lunes, 30 de enero de 2012

NGP cap 12

Los días pasaron mientras Bride afrontaba lo que debía hacer. Una parte suya estaba desesperada por quedarse con Vane, mientras que la otra estaba aterrada. Hasta ahora la tessera no había aparecido, pero eso no significaba que pudieran o debieran relajarse.
Ahora era el Día de Acción de Gracias, y estaba parada en su dormitorio en la casa de Valerius con un nudo en el estómago. Sus padres la habían invitado, junto con Vane y Fury a su casa, para la reunión anual de los McTierney.
Le había contado a su familia sobre su nuevo "novio" y no tenía idea de cómo reaccionarían ante él. A nadie de su familia le había importado jamás Taylor y su aire de superioridad. De hecho, su padre rara vez le había dicho más de dos palabras cuando había llevado a Taylor.
¿Qué dirían si descubrieran que Vane y su hermano eran lobos? Concedido, les gustaban los animales, pero…
Sólo pensarlo le daba náuseas.
Respirando hondo, se dirigió escaleras abajo para encontrar a Fury y a Vane esperando en la sala de recibo.
Fury vestía pantalones vaqueros azules, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero negra. Vane llevaba pantalones vaqueros negros y un suéter de cuello en V gris y negro, con la camiseta blanca asomándose por sobre el cuello.
—¿Tengo que cambiarme? —le preguntó Fury a Vane—. Jamás he comido una cena de Acción de Gracias antes, ¿y tú?
—No. Yo tampoco sé qué ponerme. Le preguntaremos a Bride cuando baje.
Fury se frotó la nuca.
—Quizás fue una mala idea.
—No sé por qué estás quejándote, Fury. Al menos tú fuiste criado con Arcadianos. Yo no tengo idea de lo que implica una festividad "familiar". A excepción de los Peltiers, que son condenadamente extraños, los Katagaria no celebran precisamente las fiestas.
—Ambos se ven bien —dijo Bride, entrando a la habitación. De algún modo era dulce y encantador saber que estaban tan nerviosos como ella—. Simplemente no enchufen nada si alguien se los pide. —Fury rió con aprensión. Vane parecía poco divertido mientras se ponía de pie—. No se preocupen —los tranquilizó—. Mis padres no muerden. Mucho.
Los lobos intercambiaron una mirada que decía que no estaban tan seguros acerca de eso, antes que Vane le ofreciera el brazo y la condujera hacia la puerta.
Bride se detuvo en los escalones de la casa de Valerius al ver un elegante Jaguar XKR negro metalizado.
—¡Wow! —susurró—. ¿De quién es el auto?
—De Otto —dijo Vane mientras la llevaba hacia él—. Como se fue a Nueva Jersey, a su casa, para las fiestas, me lo prestó para la visita a tu familia.
—Pensé que conducía un arruinado Chevy IROC rojo.
Fury rió con fuerza.
—Hace eso para irritar a Valerius. Guarda el Jaguar en la casa de Nick para los fines de semana.
—Otto es tan malo —dijo ella riendo, mientras Vane le abría la puerta y la dejaba entrar mientras que Fury pasaba a la parte trasera por el asiento del conductor.
Un día, Valerius iba a matar a su Escudero, que parecía no poder exasperar lo suficiente al Dark Hunter.
Una vez que ella estuvo dentro del auto, Vane cerró la puerta y fue hasta su lado. Hombre, tenía un andar que haría jadear a cualquier mujer. Realmente, nadie debería ser tan innatamente masculino.
Él entró al auto con un fluido movimiento y lo encendió. Bride le miró fijamente las manos mientras tomaba el volante y ponía el cambio. Si Fury no hubiese estado en el asiento trasero, probablemente no llegarían a casa de sus padres, después de todo.
Vane tomó el volante con fuerza mientras escuchaba las indicaciones de Bride sobre cómo llegar a la casa de sus padres, la cual quedaba en Kenner, a más o menos veinticinco minutos de la de Valerius. Nunca había estado tan nervioso en su vida. Peor aún, Fury seguía removiéndose en el asiento de atrás.
En el fondo de su mente, continuaba repitiéndose que tenía que hacer esto. Si iba a quedarse con Bride, ella querría que su familia lo conociera. No podía apartarla de la gente a la que tanto quería. Pero, aún así, esto era difícil como el demonio para él.
¿De qué hablarían?
Hola, mi nombre es Vane y le aúllo a la luna tarde por las noches, en forma de lobo. Me acuesto con su hija y no creo que pueda vivir sin ella. ¿Les importa si tomo una cerveza? Oh, y ya que estamos, déjenme presentarles a mis hermanos. Este aquí es un lobo letal, conocido por matar sólo porque lo miren torcido, y el otro está en coma porque unos vampiros le chuparon la vida luego que ambos hubiésemos sido sentenciados a morir por nuestro celoso padre.
Sí, esto saldría realmente mal.
En cuanto a eso, ¿qué les diría Fury? Vane ya había amenazado de muerte al lobo si avergonzaba a Bride de algún modo.
Vane sólo esperaba no ser él quien la avergonzara.
Este era el mayor fiasco esperando para ocurrir.
Demasiado pronto estaban ingresando por camino de entrada de una casa nueva, estilo Victoriano. Ya había cinco automóviles aparcados allí.
—Mi hermano y hermana —dijo ella antes de abrir la puerta del auto.
—Dum dum dum, duuuum. —Fury tarareó la canción de Dragnet desde el asiento trasero.
—Cállate, Fury —le dijo Vane mientras bajaba.
Aunque, para ser sincero, el murmullo de Fury le parecía un poco tranquilizador, ya que le recordaba al excéntrico sentido del humor de Fang.
Fury salió último y se quedó atrás, del lado de Vane, mientras Bride los conducía hacia la puerta principal.
Vane realmente sentía como si estuviera yendo a su ejecución. Padres. Ajjj.
Bride llamó a la puerta, luego giró para darles una sonrisa de aliento.
Vane le ofreció una pálida, en respuesta.
La puerta se abrió para mostrar a una mujer más o menos siete centímetros más baja que Bride, que tenía exactamente la misma figura. Su corto cabello negro estaba abundantemente salpicado de gris, y era una versión más vieja del rostro de Bride.
—¡Bebé! —exclamó la mujer antes de aferrar a su hija en un fuerte abrazo. Mientras abrazaba a Bride, la mujer levantó la mirada hacia él. Vane se sintió enfermo, y luchó contra el impulso de retroceder. No porque pudiera, con Fury parado en las escaleras detrás de él—. Tú debes ser Vane —dijo alegremente la madre de Bride—. He oído tanto de ti. Por favor, pasa.
Bride entró primero a la casa. Vane ingresó y giró mientras Fury, que tenía las manos en los bolsillos, se unía a ellos.
—Tú debes ser Fury —dijo su madre, estirando la mano hacia él—. Soy Joyce.
—Hola, Joyce —dijo Fury, estrechándosela.
Vane esperaba lo mismo pero, en cambio, Joyce lo atrajo en un fuerte abrazo. Le palmeó la espalda y lo soltó.
—Sé que probablemente estén nerviosos. No lo estén. Sólo siéntanse como en casa y…
Un enorme rottweiler negro apareció corriendo desde la parte trasera de la casa para saltar encima de Vane.
—¡Titus! —exclamó Joyce.
El perro la ignoró mientras se echaba de espaldas, en una postura sumisa. Vane se inclinó y lo acarició, para hacerle saber al perro que reconocía su rango y para afirmar su propia jerarquía alfa.
—Bueno, ¿no es raro? —dijo Joyce—. Titus generalmente intenta comerse a cualquiera nuevo que conozca.
—Vane tiene un don con los animales —dijo Bride vagamente.
Su madre sonrió.
—Bien, entonces encajarás perfectamente aquí, en el zoológico McTierney.
Titus se levantó y fue hacia Fury para lamerle los dedos. Fury palmeó la cabeza del perro mientras Vane miraba alrededor de la acogedora casa, que estaba decorada en un estilo campestre. Los sofás tostados eran mullidos y estaban cubiertos de cojines.
Una percha de pájaros vacía se encontraba en una esquina, y un gigantesco acuario con peces de agua dulce había sido construido en la pared del fondo. Vane oyó a más perros en el patio, y algo que sonaba como una colección entera de aves cantando escaleras arriba.
—Los hombres están afuera —dijo Joyce mientras los conducía hacia la parte de atrás de la casa, más allá de tres terrarios que contenían una enorme boa constrictora, una especie de lagarto, y dos jerbosÀ—. Tu padre tiene un nuevo perro callejero que llegó hace un par de días, al que nadie puede tratar. La pobre cosita no quiere comer, e intenta mutilar a quien se le acerque.
—¿Qué le sucede? —preguntó Bride.
—No lo sé. El control de animales lo sacó de una zanja, y piensan que alguien debe haberlo tirado allí. Ha sido terriblemente golpeado, y tenía muchísimos gusanos.
Vane se encogió, con compasión.
Entraron a la cocina, donde una mujer rubia, alta y esbelta estaba parada junto a un cuenco para mezclar.
—Mamá, ¿cuánta sal…? —Sus palabras terminaron en un chillido al girar y ver a Bride—. Hey, pequeñita —dijo antes de aferrarla en un fuerte abrazo.
Bride la apretó contra sí, y luego dio un paso atrás, para presentarlos.
—Deirdre, estos son Vane y su hermano Fury.
Vane se puso tenso al caer bajo el escrutinio de la hermana mayor de Bride. Él no le agradaba. El animal en su interior lo percibió inmediatamente.
Aún así, ella estiró la mano.
—Hola —le dijo con una sonrisa falsa.
—Hola —dijo él, estrechándosela.
Ella siguió con Fury, quien hizo lo mismo.
—No pude encontrar esas tortas dietéticas para ti, Bride —dijo su madre mientras iba hacia el horno a chequear el pavo—. Lo siento.
—Está bien, mamá —dijo Bride—. De cualquier modo, preferiría comer tu tarta.
Su madre parecía un poco sorprendida, pero no dijo nada. Mientras daba un paso atrás, dos gatos pasaron corriendo por la cocina, persiguiéndose.
—¡Profesor! ¡Marianne! —gritó su madre, pasándole el paño de cocina a Bride—. Oh, dios querido, será mejor que los atrape antes de que se encuentren con Bart y se los coma.
Su madre salió corriendo afuera.
—¿Bart? —le preguntó Fury a Bride.
—El lagarto que vive en el patio. Papá lo curó el año pasado, después de que un cazador furtivo casi lo mató con una trampa, y sigue saliendo de su corral.
Fury se rascó la mejilla.
—Hombre, desearía haber conocido a tu padre cuando me metí en una trampa, todavía… —la voz de Fury se desvaneció al darse cuenta de que Deirdre se había vuelto hacia él con una ceja arqueada—. No importa.
—¡Hey, Bride!
Vane se puso rígido mientras un hombre extremadamente grande y musculoso entraba a gran velocidad por la puerta trasera para alzar a Bride y la apretaba con fuerza.
Bride rió.
—¡Bájame, Patrick!
Él le gruñó mientras lo hacía.
—No te pongas irritable conmigo, mujer. Te derribaré y te quebraré el brazo.
Bride se burló de eso mientras Vane se ponía furioso.
—Será mejor que no la toques.
Bride levantó la mirada ante la gruñida sinceridad que escuchaba en el tono de Vane. Por la expresión en su rostro, realmente temió por la seguridad de su hermano.
—Está bien, Vane —se apresuró a tranquilizarlo—. Sólo está bromeando. No me ha lastimado realmente desde que éramos niños, e incluso entonces fue un accidente.
—De cualquier modo, esa es la historia a la que me estoy aferrando —dijo Patrick mientras le ofrecía la mano a Vane—. Me alegra ver que mi hermana está en buenas manos. Patrick McTierney.
—Vane Kattalakis.
—Es un placer conocerte, Vane. No te preocupes. Me arrancaría el brazo antes de lastimar a una de mis hermanas. —Vane se relajó notablemente—. Tú debes ser el hermano —dijo Patrick—. ¿Fury?
—Hola —dijo Fury, estrechándole la mano—. Lo sé, los nombres apestan.
Patrick rió.
—¿Quieren una cerveza, muchachos?
Fury miró a Vane en busca de la respuesta.
—Sería genial —dijo Vane.
Patrick se agachó en el refrigerador y extrajo dos antes de pasárselas a ellos.
Mientras las abrían, Patrick metió un dedo en la ensalada de papas.
—¡Deja eso! —exclamó Deirdre, golpeándole la mano con una cuchara.
—¡Aw! —dijo él, quitando la mano de un tirón y chupándose el dedo.
—Sal de aquí, Pat, o juro que le daré tu parte a los perros.
—Bien, quisquillosa vengadora con síndrome premenstrual. —Le hizo un gesto a Fury y Vane—. Sean sabios y vengan afuera conmigo, donde estamos a salvo.
Vane vaciló.
—Llámame si necesitas que te rescate de Patrick y mi padre —le dijo Bride antes de ponerse en puntas de pie y besarlo en la mejilla.
Vane vio que Deirdre lo miraba enojada antes de seguir a Fury y a Patrick hacia el patio, donde la madre de Bride estaba luchando con los gatos para llevarlos de regreso a la casa.
Vane le pasó su cerveza a Fury antes de recoger a la gata. Ella se puso tensa un instante, y luego se relajó.
—¿La quiere dentro de la casa?
Joyce asintió agradecidamente mientras acunaba al macho.
Vane abrió la puerta y dejó a la gata adentro.
—No vuelvas a hacer eso, Marianne —le dijo.
Ella hocicó la mano y luego salió corriendo.
—Gracias por la ayuda —dijo Joyce mientras pasaba junto a él.
Vane regresó para unirse a Fury y a Patrick.
—Entonces, Vane, ¿qué haces para ganarte la vida? —preguntó Patrick.
Fury lo miró divertido, mientras le devolvía la cerveza.
—Vivo de los intereses de mis inversiones.
—¿De veras? —preguntó Patrick—. ¿Las inversiones te pagan lo suficiente como para tener un Jaguar de cien mil dólares?
Vane podía oler la hostilidad de Patrick.
—No —dijo sarcásticamente—, traficar con drogas hace eso. Y obtengo una considerable ganancia de mis proxenetas en Bourbon Street.
La expresión en el rostro del hermano de Bride fue invaluable.
—Mira, voy a ser sincero contigo. Te metes con mi…
—¿Patrick? —Vane miró más allá del hermano de Bride para encontrarse con un hombre que parecía tener cincuenta y pico de años. De buen estado físico y bien parecido, tenía cabello gris bien estilizado y bigote—. No le estás dando a Vane el discurso de "Métete con mi hermanita menor y te quebraré el cuello”, ¿verdad?
—Estaba intentándolo.
El hombre rió.
—No le prestes atención. Soy el Doctor McTierney —dijo, extendiendo su mano hacia Vane—. Puedes llamarme Paul.
—Es un placer conocerlo, Paul.
Paul se volvió hacia Fury.
—Tú debes ser el hermano.
—Eso espero, estoy vistiendo sus calzoncillos. —Paul rió—. Así que, usted es el maligno rey castrador —dijo Fury—. Me preguntaba qué apariencia tendría.
—Fury —dijo Vane en tono de advertencia.
Paul rió otra vez.
—¿Sabes algo acerca de perros, Vane?
—Sí. Un poco.
—Bien. Tengo uno que quiero que conozcas.
—Oh, Jesús, Cujo no, papá. Eso es peor que mi discurso que interrumpiste.
Paul ignoró a su hijo mientras se dirigía a un área alambrada en el fondo, donde Vane podía ver un número de casetas de perro.
Mientras Vane y Fury pasaban junto a ellos, los perros, percibiendo su parte animal, salieron a ladrarles o para jugar.
Paul los condujo a una jaula al final de la fila, donde un furioso Labrador mestizo estaba encerrado. El perro estaba lleno de rabia y odio.
—No podemos hacer nada con él —dijo Paul—. Mi socio piensa que deberíamos sacrificarlo, pero detesto hacer eso. Me parece una condenada pena matar a un animal que ha sido lastimado.
Fury dejó la cerveza y fue hacia la puerta. El perro salió corriendo de su casa, ladrando y gruñendo.
—Shh —dijo Fury, estirando la mano para que el perro pudiera olfatearlo.
—No haría eso si fuera tú —dijo Patrick—. Casi le arrancó la mano al oficial de control de animales que lo capturó.
—Sí, alguien tendría que ponerlos en una jaula y golpearlos por un tiempo —dijo Fury, frunciendo el labio.
El perro continuó atacando.
—Apártate —dijo Vane mientras buscaba el pestillo de la puerta.
Fury se puso de pie y se alejó mientras Vane la abría. El perro arremetió y luego retrocedió rápidamente.
Vane cerró la puerta y se acuclilló.
—Ven aquí, muchacho —le dijo dulcemente, estirando la mano. El perro corrió al interior de su casa y ladró aún más fuerte. Vane se arrastró hacia la casa y metió lentamente la mano adentro—. No tengas miedo —le dijo, permitiendo que el perro atrapara su olor.
Podía sentir que comenzaba a calmarse. Sabía que no era completamente humano, y estaba empezando a confiar en el animal que olía.
Luego de algunos segundos de espera, el perro lamió la punta de los dedos de Vane.
—Eso es —dijo Vane, acariciándole la piel. Miró por sobre su hombro—. ¿Fury? ¿Podrías traer algo para que coma?
—Traeré un tazón —dijo Paul.
Una vez que Paul hubo regresado, le dio el tazón a Fury, quien lo llevó dentro. Fury se agachó fuera de la casa, junto a Vane, y depositó cuidadosamente la comida frente al perro.
—Hombre, te jodieron mal, ¿eh? —le dijo Fury al perro.
Vane se llenó la mano de comida y la sostuvo hacia el animal. Éste la removió con la nariz hasta que finalmente confió en él lo suficiente como para dar un mordisco.
—Ahí tienes —dijo en voz baja mientras tomaba más comida y alimentaba al perro con la mano.
—Maldición, papá —dijo Patrick del otro lado del alambrado—. Jamás vi algo parecido.
Luego de varios minutos, Vane terminó de alimentar al perro. El animal trepó al regazo de Vane y se quedó allí, necesitando consuelo. Fury le acarició el lomo mientras Vane le masajeaba las orejas.
Vane sintió a alguien mirándolo. Observando por encima de su hombro, vio a Bride junto a su padre.
—¿Le diste de comer? —le preguntó ella.
—Sí.
Ella sonrió. Verla allí hizo que le doliera el corazón. ¿Cómo podía algo tan simple como una mera sonrisa causar semejantes estragos en su cuerpo?
—Vine a avisarles a todos que la cena estaba lista. Pero si necesitas más tiempo…
Vane se levantó.
—Estará bien por un rato.
Fury palmeó al perro y luego se puso lentamente de pie.
Los dos salieron de la jaula y la cerraron. El perro fue corriendo hacia ellos, aullando.
—Está bien —le dijo Vane—. Regresaremos.
—Sí —agregó Fury—, con un lindo regalo para ti.
Vane pasó su brazo sobre los hombros de Bride mientras seguían a su hermano y su padre hacia la casa.
—¿Creciste aquí? —le preguntó a Bride.
—No. Mis padres se mudaron pocos años atrás, luego de vender su pequeña granja.
—Extraño ese viejo sitio —dijo Paul mientras mantenía la puerta abierta para ellos—. Hay demasiadas ordenanzas aquí. Tuve que obtener una licencia especial sólo para poder mantener a mis pacientes atrás, y tengo que pagar multas habitualmente.
—¿Por qué se mudaron? —preguntó Fury.
Paul se encogió de hombros.
—Su madre quería estar más cerca de la ciudad. ¿Qué puede hacer un hombre cuando su esposa se encapricha con algo?
Entraron al comedor, donde un enorme banquete esperaba junto a Deirdre, que aún se veía como si prefiriera que ellos se marcharan.
—Ven aquí y siéntate a mi lado, Vane —dijo Joyce, indicando la silla a su derecha—. Y Fury, puedes sentarte al otro lado de Bride. —En el instante en que Fury se sentó, Titus fue corriendo e intentó trepar a su falda—. ¡Oh, buen dios! —exclamó Joyce—. Paul, haz bajar al perro.
—Está bien —dijo Fury, riendo.
Entonces, cuando Vane se sentó, Titus corrió hacia él y le lamió la cara.
—Hey, muchacho, cuidado con las pezuñas.
—¿Qué ha pasado con mi perro? —preguntó Joyce, tirando del collar de Titus—. Generalmente es reservado con la gente.
—Los perros reconocen a las buenas personas en cuanto las ven —dijo Paul, sacando un trozo de relleno del pavo—. Titus —dijo, sosteniéndolo para el perro.
Titus corrió a buscarlo.
Bride se sentó junto a Vane. —Bueno, Patrick, ¿dónde está Maggie?
—En lo de sus padres. Iré allí más tarde, después de comer. Como nos quedamos a dormir aquí, quería asegurarse que su madre no se pusiera celosa.
—Maggie es la esposa de Patrick —le explicó Joyce a Vane—. Me hará abuela en la primavera.
—Felicitaciones —le dijo Vane a Patrick.
—Sí, ya veremos. Estoy asustado como el demonio. Personalmente, no creo que esté preparado para ser el padre de alguien.
—Sí —dijo Bride riendo—. Podrías tener que compartir tus juguetes.
Patrick le hizo una mueca antes de arrojarle un guisante hacia la cabeza por encima de la mesa. Vane lo atrapó antes de que hiciera contacto, y se lo devolvió a Patrick. Lo golpeó directo entre los ojos.
Bride rió a carcajadas.
—¡Niños! —exclamó Joyce—. Compórtense o los haré comer en el rincón.
—Buenos reflejos, amigo —dijo Patrick, secándose la ceja bondadosamente—. Pienso que deberíamos reclutarte para el equipo.
—No lo creo, Pat —dijo Bride—. Por alguna razón creo que Vane se opondría a vestir una camiseta que diga "Córtalo y abróchalo si lo amas" en la espalda. Es bastante sensible acerca de la castración de perros.
Vane arqueó una ceja, pero mantuvo la boca sabiamente cerrada.
Su padre rió con fuerza.
—Puedo apreciar su punto de vista. No muchos hombres quieren jugar para los Castradores. Pero tenemos un montón de veterinarias que, extrañamente, lo hacen.
—Ah, lo persuadiremos —dijo Patrick—. Con esos reflejos, definitivamente podríamos usarlo.
Vane notó la expresión de tristeza en el rostro de Deirdre, pero ella no dijo nada mientras se sentaba y colocaba la servilleta sobre su regazo.
El padre de Bride dijo la bendición y entonces se puso de pie para cortar el pavo mientras que su madre comenzaba a pasar los platos.
Vane sostuvo las fuentes mientras Bride servía para él y para sí misma.
—¿Hay algo que no te guste? —le preguntó ella.
—En realidad, no.
Ella sonrió.
—Eres tan fácil de convencer.
Él le besó la mejilla impulsivamente, hasta que se percató de que la familia de ella los miraba fijamente.
—Lo siento —dijo, temeroso de haber hecho algo mal.
—No —le dijo Joyce—. Me agrada ver a mi bebé sonriendo por una vez.
Vane le pasó el puré de papas a Fury, quien lo miró con un tremendo ceño.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—Patatas —le dijo Vane.
—¿Qué les hicieron?
—Sólo cómelas, Fury —dijo Vane—. Te gustarán, confía en mí.
Patrick resopló.
—¿De dónde vienes, que nunca has visto puré de patatas antes?
—De Marte —dijo Fury mientras fruncía el ceño ante el modo en que las papas colgaban de la cuchara.
Tomó sólo un poquito, luego se las pasó a Paul. Fury se inclinó apenas hacia delante y olisqueó las papas en un gesto muy canino.
Bride sintió la pierna de Vane estirarse sobre la suya para patear la silla de Fury debajo de la mesa.
Fury se irguió rápidamente y miró a su hermano, que le estaba dando una mirada de advertencia.
