martes, 31 de enero de 2012

WB cap 5

Pandora pasó dos días en La Costa con su hermana y las demás mujeres mientras Leo y Mike les enseñaban cómo utilizar sus poderes. También les enseñaron a algunas de las mujeres sin compañero otras cosas que ni siquiera deseaban pensar.
Paro nada de su recién descubierta libertad la hacía feliz.
De hecho, mientras más tiempo permanecía ahí, más le dolía el corazón. Cada vez que miraba su mano marcada, pensaba en la pantera que había dejado atrás.
No. Ella pensaba en el hombre. Aquel que le había dado tanto.
—¿Cómo está Dante?
Ella se detuvo afuera de la puerta corrediza de vidrio que conducía a la habitación de Mike y Leo. Las dos panteras estaban solas y no estaba segura de cuál era cual. Uno de ellos estaba descansando en un sillón reclinable azul, mientras que el otro parecía recién haber terminado de hablar por teléfono.
Este último lanzó el teléfono celular al vestidor antes de encogerse de hombros.
—Romeo dice que todavía sigue abatido.
El de la silla suspiró pesadamente.
—Sí. No puedo creer que no él no le dijera a Pandora sobre su fobia.
—¿Cuál fobia? —preguntó Pandora cuando entró a la habitación para confrontarlos.
Los dos gemelos la miraron con timidez.
—No es de buen gusto espiar —dijo el que estaba frente al vestidor con un tono de reprimenda.
Ella no estaba de humor para aguantarlo.
—Y no es de buen gusto hablar sobre las personas, tampoco. Pero puesto que ustedes hablaban sobre mi compañero, me gustaría saber qué quisiste decir.
Los gemelos intercambiaron una mirada de dolor.
—¿Qué piensas, Mike? —Leo era el que había hablado por el celular.
Mike se echó hacia atrás en su sillón reclinable mientras debatió en silencio por unos cuantos segundos.
—Podría ser bueno contarle, supongo. No veo en qué podría afectar.
Leo dejó escapar un fuerte suspiro antes de volver a hablar.
La miró.


—Cuando Dante era un cachorro, sus hermanos y él, junto con un grupo de nuestros primos, escaparon de su niñera y se fueron a merodear por su cuenta. Después de unas cuantas horas, se perdieron y una de las mujeres que iba con ellos se asustó de verdad, porque estaba oscureciendo. No quería tratar de buscar su camino de regreso hasta que fuera de mañana, así que Dante aceptó quedarse con ella y mantenerla a salvo. Nuestro hermano Sal le dijo a Dante que regresaría con ayuda y se fue con los demás.
Pandora frunció el ceño ante su historia.
—¿Por qué eso lo haría fóbico?
—Porque fue una broma cruel —dijo Mike con amargura—. Tan pronto como Dante se quedo dormido, Tyla se escapó a hurtadillas y todos regresaron sin él. Dante despertó solo y no tenía idea de lo que le había pasado a ella o cómo volver a casa. Estaba aterrorizado.
Pandora se horrorizó de lo crueles que habían sido sus hermanos y primos al dejarlo abandonado. Un cachorro solo podía ser capturado por los humanos y puesto en un zoológico o, peor, asesinado por cualquier animal salvaje adulto que se cruzara con él.
—Lo dejaron ahí solo por toda una semana —continuó Leo con la historia—. Cada vez que alguien preguntaba por Dante, ellos decían una mentira sobre dónde estaba. Cuando Donatello descubrió lo que habían hecho, regresó al bosque por él. Encontró a Dante prácticamente muerto de hambre. Se había alimentado de sobras y mantenido lejos de los depredadores sin ayuda. Estaba débil por la exposición a las condiciones climáticas extremas, pero siguió buscando a Tyla, temeroso de que algo le hubiera sucedido a ella.
Con tristeza, Mike negó con la cabeza.
—Romeo siempre dice que eso fue lo que hizo a Dante tan condenadamente egoísta. Después que regresaron, Dante se comportaba raro siempre que había que buscar comida o tratar de ayudar a alguien. Empezó a acumular cosas y se volvía contra cualquiera que lo amenazara.
Ella sintió que le dolía el corazón por su compañero. Debió haber sido horrible para él temer por su vida mientras trataba de buscar a Tyla. Y todo por una broma.
—Espero que Donatello los haya castigado por lo que hicieron.
Mike suspiró.
—Lo hizo, pero el daño ya estaba hecho. Como Acheron dice a menudo, hay demasiadas cosas en la vida que un “lo siento” no puede arreglar y esa fue una de ellas.
—Desde entonces —dijo Leo—, Dante no puede soportar que nadie lo abandone. Prácticamente se trepa por las paredes si no puede responder por su familia.
—Esa es la razón por la que él fue a buscarlos cuando se perdieron ¿verdad? —preguntó ella.
Leo afirmó con la cabeza.
—Su peor temor es que alguien al que él ama no pueda volver a encontrar su camino de regreso a casa.
Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando ella miró el anillo que Dante le había dado cuando se emparejaron.
Ahora todo tenía sentido.
La razón de que él no quisiera una mujer Katagari errante por compañera...
La razón de que él tolerara a sus hermanos aún cuando estos lo enloquecieran...
La razón de que liberara a su hermana y a las demás mujeres para que viajaran con ella.
Y la razón de que él le diera el anillo de Donatello.
Cerrando los ojos, Pandora conjuró una imagen de Dante.

Dante estaba mirando la banda de metal ácido en el monitor de TV. Pero su mente no estaba puesta realmente en el acto o en los folletos y CDs sobre la mesa frente a él.
Estaba en el hecho de que nunca debió dejar que Pandora se fuera.
No puedes detenerla...
Debió al menos haber hecho el intento.
Pero al menos se aseguró que no estuviera sola. Se aseguró que la acompañara su hermana.
Una mano cálida le tocó el brazo.
Rechinando los dientes, Dante se volvió, listo para rechazar a otra mujer que insistía en él. Realmente estaba cansado de decirles que no estaba interesado.
Pero cuando abrió la boca y sus ojos se enfocaron en el bello rostro de su última admiradora, todos sus pensamientos se desvanecieron.
No podía ser.
No tan pronto.
—¿Pandora?
—Hola —dijo ella con una sonrisa que lo hizo sentir como si le hubieran golpeado—. Te extrañé.
Tenía que ser un sueño. Su mujer pantera no podía estar de vuelta.
Él quería decirle que también la había extrañado, pero no le salieron las palabras. Todo lo que pudo hacer fue reaccionar.
La atrajo a sus brazos y la besó ferozmente, dejándola sentir que cada parte de él no quería que ella lo abandonara de nuevo.
Pandora rió ante su acalorada bienvenida.
—Pienso que me extrañaste también.
Dante abandonó sus labios para poder oler su pelo y poder memorizar y saborearlo.
—No tienes idea.
De hecho, la tenía. No había dudado de los gemelos antes, pero esto confirmaba rotundamente su historia.
Ella hociqueó en su cuello, inhalando el sexy y cálido aroma de su piel masculina.
—¿Quieres desnudarte?
Él rió.
—Sí, pero no aquí.
Empujándola hacia atrás, la tomó de la mano y la condujo a una esquina retirada para poder proyectarlos a ambos a su habitación.
Estuvieron desnudos y en la cama tres parpadeos más tarde.
Dante no podía respirar al sentir la increíble suavidad de Pandora yaciendo debajo de él.
Nada se sentía mejor que sus caricias. El hecho de que era cálida y acogedora. Se introdujo en Pandora, y gimió ante lo bien que se sentía ella.
Pandora saboreó la dureza en su interior y ahora más que nunca estaba contenta de que ella fuera humana y no una pantera de verdad. Sus primas Katagaria solo tenían sexo cuando estaban en celo.
Ella podía tenerlo cada vez que lo deseara y deseaba a Dante justo ahora. Necesitaba sentir sus arremetidas fuertes y poderosas.
Pero su parte humana quería aún más.
Lo quería junto a ella para siempre.
—¿Te unirás conmigo, Dante?
Dante se paralizó cuando sus palabras llegaron hasta él.
—¿Qué?
Ella levantó su palma marcada.
—No quiero abandonarte nunca y no deseo vivir sin ti. Ni por un minuto. Únete a mí, Dante, para que ninguno de nosotros nos separemos nunca más.
Él tomó su mano con la suya y la besó con tanto amor que lo abrumó.
Arremetió contra ella fuerte y furiosamente mientras ella le repetía sus votos y él se los repetía a ella.
Esta vez cuando crecieron sus dientes, él retrocedió para mirarla un instante antes de hundir sus colmillos en su cuello.
Pandora arqueó su espalda cuando el dolor de su mordida rápidamente se transformó en placer. Giró la cabeza y le hundió sus propios colmillos en su hombro.
Por ese único instante de tiempo, todos los pensamientos y emociones que sintió Dante los sintió en ella también.
Cualquier duda que hubiera sentido sobre él desapareció cuando sintió su amor por ella, y se encendió el de ella.
Esto era lo que tenía que ser.
Él le pertenecía y ella le pertenecía a él.
Pandora gritó cuando subió en una feroz ola de placer. El propio rugido de placer de Dante llenó sus oídos.
Manteniéndose unidos, se deslizaron por los jirones del éxtasis hasta que estuvieron completamente vacíos y agotados.
Dante colapsó encima de ella y Pandora lo acunó en sus brazos.
—Te amo, Dante —susurró ella—. Y te prometo que nunca más te abandonaré.
Él sonrió lánguidamente cuando la miró fijamente.
—También te amo, Pandora, y cada vez que quieras marcharte, con mucho gusto te acompañaré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario