Talon estaba furioso. Había estado llamando a Ceara y ella aún no había respondido. Había intentado el camino espiritual y no pudo. Sus emociones descontroladas restringían sus poderes y tenía que conseguir aislarse de ellas para poder pensar claramente.
Pero eso era imposible.
Tenía que encontrar a Sunshine.
Ella estaba ahí sola sin nadie para protegerla. Y si algo le pasaba, él iba a encontrar algún modo de hacer que Camulus pagara dios o no dios, nadie volvería a hacerle daño a ella otra vez.
Él caminaba el área de la puerta trasera del Runningwolf como un león enjaulado. La cólera hervía en sus venas. Era acre y tangible. Él quería destrozar algo con sus manos. Desgarrar algo con sus colmillos. La parte más oscura de Dark Hunter había sido liberada y, por primera vez, él entendió un poco lo que Zarek sintió.
Era una rabia tan primitiva, tan poderosa, que lo controlaba completamente.
Golpeó con el puño la pared de ladrillo al lado de la puerta.
–¡La recuperaré! –gruñó.
Su cuerpo palpitaba devastado y sangrando, él no tenía ninguna intención de regresar a arriba al desván de Sunshine aún cuando sus heridas dolían tanto que sentía una necesidad aplastante de dormir.
Él no iba a acostarse y lamer sus heridas. Se mantendría despierto aunque esto lo matara otra vez.
Una y otra vez en su mente, continuaba viendo a Nynia morir en sus brazos, sólo que ahora era la cara de Sunshine la que veía. Escuchaba su dulce voz del sur llamándolo.
Tan pronto como se pudiera el sol, saldría a buscar a Sunshine y la traería nuevamente a casa. Costase lo que costase.
Dios ayudara a quien fuera lo suficientemente estúpido como para cruzarse en su camino.
Faltaban quince minutos para la puesta del sol cuando Acheron y Nick llegaron a la puerta de atrás y entraron en el oscuro vestíbulo del club.
Talon dio un paso atrás, para alejarse de la luz del sol que se filtraba por la abertura.
–¿Qué pasó? –preguntó Ash mientras Nick cerraba la puerta.
Talon luchó con la furia y la preocupación dentro de él. Las emociones eran tan fuertes que ni sus poderes estaban disminuidos, estaba seguro que habría sido capaz de demoler el edificio hasta los cimientos con sólo su pensamiento.
–Camulus entró por la fuerza con una media docena de humanos. Venían preparados para un Dark Hunter y llevaban linternas halógenas.
–¿Estas sangrando? –preguntó Nick mientras sus ojos se ajustaban a la oscuridad.
Luciendo pálido y horrorizado, entrecerró los ojos para ver las heridas de Talon.
–Jesús, sangras como loco.
Talon ignoró el tono nervioso de Nick.
–Ellos me dispararon.
–No, muchacho –dijo Nick. –Ellos te convirtieron en queso suizo. Ash, mira su espalda.
Ash gruñó cuando lo vio.
–¿Estas bien?
–Estoy dolorido, pero bastante bien como para cazar y demasiado capaz de matar.
–Humm –suspiró Nick. –Pensé que tus poderes incluían la curación.
Talon lo miró con humor.
–Si, pero curo absorbiendo el dolor y las heridas con mi cuerpo. Es un poco duro hacerlo cuando yo soy el herido.
–Nick –le ordenó Ash. –Ve a conseguir más ropa para Talon. Ahora.
Nick se marchó inmediatamente.
Ash lanzó una dura mirada a Talon con aquellos misteriosos ojos de plata.
–No puedes ir por ahí cubierto de sangre, con docenas de agujeros de bala que te perforan la carne. Creo que la gente podría sospechar un poco y preguntarse como es que puedes estar de pie derecho y no estar, digamos, muerto. La última cosa que necesito es otro Dark Hunter en las noticias de la tarde.
Talon se mantuvo firme contra la orden.
–Te lo dije, T-Rex. Salgo del cuarto cuando el sol se ponga. Trece minutos a partir de ahora.
Ash lo miró airadamente.
–¡Demonios!, Celta. Mejor contrólate y piensa detenidamente.
–Estoy bien, Acheron. No hay nada mal en mí, que matando a algunas personas no se cure.
Los ojos de Ash se estrecharon un poco más.
–Gira y mira la pared.
Inseguro de lo que Ash quería, pero confiando en él completamente, Talon obedeció.
Él sintió como Ash extendía su mano en el centro de su espalda. Su contacto era caliente y electrificante e irradiaba el calor a través de todo su cuerpo. Talon siseó cuando sus heridas comenzaron a palpitar todavía más. Entonces en el transcurso de unos latidos del corazón, las balas salieron por si mismas a través de su piel y los agujeros de bala comenzaron a cerrarse.
Hijo de puta, nunca había sabido que Ash tenía esa clase de poder. Estaba seriamente impresionado. Mientras sus heridas se curaban, el teléfono de celular de Talon sonó. Ash se separó un paso mientras él contestaba.
–¿Ya la extrañas, Speirr?
–Maldito seas, Camulus. ¡Maldito seas!
Una risa le contestó.
–¿Dime, es mejor conocer el amor y haberlo perdido o nunca haberlo conocido en absoluto?
Talon vio rojo.
–¿Dónde está ella?
–¿Talon?
Su estómago se retorció violentamente ante el sonido de la voz aterrorizada de Sunshine.
–¿Nena, estás bien? –le preguntó él, con la voz quebrada.
–Ellos no me han hecho daño, pero quieren que vengas a un depósito sobre Commerce Street. Yo…
–¡Sunshine! –gritó Talon, su corazón palpitaba–.¿Sunshine, estás allí?
–Ah, ella está aquí, Speirr. Pero ella te necesita. Si la quieres, estate en el 609 de Commerce Street a las siete en punto. Trae a tantos amigos como quieras y veremos quien se lleva a Sunshine a casa y en cuantos pedacitos.
El teléfono quedó mudo.
Una rabia ciega y tórrida lo atravesó. Olvidando la amenaza del sol, él se dirigió a la puerta. Ash lo agarró.
–Talon, mírame.
Él se rehusó. Todo lo que podía ver era a Sunshine muerta.
–¡Talon! –gritó Ash. –Contrólate de una jodida vez. Si vas ahí en este estado, estás muerto.
–¿Qué diablos sabes de esto?
–Celta. –Ash lo sujetó con más fuerza–. Estas haciendo justo lo que ellos quieren. Estás a punto de correr precipitadamente en los primeros minutos después que se ocultó la luz del día. Piensa. De todos los Cazadores Oscuros que tengo, es de ti de quien dependo para mantener tu cabeza derecha. No los dejes hacerte esto.
La respiración de Talon era desigual mientras intentaba controlar su cólera y su miedo.
–No puedo dejarla morir.
–Ella no lo hará si te controlas. Tienes que controlar tu temperamento. –Ash lo soltó.
Talon apretaba y abría sus puños mientras miraba fijamente la puerta.
–Piensa, Talon –dijo Ash, su voz extrañamente calmada–. Recuerda lo que te enseñé. Recuerda que te convertiste en un Dark Hunter porque no podías controlar tu rabia. Tienes que encontrar tu paz. Tu equilibrio.
Talon suspiró y expulsó su cólera despacio. Muy despacio.
–Bien. Estoy más tranquilo.
–Bien. Por que no quiero que estés aún más muerto. –Ash dio un paso y se alejó de él–. Esperaremos a que Nick vuelva con tu ropa y luego iremos a buscarla.
Talon asintió con la cabeza, su estómago todavía estaba hecho un nudo por la necesidad de esperar. Pero Ash tenía razón. Si no hacía exactamente lo que Camulus le dijo, él la mataría solamente por rencor.
Talon se estremeció ante el pensamiento.
–¿Él va a matarla ahora, verdad?
–No sé, Talon. Espero que no.
Talon hizo una pausa por un momento mientras recordaba la dirección que Camulus le había dado.
–Commerce Street. No es justo ahí donde aquella mujer fue asesinada?
Acheron lo miró perplejo.
–¿Qué mujer?
–Esa que me pediste que viera.
Ash lo miró inexpresivamente.
–Tu sabes –insistió Talon–, la mujer que dijiste que pensabas que podría haber sido asesinada por Zarek.
Acheron frunció el ceño.
–No te llamé para que vieras a una mujer asesinada y estoy malditamente seguro que nunca pensaría que Zarek matara a una mujer.
–Sí lo hiciste.
Acheron sacudió su cabeza despacio.
–No lo hice.
Talon duplicó su ceño. ¿Qué estaba mal con el tipo? ¿Acheron estaba finalmente senil?
No parecía que él estuviera tan despistado. Eso era el trabajo de Talon en este momento.
–T-Rex, te encontré ahí. ¿Recuerdas? Me llamaste, y mientras yo estaba contigo, Zarek tuvo su pequeña fiesta con la policía. Sé que eras tu. No hay otro hombre sobre esta tierra con tu altura y que se parezca a ti.
El color abandonó las mejillas de Acheron. Si Talon no lo conociera mejor, juraría que vio verdadera preocupación en los ojos de Acheron.
Algo estaba realmente mal.
–¿Qué es, Ash?
Acheron dio un paso para alejarse de él.
–Hay algo que tengo que hacer. Quédate aquí y estaré de regreso a tiempo para ir tras Sunshine.
Talon cogió su brazo mientras Acheron se dirigía a la puerta.
–Mejor me pones al tanto de esto. Ahora.
–No puedo.
–Acheron, este no es momento para jugar al Oráculo. Si sabes qué va a pasar y con qué tratamos, tienes que ser claro.
Ante el completo asombro de Talon, Acheron desapareció. Ash no podía respirar mientras se transportaba rápidamente a Katoteros, una pequeña región infernal entre dimensiones. Este era su dominio privado donde nadie más que él, se suponía, había pisado.
Siglos atrás, Hades lo había relegado a este no-lugar. O más correctamente, Hades lo había encarcelado ahí. Desde el día que Artemisa lo había liberado, Ash había usado ese lugar como piedra de toque para recordar lo que él era.
Lo que había sido...
Ahora, Ash luchaba por el control. Tenía que tener unos minutos para controlar sus pensamientos. Sus emociones. Con su estómago anudado, se sintió enfermo por los recuerdos y el dolor daba vueltas atacándolo. El aire alrededor de él chisporroteaba y golpeaba de acuerdo a su volátil estado.
Tenía que encontrarse a sí mismo. Él no podía permitirse dar rienda suelta a sus emociones. Nadie jamás sería capaz de detenerlo si lo hiciera.
Ash pasó sus manos por su largo cabello negro y profirió su antiguo grito de batalla. Un relámpago destelló y grises nubes de truenos se deslizaron a través del misterioso cielo azul oscuro encima de él.
Esto no podía estar pasando. No ahora.
Y sin embargo, no había ninguna otra explicación. Styxx estaba libre. De algún modo se había escapado de Isla Desaparecida y había regresado a Nueva Orleans.
¿Cómo podía haber pasado eso?
Ahora Styxx pretendía ser él. Se mezclaba con los hombres de Ash y se dirigía a ellos...
El horror perforó su corazón.
Tenía que detenerlo antes que Styxx revelara el pasado de Ash a alguien. Ash no podía soportar que nadie supiera sobre su vida humana. Supiera lo que él había sido. Qué había hecho...
–¿Acheron?
Se estremeció ante la voz de Artemisa.
–Este es mi lugar, Artie. Me prometiste que nunca vendrías aquí.
Ella se materializó ante él.
–Sentí tu dolor.
–Como si te importara.
Ella tendió su mano para tocarle la cara, pero él dobló sus brazos sobre su pecho, y se alejó de ella. Ella suspiró y dejó caer su mano.
–Realmente me preocupo, akribox. Más de lo que crees. Pero no estoy aquí por eso. He sabido lo de Zarek.
Ash gruñó bajo en su garganta. Desde luego, ella nunca vendría porque él estaba dolorido. Ella le había enseñado hacía mucho que su sufrimiento no significaba nada.
–Lo estoy manejando.
–¿Manejando cómo? Él ha sido expuesto y ahora es buscado por las autoridades humanas. Él pone en peligro todo. Él debe morir.
–No. –Él gruñó la palabra–. Me ocuparé de eso. Solamente necesito más tiempo.
Ella tenía aquella familiar apariencia calculadora en su cara.
–¿Y qué me darás por este tiempo que solicitas?
–Demonios Artemisa, ¿por qué todo debe ser un regateo contigo? ¿No puedes, solamente una vez, hacer algo porque te lo pida?
–Nada es gratis –dijo ella mientras andaba en círculos a su alrededor. Él se avergonzó mientras ella deslizaba su mano sobre su espalda–. Tú de toda la gente deberías saber eso. Un favor requiere de otro favor a cambio.
Él suspiró y se dispuso para lo que estaba por venir. Quisiera o no, tendría que jugar al suplicante para mantener a salvo a Zarek.
–¿Qué quieres?
Ella le echó el cabello hacia atrás y frotó sus labios y su nariz contra su cuello. Contra su voluntad, su cuerpo estalló en escalofríos y se endureció. Cuando ella habló, su voz era baja y ronca.
–Sabes lo que quiero.
–Bien –dijo él con resignación–. Puedes tenerme, sólo si no envías a Thanatos aún. Déjeme enviar a Zarek a Alaska.
–Mmm –ella respiró contra su cuello–. Ves... es mucho mejor cuando cooperas.
Él se puso rígido mientras ella lamía su piel.
–Pregunta –dijo él con frialdad–.¿Liberaste a Styxx sólo para tener sexo conmigo?
Ella se separó bruscamente y le dirigió una mirada sobresaltada.
–¿Qué?
Ash la miró atentamente, queriendo saber la verdad.
–Styxx está suelto en Nueva Orleans.
Artemisa pareció pasmada.
–Yo nunca te haría eso, Acheron. No tenía idea que había escapado. ¿Estas seguro?
A pesar de él, se sintió aliviado al saber que ella no lo había traicionado. Otra vez.
–Talon lo vio y pensó que era yo.
Artemisa presionó su mano contra los labios de Acheron. Sus ojos verdes estaban aterrorizados.
–Él irá a por ti.
–Él ya lo está haciendo. Estoy seguro que aquel pequeño baile con Zarek fuera del club era una forma para conseguir matar a Zarek. Sin duda, Styxx intenta neutralizar a mis hombres. Impedirles protegerme o mantenerme distraído.
–No le dejaré tenerte –dijo ella enérgicamente.
–Esto es entre mi hermano y yo, Artie. Quiero que te mantengas alejada de esto. –Ash se alejó más de ella. –Volveré después del amanecer para terminar nuestro asunto. Mientras tanto, déjame Zarek a mí.
Vane estaba todavía en su forma humana mientras ayudaba a su hermana a comer su gumbo.
Ella era la única criatura viviente a la que él alguna vez había permitido ver su lado sensible. Para el resto del mundo, él siempre debía ser despiadado y áspero no sea que su manada se alimentase de Anya y de Fang debido a su herencia mixta.
Vane apretó su mano contra la piel espesa y suave de Anya y venció el dolor dentro de él. Ella y Fang eran todo lo que él realmente tenía en este mundo. Todo lo qué alguna vez le había significado algo.
El día que Anya se había emparejado con Orian un guerrero Strati, Vane había tenido una premonición. Él siempre supo que su imprudente y estúpido compañero encontraría una temprana muerte.
Hace unas semanas, los Destinos habían probado que él estaba en lo cierto.
Él todavía podría oír el sonido de su voz cuando se enteró de la muerte de Orian y le dijo que estaba más que emparejada con Orian. Ella había permitido el wolfswain[1] que la ataba a él también. Con sus vidas forzosamente convertidas en una, la muerte de Orian hubiera sido normalmente la suya, excepto por el hecho que ella llevaba la cría de Orian. Pero tan pronto los cachorros entraran en este mundo, ella se uniría a su compañero al otro lado de la eternidad.
Con su corazón roto, Vane parpadeó para evitar las lágrimas. Anya lo miró y lamió su cara.
–¿Te gusta el gumbo, eh? –le preguntó, acariciando sus orejas con ambas manos.
Él oyó su risa en su cabeza.
–Gracias por conseguirlo.
Él asintió. Por ella, atravesaría caminado los fuegos del infierno para reclamar un simple trago de agua.
Ella se hundió al lado de él y descansó su cabeza sobre su regazo.
–Deberías tomar forma de lobo antes de que los demás se pongan suspicaces.
Él observó la forma en que su piel se mecía en sus dedos. Como iba a echarla de menos cuando se fuera. Ella era la wolfswan[2] más hermosa que él alguna vez hubiera visto, y a él no le importaba su apariencia. Era su apacible corazón lo que más extrañaría de todo. La forma en la que siempre se preocupaba por él.
–Lo haré, Anya. Solamente quiero unos minutos más.
Sintió a Fang acercarse detrás de él en forma de lobo. Su hermano lo topetó en la espalda con su cabeza, luego mordió juguetonamente su hombro.
Un destello de luz apareció a la derecha de ellos. Vane miró para encontrar a Acheron de pie en el pantano. El Atlante echó un vistazo alrededor para asegurarse que estaban solos, luego habló silenciosamente.
–¿Puedo tener un minuto?
Fang gruñó.
–Está bien, adelphos[3] –dijo Vane, empujando a su hermano atrás–. Cuida de Anya.
Vane se puso de pie y caminó con Acheron hacia los bosques, lejos de la guarida. Si cualquiera de su manada se enteraba que había traído a un Dark Hunter, su vida estaba terminada.
–Deberías haberme llamado, Ash.
–Esto no podía esperar. Tengo un problema y tú eres el único en quien confío para ayudarme.
Eso lo impresionó. Enormemente.
–¿Tu confías en mí?
Ash le dirigió una mirada sardónica.
–No, no realmente. Pero tengo un renegado quien finge ser yo y amenaza a mis Cazadores.
–¿Y que tiene que ver conmigo?
–Tu me debes una, Vane, y necesito de ti y de Fang para actuar como reserva. Necesito algún músculo que ellos no esperen que acuda.
–¿Cuándo?
–Ahora.
Talon caminaba el piso del desván de Sunshine. Él rápidamente se había lavado la sangre del cuerpo y se había cambiado con la ropa que Nick había traído. Estaba tranquilo, pero eso era un verdadero desafío.
–Ella está ilesa, Speirr –dijo Ceara–. Lo juro.
Él soltó un largo, cansado aliento de alivio. Estaba agradecido que Ceara hubiera logrado acudir a él esta vez, pero era una difícil lucha para ella quedarse con él. El poder que la bloqueaba era algo como nunca habían encontrado con antes. Él sólo esperaba que Ceara pudiera combatirlo un poco más y seguir ayudándolo a proteger y cuidar de Sunshine.
–¿Puedes decirme dónde está ella exactamente? –le preguntó a su hermana.
–Ah Santo Cristo –dijo Nick desde el desayunador donde estaba sentado, esperando que Ash volviera–. No estás hablando con los muertos otra vez, verdad? Odio cuando haces eso.
–Cállate, Nick.
Nick apretó sus labios.
–“Callado Nick, quieto, sentado, tráelo”. También te amo, Celta.
Talon lo miró airadamente.
–¿Por qué no vas a buscar algo para comer así mantienes tu boca ocupada?
–Eso puedo hacerlo. –Nick de bajó del taburete y se encaminó a la cocina.
–Nae, no puedo encontrarla –dijo Ceara–. No puedo señalar su posición exacta. Te dije, que algo poderoso la protege. Algo qué comienza a parecerme el poder de un dios.
–¿Camulus?
–No estoy segura. Una parte de ello parece que podría ser un dios celta aunque hay algo más.
–¿Qué?
–Son más bien poderes mezclados. Como dos dioses que se protegen a ellos mismos.
–¿Por qué?
Ella se encogió.
Nick maldijo.
–No hay nada de comida aquí. No hay nada más que hierba y tofu y mierda. Ni siquiera una Coca Cola. Hombre, T, tu novia es un caso serio.
Nick sacó el bloque de queso de soja y lo olió.
–Esto parece comestible pienso. Quiero decir, realmente no te puede joder el queso, verdad?
–Sí, Nick. Cómete el queso. –Él se volvió a Ceara mientras Nick buscaba un cuchillo para cortarlo–.¿Ellos la liberarán?
–No puedo predecir el futuro, Speirr, conoces las reglas.
–Tengo que saber si ella va a vivir.
Ceara vaciló antes de contestar.
–Hoy, lo hará.
–¿Y mañana?
Ceara miró a lo lejos.
–No puedo decirte eso.
Talon maldijo.
De repente, un destello brillante de luz entró en el cuarto. Talon protegió sus ojos del fulgor y miró cómo Acheron y dos hombres aparecían justo delante de la entrada. Él nunca había visto a los dos hombres antes, pero una mirada le dijo que eran Katagaria. El aire alrededor de ellos estaba impregnado con algo animal, con poder psíquico.
–¡Ah hombre! –dijo bruscamente Nick. –Odio esta mierda de las apariciones. Me asustaste mal, Ash, me hiciste comer este queso malo. –Miró de nuevo a Talon–.¿Qué es esta cosa de todos modos?
–Queso de soja.
Los Katagaria intercambiaron una mirada asqueada.
–Demasiado para mi cena –dijo el más alto de los Katagaria–. Ahora todo su sistema está contaminado. Debe al menos pasar una semana antes que eso abandone su tejido celular y él sea comestible otra vez.
Nick palideció considerablemente.
–¿Estás listo para ir por Sunshine? –preguntó Acheron a Talon.
Tensándose con determinación, Talon asintió.
–Hagámoslo.
Acheron echó un vistazo a Nick en la cocina.
–Nick, quiero que vayas con Zarek y lo mantengas fuera de circulación por un rato. Él está bajo arresto domiciliario, si lo pesco afuera, él estará bien jodido y tu también.
Nick apretó los dientes.
–Bien, pero para el registro, quiero que sepas que si la vida de una mujer no estuviera en juego, yo te diría donde te puedes meter esa orden.
Nick salió por la puerta, delante de los Katagaria, mascullando todo el tiempo.
– “Nick, trae mi coche, trae mi ropa, barre la chimenea, haz mi cama, vigila a mi psicópata, trae mis zapatillas”. Sí, traeré esas zapatillas y las meteré en un lugar verdaderamente incómodo. –Justo cuando Talon pensó que había terminado, oyó un último comentario–. Lo juro, mi madre debería haberme llamado Fido.
–¡Hey!, para que sepas, mi mejor amigo se llama Fido –dijo el más alto de los Katagaria sobre su hombro.
El otro Katagaria lo empujó ligeramente.
–¿Vas a terminar?
Acheron indicó al más alto de los Katagaria con el cabello corto negro que había hecho el primer comentario.
–Talon, te presento a Fang. –Luego señaló al de cabello más largo y ojos verdes–. Y su hermano, Vane.
–¿Por qué están ellos aquí? –le preguntó Talon a Acheron.
–Déjame decirte que si los tipos malos están armados con luces halógenas otra vez, no tendrán el mismo efecto sobre los Katagaria que el que tuvieron sobre ti.
–Sí –dijo Vane, riendo malvadamente–. Las luces sólo nos hacen atacar más.
Bueno, por lo menos tenían al menos una sorpresa de su lado. Si solamente pudiera conseguir poner sus manos sobre Camulus.
–¿Entonces, cuál es el plan, chicas? –preguntó Fang.
–Que ninguno de nosotros sea asesinado –dijo Acheron.
Vane los sacó del loft, bajando las escaleras hasta el coche de Talon. Talon vio las dos motos Ninja negras y grises que debían pertenecer a los Katagaria, Ya que los were-hunter tenían que moverse rápidamente para evitar a sus enemigos, preferían motos de carrera antes que correr o caminar que agotaba la fuerza que necesitaban para la lucha.
Talon comprobó su reloj. Faltaban veinte minutos para la cita. Una parte de él deseaba que Ash pudiera materializarlos directamente en el almacén, pero sabía que era mejor no preguntar. Ash era caprichoso con ese poder y se ponía bastante irritable cuando se le pedía que lo usase.
Talon entró en el Viper mientras los otros tres arrancaban sus motos. Él salió del callejón primero, con los muchachos directamente detrás de él, y se dirigió a Commerce Street.
Llegaron al Distrito Warehouse unos minutos más tarde. Las calles bullían de actividad, tanto turística como local. Esta popular área era el principal distrito de arte de Nueva Orleans y a menudo era mencionada como el Soho del Sur.
No le tomó mucho tiempo a Talon encontrar el viejo almacén abandonado que había sido una popular galería de arte durante los años ochenta. Habían sido cerrados a principios de los noventa y estaban vacíos desde entonces. Las grandes ventanas de vidrio estaban oscuras, unas parcialmente tapadas y otras rotas. Las que una vez fueron puertas rojas, ahora estaban rajadas y despintadas, y mantenidas unidas por una gruesa cadena y un candado.
–Uh, muchachos –dijo lentamente Fang mientras se quitaba el casco–, se dieron cuenta que esto es muy probablemente una trampa?
–No, ¿tú lo crees? –preguntó Talon sarcásticamente.
Fang puso sus ojos en blanco.
Talon convocó sus poderes, dejándolos surgir y sintiendo como se fragmentaban. Eso no era bueno. Él no sabía qué los esperaba en el edificio, pero atravesaría el mismo infierno si eso mantenía a Sunshine a salvo. Poderes o no poderes.
Todos se dirigieron al edificio con Ash cerrando la marcha.
–Ooh –dijo Fang mientras Talon trabajaba en el candado–. Romper y entrar. Me trae viejos recuerdos, ¿no, Vane?
–Cállate, Scooby –dijo Vane, usando el despectivo término de los lobos Katagaria para un perrito tonto y cobarde–. Y cuida tu trasero.
Talon rompió la cerradura y abrió la puerta. Esta crujió fuerte mientras la puerta caía de sus goznes. Talon maldijo, entonces con irritación puso la puerta a un lado.
Entraron en el edificio uno por uno, se ubicaron en forma de abanico, y luego hicieron una pausa dentro del oscuro espacio vacío que estaba cubierto de al menos una década de polvo, telas de araña y mugre.
Cada tanto, un coche pasaba por el exterior, sus faros iluminaban un poco el ruinoso interior.
El lugar estaba totalmente silencioso excepto un extraño golpeteo rítmico que provenía de arriba y el sonido de los roedores que se escurrían por el piso.
–Uhhhh-uhhhh-uhhh –cantó Fang con una voz que recordaba a alguna banda sonora de una película de clase B–. Hey Ash, quierrrres chuparrrrr mi sangrrrre?
Ash le dirigió una mirada divertida, en blanco.
–No, gracias. La última cosa que quiero es coger el parvo de ti, o alguna otra extraña enfermedad de perro que me va a hacer levantar mi pierna en cada árbol.
Vane le dio a su hermano un golpe detrás de la cabeza.
–La próxima vez te dejo en casa.
–Hey, eso dolió –dijo Fang, frotándose la cabeza.
–Sí, pero no tanto como lo hará esto. –Una voz incorpórea salió en ninguna parte.
Talon oyó algo dando vueltas por el aire. Él movió su cabeza bruscamente a la izquierda para evitar su trayectoria y lo cogió cuando pasaba sobre su hombro.
Arqueando una ceja ante la enorme hacha medieval, la sostuvo y se la lanzó a Vane. Vane curvó sus labios. El Katagari pareció menos que divertido.
–Hey imbécil, deberías saber algo. –Vane probó el borde de la hoja con su pulgar–. Si atacas a mi hermano, realmente te cagas en mí.
Vane lanzó el hacha de nuevo a quien se la había tirado. Talon oyó un gemido un instante antes que los reflectores perforaran la oscuridad.
Talon y Ash sisearon de dolor, agachándose y protegiendo sus ojos. Un instante después, algo crujió y las luces se apagaron.
Ash lanzó un rápido relámpago hacia la esquina de donde debía haber salido la orden, ya que Talon oyó a alguien chillar. El olor de carne quemada llenó el espacio.
Entonces, los Daimons salieron de la oscuridad, atacando. Talon alcanzó al primero que se le acercó y lo tiró al piso. Golpeó la punta del zapato para liberar la daga en su bota, pero antes de que pudiera usarla para matar al Daimon, otro lo cogió de la cintura y lo empujó hacia atrás.
–Maldito seas, alimento-Daimon –dijo Fang con una carcajada–. Hey, Vane, tu quieres la carne blanca o la oscura?
Vane le dio a uno de los Daimons en el pecho con un cuchillo, directamente en el corazón. El Daimon se desintegró. Él se rió de su hermano quien tenía a otro Demonio.
–¿Que tal si yo lo agarro por una pierna, tu por la otra, pedimos un deseo y tiramos?
Talon hizo girar sus ojos, entonces se giró y usó la punta de su bota para terminar al Daimon que lo había agarrado. Después fue por el primer Daimon, que se estaba dirigiendo hacia la espalda de Fang. Talon lo cogió justo antes de que alcanzara al Katagari. El Daimon se volvió hacia él siseando, e intentó apuñalarlo. Talon torció su muñeca hacia abajo y quitó el cuchillo de su mano.
–Mala jugada, mancha de tinta –dijo Talon, aporreando al vampiro.
El demonio se tambaleó hacia atrás. Talon usó el cuchillo para terminarlo. El Daimon se desintegró mientras las almas robadas salían de su cuerpo e iban a la deriva hacia el techo.
Algo que vio con la esquina de su ojo llamó la atención de Talon. Él giró su cabeza para ver que Ash estaba rodeado por un grupo de Daimons. Ash los rechazaba con su garrote, pero había tantos de ellos atacando que se parecía a intentar barrer hormigas estando en el medio de un hormiguero. Talon fue a ayudar.
¿De donde venían todos los Daimons?
Ellos por lo general se congregaban en Nueva Orleans en esta época del año, pero... ¡Maldición! parecía que la mitad su población mundial estaba aquí en este lugar.
Trabajando juntos, Talon, los Katagaria, y Ash los terminaron.
–Gracias –dijo Ash cuando el último se desintegró.
Talon asintió y plegó su srad en una sola daga, luego la devolvió a su bota.
–Bien –dijo Fang, imitando una cansina voz gruesa del Sur–. Tengo que decir que es extremadamente amable de parte de los Daimons que limpien todo ellos mismos cuando uno los mata. Esto es mucho mejor que el matar a un Arcadian. –Él mostró sus manos hacia ellos–. Mira, ma, limpias.
–¿Fang tiene un botón de apagado? –le preguntó Talon a Vane.
Mirándolo como si quisiera disculparse, Vane negó con su cabeza.
Pero Talon ya no les prestaba atención. Él tenía cosas mucho más importantes en que ocuparse.
–Tenemos que encontrar a Sunshine –dijo, dirigiéndose a la escalera.
–Espera, –le llamó Ash–. No tienes ni idea de lo que hay ahí arriba.
Talon no redujo la marcha en absoluto.
–Y no lo sabré hasta que no llegué.
Sin otro pensamiento excepto salvarla, Talon siguió el descomunal ruido hasta una puerta en el final más alejado del pasillo superior. Cuando lo alcanzó, Vane, Fang, y Ash estaban detrás de él.
Talon azotó la puerta, listo para la batalla.
En vez de otro grupo de Demonios, encontraron a Sunshine atada sobre una cama en un cuarto que estaba iluminado por una pequeña linterna. Gimiendo, ella se retorcía y giraba; como si se estuviera quemando.
Aterrorizado de que algo estuviera mal en ella, Talon se precipitó a su lado mientras Vane y Fang buscaron por el cuarto más Daimons.
¿Qué le habían hecho?
Si ellos la habían tocado o dañado, él los perseguiría y los despedazaría. En cuanto Talon la liberó de la cama ella se pegó a él como si no pensara soltarlo.
