miércoles, 25 de enero de 2012

NE cap 14

Vane no era solamente un Were-Wolf, descubrió Sunshine. Era “el Were-Wolf”, por la dura, fiera aura que proyectaba.
Él entró en la cabaña llevando un par de vaqueros descoloridos y una camiseta blanca con una chaqueta de motorista desgastada, botas camperas negras, y un cuerpo que causaría un atasco de tráfico. Y cuando él se quitó sus gafas de sol, ella quedó sin respiración.
Igual a Talon en estatura, él era increíblemente magnífico. Sus ojos alarmantemente verdes eran un contraste perfecto con su cabello que a primera vista parecía castaño sumamente oscuro pero mirándolo más de cerca parecía una mezcla de todos los colores conocidos. Había rastros de ceniza y oro, rojo y negro. Ella nunca había visto un cabello así en su vida.
Al menos no en un humano...
Él lo llevaba largo y suelto justo hasta el cuello. Ella suponía que él no se ocupaba para nada de él, sólo se lo peinaba con sus manos y salía
Pero lo que más la cautivaba de él era la cruda sexualidad, abiertamente masculina, que rezumaba. Una que estaba a la par del atractivo sexual de Talon. Vane se movió con la gracia fluida de un depredador, con su cabeza hacia abajo como si estuviera listo para atacar.
Grrrr, pero el hombre era una bestia atractiva.
–Llegas temprano –dijo Talon.
Vane encogió los hombros, su cuerpo era una sinfonía de movimiento.
–No me tomó tanto tiempo dejar la jauría como pensaba.
El Were-Wolf la contempló y le dirigió una sonrisa que hizo derretir sus rodillas.
–¿Realmente me vas a confiar a tu hembra, Celta?
–Sí, porque en este pantano, Yo mando.
Vane arqueó una ceja escépticamente.
–¿Es una amenaza?
–Es una promesa, Vane. Tengo mi ejército acampando sobre tu umbral para proteger a tu familia. Pido lo mismo de ti.
–Respetaré tu confianza, Celta. Pero sólo porque sé cuan raramente tú lo das.
Hubo una mirada de entendimiento mutuo entre ellos. Vane se puso sus gafas de sol.
–¿Estas lista, bebé?.
Sunshine se puso rígida ante la repentina muestra de cariño. Él podría ser lindo, pero ella no tenía ninguna intención de permitirle seguir con eso.
–No eres mi novio o mi hermano, entonces deja eso “de bebé”, ¿Ok?
Él le dirigió par de hoyuelos asesinos.
–Sí, señora. –Sostuvo la puerta abierta hasta que ella pasó por delante de él–. Te veo a la noche, Celta.
–Sí, lo harás.
Sunshine hizo una pausa sobre el pórtico y miró alrededor.
–¿Dónde está tu bote?
–No hago las cosas en bote. Es ruidoso y toma demasiado tiempo.
–¿Entonces cómo vamos a salir aquí?.
Vane rió endemoniadamente y le ofreció su mano.
–¿Confías en mí?
¿Estaba bromeando?
–No, hasta que te conozca.
Él se rió, un sonido caliente, rico que era seductor y encantador, aunque de una manera extraña, no tuvo ningún efecto verdadero sobre ella. Ella podría apreciar cuán atractivo era, pero su corazón y lealtad pertenecían a Talon.
–Todo bien, entonces, Dorothy –dijo él. –Cierra tus ojos, chasquea tus talones tres veces, y di, “No hay ningún lugar como casa”.
–¿Qué?
Antes de que ella pudiera parpadear, él tomó su mano y ellos destellaron del pórtico a un área boscosa donde un pequeño rastro se abrió camino entre los árboles. Ella no tenía ninguna idea de adonde estaban, pero la cabaña de Talon no se veía por ninguna parte.
Sunshine jadeó.
–¿Qué hiciste?
–Te transporté.
–¿Quién eres tú, Scotty[1]?
Él le dirigió una mirada insultante como si disfrutara de su incomodidad.
–Esto es llamado correctamente un salto lateral de tiempo. Solamente te moví horizontalmente a través del tiempo, del pórtico de Talon, atravesando el pantano, a donde está oculta mi motocicleta. Simple.
–¿Tiempo horizontal? No entiendo.
–El tiempo fluye en tres direcciones –le explicó–. Hacia delante, hacia atrás, y lateralmente. Si no haces nada en absoluto, el tiempo siempre fluye hacia delante, pero si coges el Rytis correcto, puedes escoger una de las otras direcciones.
Totalmente confusa, ella le miró con el ceño fruncido como intentando comprender lo que le decía.
–¿Qué es el Rytis?
–A falta de un mejor término, es el espacio distorsionado.
Cuando ella siguió frunciendo el ceño, él se sacó la chaqueta.
–Déjame explicarlo de esta manera. –Él sostuvo el hombro de su chaqueta en su mano derecha el final de la manga con la izquierda. –El tiempo se parece a esto... ¿Si quieres ir de aquí –dijo, moviendo su mano derecha– aquí –dijo, moviendo la izquierda–, ves cuán lejos tienes que viajar?
Ella asintió mientras notaba la longitud de su manga. El hombre tenía brazos realmente largos.
–El Rytis son esencialmente ondas invisibles que se mueven alrededor de nosotros todo el tiempo. Por sobre todo el planeta ellas resuenan y fluyen y a veces se tuercen. En esencia, hacen esto. –Él comprimió la manga entre sus manos para que su mano derecha e izquierda estuvieran una al lado de la otra–. Ahora para viajar de mano en mano, solo toma unos segundos en vez de varias horas.
