimee exclamó en un exagerado falsete—. El Señor Macho está de vuelta en toda su gloria. Hola, Señor Macho, no es estupendo verle nuevamente. Pero sabe, Señor Macho, que ha estado postrado en cama hasta el punto de que sus piernas no están acostumbradas a soportar su peso y no es precisamente humano. Así que si quiere levantarse y caer, los Dioses prohíban que haga cualquier cosa para detenerlo. Después de todo, vivo para Los Vídeos Más Divertidos de América. ¿Debería ir a buscar la videocámara ahora?
Quiso enfadarse con ella. Por lo menos ofenderse, y sin embargo se encontró extrañamente entretenido.
—Cállate y ayúdame a llegar al baño.
—Okay, pero podría ser que quisieras ponerte algunas ropas encima antes que Maman, Papá o Dev tengan una apoplejía. En segundo lugar, queremos que Dev tenga una, pero por mi suerte serán sólo Maman o Papá quienes nos vean y eso no sería bueno para ninguno de nosotros.
Sonriendo ante su humor, se vistió a sí mismo con un par de jeans y una camisa. Y mientras trataba de ponerse de pie se dio cuenta de cuánta razón tenía ella. Sus miembros se sentían como si caminara sobre tallarines húmedos. Pero con su ayuda, fue capaz de llegar al baño y dentro de la bañera. Disolvió las ropas mientras Aimee encendía el agua y ajustaba la temperatura.
—¿Debería preguntar acerca de cuán cómoda estás conmigo desnudo?
Tomó una toalla y la colocó junto a la bañera.
—Tengo demasiados hermanos.
—¿Los has visto desnudos?
 Metió la mano en el agua para comprobar la temperatura.
—Los osos se desnudan demasiado durante el día y más veces de las que me han importado. Además, ayudo a Carson en la clínica.
Cruzó los brazos sobre el borde de la alta bañera con patas en forma de garra y descansó la barbilla sobre las manos. Era una pose adorable y lo hizo desear tener la fuerza para tirar de ella al interior de la bañera con él y aliviar el dolor de su entrepierna.
—Si esto alivia tu ego, eres un lobo muy atractivo —le acercó una toallita y una barra de jabón, luego le puso una maquinilla de afeitar, espuma y un espejo en el suelo al alcance de su mano—. Sin embargo, tengo que irme antes de que Maman o Papá casualmente me atrapen a solas contigo. Ninguno estará feliz y he pasado por mucho para salvarte la vida como para que ellos la acaben ahora.
Fang realmente no quería estar solo de nuevo. Había pasado demasiado tiempo de esa manera en los últimos meses, pero sabía que tenía razón. Lo último que quería era meterla en problemas.
—Si me necesitas, llama.
Asintió mientras ella salía caminando por la puerta como una persona normal. Pero no era normal y tampoco lo era él. Eran dos animales que no tenían ningún asunto que los relacionara el uno con el otro.
Suspirando, enjabonó la toallita y se dispuso a lavarse para así no ofender a sus propias glándulas olfatorias. Gah, ¿Cómo pudo aguantar Aimee a su lado? Estaba asqueado de su propio olor.
Afeitarse fue un poco más difícil que bañarse. Nunca lo había dominado muy bien en su mejor día.
Siseando, se encogió al tiempo que se cortaba el mentón.
Aimee estuvo ahí de inmediato.
—¿Qué ocurre?
Sorprendido, frunció el ceño. ¿Lo había estado escuchando?
—Me corté.
Hizo una mueca ante la visión del charco de sangre. Sostuvo un pedazo de papel y lo cubrió.
—Dios, lobo. ¿No puedo dejarte solo por tres segundos?
—Nunca pude hacer esta mier… cosa bien.
Le quitó la cuchilla y la pasó cuidadosamente sobre su mejilla.
—No es tan difícil.
Esperó hasta que alejó lacuchilla para aclararla antes de hablar.
—Y nuevamente, te pregunto cómo es que eres tan buena afeitando hombres.
Ella rió.
—Soy un oso y tengo mucha más área que afeitar que tan solo la cara.
Arqueó una ceja ante el comentario, entonces inclinó la cabeza para mirar hacia sus piernas como si tratara de imaginar cómo lucirían debajo de los jeans.
—Sí, la tienes.
Aimee tomó su barbilla con la mano y lo forzó a inclinar la cabeza hacia atrás para así poder afeitar su cuello. Su mirada se deslizó siguiendo los músculos ondulantes hasta donde su erección era evidentemente visible bajo el agua. El calor cubrió sus mejillas. Si bien podía estar cómoda con su desnudez, ése era otro asunto completamente distinto. Y era algo que nunca había visto antes.
Desde que jamás había sentido la aceleración, nunca se había emparejado con un macho. No es que fuera ingenua e ignorante acerca de lo que los machos y las hembras hacían. Conocía todos los matices del sexo a medida que sus hermanos se habían sentido libres de compartir los más vergonzosos hechos de sus hazañas pre maritales, pero…
Nunca las había experimentado por sí misma.
Y hasta Fang, nunca se sintió del todo curiosa acerca de lo que se estaba perdiendo. Pero ahora no podía evitar preguntarse cómo sería probar a Fang. Cómo se sentiría dentro de ella. Incluso aunque fuera feroz, sabía que sería delicado. Cariñoso.
Forzando a volver su atención de vuelta a su cuello, admiró las perfectas curvas que formaban la línea de la mandíbula. Realmente era un hombre hermoso. Incluso demacrado y debilitado.
Concéntrate, Aimee.
El problema era que estaba concentrada. Sólo que no en lo que necesitaba estar concentrada.
Fang se lamió los labios mientras terminaba de afeitarlo. Trató de mantener las manos sobre la parte rígida de sí mismo y rogó a los Dioses que ella no fuera capaz de verlo. Pero era difícil y sentía un dolor insoportable allí.
Apartándose, colocó la maquinilla de afeitar sobre el lavabo.
—Sé que no estás indefenso, ¿pero necesitas que te ayude a secarte?
La simple oferta hizo que su polla se sacudiese con expectativa.
—Um, no, creo que puedo hacerlo.
—¿Seguro?
Se sintió endurecerse incluso más.
—Bastante. Sí.
—Está bien. ¿Puedes usar tus poderes para llevarte de vuelta a la cama mientras me apresuro a limpiar aquí dentro?
¿Y mantenerla alejada de ver cuánto deseaba probarla?
—Absolutamente.
Ella frunció el ceño ante la palabra que había salido como un extraño chillido.
—¿Estás bien?
Fang se maldijo silenciosamente.
—Bien.
O al menos tan bien como un hombre muriendo por intoxicación de testosterona podría estar.
Le dirigió una mirada recelosa.
—No pareces estar bien. Pareces un poquito agitado.
—Estoy absolutamente estupendo.
Destelló fuera de ahí tan rápido que olvidó secarse.
Se maldijo mientras se daba cuenta del desastre en que había convertido su cama. Gruñéndose a sí mismo, usó sus poderes para acomodar todo en su lugar antes de conjurarse un par de pantalones de pijama de franela. Pero no hicieron nada para ocultar su erección que ahora formaba una sólida tienda en su ingle.
Ponla fuera de tu mente.
Sí, correcto. Su toque era como si marcara sus sentidos con su esencia y no había alivio a la vista.
Mátadme…
Suspiró y se obligó a darse la vuelta. Pero en el momento que lo hizo, sintió un poderoso cambio en el aire. Uno que sólo podría anunciar la llegada de una entidad extremadamente poderosa.
Listo para la batalla, se agachó en la cama para encontrar a Thorn parado justo dentro de la puerta.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Thorn le obsequió una mirada penetrante.
—Es hora de que te ganes tu manutención, lobo. ¿Listo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario