Vane cogió a Stefan por la cintura y los dos atravesaron la dura puerta de roble, saliendo al pasillo.
Aimee Peltier brincó para alejarse de ellos y comenzó a gritar por ayuda mientras Vane tiraba a Stefan al piso y lo aporreaba con fuerza y con furia.
En vez de atacarlo, Stefan cambió a su forma de lobo y corrió por las escaleras. Vane corrió detrás de él. Pero antes de que Stefan pudiera escapar de ellos, Wren, que en su forma humana saltaba hacia ellos, agarró al lobo por el cuello y lo arrastró de regreso al pasillo.
Stefan gruñó, intentando morder a Wren. El leopardo lo sostuvo con una confiada fuerza que le dio a Vane un descanso. Él no tenía ni idea que el joven y tranquilo Katagari fuera tan fuerte.
Vane se detuvo, respirando entrecortadamente, mientras Nicolette salía de su cuarto al final del vestíbulo.
Aimee corrió hacia su madre mientras Wren mantenía sujeto al lobo que gruñía.
—¿Qué es lo que pasa aquí? —preguntó Nicolette.
Vane señaló al lobo. —Él estaba en el cuarto de Fang.
Stefan cambió a su forma humana, destellando en su ropa, luego apartó a Wren de él.
Wren apenas se alejó un paso y la imagen de su cara prometía un ArmageddonÀ si Stefan lo tocaba otra vez.
Aquella áspera mirada logró tranquilizar a Stefan y se alejó otro paso del leopardo. —Yo no estaba haciendo nada. Yo sólo comprobaba si ellos realmente estaban aquí —Stefan curvó su labio hacia Vane—. Vane me atacó a mí.
Stefan se volvió hacia Nicolette con una expresión que era casi respetuosa. —Pensé que era contra las reglas de El Santuario atacar a alguien sin provocación.
Vane estrechó sus ojos mientras comenzaba a entender. Él comprendió demasiado tarde que había sido todo preparado.
Stefan fue más listo que Vane, en eso había que darle el crédito.
—¿Vane? —Nicolette lo miró—. ¿Lo que dice él es verdad? ¿Lo atacaste?
—Él venía a matar a Fang. Tu sabes que sí.
—¿Pero él lo atacó?
Vane se puso rígido mientras miraba a Stefan. —Él lo habría hecho sino lo hubiera detenido. -
—¿Él atacó primero, o lo hiciste tu? —insistió Nicolette.
La cólera de Vane rompió su control. —¿Qué eres tu? ¿Una abogada de mierda?
—Cuida tu tono, Vane —advirtió Nicolette severamente—. Soy la ley suprema aquí y tú lo sabes.
Vane se disculpó aunque se le quedó atascado en el buche hacerlo.
Wren le brindó una comprensiva mirada que decía que también le gustaría descuartizar a Stefan. Su cuerpo entero se retorcía por hacerlo, pero se quedó quieto.
Nicolette levantó su barbilla aceptando la disculpa de Vane. —Ahora dime la verdad. ¿Quién atacó primero?
Vane quería mentir, pero Nicolette lo sentiría y eso sólo empeoraría las cosas. —Yo lo hice.
Ella cerró sus ojos como si esto le doliera. Cuando los abrió, su expresión decía cuanto lamentaba lo que estaba a punto de decir. —Entonces no tengo ninguna opción excepto desterrarte, Vane. Lo siento.
Los ojos de Stefan brillaron.
En aquel momento, Vane los odió a todos por igual. Así que esto era lo que conseguía. Él era castigado por proteger a su hermano.
Así sea. Esta no sería la primera vez que esto le pasaba. Al menos Nicolette no lo había azotado como castigo.
—Bien —dijo con los dientes apretados.
Vane se dirigió al cuarto de Fang para recoger a su hermano, sólo para descubrir que Aimee Peltier se precipitaba a detenerlo. Ella cerró de golpe la puerta, luego corrió para bloquear su paso hacia de la cama.
Él intentó pasar alrededor de ella, pero ella no lo dejó.
—Vane, escúchame. Maman sólo está enfadada. Dale tiempo...
—No, Aimee —dijo Vane en un tono terriblemente bajo, mientras luchaba por no descargar su cólera en ella—. Yo conocía las reglas y las rompí. Tu madre nunca me perdonará por eso y tú lo sabes.
Aimee levantó sus brazos mientras él intentaba pasar por delante de ella. —Deja a Fang aquí —insistió ella—. Tu y yo y hasta maman sabemos lo que Stefan está haciendo. Me aseguraré que a Fang nunca lo dejen solo. Me quedaré con él yo misma cada momento del día y de la noche. Nadie le hará daño mientras él resida en El Santuario.
Su oferta lo confundió. Él no entendía por qué la osa se preocuparía por lo que les pasara. —¿Por qué?
Sus ojos pálidos eran suaves y amables cuando ella alzó la vista hacia él y dejó caer sus brazos hacia sus lados. —Porque nadie debería ser lastimado de la manera en que ustedes lo fueron. Lo que ellos hicieron fue cruel e innecesario. Ese fue un castigo humano, no uno animal. He perdido a hermanos y sé directamente el dolor que ustedes sienten en su corazón por su Anya. No dejaré morir a Fang, lo juro.
Ella echó un vistazo a la mano de él donde su señal estaba escondida, luego ella contempló la puerta detrás de él como si tuviera miedo que alguien pudiera oírla por casualidad. Ella bajó su voz. —Ahora tienes a otra para proteger. La última cosa que necesitas es a Fang contigo en este estado. Ve y protéjala. Puedes llamarme en cualquier momento, día o noche, para averiguar sobre tu hermano.
Vane la tomó entre sus brazos y la abrazó amablemente. —Gracias, Aimee.
Ella le acarició la espalda. —Hasta cualquier momento. Ahora ve, y espero que le des de patadas a ese lobo de mierda allí afuera.
Él se rió con poco entusiasmo antes de alejarse de ella y regresar al vestíbulo.
Stefan arqueó una ceja provocativamente, aguijoneándolo para que Vane le hiciera daño.
Pero él no era estúpido.
De acuerdo, Vane le haría daño, pero no lo haría en la propiedad de Nicolette.
En cambio, Vane se dio vuelta hacia Nicolette para asegurarse que Stefan entendía lo que él tenía intención de hacer. —Fang no rompió ninguna de las reglas. ¿Está a salvo para quedarse?
Nicolette asintió, luego le echó una conocedora mirada Stefan, que maldijo. —Él está bajo nuestra protección y nos aseguraremos que no sufra ningún daño.
Ver la cara de Stefan no tuvo precio. Y esto le dijo algo. Esto estaba lejos de terminar.
Vamos, atrévete..
Vane se dirigió a la escalera.
—Esto no ha terminado —gruñó Stefan.
—Conozco el cliché —dijo Vane fatigosamente mientras hacía una pausa para mirar de nuevo al lobo—. Esto no terminará hasta que uno de nosotros esté muerto —. Él lanzó una sonrisa satisfecha e insultante a Stefan. —Y para que conste, ese no seré yo.
Stefan gruñó bajo en su garganta, pero sabiamente mantuvo su distancia.
Mientras Vane iba a la puerta de calle, Stefan intentó seguirlo, Wren lo detuvo.
—Las reglas de El Santuario —dijo tranquilamente—. Vane tiene una ventaja y si intentas seguirlo, estarás cojeando... Permanentemente.
Vane intentaba decidir lo que debería hacer. Una parte de él estaba aterrorizada de ir a cualquier lugar cerca de Bride para no conducir a Stefan y a los demás directamente a ella. La otra parte estaba aterrorizada de dejarla sola.
Sobre todo con Fury allí.
No había ningún modo de que ella pudiera defenderse contra cualquiera de ellos.
Él se abatió mientras recordaba las cicatrices en la cara y el cuello de su madre, las que ella había recibido al luchar con su padre y su téssera. Tessaras eran los pequeños grupos de lobos enviados como soldados o exploradores. Ellos, por lo general, mataban a todo con lo que entraran en contacto.
Y él mataría a cualquiera que tocara a su Bride. Nadie jamás le causaría daño. Incluso si ella lo rechazaba, ella todavía sería su compañera, y él pasaría el resto de su vida asegurándose que ella tuviera todo lo que necesitara.
En cuanto a Fang, él estaba a salvo bajo la protección de los osos. Vane no tenía duda de esto.
Pero Bride...
¿Qué debería hacer? Él deseaba poder quitar la señal de las manos de ambos. De todos los momentos para encontrar una compañera, este no era uno de ellas.
Si ella fuera Katagaria, él sólo tendría que esperar que ella decidiera terminar su unión. Muy pocas hembras Katagaria rechazaban a sus compañeros. Si ellas lo hicieran, el macho permanecería completamente impotente hasta que la hembra muriera. La hembra por otra parte sería libre de tomar tantos de amantes como quisiera, pero nunca sería capaz de tener hijos con ellos.
Esto era por lo que los machos se tomaban muy en serio complacer a sus hembras y cortejarlas durante el período de emparejamiento de tres semanas.
Aunque su conocimiento de los humanos fuera limitado, él no creía que Bride aprobaría que él apareciera, de pronto, desnudo en su cama y para luego ofrecerse a él mismo y su eterna lealtad.
