Ella no parecía fijarse en el hecho que él la había mordido, lo que era una cosa muy buena. Pero él no podía sacarlo de su mente.
El gusto de ella.
Los sentimientos de ella.
El amor de ella.
Esto lo atormentaría por siempre.
Sunshine fue al cuarto de baño a arreglarse mientras él encendía la lámpara de su escritorio. Unos segundos más tarde, alguien llamó a la puerta. Talon sacó su srad de su bota. Los visitantes no venían a menudo a su casa.
–¿Quién es?
–Soy Ash, Celta. No tengas un ataque al corazón.
–¿Es Acheron o Styxx?
–Es T-Rex y no llevo gafas de sol.
Preparado para un truco, Talon abrió la puerta con cuidado. Realmente eran los “viejos ojos espeluznantes” y no parecía contento.
–¿Qué haces aquí? –preguntó Talon.
–Daimons Peleadores. ¿Qué pasa contigo?
Él entendió el sarcasmo y la condenación en la voz de Ash.
–¿Había Daimons aquí? ¿Dónde?
–Ellos atacaron la guarida de los Katagaria y fui a ayudar a Vane y a Fang.
Talon se estremeció ante las noticias. Él debería haber estado ahí para ayudar a luchar. Maldición, la había jodido espléndidamente.
–¿Están bien?
–No. Su hermana y sus cachorros fueron asesinados en la pelea.
El corazón de Talon se estremeció ante las noticias. Ese era un dolor que conocía demasiado bien. Los hermanos estarían devastados con su pérdida.
–Hombre, lo siento.
–¿Entonces, dónde estabas?
Antes de que pudiera contestar, Ash contestó por él.
–Espera, eso lo sé. Estabas en el Santuario luciendo tus poderes ante un autobús completo de turistas japoneses que estaban armados con cámaras digitales y videocámaras. Felicidades, amigo, nos hemos vuelto globales.
Talon se cubrió la cara con la mano.
–¿Oh Cristo, lo dices en serio?
–¿Parezco que estoy bromeando?
No, él parecía realmente cabreado.
–No puedo creerlo –dijo Talon.
–¿Tú? ¿Tú no lo puedes creer? Yo soy el que tiene que ir ante Artemisa para salvarte el culo. Ella ya está jodidamente encaprichada con Zarek, ahora ¿cómo infiernos le explico que el Señor-Frío-Tranquilo-y-Calmado estaba haciendo su versión del Hombre Araña en un bar cargado de turistas para terminar siendo la atracción principal en las noticias de Tokio como muestra de lo que está mal en la cultura americana? –Pregunta. ¿Cuántas reglas has roto en menos de un minuto? –prosiguió–, lo peor de todo, ahora tengo a Nick que me llama, queriendo saber por qué él tiene que mantener todo en secreto mientras tipos como ustedes corren por ahí exponiéndose a sí mismos al azar. El pequeño idiota hasta quiere un aumento porque él puede guardar un secreto mientras que ninguno de ustedes puede.
–Puedo explicarte.
–Bien, estoy esperando.
Talon intentó encontrar una razón para lo que había hecho. No había ninguna.
–Bien, no puedo explicarlo. Dame un minuto.
Ash estrechó sus ojos.
–Todavía estoy esperando.
–Estoy pensando.
Sunshine salió del cuarto de baño, luego palideció en cuanto vio a Acheron. Ella agarró uno de los bastones de Talon de la pared y fue por él. Acheron lo cogió en su mano mientras ella lo balanceaba sobre su cabeza.
–¡Hey!
Sunshine se dio vuelta hacia Talon.
–¡Él es quien me secuestró!
–No lo hice –dijo Acheron susceptiblemente mientras se liberaba de su apretón.
–Este es mi jefe, Sunshine. Acheron.
Ella formó una pequeña O con su boca.
–Vane me dijo que los dos parecían iguales. Él no estaba bromeando. Aunque ahora que estoy un poco más tranquila, realmente te pareces mucho a él. Él era espeluznante, pero tú... tú eres realmente espeluznante.
–Si tuviera más tiempo, lo tomaría como un cumplido. –Le hizo a Talon un gesto de mando–. Afuera, Celta, así podemos terminar nuestra conversación.
A Talon no le gustaba ser mandado, pero en este caso no tenía ninguna opción. Él realmente lo había estropeado y Ash tenía derecho a expresarse. Talon los había puesto a todos en una situación muy mala.
Él salió para pararse sobre el muelle donde Ash esperaba con las manos sobre sus caderas. La cara de Ash estaba moteada por la furia.
–Sabes, realmente he tenido una noche maravillosa esta noche. Conseguí decirle a Julian y a Kyrian que Valerius está en la ciudad y pasé, oh no sé, tres, cuatro horas intentando impedirles ir tras el romano. Entonces, justo cuando podía relajarme y hacer mi trabajo, encuentro que hay Daimons en el pantano y Talon no está aquí para matarlos. ¿Y por qué no estaba Talon aquí? Porque Tarzán se balanceaba de un balcón para salvar a Jane de Chita. –Ahora todo lo que puedo hacer es pararme aquí y decir, por favor próximo fiasco, derecho por aquí.
Talon lo miró airadamente.
–No tienes que ser tan sarcástico. Sé que la jodí, ¿está bien?
–No, joderlo fue encontrarte sin tus pantalones en el apartamento de Sunshine. Esto es un poco más de grande que sólo joderlo.
–No voy a disculparme por lo que hice.
Un tic apareció en su mandíbula mientras Ash miraba a la distancia.
–Hay muchas cosas que van a pasar hasta mañana por la noche. Muchos factores desconocidos. Que sabemos que no es bueno. Tengo a Julian y a Kyrian, que quieren poner a Val en una caja de pino. Val, que no quiere levantar un dedo para ayudar a alguien que no descienda de los Romanos. Dos lobos cabreados que quieren venganza por lo que pasó esta noche, Zarek que está más loco que nunca, y que actualmente es el más buscado de Nueva Orleans. Nick que grita que renuncia porque está harto de limpiar detrás de los sicóticos. Una diosa enfadada quien va a querer la cabeza de todo el mundo por esto. Y el único Cazador que tengo, que es confiable, eres tú. –Ash hizo una pausa y lo miró con un brillo severo en los ojos–. Y amigo, sin ofender, pero no has sido confiable estos días.
–Estoy bien, T-Rex.
–No, Talon, no lo estás. Estuviste balanceándote de las vigas y golpeando a inocentes humanos debido a Sunshine. No sólo te arriesgaste a ti mismo, sino a todos nosotros y a los Peltiers sólo por proteger a una mujer de que lastimaran sus sentimientos. ¿Dónde estaba tu cabeza?
La cólera se abrió paso a través de él.
–No soy un niño, Ash. Sé qué priorizar.
–Normalmente, lo haces. Pero piensas con tu corazón, no con tu cabeza, y esto hará que nos maten a todos. Somos Dark Hunters, Talon, no sentimos.
En cualquier otro momento, concordaría con eso, pero en este momento Talon sentía una enorme y frustrante rabia. Él no necesitaba este sermón. Conocía los riesgos y los peligros aún mejor que Ash. Sabía más que nadie lo que estaba en juego.
–Lo tengo bajo control.
–¿Tú? –preguntó Ash–. Porque desde donde estoy parado, no lo haces. Me has desobedecido directamente cuando te dije que mantuvieras a Sunshine aquí. Has hecho pactos con los Katagaria y con Eros, y ese no es tu lugar. Tú no tienes esa clase de deberes, Talon. ¿Tienes alguna idea cómo puede acabar esto?
–Tuve que hacerlo. Tengo que proteger a mi esposa. No me preocupa lo que cueste.
–¿Tu esposa? –Ash sacudió su cabeza–. Talon, mírame.
Talon lo hizo. Ash le miró fijamente atentamente, su mirada fija fría e insensible.
–Tu esposa está muerta. Ella murió hace mil quinientos años y fue enterrada en tu patria. Sunshine no es Nynia.
Talon rugió con su cólera y dolor. No era verdad. Sunshine era su esposa. Él lo sentía. Él lo sabía. Ella era todo lo que le importaba.
Todo lo que importaba.
Antes de que pudiera pensarlo dos veces, él atacó a Acheron. Cogió la garganta del Atlante entre sus manos y lo sacudió, intentando hacerlo entender.
–¡Ella no está muerta! –rugió–. Maldito seas, ella no está muerta.
Ash rompió su asimiento y usó sus poderes para inmovilizarlo. Talon siseó y gruñó mientras intentaba liberarse, pero fue inútil.
Y en aquel momento, comprendió justo cuán lejos había ido.
Había atacado a Acheron.
El pensamiento le aclaró la mente. Ash tenía razón. Si no se calmaba y se controlaba, podría lograr que los mataran a todos.
A todos ellos.
Ash suspiró y lo liberó.
–Talon, tienes que tomar una decisión. Los Cazadores Oscuros no tienen mujeres. No tenemos familias. En el final del día, no tenemos a nadie, más que a nosotros mismos. Nuestra responsabilidad, nuestra única responsabilidad, es la gente que no puede protegerse de los Daimons. Tienes que mantener la cabeza fría.
–Lo sé. –Talon respiró entrecortadamente.
Ash asintió. Entonces sus ojos cambiaron a un extraño tono de plata, profundo.
–Dime qué quieres hacer. ¿Quieres que presente una solicitud a Artemisa por tu alma?
Talon pensó en ello. Ahora mismo, él estaba de pie frente a un dilema que nunca había pensado afrontar. Ni una vez en toda su existencia de Dark Hunter había osado a soñar que Nynia regresara.
Que ella...
Él cerró sus ojos y se estremeció.
Nynia no volvió. Acheron tenía razón. Nynia estaba muerta.
La mujer que ahora mismo estaba en su cabaña no era su esposa.
Ella era Sunshine. Una mujer vibrante, humanitaria quien tenía fuego y agallas. Ella podría tener el alma de su esposa, pero era alguien más. Alguien sin la que él no quería vivir.
Alguien a quien no se atrevía a conservar.
Él sintió como si su corazón se hiciera trizas. Sunshine era humana. Con tiempo, ella podría olvidarlo y tener otra vida. Alguien más a quien amar
El pensamiento lo perforó, pero tenía que hacerlo.
De todas formas, él la perdería. Al menos de esta manera, ella tendría una posibilidad de felicidad que no la mataría.
–No –dijo Talon tranquilamente–. No quiero reclamar mi alma sabiendo que perderé a Sunshine por la ira de Camulus. No quiero mi libertad a ese costo.
–¿Estás seguro?
Él asintió, luego sacudió su cabeza negando.
–Francamente, T-Rex, no estoy seguro de nada. –Él lo miró–.¿Alguna vez has amado a alguien?
Acheron encontró su mirada estoicamente, y no respondió a la pregunta.
–Tu sabes, el problema con la vida y el amor es que ambos son muy cambiantes, mientras la gente raras veces lo es. ¿Si conoces a esta mujer y realmente la amas, eso no merece la posibilidad de obtener la libertad para tenerla?
–Pero si la pierdo...
–Esto es un si, Celta. Me parece que lo único cierto es que si tú al menos no lo intentas, entonces definitivamente la perderás.
–Pero si la dejo ir, ella al menos estará viva.
–¿De la manera en que tú has vivido desde el día que Nymia murió?
–Eso no es justo.
–No me pagan para ser justo. Me pagan para darle patadas en el culo a los Daimons. –Acheron soltó un suspiro cansado–. Sabes conocí hace siglos a un hombre sabio en China quien me dijo, “Él que deja que las lágrimas lo gobiernen, tiene miedo de un amo”.
–¿Confucio?
–No, Minh-Quan. Él era un pescador que solía vender los mejores zong-zi[1] que alguna vez se hayan hecho.
Talon frunció el ceño ante el comentario inesperado. Así era la cosa con Acheron; uno realmente nunca sabía con lo que iba a salir.
–Eres un hombre extraño, Acheron Parthenopaeus. ¿Dime, qué harías si fueras yo?
Acheron cruzó los brazos sobre su pecho.
–Yo nunca supondría ser otro que yo mismo, Talon. No soy el que tiene que aguantar las consecuencias de tus acciones. Eso es algo que tú, solo, tienes que hacer.
Talon suspiró.
–¿Es posible luchar contra un dios y triunfar?
Sus ojos giraron embotados. Talon lo miró curiosamente. Había algo en el pasado de Acheron que su pregunta rozaba. Algo profundo y oscuro, a juzgar por la apariencia de la cara de Acheron.
–Los Dioses celtas y griegos se parecen muchísimo a la gente. Ellos cometen errores. Y esos errores son los que nos harán o quebrarán al final.
–Ahora suenas como un Oráculo.
–¿Escalofriante, verdad?
–No escalofriante, solamente irritante. –Talon comenzó a distanciarse de él.
–Talon.
Él se paró y se volvió para enfrentar a Acheron.
–Para contestar tu pregunta. Sí, le puedes ganar batallas a un dios. Pero es mucho más fácil negociar. –El tono de Acheron le dijo que hablaba con la voz de la experiencia.
–¿Cómo negocias con un dios que quiere que sufras por toda la eternidad?
–Con mucho cuidado, hermanito. Con mucho cuidado. –Acheron echó un vistazo a la distancia, al pantano–. Tu sabes, pienso que puedes estar perdiendo de vista algo realmente importante.
–¿Y eso es?
–A muy pocos de nosotros le dan una segunda oportunidad para reclamar lo que hemos perdido. Si Nynia volvió otra vez a ti, tal vez haya una razón para ello. –Acheron desdobló sus brazos–. Tienes mi número, Celta. Si cambias de opinión sobre la petición, me avisas. Pero tienes que tomar rápido tu decisión. Necesito tu mente clara para mañana por la noche.
–¿Por qué me das una opción cuándo no se la diste a Kyrian? Le pediste a Artemisa que le diera su alma a Amanda sin que él lo supiera.
Acheron se encogió de hombros.
–Kyrian no tenía una opción que hacer. Sin alma, Desiderius lo habría matado. Tu vida no está en peligro si no recuperas tu alma, Talon. Solamente tu corazón lo está. Y como bien sabes, puedes vivir sin tu corazón. ¿Pero realmente quieres?
Había veces cuando él seriamente quería que Acheron fuera el muchacho entrometido de veintiún años que parecía ser, y no un hombre sabio de once mil años. Esta era definitivamente una de aquellas veces.
–Voy a llevar a Sunshine de regreso a la ciudad conmigo.
–No –dijo Talon automáticamente–. Ella se queda aquí donde puedo protegerla.
–Esa no era una pregunta, Celta. Necesitas tiempo lejos de ella para pensar. Tiempo para aclarar tus pensamientos antes de mañana por la noche.
Él comenzó a argumentar, luego comprendió que Ash tenía razón. Él iba a tener que dejarla ir de todos modos. Él bien podría hacerlo ahora. Eso sería más fácil para ambos.
–Bien, iré a buscarla.
Sunshine supo que algo estaba mal en el momento en que vio que Talon atravesaba la puerta. Su cara estaba atormentada, sus ojos oscuros.
–¿Qué pasó? –preguntó ella.
–Acheron va a llevarte de regreso a tu loft. –Su voz era tan desapasionada que hizo que el estómago de ella se contrajera.
–Ya veo. ¿Y tu estás de acuerdo con él?
–Sí, lo estoy. Pienso que es lo mejor.
Pero ella no quería ir. La profundidad de cuánto quería quedarse la asustaba.
–Ya veo.
Tiesamente, ella comenzó a juntar sus cosas. Pero dentro... por dentro estaba muriendo. Talon no podía soportar verla así. Él quería agarrarla y escaparse a un lugar donde nadie pudiera encontrarlos. Mantenerla a salvo.
El único problema era, que nadie podía ocultarse de un dios. Tarde o temprano, Camulus los encontraría y luego ella moriría.
Él tomó su mochila mientras ella la alcanzaba.
–La tengo.
Ella asintió, sus ojos brillantes y luminosos.
Ningún de los dos habló mientras él la conducía al exterior donde Acheron la esperaba. Él le dio su mochila a Ash.
–Esto, uh... ha sido divertido, Talon –dijo ella–.¿Te veré otra vez?
Él miró a Ash, quien lo miró con una ceja arqueada como si él mismo quisiera la respuesta.
–No –dijo él despacio.
Ella se aclaró la garganta, pero no habló. En cambio, caminó rápidamente hacia Acheron.
–Estoy lista.
Ash se distanció y dejó que ella liderara el camino al catamarán.
–Celta –dijo él, –si cambias de opinión sobre nuestra discusión, llámame.
Talon asintió.
Su corazón se rompía, mientras miraba a Sunshine abrocharse el cinturón. Ash encendió el barco y luego los dirigió hacia el pantano.
Se había terminado.
Ella se había ido.
«Soy la Oscuridad. Soy la sombra.
Soy el Soberano de la Noche.
Yo, solo, entre la humanidad y los que la quieren ver destruida. Soy el Guardián.
El Cuidador de los sin alma.
Ni Humano, ni Apolita, existo más allá del reino de la Vida, más allá del reino de los Muertos.
Soy el Dark Hunter.
Y soy Eterno... a no ser que halle un corazón puro que nunca me traicionará. Uno cuya fe y coraje pueden devolverme mi alma y devolverme a la luz.»
Si no fuera por Camulus...
«No nos dan a todos nosotros una segunda posibilidad para reclamar lo que hemos perdido. Si Nynia volvió, tal vez haya una razón para ello».
Sufriendo, él dio la espalda a la imagen de Sunshine dejándolo y volvió caminando a la cabaña. Cerró la puerta y miró alrededor. Había tanto vacío ahí ahora que Sunshine se había ido. Ella había llenado su casa de felicidad. Sobre todo, ella lo había llenado de felicidad.
Su mirada cayó sobre el bolso de cosméticos rosa sobre su escritorio. Ella lo había olvidado junto con su cepillo y lazos para el cabello. Pobre Sunshine, ella siempre olvidaba cosas.
–¿Speirr?
Él se dio vuelta bruscamente para ver a Ceara al lado de él.
–¿Lurach[2], estás aquí para juzgarme también?
–Nae, mi brathair, estoy aquí sólo para hablar contigo.
–¿Sobre qué?
Ella extendió la mano hacia él y luego la dejó caer cuando recordó que ellos no podían tocarse.
–Sólo quiero decirte antes de irme que he llegado a un acuerdo con el dios Bran[3] para nacer de nuevo.
Los pulmones de Talon se paralizaron.
No podía moverse.
No podía respirar.
¿Irse Ceara?
¡Nae! La palabra se rasgó a través de él.
Ella no podía abandonarlo. No ahora. No después de todo este tiempo. Ella era el único consuelo que le había quedado.
Y al mismo tiempo, él no podía permitirse decirle eso. Hacerle saber cuanto quería que ella se quedara. Cuanto necesitaba que se quedase.
Si lo hiciera, ella haría lo que él le pidiera y abandonaría su futuro... Él nunca podría ser tan egoísta.
–¿Qué hizo que estés de acuerdo finalmente? –le preguntó él, teniendo cuidado de mantener su tono de voz tranquilo.
–Es el momento, Speirr. Quiero vivir mi vida otra vez. Para encontrar todas las cosas que no tuve la última vez. Amor. Niños. Incluso un trabajo y una hipoteca.
Él no podía reírse de su tentativa de humor, no mientras el dolor dentro de él era tan crudo. Tan debilitante.
Pero él sabía en su corazón que ella tenía razón. Este era el momento para que ella tuviera las cosas que le habían sido negadas todos aquellos siglos antes. Él quería que ella tuviera todo eso y más. Ella merecía toda la felicidad que la vida podía traerle.
–Te echaré de menos.
–Yo te echaré de menos también, mi brathair.
Él le ofreció una sonrisa que sabía era hueca.
–Te deseo todo lo mejor, Lurach. Envío mi corazón contigo.
–Lo sé, Speirr. Te amo también, pero tú tienes a Nynia ahora. No estarás solo sin mí.
Sí, lo estaré. Porque tampoco puedo conservarla.
Él cabeceó estoicamente.
–Siempre te recordaré, Ceara.
Con ojos tristes, ella suspiró con pesar.
–Mejor me voy. Adiós, Speirr.
Talon se ahogó con su adiós. Él no podía decir la palabra. Dolía demasiado para decirla. Decirla lo haría demasiado verdadero y él quería, desesperadamente, que no fuera verdad.
Él quería que esto fuera una pesadilla de la que podría despertarse.
Pero no lo era. Esto era verdadero. Todo esto.
Sunshine se había ido.
Ceara se había ido.
Él no tenía a nadie.
Sintiéndose abandonado, él vio a Ceara desaparecer del cuarto.
Su corazón se rompió, se hundió en el piso sobre sus rodillas e hizo algo que él no había hecho desde el día Nynia había sido enterrada.
Lloró.
En su mente, podía ver a su padre reducido por los Sajones mientras el muchacho, Speirr, había mantenido a su madre y sus hermanas a salvo de los crueles guerreros.
Él vio a su madre y a su hermana enfermas de una devastadora viruela. Se vio a sí mismo trabajar para Gara tan duro como podía mientras la anciana obtenía placer en hacerlo sufrir.
A la noche, él se había ocupado de sus hermanas. Y durante aquellos últimos meses de la vida de su madre cuando ella había estado demasiado enferma para cuidarse por sí misma, había tenido que cuidarla a ella también.
Él vio a Ceara como una pequeña niña inconsolable mientras él intentaba todo para cuidarla. Recordó a Gara echándolos en la noche oscura cuando no tenían ningún lugar a donde ir.
Había estado nevando aquella noche también, y en todo lo que pudo pensar fue en mantener a su hermana viva.
Ella era todo lo que tenía.
Y entonces él la había llevado por la tormenta de nieve mientras ella gritaba y aullaba. Por leguas de tierra congelada hasta que hubo encontrado a la gente de su madre.
Por su hermana, él había pedido y había rogado y les había permitido golpearlo hasta que no se pudo mantener en pie.
Él nunca había pedido nada para él.
No antes de que encontrara a Nynia.
Él la había tomado y la había hecho suya, y por su propia estupidez la había perdido.
Ellos nunca podrían estar juntos. Nunca.
Soy la soledad.
Soy el dolor.
Talon bramó de cólera.
De repente, algo a la derecha llamó su atención. Talon frunció el ceño. Había algo sobresaliendo de su cama. Él se movió hacia ello y lo sacó.
Su corazón dejó de golpear. Entonces comenzó a latir.
Sunshine se los había dejado a él. Había tres paisajes pintados a la luz del día.
Eran hermosos, pero ni de cerca tan hermosos como la mujer que se los había dado. Una mujer que le había dado los mayores regalos de su vida.
Él encontró una nota intercalada entre dos de las pinturas. Abriéndola, él sintió un nudo en su estómago.
«Esto es el pantano tal como yo lo veo, pero lo que no puedo capturar en la tela es como yo te veo.
Ningún pincel o pintura jamás mostrará el héroe que eres. Nunca seré capaz de retratar el sonido de tu voz cuando susurras mi nombre. La forma en que mi piel se estremece cuando me tocas.
La pasión de ti dentro de mí.
Te amo, Talon. Sé que no puedo tenerte. Nadie jamás puede domesticar a una bestia salvaje.
Tú tienes un trabajo que hacer y yo también. Sólo espero que cuando pienses en mí, esto te traerá una sonrisa a tu cara.
Amor por siempre,
Sunshine»
Él releyó la nota cuatro veces.
Durante siglos, él había amado a Nynia. Pero lo que sentía por Sunshine era mucho más.
"Sí, puedes ganar batallas a un dios” las palabras de Acheron se cernieron en su mente.
Talon dejó escapar un aliento entrecortado.
Sí, él podría ganar. Él saldría mañana por la noche y cuidaría el Mardi Gras para Acheron. Pero una vez que eso se terminara...
Él iba a convocar a Camulus y terminar esto de una vez por todas.
Para el alba del miércoles, él o Camulus estarían muertos.
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