–Wow –suspiró ella cuando entendió–.¿Entonces puedes viajar en alguna dirección de tiempo? Hasta puedes volver en el tiempo?
Él asintió.
–¿Y cómo haces eso? ¿Cómo coges ese Rytis?
Él agarró la chaqueta de nuevo.
–Bebé, en este mundo, soy el poderoso Oz y no hay mucho que no pueda hacer.
Oh, este tipo se estaba volviendo irritante.
–Deja de llamarme bebé.
Él inclinó su cabeza hacia ella y se movió hacia un árbol. Dos segundos más tarde, una motocicleta brillante gris oscura apareció de ninguna parte.
–¿Bien, ahora cómo hiciste eso?
–En resumen, soy un hechicero. Puedo torcer cada ley de física conocida por la humanidad y unas cuantas aún no descubiertas.
Ella estaba impresionada.
–Ese es un talento serio.
Otra vez aquella oscura y profunda risa.
–Bebé, si no estuvieras con Talon, yo te mostraría donde están mis verdaderos talentos.
Ella apostaría que lo haría. Él le dio un casco.
–¿Me llamas bebé solamente para irritarme, verdad?
–Mi padre siempre decía que nací para inflamar sus partes inferiores. Supongo que no lo puedo remediar.
–Hazme un favor. Inténtalo.
Mostrando sus hoyuelos, se quitó sus gafas de sol, las puso en el bolsillo interior de su chaqueta de motorista, y se colocó el casco sobre su cabeza.
–Entonces dime –dijo ella–.¿Si puedes hacer todas esas cosas mágicas, por qué montamos una motocicleta en la ciudad? ¿No podríamos solamente saltar el tiempo hasta el parque?
Él sujetó su correa bajo su barbilla mientras le contestaba.
–Yo podría. Pero como Acheron tan a menudo dice, sólo porque puedes hacer algo, eso no significa que deberías hacerlo. Personalmente, no quiero ser experimento de laboratorio de algún tipo, entonces intento no pasar por áreas pobladas si puedo evitarlo.
Eso tenía sentido para ella.
–¿Ya que viajas en el tiempo, alguna vez pensaste en cambiar el pasado?
–Sí.
–¿Alguna vez lo has hecho?
Él sacudió su cabeza y una seriedad oscura cayó sobre su cara.
–Hay algunos poderes en este mundo que es mejor dejarlos de lado. El cambio del destino de alguien es definitivamente uno de ellos. Créeme, los Destinos tienen una desagradable manera de lastimar a cualquiera lo suficiente tonto para hacer un lío en sus dominios.
Sus palabras siniestras sonaron en sus oídos. Él sonó como si alguna vez hubiera cometido ese error, y ella quiso preguntar si lo había hecho, pero algo dentro le dijo que lo dejara pasar.
Sunshine se puso su casco, luego subió a la parte trasera de la motocicleta e hizo todo lo posible por mantener alguna distancia entre ellos. Vane era un hombre hermoso, pero algo en él la ponía sumamente nerviosa, y no era el hecho de que fuera un WereWolf o un caminante del tiempo.
Había algo en él en lo que no podía confiar.
A petición de ella, la llevó a la pequeña galería de arte donde guardaba su carro de ilustraciones cerrado y la ayudó a llevarlo a Jackson Square.
Cuando llegaron, era un poco después de las diez, y ya había una enorme muchedumbre reunida.
–No lo pesco –dijo Vane mientras llevaba el carro de ella hasta el stand de Selena–.¿Por qué estas armando la tienda si solamente quieres encontrarte con un cliente?
–Cameron dijo que quería ver todo lo que vendo. Si tengo que arrastrar todo para él, también podría vender a otra gente.
Ella le mostró donde colocarlo. Vane lo hizo, pero no pareció demasiado contento con ello.
Selena hizo señas dobles cuando los vio.
–¿Alguien nuevo, Sunny?
–No, él es solamente un...
–El Perro guardián –dijo él, extendiéndole su mano–.¿Eres Selena Laurens, no? La hermana mayor de Amanda?
Selena asintió con la cabeza mientras estrechaba su mano.
–¿Conoces a Amanda?
–Si conozco a Kyrian.
–¿Soy yo o todo el mundo conoce a Kyrian? –preguntó Sunshine.
Selena se rió, luego se volvieron a Vane que estaba abriendo la mesa plegable de Sunshine donde ella por lo general colocaba sus piezas de cerámica más baratas.
–Estamos a la luz del día entonces sé que no eres un CO. ¿Eres un Escudero?
Él se puso rígido.
–No me insultes. No me manda nadie.
–Él no es muy amistoso –explicó Sunshine mientras acomodaba su puesto–. Pienso que tiene rabia o algo.
Vane la miró medio divertido, con media sonrisa perturbadora.
–Sabes, Sunshine, me gusta tu espíritu.
Sunshine comenzó a responder, pero sintió a alguien mirándola. Asustada y ansiosa, miró alrededor a la muchedumbre hasta que vio una brillante, y sonriente cara que le era tan familiar como la suya propia.
A Sunshine se le iluminó la cara.
Incluso aunque ella no fuera muy alta, la anciana mujer se destacaba en la muchedumbre y esto no era sólo por la camisa insanamente roja brillante que llevaba. La mujer mayor tenía una esencia y presencia que era tan poderosa y fuerte como las de Vane o de Talon.
Su cabello gris acero lo llevaba recogido en dos trenzas alrededor de su cabeza. Su cara estaba surcada por una vida de felicidad y risas, y sus ojos marrones oscuros eran brillantes y amables. La clase de ojos que le señalaban a la gente una mujer sumamente sabia.
–¡Grammy[2]! –dijo Sunshine, mientras la mujer mayor se acercaba–.¿Qué haces por aquí? Pensé que juraste que nunca pondrías un pie otra vez en Nueva Orleans durante Mardi Gras.
Su abuela la abrazó fuertemente, luego se retiró para mirarla. Había pasado casi un año desde la última vez que se vieran. ¡Oh, era grandioso ver a su abuela otra vez! Su abuela deslizó su mano arriba y abajo de su brazo como si ella misma se asegurara que Sunshine estaba sana.
–Bien, esa era mi intención, pero tu madre llamó y me dijo que tenías toda clase de preguntas sobre ser una celta. Entonces pensé en pasar y sorprenderte.
–Puedes estar segura que lo hiciste. Pero estoy contenta de que estés aquí.
Su abuela arqueó una ceja censuradora mientras miraba a Vane.
–¿Y usted quien es?
–Vane Kattalakis.
Ella miró cortante a Sunshine.
–¿Dónde está ese Talon sobre el que tu madre habla?
–Él va a venir más tarde, Grammy.
Ella asintió, luego se sacó un pequeño medallón de debajo de su camisa y lo colocó alrededor del cuello de Sunshine.
–¿Qué es esto?
Su abuela lo ajustó para que estuviera a la vista de todo el mundo.
–Mantén esto cerca de tu corazón, por un tiempo. Si ese hombre viene por ti otra vez, le dejas saber quien te protege.
–¿Qué hombre? –preguntó, esperando que su abuela no supiera sobre su secuestro.
Lo sabía.
–Sé lo que pasó, Sunny. Sabes que lo sé.
¡Demonios!. Su abuela tenía algunos misteriosos talentos psíquicos.
–No creo que tu collar lo asuste, Grammy.
–Te sorprenderás. Y si esto no lo hace, entonces se merecerá lo que reciba. –Su abuela la acarició sobre el hombro y se dio vuelta a Selena–. Estuvo practicando los ejercicios que le enseñé Srta. Laurens?
–Sí, señora. Puedo sentir que mis poderes crecen cada día.
–Bueno. Ahora mejor vuelvo a lo de Starla. Si ese fétido bastardo se acerca a mi bebé...
–¡Abuela! –jadeó Sunshine. Ella nunca en su vida oyó a su abuela usar tal palabra.
–Bien, lo es. Enredando a mi nieta. Herviré sus verrugas en aceite y alimentaré con su cabeza a los lobos.
Vane hizo arcadas ante eso.
–Usted sabe que a los lobos realmente no les gusta comer cabezas. Carne, sí, pero las cabezas son realmente duras para las mandíbulas. Para no mencionar, lo de agarrar el cráneo entre los dientes.
Su abuela le dirigió una mirada desdeñosa.
–¿Usted se está haciendo el simpático conmigo, muchacho?
–Sí.
–¿Joven –dijo su abuela en un tono arrogante–, su madre no le enseñó algunos modales?
–Mi madre sólo me enseñó una cosa y, le juro, eso no eran modales.
Su abuela asintió.
–Me doy cuenta. Pero usted todavía tiene una lección muy importante para aprender en la vida.
–¿Y eso es?
–Un día usted va a tener que dejar que alguien más que su hermano y su hermana se acerquen a usted.
Su cara se volvió de piedra y la mirada en sus ojos fue salvaje y feroz.
–¿Qué sabe usted sobre mis hermanos?
–Yo que usted me preocuparía. Tiene un camino difícil por delante, Vane Kattalakis. Siento no poder aliviarlo para usted, pero lo suyo es viajar solo. Solamente recuerde, usted es mucho más fuerte que lo que piensa que es.
–Créame, señora, mi fuerza es una cosa de la que nunca dudo.
Su abuela se rió ante eso.
–¿Es asombrosa la cantidad de mentiras que decimos a otra gente, verdad?
Su abuela le dio la espalda a él.
–Selena, Sunshine. Usted dos tengan cuidado. Y Sunshine, cuando llegue la noche, sigue tu corazón. Haz lo que te ordena y eso no te fallará.
–Bien, Abuela, lo haré.
Su abuela la besó en la mejilla, luego se marchó hacia Santa Ana.
Después de que estuvo fuera de la vista, Sunshine se volvió para ver que Vane lucía inquieto.
–Lo siento. Ella hace esto a mucha gente. Tiende a decir lo que se le cruza por la cabeza.
Vane no habló. En cambio, dobló sus brazos sobre su pecho y se apoyó hacia atrás contra la reja negra de hierro que rodeaba la plaza.
Sunshine terminó de establecer su puesto, luego comprobó su reloj. Faltaba todavía un ratito antes que Cameron llegara, entonces ella sacó su bloc de dibujo y comenzó a garabatear.
Antes de que se diera cuenta había dibujado un retrato del hombre que la había secuestrado. Vane miró el bosquejo.
–Malditamente parecido.
Sunshine se quedó fría.
–¿Conoces a este tipo?
–Bueno, sí. Por supuesto. También Talon. Selena probablemente también lo conoce.
–Selena –dijo Sunshine, mirando a su amiga–.¿Sabes quien es?
–Seguro, es Acheron.
–¿Quién es Acheron? –preguntó ella. Todos a su alrededor seguían mencionando su nombre, pero ella no tenía ninguna idea de quien o qué era.
–A falta de una mejor explicación –dijo Vane–, es el jefe de Talon.
–¿Por qué el jefe de Talon me secuestraría? ¿Crees que quiere mantenerme alejada de Talon?
Vane se rió de esto.