—Realmente, ¿de dónde son? —preguntó Deirdre otra vez—. ¿Crecieron aquí?
—No —respondió Vane—. Viajamos mucho mientras crecíamos. Hemos vivido prácticamente en todos lados.
La hermana lo miró penetrantemente.
—¿Qué los trajo a Nueva Orleáns?
—Deirdre —dijo Bride—. ¿Desde cuándo esta es la Inquisición?
—Desde que mamá dijo que ibas en serio con él. Creo que debemos saber algo más acerca de tu nuevo novio, además de que se ve bien con un par de vaqueros.
—Deirdre —dijo Paul en un tono bajo pero severo—. No hagas pagar a Bride y Vane por los crímenes de Josh.
—Bien —exclamó Deirdre furiosamente—. Pero cuando él escape con su secretaria y la deje sola para explicarle a sus niños porqué papi es un idiota, espero que recuerdes esto.
Se levantó y abandonó la habitación.
—Lo siento —dijo Joyce, poniéndose de pie—. Sigan adelante, y coman. Regresaré en un minuto.
—El esposo de Deirdre la dejó unos meses atrás —le explicó Bride a Vane—. Sus hijos están con él durante el feriado, y Deirdre está pasando un mal rato por eso.
—¿Por qué un hum…? —Fury estiró la sílaba de un modo que le hizo saber a Bride que estaba a punto de decir "humano"—. ¿Humillante idiota haría eso? —dijo, terminando la frase.
—No sé por qué algunos hombres lo hacen —dijo Paul—. Aunque supongo que al fin se quitó de encima a esa basura.
—Estoy de acuerdo —dijo Bride, mirando a Vane, quien jugaba con su muslo por debajo de la mesa, excitándola terriblemente.
Su contacto era electrizante.
Joyce regresó para tomar el plato de Deirdre, y luego volvió a salir de la habitación.
Paul suspiró.
—Desearía poder mejorar las cosas para ella. No hay nada peor que ver a uno de tus hijos sufriendo y no ser capaz de detenerlo.
—Podría matarlo para ella —se ofreció Fury. Vane se aclaró la garganta—. Bueno, podría tener un accidente —intentó Fury nuevamente—. Los humanos los tienen todo el tiempo.
Patrick rió malignamente.
—Tengo una pala.
—Al diablo con eso —dijo Paul antes de tomar un sorbo de su vino—. Tengo un lagarto en el patio.
Todos rieron.
Joyce regresó y se sentó.
—Lo lamento.
—¿Está bien? —preguntó Bride.
—Lo estará. Lleva tiempo.
Vane sintió la tristeza de Bride. Le apretó el muslo consoladoramente.
—Probablemente no debería haber traído a Vane. Fue insensible de mi parte.
—¡Oh, bah! —exclamó Joyce—. No hiciste nada malo, Bride. Queríamos conocerlo. —Le sonrió a Vane—. Eso es asunto de Deirdre, ¿está bien?
Bride asintió.
Terminaron su comida en paz, mientras Patrick y Paul bromeaban entre ellos. Entonces Joyce trajo una tarta de nueces de PecanÀ y una tarta con cuatro capas de chocolate.
Bride cortó un trozo pequeño de tarta.
—¿No quieres tarta? —le preguntó Vane—. Sé que la de chocolate es tu favorita.
Ella la miró fija, anhelantemente.
—No, será mejor que no coma. —Antes de que pudiera pasarla, Vane colocó una tajada en su plato—. ¡Vane!
—Lo querías. Conozco esa mirada.
Ella puso los ojos en blanco y tomó el tenedor.
—Gracias.
Vane asintió. Sintió que su madre lo miraba. Echando un vistazo, recibió una sonrisa agradecida de Joyce, que se estiró y le palmeó suavemente el antebrazo.
Le causó la sensación más extraña. ¿Así era tener el toque de una verdadera madre?
Luego de la cena, Bride decidió que había torturado a Vane y Fury lo suficiente por un día.
—Probablemente deberíamos regresar —dijo.
—¿Qué? —preguntó su padre—. ¿Nada de juegos?
—Tú y Patrick pueden mirar el juego, papá.
Para su absoluta conmoción, su padre realmente puso mala cara.
Bride le dio un abrazo por ser tan bondadoso con Vane y Fury.
—Iré a despedirme de Deirdre. Sé agradable con los chicos hasta que regrese.
Bride subió las escaleras hacia las habitaciones de huéspedes. Encontró a Deirdre en el último dormitorio del pasillo.
—Hey, cariño —le dijo, abriendo la puerta—. ¿Estás bien?
Los ojos de Deirdre estaban bordeados de rojo, estaba sentada en la cama, aferrando la almohada contra su estómago. Su plato de comida estaba sin tocar sobre la mesa de luz.
—Estoy bien. Supongo.
Deseando poder hacer algo para ayudar a su hermana, Bride caminó hacia la cama. Cómo comprendía al corazón roto de Deirdre. Se había sentido de la misma manera hasta que Vane había aparecido y la había hecho sonreír.
—Lo siento tanto.
—No. Me alegra que el imbécil se haya ido, pero tú… deberías dejar ir a Vane.
No fueron tanto las palabras de su hermana lo que la conmocionaron, sino el rencor en el tono de Deirdre.
—¿Perdón?
—Vamos, Bride. No seas estúpida. Míralo. Mírate. Ustedes dos no deben estar juntos.
Bride miró boquiabierta a su hermana.
—¿Cómo dices?
—Taylor era un tipo genial… deberías haberte aferrado a él con ambas manos. Era confiable y estable. Más que nada, era respetado en la comunidad. Pero, en vez de hacer lo que él quería, te rehusaste a perder peso y te dejó porque eres gorda. Ahora aparece este tipo y saltas sobre él como si Taylor nunca hubiese existido. No es que te culpe. Es de primera, pero no seas tonta.
Oh, ese era un golpe bajo y, para ser sincera, Bride estaba cansada de ser la "inteligente" mientras que Deirdre siempre había sido conocida como la "bonita."
—Sólo porque te casaste con una serpiente no significa que Vane sea un perro. —Bride vaciló ante eso. En realidad, Vane era un perro, algo así. Pero no de ese modo. Vane jamás me engañaría.
—Sí, claro. Mírame, Bride. Fui la segunda ganadora para Miss Louisiana y hubiese ganado si no hubiera sido tan joven en ese momento. Aún soy condenadamente atractiva y, sin embargo, mi esposo me abandonó. ¿Qué posibilidades tienes tú?
Furiosa con su "perfecta" hermana, Bride se rehusó a mirarla. En cambio, fue hacia la ventana que daba al patio, donde vio a Vane y Fury con su padre.
—Te casaste con Josh por dinero, ¿recuerdas? —dijo Bride mientras los veía con los perros—. Me lo dijiste la noche antes a la boda.
—Oh, ¿y supongo que tú amas a Vane por su personalidad? No soy estúpida. Lo amas por lo bien que se ve su trasero.
Y sin embargo, mientras Bride observaba a su compañero, sabía la verdad. Vane no era humano. No pensaba ni actuaba como humano. A diferencia de Taylor y Josh, jamás la dejaría porque ella no fuera lo que él quería.
La amaba tal y como era. Ni una sola vez Vane había intentado cambiarla o alterarla de algún modo. Simplemente la aceptaba, con sus defectos y todo.
Vane jamás la engañaría. Nunca le mentiría. Y mataría a cualquiera que la lastimara.
Y en ese momento, mientras lo veía acariciar a un perro al que nadie había sido capaz de llegar, comprendió cuánto lo amaba.
Cuánto lo necesitaba.
La sola idea de vivir sin él la mataba.
No podía. En las últimas semanas, él se había convertido en una parte integral de su vida. Más que nada, era una parte integral de su corazón.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras la realidad de ese pensamiento la aplastaba.
Realmente, verdaderamente lo amaba de un modo que jamás había sabido que una mujer pudiera amar a un hombre.
—No tienes idea de lo que estás hablando, Dee. Vane es bueno y considerado. Me cuida.
—Sólo hace un par de semanas que lo conoces, y apenas habías terminado con Taylor. Es vergonzosa la manera en que te arrojas encima de él.