–Hola, bebé –susurró ella guturalmente, frotándose contra él mientras deslizaba sus manos por su cabello y sobre su cuerpo–. He estado pensando en ti, esperando que vinieras por mí.
Olvidando a los demás en el cuarto, ella lo besó febrilmente y comenzó a intentar sacarle la ropa. Durante un minuto completo, Talon estuvo demasiado atontado como para moverse.
Entonces sus hormonas se agitaron, deseándola tanto como ella lo deseaba.
Ella lo empujó hacia la cama, subiendo sobre su cuerpo como si estuviera lista a hacerlo en el lugar.
El cuerpo de él instantáneamente estaba ardiendo, Talon nunca había visto nada como eso. Él literalmente tuvo que luchar para mantener su ropa en su lugar. No es que se hubiera opuesto si hubieran estado solos. Pero no había ningún modo de hacerlo ante una audiencia.
Acheron la miró, con ojos atormentados. Había algo en la expresión de Acheron que le recordó a Talon a alguien volviendo a vivir una pesadilla.
–¿Sunshine? –dijo Talon, intentando inspeccionar si estaba lastimada–.¿Estas bien?
–¡Umm-hum!, –Sunshine gemía mientras lo mordisqueaba desde su barbilla hasta su cuello. El cuerpo de él al instante estaba ardiendo y duro por ella–. Vamos, bebé –suspiró ella en su oído–. Te necesito. Ahora mismo.
–Hey, Vane –dijo Fang–. Yo no sabía que las hembras humanas podían entrar en celo, ¿tú sí? –Vane dirigió una cómica mirada a su hermano. Esto no contuvo a Fang en lo más mínimo–.¿Piensas que ella necesitará un suplente después que desgaste a Talon, como una hembra Katagari? Normalmente no lo hago con humanas, pero con una pieza semejante podrían tentarme.
Talon vio rojo.
Vane puso su mano sobre la boca de su hermano y lo tiró hacia atrás.
–Fang, pienso que paras o Talon podría convertirte en un kebab[4] de lobo.
Ash sacudió su cabeza como si se forzara a sí mismo a despertarse de un trance. Alejó de un tirón a Sunshine de Talon. Sunshine peleó y siseó como una gata salvaje mientras luchaba por liberarse. Ash susurró algo en una lengua Talon no podía entender y Sunshine inmediatamente cayó floja en sus brazos.
–¿Qué le hiciste? –preguntó Talon con ira.
–Nada peligroso. –Con cuidado colocó a Sunshine sobre el regazo de Talon–. Es un pequeño hechizo para dormir, para mantenerla tranquila y poder llevarla a casa a salvo.
Ash levantó la mano de Sunshine y olió su piel. Talon ya había sentido un aroma extraño, de naranja especiada que parecía impregnar el cuerpo de Sunshine. Ash se volvió hacia Vane y Fang.
–¿Les importaría fijarse si hay algunos tipos esperando abajo?
Vane asintió con su cabeza.
–Haremos otro barrido del edificio para asegurarnos que no hay más Daimons ocultos.
Él condujo a su hermano fuera del cuarto. Talon acunaba a Sunshine contra su pecho, agradecido de tenerla otra vez, pero preocupado sobre qué le habían hecho. También había notado lo extraño que Ash se estaba comportando; el hombre estaba mucho más raro que lo normal.
–¿Qué está mal en ella?
Ash soltó un largo suspiro, cansado.
–Ella está drogada con un droga llamada Eycharistisi. –Ante el ceño fruncido de Talon, definió la palabra desconocida–. Placer.
–¿Cómo has dicho?
–Es un afrodisíaco muy potente. Cubre el cuerpo con endorfinas y destruye una a una todas las inhibiciones. Un toque y todo lo que el usuario puede pensar es en encontrar a alguien y estimularlo al orgasmo.
La rabia descendió mientras Talon pensaba por qué alguien le daría tal cosa.
–¿Piensas que Camulus tuvo sexo con ella?
–No, pienso que alguien más lo hizo como un mensaje para mí y una advertencia para ti.
–¿Cómo es eso?
Las mejillas de Ash estaban moteadas de rojo, algo que sólo pasaba cuando el hombre se enfadaba realmente. En mil quinientos años, Talon sólo lo había visto tres veces así.
–El Placer era la droga du jour[5] en la Atlántida y no ha sido producida desde que el continente entero se hundió en el fondo del Egeo.
Un mal presentimiento se instaló en el interior de Talon. Esto no era acerca de Sunshine y él. Él estrechó sus ojos sobre Acheron.
–¿Que sigue, T-Rex? Primero alguien me confunde al ser tan parecido a ti, pero no eras tú. Y ahora alguien tiene el acceso a una droga que desapareció hace once mil años con tu patria, y se la da a Sunshine quien fue secuestrada por Camulus. ¿De qué se trata?
–Así de pronto, yo diría que Camulus ha formado equipo con alguien más.
–¿Quién?
Como era lo esperado, Acheron no contestó.
–Te necesito fuera de esto.
–Es bastante difícil para mí mantenerme fuera de esto cuando esta persona me arrastró dentro. Y no me quedaré fuera mientras Sunshine sea amenazada.
–Harás lo que te digo, Talon.
–No soy tu muchacho, Ash. Mejor usas otro tono conmigo. Rápido.
Las mejillas de Ash se tornaron aún más rojas.
–¿Estás cuestionando mi autoridad?
–No, estoy cuestionando tu juicio. Quiero que hables claro conmigo sobre con quién y con qué estamos tratando y por qué ese hombre le dio a Sunshine esa droga.
–No te debo una explicación, Celta. Todo lo que tienes que saber es que tengo un viejo enemigo que finge ser yo.
–¿Por qué?
–¿Bien, obviamente porque no me va a gustar y para ganar el apoyo de mis amigos, ahora lo entiendes?
Talon gruñó por la incapacidad de Acheron de contarle a alguien algo sobre su pasado. ¿Por qué el hombre era tan condenadamente reservado?
–¿Es un shapeshifter[6] o un semidiós?
–La última vez que comprobé, él era humano.
–¿Entonces por qué él se parece a ti? ¿Es un pariente?
–No voy a jugar a las Veinte Preguntas contigo, Talon. Él no es asunto tuyo. Él es el mío.
–¿Al menos me dirás como puedo diferenciarlos en el futuro?
Acheron se quitó sus gafas de sol.
–Nuestros ojos. Soy el único humano que alguna vez haya nacido con unos ojos como estos. Él no los tiene y no se quitará sus gafas de sol por miedo a revelarse a sí mismo.
–¿Por qué está este tipo detrás de ti?
–Él me quiere muerto.
–¿Por qué?
Acheron se alejó un paso de él.
–Tus ordenes son simples. Regrésala al pantano. No sé cuanto de la droga le dieron, pero estoy seguro que ella todavía sentirá sus efectos cuando se despierte. Confía en mí, cuando ella lo haga, va a poner una gran sonrisa en tu cara.
–Confía en mí –repitió Talon–. Es gracioso como tu sigues diciendo eso cuando tú nunca confías en nadie ni siquiera en los hechos más básicos sobre ti. ¿Por qué es esto, Ash?
Como esperaba, Ash no contestó. Y en aquel instante, Talon comprendió cómo se debía sentir Sunshine cuando trataba con él. Era una maravilla que ella lo tolerara.
–Hey Ash –le llamó Vane desde abajo–. Hay algo aquí que tienes que ver.
Talon recogió a Sunshine y la llevó abajo. Ash salió detrás de ellos.
Vane y Fang estaban en un pequeño cuarto afuera del principal. Sobre la pared lejana alguien había pintado un misterioso símbolo griego de tres mujeres y una bandada de palomas. Tres notas estaban en encima de la cabeza de cada mujer.
Talon vio que una era para él, una para Sunshine, y una para Ash. Cruzando el cuarto, Acheron arrancó las notas, abriendo la que estaba dirigida a Talon y la leyó en voz alta.
«No me escuchaste, Celta. Te advertí de mantenerla en tu pantano donde ella estaría a salvo. Apuesto que está haciéndote pedazos no saber cuando, donde, y cómo voy a matarla. Pero te aseguro, voy a matarla».
Él abrió la dirigida a Sunshine a continuación y la leyó en voz alta también.
«¿Talon, estas leyendo la carta de Sunshine? ¿Qué? ¿No confías en tu novia? No te preocupes. Ella no te ha sido infiel. Al menos no aún, aunque esto fuera difícil. Tuvimos que atarla para impedirle follarnos a cada uno de nosotros».
Talon bramó de rabia.
–Entonces ayúdame, voy a encontrar a ese hijo de puta y arrancarle el corazón.
Furioso, Ash abrió la última, pero esta vez él no la leyó en voz alta. La nota le estaba dirigida. La letra era diferente.
«Te conozco, hermanito. Sé todo lo que has hecho.
Sé como vives.
Sobre todo, sé la mentira que te dices a ti mismo para poder dormir.
¿Dime, qué pensarían tus Cazadores Oscuros si alguna vez supieran la verdad sobre ti?
Mantenlos fuera de mi camino o los veré a todos muertos.
Y a ti te veré en Mardi Gras».
Ash hizo una pelota con la nota y la arrojó hacia el aire y la desintegró con sus pensamientos. Una furia impotente se precipitó sobre él, prendiendo fuego a su sangre. Si Styxx quería una guerra, entonces más le valía juntar un lote completo de más Daimons. Styxx no tenía idea de contra qué estaba jugando.
–¿Qué decía? –preguntó Talon.
–Nada. Lleva a Sunshine a tu lugar y mantenla allí hasta que la droga se quite, luego llámame. –Ash frotó sus ojos mientras los Katagaria les conducían fuera del edificio.
Una vez fuera, Talon colocó a Sunshine en el coche mientras los demás hacían guardia cerca.
Vane tenía sus brazos doblados sobre su pecho mientras miraba a Ash.
–¿Entonces, Ash, dónde te deja esto?
–Básicamente jodido. En las próximas veinticuatro horas tengo que encontrar un modo de conseguir sacar a Zarek de aquí antes que los polis lo encuentren, y a no ser que me equivoque con mis conjeturas, el siguiente acto de mi Némesis será decirles a Kyrian y a Julian quien es su nuevo vecino.
Talon fijó su mirada en Acheron.
–Él quiere tu atención dispersada y no enfocada.
Ash asintió.
–Sí, y él está haciendo un trabajo realmente bueno con eso.
Una idea se le ocurrió a Talon.
–¿Sabes? creo que todos hemos estado olvidando algo.
–¿Y qué es?
Talon señaló a los Katagaria para recordarle a Acheron que los lobos patria no eran el único grupo de Were-Hunters en la ciudad.
–Tu amigo no sabe sobre “El Santuario”. Pienso que tenemos que ir a poner al clan de osos sobre aviso. Estoy seguro que Papá Peltier y los muchachos estarían más que felices de prestarnos una mano en Mardi Gras. Ellos me deben algunos favores, y si los Daimons salen como hicieron esta noche, necesitaremos toda la ayuda que podamos conseguir.
–Verdad.
–Y si fuera yo –siguió Talon–, seguiría adelante y le comunicaría las noticias a Kyrian sobre Valerius justo como pensabas hacer. Y mantendría a Zarek en reserva aquí en la ciudad.
–¿Y que pasa con la policía?
–Confía en mí, T-Rex, conozco mi ciudad. La policía va a estar tan distraída con Mardi Gras que Zarek podría presentárseles y ellos no se darían cuenta que es él. Pero si yo estuviera en tu situación, fingiría que Z está fuera de aquí por si acaso tu “amigo” está observando. Llama a Mike y hazlo volar con Eric bajo cubierta de oscuridad para que ellos piensen que es Z. Y mantén a Zarek escondido y entierra a Valerius hasta esa noche.
Acheron tensó su mandíbula.
–Es un riesgo.
–También vivir en un pantano.
Vane avanzó.
–Puedo establecer centinelas alrededor del lugar de Talon. Si ellos hacen un movimiento sobre él otra vez, Fang y yo podemos estar allí en un segundo.
–¿Por qué estarían dispuestos a ayudarnos? –preguntó Talon–. Pensé que era vuestra política dejar a los Cazadores Oscuros que se pudran.
–Lo es. Pero todavía le debo una a Acheron. –Se dio vuelta hacia Acheron–. Cuando esto haya terminado, considérate totalmente pagado.
Acheron asintió.
–Hecho.
Talon saludó al grupo, luego subió a su coche y se dirigió a casa.
Mientras se iba del distrito, tomó la mano de Sunshine en la suya y la conservó apretada. Sus huesos se sentían tan frágiles en su palma aunque conocía la fuerza que esta dama poseía. La gracia y la determinación.
Había tenido tanto miedo cuando Camulus se la había llevado. No le gustó vivir con ese miedo. No le gustó sentir nada. Había estado sin emociones por tanto tiempo que tenerlas ahora lo lastimaban más. Cómo había extrañado su serena calma. Él estaba acostumbrado a tener el control completo y cada vez que la miraba sentía que volvían esas emociones fuera de control.
Sunshine lo había tocado tan profundamente en su corazón que sabía que nunca sería el mismo otra vez. Y no era solamente porque ella fuera Nynia. Era porque ella era ella. Sunshine tenía la fuerza, el coraje, y el fuego. Ella era su propia persona y le gustó el desafío de ella. Era preciosa para él.
Talon la amaba ahora más de lo que había hecho alguna vez como hombre. Y el dolor de aquel pensamiento era bastante como para mutilarlo.
Talon la llevó en brazos hasta su lugar y la puso con cuidado sobre su futón, no estaba seguro de lo que Acheron le había hecho, pero dormía plácidamente.
Su teléfono sonó. Contestó y se encontró con que era Ash al otro lado de la línea.
–¿Regresaste con ella?
–Sí, está dormida todavía.
–Bien. Estaba preocupado por los dos.
Él frunció el ceño. Esta era la voz de Acheron pero esto no era algo que Acheron normalmente admitiría. Todos sus instintos continuaron en completa alarma. Este no era definitivamente Acheron. La voz y el tono eran los mismos, pero ahora que sabía que había dos de ellos, podía oír la diferencia en sus personalidades.
Este era el impostor.
–¿Entonces cuánto tiempo piensas que pasará antes que la droga abandone su sistema? –preguntó Talon.
–No sé. Una dosis puede mantenerle bombeando entre uno y tres días.
–¿En serio? Pareces saber mucho sobre eso.
–Sí, pues cuando yo era mortal era tan adicto a ella que estaba dispuesto a vender mi alma por ella.
–¿Y quien podrías ser tú? –preguntó Talon.
–¿Perdón?
–Sé que no eres Acheron.
Una risa oscura sonó en su oído.
–Muy bien, Dark Hunter. Muy bien. Por esto, dejaré que tu y Sunshine vivan otro día.
Talon resopló.
–Muchacho, tienes mucho que aprender sobre mí si piensas que alguna vez podrías ser una amenaza para mí o para lo mío. Si te acercas a ella otra vez, haré botas con tu piel.
–Ah, no lo creo. Pero estoy impresionado que esta vez me descubrieras. Yo había comenzado a preguntarme si alguna vez serías capaz de distinguirnos.
Talon apretó su mano sobre el teléfono.
–Sí bien, si vas a imitar a Acheron, podrías intentar aprender un poco más sobre él.
–Confía en mí, Dark Hunter –dijo él, su voz confidente y malvada–. Sé que Acheron es mucho mejor que tú. Sé cosas sobre él que te dejarían mudo y te harían odiarlo para siempre. Él no es como tú y los demás piensan.
–Yo lo he conocido durante quince siglos. Creo que conozco una o dos cosas a cerca de su carácter.
–¿Tu crees? –preguntó sarcásticamente–.¿Tu sabías que él tenía una hermana a la que dejó morir? Que ella estaba sólo a unos pasos de él en el pasillo, gritando por su ayuda. ¿Y que mientras él yacía en un drogado y borracho estupor, ella fue despedazada?
Talon estaba horrorizado por lo que el hombre describía. Pero él conocía a Acheron mejor que eso. Acheron nunca, drogado o no, estaría tan ido como para no acudir en auxilio de un extraño. Cuando eso cayera sobre los que estaban bajo su protección, Acheron movería el cielo mismo para mantenerlos a salvo.
–No te creo.
–Lo harás. Después de que haya terminado aquí, todos ustedes conocerán la verdad sobre él. –El impostor colgó el teléfono.
Talon arrojó su teléfono sobre la mesa de noche y puso sus manos sobre su cara. Esto era una pesadilla. Él estaba dividido entre su necesidad de proteger a un amigo que conocía desde hacía miles de vidas y una mujer cuya alma significaba más que su propia vida.
Y él nunca se había sentido más desvalido. Incluso cuando había visto a su tío ser asesinado. Al menos entonces él había sostenido un arma en su mano y había visto a sus atacantes. Esta vez, no había nada sólido para agarrarse. Había dos enemigos ahí. Uno fingiendo ser Acheron y el otro un dios cobarde con una rencorosa vendetta.
¿Qué iba a hacer?
Giró y miró a Sunshine.
Su pelo negro era una nube oscura sobre su almohada. Su cara estaba relajada y pacífica, su piel bronceada una visión calmante contra sus sábanas. Incluso ahora podía sentirla en sus brazos, sentir el calor de su cuerpo bajo el suyo, el calor de ella rozando su piel.
¿Cómo podría protegerla?
«Confía en Morrigan, Speirr. Nunca dudes de su lealtad. Nunca hagas preguntas sobre sus acciones. Solamente sabe que cuando ella pueda, ella siempre te ayudará».
Esas fueron las últimas palabras que su padre le dijo.
Cerrando sus ojos, Talon todavía podría ver la cara de su padre en la luz de la lumbre aquella noche. Viendo el orgullo del hombre mayor y el amor brillando en él mientras su padre lo abrazaba y lo enviaba a la cama.
Se había mantenido aferrado a aquellas palabras, y nadie jamás lo había derrotado en batalla. Ni por emboscada o por engaño. En el final, había sido el enemigo en casa quien lo había destruido. La última persona de la que hubiera sospechado.
Su primo había querido ser el rey a toda costa y sabía que el único modo de conseguirlo sería de matar tanto a Talon como a Ceara. Talon nunca había sospechado que su primo decidiera la muerte de su tía y su tío.
Talon había sabido de la traición del hombre sólo después que los Druidas los hubieran matado a él y a Ceara. La noche en que Talon se había revelado para tomar la venganza sobre su clan, su primo había confesado todo, intentando conseguir que Talon lo protegiese.
Eso no le había importado. Joven, enojado, y lastimado, Talon había emprendido su venganza contra todos ellos, y luego se había desprendido de sus emociones y había endurecido su corazón.
Endurecido hasta que una bella extraña lo había mirado en una tranquila calle con sus grandes ojos negros que lo abrasaron. Él se enamoró de ella. De su risa, de su ingenio.
Ella lo había hecho sentir otra vez. Lo había completado. Sin ella, él no quería vivir en absoluto.
Pero había rehusado a verla muerta por culpa de él.
–Tengo que dejarla ir.
No tenía otra opción.
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