Eso podría incluso, asustarla.
No es que él estuviera ni siquiera pensando en emparejarse con ella, de todas maneras. Él no tenía ni idea del tipo de niños producirían. ¿Qué haría ella si daba a luz a un cachorro?
Al menos su madre humana había tenido la suficiente decencia de no matarlos de cachorritos. Ella se los había dejado a su padre y había desaparecido.
Pero por otra parte, su madre había sido una Arcadiana. Ella sabía y entendía lo que su padre había sido. Y odiaba a su padre por eso desde ese día. Ella odiaba a todos ellos por eso.
No es que nada de eso importara. Vane tenía que volver y conseguir alejar a Fury de Bride. El lobo era imprevisible en lo mejor y terriblemente preciso en el peor de los casos.
Vane se transporto dentro de la tienda de ella, teniendo cuidado en escoger un armario en el cuarto trasero donde él dudaba que ella estuviera. No haría nada para asustarla
Él salió y fue al patio trasero donde encontró a Fury fuera de la puerta en forma humana.
—¿Qué estás haciendo? —gruñó Vane. Él nunca había querido que Fury estuviera en su forma humana cerca de ella.
—¿Yéndome?
Antes de que Vane pudiera responder, Fury cambió a su forma de lobo.
Bride entró en el patio un segundo más tarde.
Vane maldijo mientras se obligaba a volver invisible la ropa de Fury para impedir que ella la viera.
—Ah bueno, regresaste —dijo ella con una sonrisa mientras cerraba la puerta de su tienda. — Pensé que te habías caído dentro.
Vane frunció el ceño. —¿Caído dentro de qué?
—Tu hermano dijo que habías ido al baño.
Él ahora estaba más confundido. —¿Mi hermano?
—Fury —Bride miró alrededor. —¿Dónde se fue? Él estaba justo aquí, cuidando la puerta de atrás mientras cerraba durante unos minutos para almorzar.
—Vamos, Vane —dijo Fury en su cabeza—. Yo no pude pensar en nada mejor.
Él miró airadamente a Fury. —¿Y por qué estabas en forma humana cerca de ella para empezar, Fury? Se suponía, que eras un lobo.
—Yo me asusté. Además, quería conocerla.
—¿Por qué?
El lobo rehusó contestarle. —Tu sabes, si no me hubiera convertido en humano, ella habría pensado que te escapaste de ella sin decir adiós. No podía hablarle como lobo, no sin que le diera un ataque.
—¿Vane? —preguntó Bride—. ¿Estás bien?
Vane entrecerró aún más sus ojos. —Fury se tuvo que marchar —. Y él mejor se queda lejos como hombre si quiere seguir respirando.
Fury gruñó profundamente en su garganta.
—Oh —Ella miró hacia abajo y sonrió a Fury—. Aquí estás, dulce. Estaba preocupada por ti.
Fury brincó para poner sus patas contra sus pechos y lamerle la cara.
—Ya, abajo —gruñó Vane, haciendo retroceder al lobo—. No hagas eso.
—No importa —dijo Bride generosamente.
Fury meneó su cola y rió malvadamente, luego intentó mirar hacia arriba por debajo del vestido de Bride.
Vane lo cogió rápidamente por el cuello. —¡Para! —le gruñó mentalmente a Fury—. O te arrancaré la cabeza.
Bride les miró con el ceño fruncido. —¿No te gusta mi lobo?
—Sí —dijo Vane, acariciándolo bruscamente en la cabeza—. Él es mi nuevo mejor amigo.
—Soy tu único amigo, imbécil.
Vane apretó su puño en la piel del lobo como una advertencia. —Sabes que tienes que ser firme con los lobos. Dejarles saber quien es el alfa.
—¿Tu padre?
Vane le dio una palmada en la cabeza a Fury.
—Owww.
—Sí —dijo Bride —. Esto es lo que mi padre dice sobre todos los caninos.
—¿Tu padre?
Ella asintió. —Él es el Doctor McTierney, el principal experto en Luisiana sobre el cuidado de los perros. Él es veterinario en Slidell. Puedes haber visto su publicidad. “Si quiere a su mascota cástrelo o esterilícelo”. Él encabezó la campaña completa.
—En serio —dijo, sonriendo abiertamente a Fury—. Tal vez nosotros deberíamos hacer una cita.
— Sí, claro. Inténtalo y morirás.
Vane apretó sus puños mientras intentaba ocultar su cólera a Bride. Él estaba sólo a un paso de distancia de ahogar al lobo delante de ella.
Bride frunció el ceño mientras ella echaba un vistazo a Fury. —Que extraño... —ella buscó su pata trasera—. No recuerdo que tuviera una mancha marrón allí.
Vane se tragó una maldición mientras comprendía que Fury no era idéntico a él. Maldición, ella era observadora.
—Tal vez sólo no lo notaste antes —dijo él, intentando distraerla.
—Tal vez.
Bride les condujo a través del patio trasero. Abrió la puerta de su departamento y dejó entrar al lobo. Ella hizo una pausa en la entrada.
Vane apoyó su mano contra el marco de la puerta encima de su cabeza y le sonrió. —Estás nerviosa —él dijo suavemente—. ¿Por qué?
—Es que no estoy segura de que haces aquí todavía.
—Estoy hablando contigo.
Ella se rió de eso. —Sabes, precisamente no tengo un manual de etiqueta sobre qué hacer cuando un tipo magnífico pasa por mi vida un día, me da un collar caro por el que he estado muriendo, tenemos el mejor sexo de mi vida, y desaparece. Entonces aparece de nuevo en cuanto necesito un héroe y paga más dinero de lo que esos peones probablemente hacen en seis meses sólo por echarme una mano. Me lleva a una gran cena y luego pasa una noche entera haciendo que mi cabeza de vueltas. No sé a donde nos dirigimos
—Tengo que decir que es la primera vez para mí, también —Él extendió la mano y dejó que sus dedos rozaran el mechón de su cabello que descansaba contra su mejilla—. ¿Qué puedo decir? Eres irresistible para mí —suspiró él.
Era difícil quedarse cuerda y racional cuando él la miraba así. Como si estuviera sediento por el sabor de ella.
—Y ahora estás aún más nerviosa —Él suspiró, luego dio un paso atrás.
—Lo siento —dijo ella calmadamente—. No eres tu. En serio. Es sólo que no estoy acostumbrada a que cosas como estas me sucedan.
—Tampoco yo —Bajó su cabeza y la besó. Él paladeó su sabor hasta que recordó que tenían audiencia.
Abriendo los ojos, vio a Fury mirarles fijamente con mucha curiosidad.
Él odiaba a ese lobo. De mala gana, Vane se retiró. —¿Por qué no cierras la tienda durante una hora y comes un verdadero almuerzo conmigo?
Bride vaciló, luego asintió. Almorzar con él sería maravilloso. —Creo que lo haré. Tengo unos espaguetis en el refrigerador. Nosotros podríamos ir a la tienda que está a una calle de distancia y conseguir algo de vino para acompañarlos.
Él pareció bastante incómodo con su sugerencia mientras exploraba el patio exterior. ¿Buscaría a su hermano?
—Eso sería agradable —dijo él, pero su lenguaje corporal desdecía el tono despreocupado.
Por primera vez en su vida, Bride tuvo una idea realmente radical. Ella comprobó su reloj. Eran casi las dos treinta y nadie había entrado en su tienda durante la pasada media hora. Los viernes por la tarde eran tradicionalmente lentos para ella...
—¿Sabes que? —dijo ella antes de acobardarse—. ¿Por qué no cierro temprano?
Su mirada ardió con interés. —¿Puedes hacer eso?
Ella asintió. —Dame unos minutos para hacer el trabajo administrativo.
—Tómate tu tiempo. Soy todo tuyo.
La mirada en sus ojos le dijo exactamente qué quería decir eso.
Bride se mordió su labio ante su invitación. ¿Cuán a menudo una mujer oía algo así de la boca de un hombre que lucía como este?
Bride regresó a su tienda y rápidamente hizo el arqueo de la caja registradora. Ella hizo su trabajo administrativo mientras Vane la contemplaba a través de las estanterías.
Era difícil concentrarse en clasificar talones de pago mientras él estaba allí, distrayéndola. Él le estaba dando la espalda mientras miraba los cajones con anillos. Él tenía el trasero más bonito que jamás honrara la parte trasera de un hombre. Peor, ella podría ver su cara reflejada en el espejo.
Y él podría ser suyo...
Tragando, ella se obligó a llenar una boleta de depósito bancario. Él le pasó por detrás mientras ella ponía todo en un sobre grande con cierre. Apoyando sus brazos a cada lado de ella, él se inclinó y respiró en su cabello como si la saboreaba.
—¿Tienes idea de lo que me haces, Bride?
—No —contestó ella francamente.
Vane estaba de pie allí, su corazón palpitando salvajemente. Su cuerpo duro y dolorido.
Su presencia aquí era una locura. Él había cubierto su olor antes de aparecerse aquí, pero Stefan y los demás eran condenados buenos en lo que hacían.
No pasaría mucho antes que ellos lo encontraran.
Desde luego, mientras Bride llevara su señal, llevaba su olor, e incluso si él la abandonara, ellos probablemente aprovecharían eso y se le aparecerían mientras lo estaban buscando.
Más que eso, ya que Bride no sabía ocultarse.
Él estaba desesperado por su sabor y él sabía que ella no se negaría. Pero él no podía tomarla otra vez. No a menos que ella entendiera el completo impacto de esa decisión.
Y los peligros inherentes.
Él no debería estar aquí, en la forma humana. Pero a diferencia de Fury, su encarnación más fuerte era de humano. Era como podía protegerse mejor.
Esto también lo hacía incluso más vulnerable a ella.
Inclinándose, él rozó la piel expuesta de su cuello con sus labios. —Deseo que seas mía —él respiró, inhalando el olor cálido de su piel.
Bride no podía respirar mientras oía el tono profundo, como un gruñido, de su voz.
Ella se sentía como en una especie de extraño sueño. ¿Cómo esto podía ser real? Ella se inclinó hacia atrás contra el pecho de Vane para poder alzar la vista hacia él.
La mirada sobre su cara la abrasó.
Una risa juguetona aligeró la intensidad de su mirada. —¿Tomamos las cosas demasiado rápido, verdad?
Ella asintió.
—Lo siento por eso. Cuando yo veo algo que quiero, tengo la mala tendencia de tomarlo primero y pensar más tarde sobre si realmente debería tenerlo.
Él alejó de ella y se dirigió a la puerta. —Vamos —dijo él, indicando la puerta con su cabeza—. Te acompañaré al banco y conseguiremos el vino.
Ella se deslizó de su taburete y lo siguió. Afuera, había un indicio de frío en el aire. Y una aureola de peligro alrededor de Vane. Ella tenía la sensación que él le prestaba demasiada atención a las calles que los circundaban. Cada vez que alguien se acercaba, él lo miraba atentamente como si esperara que saltara sobre ellos.
Ella hizo su depósito y luego lo dejó escoger su vino después que cruzaron la calle y entraron en una tienda sobre Canal Street. Cuando ella intentó pagar, podría haber jurado que él le gruñó como un animal.
—Yo lo hago —dijo él.
—Sabes, puedo cuidar de mí por mi misma.
Él se rió de eso mientras tomaba la botella de vino del empleado. —Lo sé. De donde vengo la única cosa más letal que un hombre es una mujer. Créeme, tengo un sano respeto por lo que una mujer muy enojada puede hacer.
¿Él hablaba de la comunidad otra vez? Por cualquier razón ella no lo creyó. —¿De dónde vienes?
—Nací en Inglaterra.
Bride hizo una pausa ante eso, sorprendida. Pero por otro lado, Vane tenía el hábito de sorprenderla constantemente. ¿En serio?
— Aye, amor —dijo él en un perfecto acento inglés—. Nacido y criado.
Ella rió. —Lo haces bien.
Él abrió la puerta de la tienda para ella sin comentarios.
—Gracioso —dijo ella, entrando en la tienda. —Realmente nunca pensé que las Inglesas fueran particularmente crueles.
Él resopló ante esto. —Sí bien, tu nunca has conocido a mi madre. Ella hace que Atila el Huno se parezca a un conejito mullido.
Había mucha cólera y dolor en su tono y en su rostro cuando dijo eso. Su madre realmente no debía tener un verdadero instinto maternal.
—Alguna vez la ves?
Él sacudió su cabeza. —Ella aclaró hace mucho tiempo que no estaba interesada en tener ningún tipo de la relación conmigo.
Bride enlazó su brazo alrededor del de él y le dio un ligero apretón. —Lo siento.
Él cubrió su mano con la suya. —No lo hagas. Los de mi especie no tienen madres como...
Bride hizo una pausa en la calle. —¿Tu especie?
Vane se detuvo ahí, conmocionado por lo que se le había escapado de la boca. Maldición. Con Bride era mucho más fácil hablar que lo que debiera ser. Él estaba acostumbrado a estar en guardia cerca de la gente.
—Lobos solitarios —dijo, tontamente tomando prestado el término de Fury.
—Ahh, entonces tú eres uno de esos tipos machos “no-necesito-ningún-tipo-de-ternura”.
Él solía serlo, pero después de pasar un tiempo con Bride...
Lo que sentía por esta mujer lo asustaba como la mierda.
—Algo así.
Bride asintió mientras emprendía el regreso hacia su tienda. —¿Así que son solamente tu y tu hermano, no?
—Sí —dijo él, con su garganta apretada mientras recordaba a su hermana—. Somos sólo nosotros. ¿Y tu?
— Mis padres viven en Kenner. Tengo una hermana en Atlanta a la que veo dos o tres veces por año, y mi hermano mayor trabaja para una firma en el distrito comercial.
¿Estas unida a ellos?
—Oh sí. Más unida de lo que quisiera a veces. Ellos todavía cree que deberían dirigir mi vida.
Él sonrió. Así era como Anya solía sentirse respecto a él y Fang. Esto trajo un dolor agridulce a su pecho. —Tu debes ser la más joven.
—Sabes?. Juro que mi madre todavía corta mi carne siempre que voy a casa.
Él era incapaz de imaginarse una madre tan cariñosa como esa. Debía haber sido agradable conocer semejante amor. —No lo rechaces.
—La mayor parte de las veces no lo hago —Bride frunció el ceño hacia él—. ¿Por qué sigues haciendo eso?
—¿Haciendo qué?
—La vigilando la calle como si tuvieras miedo de que alguien vaya a saltar sobre nosotros.
Vane se frotó la parte de atrás de su cuello con nerviosismo. Él tenía que darle su crédito, ella era realmente observadora. Sobre todo para una humana.
Lo último que podía decirle era que realmente lo que temía era eso.
Si Stefan o los demás alguna vez lo detectaban...
Él no quería pensar en las consecuencias.
—Supongo que no podría decirte que cerraras tu tienda durante un par de semanas y fueras a alguna isla exótica conmigo, verdad?
Ella se rió de él. —Estaría bueno.
Sí. Ella sabía poco, él era bastante serio. Una parte de él estaba tentada a secuestrarla, pero después de lo que había pasado entre sus padres, él supo que era mejor no arriesgarse.
Cuatrocientos años más tarde, su madre todavía estaba emocionalmente herida porque su padre la había secuestrado contra su voluntad. Él no quería destruir la bondad de Bride. Su risa abierta. Dios la ayudara, ella confiaba en la gente, y esto era tan raro que él haría cualquier cosa para mantenerla así.
Ella abrió la puerta de su jardín y lo condujo a su apartamento donde Fury los esperaba.
Precipitándose hacia ellos, Fury fue directamente a la ingle de Vane para atormentarlo en la manera típica de un perro. —Baja —gritó, apartando al lobo.
—Le gustas.
Le gusta molestarme. —Sí, lo noté.
Bride frunció el ceño mientras se dirigía al estéreo, que tocaba a todo volumen la vieja canción de los Troggs, Wild ThingÀ.
—Que extraño —dijo ella, apagándolo—. No dejé el estéreo encendido.
Vane intensificó su apretón sobre el cuello de Fury.
—Eso duele, Vane. Déjame.
Él lo hizo de muy mala gana. —¿Qué más hiciste?
—Nada, en serio. Sólo miré algo de TV, examiné sus CDs... Ella tiene realmente unas buenas mierdas... E hice algo de café.
—¡Fury, se suponía que no te moverías!
—Dijiste vigílala, que implica movimiento.
Él se estiró hacia Fury, quien se lanzó hacia Bride.
—Tal vez tienes un fantasma —dijo Vane—. Esto es Nueva Orleans, después de todo.
—No eres gracioso —dijo ella.
Ella tomó el vino que él tenía y se dirigió a la pequeña cocina donde lo puso cerca de su cafetera de dos tazas. Ella sacó la jarra y la miró. —¿Qué diablos pasa aquí?
—¿Qué?
Ella encontró la mirada fija de Vane. —¿Hiciste café esta mañana?
—Oops —dijo Fury. —En cierto modo lo hice. Yo probablemente debería haberlo tirado una vez que hube terminado.
—¿Lo crees?
—Sé agradable conmigo, hombre. No tengo que quedarme aquí.
—Y realmente no tengo que dejarte vivir, tampoco.
—¿Estás bien? —preguntó Bride mientras reemplazaba la jarra.
Vane sonrió y se obligó a relajar su expresión. —Estoy bien.
—Este café es fresco —. Ella bajo la mirada hacia Fury, luego sacudió su cabeza. —De ninguna manera. Esto es simplemente estúpido.
—¿Qué?
—Nada. Ni siquiera lo diré por miedo a que me encierren por el resto de mi vida.
Ella puso el vino en el congelador para que se enfriara mientras abría los gabinetes y sacaba una cacerola y una cazuela.
Sin pensarlo, Vane fue a la diminuta despensa a buscar la salsa de espagueti. Por alguna razón, a ella le gustaba ponerla sobre todo.
—¿Cómo sabías que estaba allí? —preguntó.
Vane se encogió. Maldición, él no debería haber sabido donde la guardaba ella. —Este me pareció el lugar más probable.
Ella apareció aceptar eso.
Fury se levantó de un salto y lo empujó hacia Bride. Vane tomó aliento bruscamente como sus cuerpos chocaron y sintió sus curvas lozanas contra él.
Ella alzó la vista, sus labios separados por su jadeo de sorpresa.
—Lo siento —dijo él, su corazón palpitando—. El perro me golpeó.
—No soy un perro.
—Vas a ser comida para perros si no paras.
—Oh vamos, idiota. Ella es tu compañera. Sigue adelante.
—No puedo obligarla. Créeme, es algo que no haré.
Para su sorpresa, Fury asintió con su cabeza y lo miró hacia arriba. —Sabes, creo que solo por eso te respeto. Eres un buen lobo, Vane. Ahora dame tu camisa y déjame salir.
—¿A hacer que? —Vane estaba tan atontado que habló en voz alta.
—¿Qué? —preguntó Bride.
—Nada —dijo él, preguntándose en que punto de esa noche ella iba a decidir que él estaba completamente chiflado.
—Confía en mí —dijo Fury—. Usaré tu olor para conducir los demás lejos de aquí. Al infierno, cuando acabe con Stefan, él estará persiguiendo su cola en círculos.
Vane estaba impresionado. Esa era una buena idea. —¿Puedo confiar en ti para que no lo conduzcas aquí?
—Sí, puedes.
Qué respuesta desacostumbrada para Fury. Vane lo miró mientras debatía si realmente podía confiar en él.
Al final, él no tuvo ninguna otra opción.
Fury fue a rasguñar la puerta.
—Lo dejaré salir —dijo Vane, dirigiéndose al lobo.
—Gracias —dijo Bride mientras sacaba los fideos que habían sobrado.
Vane siguió al lobo al patio trasero. Se quitó su camisa, luego conjuró una nueva mientras Fury se dirigía en forma humana a tomarla.
—Ponte algo de ropa, Fury. Me voy a quedar ciego si no.
—Cállate —replicó Fury—. No soy tan talentoso como tu con mis poderes y no permanezco como humano el tiempo suficiente como para preocuparme. Solamente quiero decirte que seas cuidadoso. Ella parece a una mujer bastante agradable, para ser humana. Sería una maldita pena ver que algo le pasara.
—Lo sé.
Un coche se acercaba a la puerta.
Fury dio un paso en las sombras y desapareció. Vane no se movió mientras miraba al coche acercarse. Era la desnudista que vivía en uno de los apartamentos de arriba.
Aliviado de que fuera un coche amistoso, él regresó adentro para encontrar a Bride revolviendo la salsa en la cazuela.
Él tenía que encontrar algún modo de conseguir que ella accediera a marcharse con él hasta que ellos pudieran separarse seguramente.
Vane la miró y sintió algo muy peculiar. En su mundo nadie cocinó para él. Él comía la carne cruda o la compraba en forma humana, luego la cocinaba él mismo.
Nadie jamás había hecho el alimento para él excepto cuando él les pagaba para hacerlo. Esto era casi hogareño. No es que él entendiera cuan hogareño era.
Tal vez esa era la extraña sensación en su estómago. Él sintió dentro el impulsó de tocarla incluso cuando no debería.
—¿Bride? —preguntó, acercándose—. ¿Crees en lo imposible?
Ella sacó un cuenco de ensalada de su refrigerador. —¿Imposible cómo?
—No sé. ¿Hadas? ¿Duendes? ¿Lobos que pueden convertirse en humanos?
Él se encogió de hombros mientras su corazón se estremecía. Era demasiado esperar que ella fuera algo más que una humana típica.
—Aunque —dijo, haciendo que su corazón se aligerarse— realmente tengo una amiga que persigue a vampiros de noche. Ella está chiflada, pero la amamos.
Maldición.
—Sí —él suspiró—. ¿Tabitha está un poco loca, verdad?
Bride se quedó quieta. —Cómo la conoces...
—Todo el mundo en Nueva Orleans conoce a la cazadora de vampiros local —dijo rápidamente—. Tabitha Devereaux ha estado por ahí desde hace mucho tiempo.
Bride se rió. —Tendré que decirle que es una leyenda. Eso la complacerá a más no poder.
Vane se volvió hacia ella. —¿Pero en cuanto a ti? No crees en cosas extrañas, verdad?
—No realmente. La cosa más espeluznante que alguna vez he visto es a mi contable en abril.
En apariencia, él se rió de eso, pero por dentro temblaba. Ella nunca estaría abierta a su mundo. A la realidad de que, a veces, la gente que pasaba por la calle no era realmente gente en absoluto. Que ellos eran el peor tipo de depredadores.
Déjale tener sus ilusiones. Sería cruel quitárselas. ¿Y con qué objeto? ¿Para que él pudiera mostrarle un mundo dónde perpetuamente los dos serían perseguidos?
¿Dónde sus hijos serían parias?
No, esto no sería justo para ella. Él no necesitaba una compañera, y estaba malditamente seguro que no necesitaba hijos.
—¿Estás bien? —preguntó ella mientras disponía dos platos.
—Sí, bien.
Él sólo esperaba que ambos estuvieran bien hasta que la señal desapareciera de sus manos.
No le tomó a Fury mucho tiempo encontrar a Stefan y a los demás que estaban en forma humana en Bourbon Street intentando recapturar el olor de Vane.
Tres de ellos estaban fuera de un bar, oliendo a los parroquianos que entraban y salían.
Como siempre, se sorprendió por la belleza de su gente, pero por otra parte, debería haberlo esperado. En su mundo, lo feo o diferente rápidamente era rechazado o aniquilado... Por lo general esto último. Los animales no tenían ninguna piedad por alguien o algo.
No siquiera los animales que se engañaban a sí mismos creyendo que eran en su mayor parte humanos. Él había estado con Arcadianos el suficiente tiempo como para ver por sí mismo que cuando decían que eran humanos, ellos se engañaban a sí mismos.
Tal como la gente lo hacía.
No había nada humano en la humanidad. Al final del día, ellos eran todos animales con sólo instintos de supervivencia.
Era “el-perro-come-al-perro”. Y Fury sabía más sobre aquel principio que de lo que gustaba recordar.
Stefan se giró cuando encontró el olor de Fury.
—Bien, bien —dijo Fury, regalándole una sonrisa satisfecha—. He estado de pie aquí el tiempo suficiente para haberlos matado a todos antes de que ustedes siquiera me sintieran. Te estás volviendo viejo, Stefan.
—¿Eso es un desafío?
Fury lo recorrió con una mirada divertida. Él tenía la total intención de desafiar al lobo más viejo y un día matarlo.
Ahora mismo, sin embargo, él no estaba de humor.
—No me hagas que te lastime, Stefan. Puedes hacer cabriolas como un alpha si quieres pero sabemos quien sostiene tu cuerda.
Stefan lo agarró, pero Fury se liberó de su asimiento.
—No lo hagas, viejo lobo. No quiero avergonzarte.
—¿Qué quieres, Fury? —habló bruscamente Petra.
Fury le dirigió una sonrisa burlona hecha y derecha. Del grupo, ella era la que odiaba más a Vane. Durante años la loba había querido ser su compañera, y cuando él la había rechazado, ella había ido por Fang. Ella había acechado a Vane a para distracción. Ya que él era el mayor de los hijos del entonces líder, se asumía naturalmente que sería Vane quien un día heredara la manada. Incluso aunque su padre lo odiara, Vane era sin una duda la más fuerte de todos ellos.
Sólo Fury sabía por qué. Vane no era Katagaria y el resto de ellos era demasiado estúpido para comprenderlo.
Él lo había olido en Vane en el momento en que se encontraron. Aquel sonido vibrante que sólo venía de los genes humanos. Un supuesto corazón humano. Más que eso, el olor venía de la mayor parte de la elite de los Arcadianos. Vane no era solamente un Arcadiano. Él no era sólo un Centinela.
Él era un Aristos. Una clase rara que tenía la capacidad de manejar la magia sin esfuerzo. En el reino Arcadiano, los Aristi eran considerados dioses y eran protegidos entusiastamente por los were-wolves quienes con mucho gusto morirían por ellos.
Era por lo qué él, él mismo, odiaba a Vane.
Pero la paciencia era una virtud. No sólo de los humanos, sino sobre todo en los animales.
Petra olió, y luego frunció el ceño. Ella se acercó hasta que enterró su nariz contra la camisa de Fury.
—Vane —ella inhaló—. ¿Tú la tomaste?
—¿Dónde se esconde? —preguntó Stefan inmediatamente.
Fury le lanzó una mirada encapotada a Stefan. —Son todos tan patéticos. ¿Ninguno de ustedes jamás ha aprendido que la mitad de la diversión de la matanza es perseguirlo en el terreno?
Petra ladeó su cabeza. —¿Eso quiere decir?
—Sé donde está Vane. Pero no es suficiente matar a tu enemigo. Primero jodes con su cabeza.
À Armageddon: En la literatura cristiana apocalíptica, Armageddon es el lugar de la batalla final entre los reyes de la Tierra y las fuerzas del mal guiadas por Satanás y Dios. También es el sinónimo para el nombre de la batalla, y en el lenguaje común el equivalente al de un Apocalipsis.
À Troggs: grupo de música de los años ’60, originarios de Inglaterra. Significa “trogloditas” y el tema: Cosa Salvaje.
À El Lobo-garou o lycanthrope es un personaje de leyenda, vagabundo y malvado, quién tiene el poder de transformarse en lobo. El término”garou” ya significa hombre lobo.
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