Bride volvió a mirar a su hermana. Sentía lástima de Deirdre, pero eso no le daba derecho a su hermana para intentar hacerla sentir mal.
—Estás celosa.
—No, Bride, no lo estoy. Soy realista. Vane está completamente fuera de tu alcance.
Bride miró con furia a su perfecta hermana pero, en el fondo, sentía muchísima pena por que Deirdre probablemente nunca conocería el amor que ella tenía con Vane.
Si pudiera, le daría ese regalo a su hermana. Pero no eso no era posible.
—Como sea, Dee. Nos veremos después.
Vane y Fury estaban afuera, en el patio, con el Labrador otra vez.
—No querrías llevarlo a casa contigo, ¿verdad? —preguntó Paul mientras Fury jugaba con el perro.
—Valerius se mearía los pantalones —dijo Fury—. ¿Puedo?
Vane rió.
—Seguro. Pero Cujo probablemente terminará en El Santuario.
—Sabes —dijo Paul—, debería haber pensado en pedirle eso a los osos.
Vane miró a Paul suspicazmente.
—¿Perdón?
—Pero, como es sólo un perro y no un Were, pensé que los osos no le darían la bienvenida. —Vane no podría haber estado más pasmado si Paul lo hubiera pateado—. Cierra la boca, Vane —dijo Paul en un tono paternal—. Soy el principal veterinario del estado. Carson aún está aprendiendo el ejercicio. ¿A quién crees que llama cuando hay algo que no puede manejar? —Carson era el veterinario residente de El Santuario. Él mismo era un Were-Hunter, tenía sólo cincuenta años, lo cual en su mundo lo hacía poco más que un niño—. También sé todo acerca de Fang —continuó Paul.
Fury se adelantó para pararse delante de la cerca. Colocó su mano en el alambrado, mientras miraba incrédulo a Paul.
—¿Por qué nos permitió venir aquí?
Paul tomó la mano de Vane en la suya. La marca estaba escondida.
—No tenías que ocultarla. Supe lo que había sucedido en el instante en que Bride me dijo tu nombre. Y sé cómo ustedes protegen a sus compañeras. No puedo decir que esté precisamente feliz por esto, pero al menos no tengo que temer que jamás la lastimes del modo en que Deirdre fue herida.
Vane apretó los puños.
—¿Joyce sabe…?
—No. No sabe nada acerca de tu mundo, y quiero mantenerlo de ese modo. Jamás le he contado a nadie acerca de El Santuario —Paul soltó la mano de Vane—. Si estás buscando mi bendición, la tienes. No estaba seguro hasta que los vi juntos en la cena. Ha pasado mucho tiempo desde que vi a mi pequeñita tan feliz. Pero, recuerda, si alguna vez la lastimas… —miró hacia donde un perro estaba en una jaula, con un cono alrededor de la cabeza.
—Ah, hombre —susurró Fury—. Eso es sencillamente enfermo.
—Estoy definitivamente de acuerdo —dijo Vane.
—Sí, bueno, Bride es mi bebé y sé cómo usar una pistola tranquilizadora y un bisturí.
Vane se encogió mientras Fury se cubría.
—¿Vane?
Se dieron vuelta, para ver a Bride caminando hacia ellos.
Paul dio un paso atrás.
—Déjenme buscarles una correa para…
—No la necesitaremos —dijo Fury, abriendo la puerta y dejando salir al perro con él.
—No, supongo que no —dijo Paul.
Fue a acariciar al perro, quien intentó morderlo.
—Compórtate —dijo Fury, sosteniendo a Cujo.
Bride vaciló mientras se aproximaba.
—Y será mejor que no muerdas a Bride —le advirtió Vane—. O te dejaremos aquí.
El perro movió la cola y se sentó.
—¿Vendrá con nosotros? —preguntó ella.
Su padre asintió.
—Fueron bastante buenos como para adoptarlo.
—Eso es dulce de tu parte —le dijo a Vane.
Fury se mofó.
—En realidad no. Me compadezco de cualquiera que sea arrojado a una zanja.
Bride se estiró y abrazó a Fury. Compadecía al lobo por lo que había pasado.
Fury se aclaró la garganta y retrocedió.
—No te pongas sentimental conmigo, Bride, no sé cómo manejarlo. Al igual que Cujo, mi primer instinto es atacar, y eso haría que Vane me dejara parecido a ese pobre muchacho que está allí.
Bride vio al perro con el cono.
—Auch.
—Exactamente.
Vane envolvió su brazo alrededor de ella y regresaron juntos a la casa, con su padre, Fury, y Cujo siguiéndolos.
Joyce los miró sorprendida al ver al perro con ellos, pero no dijo nada mientras le entregaba a Bride un enorme paquete de TupperwaresÀ.
—Dividí las sobras entre todos.
—¿Nos tocaron patatas? —preguntó Fury.
Vane arqueó una ceja.
—Así que, ¿ahora te gustan?
—Sí, estaban buenas.
Bride besó a su madre en la mejilla.
—Gracias, mamá.
Patrick se encontró con ellos en el living. Le ofreció la mano a Vane.
—Fue agradable conocerte, aunque seas traficante de drogas y proxeneta.
—A ti también.
—¿Perdón? —preguntó Bride.
—Es una larga historia —dijo Fury riendo.
—Tengan cuidado en el regreso a casa —dijo Joyce mientras los acompañaba hacia el auto—. Oh, esperen, déjenme buscar una manta para el perro, para que no arañe los asientos de cuero.
Bride se tomó unos minutos para volver a decir adiós mientras su madre buscaba la manta y luego la colocaba atrás, para Cujo. Después de haber abrazado y besado a sus padres, Bride se unió a los lobos y el perro en el auto.
En un abrir y cerrar de ojos estaban yendo de regreso a Garden District.
—Tienes una agradable familia, Bride —dijo Vane.
Ella lo miró a él y luego a Fury.
—Sí, así es. Creo que ustedes son lo mejor.
El corazón de Vane latió violentamente ante lo que le decía.
—Quise decir tu familia.
—Fury y tú son parte de mi familia, Vane. Tú eres la mejor parte de ella.
—Creo que ustedes dos necesitan un poco de privacidad. —Fury se sentó y le apretó la mano a Bride—. Hasta luego, hermanita.
Entonces él y el perro desaparecieron del asiento trasero.
Vane se movió hacia el costado de la carretera y detuvo el auto.
—¿Qué es lo que me estás diciendo, Bride?
Ella levantó la mano para jugar con el cabello de él, mientras miraba fijo a esos increíbles ojos verde-avellana que tenían su corazón esclavizado.
—Mientras mi hermana me gritaba acerca de cómo un día me dejarías plantada, tuve una revelación. Nunca en mi vida he conocido a nadie como tú, Vane, y dudo que jamás lo haga. Me gusta la forma en que me miras, como si ya pudieras saborearme. Me gusta cómo te preocupas por si tengo demasiado frío o si comí lo suficiente. Más que nada, me encanta la forma en que te siento por la noche, cuando me abrazas con fuerza. El modo en que me tocas, como si temieras que fuera a romperme. Y cómo te ocupas de acunarme en tus brazos. —Se detuvo para respirar hondo antes de continuar—. Te amo, Vane. Creo que nunca supe lo que era el verdadero amor hasta que entraste en mi vida. —Le mostró su mano marcada—. Estoy preparada para unirme a ti.
Él se veía sobresaltado e inseguro.
—¿Estás segura?
—El simple hecho de que estés haciéndome esa pregunta cuando sabes lo que perderás si digo que no, me prueba lo acertada que estoy respecto a ti. Sí, Vane Kattalakis. Estoy segura.
Una lenta sonrisa se extendió por su rostro un segundo antes de que la atrajera a sus brazos y la besara hasta dejarla sin aliento. Vane se apartó con un profundo y lobuno gruñido.
—Realmente odio haber tenido que conducir esta cosa. De otra forma, ahora mismo nos transportaría a la cama.
—¿No puedes llevarlo a casa?
—No. Es demasiado grande y pesado, y si lo abandono, lo robarán, y Otto nunca me perdonará. Ama este condenado pedazo de basura.
La soltó y se recostó en su asiento.
Y estuvo condenadamente cerca de darle un ataque al corazón a Bride cuando condujo a casa en tiempo récord. Richard PettyÀ no hubiera podido competir con Vane mientras se abría paso entre el tráfico.
Se detuvieron con un chirrido fuera de la puerta de Valerius, y Vane los transportó directamente del auto a su dormitorio. En un segundo estaban parados junto a la cama; al siguiente, estaban desnudos sobre ella.
Bride rió ante su impaciencia.
—No pierdes el tiempo, ¿verdad?
—No quiero que cambies de opinión.
—No lo haré.
Vane la besó intensamente. Ya estaba duro por ella.
Bride pasó su mano por la espalda de él, deleitándose en la sensación. Su piel era tan cálida y masculina.
—Sólo recuerda, esto no te libra de una gran boda irlandesa.
Él se rió.
—Lo que haga falta para hacerte feliz.
La sonrisa de ella se desvaneció cuando la seriedad se instaló en lo profundo de su corazón.
—Definitivamente, eso serías tú.
Él volvió a besarla, casi devorándola.
Para el momento en que se apartó, ella apenas podía respirar.
—Muy bien —dijo ella en voz baja—. ¿Qué tenemos que hacer?
Vane rodó sobre su espalda y le robó la respiración, el modo en que se veía allí. Su piel bronceada resaltaba a la perfección contra las sábanas color crema. Su cabello estaba suelto y lo hacía parecer todavía más fascinante.
—Tienes que presionar tu palma marcada contra la mía. —Bride colocó su palma contra la cálida y callosa de él. Vane entrelazó los dedos con los de ella—. Ahora tienes que tomarme dentro de tu cuerpo sin mi interferencia.
—Eso es un poco extraño, pero está bien.
—En realidad, no. Fue establecido como garantía para proteger a nuestras mujeres. El Reclamo jamás puede ser forzado sobre una mujer. Ella debe completarlo por su absoluta voluntad.
Bride se arrodilló y se puso a horcajadas cuidadosamente sobre la delgada cintura de él. Lo miró, preguntándose cómo los cambiaría esto.
¿Los cambiaría?
¿Cómo podía no hacerlo?
Después de esto, estarían emparejados. Ella le pertenecería y, hasta el día en que muriera, él le pertenecería a ella.
Vane tomó su mano libre y se la besó con dulzura.
Con el corazón latiendo violentamente, Bride movió su cuerpo hasta que él estuvo profundamente en su interior. Ambos gimieron ante la sensación.
Vane apretó los dientes mientras su mano comenzaba a calentarse. Le hizo falta toda su fuerza de voluntad para no embestir contra ella. Pero esta no era su elección, sino de Bride.
—Ahora tienes que decir lo siguiente: "Te acepto como eres, y siempre te tendré dentro de mi corazón. Caminaré a tu lado para siempre."
Bride unió su mirada a la de él mientras su propia palma le cosquilleaba.
—Te acepto como eres, y siempre te tendré dentro de mi corazón. Caminaré a tu lado para siempre.
Los ojos de Vane se oscurecieron antes de repetir el juramento para ella. Apenas había terminado de pronunciarlo cuando arqueó la espalda, como si estuviera sufriendo.
Bride chilló, sorprendida, cuando los colmillos de él crecieron como si estuviera en una película de vampiros.
Vane la mantuvo quieta mientras respiraba entrecortadamente. Todo su cuerpo estaba tenso y rígido.
—Está bien, Bride —gruñó—. No tengas miedo. Es sólo nuestro hechizo de Reclamo llamando al thirio, para que podamos unir nuestras fuerzas vitales. Pasará en unos minutos.
—Parece que estuvieras sufriendo. ¿Hay algo que pueda hacer?
—Sólo esperar que pase —jadeó.
—Si nos unimos, ¿se detendrá? —Él asintió—. Entonces, únete a mí.
Él siseó, entonces sostuvo su mirada.
—¿Comprendes lo que es eso, Bride? Si muero, tú mueres conmigo. Instantáneamente. A menos que estés embarazada, y entonces morirás en cuanto nuestro bebé haya nacido.
El corazón de ella triplicó sus latidos. Pero, mientras lo miraba, parecía un precio muy pequeño que pagar. ¿Quería vivir sin él?
—¿Qué diablos? —le dijo—. Si vamos a hacer esto, hagámoslo completo.
—¿Estás segura?
Ella asintió.
Vane se sentó debajo de ella. La acunó contra su pecho y le hocicó el cuello.
—Luego de que te muerda, debes morderme en el hombro.
Antes de que pudiera responder, él hundió sus dientes en ella.
Bride gritó, pero no de dolor. Un inimaginable placer la desgarró mientras lo sentía hinchándose en su interior. Embistió contra Vane mientras un divino orgasmo la atravesaba.
Su visión se nubló mientras sentía sus propios colmillos creciendo en su boca. Algo parecía haberla poseído, y ya no se sentía humana.
Era…
Maravilloso. Lo siguiente que supo fue que había hundido los dientes en el hombro de Vane.
Envueltos en éxtasis, se sostuvieron uno al otro mientras los latidos de sus corazones se sincronizaban y la habitación daba vueltas. Bride nunca se había sentido tan cerca de otra persona en su vida. Realmente era como si fueran una sola persona, unidos. Físicamente.
Espiritualmente. Perfectamente.
Vane no podía respirar mientras la saboreaba. Jamás debería haberse ligado a ella y, sin embargo, estaba tan agradecido que estuviera con él. Por primera vez comprendía porqué Anya se había unido a su compañero.
No quería perder a Bride. Ni siquiera quería intentar imaginar un sólo día sin ella.
Ahora no tendría que hacerlo.
Su cabeza dio vueltas mientras su orgasmo se desvanecía y sus dientes retrocedían. Bride se apartó y lo miró fijamente, como si estuviera ebria.
—¿Ha terminado? —le preguntó.
Él asintió, luego la besó. Y volvió a besarla.
—Eres mía, Bride McTierney. Ahora y siempre.
Ella sonrió.
Vane la recostó sobre la cama y se acostó sobre ella. Sólo quería sentirla. Su compañera.
La realidad de eso envolvió su corazón y lo hizo volar.
Bride lo acunó con todo su cuerpo. Se sentía tan bien allí. Pasó la mano por el cabello de Vane y comenzó a reír.
—¿Fue tan divertido?
—Estaba pensando que no todas las mujeres llegan a tener su propio lobo domesticado.
Los ojos de él brillaron.
—No estoy seguro de poder llamarme domesticado. Sólo tú tienes ese efecto sobre mí.
—Eso es lo que más me gusta de todo.
Mientras agachaba la cabeza para besarla, su teléfono sonó. Vane se apartó con un gruñido. Estiró la mano y el teléfono voló por la habitación, hasta que lo agarró.
Bride frunció el ceño.
—No estoy segura que alguna vez me acostumbre a que hagas eso.
Él le mordisqueó el cuello juguetonamente, y luego atendió.
—Hola, Aimee —dijo, y entonces se detuvo. La miró, y ella notó la confusión en sus ojos—. Gracias, realmente lo aprecio. Espera un segundo. —Apretó el botón de silencio—. Es uno de los osos de El Santuario, que está cuidando a Fang. Están teniendo su propia celebración del Día de Acción de Gracias, y han decidido levantar temporalmente mi proscripción si quiero visitar a Fang esta noche.
—Está bien.
—Me preguntaba si te gustaría ir conmigo y conocerlo. Quiero decir, no es que él esté hablando, pero…
—Me encantaría conocer a tu hermano —dijo ella, interrumpiéndolo.
Vane pareció aliviado antes de regresar al teléfono.
—Sí, estaremos allí en un rato. Gracias.
Colgó el teléfono y lo colocó sobre la mesa de luz.
Bride se quedó recostada allí, en silencio, intentando asumir lo que había hecho. Lo que les había sucedido esa tarde.
—¿Estás seguro de que no estoy envejeciendo? No siento nada diferente.
—Deberías estar unida a mí pero, como nunca me he emparejado antes, no sé cómo deberíamos sentirnos.
Bride se miró la mano. Su marca ahora era de un vibrante rojo.
—Aunque esto es diferente. ¿Qué hay de la tuya?
—Se parece a la tuya.
Esa era una buena señal.
—¿Tengo que seguir tomando tu sangre?
Él negó con la cabeza.
—Nunca más.
—Bien. Es realmente asqueroso pensar en eso. —Vane se levantó y la sacó de la cama—. ¿Qué estás haciendo?
—Voy a bañarte, Lady Wolf para poder llevarte a El Santuario y alardear contigo frente a todos.
Cómo deseaba Bride ser tan hermosa como él pensaba que era. Era tan agradable estar con alguien que la veía color de rosa.
Vane la llevó al baño y abrió la ducha. Una vez que hubo regulado el agua, abrió la cortina para dejarla entrar primero.
Bride se sentía un poquito incómoda. Nunca antes se había bañado con un hombre. Pero mientras Vane comenzaba a enjabonarle el cuerpo, su incomodidad se desvaneció en una ola de caliente deseo por él.
Él se veía realmente bien desnudo y mojado, y sus manos eran increíbles mientras se deslizaban por cada centímetro del cuerpo de ella.
—Eres verdaderamente talentoso —le dijo, conteniendo la respiración mientras él la lavaba entre las piernas. La besó suavemente, dejó caer la esponja y usó sus dedos para acariciarla—. Nunca estás satisfecho, ¿verdad? —le preguntó Bride al sentirlo endurecerse nuevamente.
—No cuando se trata de ti.
Presionó la espalda de ella contra la fría pared de azulejos. Le levantó una pierna para envolverla alrededor de su estrecha cintura antes de deslizarse dentro de ella.
Bride gritó de placer mientras él embestía contra ella. No fue hasta llegar al clímax que ella se percató de que había envuelto ambas piernas alrededor de la cintura de él, y que él estaba aguantando todo su peso mientras continuaba embistiendo.
El cabello de Vane estaba mojado y chorreando agua al capturarle los labios. Se enterró profundamente en su interior y entonces se estremeció.
Bride estaba sólo vagamente consciente del rocío del agua contra sus brazos y piernas mientras observaba el rostro de Vane. Su lobo era hermoso cuando llegaba al orgasmo con ella. La sostenía sin esfuerzo mientras su cuerpo continuaba temblando.
Una vez que hubo terminado, Bride bajó las piernas mientras él se retiraba de ella.
Él suspiró entrecortadamente, luego giró para enfrentar el agua.
Bride presionó su torso impulsivamente contra su espalda desnuda.
Vane siseó ante la sensación de Bride contra él. Ella envolvió los brazos alrededor de su cintura, deslizando las manos por su cuerpo.
—Sigue haciendo eso y jamás saldremos de esta ducha —le dijo roncamente.
—Claro que sí. No será muy divertido estar aquí si el agua se enfría.
—Cierto.
Entonces, para su deleite, ella lo dejó y tomó la esponja para bañarlo.
Bride nunca había hecho nada como eso. En realidad, era muy divertido enjabonar esos magníficos músculos y ayudarlo a enjuagarse el cuerpo.
—Eres decadente —susurró.
Él respondió a eso con una sonrisa y un beso.
Una vez que hubieron terminado, salieron de la ducha. Bride pensó que tendrían que vestirse, pero Vane la sorprendió volviendo a vestirlos con la ropa que habían llevado a la casa de sus padres.
—¿Cómo lo haces?
Vane se encogió de hombros.
—Es como respirar. Apenas pienso en ello y puf. Es magia.
—Desearía que me advirtieras un poquito antes de hacerlo. Aún estoy acostumbrándome a todo esto.
Para complacerla, la condujo a través de la puerta y por el pasillo hacia la habitación de Fury.
Vane golpeó a la puerta.
—¿Sí? —dijo Fury desde adentro.
Vane la empujó con el hombro para encontrar a Fury con el perro sobre su cama.
—Íbamos a El Santuario. Me preguntaba si te gustaría venir con nosotros.
—Seguro. ¿Cujo puede ir?
—Supongo que sí. Podemos meterlo en una de las jaulas si se pone nervioso.
—¿Jaulas? —preguntó Bride.
Vane giró para enfrentarla.
—Como El Santuario tiene a muchas especies diferentes de animales, tienen una habitación llena de jaulas en caso de que alguien se ponga desagradable.
Fury y Cujo desaparecieron del dormitorio.
—¿Cómo quieres ir? —le preguntó Vane.
Bride suspiró profundamente.
—Hazme destellar, Scotty.
Vane le tomó la mano y los transportó a El Santuario.
A Bride le llevó un segundo orientarse. Había pasado por este bar millones de veces, pero nunca antes había estado dentro. Había un cartel en la puerta que decía que estaba cerrado. Sin embargo, había mucha actividad adentro. Al menos cincuenta "personas" estaban allí, incluyendo a Fury y Cujo, quien olfateaba a varios ocupantes.
Varias mesas habían sido unidas para formar una mesa de banquete realmente grande, cubierta con manteles blancos. Otra serie de mesas tenía más comida de la que había visto en su vida. Había una docena de pavos, veinte jamones, y al menos dos docenas de tortas y pasteles con cada acompañamiento conocido, y algunos que no pudo identificar.
Pero lo que más la aturdió fue lo increíblemente atractivos que eran todos allí. ¡Dios! Parecía una revista de modelos.
Bride se sintió extremadamente intimidada.
—Vane —dijo un hombre alto y hermoso mientras se acercaba a ellos—. Nos preguntábamos si lograrías venir.
—Hola, Dev.
Bride vio a dos "Devs" más entrando a la habitación, cargando más comida.
—Somos cuatrillizos —dijo Dev con una traviesa sonrisa—. Puedes distinguirme por esto. —Levantó la manga de su remera para mostrarle su tatuaje de arco y flecha, y luego señaló a sus hermanos—. El de mala apariencia que lleva el gumboÀ es Remi. El tímido que está allí, con el cachorro de oso en su falda, es Quinn, y Cherif es el que sostiene la fuente de patas de cangrejo. No te preocupes si no puedes recordar quién es quién, sólo grita "cuatri" y responderemos.
Parecía muy abierto y amistoso.
—Soy Bride —le dijo, extendiendo la mano hacia él—. Es un placer conocerte.
Mientras la saludaba, otro atractivo hombre rubio apareció detrás de Vane. Gruñó gravemente, recordándole a un lobo.
—Ni siquiera lo piensas, Sasha —le gruñó Vane, mirando letalmente al hombre—. No estoy de humor para tu mierda.
—Lobos —le dijo Dev a Bride—. Los alfas tienen que hacer esa porquería de la dominación cada vez que se ven. Ves, yo soy un oso. Nos llevamos bien con casi todos. A menos que te metas con nosotros, entonces te arrancamos la cabeza. —Dev inclinó la cabeza hacia Sasha—. ¿Por qué no vas a ayudar a Papa a traer los barriles?
Sasha se aproximó y olfateó a Bride. Pareció calmarse un poco antes de volver a mirar a Vane.
—Seguro, Dev. No querría avergonzar a Vane frente a su compañera derrotándolo.
Vane dio un paso hacia él, hasta que Dev se metió en el medio.
—Ve, Sasha —le dijo Dev severamente. Sasha finalmente se marchó. Él respiró hondo y le sonrió—. Deberías haber probado con un oso, Bride. Entonces no tendrías que preocuparte por esto.
—Está bien. Estoy bastante encariñada con los lobos.
Vio que Sasha se acercaba a Fury.
Fury se puso instantáneamente de pie, con un gruñido tan siniestro que realmente la asustó. Siempre relajado y un poquito inepto, no tenía idea de que Fury pudiera verse de ese modo.
Era verdaderamente terrorífico en su personalidad de lobo.
—¡Sepárense, lobos! —dijo una mujer alta y delgada con acento francés mientras se metía entre ellos—. O les arrojaré agua encima a ambos.
Remi apareció a su lado.
—¿Necesitas ayuda, maman?
—No de ti, cher —dijo ella, palmeándole bondadosamente el brazo—. Ve a ayudar a José en la cocina.
Remi lanzó a los lobos una mirada de advertencia antes de obedecer a su madre.