–No es su estilo. Si Ash quisiera mantenerte a distancia de Talon, él solamente se mostraría en tu puerta y mierda que te asustarías. Además, fue él quien condujo la partida de rescate.
Bien, era bueno saberlo.
¿Pero por qué lucía como el tipo que la había secuestrado?
Su ceño se hizo más profundo.
–¿Él estaba allí cuándo Talon me salvó de Camulus?
–Sí y yo también. ¿No me recuerdas?
Ella sacudió su cabeza. Todo lo que ella podía recordar era a Talon.
–¿Cuan bien conoces a Talon y a Acheron? –le preguntó a Vane.
Él se encogió de hombros.
–Solamente conozco a Talon, pero he cruzado caminos con Acheron un momento o dos a lo largo de los siglos.
–¿Tú eres inmortal también?
Él sacudió su cabeza en un no.
–Mi raza sólo vive mucho más que los humanos.
–¿Cuánto tiempo?
–Aproximadamente mil años, puede variar en un siglo o dos.
Wow. Eso es un buen rato.
Sunshine no podía imaginarse lo que sería tener todo ese tiempo para planear tu futuro. Pero algo dentro de ella le dijo que podía ser tanto una maldición como una bendición vivir mucho tiempo, sobre todo si tenías que vivir solo.
Sunshine miró a Vane mientras él exploraba la muchedumbre alrededor de ellos. Aquellos ojos color entre verde y avellana parecían observarlo todo.
–¿Por qué eres tan abierto para hablar mientras que Talon se rehúsa a decirme algo?
Él se encogió.
–No hice un juramento de silencio, y calculo que en los últimos días has visto suficiente mierda espeluznante como para darte cuenta que saber acerca de mí es el menor de los problemas. Además, te desafío a decirle a alguien que soy realmente un lobo que pretende ser humano. –Él hizo una pausa y le sonrió abierta y diabólicamente–. Te desafío –dijo él despacio–. Eso, mi amiga, conseguirá que te encierren en un cuarto acolchado.
Ella no tenía ninguna duda sobre eso en absoluto. Y eso explicaba por qué se sentía tan libre de hablar sobre sus "diferencias".
–¿Eres realmente un lobo?
Él asintió.
–¿Entonces cómo puedes ser humano?
–Somos una clase diferente que tu gente. Mi raza fue creada hace aproximadamente nueve mil años cuando mi bisabuelo decidió salvar las vidas de sus hijos manipulando mágicamente su ADN con el de unos animales selectos. Así fuimos creados. Un hijo fue con la mitad de las dos sangres. Uno que tenía corazón humano y otro que tenía un corazón de animal. Desciendo directamente del animal.
–¿Entonces tienes el corazón de un lobo?
Otra vez, asintió.
–Y la moral y el instinto de conservación de uno también.
–¿Alguna vez deseaste ser humano?
–No, nunca. ¿Por qué querría?
Y aún ella sintió que él ocultaba algo. Había mucho más de sus sentimientos de lo que estaba dispuesto a admitir y era obvio que no quería que ella escarbara en eso. Entonces ella cambió de tema.
–¿Te duele cuando cambias de forma? ¿Se parece a las películas dónde te haces todo peludo y los huesos crujen?
Él resopló ante eso.
–No. Eso es estrictamente una dramatización de Hollywood. Ya que somos nacidos de la magia, principalmente lo manejamos sin dolor. Siento tanto dolor al transformarme como el que tu sentiste cuando te llevé de la cabaña de Talon hasta mi moto. Todo lo que sientes es un cosquilleo eléctrico que te atraviesa. Es en realidad agradable si lo haces bien.
–Debe ser fantástico ser capaz de hacer todo eso. –Ella inclinó su cabeza, bizqueó sus ojos, y lo miró.
–¿Qué estás haciendo?
–Intentando imaginarme como lucirías como lobo.
–Reza para nunca averiguarlo.
Ella se distanció de él.
–Sabes que pienso, que ustedes muchachos deberían de dejar de asustar gente.
No dispuesta a investigar más allá, Sunshine siguió esperando.
Lamentablemente, Cameron no apareció.
Vane intentó llevarla de regreso a Talon pero ella se rehusó.
–Tal vez llegue sólo tarde. Tal vez tenía una reunión o algo así. No puedo marcharme.
Vane dio un gruñido bajo muy parecido al de un lobo y tomó asiento detrás del puesto, apoyándose contra la reja negra de hierro mientras ella se sentaba sobre su taburete, pregonando sus mercancías y bosquejando.
La tarde se prolongó, pero nada pasó.
Cameron todavía no aparecía.
Selena se marchó a las cuatro para un breve descanso. Vane ahora se sentaba sobre el cordón de la acera detrás de ella. Sus piernas largas se estiraban sobre la calle, y tenía los tobillos cruzados. Se apoyaba hacia atrás sobre sus brazos. La posición estiraba su camiseta de algodón sobre su cuerpo impecable.
–¿Haces esto cada día? –preguntó él.
–Más o menos.
–Hombre, esto es aburrido como el infierno. ¿Qué haces para impedir volverte loca?
–Por lo general bosquejo o pinto, y antes de que me de cuenta, el día ha pasado y es hora de ir a casa.
–Bien, no lo entiendo.
–La gente que no es artista nunca lo hace.
–¿Hola, Sunshine, tienes algo nuevo?
Sunshine dio vuelta para ver a Bride McTierney acercarse a ella por el frente del carro. Alta, del tipo más bien voluptuoso, Bride tenía la cara de uno de los ángeles de Botticelli. Su pelo era un color caoba tan oscuro que parecía negro a no ser que Bride estuviera al aire libre. Entonces era de un profundo y luminiscente rojo. Bride por lo general lo llevaba recogido con un broche y mechones que caían alrededor de su cara.
Verdaderamente adorable, Bride era una de sus clientes regulares. Ella hasta había tomado algunas de las pinturas de Sunshine y las había usado en su pequeña tienda de modas.
–No –dijo Sunshine–, lamentablemente. No he estado pintando fantasías o cosas de Jackson Square últimamente. He estado trabajando sobre todo en piezas por encargo.
–Mala suerte, acabo de mudarme a un apartamento nuevo y esperaba que tuvieras algo para hacer tolerables las monótonas paredes.
Sunshine frunció el ceño. A Bride le gustaba su lugar en Iberville.
–¿Por qué te mudaste?
–A Taylor no le gustaba venir a la ciudad de noche entonces pensé que sería más fácil si viviera más cerca de donde trabaja.
–Pero tu trabajas en el centro.
–Lo sé. Ese es uno de los sacrificios que tenemos que hacer por amor. –Ella le ofreció a Sunshine una sonrisa, pero Sunshine podía decir que era sólo una fachada.
Eso era exactamente de lo que Sunshine tenía miedo. ¿Por qué será que siempre la mujer es quien se tiene que sacrificar por amor? ¿Solamente por una vez, un tipo no podía hacerlo en cambio?
Bride suspiró.
–¿Llámame si pintas algo nuevo que me guste, ok?
–Lo haré. A propósito, realmente te ves bien. ¿Has perdido peso?
Bride resplandeció.
–Estoy una talla por debajo de la dieciséis. Pero tengo que decirte que paso hambre todo el tiempo.
–Sí, pero estás para matar.
–Gracias. Taylor me contrató una clase de aeróbicos en su club cuatro veces por semana y eso ha ayudado para conseguir bajar de peso.
–No suena como que disfrutes mucho de eso.
El dolor oscureció los ojos de Bride mientras ella apartaba su mirada.
–Sólo que odio ponerme sudaderas y luego entrar en un cuarto lleno de mujeres con calzas que realmente no necesitan esas clases. Eso me da ganas de irme a un Krispy Kreme[3] y olvidarme de la dieta.
Sunshine se rió.
–Dímelo a mí. Personalmente pienso que no deberían hacer nada excepto sacos de yute para alguien con una talla diez.
Bride rió otra vez.
–Hablando de tallas de ropa y de mujeres flacas supongo que mejor me voy a la tienda. Cuídate.
–También tú.
Bride se fue en dirección a su tienda.
–¿Quién era esa? –dijo Vane levantándose y mirando fijamente a Bride con un destello hambriento en sus ojos.
¿Cómo lo hizo? El hombre, o más bien el lobo, se había movido en un misterioso silencio.
–Su nombre es Bride McTierney. Ella posee una pequeña tienda de moda sobre Iberville.
–Ella es... muy bonita.
Sunshine se asombró de que él lo pensara. La mayor parte de tipos se sentían intimidados o indiferentes ante la apariencia estilo pintura de Rubens de Bride. Vane parecía como si acabara de ver a una supermodelo en persona. Ahora esto podría ser bueno...
Él parpadeó y volvió a sentarse sobre el cordón de la acera.
–Tu sabes, podría presentarlos.
Él alzó la vista hacia ella, luego echó un vistazo a la distancia. De todos modos ella había vislumbrado pesar en sus ojos verdes.
–Los Lobos no socializan con la gente. Ustedes tienden a asustarse cuando saben lo que somos. Para no mencionar, que sus hembras son bastante frágiles. No me gusta tener la necesidad de contenerme por miedo a lastimar o matar a mi compañera cuando me apareo.
–Y la gente piensa que yo digo lo que se me viene a la cabeza. Jesús. ¿Tú no te guardas nada, no?
–Te dije que no soy humano. No comparto tus inhibiciones.
Ella supuso que eso era verdaderamente cierto. Pero era una pena. Bride podría tener un hombre que la aceptara como era y no que la pusiera en estrictas dietas y regímenes de ejercicios todo el tiempo.
–Entonces –dijo Vane después de unos minutos–.¿Qué pasa entre tu y el Celta? ¿Tienen sólo un intercambio carnal casual o hay algo más?
–¿Por qué lo preguntas?
–Porque me has preguntado mi biografía completa. Supongo que hacer lo mismo contigo es justo.
Sunshine se sentó al lado de él.
–No sé. Cuando estoy con Talon es como que encajamos. Como si él fuera una parte de mí que yo no sabía que había perdido hasta que lo encontré.
–¿Él siente de la misma forma?
Ella suspiró melancólicamente.
–¿Quién sabe? Con él es difícil hablar a veces. No estoy realmente segura de que él me ame.
–Verdad. Las emociones no parecen ser su punto fuerte. De todos modos debes importarle mucho para que me haya llamado.
–¿Porqué lo piensas?
–Ir contra las ordenes de Acheron no es algo agradable de hacer para un Dark Hunter. Ese hombre tiene el control de vida-o-muerte de ellos. En segundo lugar, Talon estaba dispuesto a negociar conmigo para mantenerte a salvo. Otra vez, otra cosa no inteligente de hacer.
–¿Por qué?, no vas a hacerlo daño, ¿verdad?
–No en este momento, pero cuando tu consideras el peligro en que mi gente vive, quedar en deuda con un Slayer Katagari está a un paso de la estupidez ostensible.
–¿Un Slayer qué?
–El término verdadero para lo que soy.
Sunshine le miró con ceño fruncido.
–¿Bien, y que es exactamente un Slayer Katagari?
–Alguien que mata sin remordimientos.
Un escalofrío bajó por su columna vertebral y aún así encontró difícil de creer que él pudiera ser capaz de tal cosa. Él era salvaje, sin duda, pero no parecía completamente sin conciencia a pesar de lo que decía.
–¿Tu realmente harías eso?
–Bebé, yo mataría a mi propia madre y sin pensarlo dos veces.
Ella recordó lo que su abuela había dicho sobre sus hermanos.
–¿Sí, pero matarías a tu hermano o a tu hermana?
Él apartó la mirada. Ella le dio un codazo sobre su hombro.
–No eres tan amoral como pretendes, Vane Kattalakis. Pienso que puede haber más humano dentro de ti de lo que tu piensas.
Sunshine volvió a su carro y se sentó sobre su taburete. Ella siguió explorando la gente alrededor de ella, pero cuando el sol se puso y Cameron no apareció, no vio a nadie que remotamente pareciera una amenaza.
Bien, nadie más que su guardián.
Talon se levantó y se vistió antes del ocaso. Él deambuló por la cabaña, muriendo por abandonarla y encontrar a Sunshine.
Ansioso, marcó el número de Vane.
–Ella está todavía viva e ilesa –dijo Vane sin saludar–. Sunshine –la llamó–, es el Celta que quiere un pequeño reaseguro de que no te he comido o algo por el estilo.
Talon frotó su cabeza ante el extraño humor de Vane mientras esperaba que Sunshine se acercara al teléfono.
–¿Talon?
–Hey, nena, ¿estás bien? –preguntó Talon, aliviado al instante por oír su suave voz sureña en su oído.
Era el más bendito sonido el que él hubiera escuchado alguna vez.
–Estoy bien. No ha pasado absolutamente nada. Esto ha estado realmente aburrido hoy. Excepto Vane. Él es interesante en un sentido muy Lobuno.
Él rió. Su humor fue al instante ligero sólo por saber que ella estaba bien.
–Te creo. Ten cuidado y estaré ahí en cuanto pueda.
–Bien. Hasta luego.
Su corazón se apretó cuando ella le hizo un ruido de beso, luego devolvió el teléfono a Vane. Dios, como amaba a esa mujer.
–Ahh, Tally, yo también te amo.
–Cállate, olfateador de entrepiernas. No tienes permitido hacerme ruidos encantadores, sólo mi amorcito lo está.
Vane resopló.
–Sabes, realmente voy a hacértelo pagar un día.
–Sí, llevaré unas cuantas kibbles[4] extra para ti.
Vane se rió afablemente.
–Por eso, rata de pantano, me debes un plato extra de costillas especiales.
–Lo tienes. Ahora dime, ¿cómo lo estas haciendo? ¿Conservas tu forma humana sin problemas?
–Estoy estupendo. Incluso mantengo la mayor parte de mi ropa y todo eso.
–Sí, hazlo. No quiero que tu flacucho cuerpo deje ciega a mi Sunshine o algo así.
–Confía en mí, si ella no se ha quedado ciega mirando tu gordo y peludo trasero, el mío no va a hacerle daño alguno.
–¿Peludo? Perdóname, pero tu definitivamente me confundes con tu hermano.
Vane se rió otra vez.
–En serio, el sol se pondrá en aproximadamente quince minutos. Saldré para allá inmediatamente.
–Estoy cuidando el fuerte, Custer[5]. No te preocupes.
–Gracias, Bull[6]. Te veo en un momento.
Talon colgó y esperó hasta poder sentir el cosquilleo sobre su piel que siempre lo alertaba que el sol se había ido y estaba a salvo para salir.
Fueron aproximadamente cuarenta y cinco minutos después de que oscureciera cuando Sunshine le pidió a Vane que fuera hasta el stand de Coca-Cola que estaba a la vuelta de la esquina y le consiguiera algo para tomar.
Él se negó, pero ella finalmente lo convenció que estaría a la vista de todos y no saldría de allí hasta que él volviese
Tan pronto él salió, oyó el silbido bajo de Selena.
–Ese hombre luce aterrador con A mayúscula. Tiene escrito Asesino Serial por todos lados.
Sunshine se dio vuelta para ver a un hombre sumamente alto, de cabellos morenos dar vuelta en la esquina. Los caballos que estaban alineados sobre la Calle Decatur resoplaron inquietos mientras él pasaba. Era como si ellos sintieran algo maligno en él.
Lucía tan increíblemente siniestro que su estómago se anudó.
–¿Debería llamar a Vane?
–No lo sé. –Selena se levantó de su mesa y se movió para pararse al lado de Sunshine–. Si él hace un movimiento sobre ti, yo lo agarraré y tu grita.
–Bien. Tal vez él solamente seguirá andando derecho por delante de nosotras.
Él no lo hizo. Echó un vistazo a su carro cuando llegó hasta ellas, luego hizo una pausa.
La mirada fija de Sunshine cayó sobre la garra de plata sobre su mano izquierda.
Él no habló una palabra cuando se acercó a su carro. Ella tragó e instintivamente se acercó a Selena. El hombre sería increíblemente hermoso si no pareciera tan feroz. Ella cambió nerviosas miradas con Selena.
Su oscura y mortal mirada se clavó en los cuencos de apariencia griega que ella había diseñado para el catálogo de un museo. Con una suavidad de la que no lo habría creído capaz él deslizó su mano sobre un cuenco con figuras rojas. Un destello de añoranza oscureció sus ojos, como si el diseño trajera algún recuerdo agridulce para él.
–¿Tu haces esto?
Ella en realidad se estremeció cuando su intensa mirada negra se encontró con la suya. Él tenía una voz profunda, provocativa, que era pesadamente acentuada; le tomó un minuto entender su pregunta.
–Sí.
–Bonito trabajo.
Ella no podría haber estado más atontada si él hubiera tomado un arma y pegado un tiro.
–Gracias.
Cuando él metió la mano en su bolsillo, ella se preparó para gritar por Vane hasta que se dio cuenta que él solamente sacaba su cartera.
–¿Cuánto?
–¿Qué estás haciendo aquí?
Ella miró más allá del hombre para ver a Talon acercarse. Sus largos y enfadados pasos le trajeron a su lado. Rápido.
–No es tu jodido asunto, Celta –gruñó el extraño.
–Aléjate de Sunshine, Zarek. O juro que te humillaré.
Zarek metió su cartera de nuevo en su bolsillo y se dio vuelta para enfrentar a Talon.
–Inténtalo, Celta, y tendré tu corazón en mi puño.
Talon se abalanzó y lo empujó hacia atrás. Zarek se balanceó hacia él, pero Talon lo esquivó y lo empujó otra vez. Vane salió de ninguna parte para separarlos.
–¡Eh!, ¡eh!, ¡eh!! –le gruñó a Talon, obligándolo a alejarse de Zarek. –¿Qué pasa aquí?
–Mejor que jamás te encuentre cerca de ella, Zarek. Te lo advierto.
Zarek lo empujó con su garra, luego se giró y se dirigió con ira hacia el edificio Presbytere.
Sunshine estaba aterrorizada cuando vio la mirada salvaje en la cara de Talon. Él realmente lucía capaz de matar a alguien.
–¿Talon?
–Quédate atrás –advirtió Vane–. ¿Estas bien, Celta?
Talon no podía responder. Todo lo que podía sentir era la creciente furia dentro de él. La exigencia, la necesidad caliente que tenía de rasgar a Zarek en pedazos.
En el momento que había visto a Zarek, su mente había vuelto a ver a Zarek en el callejón con su víctima. Que Dios ayudara al hombre si él alguna vez atacaba a Sunshine de esa manera. Él lo mataría independientemente de las consecuencias. Sin comentarios, Talon tiró a Sunshine contra él y la sostuvo allí. Cerró su mano en su pelo, inhaló su cálido aroma a patchouli, y se deleitó con la paz que sintió sosteniéndola.
–Se suponía que tenías que vigilarla, Vane –gruñó al Were-Hunter.
–Era solamente Zarek, Celta. Cálmate. Él no hacía nada más que mirar sus platos.
–Él podría haberle hecho daño.
–Pero él no lo hizo.
–Sí, y tú eres malditamente afortunado por eso.
Zarek todavía echaba humo mientras caminaba por el Pirate’s Alley. ¿Cuándo iba a aprender? Siempre que había intentado ayudar a alguien, todo se daba vuelta y lo golpeaba a él en el trasero. Él había reconocido a la mujer al momento que la había visto y se preguntaba por qué Talon la había dejado sin protección.
Él apretó sus dientes.
–Bien. Déjala morir.
¿Por qué se preocupaba de todos modos?
Cuando él se acercó al final del callejón, se detuvo. Una sensación extraña, fría lo recorrió. Esto no lo había sentido desde la noche en que había pasado de humano a Dark Hunter.
–Zarek.
Él se dio vuelta para ver nada más ni nada menos que a Dionisio ante él. El dios griego tenía su cabello castaño corto impecablemente peinado. Llevaba una chaqueta oscura de tweed sobre un suéter azul marino con cuello tortuga y se parecía a un bien pagado ladrón corporativo.
–Si vas a arremeter contra mí, Dionisio, hazlo.
Dionisio se rió.
–Por favor llámame Dion. Dionisio está tan pasado de moda.
Zarek se puso rígido cuando el dios se acercó a él. El poder existente era innegable y esto causó que el aire alrededor de él chisporroteara.
–¿Por qué me estás hablando?
Dionisio señaló el Pedestrian Mall con el pulgar.
–Oí por casualidad tu pequeño intercambio con Talon. Y estuve pensando que nosotros podríamos hacer un trato.
Zarek se mofó de la idea misma.
–Sería como hacer un pacto con Lucifer.
–Sí, pero yo no huelo a azufre. Y me visto mejor. Luc siempre se parece a un alcahuete. –Le ofreció un cigarrillo a Zarek–. Vamos, toma uno. Hasta es de tu marca.
Zarek lo tomó y lo miró con desconfianza mientras encendía el cigarrillo.
–¿Entonces, cuál es el pacto?
–Simple. Tengo un muchacho en la ciudad que me está haciendo algunos favores. Te encontraste con él anoche. Es el que se parece a tu jefe.
–Sí, conozco al bastardo. Lo debo una también.
–Lo sé. Fue desafortunado que ustedes dos se encontraran así. Pero si puedes dejar de lado tu cólera, pienso que te gustará mi trato mucho más.
–¿Y es?
–Mi muchacho necesita unas cosas. En realidad nosotros podríamos matarte, pero pienso que un hombre de tus “especiales” capacidades y habilidades estaría mejor en nuestro lado que a la deriva toda la eternidad como una Sombra incorpórea.
Dionisio hizo una pausa.
–Sigue hablando.
–Todo lo que necesito es que no caces. Ve a casa como Acheron quiere y permanece allí hasta Mardi Gras. Durante mi celebración, Styxx se pondrá en contacto. Ayúdale con los preparativos finales y te daré lo que más quieres.
–¿Y qué es lo que más quiero?
–El final de tu sufrimiento.
Zarek tuvo que darle el crédito al dios, él sabía bien qué ofrecer.
–No intentas engañarme, verdad?
–Te juro por el río Styx que si nos ayudas, te sacaré de tu dolor. Completamente. Sin trucos. Ninguna escapatoria. Una ráfaga y estarás más allá de la muerte.
–¿Y si no lo hago?
Dionisio rió malvadamente.
–Hades[7] tiene un agradable rincón de Tartarus[8] esperando por ti.
Zarek tomó una pitada de su cigarrillo y rió misteriosamente.
–Como si me asustaras. ¿Qué es lo que va a hacer? ¿Rasgar la carne de mi cuerpo? ¿Romper mis huesos? ¿Aún mejor, por qué no derribarme y pisarme muy fuerte hasta que sangre o me haga mierda para juntar con pala? Ah espera, haz eso, y consigue la videocinta.
Los ojos verdes de Dionisio ardieron.
–No puedo creer Artemisa que te deje vivir.
–No puedo creer que seas un dios sin una mejor amenaza que eso. Pero no te preocupes –dijo mientras parecía que Dionisio estaba listo para golpear–. Yo odio a estos malditos idiotas de todos modos y no podría preocuparme menos a cuantos de ellos conviertes en Sombras.
El dios se calmó al instante.
–¿Supongo que sabes mi número de celular? –preguntó Zarek.
Dionisio asintió.
–Estaremos en contacto.
–Bien, te veré el martes.


Ante la insistencia de Talon, Sunshine recogió su carro y dejó que los hombres lo llevaran de regreso a su galería de arte. Pero cuando ellos comenzaron a alejarse, ella los detuvo.
–¿Qué estás haciendo? –preguntó Talon mientras ella abría la pequeña puerta lateral sobre su carro.
–Nada.
Él le miró con el ceño fruncido cuando ella sacó el tazón que Zarek había estado mirando. Ella se lo dio a Vane.
–¿Te importaría darle esto a Zarek por mí?
Talon estaba horrorizado.
–¿Estás loca?
–No, Talon. Ese hombre siente mucho dolor. Pienso que él podría recibir un poco de bondad de alguien.
Vane se mofó.
–Lo que él podría recibir son un buen par de patadas en el trasero.
–Vane, por favor. –Sunshine lo impulsó a tomarlo.
Él lo hizo, de mala gana.
–Bien, pero si él lo lanza contra mí, voy a querer alguna compensación.
Ella lo besó en la mejilla.
–Floja compensación, pero en presencia de Talon, me conformaré con ella.
Vane tomó el tazón y se marchó calle abajo.
Ella se volvió a Talon quien todavía fruncía el ceño.
–Zarek lo estrellará de un golpe contra una pared y lo romperá en la primera oportunidad que tenga.
–No lo creo. Incluso si lo hace, siempre puedo hacer otro.
Él la ayudó a cerrar su carro y luego lo condujo de nuevo a la calle.
–Tienes un corazón tan generoso.
–Eso es lo que todos me dicen. ¿Entonces, iremos a cazar a Styxx?
–Demonios, no. No me voy a arriesgar a que te hagan daño.
Ella le gruñó.
–Escucha, mi abuela me dijo algo esta tarde. Ella me dijo que siguiera mi corazón esta noche. No sé lo que ella quiso decir con eso, pero yo confío en ella. Es una psíquica extraordinaria. Todo lo que ella me ha dicho se ha cumplido.
–Mira, Sunshine, no puedo evitar lo que dijo. Sólo sé que no estoy dispuesto a dejar que algo te pase. Cuando Nynia murió, estuve tan perdido y frío, y no he estado caliente desde entonces. No hasta que sentí tus manos sobre mí. De la única manera que he sido capaz de arreglármelas sin ti fue enterrar lo que siento, pero parece que no puedo hacer más eso. Cuando estoy contigo todo lo que puedo hacer es sentir y necesitar.
–Así es como me siento yo, también.
–¿Dónde nos deja eso, entonces?
–No sé, Talon. Espero saberlo.
Talon puso su brazo sobre su hombro mientras caminaban por la plaza. Él notó otras parejas alrededor de ellos. Como sentía no poder ser una pareja normal, feliz, sin otra preocupación que el pago de la hipoteca.
Pero eso no era lo importante. Camulus estaba jugando con ambos y Sunshine iba a ser lastimada. Talon sólo conocía un modo verdadero de protegerlos a ambos.
–¿Dónde vamos? –Sunshine preguntó.
–Vamos a ver a un dios en busca de un milagro.


[1] Scotty: Jefe de máquinas que se encargaba de las tele-transportaciones en Viaje a las Estrellas (Strar Trek)
[2] Grammy: forma cariñosa, abuelita.
[3] Es la marca de una cadena de localess de venta de donas y bollos.
[4] Kibbles: Galletas para perros. (N de la T).
[5] Custer: General Americano héroe de la Guerra de Secesión estuvo al frente del 7ª Regimiento de caballería y lucho contra Cheyenes, Sioux, Arapahos, y Comanches, conquistando sus territorios. Él y su tropa de 264 soldados fueron aniquilados por 5000 indios Sioux bajo el mando de Toro Sentado y Caballo Loco en la famosa batalla de Little Big Horn (N de la T)
[6] Bull: toro
[7] Hades: Antiguo dios griego, gobernaba el bajo mundo. Hermano de Zeus y esposo de Persephone.
[8] Tartarus: según la mitología griega, abismal región debajo de Hades (el infierno) donde fueron confinados los Titanes. 

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