Una hora después Bride bajaba sola. Vane había “creado” un vestido muy bonito de terciopelo color verde esmeralda oscuro. Él la había dejado en lo de Valerius con Fury mientras él iba a El Santuario a ver si uno de los Were-Hunters o cualquiera allí podría decirle algo de Fang o quizás rescindir su destierro el tiempo suficiente como para chequear a su hermano.
Bride alisó su cabello nerviosamente mientras bajaba la escalera. No estaba segura de qué esperar de un vampiro que cazaba Daimons. A diferencia de Tabitha, ella nunca había conocido a uno antes. Y eso habría ayudado si Otto no se hubiera marchado de la casa tan pronto después de Vane.
Mientras bajaba la escalera, notó que los pastelillos no estaban en las estatuas. Ella sonrió, a su pesar.
Entró en el elegante salón para encontrar a un hombre alto, de cabello negro que estaba de pie dándole la espalda mientras miraba fijamente por los ventanales el jardín trasero. Su postura era rígida, inflexible. Él llevaba su cabello retirado en una perfecta cola de caballo y estaba vestido con un traje negro de seda hecho a medida, obviamente caro.
Él ladeó su cabeza como si sintiera su presencia.
Mientras se giraba, ella se detuvo.
Él era un hombre increíblemente hermoso. Los ojos negros miraban fijamente desde una cara esculpida cuidadosamente por la clase correcta de genes. Tenía una nariz larga, aquilina y los labios estaban apretados en una línea firme que era inflexible y áspera. Él era, sin duda, la persona más intensa que Bride jamás se hubiera encontrado.
No era asombroso que Otto le diera tal mal rato. Era obvio que este hombre no tenía ningún sentido del humor y tomaba todo muy seriamente.
—Usted debe ser Bride —dijo en aquel extraño acento italiano que Otto había marcado perfectamente—. Soy Valerius Magnus. Bienvenida a mi hogar.
Con su porte real, ella sintió un momentáneo impulso de hacer una reverencia ante él.
—Gracias por dejarnos quedar aquí.
Él inclinó su cabeza con la tiesa formalidad de la realeza.
—Por favor —dijo él, indicando una butaca de terciopelo negro—. Siéntese. La cena estará servida puntualmente sobre la mesa en cinco minutos. Haré que un criado le traiga su vino mientras esperamos.
Bride nunca había estado más acomplejada en su vida que cuando iba caminando a través del cuarto para sentarse en aquella silla. Este vampiro realmente parecía antiguo y poderoso.
Sobre todo, tenía buenos modales y era la encarnación de la crianza patricia.
Valerius se movió hacia un intercomunicador donde presionó un botón y, en efecto, ordenó el vino para ella.
Una vez que terminó, él volvió a su lado. —Pido disculpas por que mi casa no estuviera en orden cuando llegaron.
Ella miró alrededor del cuarto perfectamente acomodado —¿Cómo que?
—Las estatuas —dijo él con sólo un leve gesto de desprecio en su labio—. Puede estar tranquila que Tony ManeroÀ ha sido apropiadamente castigado por sus acciones —Ella lo oyó refunfuñar por lo bajo— Es una pena que en estos días y época no se pueda golpear a los sirvientes.
—¿Tony Manero? —preguntó ella, asombrada de que un hombre como Valerius conociera el personaje de una película como Saturday Night Fever.
—Otto —dijo él con desdén—. Todavía no puedo creer que el Consejo me lo enviara. Les pedí un Escudero italiano, no un ojo-italianoÀ.
Bride se echó a reír. Ella no pudo contenerse. Oh, Valerius tenía buen sentido del humor. Sólo que era uno muy, pero muy, seco.
Su cara se ablandó un grado ante el sonido de la risa de ella, y en ese momento, Bride sospechó que Valerius no era ni tan frío y ni tan formal como parecía. Que a una parte secreta de él en realidad le gustaba compartir la risa, pero que su comportamiento helado mantenía a todos alejados de él.
Fury destelló en el cuarto, justo delante de ellos. Como ella, él todavía se movía nerviosamente con su ropa, que estaba un poco arrugada.
—Maldición —dijo Fury por lo bajo—. Un día dominaré esta mierda si no me mata —Él alzó la vista y se ruborizó como si no fuera consciente que ya había llegado —. Lamento llegar tarde —Él aclaró su garganta y se enderezó.