Una vez Sasha y Fury tuvieron algo de distancia entre ellos, la mujer se acercó a Vane y a ella.
—Aquí estás, finalmente. —Besó a Vane en la mejilla y luego se volvió hacia Bride—. Soy Nicolette, pero la mayoría de la gente me llama Mamá.
—Bride —dijo ella, estrechando la mano de la osa.
Nicolette le sonrió a Vane.
—Es hermosa, mon petit loupÀ. Has progresado.
Merci, Nicolette.
—Vamos —dijo, haciendo un gesto para que entraran más en la habitación—. Vane, preséntale tu compañera a nuestra gente mientras me aseguro que mis hijos no peleen. Y no tengas miedo si no puedes recordar nuestros nombres, Bride. Eres una sola mientras que nosotros somos muchos. Los aprenderás con el tiempo.
Bride le agradeció y entonces Vane la llevó por el salón, y la presentó a los leones, tigres, osos, halcones, chacales y leopardos. Incluso había un par de humanos allí.
Nicolette estaba en lo cierto. No podía recordar quién era quién o qué. Como había sólo un puñado de mujeres, la mayor parte de ellas compañeras de los hombres, eran más fáciles de recordar. Pero los hombres… era suficiente para hacerle dar vueltas la cabeza.
—¿Dónde está Fang? —preguntó mientras Vane terminaba de presentarla a la gente en la cocina.
—Está arriba. Vamos, y te lo presentaré.
Vane la condujo por una puerta que se abría hacia una enorme sala de recibo Victoriana.
Bride se detuvo al verla. Lujosa y decorada con antigüedades, la casa era asombrosa.
—Esta es la Casa Peltier —le explicó Vane—. Los Were-Hunters vivimos en este lado de las cosas, donde estamos a salvo de ser descubiertos.
—Es hermosa.
Merci —dijo Nicolette desde detrás de ellos—. Ha sido nuestro hogar durante más de un siglo. Nuestra meta es mantenerlo de este modo.
—¿Cómo pueden hacerlo sin que nadie descubra quiénes y qué son?
—Tenemos nuestros métodos, chérie —le dijo guiñándole el ojo—. La magia tiene sus beneficios.
Le alcanzó a Vane una pequeña vela votiva.
Vane vio que el recipiente de vidrio tenía el nombre "Anya" grabado. Su corazón sufrió al verlo.
—Siempre recordamos a quienes queremos, que se han ido —explicó Nicolette—. Como Fang no puede honrar a Anya, pensé que querrías hacerlo.
Vane no podía hablar por el nudo que tenía en la garganta, mientras Nicolette lo conducía junto a Bride dentro de una habitación en la que había cuatro velas en pedestales. La luz de las mismas titilaba como diamantes contra las paredes verde oscuro.
—Hay tantos —dijo Bride, asombrada por la cantidad de nombres.
—Vivimos mucho tiempo —dijo Nicolette—. Y estamos en guerra. Los Katagaria contra los Arcadianos, los Dark Hunters contra los Daimons. Los Apolitas contra todos. Al final, lo único que tenemos son los recuerdos. —Señaló dos velas que estaban sujetas a la pared—. Esas son por mis hijos. Bastien y Gilbert. —Una lágrima cayó por su mejilla—. Es en su honor que fue fundado El Santuario. Juré que ninguna madre, sin importar que fuera humana, Apolita, Katagaria, o Arcadiana, jamás conocería mi sufrimiento mientras su hijo se alojara aquí, bajo mi techo.
—Lo siento tanto, Nicolette.
La osa inspiró y le palmeó el brazo.
—Agradezco tus palabras, Bride. Es por ti que estoy renunciando a la proscripción de Vane. —Vane se veía estupefacto—. Es mi regalo de bodas —dijo Nicolette—. No tienes una manada que la proteja y, como dice Acheron, has pagado un precio demasiado alto por tu bondad. Protegiste a Sunshine para los Dark Hunters, y entonces ahora te protegemos a ti y a tu compañera.
—Gracias, Nicolette —dijo Vane—. Gracias.
Nicolette inclinó la cabeza y entonces se excusó.
Vane encendió la vela y la colocó junto a la que era para la madre de Colt. Su mano se demoró sobre el vidrio. Por su expresión, Bride podía saber que estaba recordando a su hermana. Que estaba sufriendo horriblemente por ella.
Sus ojos estaban brillantes y resplandecientes mientras veía titilar la vela. Un momento después, la miró.
—Vamos —dijo, tomando la mano de Bride—. Es hora de que conozcas a mi hermano.
Ella lo siguió fuera de la habitación y hacia la escalera.
Mientras pasaban junto a la primera habitación, un hombre salió, a quien Bride reconoció.
—¿Carson?
Él parecía tan conmocionado por su presencia como ella por la suya.
—¿Bride? ¿Qué estás haciendo…? —Su voz se desvaneció mientras olfateaba el aire. Sus ojos se ensancharon—. ¿Eres una de nosotros?
—¿Nosotros?
—Carson es un halcón —explicó Vane.
—¡No puede ser!
Carson asintió.
—Soy el veterinario residente, y doctor aquí en El Santuario.
Él abrió la puerta del cuarto del que estaba saliendo, para mostrarle una sala de consulta ultramoderna, que estaba llena con algunas de las jaulas que Vane había mencionado.
—No puedo creerlo —dijo Bride mientras miraba fijamente a Carson.
Hacía años que lo conocía.
—Yo tampoco —dijo él. Miró a Vane—. Supongo que debo felicitarte. Sí sabes lo que su padre hace para ganarse la vida, ¿verdad?
—Sí. El Rey Castrador.
Carson respiró entre dientes.
—Tienes agallas, lobo. Montones y montones de ellas.
—Sí, lo sé.
—Bueno, supongo que iban camino al cuarto de Fang. Los veré abajo.
Vane la llevó a la siguiente habitación, que era un dormitorio.
Bride esperaba a medias encontrar a un hombre en la cama, y se sorprendió un poquito al ver a un lobo gris amarronado allí. También había otra mujer rubia extremadamente atractiva, que podría haber sido la hermana menor de Nicolette.
Vane le presentó a la hija de Nicolette, Aimee, quien rápidamente se disculpó y los dejó a solas con Fang.
Vane soltó la mano de Bride mientras se acercaba y se arrodillaba al otro lado de la cama, hacia donde Fang estaba mirando.
—Hola, hermanito —le dijo en voz baja—. Traje a alguien aquí, que quiero que conozcas. ¿Bride?
Ella se unió a él.
El lobo no se movió ni un poco.
—Hola, Fang —dijo Bride. Miró a Vane—. ¿Puedo tocarlo?
—Si quieres.
Ella colocó la mano sobre su cabeza y lo acarició detrás de las orejas.
—Es un placer conocerte finalmente. Vane me ha hablado mucho sobre ti.
Aún así, él no se movió.
Bride quería llorar por los dos. Podía sentir cuánto le dolía a Vane que su hermano no los reconociera.
—Supongo que te llevaré abajo —dijo Vane con tristeza.
—Está bien. Podemos quedarnos un rato. No me molesta.
—¿Estás segura? —Ella asintió—. Está bien, iré a buscar algo para beber y regresaré enseguida.
—Espera —le dijo ella antes de que pudiera desaparecer—. ¿Hay algún baño cerca?
—Hay uno en la oficina de Carson.
—Bien.
Vane desapareció de la habitación. Bride se fue, para ocuparse de su asunto.
Mientras salía del baño, notó que la oficina de Carson tenía un espejo bilateral que daba a la habitación de Fang.
Pero no fue eso lo que le hizo detener el corazón.
Parada en el dormitorio de Fang, estaba Bryani.


À  Mamífero roedor conocido como "Ardillita del desierto", similar a un cobayo.
 À Nueces típicas del Sur de Estados Unidos son de cáscara alargada y lisa.
À Marca de envases plásticos herméticos para llevar comida
À Corredor de autos en la famosa categoría Nascar. Corrió durante 32 años y ganó más de 200 carreras.
À Gumbo: comida tradicional de Luisiana, especie de guiso.
À En francés en el original: “mi pequeño lobo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario