martes, 31 de enero de 2012

WB cap 4

Pandora gritó cuando se dio cuenta que ocho panteras de la manada que la habían secuestrado originalmente de su época aparecieron en la suite de Dante.
—¿Cómo te atreves a escapar de nosotros? —su líder tessera gruñó cuando la tiró de la cama, mientras que Dante estaba en manos de dos de sus secuaces.
Pandora peleó por zafarse cuando Dante liberó una mano y la estrelló contra el hombre que la tenía agarrada. El líder retrocedió contra la pared, pero volvió a ponerse de pie.
Dante se agachó, listo para saltar sobre ellos.
—No te atrevas a tocarla.
El líder dirigió a Dante una mirada asesina.
—Apártate de esto, panthiras. Ella nos pertenece.
Dante saltó de la cama con un rugido.
—Al diablo con lo que digas.
Se transformó en pantera y atacó.
Excepto por los dos que la sostenían, todos los hombres en la habitación se transformaron en pantera para pelear. Pandora se encogió ante los gruñidos y rugidos que emitían los animales cuando se mordían unos a otros en una batalla primitiva.
Aterrorizada de que pudieran herir a Dante, ella mordió al hombre a su derecha, luego le dio un pisotón al que estaba a su izquierda. La dejaron ir, para luego alcanzarla otra vez.
Ella se apartó de ellos. Las ropas aparecieron instantáneamente en su cuerpo.
Corre, gataki —dijo Dante en su mente—. No podrán encontrarte entre la multitud.
Lo siguiente que ella supo fue que estaba en un compartimiento del baño de mujeres del primer piso.
—¡Maldito seas, Dante! —gruñó mientras salía del compartimiento y casi chocó con una mujer vestida con un traje adornado en burdeo y oro que parecía haber abandonado el compartimiento justo antes de ella.
La mujer le dio un feroz gruñido que Pandora ignoró mientras se apartaba de ella.
Tenía que regresar al piso superior con algunos refuerzos.
Dante no podría pelear con tantas panteras por su cuenta. Lo matarían.
Su corazón empezó a latir con fuerza, ella salió corriendo del baño para encontrarse en un cuarto lleno de comerciantes. Examinó los puestos esperando encontrar a uno de los hermanos de Dante.
En vez de eso, su mirada se posó en un puesto de armas medievales que estaba lleno de todo tipo de armas imaginables.
Pandora se dirigió allá. Examinó las armas. Tenían hachas y espadas, que eran demasiado pesadas para ella. No tenía idea de cómo blandir hábilmente una, y las dagas la obligarían a acercarse demasiado a las panteras.
Pero el hacha doble...
La tomó sin dudar, luego cerró los ojos, conjuró una imagen de Dante, y rogó que su hechizo funcionara de verdad. Su cabeza dio vueltas cuando ella regresó a la habitación en medio de la pelea.
Pandora tomó firmemente el hacha, luego se dio cuenta que no estaba segura cuál pantera era Dante.
No lo estuvo hasta que una la atacó. Suponiendo que su compañero no haría tal cosa, ella atacó con el hacha con toda la fuerza que tenía.
Hizo contacto con el hombro de la bestia.
La pantera aulló cuando quedó sin fuerzas.
¡Pandora! —Dante gruñó en su mente—. ¿Qué estás haciendo?
—Estoy rescatando a mi compañero —dijo ella con los dientes apretados, mientras iba tras otra pantera—. Tú no eres Dante ¿verdad?
Estoy detrás de ti.
—Bien —ella giró hacia la pantera que tenía al frente quien había esquivado su primer ataque, pero que fue alcanzado por el segundo.
Antes de que pudiera volver a atacar, Pandora se encontró de nuevo en el baño, en el compartimiento para minusválidos, esta vez con dos mujeres que estaban tratando de desabrochar el disfraz de una mujer Klingon.
Ambas quedaron boquiabiertas cuando miraron su hacha ensangrentada.
Demasiado preocupada por su compañero, Pandora no les prestó atención.
—¡Me estoy cansando de esto! —dijo ella, luego deseó regresar de nuevo con Dante.
Dante maldijo en su cabeza cuando volvió a aparecer en su habitación.
Voy a quitarte ese maldito anillo.
Una pantera saltó sobre ella.
Pandora empezó a atacar, pero se contuvo cuando la pantera se transformó en la forma desnuda de Dante. Él la envolvió en sus brazos y se proyectaron en la habitación de ella.
—¿Dante? —dijo ella, su voz tembló cuando se dio cuenta que él estaba cubierto de sangre por la pelea.
Tenía un aspecto terrible. Tenía heridas de mordidas y rasguños por todo el cuerpo.
Dante quería hablar, pero en verdad sus poderes se disminuían bastante cuando asumía su forma humana mientras estaba herido. Su cuerpo humano le dolía y punzaba.
Tenía que proteger a Pandora.
Cerrando los ojos, convocó a Romeo.
Tan pronto como realizó el llamado, le fallaron sus piernas humanas.
—¿Dante? —preguntó Pandora cuando lo rodeó en sus brazos.
Él no tuvo elección más que volver a su cuerpo de pantera.
Para sorpresa de él, ella no lo soltó o huyó asustada de su forma animal. Lo mantuvo abrazado y acarició su pelaje.
Él lamió su mejilla, pero no pudo hacer nada más. Estaba sufriendo demasiados dolores.
El corazón de Pandora se detuvo por la forma que estaba actuando Dante. Tenía que estar muy mal herido para no moverse siquiera.
Un destello de luz la asustó. Ella extendió la mano para tomar su hacha, luego dudó cuando vio a Romeo en su forma humana en la cama.
La miró con los ojos entrecerrados cuando vio la débil forma de su hermano y el hacha ensangrentada.
—¿Qué le hiciste?
—Nada. Las otras panteras vinieron por mí y traté de ayudar a Dante a pelear contra ellos.
Algo golpeó la puerta, luego hubo un destello en la habitación. Romeo se transformó rápidamente en pantera y corrió tras ellos.
Dante se soltó de sus brazos tan rápido que ella chilló. Fue directo a la garganta de la pantera cuando Romeo cambió de forma.
Pandora agarró el hacha del piso y gateó hacia la esquina.
Una a una, aparecieron cuatro panteras en la habitación. No había forma de distinguirlas cuando peleaban con Romeo y Dante. Rugidos y gruñidos hacían eco en sus oídos y el aroma de la sangre llenaba sus fosas nasales.
Aparecieron otras dos panteras.
Cómo deseaba ella saber si eran amigos o enemigos. Todo lo que pudo hacer fue asir su hacha y rezar.
La única pantera que pensaba que era Dante pareció que mutilaba a la otra con la que estaba peleando, rompiéndole la pata trasera de su oponente. Un aullido llenó el aire cuando la pantera se evaporó de la habitación.
La pantera victoriosa se volvió contra la otra que estaba peleando con las dos nuevas panteras. Con sus poderosas mandíbulas, la agarró por el cuello y la alejó de un tirón de las dos.
Se cargó contra la pantera caída, usando su hombro para mantenerse alejada de ella y de las otras dos panteras que estaban detrás de él.
Su enemigo trató de arañarle la cabeza, pero la pantera movió la cabeza y le mordió la garganta de su oponente.
El oponente enloqueció, y peleando antes de que ella escuchara que algo se rompía. Luego quedó inerte.
Las otras dos panteras desaparecieron en forma instantánea.
Las restantes cuatro se volvieron contra la única pantera que había sido dejada atrás y la arrinconaron. Rugieron ferozmente, luego también desaparecieron.
Aterrorizada por lo que eso implicaba, Pandora se tensó cuando las cuatro panteras se volvieron para enfrentarla.
Ella las miró, determinada a luchar mientras éstas la acechaban peligrosamente.
Tres de ellas retrocedieron mientras que la cuarta se acercaba a ella.
—¿Dante? —preguntó ella con vacilación, esperando que fuera él.
Él colapsó a sus pies antes de colocar una gran pata en su pie y lamerle el tobillo.
Ella lloró de alivió mientras se deslizaba por la pared hasta poner la cabeza de Dante en su regazo.
Las otras tres se proyectaron en Romeo, Leo y Mike.
—¿Qué tan mal heridos están? —preguntó Romeo a los gemelos.
Ellos estaban un poco magullados, con moretones y labios y narices sangrando, pero no estaban ni remotamente tan mal heridos como Dante.
—Estamos bien, gracias a Dante.
Romeo se aproximó a ella lentamente.
—Él esta inconsciente —dijo ella tranquilamente mientras sostenía una mano en las costillas de Dante para asegurarse que éste aún respiraba—. Al principio eran ocho. Él luchó solo contra ellos.
—¡Maldito seas, Dante! —gruñó Romeo mientras tomaba en brazos a la pantera—. ¿Por qué no nos llamaste antes?
—Ponlo en mi cama —dijo Pandora, retirando los cobertores.
—¿Estás segura?
Ella afirmó con la cabeza.
Romeo lo depositó en la cama, luego ordenó a Leo que vigilara la puerta en caso de que las demás regresaran.
—Mike —le dijo al otro gemelo—. Ve y encuentra a Acheron. Dile que necesito un favor.
Pandora avanzó por la cama hasta estar al lado de Dante. Parte de ella estaba aterrorizada por estar tan cerca de él en su forma animal y, no obstante, la otra parte sólo quería consolar a su compañero.
Nunca antes había estado tan cerca de una pantera. Era aterrador, pero a la vez, no lo era.
De algún modo parecía correcto estar aquí.
Aun cuando sabía que era cierto, era difícil de creer que esta pantera era el mismo hombre apuesto que le había hecho tan gentilmente el amor.
Y había arriesgado su vida para protegerla.
Su corazón se hinchó de alegría y con algo que pensó que podría ser las primeras señales de amor. Nadie nunca la había protegido. No de esta forma.
Pandora colocó su mano cerca de una de las heridas de mordida más terribles en el hombro de Dante.
—¿Se pondrá bien? —le preguntó a Romeo.
Si no lo conociera mejor, ella habría jurado que vio orgullo en sus ojos cuando la miró.
—Ha estado peor.
—¿En serio?
—En serio.
Romeo le tomó la mano izquierda para poder ver el anillo de Dante. Él apretó más su mano.
—Éste perteneció a nuestro hermano Donatello —dijo él tranquilamente—. Nunca he visto a Dante sacárselo.
—Le lanzó un hechizo para que pudiera regresar con él las veces que yo quisiera.
Romeo sonrió ante eso.

—No tienes ni la menor idea de que para él fue una hazaña completamente increíble.
—No, creo que lo sé —lo supo cuando seguía acostada a su lado, justo ahora cuando estaba aterrorizada de las panteras.
No era algo que hubiera hecho incluso hace una horas atrás... y ahora...
Ahora aceptaba el hecho de que éste era su eterno compañero. Y por primera vez en su vida, empezó a comprender lo que significaba eso en realidad.
Alguien golpeó la puerta.
Pandora dio un salto.
—Relájate —dijo Romeo dirigiéndose a la puerta, mientras Mike se hacía a un lado—. Los chicos malos nunca llaman.
Pandora frunció el ceño cuando Romeo dejó entrar a Leo y al apuesto gótico que había visto en la planta baja. Leo se puso al lado de Mike mientras el gótico avanzaba a la cama.
—Pandora —dijo Romeo—. Te presento a Acheron Parthenopaeus.
Acheron le hizo una inclinación con la cabeza.
Ella la miró boquiabierta.
—¿Tú eres el antiguo Cazador Oscuro?
Acheron la miró con esa sonrisa algo traviesa que le había dado antes.
—El único e irrepetible.
Ella experimentó una extraña sensación.
—Me reconociste en la planta baja, cuando nuestras miradas se encontraron ¿Verdad?
Él afirmó con la cabeza.
—Si sabías que te estaba buscando ¿Por qué no dijiste nada?
Él miró a Dante.
—Porque todavía no era tiempo para que me conocieras —miró a Romeo—. Y no es tiempo para que pierdas a otro hermano.
Pandora miró cómo las heridas de Dante se curaban instantáneamente.
Romeo sonrió con alivio.
—¿Qué te debemos por esto, Ash?
Acheron se encogió de hombros.
—No te preocupes por eso. Te cobraré el favor otro día.
Dante se transformó a su forma humana. La miró con una cariñosa expresión que la enterneció.
—Ash —dijo él, sin mirar al Cazador Oscuro—. ¿Podrías hacerme el favor de cuidar a mi compañera mientras mis hermanos y yo nos encargamos de algo?
—Desde luego.
Dante colocó su enorme y cálida mano contra la mejilla de Pandora y le besó castamente el costado de su rostro. Se levantó y sus hermanos se reunieron con él.
—Regresaremos en un minuto.
Antes de que ella pudiera preguntarle a dónde iba, se desvanecieron.
—¿Qué va a hacer? —le preguntó a Ash.
—Conociendo a Dante, estoy seguro que va a garantizar que tus “amigos” nunca vuelvan a amenazarte a ti ni a nadie de tu manada.

No le tomó mucho tiempo encontrar la manada de panteras Katagaria. Estaban acampados en una pequeña y aislada comuna, justo a la salida de Charleston.
Irónicamente, ni siquiera tenían un letrero que declaraba al área como reserva de la vida silvestre.
Con sus tres hermanos atrás de él, caminó por el área boscosa hasta que se encontró con la primera pantera con la que había luchado. La pantera yacía herida y una mujer humana lo estaba atendiendo.
—¿Quién es el líder de esta manada? —preguntó él a la pareja.
La pantera no respondió, pero cuando la pequeña y rubia mujer lo hizo, Dante reconoció que su voz tenía un tono, acento y cadencia casi idénticos a la de Pandora.
—Aristotle es el regis. Está durmiendo por ahí —ella señaló un árbol.
Dante inclinó su cabeza respetuosamente hacia ella, luego fue al árbol para llamar al líder.
Aristotle respondió abriendo sólo un aburrido ojo.
¿Quiénes son ustedes?
—Toma la forma humana cuando te dirijas a mí, bastardo —dijo Dante con dureza—. O no quedará lo suficiente de tu manada para que comiences ni siquiera una nueva.
La pantera se transformó a su forma humana, y se puso de pie ante Dante con una postura que decía que estaba listo para pelear. Era diez centímetros más bajo que Dante y tenía el pelo negro corto que combinaba con sus ojos negros sin alma.
—¿Quién diablos eres tú? —gruñó él.
—Dante Pontis.
Los ojos de Aristotle se abrieron y de inmediato retrocedió un paso.
La reputación brutal y “no tomar prisioneros” era ampliamente conocida, y todos los de su especie le respetaba o le temía.
—¿A qué debo este honor? —preguntó Aristotle.
—Un grupo de tus strati trató de quitarme mi compañera. Ahora estoy aquí por sangre.
Aristotle farfulló.
—Debe haber un mal entendido. Mis hombres fueron tras la rame...
Dante le golpeó antes de que pudiera acabar el insulto.
—Pandora Kouti-Pontis es mi compañera. Si hablas de ella con algo que no sea un tono de extrema reverencia, me molestaré.
Aristotle palideció.
—No tenía idea de que te perteneciera. Créeme.
—Ahora lo sabes, y si veo siquiera alguno de ustedes cerca de ella nuevamente, terminaré todos tus problemas. Permanentemente.

Pandora estaba sentada en la sala de estar del Grandstand Lounge con Acheron su hija demonio Simi y dos dioses mientras esperaban el regreso de Dante.
Este tenía que ser el momento más raro de su vida. La demonio estaba ocupada comiéndose una hamburguesa extremadamente rara bañada con salsa de barbacoa, mientras que los dioses y Acheron le contaban a Pandora sobre cómo habían conocido a Dante.
Aparentemente, su compañero tenía un club completamente bullicioso que atendía a toda clase de clientela muy rara. Los dioses y Acheron hacían visitas de rutina ahí.
Zurvan, a quien llamaban Cas, era el antiguo dios persa del tiempo y el espacio. Él era el hombre elegantemente vestido que había seguido más temprano hacia los ascensores, pensando que era Acheron.
Ariman —no confundirlo con el dios persa Ariman— había sido un antiguo dios fenicio que tuvo la mala suerte de visitar Atlantis cuando el continente fue destruido. Él había estado en la forma humana, tratando de seducir a una joven mujer y, como resultado, ahora estaba atrapado en la forma humana, sin ningún poder divino, excepto el de la inmortalidad.
Eso no lo hacía nada feliz.
—Realmente desearía que alguno de ustedes tuvieran piedad de mí ayudándome o matándome —dijo Ariman por quinta vez desde que se había reunido con ellos en la mesa.
Cas puso los ojos en blanco y se volvió hacia Acheron.
—Pienso que podríamos desterrarlo de nuestra presencia para que no podamos escucharlo quejarse más.
Ash rió.
—Eres un... —Ariman se interrumpió cuando vio a unas mujeres que no vestían nada más que una cinta de precaución—. Nos vemos después.
Él corrió tras las mujeres.
Cas negó con la cabeza.
—Nunca va a aprender ¿Verdad?
Ash tomó un sorbo de cerveza antes de responder.
—Agradece que no lo haga. Nos da interminables horas de diversión verlo arruinar su vida.
Cas dio un resoplido.
—Considerando como arruinaste tu vida, eso dice bastante.
—No sigas con eso —dijo Ash.
Sus ojos se volvieron rojos antes de que regresaran a su espeluznante matiz plateado.
A veces era demasiado aterrador pasar el tiempo con seres sobrenaturales.
—¿Pandora?
Ella se paralizó ante el sonido de la voz que nunca pensó escuchar de nuevo. Temerosa de lo que le decían sus oídos, se volvió para ver a su hermana Sefia correr hasta ella.
Pandora se puso de pie en un salto para lanzarse a los brazos de su hermana. ¡Oh, era demasiado bueno para ser real!
—¿Qué estás haciendo aquí, Sef?
—Tu compañero me trajo —dijo ella. Las lágrimas le caían por sus mejillas—. Hizo que nos dejaran marchar. Ahora es nuestra decisión si deseamos regresar con nuestros compañeros o no.
Pandora estaba atónita cuando miró atrás de su hermana, para ver a Dante y a sus hermanos acercarse con un paso mucho más tranquilo.
—¿Dante? —preguntó ella cuando él se detuvo a su lado.
Él se encogió de hombros con indiferencia como si no le hubiera dado lo imposible.
—No es justo lo que estaban haciendo a sus mujeres y pensé que preferirías viajar con mujeres de tu propia especie que con la mía.
Ella todavía no podía creer qué él hubiera hecho esto. Él le creó una nueva manada de mujeres-pantera con las que pudiera viajar.
—¿Qué hay del pacto que hicieron con nuestra manada?
—Está disuelto —dijo Dante—. Si secuestran a otra de tu época, voy a enviarles un especial comité de bienvenida.
—Maldición, Dante —dijo Cas detrás de ella—. Eso es cruel. La última vez que soltaste a tus hermanos sobre una manada, no dejaron ningún hombre en pie.
—Lo sé —Dante volvió a mirarla—. Y ellos también. Tu hermana y sus amigas están completamente a salvo ahora.
Pandora rodeó los hombros de Dante con sus brazos y lo abrazó fuertemente.
—¡Gracias!
Él le devolvió el abrazo y la besó gentilmente.
Pandora se volvió hacia Sefia cuando pensó en otra cosa.
—¿Y tus hijos?
—Su padre los está criando, por órdenes de Dante —Sefia miró a Dante con los ojos brillantes—. Tu compañero llevó a todas las mujeres a La Costa y pagó para que nos quedemos ahí y seamos mimadas por el tiempo que queramos.
—Y nosotros nos ofrecimos de voluntarios para protegerlas —dijo Mike, indicándose a él y a Leo.
—¿Esa es una buena idea? —preguntó Pandora a Dante.
Después de todo lo que Romeo y él habían dicho sobre los gemelos, no estaba segura de que tenerlos como protectores iba a ser una ayuda o un estorbo.
El rostro de Dante reflejaba su escepticismo.
—Personalmente no creo que la sea, pero Romeo me persuadió. Hay un gran número de mujeres que no tienen compañero.
—Y Dante nos debe una grande después del fiasco del filking —dijo Leo con irritación—. No había ninguna mujer desnuda ahí, sólo unos cuantos tipos cantando sobre Star Trek. Realmente nos puso de muy mal humor.
Pandora tuvo que reprimir una carcajada.
—¿Vas a venir con nosotras? —preguntó Sefia
Pandora se siente mucho más indecisa de lo que debería. Pasar el tiempo con su hermana en un resort o permanecer con una pantera Katagari en la Dragon*Con…
No debería ser una elección.
¿Así que por qué se sentía de esta forma?
—Depende enteramente de ti —le dijo Dante tranquilamente—. Te dije que no interferiría con tu libertad.
—Vamos, Dora —dijo Sefia, tomándole la mano—. Vamos a tener mucha diversión.
El rostro de Dante era completamente estoico, pero aún así, ella sentía su tristeza.
—Regresaré pronto —le prometió Pandora.
Él asintió con la cabeza.
—Las llevaré a mi habitación y desde allí las proyectaré al resort —dijo Romeo.
Dante no dijo nada cuando vio a sus hermanos desaparecer en la multitud con Pandora y Sefia.
Él había hecho una buena acción y ahora sabía por qué odiaba hacer buenas acciones.
Eran dolorosas.
¿Qué había conseguido de ello? Ni una maldita cosa, salvo un dolor tan profundo que sentía como si algo le estuviera desgarrando su corazón.
—Aquí —dijo Ash, dándole una cerveza—. Toma asiento.
Suspirando, Dante tomó la cerveza y agarró la silla donde había estado sentada Pandora.
—¿Hice lo correcto, verdad?
—No —dijo Simi mientras se limpiaba la salsa de barbacoa de su mejilla—. La mujer pantera no quería que la dejaras marchar y ahora hiciste que se fuera lejos. Eso fue muy estúpido si le preguntas a Simi. No es que alguien lo haga alguna vez, porque si lo hicieran, entonces serían listos. Algunas personas son listas. Pero muchas, como tú, son demasiado estúpidas para preguntarme lo que pienso. ¿Ves?
—No es tan simple, Simi —dijo Dante, preguntándose el por qué estaba tratando de explicarse a una demonio que no tenía ninguna comprensión de las emociones humanas ni de las relaciones animales—. Ella no quiere que yo la posea.
—Bueno, la Simi no entiende eso. Poseer no es tan malo. Yo poseo a akri y él es muy divertido.
Dante arqueó una ceja a Ash, quien no se molestó en corregir a su demonio.
¡Qué diablos! Esos dos estaban muy lejos de comprenderlo de todos modos.


—Te digo, Faith —le dijo una mujer a su amiga que pasaron cerca de ellos—. Hay un portal en el baño de minusválidos de la planta baja que permite a las personas caer desde universos paralelos. Estaba ahí con Amanda ayudándola con su disfraz cuando esta mujer apareció de repente, sosteniendo un hacha. Ella desapareció inmediatamente.
Dante rió ante eso, aún cuando un fiero dolor lo atravesó cuando hizo memoria.
Sólo su mujer pantera sería tan audaz como para desafiar sus órdenes.
—Mejor voy a pagar por esa hacha antes de que alguien ponga un boletín contra mi compañera —les dijo a Ash, Cas y Simi.
Pero cuando se levantó y se dirigió a la sala de ventas, tuvo que reprimir la necesidad de ir a buscar a Pandora y traerla de regreso.
Pero no le haría eso a ella.
Dante era ante todo, una pantera que cumplía su palabra.

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