Valerius arqueó una majestuosa ceja al Were-Hunter.
—Tú debes ser Val —dijo Fury, extendiendo su mano.
—Valerius —le corrigió con una mirada de fulgor ártico. Él miró irónicamente la mano de Fury y no hizo ningún movimiento para tomarla.
Fury levantó su brazo y olió su axila. —¿Qué? Me bañé —Sacudiendo su cabeza, Fury metió ambas manos en sus bolsillos—. Otto tiene razón. Alguien tiene que sacarte ese palo del culo y golpearte con él.
Bride cubrió su boca para evitar reírse de algo que Valerius obviamente no encontraba gracioso. A él podría gustarle reírse, pero no de él mismo.
—¿Cómo has dicho? —gruñó Valerius, dando un paso adelante.
—¿Vino para la señora?
Bride se dio vuelta para ver a un hombre mayor vestido con chaqueta negra y corbata, entrando con una copa de cristal con vino tinto para ella.
Valerius pareció mantenerse bajo control. —Gracias, Gilbert —dijo, volviendo de nuevo a su pomposa superioridad.
El criado inclinó su cabeza. —¿Su señoría quisiera otra copa para su nuevo invitado?
Bride podría decirle que Valerius preferiría darle una patada en el trasero a Fury, pero los buenos modales dictaban lo contrario. —Sí. Pero tráela en un tazón.
El criado se marchó para completar su nueva diligencia.
—En realidad —dijo Fury— Bride, en serio, no puedo quedarme aquí con él mirándome como si tuviera miedo que fuera a orinar sus alfombras o algo parecido. ¿No quieres venir conmigo por una hamburguesa?
Sí, quería, pero había algo en Valerius que decía que estaba herido por las palabras de Fury. Esto no tenía sentido. Mas había, definitivamente, un cierto dolor escondido en esos ojos de medianoche.
—Pienso que me quedaré.
—Bien, tu aburrimiento —Fury destelló del cuarto.
—No tiene que quedarse, Bride —dijo Valerius calladamente—. Pediré el coche y seguridad si usted desea marcharse.
—No, está bien, en serio.
Ella podría haber jurado que el aire en el cuarto subió por lo menos treinta grados. Mejor todavía, Valerius pareció relajarse algo durante el curso de las siguientes dos horas. Él en realidad se volvió un poco humano.
Bride descubrió un lado sumamente gracioso en las opiniones de Valerius sobre el mundo en nuestros días. Ella consiguió una recorrida completa de la casa y los jardines así como fascinantes imágenes de cómo la realeza romana vivía.
—¿Entonces este era usted? —preguntó ella mientras los dos estaban de pie afuera, en su atrio. Ella estaba delante de una estatua de mármol de un general romano lleno de insignias militares. No se podía negar la semejanza en los rasgos faciales entre la estatua y el hombre al lado de ella.
—No —dijo él, su tono helado por primera vez en horas—. Él era mi abuelo y él fue el mayor general en sus días —Había orgullo en su voz, pero estaba ribeteado por algo que sonaba extrañamente cercano a la vergüenza.
—Él repelió a los Griegos y reclamó Roma para nuestra gente. De verdad, él fue quien destruyó la amenaza macedonia y quien sin ayuda de nadie aniquiló al mayor general griego que alguna vez haya vivido... Kyrian de Tracia —. Verdadero odio brillaba en sus ojos, pero ella no estaba segura a quien estaba dirigido. A su abuelo o a Kyrian.
—¿Usted quiere decir Kyrian Hunter? —preguntó Bride—. ¿El tipo con una MiniVan que vive a unas calles?
Los ojos de Valerius brillaron ante esto. —¿Él conduce una MiniVan? —no había ninguna duda de sobre el humor en su tono.
—Bueno, sí. Yo lo vi estacionándola delante de su casa y sé por Tabitha que Amanda conduce un Camry.
Él no dijo nada más durante unos minutos y Bride no tuvo ninguna pista en cuanto a su humor.
Entonces ella miró fijamente a su abuelo, quien demandaba atención incluso siglos más tarde. —Usted se parece mucho.
—Lo sé y esperaba seguir sus ilustres pasos.
—¿Usted?
Esta vez no hubo ninguna duda sobre la vergüenza en sus ojos antes de que él apartara su mirada de ella. —Cuando mi abuelo murió, hubo desfiles durante toda una semana de gente que lloraba su deceso —Él levantó su brandy hacia su abuelo en un saludo silencioso.
De todos modos ella vio a través de su fachada. —¿Usted no le quería?
Valerius pareció sorprendido por sus palabras. —Envidié cada aliento que él tomó —dijo tranquilamente, luego cambió el tema de discusión a su reciente mudanza desde Washington al antro de iniquidad que la mayoría de la gente llamaba cariñosamente Nueva Orleáns.
Mientras se dirigían de vuelta hacia la casa, Vane destelló al lado de ella.
El corazón de Bride se entibió al instante con su presencia.
—Siento haber demorado tanto tiempo —dijo Vane antes de besarla en la mejilla. Su aroma la rodeó, haciendo que su corazón palpitara en su presencia. Era bueno tenerlo de nuevo con ella.
—¿Ellos te dejaron verlo?
Él asintió.
—¿Está mejor? —preguntó Valerius, sorprendiéndola con la profunda y sincera preocupación que escuchó en su voz. Mientras habían cenado, le había contado de la noche que los Daimons habían atacado la manada de Vane y como él, Acheron, Vane, y Fang los habían rechazado.
Sobre todo, Valerius le había contado como los dos lobos habían reaccionado ante la muerte de su querida hermana.
Cómo la última imagen que había tenido de Vane era de él llevándose el cuerpo de su hermana para enterrarlo.
—No —dijo Vane con un suspiro—. Él todavía está en coma.
—¿Me disculpan? —Valerius dio un paso atrás e inclinó su cabeza, hacia ellos—. Ya que ahora estás aquí, me despediré e iré a atender mis deberes.
Valerius dio tres pasos, luego hizo una pausa y se volvió hacia ellos. —A propósito, Vane, tienes la más encantadora de las compañeras. De verdad sería una pena para el mundo perder un tesoro como ella. Mi espada está siempre a tu disposición para lo que ordenes y mi casa está aquí para ti mientras ella necesite protección.
Él se dio vuelta con un giro imperioso y rápidamente los dejó solo.
Bride no sabía cuál de los dos estaba más atontado por la noble declaración de Valerius.
—¿Qué le hiciste? —le preguntó Vane.
—Nada. Solamente cenamos y recorrimos la casa y los jardines.
Él sacudió su cabeza con incredulidad. —Ya veo, realmente eres mágica —Él asió su mano y colocó un dulce beso sobre sus nudillos que hizo que le temblara el estómago. Acomodando su mano en la curva de su brazo—, Luces encantadora esta noche —dijo, entonces hizo aparecer una rosa de tallo largo de ninguna parte.
Bride la tomó y la olió. —Si estás intentando seducirme, Vane, llegas un poco tarde. En este momento, soy una cosa bastante segura para ti.
Él se rió. —En mi mundo la única cosa sobre la que siempre estoy seguro consiste en que alguien muy probablemente está al acecho en la próxima sombra para intentar matarme.
Ella se paró y frunció el ceño. —No estás bromeando, ¿verdad?
—Desearía estarlo. Es que estar así contigo me asusta. No puedo quitarme la sensación de que voy a perderte de algún modo.
Ella colocó un dedo sobre sus labios. —No hables así. Ten fe.
—Bien —dijo él, besando su dedo— ¿Dime, qué quisieras hacer esta noche?
Ella se encogió de hombros. —No me preocupa, mientras esté contigo.
—¿Eres fácil, verdad?
—Shh —dijo ella, sosteniendo su dedo sobre sus labios—. No dejes que nadie más lo sepa.
Él sonrió. —Te diré que haremos. Aún no he comido. ¿Quieres ir a buscar algunos beignets y luego dar un paseo en carruaje por el Garden District conmigo?
Los ojos de Bride en ese momento se llenaron de lágrimas por la oferta. Ella había vivido en Nueva Orleans toda su vida y nunca había dado un paseo en carruaje antes. Eran terriblemente caros. Su padre siempre había pensado que era tirar dinero a la basura para alguien que vivía en Nueva Orleans, y como adolescente, ella no podía permitirse ciento cincuenta dólares.
En cuanto a Taylor...
Él había estado demasiado preocupado porque alguien lo viera y se riera del "respetable" presentador que hacía algo tan infantil.
—Me encantaría.
—Bien —Él se agachó y la besó profundamente.
Cuando se retiró, ella se encontró de pie en la trasera área oscura del Mercado Francés, a unos pasos del legendario Café Du Monde.
—No te preocupes. Nadie nos vio —dijo, guiñándole un ojo.
—Tu realmente tienes una motocicleta. ¿La he visto, verdad?
—Sí. Pero Amanda y Grace dijeron que tu no querrías andar en ella conmigo mientras usaras vestido.
Ella miró hacia el caro terciopelo verde. —Pensando en eso, realmente no estoy vestida como para beignets, tampoco.
—No te preocupes. Puedo prometerte que no tendrás una sola mancha de polvo sobre tu vestido.
—¿Puedes hacer eso?
Él le dirigió una burlona y arrogante sonrisa. —Nena, no hay mucho que no pueda hacer.
—Entonces vamos, Sir Lobo.
Vane la condujo a una pequeña mesa justo en un lado del restaurante. En cuanto ellos se sentaron un camarero vino para tomar sus ordenes.
—Yo tomaré una porción de beignets y chocolate con leche, por favor —dijo Bride.
Bride quedó boquiabierta. —¿Vas a comer todo eso?
—Te dije que tenía hambre.
Ella tembló mientras el camarero se iba. —Espero que los Arcadianos no tengan diabetes.
—No la tenemos. Somos de una extraña manera inmunes a todo excepto el común resfriado y un par de enfermedades extrañas que son únicas en mi raza.
—¿Qué tipo de enfermedades?
—Nada por lo que tengas que preocuparte. Lo peor es una que nos quita nuestra capacidad para hacer magia.
Ella se estremeció e intentó imaginarse a Vane sin sus poderes. Esto muy probablemente lo mataría. —¿Es eso lo que está mal con tu madre? Ella dijo que no podía viajar por el tiempo.
—No, eso lo hacía mi padre. Después que ella lo castró y antes que sus propios poderes se esfumaran, él le quitó la mayor parte de sus poderes a ella para asegurarse que no volviera a matarlo.
Bride cerró sus ojos en comprensivo dolor. —¿Buen Dios, que mala relación tenían, huh?
—Sí. Pero francamente, es por mi madre por quien siento pena. Mi padre no tenía por qué hacerle daño. Él consiguió lo que se merecía en lo que a mí concierne. Solamente deseo que hubiera algún modo de volverla completa otra vez.
Bride tomó su mano en la suya y la sostuvo apretada. —No puedo creer que puedas mostrar compasión por ella, considerando lo que estaba dispuesta a hacerte.
—Es sólo por que te encontré a tiempo, te aseguro. Si ellos hubieran dañado un pelo de tu cabeza, no habría dejado ni a uno de ellos bien.
Un temblor bajó por su columna ante el tono mortal de su voz. Él quiso decir eso y ella no tenía ninguna duda que él pudiera matar a alguien.
Ella se reclinó mientras el camarero regresaba con su orden y la colocaba sobre la pequeña mesa redonda.
Bride miró fijamente a sus tres pastelillos con cautela.
—Ellos no te morderán —bromeó Vane—. Mira —Él recogió una servilleta y la sostuvo por debajo del espolvoreado beignet, luego dio un mordisco. Sus palabras fueron ciertas, el azúcar pulverizado no voló como normalmente hacía.
Decidiendo confiar en él, ella siguió el ejemplo y rápidamente encontró que mientras Vane estuviera con ella, en realidad podría comer uno de estos sin hacer un lío total de ella.
La idea en realidad la hizo reír tontamente.
Bride comió dos de los de ella y bebió a sorbos su leche mientras Vane terminaba todos los suyos.
—¿No vas a comer ese? —preguntó él.
—Estoy llena —Entonces ante la mirada suspicaz de él, agregó —lo juro. Valerius me dio una comida completa de cinco platos.
—Bien por él. Mejor que alimente a mi mujer.
Sacudiendo su cabeza, ella empujó su beignet hacia él. —Adelante, sé que lo quieres.
Él no discutió.
En cuanto se lo hubo despachado, se puso de pié y la ayudó a pararse. Él pasó su brazo alrededor de sus hombros y la sostuvo cerca mientras paseaban por la calle hacia donde los carruajes estaban alineados, todo a lo largo de Decatur.
Vane le condujo al primero y la ayudó a subir a la parte trasera. Bride se ubicó cómodamente mientras él pagaba a la conductora, luego se le unió.
