Dos años más tarde
V'Aidan estaba acostado sobre el sofá con su pequeña hija dormida sobre su pecho. Miraba fijamente la maraña de rizos castaños, curioso sobre lo que ella estaría soñando.
Él sintió que su esposa estaba de pie sobre ellos.
Levantando la mirada, vio la magnífica sonrisa de Erin. —Hola —dijo él, preguntándose que se traía entre manos. Había un destello en sus ojos muy parecido al que había tenido el día que le había dicho que estaba embarazada.
—¿Adivina qué? —le fijo, su voz llena de entusiasmo.
—¿Estás embarazada otra vez?
Ella puso sus ojos en blanco. —Sólo han pasado tres meses desde que tuvimos a Emma.
—Suele pasar.
Ella le hizo un sonido ordinario, luego sacó su brazo de su espalda y puso un libro en sus manos.
V'Aidan lo miró inexpresivamente hasta que vio el nombre que estaba en la portada. —Oh mi Dios —susurró, —es tu novela.
-Lo sé —dijo ella, dando brincos. —¡Mi editor me envió la primera copia! Será enviado a las tiendas la semana que viene.
Cuidando no despertar al bebé, V'Aidan la dejó sobre el sofá para tomar a Erin en sus brazos.
Erin suspiró al sentir sus labios sobre los suyos. Incluso ahora, esos labios podían incinerarla. Y su olor… Dios mío, cómo le gustaba el olor de su piel.
—Gracias, V'Aidan —dijo ella, separándose para mirar fijamente aquellos hechiceros ojos de plata. —Yo nunca lo hubiera escrito sin ti.
—Y yo nunca hubiera vivido sin ti.
Erin lo sostuvo cerca, encantada con lo que sentía por él y su hija. Los dos fueron el mejor regalo que Erin jamás hubiera esperado.
Y fue entonces cuando ella comprendió que hasta de la pesadilla más oscura, podía venir algo bueno. Le había costado fuerza y coraje, pero al final, había merecido la pena la batalla.
—Te amo, Erin —susurró él contra su pelo.
—Te amo, V'Aidan, y siempre lo haré.
FIN
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