miércoles, 25 de enero de 2012

NE cap 13

Zarek estaba parado sobre el cruce peatonal elevado de Jackson Brewery, mirando hacia la calle Wilkinson. Él tenía sus manos aferradas a la barandilla de hierro mientras miraba fijamente a la gente abajo que andaba a lo largo de la calle Decatur, entrado y saliendo de las tiendas, restaurantes, y clubs.
La orden había venido de Acheron, se suponía, que se quedaría dentro de su casa de la ciudad hasta Mardi Gras. Probablemente debería haberlo escuchado, pero acatar órdenes no era exactamente algo en lo que él se destacara.
Además, el áspero clima de febrero en Alaska lo mantuvo completamente atado a la casa demasiado. Odiaba la sensación de estar atrapado. Cuando había abandonado Fairbanks, hacían veinticinco grados bajo cero. Ahora hacían catorce grados en Nueva Orleans y hasta con el viento frío que venía del río, no era nada como a lo que él estaba acostumbrado. Esta era una cálida noche de verano en comparación.
Aunque a finales de junio y julio en Fairbanks pudieran hacer hasta treinta y dos, cuando el sol se ponía y él podía salir al crepúsculo misterioso que nunca se volvía completamente oscuro, él era condenadamente afortunado de sentir una noche tan cálida como ésta.
Y desde luego, a finales de verano en Fairbanks, él era realmente afortunado si podía estar afuera por lo menos unos minutos antes de que el sol se elevara otra vez y lo hiciera volver adentro.
Durante novecientos años, él había estado desterrado a aquel terreno cruel, extremo.
Ahora había pasado, él tenía un indulto. Cerrando sus ojos, Zarek inhaló el aire, que era espeso, con vida. Olió la mezcla de comidas y el río. Oyó el sonido de la risa y las juergas. Realmente le gustaba esta ciudad. No le asombraba que Talon y Kyrian la hubieran reclamado.
Él sólo sentía que no pudiera quedarse aquí un tiempo más largo. Permanecer donde había otros de su clase. Donde hubiera gente con la que pudiera hablar.
Pero estaba acostumbrado a desear cosas que no podía tener. La puerta sobre su derecha se abrió y un salió un pequeño muchacho. El enano era bastante lindo para un mordedor de tobillos. Él tenía el pelo castaño corto y sollozaba. El niño se detuvo bruscamente al ver Zarek que está de pie allí. Zarek no le hizo caso.
–¡Hey, señor! –dio el niño, con su voz temblando–.¿Puede ayudarme? Estoy perdido.
Zarek suspiró y se apartó del pasamano. Él se metió su mano de garra en el bolsillo de sus pantalones y giró.
–Creeme, niño. Conozco el sentimiento.
Él ofreció su mano desnuda al niño y quedó anonadado por lo pequeño y confiado que era el muchacho. Él no podía recordar un momento en su vida en el que alguna vez hubiera tendido la mano a otro y confiado en que no le hicieran daño.
–¿Entonces, a quien buscamos? ¿A tu mamá o a tu papá?
–Mi mamá. Ella es realmente bonita y grande.
Zarek cabeceó.
–¿Cuál es su nombre?
–Mami.
Vamos, eso era... era realmente útil, ¿no?.
–¿Cuántos años tienes, chico?
–Tengo todos estos. –Y se sorbió sus lágrimas y sostuvo cuatro dedos–.¿Cuántos años tiene Ud.?
–Mucho más que cuatro dedos. –El niño sostuvo todos los diez.
–¿Todos estos?
Zarek rió a pesar de él.
–Vamos –dijo, abriendo la puerta–. Estoy seguro que hay alguien adentro que puede ayudar a encontrar a tu mamá.
El muchacho limpió su cara con su manga. Mientras Zarek le condujo a la Cervecería. Ellos no habían ido muy lejos cuando oyó el jadeo de una mujer.
–¿Qué está haciendo con mi hijo?
–¡Mami!. –El muchacho corrió hacia la mujer.
Ella tomó en brazos al niño y le echó a Zarek una mirada feroz y suspicaz dejándole saber que una salida precipitada sería sabia. Algunas noches no era beneficioso parecer oscuro y siniestro.
–¡Seguridad! –chilló ella.
Zarek maldijo y volvió corriendo a la puerta. Él saltó sobre la barandilla a la escalera, bajó los peldaños y rápidamente se perdió en la muchedumbre.
O eso pensó.
En cuanto estaba a mitad de camino por Wilkinson, vio a Acheron esperando en las sombras. Esto era justo lo que malditamente necesitaba, Acheron regañándolo por encerrar a Nick en el armario y salir de la casa mientras él le había ordenado que se quedara en el lugar.
Zarek gruñó.
–No empieces, Ash.
Acheron levantó una ceja.
–¿Empezar con que?
El pelo en su nuca se erizó. Acheron estaba demasiado relajado y no había ninguna tensión en sus hombros como Acheron siempre tenía cuando ellos entraban en contacto el uno al otro. Ellos se habían declarado su mutuo disgusto hacía más de dos mil años.
El hombre delante de él actuaba como si Zarek fuera uno de los Cazadores Oscuros con los que Acheron era amistoso.
Esto envió un escalofrío por su columna.
El odio y la cólera que tenía, y el Acheron amistoso lo pusieron nervioso.
–¿No estás aquí para regañarme? –preguntó Zarek.
–¿Vamos, por qué haría yo eso?. –Él lo palmeó en el hombro.
Zarek siseó mientras de alejaba de él.
–¿Quien diablos eres tu?
–¿Qué está mal, Zarek?
No había ningún modo de que este fuera Acheron.
Zarek usó su telequinesis para tirar las gafas de sol de la cara del hombre. En vez de ojos de cambiante mercurio, este hombre los tenía azules. El extraño estrechó sus ojos humanos sobre él.
–Eso fue imprudente.
La siguiente cosa que Zarek supo, fue que era golpeado con un rayo de dios.


Talon estaba atado a su barra de ejercicio, haciendo abdominales invertidos cuando Sunshine finalmente se despertó. Siseando, ella se sentó en la cama, despacio. Lánguidamente.
–Está tan caliente aquí –dijo ella, su voz baja y gutural.
Talon relajó su cuerpo mientras la miraba, dejándose colgar al revés mientras las yemas de sus dedos rozaban el piso.
–¿Cómo te sientes?
Ella se pasó su camisa, sobre su cabeza, y él al instante se tensó al ver el sostén de seda negro que cubría sus pechos.
–Hambrienta –suspiró ella, abriendo el frente de su sostén–. Y no de comida.
Él arqueó una ceja ante eso, y ante el modo en que ella deslizó sus propias manos sobre sus pechos, y hacia abajo a sus pantalones.
Ah, esto era cruel.
Ella se quitó los pantalones despacio, sensualmente.
–Te necesito, Talon.
–Creo que necesitas una ducha fría.
Ella se movió hacia él como una leona al acecho.
Hipnotizado, Talon no se movió hasta que ella lo alcanzó y deslizó su mano por sus muslos. Ella bajó su cabeza para frotar su nariz y lamer la parte de atrás de sus rodillas.
Talon gimió ante lo bien que se sentía. Su cuerpo se endureció y palpitó mientras se alzaba y trataba de desenganchar sus botas de la barra. Pero nunca tuvo la oportunidad. Sunshine encontró sus labios y lo besó apasionadamente.
Sunshine directamente no podía pensar mientras se retiraba y lo miraba fijamente con sus ojos negros como la medianoche. Su cuerpo estaba vivo. Ardiendo. Todo en lo que ella podía enfocar era su palpitante necesidad.
Tenerlo dentro de ella. Un ardor por tener sus manos sobre su cuerpo.
Ella nunca había sentido una lujuria tan potente. Semejante hambre de saborear y sentir cada diminuto bocado del cuerpo de un hombre.
Ah, como lo deseaba.
Ella tomó las manos de él y las llevó hacia sus pechos.
–Haz el amor conmigo, Talon. Por favor.
Talon vaciló.
–No sé si deberíamos hacerlo contigo bajo la influen... –Él se detuvo a la mitad de la oración cuando ella bajó sus pantalones cortos hasta sus rodillas.
Poseída por una poderosa lujuria como nunca había conocido, Sunshine con cuidado mordisqueó el sensible hueso de la cadera. Él gimió profundamente en su garganta, estimulándola mientras ella pasaba su mano por entre sus cortos rizos, dejándolos enredarse alrededor de sus dedos hasta que ella lo tomó en su mano.
Talon no podía mientras una ola de placer después de otra lo atormentaba. Ella deslizó su mano por su eje, haciéndolo endurecerse aún más.
–¡Hmmm! –suspiró ella–.¿Qué tenemos aquí?
Ella tomó la punta de su eje con su boca, rodeándola con su lengua, llevándolo profundamente hasta su húmedo calor. Alcanzando sus piernas desnudas, él gruñó de placer y la atrajo más cerca. Ella lo introdujo más en su boca mientras sus dedos acariciaban sus testículos, enviando punzadas de placer por su cuerpo entero.
Era condenadamente bueno estar colgando de ahí. Tan bueno como sentirla, sino hubiera estado tan bien atado sin duda habría estado en el suelo en ese mismo momento. Cerrando sus ojos, Talon saboreó la sensación de su lengua y de su boca que lo acariciaba, lamiéndolo, chupándolo, de su mano estimulando su éxtasis hasta un nivel peligroso.
Talon rodeó su cintura con su brazo y mordisqueó el punto sensible en su cadera. Ella gimió profundamente en su garganta. La vibración reverberó por su cuerpo entero.
Sunshine tembló mientras Talon con el codo separaba sus piernas. Sunshine enlazó sus brazos alrededor de su cintura, disfrutando mientras él la acariciaba tiernamente con sus dedos. Ella podría sentir los músculos de su estómago tensándose con cada movimiento. La tensión de ambos la hacía delirar, y cuando él la tomó en su boca, ella gimió en voz alta.
La cabeza de ella tambaleó, siguió jugueteando con su lengua y labios mientras él hacía magia sobre su cuerpo con su boca. Ella nunca había sentido nada como este intercambio. La necesidad mutua de tocar el uno al otro y dar el uno al otro placer.
La lengua de él se deslizada sobre su centro, acariciándola, llevándola a tal altura que sus rodillas se sentían débiles. Ella deslizó sus manos de su trasero, a sus hombros, presionándolo más cerca. Ella se meció descaradamente contra él, todo el tiempo lamiéndolo y jugueteando a cambio, probando la salinidad de su cuerpo.
Su cuerpo tembló ante la dicha un instante antes de que las olas de placer la atravesaran. Gritando, ella dejó que la liberación la inundara.
De todos modos él mordisqueó y jugueteó hasta que él último temblor atravesó su cuerpo.
Sólo entonces Sunshine se retiró. Él alzó la vista hacia ella y rió.
–Me gusta el modo en que sabes –dijo él, su voz ronca.
Ella le devolvió la sonrisa.
–Sabes, tu cara está muy roja.
Él se rió mientras se alzaba y desenganchaba sus pies de la barra.
–Y tengo dolor de cabeza por ello, pero realmente no me preocupa si mi cabeza explota. Tu te mereces más que eso.
Él comenzó a quitarse sus pantalones cortos, pero ella lo detuvo. Arrastrando sus manos y labios abajo por su acerado trasero, sus piernas, ella le quitó los zapatos y pantalones cortos.
–Voy a lamerle de la cabeza a los pies. –Él arqueó una ceja. Ella deslizó sus dedos entre los dedos de sus pies, enviando escalofríos por todas las partes él–. Voy a hacerte gritar por piedad antes que termine contigo.
Ahora había una promesa que él quería que se cumpliera. Talon cerró sus ojos y gimió mientras ella lamía los dedos de su pie, uno por uno. Su lengua se deslizada sensualmente entre ellos, electrificándolo y haciendo que su cuerpo se endureciera aún más. Más tieso.
Entonces, ella subió por su cuerpo, sus uñas que arañando su carne.
–Tú eres mi juguete –dijo ella en un malvado acento eslavo.
Talon siseó mientras ella mordisqueaba la parte trasera de sus piernas. Su lengua y dientes jugueteaban con la carne de sus piernas, y del interior de sus muslos.
Con una risa gutural, ella se retiró y le sonrió.
Talon la miró acaloradamente mientras ella ahuecaba sus pechos en sus manos y los deslizaba alrededor de su miembro. Él apretó sus puños mientras ella se frotaba arriba y abajo de él.
–¿Te gusta esto? –preguntó ella en un tono malicioso.
–Sí –dijo él, su voz profunda y ronca.
–Entonces vamos a ver que más puedo encontrar que te guste.
Sunshine lo condujo hasta el futón y lo empujó hacia atrás en una posición reclinable, entonces ella avanzó lentamente subiendo despacio encima de su cuerpo, y se sentó a horcajadas sobre sus caderas.
Ella jadeó mientras él deslizaba sus dedos dentro de ella. Estaba tan mojada para él, tan caliente. Ella necesitaba su contacto.
Él la puso de espaldas contra el colchón, luego se arrodilló entre sus piernas. Con el corazón de ella latiendo, ella lo miró.
–Pon tus pies sobre la pared detrás de mí.
Ella hizo lo que le pidió.
Él levantó sus caderas, y entró en ella.
Sunshine gritó de placer mientras él la llenaba. Él era tan grueso y completo, sus estocadas imperiosas, mientras se mecía entre sus piernas. En esta posición, él era capaz de penetrarla completamente mientras ella fuera capaz de levantar más sus caderas y acompañarlo en cada una de sus embestidas, conduciéndolo cada vez más profundamente y más duro.
Talon gruñó al sentirla tan bien. Colocó sus manos sobre sus caderas, moviéndose más rápido.
Él se afianzó sobre ella con un brazo sobre el colchón, y besó sus labios mientras que con su mano libre deslizó sus dedos por el húmedo triángulo de vello negro y acarició su hendidura.
Su cuerpo entero tembló mientras sus dedos la acariciaban al mismo tiempo que embestía. Él se introdujo profundamente en ella y luego hizo una pausa, saboreando la sensación de su húmedo calor. Ah, como necesitaba a esta mujer. Necesitaba esa conexión a ella.
No era sólo físico entre ellos. Era mucho más.
Ella gimió, entonces despacio comenzó a mecerse contra él.
–Así, nena –susurró él en su oído–. Móntame todo lo quieras.
Y ella lo hizo.
Cerrando sus ojos, él apretó sus dientes para demorar su orgasmo para poder sentirla tomar su placer de él. Él la amaba así. Salvaje y exigente. Ella estaba completamente desvergonzada en sus brazos.
Cómo la había echado de menos y cuán condenadamente agradecido estaba de tenerla otra vez.
Él quería poseerla. Encadenarla a él para el resto de la eternidad.
Si sólo supiera como.
Desesperado por la necesidad, él se apoyó en sus rodillas y tomó el mando otra vez.
Sunshine gruñó por el éxtasis mientras Talon se zambullía de golpe en ella, aún más profundo que antes. Ella fue al encuentro de sus embestidas con una necesidad frenética.
Y cuando ella acabó otra vez, ella gimió su nombre.
Ella lo oyó reírse profundamente en su oído antes de que él se uniera a ella.
Ella rió mientras él se separaba de ella y se acostaba sobre el futón. Besándolo, ella se colocó sobre él como si fuera una manta.
–Mmm –suspiró ella–. Esto es lo que quise hacerte la primera noche en la que nos encontramos.
–¿Qué? ¿Follarme hasta sacarme los sesos?
Ella golpeó juguetonamente su estómago.
–Eso también, pero no, yo quería ser tu manta.
Él deslizó sus manos por su cabello, acunando su cabeza.
–Nena, puedes ser mi manta cada vez que sientas el impulso.
Ella definitivamente sentía el impulso. Riendo perversamente, se frotó contra él, luego le dio un beso profundo, apasionado.
–¿Sabes que no estoy saciada de ti? –dijo ella usando sus palabras.
–¿No?
Ella sacudió su cabeza.
–Recién he comenzado.
Al alba, Talon estaba sudoroso y agotado. Y estaba dolorido en sitios en los que él no sabía que un hombre pudiera estar dolorido. Él no estaba seguro si alguna vez querría volver a tener sexo...
Talon se rió del pensamiento. Sí, justo. Pero al menos quería unas horas de descanso antes de que tuvieran otro maratón.
Él todavía respiraba pesadamente mientras Sunshine finalmente se puso a dormir, acostada a su lado con su mano enredada en su pelo y su pierna cubriendo los muslos desnudos de él.
Cristo, Ash no había bromeado sobre su apetito. Ella había retorcido su cuerpo en posiciones que él no se sabía que era capaz de realizar. Ahora mismo, él no tenía nada de energía en absoluto. De hecho, no quería dejar esa cama otra vez, y si ella hubiera ido por una vez más y lo hubiera agarrado, hasta podría haber gimoteado.
Gimiendo ante el pensamiento, él alcanzó la mesa de noche, agarrando su teléfono, y llamó a Acheron para constatar. Solo esperaba que esta vez el teléfono en realidad funcionara.
Lo hizo. Como siempre, Acheron contestó al primer llamado.
–¡Hey!, ¿eres el Ash bueno o el Ash malo?
–Bien, el malo, soy el que tiene el arma.
Talon resopló en la respuesta. Esta era una cita de la película Army of Darkness[1] que Acheron adoraba.
–Sólo el verdadero Ash sería lo bastante extraño como para tirar aquella cita.
–Gee, gracias, Celta. ¿Qué pasa? ¿Sunshine se despertó?
–Sí, lo hizo.
–¿Y tú eres todavía capaz de caminar y moverte?
–Dejémoslo ahí.
Ash lanzó una medio sonrisa corta.
–Sí, bien. ¿Entonces que necesitas?
–Tuve una llamada del impostor no mucho después que regresé aquí con Sunshine.
El silencio total le contestó. Él hasta incluso podía oír la estática sobre la línea del celular.
–Hey, T-Rex, ¿estás allí?
–Estoy aquí. ¿Qué te dijo?
–Sobre todo que te odia. Al principio pensé que eras tú, pero dijo un par de cosas que no me sonaron correctas.
–¿Como cuales?
–Él dijo que, imagínate, que habías sido adicto a la droga que le suministraron a Sunshine. Conseguir algo personal de ti es como sacar un diente a un león sin tranquilizante.
Otra vez Acheron estaba totalmente silencioso.
–¿Hey, amigo, todavía estás conmigo? –preguntó Talon.
–¿Él dijo algo más?
–Sí, él dijo que tenías una hermana a la que habías dejado morir. Lo llamé mentiroso y pasamos a los insultos, entonces me colgó.
Talon oyó a Nick en el fondo llamando a Ash mientras Zarek gruñía a Nick que lo dejara tranquilo.
–¿Algo anda mal?
–Nick solamente trajo a Zarek. Está herido. Déjame soltarle.
–Bien, pero llámame y avísame como continúa.
–Lo haré.
El teléfono estaba muerto.
Bueno, eso también era extraño.
Frunciendo el ceño, Talon dejó su teléfono y regresó a Sunshine. Sunshine se despertó gritando. Talon la asió mientras se revolcaba sobre el futón.
–Shh –susurró él contra su pelo–. Soy yo, Talon. Estás a salvo.
Ella temblaba contra él.
–Pensé que todavía estaba.... –Ella apretó sus brazos alrededor de él–. Ay Dios, Talon, estaba tan asustada.
La cólera perforó su corazón.
–Siento no haber podido protegerte. ¿Ellos te hicieron daño?
Ella sacudió su cabeza.
–Ellos solamente me asustaron. Sobre todo al que ellos llamaban Styxx.
–¿Styxx? ¿Cómo el río griego?
Ella asintió con la cabeza.
–Él tenía una apariencia de loco. Espeluznante. Sus ojos estaban tan llenos de odio y tenía un gruñido constante. Camulus tenía que estar calmándolo.
Talon rechinó sus dientes. Tenía la total intención de encontrar a ambos cretinos y hacerlos pagar.
–Lo siento, nena. Te prometo, que ellos nunca conseguirán poner sus manos sobre ti otra vez.
Sunshine entrelazó sus brazos alrededor de él.
–Estoy tan contenta de que me encontraras, pero ¿cómo sabías donde estaba?
–Camulus me llamó.
Las noticias la atontaron.
–¿Por qué?
–No sé. Pienso que él sólo quiere jugar con mi cabeza. Él es así de retorcido.
Ella se sentó, sintiéndose enferma estómago.
–¿Qué me dieron?
–Una especie de droga. Un afrodisíaco. ¿Ellos lo usaron contigo?
–No –dijo ella–. Ellos me obligaron a beberlo, luego me dejaron sola. Era realmente repugnante. Todavía me siento mareada y extraña. –Ella lo miró y sonrió–. Pero recuerdo lo que hice contigo.
–Sí, yo también.
Ella se rió y su cuerpo protestó por el movimiento.
–¿Estás tan dolorido como yo?
–Déjame decirte que no tengo ninguna prisa por salir de la cama.
Sunshine recorrió su tatuaje mientras se reconfortaba por estar a salvo con él. Era tan bueno sentirlo a su lado otra vez. Oír el sonido de su voz. Ella recordaba los disparos que ellos le habían dado y lo aterrorizada que había estado pensando que podría haber muerto por las heridas.
Ahora no había ninguna señal de que alguna vez le hubieran disparado.
–Estoy tan contenta de que ellos no te mataran –suspiró ella.
–Créeme, siento de la misma manera sobre ti.
Ella deslizó su mano sobre el pezón de él y luego se congeló cuando de repente se sintió enferma.
–¿Sunshine?
Ella abandonó la cama y se precipitó en el cuarto de baño. Talon la siguió y la sostuvo mientras ella descargaba el resto de la droga de su sistema.
Sunshine no supo cuanto tiempo estuvo allí. Parecía que ella nunca dejaría de vomitar. Talon se quedó con ella todo el tiempo, sosteniendo su pelo, lavando su cara con un paño frío, húmedo.
–¿Estás bien? –preguntó él cuando ella finalmente se detuvo.
–No sé. Me siento horrible.
Él besó la parte superior de su cabeza.
–Iré a conseguirte una Coca Cola y algunas galletas. Eso te ayudará a asentar tu estómago.
Ella le agradeció, luego fue al lavabo a cepillarse los dientes mientras él iba a conseguir la Coca Cola. Cuando ella dejó el cuarto de baño, encontró a Talon esperándola en la cama.
Ella se sentó al lado de él y puso los cobertores sobre su cuerpo. Ella estaba todavía inestable y mareada. Talon le dio una galleta y una lata de Coca Cola.
–¡Hmm! –dijo ella, tomándolas de él–. Te debo gustar mucho para dejarme comer galletas en tu cama.
Él retiró el cabello de la cara de ella. Sus ojos la quemaron con su intensidad.
–Sí, me gustas.
Sus palabras enviaron un escalofrío por ella.
–¿Lo haces, Talon? ¿O es Nynia la que te gusta? ¿Cuándo me miras, ves a Sunshine o tu esposa?
–Las veo a ambas.
Sunshine se abatió con su respuesta. Esto no era lo que quería oír.
Toda su vida, había luchado por ser ella. Sus padres la aceptaron, pero los tipos los que había salido habían querido cambiarla.
Incluso Jerry.
El último tipo con el que se había citado sólo estaba interesado en ella porque le recordaba a su ex-novia.
Ahora ella le recordaba a Talon a su ex-esposa.
Ella no podía ganar con la pérdida.
¿Por qué alguien no podía amarla sólo por ser Sunshine? ¿Talon sería tan sensible y atento si ella no fuera su esposa reencarnada?
–¿Qué te gusta de mí? –preguntó, mordisqueando su galleta.
–Me gusta tu fuego y me gusta tu cuerpo.
–Guauu, gracias. ¿Eso significa si fuera gorda y horrible hubieras salido corriendo por la puerta?
–¿Tu saldrías corriendo por la puerta si yo lo fuera?
Touche. –El hombre era rápido con las respuestas–. Probablemente. Sin duda, la rompería tratando de escapar de ti.
Él se rió de eso.
–Yo habría salido detrás de ti si lo hicieras.
–¿Tu?
–Sí.
¿Pero perseguirías a Sunshine o a Nynia? La pregunta la atormentaba. Sunshine se inclinó y besó su frente.
–Tienes que dormir algo. Pareces realmente cansado. –Y lo estaba.
Era casi el mediodía y, a diferencia de ella, él no acostumbraba a permanecer levantado todo el día.
–Bien. Recuerda, Nick es un cuatro y un signo de libra en el teléfono si necesitas algo. Y no vayas lejos. Camulus volverá, sólo que no sé cuando. Al menos aquí los cocodrilos lo demorarán. Entonces asegúrate de quedarte lo bastante cerca para poder alcanzarte si algo pasa.
Ella asintió.
–Si no estoy en la cabaña, estaré sólo del otro lado de la puerta pintando. Lo prometo.
–Bien. –Él hocicó su mejilla tiernamente, luego la besó–. Te veré en unas horas.
Sunshine lo metió en la cama, lo tapó, apagó las luces, y silenciosamente se fue afuera a pintar.
Mientras la tarde transcurría con ella sentada en el pórtico, comprendió que Talon había vivido ahí durante siglos y en todo ese tiempo nunca, ni una vez había visto la belleza del pantano durante la luz del día. Él nunca había visto la luz del sol moteando el agua. Nunca había visto el vibrante verde del musgo sobre el tocón del muelle. De noche la orilla no tenía esos colores.
Era una verdadera perna que tuviera que vivir así.. Solo en un mundo sin...
Ella se abatió mientras la palabra sunshine[2] retumbaba en su cabeza.
–Cristo –refunfuñó. –¿Qué idiotez era esa?
De todos modos eso no hacía que su corazón dejara de sufrir por él.
Él era un solitario.
Por Camulus, Talon no dejaba a nadie acercarse a él. Que terrible debía ser.
En el crepúsculo, ella recogió sus materiales de arte y regresó dentro bajo la mirada atenta de Beth desde el muelle. Sunshine arrugó su nariz a la cocodrilo mandona y le arrojó los restos de sus galletas.
Físicamente, Sunshine se sentía mucho mejor, pero mentalmente estaba dolorida.
Ella observó a Talon mientras dormía. Él era una criatura de la noche. Literalmente. Ella no podría cambiarlo. Jamás.
Él era inmortal. Ella era humana. No había ninguna esperanza para ellos.
El pensamiento la hizo querer gritar: Ellos estaban realmente más allá de cualquier arreglo.
¿Pero Talon tendría que estar de acuerdo, y luego qué? ¿Ella tendría que ser su esposa? ¿Él esperaría que ella fuera como Nynia?
Ella tembló ante la idea. Sin ofender, pero como Nynia ella había sido una imbécil.
No estaba mal vivir para complacer a tu marido, pero como Nynia ella había llevado eso a un nivel enteramente nuevo. Nynia no lo había cuestionado, nunca le reprochó nada. Él decía salta, y ella había brincado y ni siquiera lo había molestado para preguntarle cuán alto. Todo lo que él había querido, ella lo había hecho, independientemente de sus propios pensamientos o deseos.
Ella había sido una esposa Stepford[3]. ¡Puaj!
Sunshine nunca pensó que pudiera llegar a comportarse así, si lo tuviera que hacer. Ella era abierta y obstinada. De vez en cuando, era hasta un poco egoísta. Ella quería una sociedad mutua con un hombre. Alguien quien pudiera respetar sus necesidades como artista. Alguien quien pudiera apreciarla mientras ella lo apreciaba a él, con faltas y todo.
Se gustaba a sí misma. Le gustaba su vida.
Con Talon, ella nunca estaría bastante segura si él la amaba por ser Sunshine o si la toleraba debido a Nynia. ¿Cómo sabría ella alguna vez la verdad?
Talon se despertó ante la suavidad del roce de la mano de ella sobre su cabello. Él no tuvo que abrir los ojos para saber quien lo estaba tocando. Él podía sentirla de todas maneras en su corazón.
Sunshine.
Él parpadeó abriendo los ojos para verla sentarse a su lado.
–Buenos días –dijo ella.
–Tardes.
Ella le dio una taza de café. Talon tomó un trago, esperando estremecerse, pero en realidad estaba bueno. Muy bueno.
Ante su mirada sorprendida, ella se rió.
–Mis padres venden café en el bar. No puedo beber ese brebaje, pero realmente sé como hacerlo.
–Lo haces muy bien.
Ella resplandeció. Talon se sentó en la cama para mirarla.
–¿Qué hiciste mientras dormía?
–Trabajé. Tengo que encontrarme con un cliente y mostrarle algunas piezas de las que me encargó. Si realmente le gustan, él va a darme un contrato para suministrar el material gráfico y los murales para su cadena de restaurantes.
–¿De verdad? –preguntó, impresionado por las noticias.
Sus ojos brillaron por el entusiasmo, sus mejillas se ruborizaron. Lo que él dijera podría significar mucho para ella.
–Si consigo el contrato, no trabajaré más en la plaza. Finalmente tendré bastante dinero como para abrir mi propio estudio.
–Sabes, que yo podría darte el dinero para eso.
Una tristeza la embargó.
–También podrían mis padres, pero esto es algo que quiero hacer yo sola. No quiero que nadie me dé nada.
Él entendió eso bien. Él había pasado la mayor parte de su vida mortal probándose a sí mismo ante otros.
–Nunca duele tener ayuda.
–Lo sé. Pero no sería lo mismo. Además, pienso que estaría realmente bien entrar a un restaurante y ver mi trabajo colgado allí.
–Sí, lo sería. Espero que consigas el contrato.
Ella rió otra vez.
–¿En cuanto a ti? ¿Qué esperas?
–Espero que mi cabaña nunca salga volando en un huracán durante las horas de luz del día.
Ella se rió.
–En serio.
–Soy serio. Podría ponerse feo si lo hiciera.
Ella se sentó sobre sus talones.
–Realmente no tienes ningún proyecto para el futuro, verdad?
–No hay nada que planear, Sunshine. Soy un Dark Hunter.
–¿Alguna vez pensaste en dejarlo?
–Nunca.
–¿No, incluso ahora?
Él se calló como pensándolo.
–Si yo pudiera pasar de Camulus tal vez. Pero...
Sunshine asintió, entendiendo aquel escollo demasiado bien. Camulus se había reído de ella cuando ella había preguntado si él podría alguna vez perdonar a Talon.
–La tierra fallecerá antes de que yo lo deje en paz. Mientras que esté vivo, él pagará para tomar la vida de mi hijo.
Pero ella no le dijo a Talon sobre eso. Ella no quería trastornarlo. De algún modo, ella encontraría otro camino alrededor de Camulus.
–Bien –dijo ella–. No lo mencionaré otra vez. Vamos solamente a disfrutar lo que ahora tenemos.
–Suena como un plan.
Ellos pasaron la noche silenciosamente, jugando juegos y conversando. Sunshine vagó por su cocina hasta que encontró bastantes provisiones como para hacer pintura para el cuerpo, comestible.
Talon la introdujo en los tiros de Reddi-Whip[4] de chocolate y se deleitó con el éxtasis en su cara mientras ella comía la decadente crema batida. Y Talon finalmente consiguió empaparla en chocolate y lamerlo hasta limpiarla completamente.
¿Quién hubiera pensado que tener a una artista podía ser tan divertido?
Talon jamás en su vida había disfrutado algo más que de esa noche. Él nunca se había reído tanto. Sentido tan a gusto y cómodo. No había forma de esconderse de ella. Lo conocía tal cual era, tanto como Dark Hunter como hombre.
Ella se durmió no mucho después de la medianoche y lo dejó solo para pensar en ellos.
Talon salió a sentarse en el pórtico. Estaba pacífico y frío afuera. La niebla sobre el pantano era espesa y él podía oír al agua moviéndose alrededor.
Durante siglos esta había sido su solitaria existencia.
Él no podía contar las veces que había estado sentado ahí solo, solamente escuchando la oscuridad. Y del otro lado de la puerta cerrada él tenía al cielo mismo que lo esperaba.
Si sólo pudiera conservarla.
¿Cómo un hombre podría vencer a un dios? ¿Eso era posible?
Como un hombre mortal, el pensamiento nunca se le había ocurrido, pero ahora...
Ahora él se preguntaba...
Talon fue a la cama unas horas después de la salida del sol. Sólo había dormido aproximadamente una hora cuando él oyó que Sunshine revoloteaba alrededor de su escritorio.
–¿Qué estás haciendo? –preguntó adormilado.
–Busco las llaves del bote.
–¿Para qué?
–Te dije, tengo que ir encontrarme con un cliente.
Talon frotó sus ojos borrosos mientras intentaba entender lo que ella decía.
–¿Qué?
–Te conté sobre ello anoche, ¿recuerdas? Se supone que lo encontraré cerca de las once. Prometo que me encontraré con él y luego volveré tan pronto como pueda.
–No puedes hacer eso.
Ella hizo una pausa y lo miró.
–Te dije lo importante que es esto para mí. Para mi carrera.
–Sunshine, no seas estúpida. Es sobre tu vida de lo que hablamos.
–Sí, lo es. –Ella volvió a buscar en el escritorio–. Y no voy a dejar que unos enfermos sicóticos arruinen todo lo que quiero. Créeme, si el bicho raro se me acerca hoy, te aseguro que haré que sea el último error que jamás cometa. Yo no sabía que ellos estaban detrás de mi antes. Ahora lo sé y me puedo cuidar.
Enfadado porque ella lo desafiaba, Talon se levantó.
–No voy a dejar que salgas de aquí.
–No me digas lo que tengo que hacer, Talon. Mi propio padre no me ordena. Soy una mujer grande, con mis propios pensamientos, y no dejaré que alguien dicte mi vida.
–¡Demonios!, Sunshine, sé razonable. No quiero que te lastimen.
–¿Por qué? ¿Por que me amas?
–Sí, por eso.
Ambos quedaron congelados mientras el gruñía las enfadadas palabras.
El corazón de ella revoloteó. Ella quería creer eso. Desesperadamente. ¿Pero era verdad?
–¿En serio? –preguntó ella, su voz espesa y pesada.
Talon miró mientras ella abría el cofre de plata labrada que estaba sobre su escritorio y sostenía el colgante idéntico al suyo, sólo que más pequeño.
El colgante de una mujer. El colgante de Nynia.
Ella le dio la caja abierta.
–¿O es a Nynia a la que amas?
Talon cerró sus ojos, incapaz de soportar la imagen del colgante de su esposa, que debería haber destruido hacía siglos.
Pero no pudo.
Él lo había encerrado allí y mantenido fuera de su vista. Nunca había estado fuera de sus pensamientos.
Sunshine cerró la caja y la devolvió al escritorio.
–Tengo que hacer esto. Por mí. No viviré mi vida con miedo. Camulus sabe que estamos juntos. Él puede tomarme o matarme aquí tan fácilmente como lo puede hacer en la ciudad. Él es un dios, Talon. No es que podamos ocultarnos de él.
Talon se estremeció ante las palabras de ella. En su mente, él vio a su tío reducido mientras que él luchaba por llegar a su lado. Vio el golpe asesino que había enviado a su tío al suelo antes de que Talon pudiera alcanzarlo.
El dolor rasgando su pecho. Él bien entendía la necesidad de Sunshine de probarse a sí misma, de tener algo propio. Pero él no podía enviarla ahí sola, sin protección. Además, él necesitaba su fuerza completa para luchar y protegerla, lo que significaba que necesitaba descansar más. Si él saliera esa noche, mientras estaba agotado, podría lograr que los mataran a ambos.
Si él volvía a la cama mientras ella estaba ahí, no tenía dudas que ella saldría de la cabaña al minuto en que cerrara los ojos. Y si ella tomaba su barco, él estaría varado ahí fuera hasta que pudiera conseguir que Nick le trajera otro bote al cobertizo.
¡Maldita sea!.
–Bien –dijo él con irritación, alcanzando su teléfono celular. Había sólo una persona, además de Ash, que tenía la fuerza y los poderes para luchar con un dios y posiblemente evitarlo–. Puedes ir, pero llevarás a alguien contigo.
–¿A quien?
Él levantó su mano pidiéndole silencio hasta que Vane contestó. El Katagari no pareció particularmente feliz de oír su voz.
–No te di permiso de llamarme, Celta.
–Muérdeme, Muchacho lobo. Necesito un favor.
–Me deberás un favor por ello.
Él miró a Sunshine. Por ella, cualquier cosa.
–Y estoy dispuesto a pagarlo –le dijo a Vane.
–¿Bien entonces, qué necesitas?
–¿Puedes tomar forma humana en la luz del día?
Vane se mofó.
–Obviamente. ¿Alguna vez has intentado contestar un teléfono sin pulgares? Sin mencionar el hecho en que te estoy hablando en inglés y no en lobo.
Talon gruñó por el sarcasmo.
–¿Sí, pero puedes mantenerte y luchar a la luz del día?
Él resopló ante eso.
–Oh sí. La luz del día no me molesta.
–Bueno. Sunshine tiene que ir a Jackson Square un ratito esta mañana.
–¿Discutiste esto con Ash?
–No.
Vane se rió.
–Viviendo sobre el precipicio. Me gusta eso. ¿Bien, entonces qué necesitas que haga?
–Quiero que la protejas hasta que yo pueda hacerlo después que caiga la noche.
–Un perro guardián marchando. Dame aproximadamente media hora para llegar allí.
–Bien, gracias.
–Yo diría cuando gustes, Celta, pero este es un trato de un solo sentido.
–Sí, lo sé.
Sunshine frunció el ceño mientras él colgaba el teléfono.
–¿Quién era ese?
–Ese era Vane.
–¿Es un Dark Hunter también?
–No, amor. Estas a punto de conocer a tu Were-Wolf.


[1] Película de cine fantástico del año 1993. El protagonista se llama Ash. Un hombre es transportado accidentalmente al año 1300 DC, donde él debe combatir con un ejército de muertos y recuperar el Necronomicon para poder regresar a su casa.
[2] Sunshine: juego de palabras intraducible... Sunshine significa brillo de sol.
[3] En alusión a la película Stepford Wives. Protagonizada por Bette Midler y Nicole Kidman. (N de la T)
[4] Reddi-wip: crema batida de sabores que viene en un envase de aerosol. (N de la T)

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