Él la acunó contra su pecho mientras la conductora con cuidado impulsaba a su mula, Caesar, por la calle, hacia el Garden District.
—¿Son ustedes dos recién casados? —preguntó Michaela, la conductora.
Vane la miró.
—Supongo que lo somos —dijo Bride, no segura de qué otra forma contestar la pregunta de Michaela.
—Eso pensé. Ustedes tienen esa apariencia de felizmente enamorados. Siempre puedo notarlo.
Bride cerró sus ojos mientras inhalaba el cálido aroma masculino de Vane y consideraba cuanto le gustaría comérselo. Ella podría oír su corazón latiendo bajo su mejilla mientras los cascos de la mula resonaban por el French Quarter. La música de vez en cuando fluía de los edificios y de los coches que pasaban: jazz, zydeco, rock, y hasta tonadas country de tanto en tanto.
El aire era un tanto frío, si no la noche sería sumamente agradable. Su ciudad natal nunca le había parecido más encantadora. Y cuando ella pasó la calle de su tienda, sonrió mientras recordaba cuando vio a Vane allí por primera vez.
De todos modos, parecía que hubiera pasado una eternidad.
Vane bajó su cabeza para que su mejilla descansara sobre la cima de su cabello mientras él ahuecaba su cara con su mano.
Ellos no hablaron mientras la conductora indicaba lugares conocidos y edificios.
Vane no podía respirar mientras sostenía a Bride. Acariciar su piel que era como acariciar satén. Ella era tan preciosa para él. Él se sentía como si hubiera nacido de nuevo el primer día que la vio con aquel toque de tristeza en sus ojos en el puesto de artesanías de Sunshine.
Él no quería pensar en un futuro sin ella.
Mientras visitaba a Fang, le había contado a su hermano todo sobre Bride. Él había esperado que eso pudiera sacar a Fang de su estupor.
No pudo.
Si algo hizo, pareció ser deprimir aún más a su hermano.
Como deseaba conocer algún modo de alcanzar a Fang. Una parte de él se sentía culpable porque Bride lo hacía feliz mientras su hermano era tan miserable.
Pero él no quería volver al modo en que él había sido antes de haberla encontrado. Por primera vez en su vida, él no tenía que ocultarse de su amante. Era tan increíble ser completamente honesto sobre quien y qué era.
Ella no lo juzgaba u odiaba por cosas que no eran su culpa. Ella lo aceptaba y ese era el mayor milagro de todos.
Demasiado pronto, el carruaje regresó a Decatur. Vane se bajó primero, luego ayudó a Bride a bajar. Le dio una propina a la conductora, luego tomó su mano y le condujo hacia la Catedral de San Luis. —¿Quisieras ir a bailar?
Bride se mordió el labio ante su oferta. Ella no había ido bailar en años. —Me encantaría.
—¿Tienes un club favorito?
Ella sacudió su cabeza.
—Hmmm, no puedo llevarte a El Santuario, todavía estoy en una especie de destierro por haber atacado a uno de mis compañeros de manada. A Ash y a Simi les gusta ir a bailar a un lugar llamado Mazmorra, pero conociendo sus gustos en música y clubes, dudo que ninguno de los dos estuviera cómodo allí. Nick Gautier prefiere Tentaciones... Pero, otra vez, conociendo a Nick, tengo la sensación que ese probablemente no sea un buen lugar para ti, tampoco.
—No, —dijo ella con una sonrisa ante la mención de uno de los clubes para caballeros más renombrados de Nueva Orleans—. Nosotros podríamos intentar Tricou House en Bourbon. Tabitha va mucho allí después del trabajo. Desde luego, allí busca vampiros para estaquear, pero ella dice que ellos tienen buena música y comida.
—Bien, suena como destino.
Mientras andaban por Pere Antoine Alley, Vane comenzó a reducir la marcha de su paso.
Bride frunció el ceño mientras se separaba de ella y la ponía detrás de él.
—Que es... —. Su voz se desvaneció mientras veía lo que parecían ser cuatro hombres rubios con una atractiva morena. Al principio ella pensó que uno de los hombres se estaba entendiendo con la mujer en uno de los rincones, hasta que los otros tres hombres vieron a Vane y maldijeron.
—Detente, Were-Hunter, —gruñó uno de los hombres. Su siniestra mirada fue hacia Bride—. Tienes demasiado que perder para pelear con nosotros.
—Déjenla ir —dijo Vane con una voz mortal.
Ellos no lo hicieron.
—Quédate aquí, —le ordenó Vane antes de mover su mano y enviar a dos de los vampiros a volar.
Antes de que él pudiera moverse, algo brillante destelló en el callejón. Bride levantó su mano para proteger sus ojos mientras Vane profería un grito inhumano.
—Agarra a su compañera —dijo alguien.
Ella estaba todavía cegada por el destello. Alguien la agarró violentamente. Sabiendo que Vane nunca la trataría así, ella dio una maligna patada que hizo contacto con carne.
El vampiro se encogió mientras se doblaba sobre sí mismo.
Otro vino por ella. Justo cuando ella estaba segura que la tenía, se desintegró. Los otros dos corrieron hacia una sombra y luego ellos también se fueron.
Bride se reforzó para luchar con la sombra que se aproximaba hasta que se dio cuenta que era Valerius.
—¿Está bien? —le preguntó.
Ella asintió mientras su vista se aclaraba lo suficiente como para que pudiera buscar a Vane. Él estaba a unos pasos de la mujer, que parecía estar inconsciente.
Bride se congeló cuando lo vio. Él destellaba una y otra vez de un humano desnudo a lobo.
Horrorizada, ella no pudo moverse.
Valerius corrió hacia él, sacando su teléfono celular. —Acheron, tengo un Código Rojo con Vane en Pere Antoine Alley. Él fue golpeado por algo elec...
Acheron apareció al instante al lado de ella. —¿Estás bien, Bride? —preguntó.
Ella asintió.
Ash destelló de su lado hasta Vane. Él tomó la cabeza de Vane entre sus manos, y con otro brillante destello, Vane se volvió humano. Arqueando su espalda, Vane gritó como si algún horrendo dolor lo atravesara.
—Tranquilo —dijo Ash mientras Valerius chequeaba a la mujer.
Bride corrió hacia Vane, quien yacía sobre su espalda, ahora completamente desnudo. Había lágrimas en los ojos de él.
Ash deslizó su mano sobre él, y una camiseta y los vaqueros aparecieron sobre su cuerpo. De todos modos Vane no se movió.
—Le tomará unos segundos más orientarse, —le explicó Ash. Él buscó al general romano—. ¿Cómo está la humana, Valerius?
—Está viva. Cuida a Vane y la llevaré a un hospital —. Valerius la recogió de la calle, y la tomó en brazos, y se dirigió hacia Royal.
Bride se arrodilló y levantó la cabeza de Vane en su regazo. Su marca de nacimiento estaba de nuevo en su rostro, y su cuerpo entero estaba tenso y tembloroso.
—¿Qué le pasó? —le preguntó a Ash.
—¿Cómo en Star Trek?
—En cierto modo. Esta es un arma de Centinela que fue desarrollada para los Katagaria. Más fuerte que un taserÀ, esto envía una atroz descarga de electricidad a la víctima deseada. Siempre que un Were-Hunter de cualquier especie es golpeado, su magia se vuelve loca y ellos pierden todo el control sobre sí mismos. Ni siquiera pueden mantener una forma. Si ellos son golpeados con una sacudida lo bastante fuerte, literalmente se caen de sus cuerpos y se convierten en seres no corpóreos como un fantasma.
Vane tomó su mano en la suya.
Bride bajó la vista hacia él y le ofreció una sonrisa tentativa.
—¿Estás bien, lobo? —le preguntó Ash.
Vane todavía temblaba. —¿Para qué diablos fue hecha esa cosa?
—Para matar sería mi conjetura. Pero por suerte no funcionó.
Ash lo ayudó a levantarse despacio.
Vane se tambaleó y se habría caído si Ash no lo agarraba.
—Tranquilo, lobo. —Ash extendió la mano y tocó a Bride, luego los destelló a su dormitorio en lo de Valerius.
Preocupada por Vane, Bride se mantuvo apartada mientras Ash lo ayudaba a meterse en la cama. Vane se derrumbó en cuanto Ash lo liberó.
—¿Qué puedo hacer para ayudarlo? —le preguntó a Ash.
—Nada realmente. Llevará tiempo para que la electricidad deje de brincar entre sus células. No lo muevas demasiado ya que eso tiende a hacerlos enfermar en esta condición.
—Bien. —Ella soltó un suspiro aliviado—. Solo estoy contenta de que su madre no tuviera algo como esto.
—Estoy seguro que ellos lo tenían. Pero conociendo a Vane, dudo que ellos tuvieran tiempo para usarlo sobre él. Los Weres saben que deben esperar phasers de los de su propia clase. Es raro que los Daimons los usen.
Él miró de nuevo a Vane. —Yo debería haberte advertido sobre esto. Ya que hay tantos Weres en Nueva Orleans, los Daimons aquí son un poco más inteligentes que el resto.
—Apestas, Ash, —dijo Vane en un tono crispado.
—Y con esas palabras, los dejaré solos y volveré a mi patrulla. Paz.
En cuanto Ash desapareció, Bride se sentó sobre el borde de la cama, al lado de Vane.
Era bastante extraño verlo con la marca de nacimiento sobre su cara. Ella la tocó con su mano.
—¿Te asusté? —preguntó Vane.
—Un poco, —contestó francamente—. Pero esas criaturas me asustaron mucho más. ¿Son siempre así?
Él asintió.
—Dios querido, Vane, vives en un mundo muy espeluznante.
—Lo sé.
Bride se sentó allí en silencio mientras varias posibilidades de cómo esa noche podría haber resultado pasaban por su cabeza. Después de la manera en que Vane la había salvado en el pasado, ella había pensado que él era impermeable a todo.
Ahora ella averiguó que él tenía un muy verdadero, y muy peligroso, talón de Aquiles.
—¿Cuan malo debe ser el golpe para hacerte esto? —preguntó—. ¿Quiero decir, la electricidad estática lo hará?
—Eso no hará que cambie formas, pero no es cómodo. Lo principal que tenemos que evitar son los golpes de salida, o cualquier otra fuente de poder artificial, y los relámpagos. Algunas baterías tienen bastante poder para cambiarnos.
—¿Y esto te deja incapacitado?
Él asintió.
Bride cerró sus ojos mientras un nuevo miedo la recorría. Esto era aterrador dado que la gente que iba detrás de él sabía exactamente qué usar para matarlo.
Y si se vinculaban, eso la mataría, también.
¿Y si ella y Vane tenían niños un día... qué pasaría? ¿Y si Valerius no hubiera llegado cuando lo hizo?
¿O peor, y si los policías o alguien más había visto a Vane cambiar de forma? Ambos serían detenidos y llevados quien sabe donde para ser estudiados y diseccionados. Ella había visto suficientes episodios de Los Expedientes X para saber que el gobierno no aceptaba amablemente a los raritos entre ellos.
—Siento que no consiguiéramos ir a bailar —dijo Vane quedamente.
Bride deslizó su mano sobre su brazo para confortarlo. —No pienses en eso.
Sin embargo, ella no podía menos que pensar en lo que había pasado esa noche.
¿Ella en serio quería ser parte de su mundo, dónde la gente manejaba la magia como si no fuera nada? ¿Dónde ellos saltaban dentro y fuera de cuartos, edificios como sí tal cosa? Ella sería una humana rodeada por...
Ella estaba aterrorizada de pensarlo. —¿Vane? ¿Nuestros niños se parecerán a ti o a mí?
—Los genes de Were-Hunter son más fuertes y por lo general dominantes. En realidad no sé si nuestros hijos serán Katagarias o Arcadianos.
Esto la asustó aún más. —¿Entonces esencialmente me dices que yo podría dar a luz cachorros?
Él miró a lo lejos.
Bride se levantó mientras ese pensamiento penetraba su mente. Cachorros. No niños. Cachorros.
Concedido, ella conocía a gente que pensaba en sus animales como niños. Sus padres lo hacían, pero eso...
Eso requería mucho más análisis antes que ella se comprometiera.
À Tony Manero: Personaje de John Travolta en Fiebre de Sábado por la Noche (Saturday Night Fever) famosa película de los años 70, con música de los Bee Gees.
À juego de palabras intraducible: en inglés dice eye-italian: haciendo referencia a los jóvenes ítalo-americanos que hacen música Hip-Hop.
À en francés en el original.
À Phaser es un programa para sincronizar las estructuras macromoleculares de cristal con métodos máximos de probabilidad.
À Taser: Pistola de Electroshock
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